Según
el Dr. Juan Bethencourt Alfonso, en: Historia del Pueblo Guanche
Recopilados por Eduardo
P. García Rodríguez
Dentro de la teogonia guanchinesca y limitándonos a
la Diosa Chaxiraxi, pues lo que de ella
decimos con ligeras variantes es aplicable a las demás Diosas, como las de
Abona, Tajo y otras, entre las que figuraba una muy venerada en Masca, su
aparición en remotos siglos por las
playas de Chimisay del reino de Güímar fue acompañada de portentosos milagros, según tradición recogida por
fray Alonso de Espinosa l5. Rendíanle culto en su
santuario de Achbinico, más tarde «Cueva de
San Blas» en la playa de Candelaria.
Es
tradicional que en dicho templo la tenían colocada sobre un majano entapizado con hermosas pieles de ganado
cabrío y tanto este altar como las paredes del oratorio adornadas con ramaje de
palmera, follado, viñático, ramos de
siempreviva de risco, flores silvestres y alfombrado el pavimento con
incienso, tomillo y otras plantas aromáticas; aprovechando los resaltes de las paredes de la gruta para pegar velitas de cera encendidas. Con frecuencia los
sacerdotes celebraban funciones
religiosas con numerosa asistencia de fieles, que hacían ofrendas de leche, manteca, frutos, bailaban,
cantaban himnos y silbaban en medio de un ceremonial del que ya no hay
memoria.
Ciertas noches y días congregábanse para hacer
solemnes procesiones conduciendo la deidad precedida de la danza sagrada,
ejecutada por los sacerdotes cancos en la forma en que aún la bailan en
la festividad de la Virgen de Candelaria, de
Abona, del Socorro, etc., marchando a
lo largo de la playa al sonido de las chácaras, flautas y tambores,
entre dos hileras a manera de cofradías con velitas de cera encendidas y a la luz de hachones de orijama y de
leñablanca; yendo detrás las marimaguadas, o sacerdotisas de Arafo en
comunidad, entonando de vez en cuando melodiosos cantos. Así recorrían la
playa y retornaban al santuario, en
medio de silbidos y ajijides, estruendosos de la muchedumbre, (4).
Cuéntase que en las grandes festividades de la
diosa, como el 15 de Agosto, por la noche iluminaban con centenares de hogueras
los montes circundantes del Valle y
que acudían los ranchos de romeros llevando en los guapiletes, hojas de
viñático, cantando, tocando y lanzando ajijies, como aún se acostumbra.
Ignórase si los guanches empleaban alguna fórmula o
plegaria pública para invocar la protección de sus deidades,
aunque los indicios parecen confirmarlo,
pues aparte como dijimos de que las sacerdotisas entonaban himnos
melodiosos en las procesiones, de los que nos
da un testimonio irrecusable el mismo fray Alonso de Espinosa, primer panegirista de la Virgen de Candelaria, es de
suponer usaran de breves oraciones o
rezos puesto que tenían rosarios sin cruz, que recuerdan el tsbir de los moros
fronterizos, y de ordinario llevaban colgados
al cuello16.
Entre sus prácticas piadosas para conmover la
misericordia de los dioses,
cuéntase los ayunos públicos colectivos no ya de las personas sino de los animales domésticos, unas veces
confundidos y otros separados. Por
esto dice fray Alonso de Espinosa, aunque a medias como todo lo que escribió:
«Mas cuando los temporales no acudían y por falta de
agua no había yerba para los ganados,
juntaban las ovejas en ciertos lugares que para esto estaban dedicados, que
llamaban «El Bailadero de las ovejas»,y hincando una
vara o lanza en el suelo apartaban las crías
de las ovejas, y hacían estar las madres alrededor de la lanza dando balidos;
y con esta ceremonia entendían los
naturales que Dios se aplacaba y oía el balido de las ovejas y les proveía de temporales».
Esta práctica era lógica dentro de los principios
teogónicos de los guanches. Como la vida
tanto del hombre como de los animales dependía de la protección que les
dispensaban sus divinidades respectivas y sabían por otra parte que las necesidades orgánicas
les eran comunes, al traducir las calamidades como una
manifestación de enojo de los dioses, todos
estaban interesados en aplacarlos con súplicas ysacrificios, los hombres a sus deidades y los animales a las suyas. Por
esto sometían a la abstinencia no sólo al ganado lanar, como dice fray Alonso de Espinosa, sino también al cabrío,
cerdos y probablemente a los perros.
En resolución, era el concierto de los seres vivientes en una acción común
suplicatoria a todas las divinidades.
