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jueves, 31 de octubre de 2013

LA DIOSA MADRE EN LAS ISLAS CANARIAS - III -II





Volumen V

CAPITULO-III


PANTEON DE LA IGLESIA DEL PUEBLO GUANCHE

DIOS LUNA ACHUGUAYU-II




Eduardo Pedro García Rodríguez
Achuguayo. m. Tf. Rel. Divinidad masculina.
§ «Eli Ser Supremo' (Es la voz conservada entre el vulgo)» [Belhencourt Alfonso (1911) 1994b: 260, 268].
[Tr + Y2l 'at-u wayyu > acu-wayyo, prop. (léxicalizada) 'he aquí este que es espiniu,causa, origen o guarda. [T]7 at; [Y]z guaya.  (Ignacio Reyes García, 2011)

El Dios Luna Achuguayu en su aspecto físico.

El Luna juega varios papeles vitales que ayudan a sostener la vida en La Tierra,

En los años previos a nuestra tecnología moderna, registrar el tiempo no era tarea fácil.
Los primeros medidores del tiempo tenían dos opciones: podían monitorear la  Sol o El Luna.

Los primeros observadores de El Luna también reconocieron que nuestro vecino planetario tenía un efecto físico muy real sobre la propia Tierra. El Luna es responsable por el ascenso y descenso de las mareas oceánicas. Las mareas son causadas por la atracción gravitacional de La Luna, así que es obvio que El Luna atrae el agua de La Tierra hacia El. Esto crea un pequeño bulto en dirección al Luna.

Lo menos obvio es que también hay un bulto en dirección opuesta al Luna, por lo que de hecho hay dos mareas altas cada día. La otra marea alta que es creada por la fuerza centrípeta de La Tierra. La Tierra y El Luna están rotando, y eso causa que el agua en el extremo lejano también se mueva.

Para algunas formas de vida en La Tierra, el avance y retroceso de las mareas crea útiles hábitats. Pero otro de los efectos gravitacionales de La Luna sobre nuestro planeta es directamente responsable de nada menos que la continua supervivencia de la propia vida terrestre. La Luna estabiliza el clima de La Tierra.

El efecto gravitacional de La Luna mantiene constante el grado de inclinación del eje de rotación de La Tierra. Esta inclinación es lo que mantiene el ciclo repetible de estaciones mientras La Tierra orbita a la Sol. Si no tuviéramos El Luna, o si fuera mucho más pequeña, por ejemplo, podríamos probar matemáticamente que la inclinación de nuestro polo norte variaría muchísimo con ese ángulo pasando, digamos, de 0 a 90 grados. Actualmente es de 23.5 grados, y de hecho variaría caóticamente.

En conclusión, El Luna ha jugado un rol irremplazable en la estabilidad del eje de rotación de nuestro planeta y por lo tanto de nuestro clima y de nuestra vida. Siendo tan importante para nosotros, con el paso de los milenios, y con la prominente y constante presencia de El Luna en nuestro cielo nocturno, el hombre finalmente comenzó con las especulaciones sobre su origen.
En la tradición religiosa de las culturas mas avanzadas de cada época, una deidad lunar es un dios o una diosa asociada con o simboliza la luna. Estas deidades pueden tener una variedad de funciones y tradiciones dependiendo de la cultura, pero a menudo relacionada con la deidad solar. A pesar de que pueden estar relacionados, son distintos de la deidad solar. Deidades lunares pueden ser masculinas o femeninas, y por lo general se celebran a ser del sexo opuesto de la deidad solar correspondiente. Deidades lunares masculinas son algo más comunes en todo el mundo, a pesar de las deidades femeninas son más conocidos en los tiempos modernos debido a la influencia de la tradición  clásica griega,  romana y católica, que celebró la luna para ser mujer.
El ciclo mensual del Luna, en contraste con el ciclo anual de la trayectoria de la Sol, ha sido implícitamente ligado a los ciclos menstruales de las mujeres en muchas culturas, como es evidente en la relación entre las palabras de la menstruación y de la luna, de muchos idiomas resultantes.
Dioses lunares masculinos también son frecuentes, como el pecado de los mesopotámicos, Mani de las tribus germánicas, el dios japonés Tsukuyomi.
También hay muchas deidades lunares que prevalecían en las civilizaciones griega y egipcia. Por ejemplo, Ibis y Chonsu de Tebas fueron deidades lunares. Thoth era también una deidad lunar, pero su personaje es mucho más complejo de lo que Ibis y Chonsu.
Igualmente importante es que muchas religiones y sociedades son cronológicamente orientado por el Luna en oposición a la Sol. Un ejemplo común es el hinduismo, en el que la palabra Chandra significa luna y tiene un significado religioso durante muchos festivales hindúes.
Cabe señalar que la mayoría de las civilizaciones más antiguas mencionadas anteriormente tenían deidades lunares masculinas y fue sólo más tarde con  las culturas, los clásicos greco.romanos que  mayoría de las personas están familiarizadas, que implantaron  Diosas lunares femeninas.
La luna ocupa un lugar destacado en el arte y la literatura, así como la supuesta influencia de la luna en los asuntos humanos.



