LOS LENGUAJES DE LA FE
Frente al espíritu integrista de las
Cruzadas, el cristianismo también forjó en parte su propagación discursiva sin
eludir ciertas dosis de adaptabilidad, nunca pródigas, ante las diversas formas
de asimilación doctrinal discurridas por aquellas culturas que impregnaba. Esa
doble inclinación pragmática, que cristalizó por momentos en una suerte de
tensión entre los enfoques más rigoristas y conciliadores, sobra decir que no
cuestionaba el propósito compartido: la consolidación del poder material de la Iglesia y su influencia en
la organización de los sistemas clasistas de dominación social y territorial.
Las políticas
expansivas de la nobleza feudal europea, con la beligerante y cohesiva
cobertura arbitral e ideológica del papado, activaron nuevos ámbitos y
oportunidades de acumulación, el impulso económico necesario para incubar un
largo y cruento proceso de concentraciones estatales, donde la explotación de
su campesinado y de las colonias acabaría por desempeñar un papel determinante
en la emergencia de un todavía balbuciente capitalismo. La colonización
misional de las Islas Canarias, inaugurada en las comarcas de Telde (Gran
Canaria) y Güímar (Tenerife) a mediados del siglo XIV, anticipaba movimientos
geoestratégicos y ensayaba rentabilidades diferenciales.
Predicadores
mallorquines, catalanes y aragoneses arribaron en número indeterminado a unas
costas isleñas que, conocidas y visitadas de manera más o menos efímera desde la Antigüedad, la
expedición portuguesa dirigida por el florentino Angelinus del Tegghia de
Corbizzis en 1341 había devuelto a los planes y escenarios de la expansión
atlántica europea. Una década más tarde, la sede papal, mediante la bula Celestes
rex regum, ya había establecido el primer distrito misional del
archipiélago canario, con el devoto apoyo apostólico y mercantil levantino. Y,
aunque el reto puede decirse que excedía las capacidades reales de sus
promotores, el guión trazado contemplaba objetivos y procedimientos
concluyentes.
Sirva de muestra la metódica
iniciativa evangélica diseñada por Urbano V en 1369, cuyas prioridades
ideológicas y operativas definen un modelo sin duda ambicioso pero nada
ilusorio. Desde el punto de vista logístico, dictaba la concertación de los
habituales acuerdos con inversores privados para sufragar el desplazamiento, en
este caso, de un nutrido contingente expedicionario, compuesto por una
treintena de sacerdotes (entre clérigos seculares y frailes mendicantes) que
debían trasladar el mensaje religioso. Un programa doctrinal ajustado a dos
criterios muy funcionales: de una parte, la utilización de los cultos astrales
indígenas como referencia básica en el trabajo de conversión y, de otro lado,
el empleo de la lengua nativa, de forma directa o a través de traductores, como
medio indispensable para irradiar sus ideas. Cierto que, sin recursos
suficientes para desencadenar en las Islas la coerción militar y social que
luego ejercería con tanto éxito la corona castellana, el expansionismo
religioso catalano-aragonés contaba con pocas opciones más eficaces, pero
tampoco resulta desdeñable la inspiración intelectual que le imprimió el
teólogo balear Ramón Llull (1235 - 1315).
Pieza
fundamental en esta precursora estrategia de colonización ideológica fue la
actividad desarrollada por la
Orden franciscana. Miembros de esta congregación, instalados
en pequeñas casas de oración o eremitorios, acometieron una intensa labor de
reconocimiento de las poblaciones insulares y sus costumbres, al tiempo que
difundían la peculiar lectura del dogma cristiano que realizó su fundador, el
monje italiano Francisco de Asís (1182-1226). A estos frailes minoritas,
instruidos en las creencias nativas durante varias décadas de convivencia con
los primeros isleños, corresponde la ideación del culto a la Virgen de Candelaria, una
advocación mariana figurada en aparente conciliación con la cosmogonía local
(ínsuloamaziq)1.
