La momificación es uno de los aspectos más
populares de la Historia Antigua de Canarias. Desde los tiempos de la Conquista
hasta la actualidad, las momias guanches han servido de reclamo para
investigadores y curiosos.
Sin embargo, la difusión del fenómeno no ha sido
siempre positiva. A menudo se ha tratado el tema desde una perspectiva algo
simplista, probablemente con el objetivo de facilitar su divulgación y hacerla
más atractiva.
Esa falta de rigor a la hora de abordar una
materia que sigue siendo objeto de estudio ha favorecido la proliferación
de algunas creencias erróneas, que no han hecho más que distorsionar la
percepción que se tiene del fenómeno. Un fenómeno que, limpio de mitos, seguirá
siendo uno de los mayores alicientes del pasado de las Islas.
¿Dónde y a quién?
A menudo se ha dicho que la momificación se
llevaba a cabo en todas las islas del Archipiélago, pero, en realidad, solo
puede asegurarse su presencia en dos de ellas: Tenerife y Gran
Canaria. En otros lugares, concretamente en las islas occidentales de El
Hierro, La Gomera y La Palma, solo se han conservado algunos restos de tejidos
blandos, cuya preservación pudo ser casual, a consecuencia de unas condiciones
naturales favorables, como lo son la ausencia de humedad o la influencia de las
brisas.
También goza de buena salud la creencia en que
las técnicas de conservación se practicaban a la totalidad de los cadáveres,
cuando todo parece indicar que la momificación se reservaba a una parte
minoritaria de la población, la clase dominante: la nobleza. Los demás
individuos, el pueblo llano, eran sepultados sin haber sido sometidos a ningún
proceso especial de conservación.
¿Momias o xaxos?
Tal vez lo que más ha favorecido la distorsión
del fenómeno de la momificación en Canarias ha sido el uso habitual de la
palabra ‘momia’ para referirse a los cadáveres mirlados. A menudo, la
utilización de vocablos de origen egipcio nos ha llevado a confusión, incluso
ha favorecido la elaboración de ciertas teorías transculturales de dudosa
consistencia.
La palabra ‘momia’ proviene del árabe ‘mumiya’
(‘betún de embalsamar cadáveres’) y ésta del persa ‘mum’ (‘cera’).
Los antiguos egipcios extraían del Mar Muerto el betún de Judea o asfalto, y lo
utilizaban durante el proceso de embalsamamiento de los cuerpos eviscerados.
Por extensión, el término ‘momia’ se acabó utilizando para referirse a la
totalidad del cuerpo embalsamado.
La Real Academia Española acepta el uso del
vocablo para referirse a cualquier cuerpo que, de forma natural o artificial,
se deseca sin llegar a entrar en putrefacción, pero, si abordamos el asunto
desde un punto de vista etimológico, el uso de la palabra ‘momia’ en Canarias
no tiene demasiada justificación. Además, sabemos que los guanches tenían un
nombre concreto para referirse a sus cuerpos momificados: ‘xaxo’ (‘enjuto,
desecado’).
Con el objetivo de evitar más confusiones, tal
vez lo más conveniente sería usar el término ‘xaxo’ para referirnos a los
cadáveres desecados, y el de ‘mirlado’ para hacer referencia al proceso
de conservación de los cuerpos llevado a cabo entre los antiguos pobladores amazighes
de algunas de las islas de nuestro Archipiélago, dejando los vocablos
‘momia’ y ‘momificación’ para el ámbito egipcio.
En 1992 tuvo lugar en Tenerife el I
Congreso Internacional de Estudios sobre Momias. El acontecimiento
permitió conocer mejor la antigua población de las Islas y sus xaxos. Sin
embargo, como advierte José Barrios (2004: 39) en su tesis, «el corto
período de tiempo transcurrido desde la publicación de las Actas no ha
permitido que la arqueología haya podido aplicar en sus distintas esferas de
investigación los resultados de este congreso». Es por eso que,
todavía en la actualidad, nos vemos obligados a recurrir a las fuentes
etnohistóricas para conocer detalles sobre los mirlados guanches y
canarios.
La compilación de dicha información por parte de
los primeros historiadores de Canarias no debió de ser sencilla. Al parecer,
los antiguos habitantes de las Islas evitaban la difusión de ciertos aspectos
de su cultura como mecanismo de defensa. La problemática queda perfectamente
reflejada por Alonso de Espinosa en su Historia de Nuestra
Señora de Candelaria, cuando, tras repasar los usos y las costumbres de
los guanches, afirma lo siguiente:
Esto es lo que de las costumbres de los
naturales he podido, con mucha dificultad y trabajo, acaudalar y entender,
porque son tan cortos y encogidos los guanches viejos que, si las saben, no las
quieren decir, pensando que divulgarlas es menoscabo de su nación
[Espinosa (1594) 1980: 45].
Encontramos una de las primeras referencias sobre
los xaxos en la obra de un representante comercial británico llamado Thomas
Nichols, A Pleasant Description of the Fortunate Island,
escrita en la segunda mitad del siglo XVI. En ella no se aportan datos
relacionados con el proceso de mirlado. De hecho, en ningún momento se habla de
momias ni se menciona ninguna técnica de conservación de cadáveres, aunque la
descripción que efectúa deja muy claro que lo que estaba contemplando eran xaxos:
«He visto cuevas de 300 de estos cadáveres reunidos; la carne estaba reseca, y
el cuerpo se quedaba tan ligero como un pergamino» [(d. 1560) 1963:
116].
Las fuentes que proporcionan un mayor número de
detalles relacionados con los procesos de mirlado en Tenerife
son tres: la ya mencionada Historia de Nuestra Señora de Candelaria, de
Alonso de Espinosa; la Historia de la conquista, de Abreu
Galindo; y la Conquista de la isla de Gran Canaria vna de
las 7, atribuida a Antonio Cedeño [(ca.
