Dr. Ignacio Reyes García.
Como es fácil suponer, si hay un
territorio de la antigua cultura insular que las crónicas coloniales reflejan
de un modo muy confuso, ése no puede ser otro que la religión. La ideología
religiosa siempre se ha utilizado como una poderosa amalgama institucional por
los diversos expansionismos que, a lo largo de la historia, han perseguido la
integración de diferentes identidades culturales en un mismo proyecto político.
En este sentido, conviene recordar que las misiones franciscanas ya actuaban en
el Archipiélago desde mediado el siglo XIV. Pero, con todo, al margen de
cualquier escrúpulo de racionalidad, a menudo las creencias, que operan a
través de las emociones, temores y esperanzas del sujeto, ofrecen también una
imagen muy interesante de las estrategias de subsistencia social y cultural de
las comunidades humanas.
Sin embargo, quizá no sea irrelevante matizar la formulación uniformizadora
que, también en esta materia, se adjudica a las sociedades del pasado. Es
posible que las disensiones fueran escasamente determinantes en la definición
colectiva, como sugiere un conocido informe de Zurara, cronista del rey Alfonso
V de Portugal: «Y estos caballeros saben su creencia, de la cual los
otros [el pueblo] no saben nada sino dicen que creen en aquello que creen sus
caballeros» [Zurara (1451) 1978: 297].
Pero algún margen de discrepancia también
debió tomar el suficiente arraigo, pues «En esta Ysla de Thenerife
unos afirmaban que no hauia en los Cuerpos Alma
racional, o que en muriendo el Cuerpo todo se
acababa; otros confesaban haver un Dios universal» [Marín de Cubas
(1694: 82) 1986: 278].
Ingredientes cosmológicos
Las comunidades isleñas aportan un compendio muy representativo del imaginario religioso amazighe, donde convivían los antiguos principios astrales y naturalistas de la ancestral tradición norteafricana (o camita) con la más tardía humanización de las figuras divinas. Las primeras noticias que se recogen al respecto observan «[...] que en Canaria y otras islas adyacentes, llamadas Islas Afortunadas, hay personas de uno y otro sexo que no tienen leyes ni siguen secta alguna, sino que sólo adoran al Sol y la Luna [...]» [Urbano V (Bula de 2-IX-1369), en Álvarez Delgado 1945: 12]. Un informe que el historiador Ibn Jaldún matiza a partir de los escasos datos que circulaban entonces: «[...] su única práctica de devoción consistía en prosternarse ante el sol en el momento de su aparición. No conocían ninguna religión, y jamás misionero alguno les llevó alguna doctrina» [Ibn Jaldún (1374-1382) 1977: 169]. Informaciones que otros autores también secundan, añadiendo algún detalle controvertido pero muy interesante. Es el caso del comerciante veneciano Alvise Ca da Mosto (1455), quien señala: «No tienen fe, pero adoran algunos al Sol, otros a la Luna y otros planetas, y tienen nueve fantasías de idolatría [...]» [en Álvarez Delgado 1945: 75, nota 3]. O bien el de Diogo Gomes de Sintra [(ca. 1480-1485) 1947: 543], almojarife o ministro recaudador de las rentas del rey de Portugal, que insiste: «En las otras dos islas, esto es, Tenerife y [La] Palma, sus habitantes son un pueblo de aquella tierra, que se llaman canarios, que es un gran pueblo. Adoran al Sol como a Dios».
Dios humanizado
El aspecto más humano de la divinidad aparece
también muy pronto en las crónicas, aunque carecemos de restos arqueológicos
que validen suficientemente esta concepción:
Encontraron además un oratorio o templo,
en el cual no había en absoluto ninguna pintura ni otro adorno, excepto una
sola estatua esculpida en piedra, que tiene la imagen de un hombre que sostiene
una bola desnuda en la mano, y con las vergüenzas cubiertas, según su
costumbre, por unas calzas de palma [Recco (1341), en Boccaccio ca.
1342: 123v].
Sin embargo, el material lingüístico sí que apoya
esa representación de la divinidad canaria, aunque debamos trasladarnos hasta
Tenerife para encontrar los enunciados correspondientes. Porque este «hombre
que sostiene una bola desnuda [pilam nudam] en
la mano» recuerda de inmediato a ese dios «hacedor y
sustentador del mundo» [Espinosa 1594: 17v], el «Senor
que governaba el mundo, y las cosas
sublunares» [Marín 1694: 82r], reiteradamente citado como principal
deidad tinerfeña.