Pero como éstas estaban dotadas de
los mismos cinco sentidos que el
hombre, los ruegos eran tanto más eficaces cuanto más clamorosos por oirse
mejor, y de aquí el separar las crías de las madres o el morderles las orejas
para que los balidos fueran más intensos, mientras la gente lanzaban gritos
desaforados y silbidos portentosos. Por igual razón organizaban rogativas a las
montañas más elevadas, como a Cuajara,
Chasogo, etc., para estar más próximos a los poderes celestes. Sin embargo, en
otras ocasiones dirijíanse en peregrinación a orillas del mar como a Las
Galletas, Cabezo de los Cristianos, Caleta de Adeje u otro lugar que ofreciera
bajas más o menos cercanas a la ribera, sobre las que encendían hogueras sagradas; junto a las
cuales se destacaban solitarios los guadameñes,
con las manos al cielo, a la vez que en la playa la muchedumbre sacudían con ramas las aguas
en medio de silbidos y de una
estruendosa gritería. ¡Tal vez fuera una ceremonia simbólica, por estar en el secreto de los cambios
íntimos entre las deidades el mar, las
nubes y las lluvias!
Estas rogativas o romerías las celebraban con
frecuencia y era costumbre tan arraigada que después de la conquista
costó no poco trabajo al clero católico
para concluir con ellas17.
* * *
Pero el alma guanche hallábase
hundida no sólo en las referidas supersticiones sino en las del aruspicismo;
bajo cuyo epígrafe comprendemos los augurios, la magia,
nigromancia y demás artes de la teurgia o
del ocultismo, que con tanto éxito cultivaron los conocidos indistintamente por los nombres de guañameñes,
samarines, hechiceros, adivinos,
profetas o agoreros.
La influencia social de estos hombres era tan
poderosa como vasta su ciencia. Ignóranse
a la verdad los principios y la mayor parte de los procedimientos que empleaban
en sus artes misteriosas, pero se sabe
que hacían agüeros interpretando las direcciones del humo en hogueras
preparadas al efecto, por la forma y combinación de las nubes y por las estrellas errantes; deducían auspicios
por el vuelo y canto de las aves 18,
y evocaban no ya el espíritu de los difuntos sino el de los vivos, obligándolos a comparecer mediante
ceremonias y frases mágicas; que es
lo que significa, por otra parte, las siguientes frases de Marín y Cubas
refiriéndose a dichos hechiceros: «Otros ponían el cuerpo tendido boca abajo hablando algunas
palabras dentro de un hoyo y así
llamaban al ausente aunque fuese de muy larga distancia». Pues a pesar de estas facultades extraordinarias,
del carácter sacerdotal y de sus
curaciones de ojeados y otras muchas enfermedades, pues eran famosos médicos, todo quedaba oscurecido ante
el poder sobrenatural de que daban muestras expulsando xaxos arrimados.
Para
apreciar la importancia de tan singular virtud, recordemos que Guayóla a los condenados los lanzaba a
encarnar en las personas para
atormentarlas, eligiendo de ordinario a las mejores y más sensibles al bien. Señalada la víctima y estando
despierta o dormida, aprovechaba el
xaxo como puerta de entrada «alguna herida o rozadura de la piel o bien se introducía por uno de los dedos
gordos (pulgar) de los pies y en los
casos menos favorables se le echaba encima envolviéndola y pegándosele como la
lapa a laja». Desde ese momento la persona
invadida sufre, grita, se agita, se enfurece, entra en convulsiones,
enloquece. Estos desgraciados así como los extraños, oían a veces las voces del
xaxo que tenían dentro.
Tal es el cuadro sintomático de los invadidos por xaxo
arrimado, del que sólo pueden verse libre sometiéndose al tratamiento
específico del conjuro, llevado a cabo por los que nacen con dicha potestad.
Para esta operación contaban los reinos con lugares reputadísimos, como el
«Drago Santo», y la « Cueva de Sámara» en la cumbre de los caseríos de Arguayo y Chío de Guía, en Adeje; la célebre
«Cueva de Sámara» en el de Icod, y en las aún
hoy conocidas por «Cuevas del Hospital de Chacorche», Igueste de Candelaria, del reino de Güímar, etc.