LA MADRE CÓSMICA
No se conocen documentos contemporáneos de la
época en la que los misioneros asentados en Güímar2
exhibieron la Virgen
de Candelaria a la sociedad insular. Diversos autores cristianos ofrecen un
relato más o menos semejante de aquellos hechos, pero la factura de esos
informes se adentra en las postrimerías del siglo XVI, alrededor de doscientos
años después de haberse producido los acontecimientos.
No obstante,
aportan datos muy interesantes acerca de la caracterización nativa de este
culto hiperdúlico. Aunque siempre quede la sospecha de alguna adherencia
literaria en sus exposiciones, la coherencia de los testimonios indígenas que
acopian trasluce una indisimulada identificación entre ambos imaginarios.
En torno a 1585, el agustino Juan
González de Mendoza (1944: 301) señaló dos aspectos significativos en esa
valoración que adjudicaron aquellos isleños a la imagen que se les presentaba:
la llamaban «Madre del Sol» y la adoraban «tanto como al mismo Dios», es decir,
le atribuían un estatuto divino y la generación de la principal referencia
celeste para la vida. Sólo unos años más tarde, el dominico Alonso de Espinosa
(1594, II, 1: 31v) advertía una concepción similar entre los naturales de su
tiempo, pues observó «que si la Fe
no les enseñara la
Candelaria ser madre de Dios, y no Dios: la confessaran a
ella y tuuieran por tal». Aunque acaso la constatación más asombrosa a este
respecto subsiste aún en una pequeña oración nativa. Pronunciada en la
festividad de la Virgen
por una vecina de Güímar, doña Sita Chico, la alabanza conserva intacta una
impecable descripción cosmogónica. Dicha plegaria, según la fórmula que transcribió
en 2001 Eduardo P. García Rodríguez3,
reza así:
¡Uh! Magné Mastáy
Achen tumba Manéy.
¡Oh! Madre del cielo
Madre de la tierra.
La reposición analítica del enunciado
apenas requiere actualizar la segmentación y la grafía del texto (Reyes García
2007: 44):
Ûh! Ma gənnă, Ma stay
aše-n tunwa, Ma ney.
Aunque la traducción exacta añade
matices hoy perdidos en los avatares de la transmisión oral:
¡Oh! Madre del cielo, Madre del
crecimiento
de la hermandad, Madre de lo
nuevo.
Un perfil donde ya no resulta tan
fácil reconocer a la madre del omnipotente hacedor judeocristiano, pues ella
misma es concebida como matriz de la realidad, la abundancia y el futuro.
Para disipar cualquier recelo sobre un
eventual aderezo retórico o poético en esta calificación, nada mejor que
contrastar esa estampa con la denominación nativa concedida a esta figura
sagrada. Leonardo Torriani (1590, LI: 70v-71r), un ingeniero lombardo enviado
por Felipe II (1527-1598) para estudiar la fortificación de las Islas, y Juan
de Abreu Galindo (ca. 1590, III, 13), un supuesto franciscano andaluz,
coinciden en el nombre, Chaxiraxi, que, como cabría esperar, se vierte
por «la que carga al que tiene al mundo», el dios patriarcal. Noción en la que
se vuelve a insistir con otra designación: Achmayex guayaxerax, que
traducen por «la madre del que carga al mundo» o «madre del sustentador de
cielo y tierra».
Y nada habría que objetar a esa
adscripción cristiana si sólo se considera este último sintagma, donde at
may-əs wayya-ahɣər-aɣ
subraya: ‘he aquí su madre (de él), el espíritu que (es) sustento del
universo’. Pero Čaghiraghi o, en su forma original, Ta-ahɣər-ahəɣ(i),
ya indica que esta mujer, deificada en la estimación popular, es tenida por ‘la que carga o sostiene el
firmamento’, la verdadera autora de
la creación.
Una definición
de singular trascendencia en la cosmogonía ínsuloamaziq, que hunde sus raíces
en una atávica creencia norteafricana.
Según narra el historiador y geógrafo
Heródoto de Halicarnaso (484 a.n.e.
