Según
el Dr. Juan Bethencourt Alfonso, en: Historia del Pueblo Guanche
Recopilado por Eduardo P.
García Rodríguez
Ya dijimos en el Tomo I que
el nombre genérico de magos que damos a los campesinos, es porque rendían culto a Magec.
9 Es sagrado el fuego que proce de Magek, como el rayo,
relámpago, el obtenido por frotamiento de dos maderos, el doméstico y en una palabra el que no
tuviera su origen en Chinechi o
infierno. Y hoy como antes, sigue siendo sagrado. No hay campesino que se atreva a
injuriarlo, ni escupir lo. Aunque hacen hogueras en San Juan, San Pedro y otros días del año, para muchos la fecha y
el santo es el pretexto, como en las famosas hogueras de Chirche y
Aripe de Guía, en la isla Tenerife porque en el fondo van de dicadas a Magek.
10 En todos los reinos teníamosseñalados estos
diferentes lugares para las diferentes
épocas del año, que nos hace pensar si estarían en relación con los cambios del
Sol.
En el reino de Güímar, uno
de los puntos era la montaña de Archaco, y para el clero de Arafo unas veces el Roque de Chiguergue, otras al
de Jóquina, ya al de Iserse o a montaña de «Arguama o Montaña Santa» en
Igueste.
En el reino de Abona, hacia
Fasnia; a la «Montaña Santa» o de Fasnia, ya a la «Montaña de la
Gloria » en Icor, o al «Llano Santo» al E. de Chajaña de
Arico; y por las partes de Granadilla, a
la «Montaña Santa».
Por el reino de Adeje, al «Roque de Jama», etc.
Aún en los pueblos del Sur se oyen las frases,
aunque ya en sentido irónico: «¡Vete a
buscar el Sol!»; «Éste es de los que van a buscar el Sol»; y todavía es bastante conocida la broma que gastan con los de Arafo
llamándolos «cancos» y diciéndoles que
vayan a buscar el sol.
'' En ciertos sitios tenían emplazados estos píreos,
como tres que descubrimos en 1875 en
Franchoja, sobre el caserío de Adeje, uno de ellos intacto. Es o era de piedra
seca en forma de cono truncado, de un metro de altura por otro de diámetro en
la superficie libre, con un hoyo o brasero en el centro de 1/2 metro de hondo.
Encerraba ceniza, brasas, fragmentos de leña y de huesos calcinados al parecer
de cabrito, cubierto el todo con una gruesa piedra.
En otro de los píreos, medio
derruido como el tercero, hallamos dos tahonas de obsidiana mezcladas con las cenizas y trozos de
hueso calcinados, que también nos pareció de cabrito, así como caída una laja que reputamos
sirvió de piedra ara y de tapadera. Estas
particularidades, no encontradas en el anterior, parece confirmar la tradición
de que unas veces degollaban las víctimas antes de quemarlas y otras las arrojaban a la pira, vivas con las patas atadas «para que
los balidos fueran oídos por la divinidad».
La montaña de Cerrogordo,
sobre el caserío de La Guancha ,
era igualmente lugar elegido para estos sacrificios. Por el Poniente
y al pie de dicha montaña tenían los
guanches un oratorio, que aún es conocido por la Iglesia de los guanches,
de donde es legendario salían como en procesión hacia la cima para sacrificar
las víctimas en el sitio que
denominan el Chamurraco, por chamusquina; como también es legendario que en el
gran monolito de los altos de Fasnia, conocido por la «Piedra de Imoque», sacrificaban reses a los dioses.
Estos sacrificios eran generales en todo el
Archipiélago.
Ocupándose Marín y Cubas del Almogaren de Humiaga de
la isla de Canaria dice: « ... aún allí hay tres braseros donde quemaban de
todo fruto, menos carne, y por el humo si
iba derecho o ladeado hacían su agüero sobre un paredón a modo de altar de grandes piedras y enlosado lo alto del
monte».
Y refiriéndose a las islas
de Lanzarote y Fuerteventura, observa: «Son rudísimos pertinaces
en su secta. Tienen templos, donde hacen sacrificios con humo de cosas que queman, como no sea carne sino cebada,
dátiles...
En los sacrificios ofrecían
leche, manteca, menos carne. Estas fiestas o sacrificios llamaban efequenes.
De todos los frutos a modo
de limosnas recogen cierta porción, mas no en forma de diezmos; quemaban cebada
en el sacrificio y por el humo derecho o ladeado juzgaban la forma de mal o bien».
Aparte de este efequen llamaban,
no a los sacrificios sino al templo u oratorio y del visible interés de Marín y Cubas en puntualizar que
quemaban de todo menos carne,
creemos sufrió un error o no investigó bastante, según nuestros informes. Además,
sería una excepción inexplicable dentro del Archipiélago.
En 1874 descubrimos en la Fortaleza , en Chipudes
de la isla de La Gomera ,
los referidos píreos, como más tarde publicamos en la Revista de Canarias.
Contenían asimismo cenizas, brasas y numerosos huesos calcinados de cabritos y
corderos.
