ARCHIVO PERSONAL DE EDUARDO PEDRO GARCÍA RODRÍGUEZ
2014 diciembre 21.
A. José Farrujia de la Rosa
De la realidad indígena a la
movilización social
La Montaña de Tindaya (La Oliva Fuerteventura)
Tindaya constituye sin duda
alguna uno de los espacios naturales de canarias con mayores niveles de
protección.
Sin embargo estas categorías no han
impedido que la integridad de la montaña y de sus valores se haya puesto en
entredicho a raíz de la intención de llevarse a cabo en ella desde el año 1954, un proyecto artístico
diseñado por el reconocido escultor vasco Eduardo Chillida (1924-2002).
El año 1977 marcó el punto de partida
en el estudio de las manifestaciones rupestres de Fuerteventura, al darse a
conocer el yacimiento arqueológico rupestre más importante de la isla: la
montaña de Tindaya, un pitón traquítico cuya cima está a 400 metros de altitud.
Su posterior estudio por Mauro Hernández Pérez
y Dimas Martín Socas, en 1980, influenció de forma decisiva los posteriores
descubrimientos en la isla, pues hasta ese momento no se conocían las
manifestaciones rupestres en Fuerteventura. Es decir, la divulgación científica
de Tindaya pronto se convirtió en un referente del conocimiento del mundo
rupestre en Fuerteventura.
Los valores arqueológicos de
Tindaya seconcretan en un conjunto de grabados tas de pies humanos en los que
aparecen bien representados los aspectos anatómicos, junte a otras muchas
figuras geométricas que en apariencia son sólo motivos rectangulares, pero que
en el fondo son también representaciones de podomorfos, sólo que más esquemáticos.
Tindaya, además, es la mayor estación rupestre de podomorfos de Canarias, pues
en da se han documentado algo más de 300 siluetas de pies.
Todos estos grabados, con claros
paralelos en el Norte de Áfrika (Sahara Occidental, Atlas marroquí o Tassilí Nager,
en Argelia, están ejecutados mediante la técnicas de picado y de incisión en otros casos, y se sitúan en
las cotas altas y media de la montaña.
El carácter sagrado de la montaña
se puede establecer también por la comparación con sitios similares
documentados en el Atlas. En el ámbito
amazigh norteafricano, los grabados podomorfos y los lugares donde éstos se encuentran
poseen un amplio Sentido mágico. Los
grabados de pies sirven para sacralizar los espacios, de tal forma que lo
sagrado no son los grabados sino el propio espacio.
Los pedomorfos se han relacionado
con el sentido de toma de posesión, de purificación en lugares de paso o con
lugares donde se impartía justicia. Asimismo, también se han relacionado con la
veneración hacia divinidades, espíritus o genios inmateriales -los
"Invisibles" -, que escogen como lugar de fijación la cima de
determinadas montañas, las fuentes naturales o determinados árboles, que quedan
consagrados como santuarios donde se les rinde culto, en la solicitud de
lluvias, tierras fértiles y ganado abundante,
Los estudios astronómicos han establecido
las orientaciones de los grabados de Tindaya hacia determinados hitos
orogáficos (el Teide o lalsla de Gran Canaria), así como hacia eventos
astronomicos, posiciones de algunas estrellas y constelaciones), de los que se
han derivado posibles vínculos con cultos astrales.
En Tindaya se localizan, además,
diversas estructuras tumulares funerarias, aún no excavadas, y un registro
arqueológico que se localiza en la misma zona alta y media, y en diversos
yacimientos arqueológicos de la base, donde se han documentado en superficie
piezas de cerámica, fragmentos de ídolos cerámicos y un sin fin de piezas
litas, material malacológico, etc. De entre los yacimientos arqueológicos déla
base de la montaña merece ser destacado la Majada de los Negrales, en la cara
norte, que se caracteriza por conservar diversas estructuras habitacionales de
piedra seca, dos de considerables dimensiones, con planta de tendencia oval,
construidas con piedras hincadas.
