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miércoles, 6 de mayo de 2015

JUAN BETHENCOURT ALFONSO HISTORIA DEL PUEBLO GUANCHE NOTAS SUELTAS-II




Apuntes tomados del tomo 2º



Esta forma de culto “idolátrico” era general en el Archipiélago.

Escudero, Cedeño y otros autores dicen que los indígenas de la isla de Canaria adoraban y juraban por los riscos de Tirma y de Umiaga, añadiendo además Marín y Cubas que adoraban cuevas, bosques, etc.

Los bimbapes de la isla del Hierro, aparte de su veneración por el célebre Garoe o «Arbol Santo», adoraban dos peñascos en Bentáyca, aún conocidos por los Santillos: uno el Eraoranhan, ídolo del sexo masculino, y el otro, Moreyba, el ídolo de las mujeres.

Los naturales de la isla de la Palma adoraban un elevado monolito, situado en La Caldera, que apellidaban Idafe, al que sacrificaban las asaduras de las reses.

Guatimac

Uno que hemos examinado del farmacéutico del Puerto de la Cruz Dn. Ramón Gómez, encontrado en 1885 en una cueva del barranco de Erques de Fasnia,  envuelto en pieles como todos los hallados, es un poco más pequeño, pero aunque es de la familia se trata de un guatimac o séase como dice el vulgo, «del muñeco de barro» que a guisa de pectoral llevaban colgado al cuello los sacerdotes guañameñes y samarines.

No hace quince años que un pastor de Arona, iconoclasta como todos nuestros paisanos, destruyó un ídolo que descubrió en el Roque de Igara; y la descripción que nos hizo coincide con la referida. Esto mismo nos lo han confirmado muchos que los han tenido en sus manos o hallados, como el venerable anciano cura de San Pedro Daute, Dn. Juan Alonso; Dn. Pedro Carlos Ledesma, de Güímar; Dña. Estebana García, de Igueste de Candelaria; Dn. José González y Dn. Agustín Trujillo, de Arona, como pueden atestiguarlos los tres últimos que aún viven; y que citamos porque todos ellos son de abolengo guanche por ambas líneas y muy versados en las tradiciones dela raza.

Por otra parte, abrigamos la convicción de que todas las islas eran idólatras en el sentido restrictivo que damos a la palabra y por lo tanto que tenían ídolos, pero que no se hizo este estudio a su debido tiempo. Varias personas dignas de fe de la isla del Hierro, nos aseguran haberlos encontrado de piedra, cerca de la Iglesia de los bimbapes, una cueva en Valverde, así como de la de Afotasa o de la Pólvora, que también fue templo de los indígenas. Aún lleva el nombre de Iglesia de Minguama una cueva en San Sebastián de La Gomera, templo de los indígenas donde adoraban un ídolo.

Por lo que respecta a la isla de Canaria los testimonios son antiguos y modernos.

Bocaccio, refiriéndose al viaje que hizo a dicha isla en 1.341 Angiolino del Tegghia, dice: «Encontré igualmente un oratorio o templo, en el cual no había absolutamente  ninguna pintura ni adorno, tan sólo una estatua de piedra, representando la imagen de un hombre con una bola en la mano y desnudo, con un delantal de hojas de palma, que cubría las partes naturales según la costumbre de los habitantes; la que quitaren de allí; y habiéndola embarcado, la transportaron a Lisboa.

Andrés Bernáldez (El cura de Los Palacios), en su Historia de los Reyes Católicos. refiere:  «En la Gran Canaria tenían una casa de oración llamada Toriña, e tenían allí una imagen de palo, tan luenga como media lanza, entallada, con todos sus niervos, de mujer desnuda con sus miembros de fuera y delante de ella una cabra de un madero entallada, con su figura de hembra que quería concebir, y tras de ella un cabrón entallado de otro madero, puesto como que quería sobir a engendrar sobre la cabra.

Allí derramaban leche y manteca parece que en ofrenda o diezmo o primicias e olía aquello allí mal a leche o manteca».

El historiador Dn. Gregorio Chil envió a la Exposición de Paris un idolillo también encontrado en dicha isla de Canaria, «representando un cuerpo que descansa sobre las alas, teniendo otras dos por brazos, y cabeza humana» a otro idolillo, que remitió a la indicada Exposición Mr. Verneau. ¡Es decir, en el Archipiélago no han faltado los ejemplares de ídolos, sólo que asusta la palabra!