El Dios Luna en otras religiones

En la religión japonesa, la Diosa Amaterasu es la entidad Solar, y un Dios masculino  Lunar Tsukuyomi.    De esa forma, tenemos dos arquetipos muy fuertes que se juegan en el ser humano, independientemente de su cultura. Por un lado, está lo que nos nutre y protege; y por otro lado, lo que nos impulsa a ser nosotros mismos en nuestro máximo esplendor.

            Mesopotamia


SIN
Dios Luna, hijo de Enlil y padre de Shamash y de Ishtar (aunque esta también aparecía como hija de Anu) así como de Nusku, dios del fuego. Su nombre sumerio era Nannar o Nanna. También aparece bajo el nombre de Zuen o Nanna-Suen. Gobernaba el paso de los meses, con sus cambios de fase resultaba un dios misterioso y era aquel "cuyo corazón profundísimo ningún dios podía penetrar", al final del mes los demás dioses venían a consultarle y escuchar sus decisiones y consejos. Se le representaba como un anciano de larga barba color lapis-lázuli y cubierto con un turbante, su símbolo era la luna creciente. Junto con Shamash e Ishtar, miembro de la "Tríada semita" de dioses con relaciones celestes que se incorporó al panteón mesopotámico desde el Periodo Acadio. Se le asimilaba con Ningal o Nigal (la gran señora). Se le rendía culto en Harran y especialmente en Ur, en el templo de Egishnugal. Junto con sus hijos Shamash e Ishtar forma una triada astral babilónica. Se le representaba mediante un creciente lunar y su número era el 30 (número aproximado de días en un mes lunar ideal).

ADAD O ISHKUR
Dios de doble aspecto: El terrible rige los vendavales, truenos, rayos y tormentas, él fue el generador del diluvio que eliminó a los hombres por orden de Bel. El benéfico rige las aguas fecundantes, las lluvias y el rocío. Se trata de una deidad muy popular en toda la región de Oriente Medio, conocida por los Canaanitas como Hadad, Buriash para los Cassitas y Teshup para los Hurritas.
Normalmente se le consideraba hijo de An, aunque también se le hacía hijo de Enlil según otras tradiciones. La Diosa madre Shala, quizás también de procedencia Hurrita, era su esposa. Algunos de sus poderes fueron asimilados por los dioses supremos sumerios: An y Enlil. Se solía representar mediante una figura humana en pie sobre un toro (a veces un león u otro animal mitológico o mezcla de ambos), portando en ocasiones rayos, hachas o una horquilla ondulada, símbolo del rayo. En época Cassita su símbolo era dicha horquilla. La constelación Guanna, "el Toro Celeste", Tauro, estaba dedicada a él.

DIOS LUNA “EL”

Los textos de Ugarit se refieren al dios Luna como EL”, muy probablemente  relacionado con el Alá del Islam, ya que su símbolo era la  luna creciente, similar a la que puede verse en las mezquitas musulmanas. Y según la tradición, las mezquitas están flanqueadas por minaretes que parecen grandes cohetes. Nabuna’id y sus descendientes también estuvieron vinculados a la emergencia en el escenario del mundo antiguo de los persas, nombre dado a un conjunto de pueblos situados en la plataforma iraní y que incluían las viejas Anshan y Elam sumerias y la tierra de los Medos, responsables de la desaparición de Asiria. Fue en el siglo sexto a.e,a., que una tribu llamada los Asmodianos por los historiadores griegos emergió al norte de aquellos territorios, los invadió y los unificó para convertirlos en un poderoso imperio. Aunque racialmente son considerados indoeuropeos o arios, su nombre tribal derivaba de sus ancestros Hakham-Anish, que significa “Hombre Sabi”’ en hebreo semítico, un hecho que se atribuye a la influencia de judíos exiliados pertenecientes a las Diez Tribus que habían sido reubicadas por los asirios en esa región. Los Persas Asmodianos aparentemente adoptaron el panteón sumerio-acadio, que era semejante a la cultura Hurrian-Mitannian, lo que lo relaciona con los Vedas indoarios, escritos en sánscrito. 