- 425 a.n.e.)
en su famosa Historia (IV, 188), los antiguos libios consagraban
sacrificios al Sol y la Luna,
pero una comunidad establecida a orillas del lago Tritónide ofrecía además su
homenaje a la diosa que los griegos llamaron Atenea, conocida a su vez en
Egipto por Tehenut, es decir, ‘la
Libia’ o ‘la
Tehenu’, denominación de una de las dos grandes agrupaciones
líbicas de la Antigüedad,
junto con los temehu, bien atestiguadas desde el segundo milenio a.n.e.
Se identificaba así mismo con una vieja deidad predinástica, Neit (Net), una
diosa madre o numen primordial, creadora del universo, los dioses y los seres
humanos. En concreto, el imaginario egipcio le otorgó la maternidad de Sobek,
el dios ‘cocodrilo’ que caminaba sobre las aguas repartiendo fecundidad a los
pescadores del lago Fayum y fue asimilado por los griegos a Helios, la
personificación del Sol.
Pero otra figuración más ostensible
subyace en este mito genésico. Desde Malí hasta el Fezzan, en numerosas
sociedades del África septentrional vive todavía la idea de la constitución del
cosmos a partir de la explosión de un astro primordial (Pâques (1964) 1995:
47-49). Este «huevo del Mundo» se identifica con una estrella de primera
magnitud, Canopo (Alpha Carinae -0.86), la «Estrella de Osiris», pensada como
una especie de mónada precósmica cuyo sacrificio habría producido el
surgimiento del cielo primigenio, integrado por cuatro constelaciones de seis
estrellas.
En este horizonte de interpretación,
cobran pleno sentido las líricas palabras con las que el poeta y médico
lagunero Antonio de Viana (1604, VI: 124v) retomó cierta tradición oral acerca
de la aparición de la Virgen
de Candelaria:
Otros demas deuotos coraçones,
Dezian que las bozes y armonia
Muſicas, cantos, lumbres proceſsiones,
Con aplauſo y acorde melodia,
Eran a cauſa ſuya, y los varones
En quien mas parte de prudencia auia,
Dixeron ſer del cielo alguna eſtrella
En traxe de muger hermoſa y bella.
Dezian que las bozes y armonia
Muſicas, cantos, lumbres proceſsiones,
Con aplauſo y acorde melodia,
Eran a cauſa ſuya, y los varones
En quien mas parte de prudencia auia,
Dixeron ſer del cielo alguna eſtrella
En traxe de muger hermoſa y bella.
Porque también esta madre del
Sol y del cielo, la sustentadora del universo, recibe el agasajo insular en dos
fechas nada casuales desde el punto de vista astronómico: justo a mediados de
agosto y comienzos de febrero, cuando tienen lugar los ortos helíaco y acrónico
de Canopo, estrella que, además, permanece visible hasta finales de abril,
momento en el que los antiguos isleños celebraban también durante nueve días
una festividad general (Viana 1604, III: 42v).
LA HIBRIDACIÓN MARIANA
La alusión más explícita a una deidad femenina
en Canarias se documenta en la isla de El Hierro, donde las fuentes europeas
recaban la adoración a dos entidades distinguidas por su género: un varón Eraora[n]han
o era-uraɣan (‘el que está en lo ardiente o brillante’) y
una fémina Moneiba o mənəy-ibba (‘resplandor humeante’), cuya
enunciación, por cierto, posee una morfología masculina, lo cual induce a
pensar en atribuciones más sociales que conceptuales. Aunque conviene recordar
que los géneros gramaticales en la lengua amaziq a menudo evocan otras características,
reales o figuradas. Hubiera bastado con incluir los índices correspondientes
para evitar cualquier ambigüedad y fijar esa identidad, pero o bien se daba por
supuesta o bien se resigna ante una eventual dimensión primordial o asexuada de
esa revelación celestial.