Por lo que hace a la isla de
El Hierro existen los píreos a docenas por el Júlan, la Dehesa , etc., conocidos en
el país por los significativos nombres de altares, altaritos, hornitos, o goros de las víctimas,
conteniendo cenizas, brasas y huesos calcinados de corderos y cabritos; siendo en la isla tradición universal
de que en dichos altares sacrificaban los bimbapes
en holocausto de sus divinidades corderos y cabritos. En la isla de La
Palma no hemos hecho investigaciones personales, (sobre
píreos) pero presumimos no sea tampoco una excepción.
Atendiendo a la edad
probable de las víctimas por el estudio de los huesos, a las épocas de
desarrollo del yerbaje y de cubrición de los ganados, calculamos que la mayoría
de estos sacrificios los celebraban entre Diciembre y Marzo.
12 Este célebre árbol hallábase situado donde llaman la Fuente , en el Valle de San Lorenzo de Arona; valle que ha sido también
conocido por el Ahijadero y de Cha-cacharte.
Su misma fama hizo que
sirviera a veces de término de referencia en el reparto de tierras, como en las
donadas a Pedro Cornado y Juan de Junquera, de unos trozos «de tierra de sequero que son en el reino de Adeje
al Ahijadero en Arana al drago santo...» (Datas.
Libro 5.» y 3.°, por. testimonio).
Esta forma de culto idolátrico era general en el
Archipiélago.
Escudero, Cedeño y otros
autores dicen que los indígenas de la isla de Canaria adoraban y juraban por
los riscos de Tirma y de Umiaga, añadiendo además Marín y Cubas que adoraban cuevas,
bosques, etc.
Los bimbapes de la isla del
Hierro, aparte de su veneración por el célebre Garoe o «Árbol Santo»,
adoraban dos peñascos en Bentáyca, aún conocidos por los Cantillos', uno el Eraoranhan, ídolo del sexo masculino,
y el otro, Moreyba, el ídolo de las mujeres.
Los naturales de la isla de
la Palma
adoraban un elevado monolito, situado en La Caldera , que apellidaban Idafe, al que sacrificaban las
asaduras de las reses.
13 Uno que hemos examinado del farmacéutico del Puerto
de la Cruz Dn.
Ramón Gómez, encontrado en 1885 en una
cueva del barranco de Erques de Fasnia, (6) envuelto en pieles como todos los
hallados, es un poco más pequeño, pero aunque es de la familia se trata de un guatimac
o séase como dice el vulgo, «del muñeco de barro» que a guisa de pectoral llevaban colgado al cuello los
sacerdotes guañameñes y samarines.
No hace quince años que un
pastor de Arona, iconoclasta como todos nuestros paisanos, destruyó un ídolo que descubrió en el Roque de
Igara; y la descripción que nos hizo
coincide con la referida. Esto mismo nos lo han confirmado muchos que los han
tenido en sus manos o hallados, como el venerable anciano cura de San Pedro Daute, Dn. Juan Alonso; Dn. Pedro Carlos Ledesma,
de Güímar; Dña. Estebana García, de
Igueste de Candelaria; Dn. José González y Dn. Agustín Trujillo, de Arona, como pueden atestiguarlos los tres últimos que aún
viven; y que citamos porque todos ellos
son de abolengo guanche por ambas líneas y muy versados en las tradiciones de la raza.
Por otra parte, abrigamos la convicción de que todas
las islas eran idólatras en el sentido
restrictivo que damos a la palabra y por lo tanto que tenían ídolos, pero que no se hizo este estudio a su debido tiempo.
Varias personas dignas de fe de la isla
del Hierro, nos aseguran haberlos encontrado de piedra, cerca de la Iglesia de los bimbapes, una cueva en Valverde, así como de
la de Afotasa o de la Pólvora ,
que también fue templo de los indígenas. Aún lleva el nombre de Iglesia
de Minguama una cueva en San Sebastián de La Gomera , templo de los
indígenas donde adoraban un ídolo.
Por lo que respecta a la isla de
Canaria los testimonios son antiguos y modernos.
Bocaccio, refiriéndose al
viaje que hizo a dicha isla en 1.341 Angiolino del Tegghia, dice:
«Encontré
igualmente un oratorio o templo, en el cual no había absolutamente ninguna pintura ni adorno, tan sólo una estatua de
piedra, representando la imagen de un
hombre con una bola en la mano y desnudo, con un delantal de hojas de palma, que cubría las partes naturales según la costumbre
de los habitantes; la que quitaren de allí; y habiéndola embarcado, la
transportaron a Lisboa.
Andrés Bernáldez (El cura de
Los Palacios), en su Historia de los Reyes Católicos, refiere:
«En la Gran Canaria tenían
una casa de oración llamada Toriña, e tenían allí una imagen de palo, tan
luenga como media lanza, entallada, con todos sus niervos, de mujer desnuda con
sus miembros defuera y delante de ella una cabra de un madero entallada, con su figura de hembra que quería
concebir, y tras de ella un cabrón entallado de otro madero, puesto como que
quería sabir a engendrar sobre la cabra. Allí derramaban leche y manteca parece
que en ofrenda o diezmo o primicias e olía aquello allí mal a leche o manteca».