1490) 1995: 43].
Para obtener noticias sobre los mirlados en Gran
Canaria, podemos recurrir tanto al texto de Abreu Galindo
como al de Leonardo Torriani, la Descripción e
historia del reino de las Islas Canarias.
La consulta de estas fuentes permite observar dos
fenómenos. En primer lugar, que las técnicas de mirlado descritas para Tenerife
y Gran Canaria son similares, pero no idénticas. Y, además, advertiremos
diferencias sustanciales entre las descripciones de los procesos de
conservación referidos a una misma isla.
Para justificar los matices, tenemos un amplio abanico de posibilidades. Algunas de ellas, tal vez las más atinadas, apuntan a que esta diversidad podría estar relacionada con el nivel de evolución o adaptación al medio de las diferentes sociedades, o bien con el sistema de organización social jerarquizado imperante en el Archipiélago. También podrían deberse a algo más simple: que los diferentes cronistas hiciesen referencia a procesos de mirlado efectuados en épocas también diversas.
Con tal de corroborar o refutar
estas teorías, es vital que continúe el estudio de los xaxos que han perdurado
hasta nuestros días.
Al describir el proceso de mirlado efectuado por
los antiguos habitantes de las Islas Canarias nos encontramos con algunos
inconvenientes. A saber, la heterogeneidad del fenómeno, pues se trata de un
hecho practicado de diferente manera según la isla, la época o el estatus de la
persona embalsamada, y la todavía escasa investigación realizada sobre restos
mirlados.
De todos modos, con la información de estos
análisis y la ayuda inestimable de las fuentes etnohistóricas, podemos tratar
de recrear cuáles eran los pasos más comunes en la creación de los xaxos. Para
ello, seguiremos la pauta marcada por Conrado Rodríguez Maffiote (1995: 43-45)
en su estudio sobre Las momias guanches de Tenerife.
El proceso de mirlado
En las fuentes se indica que el proceso de
embalsamamiento se iniciaba con el lavado del cadáver. Cedeño afirma que «lo
lababan con agua caliente cocida con ieruas» (Morales Padrón 1993: 380).
Por su parte, Abreu Galindo (1977: 300) señala que lo hacían con agua fría, dos
veces al día, y además especifica que las zonas lavadas eran las partes más
delicadas: las axilas, detrás de las orejas, las ingles, entre los dedos, las
narices, el cuello y los pulsos.
Las fuentes son contradictorias en lo relativo a
la evisceración de los cuerpos. De hecho, el tema constituye «una importante
variable que parece indicar diferentes métodos empleados en distintas épocas, o
diferentes métodos practicados en función del status social del fallecido»
(Rodríguez Maffiote 1995: 43-44). Mientras Espinosa no menciona en ningún
momento la extracción de las vísceras de los cadáveres, Abreu Galindo (1977:
162) llega a concretar qué órganos eran los extraídos en Gran Canaria: «tripas
y estómago, hígado y bazo y todo lo interior». Por su parte, Cedeño añade
que también se extraía el cerebro (Morales Padrón 1993: 380), pero lo cierto es
que, tras los análisis efectuados a diferentes xaxos, no podemos afirmar que la
evisceración fuese una práctica extendida en Canarias.
Lo que sí parece ser una realidad es que los
cuerpos eran sometidos a un tratamiento químico, durante el que sería utilizada
la manteca de ganado y otras sustancias minerales, con propiedades
astringentes, y vegetales, como pudo ser el brezo, el pino u otras plantas
aromáticas. Sobre el modo de aplicación de estas sustancias volvemos a
encontrarnos con diferentes versiones. Cedeño y Espinosa anotan que la manteca
y las sustancias vegetales y minerales eran introducidas en el cuerpo y que,
además, el cadáver se untaba en manteca (Morales Padrón 1993: 380; Espinosa
1980: 44-45). Abreu Galindo (1977: 300) afirma que «los untaban con
manteca de ganado y echábanles carcoma de brezo y de pino y polvos que hacían
de piedra pómez, porque no se dañasen».
Posteriormente se procedía al secado del cadáver
al sol, que podía estar complementado con el contacto del xaxo con la arena
caliente durante el día, y con un tratamiento por medio de humo durante las
noches (Morales Padrón 1993: 380).
Tras quince días, el cuerpo había quedado enjuto
y era envuelto en pieles de cabra cuyo número variaba en función de la
categoría del difunto. Por último, la mortaja era cosida y marcada con tal de
poder identificar al xaxo con posterioridad.
Autor:
Néstor Bogajo
Mundo Guanche Nº 18 - Enero 2007
[ISSN 1886-2713]
Glosario
embalsamar: preparar los
cadáveres, introduciendo substancias balsámicas o desinfectantes en sus
cavidades, para preservarlos de la putrefacción.
eviscerar: extraer las vísceras a un cadáver.
mirlar (mirlado): expresión poco frecuente ya en español, tiene el mismo significado que embalsamar.
momia: cadáver que se deseca sin entrar en putrefacción.
momificar: convertir en momia un cadáver (tanto por la acción humana como por la intervención de procesos naturales).
Bibliografía
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ABREU GALINDO, Juan de. d. 1676
(ca. 1590). Historia de la Conquista de las Siete Yslas de Gran Canaria.
Escrita Por el R. Pe. Fray Juan de Abreu Galíndo, del Orden de el Patríarca San
Francísco, hijo de la Provínçía del Andaluçía Año de 1632. [Existe edición
moderna realizada por el Dr. A. Cioranescu, publicada en S/C de Tenerife por
Goya en 1977].
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