En el estado
actual de las investigaciones, las pruebas disponibles para acreditar la
presencia del culto a una diosa madre en Canarias son insuficientes. Pero
confinar la dimensión religiosa de Chaxiraxi a la mera transfiguración
de su valor cristiano, conforme aducen las fuentes coloniales, se aparta por
completo de las evidencias testimoniales y analíticas que conjugan tanto sus
propiedades lingüísticas como etnológicas. Una caracterización que, con todas
las cautelas, sugiere la previa divinización nativa de esta adoración,
circunstancia que quizá contribuya a explicar su arraigo devocional entre una
población que, a través de esta mediación ideológica, habría creído encontrar
una manera de vivir el tránsito social y cultural impuesto por la conquista
europea.
En cierta
medida, otra manifestación sorprendente ha venido a ilustrar uno de los
ingredientes más activos que indujeron ese proceso de acomodación. A finales de
2006, un lienzo anónimo dedicado a la
Virgen de Candelaria llegó hasta el sevillano Taller del Restauro, donde
la historiadora del arte Mª Isabel Alba Fernández de Moya observó una frase
escrita en el travesaño del bastidor. El texto, confeccionado en caracteres latinos,
presenta una caligrafía bastante legible y en consonancia con la fecha de
realización del cuadro, 1906. Su extraordinaria peculiaridad estriba en que
reproduce una sentencia o prescripción doctrinal para los fieles redactada en
el habla ínsuloamaziq de Tenerife, sistema de comunicación que había dejado de
alentar en la Isla
hacía ya varios siglos (Reyes García 2007: 77-82). Su contenido estipula:
Conospe<ri>n
P<r>ogal<a>x Miogoodmon Piu Nu<t>ort<í>.
La restitución analítica de
esta máxima, tejida con absoluta corrección gramatical, descubre un enunciado
complejo, integrado por tres proposiciones yuxtapuestas con valor imperativo:
Knu s fərən, fru galakkət mi ogodmăn, ffiw nut təwâr-tăy.
La traslación española toma el siguiente
tenor:
Inclínate hacia la excelencia,
repara la necesidad en la angustia
y prende la candela que ella porta.
repara la necesidad en la angustia
y prende la candela que ella porta.
Sin concesión alguna al sincretismo
doctrinal, aunque amparado en la apropiación simbólica del credo indígena, esa
tardía reminiscencia oratoria refleja la ductilidad del empeño misional
franciscano que, todavía en la segunda mitad del siglo XV, transcurridos más de
cien años de acción apostólica, predicaba en la lengua materna de los antiguos
isleños (Rumeu (1975) 2006: 40). Esos rasgos tan distintivos jalonaron de forma
constante la orientación catequística desplegada por los seguidores del santo
de Asís, cuya proyección más eminente fraguaron en una estatua de la Virgen de Candelaria. El
manto de la pieza original, desaparecida en un temporal que azotó la Isla en noviembre de 1826,
acogía esta vez una serie de grafías latinas que, de nuevo, compendiaban una
excepcional colección de postulados religiosos consignados en la modalidad de
habla amaziq específica de Tenerife.
Depositada sobre una peña en la playa
de Chimisay4
o dentro de una cueva en ese arenal costero, según las afanosas averiguaciones
que efectuó Alonso de Espinosa (1594, II, 2: 31v-32r), la talla mariana fue
expuesta a los isleños por primera vez hacia 1400. Esta datación ha motivado
alguna controversia, pues el dominico añadió una acotación muy pertinente pero
mal interpretada: el episodio habría sucedido «ciento y cinco años antes que la Isla fuera de Christianos».
Y, puesto que la finalización oficial de la Conquista no se decreta
hasta 1496, el dato se ha presumido erróneo. Sólo que su cálculo tomó como base
«la computación de las lunas de la que los antiguos naturales usaban»:
En este último
caso, el error de Espinosa se reduciría a resolver la ecuación:
95 años solares ≈ 105 años lunares ⇒ 5 x 19 años solares ≈ 3 x 5 x 7 años lunares ⇒ 19 años solares ≈ 21 años lunares ⇒ años lunares siderales y ciclo de Metón [Barrios (1997) 2004: 191].
