LAS HARIMAGUADAS
Autor: Néstor
Bogajo
Por norma general, las
fuentes documentales del pasado prehispánico de Canarias ofrecen una imagen
sesgada e incompleta de nuestros ancestros. Analizan la realidad isleña desde
un punto de vista externo, contaminado por la constitución cultural del
observador. Por eso, lo más adecuado es acercarse a estos textos de forma crítica.
Preparadas para la
vida adulta
El caso de las harimaguadas
no es una excepción a la norma. La doncellez y el encierro que las
caracterizaba favoreció que los cronistas, influidos por la mentalidad
religiosa y monacal de la época, las representaran como monjas o sacerdotisas.
Así, mientras la crónica Ovetense [(1639) 1993: 162] anota que los guanartemes
tenían «casas de Doncellas encerradas, a manera de emparedamiento», el
códice Lacunense [(ca. 1554) ca. 1621: 25v y 1993: 224] afirma «que
oy llaman monjas, a estas [...] maguadas». Encontramos connotaciones
similares en el testimonio recogido por Abreu Galindo [(ca. 1590) 1977:
156]:
Entre las mujeres
canarias había muchas como religiosas, que vivían con recogimiento y se
mantenían y sustentaban de lo que los nobles les daban, cuyas casas y moradas
tenían grandes preeminencias; y diferenciábanse de las demás mujeres en que
traían las pieles largas que le arrastraban, y eran blancas: llamábanlas magadas.
Sin embargo, para
precisar el objetivo final de este colectivo de mujeres, es necesaria una
lectura detenida de las fuentes y una mejor contextualización de los hechos
dentro del ámbito cultural y religioso de las antiguas sociedades amazighes del
Archipiélago.
En esta línea, el
estudioso que más tiempo ha dedicado a explorar el papel de la mujer en la vida
isleña, el Sr. Pérez Saavedra [(1982) 1997: 142], interpretó el fenómeno de las
(hari)maguadas como un caso de reclusión de menstruantes
novicias, de muchachas púberes (mawwad) que se preparaban para ser
esposas: «una modalidad de los ritos de paso, de pubertad o iniciación a la
vida sexual adulta, tan corriente en las sociedades primitivas». Todos los
datos disponibles señalan que le asiste la razón cuando observa que las
(hari)maguadas no consagraban su virginidad a ningún dios ni se recluían por
espíritu ascético, sino que, al cuidado de mujeres expertas, eran instruidas en
todo lo relacionado con el matrimonio –concebido más como destino que como
posibilidad– y la maternidad. Era precisamente su condición de futuras madres
–además de la pureza que se asociaba a la virginidad– el nexo que las
unía con lo sobrenatural.
Baños y rituales
El encierro de las
jóvenes se veía justificado por un tabú de contacto muy arraigado en la cultura
amazighe: el temor a la sangre –en este caso, la sangre de la
menstruación. Según las fuentes etnohistóricas, las novicias sólo salían de su
recogimiento para bañarse a solas en la mar, para participar en algunos
rituales colectivos relacionados con la lluvia y para su casamiento.
Los baños
purificadores, que en ningún caso eran exclusivos de las (hari)maguadas, debían
efectuarse al término de las menstruaciones. El agua del mar cumplía su función
como desinfectante de las presuntas impurezas sexuales, al tiempo que se le atribuía
cierto poder fertilizante. Por su parte, los hombres tenían terminantemente
prohibido asistir a los lavatorios: «íhauían de ir solas
auíadía díputado para esso y assí sauíendolo, ono, tenía pena delaVida el
hombre que fue auerlas oencontrarlas í hablarlas» [Gómez Escudero (ca.
1484) 1934: 67v].
En cuanto a la
participación de estas jóvenes en determinados rituales, Abreu Galindo recoge
en su Historia el siguiente episodio:
Cuando faltaban los
temporales, iban en procesión, con varas en las manos, y las magadas con vasos
de leche y manteca y ramos de palmas. Iban a estas montañas [Tirmac y Umiaya],
y allí derramaban la manteca y leche, y hacían danzas y bailes y cantaban
endechas en torno de un peñasco; y de allí iban a la mar y daban con las varas
en la mar, en el agua, dando todos juntos una gran grita [Abreu (ca. 1590) 1977: 157].
