La imagen “prehistórica” que se ha ofrecido y, en
gran medida, se sigue ofreciendo de la cultura canaria en su etapa prehispánica
se quiebra con frecuencia a la luz de la lectura detenida de las
fuentes escritas, pese a la coloración eurocéntrica que tiñe sus páginas.
Aunque no es menos cierto que todavía nos movemos, en buena parte de los
casos, con teorías y conjeturas no todo lo consistentes que sería
deseable, producto de la tradicional confusión que presentan esos testimonios
documentales y la complejidad del trabajo arqueológico, asaltado a menudo
por contrariedades ajenas al ejercicio profesional.
Operaciones matemáticas, cálculos astronómicos y
registros cuantitativos en general formaban parte del utillaje
intelectual indispensable para la subsistencia en sociedades que, como las
isleñas, se desenvuelven en un territorio y con unos recursos limitados.
Pero, además, el relativo aislamiento de las antiguas sociedades ínsuloamazighes
durante aproximadamente dos milenios, confirió a estos instrumentos básicos
características propias y singulares, además de erigirlas en un excelente
referente para el conocimiento de sus paralelos culturales en las antiguas
sociedades continentales.
Cantidades, formas y colores fueron conjugadas
por los pimeros isleños para componer las representaciones simbólicas que
debían reflejar una visión del mundo tan mística como operativa.
El mayor volumen de información al respecto, como
suele ser habitual, corresponde a las islas de Gran Canaria y Tenerife, de ahí
que los planteamientos a exponer versen sobre ambas islas.
A pesar de la notoria importancia de la
transmisión oral en aquellas sociedades (incluso tras la conquista castellana),
fray Alonso de Espinosa aporta la primera referencia en torno a los registros
escritos para la isla de Tenerife, al relatar sus averiguaciones sobre la fecha
de aparición de la Virgen de Candelaria, dejándonos de paso una clara alusión
al calendario guanche:
Aunque averiguar el año y tiempo en que
esta sagrada imagen apareció sea cosa muy dificultuosa, porque ha venido de
mano en mano hase ido perdiendo la memoria con todo aquesto, aprovechándome de
las antiguas pinturas que esto refieren y sirven de escritura, y de la
computación de las lunas de que los antiguos naturales usaban, vendré
rastreando a dar con lo más averiguado, que es:
El año de mil y cuatrocientos de nuestra redención, ciento y cinco años antes de que la Isla fuera de cristianos ni hubiera en ella noticia de evangelio [...] [Espinosa (1594, II, 2) 1980: 51].
El año de mil y cuatrocientos de nuestra redención, ciento y cinco años antes de que la Isla fuera de cristianos ni hubiera en ella noticia de evangelio [...] [Espinosa (1594, II, 2) 1980: 51].
Quizá se trate de las pinturas antiguas
existentes en la iglesia y convento de Candelaria, que el mismo Espinosa nombra
en otros pasajes de su obra.
Lo cierto es que Marín de Cubas nos da más
argumentos para creer en la existencia de estos registros y suma las rayas a
los elementos pintados:
[...] el año contaban por las sementeras i
llamaban era tenianlos araiados, i señalados en tablas, i empessabanle serca de
agosto llamado beñas mer en la primera luna i por quince dias continuos hasta
la opocicion hacian grandes fiestas devia ser por sus difuntos [....] [Marín (1687)
1937: 76r].
Para Gran Canaria, cabe presumir que fue el
conquistador toledano Antonio Cedeño quien primero alude
a la existencia de estos registros cuando habla de las escuelas que
tenían los canarios para sus niños:
[...] assimismo en los lugares hauía
personas para todo como a recojer diesmos, i dar limosnas, i castigar culpas i
enseñar niños, i los maestros eran mujeres para
niñas i hombres para enseñar muchachos. No
conocieron letras ni caracteres (aunqe se valían de pintura tosca). La doctrina
eran historias como corridos i jácaras de valientes, de sus reies i hombres
señalados, linajes, i otras cosas de campo de plantar, sembrar i lluuias, i
señales de los tiempos como pronósticos en refrançitos [...] [Cedeño
(ca. 1490) 1993: 373].
Sin embargo, Tomás Marín de Cubas será aún más
explícito a la hora de constatar la presencia de marcas
registrales en Gran Canaria, relacionándolas con el calendario
insular, un hecho que establece una clara semejanza con los elementos
y características simbólicas detectados en Tenerife. Veamos dos
versiones del pasaje en que se refiere a esto el médico teldense, donde se
aprecian algunos matices un tanto confusos:
Contaban el año llamado acano por las
lunas, de veinte i nuebe soles, ajustábanlo por el stío onde en la primera luna
hacían nuebe días de fiestas i regocijos a el recojer sus cementeras, pintaban
en unas tablas de drago i en piedras, i en paredes de las cuebas, con almagra,
i rayas, i otros caracteres llamados tara, i onde los ponían tarja a modo de
scudos de armas, decían que su origen era de la parte de el sur de África i
también señalaban a el oriente; y según decían era mui antigua la población de
yslas [Marín (1687) 1937: 77v].
Contaban su año llamado Acano por
las lunaciones de veinte y nueve soles desde el día que
aparecía nueva empesaban por el Estio quando el Sol entra en cancro aveinte
yuno de Junio en adelante laprimera conjuncion, y por
nueve dias continuos hazian grandes Vailes yconvites, y casamientos,
haviendo cojido sus sementeras hazian raias en tablas, pared ò piedras;
llamaban tara, y tarja aquella memoria delo que significaba
[Marín (1694: 74) 1986: 254].