Cuevas Santuarios

Las cuevas santuarios de la isla dedicadas a estas divinidades tutelares y a las Diosas eran numerosas, varias de las cuales por sus actuales nombres nos recuerdan la aplicación que le dieron los guanches: la Cueva Santa próxima a la Hoya del Drago entre el mar y la cumbre de San Andrés, y la Cueva Santa del Valle Vega, en la parte alta del Valle de Tahodio, ambas en Sta. Cruz; la Cueva del Santo, en Valle de Guerra; la Cueva Santa junto al barranco de Sieteojos en El Realejo; la Iglesia de los guanches, en Chuagrí, encima del poblado de La Guancha; la Cueva de Los Santos en Bujamé (Vid. obrita de Díaz Dorta) y el Oratorio del Rey, en Masca, ambas en Buenavista; la Cueva Santa en Barqueto cumbre de Chirche entre Guía y Valle Santiago; la Cueva de La Virgen, una en barranco de Tejina, otra en el de Tedera y una tercera en el barranco del Infierno, todas en Adeje; la Cueva de la Iglesia, en el Roque de lama, en el Valle de San Lorenzo de Arona; la Iglesia de los guanches en el Picacho y
Cueva de La Virgen en el barranco de este nombre, hacia las cumbres de Arico; la «Cueva de La Virgen», una en Pinogordo y otra en Arapo, ambas en Fasnia; la Cueva de la Iglesia, en el, cumbre de Güímar; la Iglesia de los guanches o Cueva del templo, en Ajeja de Igueste, al pie de montaña de Arguama (que según tradición. enlucían con ceniza yagua y los ídolas o santitos eran de barro), y la Cueva Santa, más tarde de San Blas, ambas en Candelaria.

Asimismo es legendario que sirvieron de templo: La Cueva del Pajonal, en el barranco de Chajarche de Candelaria, en donde también se dice eran de piedra los santitos con un gran medio corral de atrio; la «Cueva del Tiro del Guanche», la Cueva de Sámara, en la Santidad, en los más elevado de la Cumbre; así como la Cueva de Chinguaro. También hemos oído que el Barranco de los Santos, en Sta. Cruz, le vino el apelativo no de un apellido como creen algunos sin fundamento, sino de una cueva que encerraba dos de estos santitos.

15 Dice este fraile dominico, cuya Religión (Orden) se hizo cargo de la imagen algunos lustros después de la conquista: «Yendo dos naturales por aquellas costas repastando el ganado, habiendo de pasar por aquella playa, llegando el ganado que por la playa iba derramado a la boca del barranco, se espantó, y no queriendo pasar se remolinaba.

El uno de los dos pastores creyendo que su ganado se espantaba porque sentía gente y pensando que fuesen algunos naturales que le querían robar y salte{lr su ganado como lo tenían por costumbre de hurtarse unos a otros, para certificarse pasó, adelante y mirando hacia aquella parte del barranco vido la Santa Imagen que estaba en pie sobre una peña; y como persona que de semejantes visiones estaba deshusada, no sin pavor se le puso a considerar y parecióle (porque tenía un niño en brazos) ser mujer, aunque extrañó el traje y el color». "y porque entre ellos era costumbre que si topaban alguna mujer a solas y en lugar solitario no la hablaban porque incurrían en pena de muerte, le hizo señas para que se apartase, porque su ganado que remolinaba tuvieseiugar de pasar. Pero como la Imagen no hiciese movimiento alguno, ni respondiese palabra, amohinóse el pastor y acudió a sus acostumbradas armas, que eran piedras, y asiendo de una levantó el brazo, fuese para amenazarla o para tirarle con ella, y así como levantó el brazo yendo a desembrazar para hacer un tiro, se le quedó yerto y extendido sin poderlo rodear. El otro compañero habiendo visto lo que pasaba y no quedando escarmentado, cobrando atrevimiento de que no había mudamiento ni voz y de que aunque hablaba al bulto o Imagen no respondía, quiso hacer una experiencia, aunque a costa suya, y
ver si era cosa viva; y llegando cerca con más miedo que vergüenza tomó una tabona, que es una piedra prieta y lisa como azabache, que herida una con otra se hacen rajas y quedan con filo como navajas con que sangran y sajan; tomando, pues, esta piedra se llegó a la Santa Imagen para quererle cortar un dedo de la mano por satisfacer su ignorancia y ver si sentía, y poniendo el dedo de la Imagen sobre el suyo y comenzando a cortar en él, hallose el necio burlado porque la herida se daba a sí propio en sus dedos, sin hacer dañoja la mano de la Santa Imagen; y siendo aún porfiado y pertinaz (porque era necio), probó otra vez, más salíale a cuentas, porque sus dedos estaban corriendo sangre de las heridas que el propio sin querer se daba y los de la Santa Imagen quedaron libres y sanos sin señal alguna.

Conocedor del suceso el rey de Güímar y personado en el lugar en que estaba la Imagen, admirado ,<de ver el resplandor que de su rostro y vestidos salían y la majestad que representaba», dispuso fuera trasportada a su corte en Chinguaro; pero todos desconfiados por lo acontecido, «ninguno osó echarle mano ni llegarse a ella para abrazarla recelántiose no le aconteciése lo que a los pastores; y así mandó el rey que pues ellos habían hecho la primera experiencia acometiésen a hacer la segunda y echasen mano para llevarla. jRodeábalo Dios así para que la gloria de su madre se manifestase y en opinión y estima el pueblo gentil se confirmase! Llegan los dos pastores, el uno manco de los dedos de la mano y el otro del brazo, y en poniendo sus manos y tocando la Santa Reliquia para haberla de alzar (¡cosa milagrosa! ) queda el uno y el otro de sus lesiones sanos y buenos con grande admiración de los presentes, que con oces y silbos aplaudían el hecho y gratificaban y agradecían el beneficio recibido».