A los referidos lugares conducían por la noche a los
xaxados. Allí, después de
un complicado ceremonial entre ruidos extraños, fórmulas terroríficas,
imprecaciones y conjuros, iban arrojando a una hoguera sal, resina, y otras sustancias, para concluir por aventar los tizones
en un abismo pronunciando terribles
anatemas. El resultado dependía del grado
de malignidad del xaxo arrimado y del coeficiente del poder expulsivo del hechicero; como también solían
ocurrir situaciones alarmantes,
cuando expulsado el xaxo la fuerza de proyección del conjurador no
alcanzaba a reintegrarlo a Chinechi a través del Teide y quedaba suelto entre
los vivientes; «viéndolo vagar por las cuevas de los muertos echando chispas, bramando y pidiendo a
gritos que lo lleven a Sámara o al pico de Teide» 19. Era
creencia general de que se arrimaba
el xaxo de toda persona muerta por accidente, como derriscado o ahogado;
¡ tal vez porque no dejaba en la tierra su duplo o sosias!
La complicada teogonia de los guanches, sus diversas
creencias con un culto externo tan variado, exigía
necesariamente un nutrido cuerpo sacerdotal y así acontecía en efecto. Sin
embargo del silencio de los cronistas, que
apenas hablan por incidencia de los guañameñes, adivinos o agoreros, y algunos como fray Abreu
Galindo ocupándose de la Virgen de Candelaria en
época de infieles, declara que éstos le nombraron para su limpieza y culto santeros y santeras, son demasiadas
categóricas las tradiciones, demasiados los indicios y testimonios, para no
juzgar de intencional el silencio de los autores. Sábese que tenían por
lo menos tres órdenes de religiosos o sacerdotes conocidos por samarines, cancos y babilones, que se
educaban en especies de colegios o seminarios y hasta hay quien sospecha si
algunos vivían en comunidad; como también tenían monasterios de marimaguadas
o sacerdotisas, que aparte de intervenir en los actos religiosos, servían de centro de cultura a las jóvenes de la nobleza.
La orden de los samarines2Ü, que
como ya dijimos eran también conocidos por
agoreros, adivinos, hechiceros y profetas así como por guañameñes por llevar éste último nombre el sumo pontífice o el summus aruspex, vestían completamente de negro con
el guatimac o idolillo de barro colgado al
cuello. El hábito talar del Gran Sacerdote o Guañameñe consistía en un tamarco
sin ceñir y largo hasta media pierna, con guaicas que llegaban a la
mitad de antebrazo, güírmas, xercos y
guapilete en forma de píleo con
barboquejo y un distintivo cuya
particularidad se ha perdido. Ignórase si usaba el lituo de los augures, pero sí el guatimac. Después del
soberano era el personaje de mayor importancia y tal vez el de más influencia,
por lo que recaía siempre el cargo en
individuos de la familia real.
Los cancos o sacerdotes del sol vestían de blanco,
con adornos y guirnaldas que variaban en
armonía con la liturgia o de los actos oficiales. Ellos eran los encargados de
alimentar el fuego sagrado y los que
en las solemnidades civiles y religiosas bailaban las danzas sagradas, como diremos en su lugar.
Y por último los sacerdotes babilones, de papel poco
conocido en sus ceremonias y
ritos, pero que nos inclinamos a que eran los principales en los que hemos
llamado paganismo clásico o séase en el culto rendido a las diosas Chaxiraxi,
Abona, etc. Usaban como los anteriores hábito talar suelto «pero de color
encarnado y guapilete semejante a la mitra de obispo». Su recuerdo
sobrevive entre los fieles de Icod, Fasnia
y otros pueblos de la isla, donde el vulgo al salir el cura a oficiar la misa reza invariablemente la siguiente oración:
«Bien venido seas
babilón colorado
a decir la misa
a este
pueblo honrado»21
Así como no existía el celibato entre los
sacerdotes, hallábase establecido
para las sacerdotisas, también llamadas marimaguadas, tamonantes, las recogidas, las vírgenes, las doncellas y las damas. Vivían en comunidad en monasterios o conventos22;
tomaban parte activa en los
oficios y ceremonias religiosas tocando y cantando con gran afinación y armonía; servían sus casas de colegios a
las jóvenes de la nobleza y a veces salían en
comunidad con las educandas llevando todas el
cabello tendido y guirnaldas de flores. No se sabe otra cosa. (Juan
Bethencourt Alfonso, Historia del Pueblo Guanche. Tomo II)
* * *
notas
1El
erudito Beneficiado D. José Rodríguez Moure, del que solicitamos su opi
nión, nos manifiesta que Mr. Campbell está en abierta oposición con lo que arrojan los
estudios iconográficos, por ser la imagen desaparecida en el aluvión de la noche del 7
de noviembre de 1.826, un ejemplar indubitable de la estatuaria cristiana, cuando más
tarde de los siglos XII y XIII; fundándose en consideraciones del arte pagano de Grecia
y Roma, que no exhibían sus diosas con formas tan veladas, ni revelaba la indumenta
ria el ambiente de honestidad, etc.
nión, nos manifiesta que Mr. Campbell está en abierta oposición con lo que arrojan los
estudios iconográficos, por ser la imagen desaparecida en el aluvión de la noche del 7
de noviembre de 1.826, un ejemplar indubitable de la estatuaria cristiana, cuando más
tarde de los siglos XII y XIII; fundándose en consideraciones del arte pagano de Grecia
y Roma, que no exhibían sus diosas con formas tan veladas, ni revelaba la indumenta
ria el ambiente de honestidad, etc.