Tindaya, además, fue escenario de
celebraciones de juegos, bailes y sucesos inexplicables, según queda recogido
en la tradición oral o etnográfica, lo que explicaría la confluencia de las
antiguas tradiciones indígenas con las leyendas de los habitantes de la isla en
la etapa colonial. En este sentido, en las inmediaciones de Tindaya se localiza
la Cueva del Bailadero de Las Brujas, donde la tradición oral señala que
mujeres y hombres iban a realizar juegos; o de Cueva del Bailadero de Los
Pastores, a la que acudían las niñas y niños del pueblo a aprender a bailar.
De todos estos valores culturales
aquí expuestos solo están expresamente protegidos los grabados podomorfos, al
estar reconocidos como Bien de Interés Cultural por el art.40.2 de la LPHE. Los
valores naturales, por los que posee categoría de Monumento Natural, residen,
además de en su belleza y estructura geomorfologica, en la presencia de un
endemismo, la Caralluma burchanfái,
protegida por la normativa regional Asimismo, Tindaya posee también interés
minero, que se deriva directamente de su principal valor natural o geológico:
la traquita. Existen en la montaña varias canteras, actualmente paralizadas,
que explotaban ese material para destinarlo preferentemente a la ornamentación
de las fachadas de edificios.
En el año 1985, el escultor
Eduardo Chillida reveló en una entrevista que estaba pensando en realizar un monumento
en el interior de una montaña real. Casi una década después, tras buscar por
distintas partes del planeta y descartar parajes en Finlandia, Suiza y Sicilia Chillida
escogió la montaña de Tindaya para llevar a cabo su proyecto, el Monumento a la
tolerancia, que contó -desde el principio con el respaldo del Gobierno de
Canarias, que compré por cinco millones de euros a la empresa Cabo Verde S. A. los derechos que ésta
ostentaba para la explotación de una mina dentro la montaña.
El proyecto de Chillida persigue
vaciar la montaña para crear una gran cámara central, de fama cúbica, de unos
50 m de lado. A ella se accedería por un pasillo de entrada de entre 70-80
metros de alto y 15 m de ancho, y en la parte supe-: del cubo se colocarían dos
embocaduras, de unos 25 m de largo, contando desde la parte superior de la cata
hasta una cota próxima a la de la montaña. Definidas como las bocaduras del Sol
y la Luna, servirían para iluminar con luz natural, a través de ellas, la
cámara central.
Estas embocaduras irían encajadas en las
esquina superiores opuestas a la entrada y aflorarían en la superficie de la montaña, una en la
vertiente norte y otra en la sur.
La idea de Chillida es qué
Fuerteventura contara, para siempre, con una obra artística de categoría
internacional e entroncara al hombre con elementos de la naturaleza como el
Sol, la Luna y el mar. El proyecto nació de un verso (“Lo profundo es el
aire") de "Cántico", Jorge Guillen, y de una visión del propio
escultor de una montaña despojada su interior para, que el espacio entrara en
ella, un homenaje a la pequeñez que nos une a todos los hombres, un monumento a
la tolerancia y a obra para el pueblo canario. Con la materialización de este
proyecto, y según la postura defendida por Gobierno de Canarias, Fuerteventura tendría
un atractivo cultural que enriquecería a la propia isla y al Archipiélago
Canario, pues el monumento se convertiría en un polo de atracción que se mana a
los ya existentes en Fuerteventura. Una de las islas de mayor proyección
turística en la actualidad. En base a estos argumentos, el 24 de mayo 1996 el
Consejo de Gobierno de Canarias declaró de "Interés para Canarias"
proyecto de Eduardo Chillida en la montaña deTíndaya en basea:a)su valor artístico,
por tratarse de una obra de culminación en la carrera de Eduardo Chillida,
considerado internacionalmente como uno de los escultores más importantes del
mundo; b) su valor turístico, porque la existencia de una escultura monumental
de estas características en entorno de un importante destino internacional como
es Canarias sirve de elemento dinamizador de un tipo de turismo muy importante
para el archipiélago; c) su valor social, porque el polo e desarrollo que
supondrá la realización del monumento dentro de un entorno protegido
beneficiará socio-economicamente a las localidades de su alrededor, a la puesta
en valor del patrimonio promoviendo la
creación de servicios y generando empleo; y d) por su valor ecológico, porque
la realización de la escultura supone una solución de punto final para las
extracciones superficiales (canteras) que desde hace largos años han venido
desarrollando una actividad legal y autorizada, pero que iba en detrimento de
un entorno natural ahora protegido.