95 años solares ≈ 105 años lunares ⇒ 5 x 19 años solares ≈ 3 x 5 x 7 años lunares ⇒ 19 años solares ≈ 21 años lunares ⇒ años lunares siderales y ciclo de Metón [Barrios (1997) 2004: 191].
Los frailes minoritas convirtieron
esta representación celeste en el mejor emblema de su tarea evangélica. En
tiempos de Espinosa (1594, II, 13), la escultura aún lucía en sus paños siete
secuencias gráficas, donde el análisis filológico ha desvelado una docena de
proposiciones plasmadas con encomiable esmero gramatical y fonético, nada que
ver con la copia que guarda la ermita de Santa Úrsula, en Adeje, cuyas letras
carecen de sentido tanto en castellano como en la lengua amaziq.
He aquí la restauración analítica de esas
valiosas inscripciones (Reyes García 2007: 73-74):
1. TIEPFSEPMERI
Ti yebb f sǎb Meri.
El Padre amparado por la Virgen María.
Ti yebb f sǎb Meri.
El Padre amparado por la Virgen María.
2. EAFM
IRENINI FMEAREI
Ê af-m irenni f-əme arey.
¡Oh, tu hallazgo aumenta la protección contra la superstición!
Ê af-m irenni f-əme arey.
¡Oh, tu hallazgo aumenta la protección contra la superstición!
3. LPVRINENIPEPNEIFANT
Lwu rinni bǎb nə ǎfa ənt.
Sé clemente en la victoria Señor de la luz eterna.
Lwu rinni bǎb nə ǎfa ənt.
Sé clemente en la victoria Señor de la luz eterna.
4. NARMPRLMOTARE
Narəm əbər ɣər muttar.
Compartir (el alimento) es un deber hacia el necesitado.
Narəm əbər ɣər muttar.
Compartir (el alimento) es un deber hacia el necesitado.
5. OLM INRANFR IAEBNPFM RFVEN
NVINAPIMLIFINVIPI NIPIAN
Ul-m yən ǎr anfər Iaeb ənubi f-m ǎr fwen. Nwi-ina bib am əliffi n wibbib. Ni bi-an.
Tu corazón, el lugar del tesoro más importante, Yahvé niño sobre ti, tesoro luminoso. Un peso en nuestra consciencia es como una pila que se lleva a cuestas. Domina esa carga.
Ul-m yən ǎr anfər Iaeb ənubi f-m ǎr fwen. Nwi-ina bib am əliffi n wibbib. Ni bi-an.
Tu corazón, el lugar del tesoro más importante, Yahvé niño sobre ti, tesoro luminoso. Un peso en nuestra consciencia es como una pila que se lleva a cuestas. Domina esa carga.
6. FVPMIRNA ENVPMTI EPNMPIR
VRVIVINRN APVIMFRI PIVNIAN NTRHN
Ffu b-mirna. Nubi am ti ewen am bir ur wiwi-n rn, abu i məfri. Bib-wən əyyan nut ərɣun.
Amanece, gran poder. El niño igual que el padre y el camino de perfección evitan la enfermedad, son un bálsamo para la persona que sufre. Vuestro único peso ha de ser una candela brillante.
Ffu b-mirna. Nubi am ti ewen am bir ur wiwi-n rn, abu i məfri. Bib-wən əyyan nut ərɣun.
Amanece, gran poder. El niño igual que el padre y el camino de perfección evitan la enfermedad, son un bálsamo para la persona que sufre. Vuestro único peso ha de ser una candela brillante.
7. NBIMEI ANNEIPERFMIVIFVF
Nəbbi y əməyyi. An-năy əberref mi əwif Uf.
Acogemos al que ignora. Perdonaremos la ofensa cuando se deba al temor de Dios.
Nəbbi y əməyyi. An-năy əberref mi əwif Uf.
Acogemos al que ignora. Perdonaremos la ofensa cuando se deba al temor de Dios.