Una descripción, no obstante, que parece algo
teñida por el enfoque cristiano, pues la formulación insular hace referencia
explícita a un carácter más sutil de esa figura: «[...] y adoraban â
Díos, â quien llamaban Guaraxíraxí. y â Santa
Maria despues que les aparecío la llamaban Chaxíraxí. Y es de notar, que
Guayaxíraxí, quiere decír, el que tíene al mundo» [Abreu (1590, III,
13) d. 1676: 90r]. Y es que este guayaxiraxi (wayya_ahgher_agh)
habla en concreto del ‘espíritu’ o, aún de forma más literal, del ‘origen’ o la
‘causa’ (wayya) que ‘sostiene’, ‘carga’ o ‘acoge’ (agh) el
‘firmamento’ (ahgher) y, por extensión, el ‘mundo’.
Los caracteres divinos
Ninguna tradición teológica reconocería en esta
expresión un verdadero nombre de dios (teónimo), incognoscible para los
mortales no iniciados en los cultos mistéricos. Aquí, como en el resto de los
términos que se aplicaban a la divinidad masculina en Canarias, se daba cuenta
sólo de los atributos de esa deidad suprema. O esto es al menos lo que parecen
revelar las diversas denominaciones insulares, que repasaremos ahora de modo
sucinto a través de las fuentes más antiguas.
Abora, en La Palma. La lectura más
prudente aconseja ver en esta voz el adjetivo aburar (‘enorme, muy
grande’), pero resulta imposible pasar por alto el substantivo abora
(‘sorgo de granos gruesos’), imagen perfecta de la semilla primordial que, en
la antigua tradición norteafricana, engendraría todo lo creado.
Achaman, en Tenerife. A pesar de las
diferentes conjeturas que plantean una eventual relación con el Amon egipcio,
la realidad es que este a-ššam-an remite a los ‘relámpagos, rayos’
como evocación del ‘cielo’. Dicha interpretación queda aún más clara en otra
locución aplicada al dios guanche: Atguaychafanataman o at_wayya_tafat_n_aššaman,
es decir, ‘he aquí la esencia luminosa de los relámpagos’ o, en una traducción
un tanto más libre, ‘el espíritu de la justicia del cielo’, que recuerda al
Zeus griego.
Achuhucanac, en Tenerife. Un elemento tan
indispensable para la vida como el agua también tuvo su vinculación divina a
través de esta designación, un ašu_hu_kanak ‘que está en la lluvia’.
Acoran, en Canaria y Tenerife. Formado
sobre la noción de ‘firmamento, bóveda celeste’, este aqqoran
(a-hghur-an ‘el Celestial’) brinda seguro el vocablo mejor documentado
y más popular.
Eraorahan, en El Hierro, o Achuhurahan,
en Tenerife. Este compuesto (era_uragh-an), que celebra a ‘quien
es o está en lo ardiente o brillante’.
Idafe, en La Palma, aunque el vocablo
también se documenta como nombre de lugar (Idaf chonom) en la
comarca de Anaga (Tenerife). Sin embargo, carece de significación toponímica
como valor propio: «estâ vn roque, ô peñasco muy delgado, y de altura de mas
de cien brasas donde veneraban â Ydafe, por cuya contemplacíon al presente
se llama el roque deYdafe» [Abreu (1590, III, 4) d. 1676: 79]. La relación
de las deidades benignas con las rocas o peñascos, materialización de un
principio vegetativo de la esencia celestial, menudea por toda la cultura amazighe
y habrá ocasión de volver sobre este aspecto, pero el alcance semántico de id’af
identifica, en primera instancia, sólo al ser que ‘sujeta’ o ‘guarda’.
Bien es verdad que este sentido obliga a tomar en consideración su posible
distinción como axis mundi (o ‘eje del mundo’, algo así como un Atlas
cósmico), pero las pruebas disponibles no parecen suficientes para sentar un
criterio definitivo al respecto.