HADAD, el Dios Luna Arameo

“La religión de los arameos, carecía de unidad, porque dada su dispersión en el tiempo y en el espacio, fueron adoptando las divinidades de los países en los que se asentaron. La onomástica, generalmente compuesta con el nombre de algún dios, los documentos cuneiformes asirios, la Biblia y los escritores grecorromanos, especialmente Luciano (De Dea Syria), son las fuentes principales para conocer sus ideas religiosas. Cuando a mediados del segundo milenio a.e.a., hacen su aparición en la historia (v. I) procedentes del desierto siroarábigo, su religión debía ser semejante a la de los demás semitas nómadas.
Los documentos a. más antiguos proceden de los s. x y ix a.e.a., y a partir de entonces ya podemos conocer directamente sus creencias: el dios de las tormentas, Hadad (v. Baal) junto con la Diosa madre (v. Astarté) eran las divinidades principales.
En las inscripciones del s. ix a.e.a., los dioses más representativos son: Hadad, dios de las tormentas, que trae las lluvias necesarias para la agricultura y representa el poder generador; Baalsamin, señor de los cielos, que puede ser otra denominación de Hadad (también conocido por Baal), o que puede ser también una divinidad distinta cada vez más identificada con la Sol; la Diosa lamas era la Sol femenina, y como se creía que durante la noche recorría el mundo subterráneo, se pensaba que lo veía todo y que, por tanto, representaba la justicia.
En Hierápolis (actual Mambiy) el dios principal era Hadad, cuyo culto acabó fundiéndose con el de la Sol; en Damasco, Hadad era conocido por Tab Rimmón (bueno es el Tonante), y el rey Ajaz (o Acaz) tomó su altar de modelo para el templo de Jerusalén; en IHamat del Orontes recibía el nombre de Wer o Mer; también en Alepo el dios principal era Hadad; su culto se difundió por todo el mundo grecorromano.
A la pareja formada por Hadad y Atargatis, se le atribuyó un hijo, Simio, que como todas las divinidades subterráneas y curativas era de sexo dudoso, por lo que a veces se le llama Simia, en femenino. Este dios joven fue asimilado a Asklepios o Esculapio; sus funciones eran semejantes al Résef cananeo, equivalente al Esmún fenicio que luego se equiparó a Mercurio.” (Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991).

THOT, Dios Luna egipcio

Los antiguos egipcios adoraban al Luna a través del Dios Thot. Thot es el nombre dado por los griegos, el  egipcio es Dyehuty

Características: Dios de  todo conocimiento, contador del tiempo. Era el escriba de los dioses, y por lo tanto patrono de los escribas. Era también el Dios-Luna y luce la corona combinada del creciente y la luna llena sobre la cabeza, y el mismo pico del ibis, curvado, tiene el mismo simbolismo lunar según Hart. Thoth  es el dios que da las “palabras sagradas”(nombre que dan los egipcios a los jeroglíficos), o palabras mágicas, que solo pueden ser conocidas y manejadas por los escribas, poseedores del conocimiento mágico.

El Dios Thot, desempeñaba un gran número de funciones, considerado un Dios lunar (con esta forma aparece representado algunas veces, portando una media luna encima de su cabeza de Ibis, pues simboliza el lado brillante de la luna que contiene la esencia de la Sabiduría creadora), también considerado el intermediario de los Dioses, Señor de la Escritura, de la Palabra y del Sabio pensamiento, actuaba como iniciador de los Misterios, también era el guardián de las puertas del inframundo y pesaba el corazón de los muertos para determinar su destino, como Dios del Conocimiento era el Sabio Maestro que confiaba los secretos de su arte a sus iniciados, a los elegidos de entre los humanos,  tuvo como misión iniciar en la tierra “la tradición perenne”, heredada de las jerarquías celestes, a los primeros faraones y sacerdotes  de Egipto.