2Entre
éstos se encontraba el naturalista tinerfeño Bello y Espinosa, que declara
en su obrita el «Jardín Canario» de que era la diosa Minerva que sirvió de mascarón
en la proa de algún buque; opinión antigua de un fraile dominico, fundada en que la
imagen ofrecía en la espalda señales de una abrazadera.
en su obrita el «Jardín Canario» de que era la diosa Minerva que sirvió de mascarón
en la proa de algún buque; opinión antigua de un fraile dominico, fundada en que la
imagen ofrecía en la espalda señales de una abrazadera.
(Considerando el interés
de los datos históricos y etnográficos de las notas n.°: 3,5, 6,7,11,12,13,14, 20) que aparecían tachadas en el
original del Tomo II, hemos decidido incorporarlas en esta edición.)
3No
llamaban así al infierno. Echeyde o Cheyde o Chéyda, lleva aún este
nombre una montañita al pie del Teide, mirando al N., al poniente de otra denominada
Chisere. El infierno lo apellidaban chimichi, apelativo que llevó la isla equivalente a
«Isla del Infierno», o séase «Isla de Chimeche».
nombre una montañita al pie del Teide, mirando al N., al poniente de otra denominada
Chisere. El infierno lo apellidaban chimichi, apelativo que llevó la isla equivalente a
«Isla del Infierno», o séase «Isla de Chimeche».
4Tan arraigada era esta creencia, que en los primeros
tiempos iban con frecuen
cia a dejar la comida en la puerta de la cueva y más tarde ciertos días del año; costum
bre que sobrevivió en la conservada en los pueblos del Sur hasta principios del siglo
pasado, como aún pueden atestiguarlo entre otros ancianos Dña. Jerónima Frías, de
Arona. Nos referimos a que el día de finados colocaban sobre los sepulcros familiares
de las iglesias, más aún no había cementerios, tantas libras de pan y botellas de vino
como individuos de la familia estuvieran sepultados; y en las fosas comunes, también
cada familia depositaba igual ofrenda en relación con el número de sus muertos, (5).
cia a dejar la comida en la puerta de la cueva y más tarde ciertos días del año; costum
bre que sobrevivió en la conservada en los pueblos del Sur hasta principios del siglo
pasado, como aún pueden atestiguarlo entre otros ancianos Dña. Jerónima Frías, de
Arona. Nos referimos a que el día de finados colocaban sobre los sepulcros familiares
de las iglesias, más aún no había cementerios, tantas libras de pan y botellas de vino
como individuos de la familia estuvieran sepultados; y en las fosas comunes, también
cada familia depositaba igual ofrenda en relación con el número de sus muertos, (5).
Marín y Cubas al hablar de las ideas religiosas de
los indígenas de la isla de Canaria, escribe «... a el alma tenían por
inmortal, hija de Magec, que padece afanes, congojas, angustias, sed y hambre, y llévanles de comer a
las sepulturas los maridos a las mujeres
y ellas a ellos...».
Y añade refiriéndose a los de
Tenerife o guanches: «... hacían largas romerías a visitar
los huesos de sus sepulcros, en todo semejante a los canarios... Hacíanles ofrendas de comidas del modo que hemos dicho».
Los bimbapes o aborígenes del Hierro, además de consagrar
a sus divinidades en holocausto,
corderos y cabritos en pireos especiales; tenían otros para celebrar a su alrededor banquetes funerarios, a los que acudían a
participar del festín los espíritus de los individuos de la familia muertos. Al hablar de las
exequias veremos que algo parecido sucedía en Tenerife.
3 Aún en algunos pueblos del Sur, como Arico, Arona,
etc., cuando muere una persona de
mala reputación se oyen estas frases: «Éste va a Chineche»; «¡Anda a lo más
hondo de Chineche!».