Al margen de
las cualidades, procedencia y autoría artísticas de la obra, asunto que no es
objeto de este examen, el repertorio de frases contiene ciertas texturas
sociolingüísticas que demandan alguna familiaridad con el idioma amaziq y, en
particular, con la variedad de habla desarrollada en Tenerife. Por ejemplo, se
prescinde de la terminología coloquial para referirse al concepto ‘virgen’; el
vocablo elegido, săb o sep, se extrae del lenguaje poético,
dentro de un campo semántico donde su primera acepción es ‘origen’ y, ya en uso
dialectal, ‘origen noble’. Un cultismo tan adecuado como el uso metafórico de
la tabaiba dulce (Euphorbia balsamifera),
abu o apv, una de las plantas isleñas con más propiedades
medicinales, para ponderar el carácter benéfico de la vida recta y del dios
cristiano.
La imagen terminó por residir en la
cueva de Achbinico5,
hoy de San Blas, abierta al naciente, con vestigios arqueológicos de un ara
permanente y enclavada en un entorno supervisado por los samarines6,
especialistas en el ejercicio religioso y la adivinación. Aunque sin datos en
ningún sentido, cuesta admitir que los diversos grupos de oficiantes isleños
aceptaran sin oposición o connivencia algunas la actuación misional. La pulcra
elaboración de un discurso tan delicado en su formulación e implicaciones ideológicas
no parece muy factible lejos de su asesoramiento, aunque sea siquiera por los
riesgos que comporta siempre una polisemia mal calibrada. Pero esa supuesta
cooperación tampoco habría deslizado ninguna influencia sobre unos textos que
destilan una neta pulsión dogmática.
El acceso al conocimiento trascendente como
condición de vida y salvación del alma [2, 7], la caridad [4] y el camino de
perfección espiritual [6] convocan tres principios cardinales en el pensamiento
franciscano, ninguno de los cuales pasa inadvertido en esta instrumentación
apologética de la iconografía mariana. Su ímpetu evangélico reúne mayor
combatividad si cabe cuando califica de ‘fábula, cuento, patraña o
superstición’, əmăy o me, cualquier creencia ajena al
cristianismo, haciendo intervenir como antídoto el ‘descubrimiento’ (af), que nunca aparición, de la Virgen.
El alegato apostólico se instruye para mayor
gloria de otro protagonista: el ‘padre’ (ti)
que es también ‘niño’ (nubi),
‘Dios’ (Uf), ‘Yahveh’ (Iaeb) o el ‘Señor de la luz eterna’ (bǎb
nə ǎfa ənt) cuya ‘generosidad’ (əlwu) se invoca en la ‘victoria’ (rinni), el ‘gran poder’ (b-mirna) que amanece para rescatar al
‘pagano’ (əməyyi) de su
negligente ignorancia.
La historia
prerrubicense de la iglesia cristiana en Canarias y la exégesis de estos
insólitos materiales lingüísticos clarifican el trayecto de una colonización
religiosa que, entre la inducción y la compulsión ideológicas, favoreció la
descomposición de la resistencia sociocultural indígena ante la inminente
perspectiva de una radical ocupación europea del Archipiélago.
FUENTES
Abreu Galindo,
Juan de. ca. 1590. Historia de la Conquista de las Siete Yslas de Gran Canaria.
Escrita Por el R. Pe. Fray Juan de Abreu Galíndo, del Orden de el
Patríarca San Francísco, hijo de la Provínçía del Andaluçía Año de 1632. [El ms.
original, hoy perdido, parece corresponder a la segunda mitad del siglo XVI,
aunque las copias conocidas se remiten a una versión, también desaparecida,
fechada en 1632].
― d. 1676. Historia de la Conquista de las Siete
Yslas de Gran Canaria. Escrita Por el R. Pe. Fray Juan de Abreu
Galíndo, del Orden de el Patríarca San Francísco, hijo de la Provínçía del Andaluçía
Año de 1632. [Copia anónima en la Biblioteca Municipal
de S/C de Tenerife, ms. 191].
― 1775-1787. Historia de la
conquista de las siete yslas de Canarias, escrita pr. el Rdo.
Pe. F. Juan de Abreu Galindo del orden de S. Francisco, hijo de la Provincia de Andalucía.