En 1996 se creó la Comisión de estudio
déla Montaña de Tindaya, a instancia del Cabildo Insular de Fuerteventura
integrada por expertos en arqueología y derecho. En opinión de la comisión la
montaña ya declarada Monumento Natural y BIC, no era compatible con el proyecto
artístico de Chillida. Tan sólo un años después, en 1997, el fiscal
anticorrupción investigó posibles irregularidades en la compra de la mina.
Chillida por su parte, anunció el abandono del proyecto, debido a las protestas
de arqueólogos, geólogos y grupos ecologistas. En 1997, sin embargo el Gobierno
de Canarias lanzó un concurso internacional para la construcción del monumento
y en 1998 adjudicó las obras. Incluso tras la muerte de Chillida, en el año
2002, el Gobierno de Canarias expresó su firme voluntad de llevar a cabo el
monumento, cuyas obras comenzarían en febrero de 2009, si bien el año 2008 un
informe del defensor del pueblo cuestionó el valor del proyecto y puso en
entredicho el estudio geotécnico llevado a cabo por la empresa constructora.
Tan sólo dos años después en 2010, el Defensor del Pueblo abogó por la
necesidad de frenar el proyecto Tindaya, que aún no ha sido que aún no ha sido
desestimado por el Gobierno de Canarias, pues el pasado 13 de noviembre de
2014, el Gobierno procedió a la delimitación de la zona arqueológica de los
grabados rupestres de la montaña (decreto 108/2014, de 13 de noviembre, por el
que se declara la delimitacion del Bien de Interés Cultural, con categoría de
Zona Arqueológica), tal y como establece
la Ley de Patrimonio Histórico de Canarias.
Esta delimitación solo protege el yacimiento
rupestre en las cotas más altas de la montaña pero no los documentados a cotas inferiores,
en las zonas medias y en la base de la montaña.
Con esta medida, por
consiguiente, se persigue que el uso de Tindaya sea compatible con otro tipo de
actividades, dándose así vía ubre al proyecto de Chillida. El caso de la
Montaña de Tindaya pone de manifiesto claramente cómo son los valores
patrimoniales occidentales, de corte europeo, los que rigen la gestión del
patrimonio arqueológico canario.
Grabados rupestres, poblados,
estructura funerarias indígenas, etc. son vestigios patrimoniales que quedan
relegados a un segundo plano ante el carácter monumental del proyecto de
Chillida.
Los criterios de “ordenación del
territorio” están supeditados a la especulación, a la puesta en valor de un
patrimonio elitista ex novo
(representado por el proyecto monumento a
tolerancia), que al plasmarse en Tindaya supone la infravaloración del
propio legado indígena y, además, la alteración del entorno y la puesta en
peligro de la integridad de los propios yacimientos arqueológicos de la
montaña, como consecuencia de la intervención escultórica planificada en su
interior.
En este sentido, la obra escultórica,
tal y como aparece descrita en el proyecto de Plan Especial de Protección,
afecta, en la ejecución de uno de los túneles o respiraderos, a la zona donde
se localizan los grabados y estructura tubulares.
Asimismo, el caso Tindaya pone de
manifiesto como la gestión del patrimonio por parte de los poderes públicos
canarios está claramente condicionada por el turismo, el principal sector
económico de las islas canarias.
En el caso de Fuerteventura, la
isla ha pasado de depender exclusivamente del sector primario a configurar su
economía, básicamente a partir de la década de los 196O, alrededor del turismo,
con la consiguiente sobreexplotación del medio (hoteles, urbanizaciones,
carreteras, servicios complementarios...).
Recibir más turistas y ampliar
los beneficios económicos son las directrices de una política patrimonial que,
en síntesis, supone el deterioro del legado indígena, la desprotección de un
espacio que cuenta con protección legal y que fue considerado como sagrado por
los antiguos pobladores de Fuerteventura.
Los autores de los grabados de
pies y estructuras tumulares eligieron Tindaya por el especial significado que
la montaña tenía para ellos.