6 Algunas de estas fuentes o charcos nos recuerdan por
sus actuales nombres el
uso a que fueron destinados: el Charco del Bautisterio en el barranco de Chinguaro,
antes Barranco Santo, en Giiímar; Charco del Bautisterio a orillas del mar enLa
Guancha ; Lavatorio de los guanches o Fuentita de
Cerrogordo, sobre el caserío de La
Guancha , y Charco del Bautisterio, en el barranco del
Boxo, en Arico. Por cierto que
en este charco se encontraron en el año 40 (1840) del siglo pasado, cinco tallas de
barro conteniendo otros tantos esqueletos de niños, como me lo refirieron los mismos
descubridores; y no falta quien asegure que bautizaban metiendo a la criatura en una
talla y hundiéndola en el agua.
uso a que fueron destinados: el Charco del Bautisterio en el barranco de Chinguaro,
antes Barranco Santo, en Giiímar; Charco del Bautisterio a orillas del mar en
Guancha
Guancha
en este charco se encontraron en el año 40 (1840) del siglo pasado, cinco tallas de
barro conteniendo otros tantos esqueletos de niños, como me lo refirieron los mismos
descubridores; y no falta quien asegure que bautizaban metiendo a la criatura en una
talla y hundiéndola en el agua.
También es tradicional que
bautizaban en la Fuente
de Jénica o de Los Juncos, en El
Rosario; en la Fuente
de Jénica, en Granadilla, y otros puntos; afirmando varios que todas las
fuentes apellidadas de Jénica estaban reservadas al bautismo.
7 Cada reino tenía estos subterráneos imaginarios de
llamas, por lo que existen
varios lugares en Tenerife, donde la teología figuraba remataba el extremo opuesto de
los antros que aún llevan los nombres del infierno: El Infiernillo o Barranquillo del
Infierno, en la cumbre de Taganana; Barranco y Salto del Infierno, en el Borgoñón,
Tegueste; Hoyo del Infierno, debajo del Clavel, en El Sauzal; Salto del Infierno, en los
Riscos de Las Canales, cumbre deLa
Victoria ; Cueva y Salto del Infierno, en Barran
co Hondo; Barranco del Infierno, entreLa Victoria y Santa Úrsula;
Barranco del In
fierno, más tarde de Llarena, enLa Orotava ; Barranco y Salto
del Infierno, en el Fue-
varios lugares en Tenerife, donde la teología figuraba remataba el extremo opuesto de
los antros que aún llevan los nombres del infierno: El Infiernillo o Barranquillo del
Infierno, en la cumbre de Taganana; Barranco y Salto del Infierno, en el Borgoñón,
Tegueste; Hoyo del Infierno, debajo del Clavel, en El Sauzal; Salto del Infierno, en los
Riscos de Las Canales, cumbre de
co Hondo; Barranco del Infierno, entre
fierno, más tarde de Llarena, en
to de La
Cruz ; Barranco del Infierno, entre Barranco de Ruiz y de La Furnia , entre Realejo Bajo y San Juan de La Rambla ; El infierno o
Purgatorio, en Los Toscales de Guaja, Igueste
de Candelaria; y el Barranco del Infierno en Adeje. Es tradicional que en
el reino de Abona se extendía desde el Teide a la montaña de Roja, a orillas
del mar. Barranco del Infierno o de Mazas
(¿Masca?), Teño.
¡Tal vez
esta boca externa del mito la fundamentarían eligiendo lugares que ofrecieran recientes fenómenos de vulcanismo!
8 Según
Viera y Clavijo, en la bula de Urbano v del 2 de Setiembre de 1369 a
los obispos de Barcelona y Tortosa, para que autorizaran a unos misioneros hacer cate
cúmenos en el Archipiélago, declara hallarse enterado de que tanto en la isla de Canaria
como en las demás «había gente de uno y otro sexo, que no teniendo más ley ni secta
que la adoración del Sol y dela Luna , sería muy fácil de
convertir a la ley de Cristo».
los obispos de Barcelona y Tortosa, para que autorizaran a unos misioneros hacer cate
cúmenos en el Archipiélago, declara hallarse enterado de que tanto en la isla de Canaria
como en las demás «había gente de uno y otro sexo, que no teniendo más ley ni secta
que la adoración del Sol y de
Cadamosto hablando de
Tenerife dice, «... que no contaba menos de nueve especies de idolatría, pues unos adoraban al Sol, otros
a la Luna , otros
a las estrellas, etc.».
Ocupándose Marín y Cubas de
los naturales de la isla de Canaria, observa: «... que hacían muchas lumbres y hogueras y parece que
adoraban al fuego, al sol, y algunas estrellas». Y al
establecer un parangón con las costumbres de otros pueblos, añade que los canarios como los persas «su adoración principal era
el Sol», (Cap. xxm).
No hay comentarios:
Publicar un comentario