Los
paralelismos entre este ritual y la Fiesta de la Rama, celebrada hasta nuestros
días por las gentes de Agaete (Gran Canaria), parecen evidentes. Y es que,
desde tiempos remotos, los ritos de fertilidad han sido de vital
importancia
De todos modos, el
protagonismo de las (hari)maguadas en este tipo de actos no es suficiente para
catalogarlas como sacerdotisas. En opinión del Sr. Pérez Saavedra [(1982)
1997: 156], «dicha participación no constituye su fin originario, ni
las define, ni es fundamental». Tal vez, las únicas féminas susceptibles de
recibir el grado de sacerdotisas sean aquellas maestras que se encargaban de
instruir a las novicias. No obstante, hemos entrado ya aquí en el terreno de
las conjeturas, porque todas las características expuestas hasta ahora guardan
no poca coincidencia, por ejemplo, con las vestales romanas. Y es que la
existencia de cosas, personas o grupos específicos a los que se les reconocen cualidades
benéficas o profilácticas, que, además, pueden transmitir, menudea en toda la
cultura amazighe. Es el caso del color blanco, de ciertos roques
sagrados o de los conocidos “hombres mascotas” (o “legítimos”), que
también gozaban de una protección divina que transferían a sus acciones.
Localización y
etimología
El estudio del caso de
las harimaguadas presenta una dificultad añadida. A lo largo
de los años, al transmitirse la información de autor en autor, la descripción
inicial de este colectivo femenino parece haber sido adulterada en algún
pasaje.
Tal vez el ejemplo más
claro sea el que nos proporciona Antonio de Viana, quien parece haber sido
pionero en extrapolar el término ‘harimaguada’ a la isla de Tenerife. Hasta la
publicación de su Poema, las fuentes lo habían aplicado exclusivamente a
la isla de Gran Canaria, si bien es cierto que en la crónica del conquistador
toledano Antonio Cedeño [(ca. 1490) 1993: 378] ya se habla de «Harimaguadas»
tinerfeñas. Aún así, se sospecha que ésta y algunas otras referencias similares
fueron introducidas en la copia que Marín de Cubas (1682-1687) realizó del
manuscrito.
Viana llama
‘harimaguadas’ a las «bautizadoras» guanches documentadas en la obra de
Espinosa, extremo que, según Pérez Saavedra [(1982) 1997: 157], «carece de
fundamentación histórica», y se perpetúa, de manuscrito en manuscrito,
desde la edición de las Antigüedades. Sin embargo, un análisis
etimológico de la voz ‘harimaguada’ puede aportarnos datos reveladores. El
vocablo presenta varias lecturas pertinentes, aunque lo más probable es que
proceda de la construcción ínsuloamazighe ary_m-awwad, cuya
traducción más ajustada es la de ‘(mujer) virgen que contrae parentesco (o
protege)’ [Reyes 2006: 56]. Una relación de parentesco que también
caracterizaba a las «bautizadoras» de Espinosa [(1594) 1980: 35]:
Acostumbraban [...]
cuando alguna criatura nacía, llamar una mujer que lo tenía por oficio, y ésta
echaba agua sobre la cabeza de la criatura: y aquella tal mujer contraía
parentesco con los padres de la criatura, de suerte que no era lícito casarse
con ella, ni tratar deshonestamente.
Aunque
resulte bastante difícil acotar el verdadero estatuto social y religioso de
esta comunidad femenina tan particular, parece oportuno insistir en que la
etimología de los conceptos arroja algunas certidumbres útiles para el análisis
etnohistórico. La voz harimaguada (ary_mawwad),
corrompida en marimaguada por los españoles [Gómez Escudero (ca. 1484)
1993: 435],
P
ara los pueblos amazighes.
contiene una
cualificación particular, el ‘parentesco protector’, sobre la
expresión maguada (mawwad), que remite sólo a la
‘adolescente o virgen’. En ambos casos estamos en presencia de agentes o
portadoras de un caudal de ‘pureza benéfica que canalizan a través de sus
acciones’, pero también ante una distinción cualitativa que bien puede hacer
referencia a la condición de ‘maestras’ y ‘pupilas’, respectivamente.
En todo caso, nada
aconseja dar por cerrada la caracterización definitiva de este colectivo tan
importante para la vida ritual y económica de las sociedades ínsuloamazighes.
Fuentes
ABREU GALINDO, Juan de. 1977 (d.
1676 < ca. 1590). Historia de la conquista de las siete islas de Canaria.
Edición crítica con introducción, notas e índice por A. Cioranescu. S/C de
Tenerife: Goya.
CEDEÑO, Antonio. 1993 (< 1934 < 1682-87 < ca. 1490). Brebe resumen y historia muy verdadera de la conquista de Canaria scripta por Antonio Cedeño natural de Toledo, vno de los conquistadores que vinieron con el general Juan Rexon, en Morales (1993: 343-381 + 1 lám.). [Ms. en paradero desconocido].
ESPINOSA, Alonso de. 1980 (1594). Historia de Nuestra Señora de Candelaria. Introducción de Alejandro Cioranescu. S/C de Tenerife: Goya.
GÓMEZ ESCUDERO, Pedro. 1934 (< 1682-86 < ca. 1484). Líbro segvndo prosígve la conqv’sta de canaria. Sacado en límpío fielmente del manuScrito del licencí. Ped∞ Gomes Scudero Capellan. [Microfilme Millares Carlo. Ms. F-1, en El Museo Canario].