El historiador Dn. Gregorio
Chil envió a la Exposición
de París un idolillo también encontrado en dicha isla de
Canaria, «representando un cuerpo que descansa sobre las alas, teniendo otras dos por brazos, y cabeza humana» a otro
idolillo, que remitió a la indicada Exposición Mr. Verneau. ¡Es decir, en el
Archipiélago no han faltado los
ejemplares de ídolos, sólo que asusta la palabra!
14 Las cuevas santuarios de la isla dedicadas a estas
divinidades tutelares y a las
diosas eran numerosas, varias de las cuales por sus actuales nombres nos recuerdan la
aplicación que le dieron los guanches:la Cueva Santa próxima a la Hoya del Drago
entre el mar y la cumbre de San Andrés, yla Cueva Santa del Valle
Vega, en la parte
alta del Valle de Tahodio, ambas en Sta. Cruz;la Cueva
del Santo, en Valle de Guerra;
la Cueva Santa junto al barranco de Sieteojos en El Realejo; la Iglesia de los
guanches, en Chuagrí, encima del poblado deLa Guancha ;
la Cueva de Los
Santos en
Bujamé (Vid. obrita de Díaz Dorta) y el Oratorio del Rey, en Masca, ambas en Bueña-
vista;la Cueva Santa en
Barqueto cumbre de Chirche entre Guía y Valle Santiago; la
Cueva de La
Virgen , una en barranco de Tejina, otra en el de Tedera y una
tercera en
el barranco del Infierno, todas en Adeje;la Cueva de la Iglesia , en el Roque de Jama,
en el Valle de San Lorenzo de Arona;la Iglesia de los guanches en
el Picacho y
Cueva deLa Virgen en el barranco de
este nombre, hacia las cumbres de Arico; la
«Cueva deLa Virgen », una en Pinogordo y
otra en Arapo, ambas en Fasnia; la Cueva
dela Iglesia ,
en el pico Añeja o de tió Marcial, cumbre de Güímar; la Iglesia de los
guanches o Cueva del templo, en Ajeja de Igueste, al pie de montaña de Arguama (que
según tradición enlucían con ceniza y agua y los ídolos o santitos eran de barro), yla
Cueva Santa , más tarde de San Blas, ambas en Candelaria.
diosas eran numerosas, varias de las cuales por sus actuales nombres nos recuerdan la
aplicación que le dieron los guanches:
entre el mar y la cumbre de San Andrés, y
alta del Valle de Tahodio, ambas en Sta. Cruz;
guanches, en Chuagrí, encima del poblado de
Bujamé (Vid. obrita de Díaz Dorta) y el Oratorio del Rey, en Masca, ambas en Bueña-
vista;
Cueva
el barranco del Infierno, todas en Adeje;
en el Valle de San Lorenzo de Arona;
Cueva de
«Cueva de
de
guanches o Cueva del templo, en Ajeja de Igueste, al pie de montaña de Arguama (que
según tradición enlucían con ceniza y agua y los ídolos o santitos eran de barro), y
Cueva Santa
Asimismo es legendario que sirvieron de templo:
15 Dice este
fraile dominico, cuya Religión (Orden) se hizo cargo de la imagen
algunos lustros después de la conquista:
algunos lustros después de la conquista:
«Yendo dos naturales por
aquellas costas repastando el ganado, habiendo de pasar por aquella playa, llegando el ganado que por la playa
iba derramado a la boca del
barranco, se espantó, y no queriendo pasar se remolinaba.
El uno de los dos pastores
creyendo que su ganado se espantaba porque sentía gente y pensando que fuesen
algunos naturales que le querían robar y saltear su ganado
como lo tenían por costumbre de hurtarse unos a otros, para certificarse
pasó adelante
y mirando hacia aquella parte del barranco vido la Santa Imagen que
estaba en pie sobre una peña; y como persona que de semejantes visiones estaba
deshusada, no sin pavor se le puso a considerar y parecióle (porque tenía un
niño en brazos) ser mujer, aunque extrañó el traje y el color».
«Y porque entre ellos era
costumbre que si topaban alguna mujer a solas y en lugar solitario no la hablaban porque incurrían en pena de
muerte, le hizo señas para que se apartase, porque su ganado que remolinaba
tuviese lugar de pasar. Pero como la
Imagen no hiciese movimiento alguno, ni respondiese palabra,
amohinóse el pastor y acudió a
sus acostumbradas armas, que eran piedras, y asiendo de una levantó el brazo, fuese para amenazarla o para tirarle con
ella, y así como levantó el brazo yendo a
desembrazar para hacer un tiro, se le quedó yerto y extendido sin poderlo rodear.
El otro compañero habiendo visto lo que pasaba y no quedando escarmentado, cobrando atrevimiento de que no había mudamiento ni
voz y de que aunque hablaba al bulto o
Imagen no respondía, quiso hacer una experiencia, aunque a costa suya, y ver si era cosa viva; y llegando cerca con más miedo
que vergüenza tomó una tahona, que es una piedra prieta y lisa como azabache, que herida
una con otra se hacen rajas y quedan
con filo como navajas con que sangran y sajan; tomando, pues, esta piedra se llegó a la Santa Imagen para
quererle cortar un dedo de la mano por satisfacer su ignorancia y ver si
sentía, y poniendo el dedo de la
Imagen sobre el suyo y comenzando a cortar en él, hallóse el necio burlado porque
la herida se daba a sí propio en sus
dedos, sin hacer daño a la mano de la Santa Imagen ; y siendo aún porfiado y pertinaz (porque era necio), probó otra vez,
más aíale a cuentas, porque sus dedos estaban corriendo sangre de las heridas
que el propio sin querer se daba y los de la
Santa Imagen quedaron libres y sanos sin señal alguna.