También era el encargado de medir el tiempo y fue el creador del primer calendario, por lo que el primer mes lleva su nombre. Otra de sus funciones dentro de la religion egipcia era la de ser el arquitecto que conocía todos los trazados y la trayectoria de todas las cosas e inventor de la Lira (instrumento musical). 

JONSU
Nombre egipcio: jonsu (nsw) (otras grafías: Khonsu, Khonshu, Chonsu, Khensu, Khons).
Dios lunar en la religión egipcia asociado con la medicina era protector de los enfermos y el que ahuyentaba a los malos espíritus. También representaba la fertilidad de la Tierra, el poder germinador, y los nacimientos. Fue relacionado con el curso del tiempo.

EL DIOS Luna en el judaismo

El único de los veinte Patriarcas bíblicos que ha llegado a tener significación arqueológica ha sido Abraham. De los demás puede decirse –por afirmaciones bíblicas corroboradas por la arqueología que ni siquiera fueron monoteístas, por tanto no tuvieron a Yahvé por Dios. La Torá de esto no hace ningún misterio, y son varios los pasajes donde se hace esta afirmación.

Por ejemplo, en “Josué” se lee: “Y dijo Josué a todo su pueblo: Así dice Jehová, Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente de esotra parte del río, es á saber, Tharé, padre de Abraham y de Nachôr; y servían a dioses extraños” (Josué 24 – 2).
Mucho tiempo después, dice Jacob: “El es el Dios de Israel”. Ahora bien, “El” era un dios venerado en Caldea y en Canaán. El dios que los israelitas no aceptaron nunca fue “Baal”, pues era un dios solar.

La Biblia da precisiones en cuanto a la salida de Abraham de “Ur de los Caldeos” o Ur Kashdim (ciudad dedicada al culto de Nanna, dios lunar) para dirigirse a Harrán, a través del reino de Mari, viajando hacia el Norte. Abraham permaneció en Harrán hasta la edad de 75 años y luego Yahvé le ordenó dirigirse al Este.

Según los analistas, el punto de llegada –por ser posta de caravanas– debió ser Alepo; de allí, viajando hacia el Sur, llega a Sichem, propiamente “hasta la encina de Sichem”.

Allí se dirigió al oriente de la “casa de El” y edificó un altar a Yahvé.

Todo este itinerario ha sido analizado y desmenuzado cuidadosamente por exégetas y arqueólogos; especialmente después de las excavaciones de Mari donde se encontraron importantes tabletas cuneiformes –que datan del Siglo XVIII a.e.a., y que han cambiado la visión arqueológica del viaje de Abraham.

Durante las minuciosas excavaciones –y las dificultosas traducciones– se han presentado algunos curiosos episodios; como el hecho de que Abraham siguió el itinerario de los dioses lunares, pues todos los puntos de arribo de su largo viaje fueron importantes santuarios lunares.

En general los hebreos tienen una cultura lunar, y su propia semana de siete días (que nosotros usamos) corresponde a las divisiones del calendario lunar. Muchos años después –época de los Hiksos– se instalan en el Egipto Medio en proximidad a Hermópolis, la ciudad de Thot, el Dios Luna egipcio.

Ahora bien, Abraham –según lo especifica claramente Flavio Josefo en Antigüedades Judías– era astrónomo caldeo, por lo cual se hace evidente que viajaba en compañía de otros eruditos transportando instrumentos y conocimientos científicos que después insertaron en la Biblia.

Otro punto importante aportado por la arqueología es que Ur y Harrán poseían idénticos santuarios lunares dedicados al dios Nanna-Sin –símbolo masculino de la luna– pues al igual que para los antiguos egipcios, como los modernos alemanes y árabes, la Luna caldea era masculina. Un minucioso arqueólogo y exegeta es A. Parrot y de él citamos el siguiente ilustrativo pasaje: “No parece dudoso que muchos de estos nombres (Taré, Sara, Milka) parecen mantener la traza de antiguos cultos lunares, ya se trate del de Ur lo mismo que el Harrán. Esto no comporta ninguna dificultad porque en esta época de la historia bíblica (1500 a.C.) los Patriarcas eran politeístas. Este Dios Luna era, como sabemos, Nanna–Sin al que los caldeos representaban con el aspecto de un hombre venerable, con una tiara, barba larga, y con los atributos del poder en las manos, el bastón y el látigo. El abandonar Ur de los Caldeos, los patriarcas no se alejaron de su dios lunar porque en Harrán volverán a encontrarlo”.