LACUNENSE. 1993 (< 1933 < ca. 1621 < ca. 1554). Conquista de la Isla de Gran Canaria, hecha por mandado de los señores Reyes Cathólicos Don Fernando y Doña Isabel. Por el capitán Don Juan Rejón y el Gouernador Rodrigo de Vera con el Alferes Mayor Alonso Jaimes de Sotomayor. Comensose por Musiut Joan de Betancurt el año de 1439 y se acavó el año de 1477 dia del bienaventurado S. P.° martyr a 29 de abril y duró 38 años esta conquista, en Morales (1993: 185-228 + 1 lám.). MORALES PADRÓN, Francisco (ed.). 1993 (1978). Canarias: crónicas de su conquista. Transcripción, estudio y notas. Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo, 2ª ed. (Ínsulas de la Fortuna, 2).
OVETENSE. 1993 (< 1639 < 1478-1512). Libro de la conquista de la ysla de Gran Canaria y de las demás yslas della trasladado de otro libro orijinal de letra de mano fecho por el alferes Alonso Jaimes de Sotomayor que uino por alferes mayor de la dicha conquista el qual se halló en ella desde el principio hasta que se acabó y murió en la uilla de Gáldar en Canaria donde tiene oy uisnietos, el qual libro orijinal rremitió a esta ysla el capitán Jhoan de Quintana persona fidedina y de mucho crédito donde fue trasladado por el capitán Alonso de Xerez Cardona en quatro de marso de mil y seissientos y treynta y nueue años, en Morales Padrón (1993: 107-183).
CEDEÑO, Antonio. 1993 (< 1934 < 1682-87 < ca. 1490). Brebe resumen y historia muy verdadera de la conquista de Canaria scripta por Antonio Cedeño natural de Toledo, vno de los conquistadores que vinieron con el general Juan Rexon, en Morales (1993: 343-381 + 1 lám.). [Ms. en paradero desconocido].
ESPINOSA, Alonso de. 1980 (1594). Historia de Nuestra Señora de Candelaria. Introducción de Alejandro Cioranescu. S/C de Tenerife: Goya.
GÓMEZ ESCUDERO, Pedro. 1934 (< 1682-86 < ca. 1484). Líbro segvndo prosígve la conqv’sta de canaria. Sacado en límpío fielmente del manuScrito del licencí. Ped∞ Gomes Scudero Capellan. [Microfilme Millares Carlo. Ms. F-1, en El Museo Canario].
LACUNENSE. 1993 (< 1933 < ca. 1621 < ca. 1554). Conquista de la Isla de Gran Canaria, hecha por mandado de los señores Reyes Cathólicos Don Fernando y Doña Isabel. Por el capitán Don Juan Rejón y el Gouernador Rodrigo de Vera con el Alferes Mayor Alonso Jaimes de Sotomayor. Comensose por Musiut Joan de Betancurt el año de 1439 y se acavó el año de 1477 dia del bienaventurado S. P.° martyr a 29 de abril y duró 38 años esta conquista, en Morales (1993: 185-228 + 1 lám.). MORALES PADRÓN, Francisco (ed.). 1993 (1978). Canarias: crónicas de su conquista. Transcripción, estudio y notas. Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo, 2ª ed. (Ínsulas de la Fortuna, 2).
OVETENSE. 1993 (< 1639 < 1478-1512). Libro de la conquista de la ysla de Gran Canaria y de las demás yslas della trasladado de otro libro orijinal de letra de mano fecho por el alferes Alonso Jaimes de Sotomayor que uino por alferes mayor de la dicha conquista el qual se halló en ella desde el principio hasta que se acabó y murió en la uilla de Gáldar en Canaria donde tiene oy uisnietos, el qual libro orijinal rremitió a esta ysla el capitán Jhoan de Quintana persona fidedina y de mucho crédito donde fue trasladado por el capitán Alonso de Xerez Cardona en quatro de marso de mil y seissientos y treynta y nueue años, en Morales Padrón (1993: 107-183).
Bibliografía
PÉREZ SAAVEDRA, Francisco. 1997 (1982). La mujer en la sociedad indígena de Canarias. Tenerife: CCPC, 4ª ed.
REYES GARCÍA, Ignacio. 2004. Cosmogonía y lengua en Canarias. S/C de Tenerife: Foro de Investigaciones Sociales.
REYES GARCÍA, Ignacio. 2006. Voces del poder en el amazighe insular. S/C Tenerife: Foro de Investigaciones Sociales.
Tomado de Mundo Guanche, Nº 18 -
Enero 2007
[ISSN 1886-2713]
[ISSN 1886-2713]
No hay comentarios:
Publicar un comentario