Año de 1632. [Copia de A. Amat de Tortosa en la Biblioteca Municipal
de S/C de Tenerife, ms. 5].
― 1977 (1955). Historia de la Conquista de las Siete
Islas de Gran Canaria. Edición crítica con Introducción, Notas e Índice por
Alejandro Cioranescu. S/C de Tenerife: Goya.
Espinosa, Alonso de. 1594. Del Origen
y milagros de la Santa
Imagen de nuestra Señora de Candelaria, que aparecio en la Isla de Tenerife, con la
descripcion de esta Isla. Compuesto por el Padre Fray Alonso de Espinosa de la Orden de Predicadores, y
Predicador de ella. Sevilla: Juan de León.
― 1980 (1967). Historia de
Nuestra Señora de Candelaria. S/C de Tenerife: Goya.
González de Mendoza, Juan. ca. 1585. Historia de las cosas más
notables, ritos y costumbres del gran Reino de la China.
Roma.
― [1944]. Historia de las
cosas más notables, ritos y costumbres del gran Reino de la China.
Edición, prólogo y
notas por el P. Félix García, O. S. A. (Vol. II de «España Misionera»), Madrid:
M. Aguilar, s. a.
Heródoto. 1979 (V a.n.e.). Historia.
Libros III-IV. Traducción y notas de Carlos Schrader. Madrid: Gredos
(Biblioteca Clásica Gredos, 21).
Heródoto. 1993 (V a.n.e.). Le storie.
Volume IV. Libro IV. La Scizia
e la Libia. Introducción y comentario de Aldo Corcella. Texto crítico de
Silvio M. Medaglia. Traducción (al italiano) de Augusto Fraschetti. Vicenza:
Fundación L. Valla / Mondadori.
Rumeu de Armas,
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― 1986 (1960). El obispado de
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Ayuntamiento de Telde, Gobierno de Canarias / Cabildo de Gran Canaria, 2ª ed.
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Torriani, Leonardo. 1590. Descrittione
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delle loro fortificationi, en Wölfel (1940).
Urbano V. 1369. «El pontífice Urbano V
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las otras adyacentes» (Viterbo, 31-VIII-1369), en Rumeu (1986: 187-188). [Ms.
Archivo Vaticano: Serie de Aviñón, tomo 259, fol. 94v].
Wölfel,
Dominik Josef (ed.). 1940. Die Kanarischen Inseln und ihre urbewohner. Eine
unbekannte Bilderhandschrift vom Jahre 1590. Leipzig: K. F. Koehler verlag.
BIBLIOGRAFÍA
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cosmique dans la pensée populaire et dans la vie quotidienne du Nord-Ouest
Africain. París: L’Harmattan, 2ª ed.
REYES GARCÍA,
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línea]: <http://www.ygnazr.com/amawal.htm>.
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Ignacio. 2007. La madre del cielo. Estudio de filología ínsuloamazighe.
S/C de Tenerife: Foro de Investigaciones Sociales. [2ª ed. (2010) disponible en
línea]: <http://www.ygnazr.com/Madre_Cielo.pdf>.
[Consulta: 8-VIII-2010].
RUMEU DE ARMAS,
Antonio. 2006 (1975). La conquista de Tenerife (1494-1496). La Laguna: Instituto de
Estudios Canarios, 2ª ed.
NOTAS
1
El concepto ínsuloamaziq (pl. ínsuloamazighes) hace referencia a la población, lengua y cultura amazighes
desarrolladas en las Islas Canarias antes de la conquista europea del
Archipiélago. ↺
3 El
autor ha publicado esta información en dos ocasiones: «Primera imposición de un
nombre guanche después de la
Conquista», en <http://www.diariodecanarias.com> (2001)
y «Bautizo guanche», en <http://www.jubilatas.com> (2007), pero ambos
sitios digitales se hallan hoy desactivados. No obstante, el autor nos ha
confirmado el contenido lingüístico de esta información. ↺
Autor: Ignacio Reyes
En: Hist. An. Can.