Conocedor del suceso el rey
de Güímar y personado en el lugar en que estaba la Imagen , admirado «de ver
el resplandor que de su rostro y vestidos salían y la majestad que
representaba», dispuso fuera trasportada a su corte en Chinguaro; pero
todos desconfiados por lo acontecido,
«ninguno osó echarle mano ni llegarse a ella para abrazarla recelándose no le aconteciese lo que a los
pastores; y así mandó el rey que pues
ellos habían hecho la primera experiencia acometiesen a hacer la segunda y echasen mano para llevarla. ¡Rodeábalo Dios así para
que la gloria de su madre se manifestase y en opinión y estima el pueblo gentil
se confirmase! Llegan los dos pastores, el uno manco de los dedos de la mano y
el otro del brazo, y en poniendo sus manos y tocando la Santa Reliquia para
haberla de alzar (¡cosa milagrosa!) queda el uno y el otro de sus lesiones sanos y buenos con grande
admiración de los presentes, que con voces y silbos aplaudían el hecho y gratificaban y
agradecían el beneficio recibido».
Ante este prodigio ordenó el
rey no se acercaran a la imagen ningún siervo, para él con los proceres conducirla en hombros. Pero habiendo
andado espacio de un tiro de escopeta,
poco más, con ser la Imagen
liviana y ellos hombres de muchas fuerzas «fue tanto el peso y carga que los
que la llevaban sintieron, que les fue forzoso parar y pedir ayuda y socorro; y
por aquesta razón en este propio lugar, después de que la isla fue de cristianos habiendo sabido este caso,
fundaron una pequeña ermita que llamaron del ¡Socorro!... Pues siendo
socorridos y ayudados, tornaron a proseguir su camino hasta llegar a la morada del rey... donde en un canto
de la morada, sobre unas pieles
de cabras y ovejas (que otras alfombras ni doceles tenían) la pusieron».
A tan fausta novedad acudieron todos los reyes de la
isla y convinieron «... que aquello
debía ser alguna cosa del cielo y como tal fuese reverenciada»... y que se le
diera «aposento por sí, porque con el humo de las teas que encendían en la casa
del rey no se percudiese, ni con la
frecuencia de tratarla se le perdiese el respeto».
Propuso el rey de Güímar al
de Taoro «que partiesen el año y que la mitad del estuviese
aquella mujer en su reino de Taoro y la otra mitad en el suyo de Güímar donde
había aparecido»... pero Betzenuhya declinando tanto honor contestó: «Será más razón que yo y mis vasallos vengamos de
nuestras casas a servirla, que no ella vaya a visitamos a nosotros».
Según fray Alonso de
Espinosa, 40 ó más años estuvo en Chinguaro la imagen rodeada de un ambiente
maravilloso de aires perfumados, iluminaciones nocturnas y músicas angelicales, hasta que un muchacho de 14
años llamado Antón, del que nos ocupamos
en el capítulo II del Tomo I,
logró escaparse del Sr. de Lanzarote, Hernán Peraza, después de siete años de cautiverio y enteró a los
guanches de que aquella era «la madre
del Sustentador del cielo y tierra», y es en «la que los cristianos
tienen puestas sus esperanzas»; trasladándola por su consejo al santuario de
Achbinico en Candelaria, donde fue
conducida por la isla entera con el mayor entusiasmo.
Y añade fray Abreu Galindo:
«Cuentan los guanches naturales de esta isla que nuestra señora obraba grandes y muchos milagros... por lo
cual los naturales y sus reyes de la isla dieron un hombre y una mujer como
santeros que tuviesen cuenta de limpiar
y servir a esta imagen»; lo que equivale a decir que tenían sacerdotes y sacerdotisas
dedicados a un culto.
Afirma fray
Alonso de Espinosa de que en la plaza de Candelaria, como en las demás lugares en que estuvo la imagen, siguieron los
guanches oyendo «muchas veces armonías del
cielo y músicas celestiales y visto muchas lumbres encendidas a modo de procesión»... «Eran las procesiones que los ángeles
hacían así por la playa donde la Santa Imagen estaba como por la del Socorro donde apareció,
muy ordinarias, así de noche como de día, con mucha solemnidad, gran armonía y
música de voces suavísimas; con muchedumbre de compañía que, con velas
encendidas, puestas en orden y concierto
hacían su procesión... y esto era tan ordinario que ya no lo extrañaban los naturales».
¿Y cómo lo habían de
extrañar si eran los mismos guanches los que hacían las procesiones?