En la tradición
Hasta aquí las referencias antiguas que de forma explícita son citadas como divinidad masculina por las fuentes escritas. Otras algo más tardías introducen algún elemento muy sugerente, pero no terminan de esclarecer un campo del pensamiento religioso que todavía tenemos muy borroso. Veamos un par de ejemplos de interés:
Jucancha, en Tenerife. Cómo no establecer
un vínculo entre este «Dios universal» que recoge Marín de Cubas (1694:
82) y la voz utilizada para el ‘perro’, cancha, cuando el
propio médico teldense dice que «[...] en sus sacrificios se les aparecia el
Demonio en varias apariencias, y lo ordinario en la deperro grande, y lleno
todo de lana, llamaban cancha, y Gucancha» [Marín 1694: 82] y Bethencourt
Alfonso [(1911) 1994: 268], doscientos años más tarde, anota «Jucancha,
[deidad protectora] del perro». Desde el punto de vista morfosemántico,
nada impide apreciar aquí la raíz [X•N•Š] del verbo ‘gruñir’.
Rendir culto tanto a las fuerzas benefactoras como a las maléficas no resulta
tampoco fuera lugar, aunque denota cierta contradicción que la misma figura
reúna ambas cualidades. Pero es inevitable conjeturar también acerca de una
hipotética relación con Sirio, la más brillante de las estrellas fijas en la
constelación del Can Mayor, guía tanto en la vida material (pastoralismo
nómada) como en la organización calendárica, junto a Canopo, en todo el ámbito
afroasiático.
Achuguayo, en Tenerife. Esta alusión a
«’El Ser supremo’ (Es la voz conservada entre el vulgo)», según apunta otro
de nuestros médicos historiadores, Juan Bethencourt Alfonso [(1911) 1994: 260,
268]. Por completa afinidad formal, lo lógico sería invocar en este caso el
término guayo (wayyaw), pero su sentido, ‘súbdito,
vasallo’, muy bien documentado por Viana [1604, III: 43r], no parece el más
apropiado para un teónimo. Es evidente que estamos ante el nombre verbal wayya,
‘espíritu, esencia, causa, origen’, que podemos situar como una de las nociones
cosmogónicas más importantes de la cultura ínsuloamazighe.
Fuentes
ABREU GALINDO, Juan de. d. 1676
(ca. 1590). Historia de la Conquista de las Siete Yslas de Gran Canaria.
Escrita Por el R. Pe. Fray Juan de Abreu Galíndo, del Orden de el Patríarca San
Francísco, hijo de la Provínçía del Andaluçía Año de 1632. [Copia anónima
en la Biblioteca Municipal de S/C de Tenerife, ms. 191].
BETHENCOURT ALFONSO, Juan. 1994 (1911). Historia del pueblo guanche. Tomo II. Etnografía y organización socio-política. Edición anotada por M. A. Fariña González. Introducción de M. J. Lorenzo Perera. La Laguna: Francisco Lemus.
GOMES DE SINTRA, Diogo. 1475-1494. [1] De prima inuentione gujnee. [2] De Insulis primo inuentis in Mar Oceano Occidentis. Et primo: De Insulis Fortunatis, quae nunc de Canaria vocantur. [Fragmentos referidos a Canarias, en Santiago (1947: 539-550)].
IBN JALDÚN. 1977 (1374-1382). Introducción a la historia universal. (Al-Muqaddimah). Estudio preliminar, revisión y apéndices: E. Trabulse. Méjico: Fondo de Cultura Económica.
MARÍN DE CUBAS, Tomás. 1694. Historia De las Siete Yslas de Canaria Origen Descubrimiento y conquista Dividida en Tres Libros compuesta por D. Thomas Arias Marin y Cubas natural de Telde ciudad en la Ysla de Canaria. Año, de 1694. [Copia de Agustín Millares Torres (1879), en El Museo Canario, ms. I-D-15/16. Existe microfilme en la Biblioteca Municipal de S/C de Tenerife, ms. 192. Hay edición incompleta pero aceptable publicada en 1986 por la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Las Palmas de Gran Canaria].
RECCO, Niccoloso da. 1341. De Canaria et insulis reliquis ultra ispaniam in occeano noviter repertis. Copia de G. Boccaccio (ca. 1342), cuyo manuscrito se guarda en la Biblioteca Nacional de Florencia. [Existe una edición razonablemente buena realizada por Giogio Padoan: «’Ad insulas ultra Hispaniam noviter repertas’: el redescubrimiento de las islas atlánticas (1336-1341)», artículo publicado en la revista Syntasis (1992-1993) 30-31: 130-143].