La explotación turística por
tanto no debe reducirse a los beneficios económicos, a la mayor oferta de infraestructuras;
debe primar la ética asociada a la puesta en valor de los yacimientos, la sostenebilidad.
Sí el turismo no se gestiona con cuidado y de manera efectiva en las áreas que
contienen materiales arqueológicos, los valores científicos e históricos se perderán
irremediablemente. Por tanto, la Montaña de Tindaya debe preservarse tal y como
la conocieron los indígenas dé Fuerteventura. Si finalmente se autoriza el
proyecto escultórico de Chillida (la actividad minera ya está paralizada), se
alterarían las condiciones naturales de la montaña, se modificaría
irremediablemente el objeto más importante y significativo de toda la zona
arqueológica de Tindaya. Desde el punto de vista legal, en este sentido, la
LPHE y la LPHC, en aras alegrar la correcta conservación de los bienes
culturales, establecen una serie de prohibiciones absolutas o no autorizables,
entre las que se encuentra el desplazamiento o remoción de todo bien de interés
cultural de naturaleza inmueble.
La protección de la Montaña de
Tindaya, con sus valores geológicos, medio ambientales y arqueológicos, ya
representa un instrumento de promoción cultural mediante el conocimiento del
legado indígenas y, por tanto, constituye una oferta cultural basada en el
estudio del pasado pre colonial de la isla.
El movimiento social por salvar
Tindaya, activo desde la década de 1990, es un claro ejemplo de resistencia
colectiva frente a las directrices patrimoniales del Gobierno de Canarias, que
caso omiso a los valores de la Montaña Tindaya.
En este movimiento de resistencia
se ha puesto de manifiesto que la actuación de la Administración Publica
competente debe estar sujeta necesariamente a los principios legales
anteriormente expuestos. Así mismo, evidencia que la ejecución del proyecto de
Chilida no es compatible con la conservación de Tindaya, símbolo de la
identidad de una comunidad y referencia
de su historia. No en vano el valor de su patrimonio arqueológico es
proporcional a la importancia que le concede la comunidad. Las más de 60.000
firmas recogidas desde el pasado 17 de noviembre de 2014 y hasta la fecha, en www.change.org/tindayanosetoca,
para evitar el atentado patrimonial y medio ambiental en Tindaya, son un claro
ejemplo de cual es el sentir popular hacía este icono del patrimonio canario,
que debe ser protegido integralmente, y no sólo en sus cotas más altas.
José Farrujia de la Rosa
La Prensa del domingo, revista
semanal de El Día, domingo 21 de diciembre de 2014.
(Archivo Personal de Eduardo Pedro García Rodríguez)
Más información en:
FARRUJIA DE LA ROSA, A. José:
2013. An aKhaeo1ojyofthemargins.Coíania-Usntiamaziütyandherítagemana-gementin
theCanary íslands. Multi-discipliriaryperspectiesinarcháeo-logtcal heritage
management. Springer. Nueva York.
FARRUJIA DE LA ROSA, A. José:
2014. Ab iratio. Análisis
historiogrúficoyarqueo-lógicosobredprímitivopoblamiento ción,revisaday
ampliada. Prologóle Jordi Estévez Escalera. Colecciáa Thesaurus. Ediciones
Idea. Santa Cruz deTeaerife.
Giraldez MAGIA, Jesús: 20O7.
Tindáya: el poder contra el mito. Ando ediciones. Zambra iniciativas sociales.Málaga.
NAVARRO SEGURA, María Isabel:
2OO2. "La maldicáóri de la pirámide^ O lapor-versa traición al
escutoarEduanloChi-IMa". Basa, 2£ pp, 112-133. Cotegto Oficial de
Arquitectos de Canarias.
PERERA BETANCOR, María Antonia:
1996. "La Montaña de Tindáya: valor natural, valor cultural.
AnálisisleggiLigj Jomadas de Estudios sobre Fuerteventura y Lanzarote.
PERERA BETANCORT, María monte
Aviles, Juan Carlos; Tejera Gaspar, Antonio: 1996. "Tindáya: un estudio
arqueoastronómico de la sociedad prehispánica de fuerteventura". Tabana,
pp. 165-196.
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