Aún las celebraban ocultamente un siglo después de la conquista, en tiempos del propio fray Alonso de Espinosa, no ya
por Candelaria y El Socorro sino por Arona y otros puntos. La diosa Abona, por
ejemplo, fue descubierta por los conquistadores en 1514, es decir, 17 años
después de la conquista, según se deduce del testamento otorgado en 25 de Junio del referido año por Pedro Hernández
de la Vera , vecino de La Laguna , ante el escribano público Alonso de
Llerena, en el que declara:
«... que por cuanto acababa
de llegar de las playas de los Abrigos de Abona, en Daute, a donde fue a velar la imagen de Nuestra Señora que
allí apareció, manda se dé para la obra de la iglesia que allí, se hiciese, un
potro ruano que tiene en sus yeguas y
dos peones» y nada tiene de particular ignoraran la existencia de esta otra diosa, conocida oficialmente después por «Nuestra
Señora de La Luz »,
aunque los fieles siguieran denominándola
de Abona, porque el territorio donde apareció estaba en su mayor parte en poder
de los alzados, como dijimos en el Tomo I, con tal cual núcleo fortificado
como Tijoco, Tamadaya, etc., y era por lo tanto mucho menos frecuente.
Por esto en la formación de
los Beneficios curados de la
Diócesis , según consta en las Constituciones Sinodales del obispo D. Fernando de
Arce, años de 1514 y 1515, mejor dicho
en los 74 mandatos de un manuscrito conservado en el archivo secreto de la catedral de Canaria, que conoció Viera y Clavijo,
refiriéndose a las Bandas de Chas-na dice:
«Otrosí en los términos de
Adeje y Abona, donde ahora no hay población recogida, e los vecinos de los dichos términos están muy
desparramados, porque el noveno de los
diezmos de los dichos términos no bastarían para dar mantenimiento a cura
clérigo; estatuimos e ordenamos que de todos los diezmos de los dichos términos
e de toda la masa de ellos, se saque ante todas cosas diez mil maravedíes de la
moneda de esta Isla e quince hanegas
de trigo, para el mantenimiento de un clérigo cura que diga
Misas y ministre los Stos. Sacramentos a los moradores de los dichos términos de Adeje y Abona...». Debemos advertir que por
dicho tiempo tan extenso territorio pertenecía nominalmente al Beneficio de
Daute, « ... desde la Cuesta
de Cristóbal de Ponte, donde están las Cuevas, adelante... hasta la Marca de Abona», es decir,
desde Daute hasta barranco de Erques en Fasnia.
Nada tiene pues de extraño
que los conquistadores pasaran tanto tiempo sin tener conocimiento de la diosa Abona, como tampoco que los
guanches siguieran a escondidas
rindiéndole culto según su liturgia, como nos da testimonio de ello el mismo
fray Alonso de Espinosa, que declara:
«En la playa que dicen de
Abona, que será de cuatro leguas desta de Candelaria, hacia la montaña Roja, se vían también ordinariamente
estas procesiones, principalmente por
la fiesta de la Asunción
de nuestra señora; y esto es tanta verdad que agora en
estos tiempos personas que las han visto se van a la dicha playa y hallan velas de cera acabadas de apagar, y algunos las
han hallado encendidas y pegadas a los riscos, y me enseñaron el lugar e yo lo
vide. Y así en esta playa como en la de Candelaria se halla por la orilla del
mar gran cantidad de gotas de cera, que de las procesiones que los ángeles
hacen en honra de la
Candelaria gotean; y yo doy fe que las he hallado y visto y
las tengo en mi poder y oído a otras muchos lo propio...
Las candelas o velas que en
esta playa se hallan no son muy blancas, mas el pábilo no se deja entender de que sea, porque ni es estopa ni
algodón, antes en alguna manera parece
de seda blanca torcida...».
Estas procesiones con
iluminarias, música, cantos y demás ceremonias religiosas de que estaban enterados los conquistadores y que
celebraban los guanches no ya con el
mayor sigilo sino negándolo, unido a los panes, velas y gotas de cera con otras
huellas que encontraban por las playas, dada la época de exaltación piadosa
compréndese lo reputaran a milagro, máxime no existiendo en la isla colmenas,
aunque sí abejares salvajes; y
tan inexplicable y sobrenatural les pareció el fenómeno, que levantaron acta testimonial para que constara a todo tiempo, como lo
prueba el siguiente instrumento público:
«In nomine Domini. Amen,
Sepan cuantos este público instrumento de Fe vieren. Como en la
Villa de San Cristóbal que es en la Isla de Tenerife, Domingo,
veinticinco días del mes de Junio, Año
del nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo de mil y
cuatrocientos y noventa y siete años, en presencia
del muy virtuoso caballero Alonso de
Lugo, Gobernador de las Islas de Tenerife y La Palma , por el Rey y Reina nuestros señores.