Aunque parece rectificar en la versión final, en
un principio distingue entre la tara como signo o
caracter que se anota, igual que sucede en griego con un vocablo idéntico,
y la tarja como soporte sobre el que se escribe,
junto a las tablas, paredes y piedras, aunque la arqueología no ha logrado
identificar hasta el momento el objeto en cuestión, acaso por
tratarse de un material perecedero. Sin embargo, Cedeño nos proporciona una
descripción de esas tarjas, que encaja también con otro
término similar fijado en castellano a través del francés antiguo (targe):
[...] con las armas que
tenían que heran vnos palos tan largos como vna espada i estos de palo resio i
delgado a manera de espada con su puño
llamanlos magles i con ellos daban tan buena cuchillada como espada tenian
hechas rodelas de un arbol estoposo que
llamaban drago i a estas rodelas llaman tarjas trai[a]nlas pintadas de blanco
i colorado con sus debisas cada vno a su modo jugauan dellas diestramente
husaban tanbien de baras tostadas con puntas agudas como dardos [...]
[Cedeño (ca. 1490) 1879: 14v. Ver también 1993: 367].
Gómez Escudero nos da una idea de la tipología
que presentaban las tarjas: «Tenían espadas de palo a
modo de montantes y unas adargas cuadradas y otras redondas i pintadas de
almagra y carbón cuarteados y alxedreses [...]» [Gómez Escudero (ca.
1484) 1993: 388]. Y el propio Cedeño concreta un poco más esa otra función que
se añadía a la defensiva, servir de emblema distintivo: [...]
un hidalgo llamado Bentagaire que bibia en
Larganegui donde bino en busca del Doramas del qual
abiendo tomado por señas para lo conoserle que traia en su tarja
quarteado de blanco i colorado le espero en el
camino por donde iba a ber sus ganados [...] [Cedeño (ca.
1490) 1879: 15v].
Desde el punto de vista lingüístico, aunque se
pueden aducir algunas conjeturas más o menos audaces, los datos ciertos son
escasos. Pero, sin duda, al valor gráfico del concepto tara
o tarha, como ‘marca’ o ‘inscripción’, es posible
atribuirle también la acepción de ‘divisa’ o ‘emblema’.
Este apasionante tema no está ni mucho menos
cerrado, pero quedarán para un futuro tratamiento específico otras
manifestaciones conexas, más enigmáticas si cabe, como la
identificación de las momias, los collares de cuentas en Tenerife y las cuevas
pintadas en Gran Canaria, donde las figuras, los colores y el número de señales
y/o diseños buscan traducir y aprehender la constelación de regularidades
cosmológicas que, en alguna medida, premitían programar la reproducción de las
condiciones de existencia material y espiritual.
Autor:
Víctor Perera
Mundo Guanche Nº 18 - Enero 2007
[ISSN 1886-2713]
[ISSN 1886-2713]
Fuentes
CEDEÑO, Antonio. ca. 1490. Conquista
de la isla de Gran Canaria vna de las 7, en F. Morales Padrón (1993:
343-381).
CEDEÑO, Antonio. 1879 (< 1644-50 < ca. 1490). Conquista de la Isla de Gran Canaria. [Ms. I-D-13, en El Museo Canario].
CEDEÑO, Antonio. 1879 (< 1644-50 < ca. 1490). Conquista de la Isla de Gran Canaria. [Ms. I-D-13, en El Museo Canario].
ESPINOSA, Alonso de. 1980 (1594). Historia de Nuestra Señora de Candelaria. Introducción de Alejandro Cioranescu. Santa Cruz de Tenerife: Goya Ediciones.
GÓMEZ ESCUDERO, Pedro. ca. 1484. Libro segundo prosigue la conquista de Canaria. Sacado en limpio fielmente del manuscrito del licenciado Pedro Gómes Scudero, Capellán, en Morales Padrón (1993: 383-468 + 1 lám.). [Versión de 1934, cuyo microfilme guarda El Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria bajo la signatura F-1. Está basada en una copia realizada por el Dr. Marín de Cubas entre 1682 y 1686, cuyo ms. se ha perdido].
MARÍN DE CUBAS, Tomás. 1937 (1687). Historia de la Conquista de las Siete Islas de Canaria. [Copia de Pedro Hernández Benítez, en El Museo Canario].
MARÍN DE CUBAS, Tomás. 1694. Historia De las Siete Yslas de Canaria Origen Descubrimiento y conquista Dividida en Tres Libros compuesta por D. Thomas Arias Marin y Cubas natural de Telde ciudad en la Ysla de Canaria. Año, de 1694. [Copia de Agustín Millares Torres (1879), en El Museo Canario, ms. I-D-15/16. Existe microfilme en la Biblioteca Municipal de S/C de Tenerife, ms. 192. Hay edición incompleta pero aceptable publicada en 1986 por la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Las Palmas de Gran Canaria].
Bibliografía
BARRIOS GARCÍA, José. 2004 (1997). Sistemas
de numeración y calendarios de las poblaciones bereberes de Gran Canaria y
Tenerife en los siglos XIV-XV. La Laguna: Universidad. Tesis doctoral.
MORALES PADRÓN, Francisco (ed.). 1993 (1978). Canarias:
crónicas de su conquista. Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular
(Ínsulas de la Fortuna, 2), 2ª ed.
REYES GARCÍA, Ignacio. 2004. Cosmogonía
y lengua en Canarias. S/C de Tenerife: Foro de Investigaciones Sociales.
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