La conclusión es que el séquito de Abraham incluía un conjunto de astrónomos inclinados a la religión lunar. Habiéndonos ubicado en esta remota antigüedad es interesante observar cómo el profesionalismo puede estar armonizado con una propensión religiosa. Ser astrónomo era entonces no sólo una actividad intelectual como lo es hoy, sino que también correspondía a una situación emotiva y religiosa. Esta inserción de los hombres en una “Cosmovisión” es uno de los rasgos característicos de los científicos de la antigüedad. El hombre por su emoción y su intelecto, se integraba al Cosmos.” (José Álvarez López)

Dios Luna de los inuit

Sila, Sla (o tla) o Silap inua.

            Los esquimales (nombre que viene probablemente de la palabra de los indios wabanaki eskimantsik “comedor de carne cruda”) se designan a sí mismos con el nombre de inuit, “hombres”, “propietarios” (de un lugar), en singular inuk, en Alaska yuit, en las islas Aleutianas unangan. Habitan hoy una región que se extiende sobre diez mil kilómetros, desde el extremo oriente de Siberia y desde las islas Aleutianas en el oeste hasta Groelandia oriental en el este. 

 En lengua esquimal, la noción clave del mundo sobrenatural con sus poderes, sus dioses y sus espíritus, es inua, posesivo de inuk, “hombre”, que significa “su señor, ”su persona”. Todo en la naturaleza y en el mundo animal tiene su “señor”, su protector sobrenatural (o su espíritu, o su divinidad). La divinidad suprema de la tierra y del cielo en los vastos territorios de los esquimales del este y del centro lleva el nombre de Sila (“aire”, “meteoro”, “mundo”, “inteligencia”, “sabiduría”), el de Hila entre los esquimales caribúes, y el de Sla (o Tla) o Silap inua ("señor de Sila") ente los esquimales de Alaska.

Tampoco tiene un lazo directo con el culto. Resumiendo toda la experiencia de la naturaleza, es representada por las fuerzas naturales, ante todo por el viento, la tempestad de nieve, las nubes y las lluvias, así como por el mar y la atmósfera, que desempeñan un gran papel en la vida del esquimal y son a menudo de una importancia decisiva en su vida de cazador y pescador. Por consiguiente, sobre todo en los momentos de gran peligro y necesidad, se recurre a esta divinidad suprema considerada como la instancia más alta y más susceptible de actuar sobre el destino, en general no le consagra ningún culto organizado. (Ivar Paulson)

Dioses lunares en diferentes continentes

América del Norte y del Sur

masculino Coniraya, religión  inca)
Alignak. masculino
Igaluk, masculino
masculino Tarqiup Inua

Mesoamérica

masculino Tecciztecatl see Metztli
Awilix femenina y masculina
Ixbalanqué masculina

Antiguo Cercano Oriente

Dioses del Luna masculinos
Ta'lab masculina
Wadd masculino
Yarikh masculino
Napir masculino
Kaskuh masculino
Kusuh masculino
Sin masculino
Aglibol masculino

Europa

Ealadha masculino
Meness masculino
masculino Mani
Yarilo masculino

Asia

masculino Chandra o "Indu '
Soma masculino

África

Khonsu masculina
masculino Thoth
Arebati masculino
Kalfu masculino

Oceanía

Kidili masculino
Papare
Avatea masculino
Fati masculino
Marama masculino
Ngalindi masculino



LA DIOSA MADRE EN LAS ISLAS CANARIAS-V-II





Volumen V

CAPITULO-II


PANTEON DE LA IGLESIA DEL PUEBLO GUANCHE

DIOS LUNA ACHUGUAYU


Eduardo Pedro García Rodríguez



ACHUYUAYO, DIOS LUNA - DIOSA LUNA

La religión griega tiene sus orígenes en los pueblos libios del norte de África, uno de los detalles mas significativos es la identidad casi total que se encuentra entre los atributos, títulos y características de la Diosa griega Athenea con la más antigua Diosa cartaginesa Tanit.