En presencia de mi, Fernando
Alvarez, canónigo de la
Iglesia de Canaria, por la autoridad Apostólica público
notario y de los testigos que de yuso serán escritos sus nombres. Pareció presente el honrado y discreto varón Antonio de
Arévalo, continuo criado de los
Reyes nuestros Señores, E dijo que por cuanto en esta dicha Isla se decía de
público y era notorio un milagro que de cada un año acontecía, de aparecer
cierta cantidad de cera fecha en panes de veinte años a esta parte, en un
cierto término desta dicha Isla, que por ende pedía y pidió al dicho señor
gobernador mandase tomar testigos
dignos de fe para certificación del dicho milagro... E luego en continente el dicho Antonio de Arévalo presentó por
testigo a Pedro Fernández y a Diego Fernández e Alonso Sánchez de Morales,
naturales de la isla de Fuerteventura, e vecinos desta isla de Tenerife, e Gonzalo Méndez, castellano, e Pedro
Maninidra e Pedro Mayor naturales de
la isla de Gran Canaria, e Pedro Ervás, e Ibone de Armas vecinos de la dicha isla de ¡a Gran Canaria, que
agora están y habitan en ésta de Tenerife.
Los cuales dijeron, e cada
uno de ellos dijo, cómo era verdad que cada año se-yendo esta isla de infieles, que venían a ella los fieles
cristianos que moraban en estas islas
comarcanas, a ésta en navios para saltear, e tomar de los canarios llamados
guanches que aquí vivían. Y que como descendían en aquella parte que se dice
Goymar, que es en esta dicha isla, que fallaban la dicha cera y la llevaban, y
la tenían y tienen en gran reliquia y
veneración. E los dichos Pedro Fernández... dijeron que de cudijo, que a las veces parecía de diez o doce
libras, y otras veces quince y veinte libras.
Y que saben que este
presente año pareció cantidad de veinte libras y más. Y que los dichos Pedro Fernández, y de cuatro años a esta
parte han visto la dicha cera en la
dicha isla... E los dichos Pedro de Ervás e Ibone de Armas dijeron: que hay
veinte años, poco más o menos, que saben
e vieron traer la dicha cera a muchas personas. Y todos dijeron y cada uno de
ellos dijo que a las veces Diego Fernández y Alonso Sánchez
de Morales, y Pedro Maninidra y Pedro Mayor fueron en fallar este presente año, cuatro o cinco días antes de la purificación
de Nuestra Señora La
Virgen María. Y
que han oído decir a muchas personas que las han fallado, que siempre por este tiempo se falla y parece... E que este presente
año fueron más de veinte personas presentes
cuando pareció , que habían ido en busca de esclavos de vecinos que se habían
ausentado, e que así pasa en verdad... E yo el dicho Fernando Alvarez, notario
susodicho, e infraescripto, doy
fe... Y que este presente año al tiempo que se fallo la dicha cera, no había candelas para decir misa, ni para
bendecir el día de la purificación de Nuestra Señora La Virgen María. Por
cuanto en esta isla no hay colmenas para sacar cera, sino la traen de la gran Canaria, por ser esta dicha isla
nuevamente ganada de manos de infieles... E yo el dicho notario, que al
presente sirvo por cura en esta dicha isla
hube y recibí doce libras de la dicha cera; y así otras tantas fice haber al
Mayordomo de la iglesia para celebrar el culto divino, de la cual yo di
cierta cantidad al muy reverendo en Cristo,
padre y señor, Dn. Diego de Muros, obispo destas dichas islas e obispo de
Canarias, que aquí vino a visitar esta dicha isla e iglesia della. El cual
envió de la dicha cera a Santa María de Guadalupe y a otras iglesias del dicho su
obispado para que la tuviesen en reliquia. A lo cual todo lo dicho es, fueron
presentes por testigos los honrados varones
Fernando de Trujillo, lugarteniente de gobernador en esta dicha isla, y Pedro
Metías, y otras muchas personas... Ferd. Alvarí , Apostolicum notarius».
Es verdad de que en la isla
no habían colmenas pero sí millares de abejares salvajes, al extremo de que a
raíz de la conquista fuera un arbitrio municipal, como dijimos en el Tomo I.
También Marín y Cubas dice que «no tuvieron colmenas sino miel silvestre de abejeras enriscadas»; y nos cita un
asalto de Alonso de Lugo en Tenerife, por Icod,
como se refiere en el cap. II del Tomo I, en el que se apoderó de velas de cera, cirios, etc. de fabricación guanche. Además
al tratar de las industrias indígenas veremos
que sabían labrar la cera, aunque de un modo rudimentario.
Y para concluir con este
particular observaremos, que las velitas de cera que aún se distribuyen a los
romeros en la festividad de la
Virgen de Candelaria, son de igual tamaño si bien más
blancas, que las que usaban los guanches en las procesiones y festividades de su diosa Chaxiraxi', y que el pábilo de
las referidas velitas, que según fray Alonso de Espinosa « ... no se deja entender de que sea,
porque ni es estopa ni algodón, antes
en alguna manera parece de seda blanca torcida», es muy sabido que lo confeccionaban
de la película de la planta vulgarmente llamada chajora, como lo hemos ensayado con éxito.
¡Tal vez si en el
instrumento público citado hubieran tomado testigos guanches y no extranjeros, descubren la verdad!
16 Hacían estos rosarios con cuentas de arcilla cocida de forma
de pequeños ci
lindros, de uno a dos y medio centímetros de largos, adornados a veces con rayitas,
otras de forma de diminutos discos y hasta del tamaño de aljófar, enhiladas en cuerdas
de tripas; de las que existen numerosos ejemplares en el Museo Municipal.
lindros, de uno a dos y medio centímetros de largos, adornados a veces con rayitas,
otras de forma de diminutos discos y hasta del tamaño de aljófar, enhiladas en cuerdas
de tripas; de las que existen numerosos ejemplares en el Museo Municipal.