Ante este prodigio ordenó el rey no se acercaran a la imagen ningún siervo, para él con los próceres conducirla en hombros. Pero habiendo andado espacio de un tiro de escopeta, poco más, con ser la Imagen liviana y ellos hombres de muchas fuerzas, <fue tanto el peso y carga que los que la llevaban sintieron, que les fue forzoso parar y pedir ayuda y socorro; y por aquesta razón en este propio lugar, después de que la isla fue de cristianos habiendo sabido este caso, fundaron una pequeña ermita que llamaron del jSocorro!... Pues siendo socorridos y ayudados, tomaron a proseguir su camino hasta llegar a la morada del rey... donde en un canto de la morada, sobre unas pieles de cabras y ovejas (que otras alfombras ni doceles tenían) la pusieron».

A tan fausta novedad acudieron to?os los reyes de la isla y convinieron "... que
aquello debía ser alguna cosa del cielo y como tal fuese reverenciada»... y que se le diera «aposento por sí, porque con el humo de las teas que encendían en la casa del rey no se percudiese, ni con lafrecuencia de tratarla se le perdiese el respeto».

Propuso el rey de Güímar al de Taoro «que partiesen el año y que la mitad del estuviese aquella mujer en su reino de Taoro y la otra mitad en el suyo de Güímar donde había aparecido» ...pero Betzenuhya declinando tanto honor contestó: «Será más razón que yo y mis vasallos vengamos de nuestras casas a servirla, que no ella vaya a visitarnos a nosotros».

Según fray Alonso de Espinosa, 40 ó más años estuvo en Chinguaro la imagen rodeada de un ambiente maravilloso de aires perfumados, iluminaciones nocturnas y músicas angelicales, hasta que un muchacho de 14 años llamado Antón, del que nos ocupamos en el capítulo II del Tomo I, logró escaparse del Sr. de Lanzarote, Hernán Peraza, después de siete años de cautiverio y enteró a los guanches de que aquella era «la madre del Sustentador del cielo y tierra», y es en «la que los cristianos tienen puestas sus esperanzas»; trasladándola por su consejo al santuario de Achbinico en Candelaria, donde fue conducida por la isla entera con el mayor entusiasmo.

Y añade fray Abreu Galindo: «Cuentan los guanches naturales de esta isla que nuestra señora obraba grandes y muchos milagros... por lo cual los naturales y sus reyes de la isla dieron un hombre y una mujer como santeros que tuviesen cuenta de limpiar y servir a esta imagen»; lo que equivale a decir que tenían sacerdotes y sacerdotisas dedicados a un culto.

Afirma fray Alonso de Espinosa de que en la plaza de Candelaria, como en las demás lugares en que estuvo la imagen, siguieron los guanches oyendo «muchas veces armonías del cielo y músicas celestiales y visto muchas lumbres encendidas a modo de procesion» ...«Eran las procesiones que los ángeles hacían así por la playa donde la Santa Imagen estaba como por la del Socorro donde apareció, muy ordinarias, así de noche como de día, con mucha solemnidad, gran armonía y música de voces suavísimas; con muchedumbre de compañía que, con velas encendidas, puestas en orden y concierto hacían su procesión... y esto era tan ordinario que ya no lo extrañaban los naturales». ..¿ y cómo lo habían de extrañar si eran los mismos guanches los que hacían las procesiones? Aún las celebraban ocultamente un siglo después de la conquista, en tiempos del propio fray Alonso de Espinosa, no ya por Candelaria y El Socorro sino por Arona y otros puntos. La diosa Abona, por ejemplo, fue descubierta por los conquistadores en 1514, es decir, 17 años después de la conquista, según se deduce del testamento otorgado en 25 de Junio del referido año por Pedro Hernández de la Vera, vecino de La Laguna, ante el escribano público Alonso de Llerena, en el que declara: «... que por cuanto acababa de llegar de las playas de los Abrigos de Abona, en Daute, a donde fue a velar la imagen de Nuestra Señora que allí apareció, manda se dé para la obra de la iglesia que alli: se hiciese, un potro ruano que tiene en sus yeguas y dos peones» y nada tiene de particular ignoraran la existencia de esta otra Diosa, conocida oficialmente después por «Nuestra Señora de La Luz», aunque los fieles siguieran denominándola de Abona, porque el territorio donde apareció estaba en su mayor parte en poder de los alzados, como dijimos en el Tomo I, con tal cual núcleo fortificado como Tijoco, Tamadaya, etc., y era por lo tanto mucho menos frecuente.




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