           
Como hemos expuesto, la desecación y desertización del Sahara provoco emigraciones en todas direcciones de la población asentada en esas latitudes en épocas anteriores al tercer milenio (a.e.a.). El clima benigno y las abundantes lluvias de esta zona proporcionaban las condiciones idóneas para ser el asiento de importantes civilizaciones perdidas cuando comenzó su desertización. Algunos piensan, con cierta justificación, que la mítica Atlántida pudo estar ubicada en la parte norte del Sahara.
           Las emigraciones se produjeron en tres direcciones principalmente: al norte, hacia la isla de Creta y Grecia por el este; la Península Ibérica y las costas del mar de norte por el oeste; y hacia el sur, hacia la cuenca del Niger. Tanto en un lugar como en el otro florecieron culturas muy desarrolladas con cultos religiosos muy similares. En la cuenca del Niger subsisten actualmente restos de estas culturas y religiones en sus formas más primitivas. La permanencia tanto tiempo de estas culturas fue debida principalmente a la gran dificultad que los frondosos e inhóspitos bosques ecuatoriales planteaban a las invasiones externas, y en particular freno la caballería musulmana que en la época de la expansión del Islam llego hasta sus límites por el norte.
         Unos ejemplos interesantes que ilustran esta idea del parentesco entre la religión griega pre-helenica y las religiones africanas del sur del Sahara, es el de los Akanos, pueblo de la actual Ghana, y también la religión de Ifa, de los Yoruba, que es una etnia de la actual Nigeria. Nos centraremos en describir el sistema social de los Akanos, pues el de los Yoruba es muy similar, para ver la similitud con el sistema social imperante en la grecia pre-helenica y en general en los pueblos mediterráneos antes de las invasiones de los pueblos arios-patriarcales procedentes del centro de Europa.
         Entre los Akanos hay varios cultos diferentes que son el reflejo de sistemas sociales distintos y que son fruto de la evolución mayor o menor de los diferentes grupos que los componen. En el que parece más antiguo, se adora la Diosa Luna con el nombre de Ngame. Los atributos de esta Diosa en nada se diferencian de la cartaginesa Tanit, o de la libia Neith, también son iguales a los de la cananea Anatha o a la griega Athenea. La tradición sobre Ngame la hace madre de los cuerpos celestes (estrellas y planetas), de los animales y de la humanidad. La sacerdotisa de Ngame es la Madre de todo su pueblo, tribu o nación, su guía y su juez.
         Cuando aparece una inestabilidad o tensión social de cierta envergadura, que puede ser debido a una sobrepoblación, a luchas políticas, etc., el partido perdedor deberá abandonar el reino, pero lo hará dirigido por una princesa de sangre real. Esto debe hacerse así pues sólo las princesas reales pueden canalizar la magia de Ngame (magia lunar) y bajo su mando el grupo se asienta en otro lugar. Este proceso dio lugar a diferentes federaciones de ciudades-estado, similares a las que se encontraban en la grecia pre-helenica.
         Un segundo tipo de culto, que se supone más moderno que el anterior, resulta de la fusión entre los pueblos Akanos que hemos descrito antes con tribus de pastores patriarcales el Sudan, que poco a poco fueron emigrando hacia zonas más ricas en pastos a medida que África sufría el mayor desastre ecológico del planeta como fue la formación del desierto del
         Sahara. Estas tribus de origen sudanés eran adoradoras de Odomankona, una forma de Dios-padre que refleja su carácter patriarcal. Estos pueblos habían tomado de los sumerios la semana de siete días dedicada a los siete dioses planetarios o titanes. Estos cultos se introdujeron entre los Akanos mediante la formación de parejas o matrimonios entre cada uno de los titanes y alguna deidad femenina local, formando así un conjunto de 14 dioses, por parejas 7 masculinos y 7 femeninos, o bien de siete dioses con un doble aspecto masculino y femenino cada uno de ellos. Esto mismo también se aprecia entre los Yoruba de Nigeria. La aceptación de las tribus patriarcales se condicionó al sometimiento de estas al poder supremo de la Diosa - Madre Ngame o Diosa Luna y por tanto aceptando el poder supremo de su sacerdotisa. Las nuevas tribus debían proporcionar como tributo a la sacerdotisa un compañero anual como Rey-sagrado, necesario para la ejecución de los ritos de la fertilidad. Al acabar el año, el Rey debía ser ritualmente sacrificado y sustituido por otro, siguiendo el ciclo