Hay que desechar las
hipótesis de que los tales rosarios fueran un sistema de enumeración, ni una representación gráfica a manera
de escritura como el quipu de los peruanos
o el nepohualtzitzin de los mejicanos ni objetos de adorno, como collares o gargantillas, pulseras, etc., pues los guanches eran
muy celosos en la observancia de sus
leyes suntuarias, y el hecho de usarlos lo mismo nobles que siervos, como lo hemos comprobado en centenares de necrópolis, nos
revela que esa igualdad sólo podían tolerarla estando consagrada por un fin
religioso.
La tradición vulgar llamándolos rosarios porque les
servían para sus rezos, le han dado su
verdadero nombre.
17 El obispo D. Francisco Martínez Cisneros, entre otros
mandatos para el lugar
de Adeje en 1.605, conminaba con multas... y prohibía «las reuniones de varones y
hembras a velar a los moribundos, así como de hacer procesiones (léase rogativas)
fuera del lugar en mucha distancia, de lo cual se siguen... muchas deshonestidades
entre hombres y mujeres quedándose a dormir por los campos o quedándose atrás en
las dichas procesiones en los barrancos y lugares escondidos...».
de Adeje en 1.605, conminaba con multas... y prohibía «las reuniones de varones y
hembras a velar a los moribundos, así como de hacer procesiones (léase rogativas)
fuera del lugar en mucha distancia, de lo cual se siguen... muchas deshonestidades
entre hombres y mujeres quedándose a dormir por los campos o quedándose atrás en
las dichas procesiones en los barrancos y lugares escondidos...».
18 «Los quejidos de la coruja, la tristeza del alcairón y un
murciélago en las
casas, barruntan desgracias».
casas, barruntan desgracias».
El canto del peroluis augura muerte. Por esto en los
pueblos del Sur al oírlo, dicen: «¿A quien
se irá a llevar?». «Cuando el papagayo (ave del país) canta en las cercanías de un enfermo, anuncia muerte; como
también una bandada de cuervos que se pose en las inmediaciones», los perros
aullando, etc.
Si por la noche se ve un tajos
(ave) en puntos próximos a la casa en que haya un cadáver de cuerpo presente, «es señal segura de que
el xaxo va camino de Chineche».
Hemos tratado a uno de
estos visionarios de Chirche, Guía, que él con otros
vieron muchas veces un xaxo «salir echando chispas de una cueva del barranco de
los Ovejeros en dirección a la de Sámara», hasta que el célebre animero tío Roque, de
la Vega de Icod,
logró con un conjuro meterlo por la boca del Teide.
vieron muchas veces un xaxo «salir echando chispas de una cueva del barranco de
los Ovejeros en dirección a la de Sámara», hasta que el célebre animero tío Roque, de
La civilización ha transformado el xaxo arrimado
de los guanches en ánima arrimada y al
hechicero o samarín en animero, con ligeras variantes en los procedimientos;
pero lo que no ha variado, ni siquiera en los nombres, son las Cuevas de Sámara
ni el Infierno.
20 Derívase
este nombre de las cuevas denominadas Sámaras donde parece te
nían algo así como seminarios.
nían algo así como seminarios.
Aún es célebre la Cueva de Sámara, en las
cumbres de los caseríos de Arguayo y Chío, en Guía; y sobre todo la Cueva de Sámara que se
extiende algunos kilómetros, según se cree, desde la Montaña de Las Negras junto
al Teide a 2 ó 3 kilómetros, hasta el puerto de San Marcos en Icod. Se dice que
comunica con dicho subterráneo el convento Agustino de Icod.
Existen varios lugares en la isla que llevan el
apelativo de Samarines porque éstos vivieron
en ellos:
Playa y Cueva de Samarines,
entre Candelaria y El Socorro de Güímar, y Barranco y
Salto del Samarín, cerca de la
Cueva de San Blas, en Candelaria; Salto y Fuente del Samarín en el monte de La Esperanza , El Cosario;
El Samarín, próximo a Chinguaro, Güímar (Doct0.); El Salto del
Samarín, en el Lomo de Valeria, en Fasnia; Casa del Samarín, junto al Morro del Tagoro, casco de Granadilla; y
Salto del Samarín, sobre Los
Frontones también en Granadilla; Cueva del Samar o Samarín, en Aldea de San Miguel; Salto de Samarines, al
naciente de Cruz Cambada, en Chasna; Cueva del Samarín ya más conocida de Los
Machines, en Valle San Lorenzo, Arona; Samarines, frente a Hoya Grande y Cuevas
del Samarín en las Cuevas del Miedo en Tejina, la primera en Adeje y la segunda
en Guía.
21 Hasta fines del primer tercio del siglo pasado, en los
pueblos del Sur eran co
nocidos los curas con el nombre genérico de babilones y particularmente los frailes
mendicantes, de los que se conservan aún refranes alusivos a su costumbre de pedir,
como por ejemplo.
nocidos los curas con el nombre genérico de babilones y particularmente los frailes
mendicantes, de los que se conservan aún refranes alusivos a su costumbre de pedir,
como por ejemplo.
