La especialista en arqueología majorera María Antonia Perera
participó esta semana en el ciclo de conferencias El lugar escondido.
La montaña de Tindaya fue para los antiguos
pobladores de Fuerteventura “un lugar sagrado cuya significación traspasó los
límites insulares”, dijo la especialista en arqueología majorera María Antonia
Perera Betancort durante su intervención en el ciclo de conferencias El
lugar escondido que celebra el Círculo de Bellas Artes de Tenerife.
Perera, responsable de la Unidad de
Patrimonio del Cabildo de Lanzarote y especialista en Arqueología de esta isla
y de Fuerteventura, afirmó que en Lanzarote se han descubierto grabados
podomorfos (propios de Tindaya) apuntando “no al Teide sino a la montaña
majorera”, lo que viene a subrayar “su relevancia más allá de la propia isla”.
Los aborígenes eligieron este emplazamiento como lugar sagrado “no sólo porque
fuera una montaña, sino por numerosos elementos que la hicieron especial”. Su
relación con la luna, la fertilidad de su suelo en una isla prácticamente desértica
y su composición de traquita, un tipo de roca volcánica que sólo se encuentra
en Tindaya, pudieron ser determinantes para esa elección.
Asimismo subrayó las similitudes entre la
cultura de los majos (antiguos pobladores de Fuerteventura) y algunos pueblos
del Norte de África que utilizaron los podomorfos (grabados con forma de pie
humano) para delimitar los espacios sagrados. En Tindaya se han hallado 312
grabados de estas características, “lo que la convierte en uno de los sitios
arqueológicos más ricos de toda la zona”.
La especialista explicó que un estudio
realizado por el Instituto de Astrofísica de Canarias demostró que el 80 % de
los podomorfos está orientado “en los mismos grados, justo entre el Pico de las
Nieves de Gran Canaria y el Teide en Tenerife”. Como dato significativo, añadió
que “todos los grabados están hechos sobre traquita, desechándose las zonas de
basalto”.
La teoría de considerar Tindaya como el
símbolo aborigen que unía la tierra y el mar viene respaldada por el hallazgo
de enterramientos en los cuatro puntos cardinales de la base de la montaña, las
crónicas de Abreu Galindo, en las que hablaba de “los sacrificios” que hacían
los aborígenes en Tindaya y “el frecuente hallazgo” de dientes humanos en la
cima, añadió.
En cuanto a la situación actual de la
montaña, explicó que “sufre un nivel de deterioro galopante” porque su
calificación como Bien de Interés Cultural (BIC) no está bien definida. “Hoy no
sabemos qué está protegido por la Ley, si los grabados o la montaña”, dijo
Perera Betancort, que afirmó que esta situación ha provocado que “la mayoría de
los grabados se haya perdido para siempre”.
El proyecto El
Lugar escondido está organizado por el Círculo de Bellas Artes y la
Dirección General de Cooperación y Patrimonio Cultural del Gobierno de
Canarias. A través de una exposición colectiva y once conferencias, el programa
pretende divulgar los hitos más relevantes de la Arqueología de las
Islas y ofrecer una panorámica actual de esta disciplina.
Pro-San. En la otra
conferencia del viernes llamada Voluntariado, Sociedad y Patrimonio,
cuatro jóvenes estudiantes de Historia de la Universidad de La Laguna
presentaron el proyecto Pro-San, un ejemplo a seguir de activismo
juvenil concienciado en la defensa y protección de patrimonios en peligro de
extinción. Su última acción fue una recogida de firmas para apoyar a los
bosquimanos en su pugna por conseguir acceso a los pozos de agua. Pro-San,
que toma su nombre de la etnia San (bosquimanos), está formada por Lorena y
Andrea Mazzola, Gara Cañas y Aitor Estiballes y actualmente trabaja para lograr
que el lenguaje de los San, llamado de clic o de chasquido
por su sonido chasqueante, sea considerado Patrimonio Cultural Inmaterial de la
Humanidad.
(Redacción BienMeSabe. Publicado en el número
366)
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