VIANA, Antonio de. 1996 (1604). Antigvedades Delas Íslas Áfortunadas Dela Gran Canaria, Conquista De tenerife, Yaparescimiento Dela Ymagen De Cãdelaria. En verso svelto yoctava rima. Porel Bachiller Antonio De Viana Natural De la Isla de Tenerife, (Seuilla: Bartolomè Gomes, 1604). Ed. facsímile. La Laguna: Ayuntamiento, Cabildo Insular de Tenerife, Dirección General de Cultura del Gobierno de Canarias. [Hay una buena edición de Mª R. Alonso, editada en 1991 por el Gobierno de Canarias (SOCAEM), 2 vols. (Biblioteca Básica Canaria, 5)].
ZURARA, Gomes Eanes de. 1978 (1451-1453 < 1448). Crónica dos feitos notáveis que se passaram na conquista da Guiné por mandado do infante D. Henrique. Introducción y notas: T. de Sousa Soares. Lisboa: Academia Portuguesa da Historia. [Ms. en la Biblioteca Nacional (París)].
BETHENCOURT ALFONSO, Juan. 1994 (1911). Historia del pueblo guanche. Tomo II. Etnografía y organización socio-política. Edición anotada por M. A. Fariña González. Introducción de M. J. Lorenzo Perera. La Laguna: Francisco Lemus.
GOMES DE SINTRA, Diogo. 1475-1494. [1] De prima inuentione gujnee. [2] De Insulis primo inuentis in Mar Oceano Occidentis. Et primo: De Insulis Fortunatis, quae nunc de Canaria vocantur. [Fragmentos referidos a Canarias, en Santiago (1947: 539-550)].
IBN JALDÚN. 1977 (1374-1382). Introducción a la historia universal. (Al-Muqaddimah). Estudio preliminar, revisión y apéndices: E. Trabulse. Méjico: Fondo de Cultura Económica.
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RECCO, Niccoloso da. 1341. De Canaria et insulis reliquis ultra ispaniam in occeano noviter repertis. Copia de G. Boccaccio (ca. 1342), cuyo manuscrito se guarda en la Biblioteca Nacional de Florencia. [Existe una edición razonablemente buena realizada por Giogio Padoan: «’Ad insulas ultra Hispaniam noviter repertas’: el redescubrimiento de las islas atlánticas (1336-1341)», artículo publicado en la revista Syntasis (1992-1993) 30-31: 130-143].
VIANA, Antonio de. 1996 (1604). Antigvedades Delas Íslas Áfortunadas Dela Gran Canaria, Conquista De tenerife, Yaparescimiento Dela Ymagen De Cãdelaria. En verso svelto yoctava rima. Porel Bachiller Antonio De Viana Natural De la Isla de Tenerife, (Seuilla: Bartolomè Gomes, 1604). Ed. facsímile. La Laguna: Ayuntamiento, Cabildo Insular de Tenerife, Dirección General de Cultura del Gobierno de Canarias. [Hay una buena edición de Mª R. Alonso, editada en 1991 por el Gobierno de Canarias (SOCAEM), 2 vols. (Biblioteca Básica Canaria, 5)].
ZURARA, Gomes Eanes de. 1978 (1451-1453 < 1448). Crónica dos feitos notáveis que se passaram na conquista da Guiné por mandado do infante D. Henrique. Introducción y notas: T. de Sousa Soares. Lisboa: Academia Portuguesa da Historia. [Ms. en la Biblioteca Nacional (París)].
Bibliografía
ÁLVAREZ DELGADO, Juan. 1945. Teide.
Ensayo de filología tinerfeña. La Laguna: Instituto de Estudios Canarios
(Monografías II, vol. VIII).
REYES GARCÍA, Ignacio. 2004. Cosmogonía y lengua en Canarias. S/C de Tenerife: Foro de Investigaciones Sociales.
SANTIAGO, Miguel. 1947. «Canarias en el llamado "Manuscrito Valentim Fernandes"». Revista de Historia Canaria 80: 539-550.
REYES GARCÍA, Ignacio. 2004. Cosmogonía y lengua en Canarias. S/C de Tenerife: Foro de Investigaciones Sociales.
SANTIAGO, Miguel. 1947. «Canarias en el llamado "Manuscrito Valentim Fernandes"». Revista de Historia Canaria 80: 539-550.
Tomado de Mundo Guanche. Nº 18 -
Enero 2007 [ISSN 1886-2713]
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