«¡Ahí vienen los babilones, apretar
bien los zurrones!», es decir, llenarlos bien.
22 (Vid. Tomo I, pp. 112, 131, 294).
anotaciones
(1) En este punto
Bethencourt Alfonso, al ser coherente con su teoría del origen ibérico de la población guanche, comete un error
histórico al considerar esculturas guanches las imágenes religiosas de la Virgen de Candelaria, la de
Abona, etc. En cualquier caso fue una opción teórica que él eligió consciente y
plenamente informado; para
confirmar esto basta leer el anexo documental del Tomo I, donde se incorporó la
respuesta dada por D. José Rodríguez Moure ante el informe emitido por Campbell
sobre el origen de la antigua escultura de la Virgen de Candelaria. En la conocida obra
del presbítero Rodríguez Moure, podemos
encontrar la traducción que él hace de la información dada por el Padre Andrade y el Obispo D. Bartolomé García
Jiménez acerca de las inscripciones que bordeaban la túnica de la primera
escultura de La Candela ria. (Vid. «Historia de la devoción del pueblo
canario a Ntra. Sra. de Candelaria». Santa
Cruz de Tenerife, 1913; pág. 62).
(2) Repetimos lo dicho en la nota anterior y recordamos
que las investigaciones
histórico-artísticas hechas en torno a la primitiva imagen deLa Virgen (morena-negra) de La
Candelaria , demuestran lo erróneo de la afirmación hecha por
Bethencourt Al fonso. La aparición de la Virgen de Candelaria a los guanches en las
playas de Chimisay se vincula a los
primeros momentos de conquista y evangelización de las Cana rias. Para algunos
autores esa aparición de la imagen se pudo haber realizado en torno al
periodo 1390-1392; sin embargo otros autores retrasan la fecha hasta 1400-1450.
histórico-artísticas hechas en torno a la primitiva imagen de
(3)
Pero de lo que no cabe duda es que la citada escultura tenía características góticas yprocedía del continente europeo. Para el profesor Hdez. Perera, esta imagen de LaCandelaria, no la podemos seguir vinculando desde el punto de vista artístico con laimaginería mariana mallorquína del siglo xiv; sin embargo debemos contemplar unposible origen en el sentido de: «... momento decisivo para Castilla fue la llegada delas corrientes flamencas propagadas por Haneuin de Bruselas, Egas Cuentan y JuanAlemán en el primer tercio del siglo xv». (Jesús Hernández Perera. «Precisiones sobrela escultura deLa Candelaria venerada por
los guanches de Tenerife» en Anuario deEstudios Atlánticos. Madrid-Las Palmas:
C.S.I.C.-Casa de Colón, 1975; pág. 62).
Pero de lo que no cabe duda es que la citada escultura tenía características góticas yprocedía del continente europeo. Para el profesor Hdez. Perera, esta imagen de LaCandelaria, no la podemos seguir vinculando desde el punto de vista artístico con laimaginería mariana mallorquína del siglo xiv; sin embargo debemos contemplar unposible origen en el sentido de: «... momento decisivo para Castilla fue la llegada delas corrientes flamencas propagadas por Haneuin de Bruselas, Egas Cuentan y JuanAlemán en el primer tercio del siglo xv». (Jesús Hernández Perera. «Precisiones sobrela escultura de
(4) Ya hemos comentado que el profesor Alcina Franch ha
dedicado muchos
años a desarrollar su tesis trasatlantista, donde se consideran las similitudes culturales existentes entre el ámbito mediterráneo-africano, el archipiélago canario y el mundo americano. Dentro de esas similitudes destacan la presencia del asa-vertedero, la figu rillas femeninas perniabiertas, las pintaderas, los cuencos trípodes; así como la realiza ción de prácticas de momificación.
años a desarrollar su tesis trasatlantista, donde se consideran las similitudes culturales existentes entre el ámbito mediterráneo-africano, el archipiélago canario y el mundo americano. Dentro de esas similitudes destacan la presencia del asa-vertedero, la figu rillas femeninas perniabiertas, las pintaderas, los cuencos trípodes; así como la realiza ción de prácticas de momificación.
(5) En esta descripción, nuestro autor, llevado de su
interés por la cultura guan-
che realiza una transposición en el tiempo, cargando las tintas en la idea idílica de esteritual propiciatorio.
che realiza una transposición en el tiempo, cargando las tintas en la idea idílica de esteritual propiciatorio.
(6) Esta costumbre del día de finados tiene, a nuestro
parecer, más relación con
el sistema de previsión, para la vida en el más allá, utilizado por los creyentes católi
cos a lo largo de todo el Antiguo Régimen en Canarias que con una posible supervivencia guanche.
el sistema de previsión, para la vida en el más allá, utilizado por los creyentes católi
cos a lo largo de todo el Antiguo Régimen en Canarias que con una posible supervivencia guanche.
(7) Este idolillo fue publicado en el Tomo I, de la Historia del Pueblo Guanche.
(8) Fuente.
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