de muerte y resurección que vemos en la naturaleza vegetal. Una evolución de este tipo de culto se produce cuando algunos reyes sagrados se sienten suficientemente poderosos para evitar ser sacrificados al final de su mandato anual y de ser un simple representante de Odomankona consortes de la Diosa Luna, pasan a ser un verdadero Dios Luna. Al llegar a este grado de la evolución social, el rito se realiza de una forma fingida, y por un día se entroniza a otra persona que ocupara el cargo del Rey durante ese día, al final será sacrificado como sucedía en el rito del Dios fenicio Baal-Hamman. Una vez sacrificado el Rey sustituto, el verdadero Rey podía reaparecer de nuevo y reinar otro año.
           El grado mas evolucionado de este sistema social es el de algunas tribus donde los Reyes-sagrados han conseguido tantas adhesiones o lealtades, (fruto de su prolongado mandato o bien por que los emigrantes han conseguido imponerse a los nativos por la fuerza) que consiguen eludir su sacrifico ritual y perpetuarse. Es entonces cuando se proclaman Dios-Sol, (como hizo el faraón egipcio Akhenaton), independizándose por completo de toda dependencia tutelar de la Diosa Luna y se inician las dinastías patriarcales. A partir de este momento la Luna pasa a ser una deidad inferior y ya nadie podrá discutir el poder del Rey-Sol; el resto de los dioses planetarios, en cuanto que representantes o estandartes de los diversos gremios o estamentos de la sociedad, tienen que rendir obediencia al nuevo Rey-So, del mismo modo que antes tuvieran que hacerlo a la Diosa-Madre-Luna. Es llegado este momento de la evolución social que se abre camino libre para el monoteísmo masculino y aparecen dioses "creadores", capaces de "construir", "formar" un universo mediante algún esquema que englobe alguna forma de racionalidad; no "procreadores", es decir capaces de "parir" de forma espontánea un universo en forma "mágica" sin esquema ni artificio lógico, como se supone que es la capacidad procreadora de la mujer, tal y como se evidencia en el momento del parto.
         Este proceso o evolución en parte social y en parte política se pone de manifiesto en muchos de los mitos que nos han llegado hasta nosotros de la antigua grecia, un ejemplo que lo ilustra es el del segundo nacimiento de Athenea. Como se sabe Athenea, la diosa de las artes, la técnica, etc. era de origen libio-bereber y paso a Grecia quedando como patrona de Athenas después de luchas civiles entre diversos partidos. Athenea era hija de Metis, la Titanide del 4º día, la diosa prehelenica que se había emparejado por la similitud de sus atributos con el Titán del 4º día (miércoles, o cuarta feria), Mercurio o Hermes. Esto viene a significar que la cultura y la técnica, atributos de Athenea eran de origen prehelénico y  titánico (fusión de los conocimientos que tenían los habitantes nativos y los emigrantes de asia menor de religión astral). En el mito Olímpico ( es decir en la redacción del mito como se hizo tras la derrota de los Titanes por los Dioses, una vez el poder de las tribus arias patriarcales es asegurado), Zeus se traga a Metis y Athenea renace de la cabeza de Zeus, dicho con otras palabras, los aqueos (Zeus) hacen desaparecer todo rastro de culto de Metis, una vez que sus partidarios han sido derrotados tras la guerra civil, pero perdonan a Athenea, pues había traicionado a los Titanes y ayudado a Zeus en esa guerra. Pero para no dejar rastro de la dependencia, ni siquiera intelectual, de Athenea respecto de su madre autentica Metis, además de la sustitución del sacerdocio femenino que era tradicional en el culto de Athenea, por otro masculino, elaboran la falsa astucia teológica del segundo nacimiento de la diosa a través de la cabeza de Zeus, es decir que la nueva vida que se concedía a Athenea quedaba justificada como fruto de ese renacimiento, precisamente a través de la cabeza de Zeus y no de otro órgano biológico mas apropiado al caso, como diciéndonos con toda claridad, determinación y patriotismo ario, que los conocimientos y la cultura que debía patrocinar y expandir la nueva Athenea, eran arios pues procedían de Zeus, no de Metis ni de ningún otro origen titánico. Esta reelaboración o falsificación descarada de la historia de Athenea no tiene otro objeto que mostrar el poder ario patriarcal supremo sobre el matriarcal (Metis) y marca el punto de culminación de la evolución entre el ocaso del poder femenino y el surgimiento del poder masculino que se ha simbolizado con la evolución entre el culto a la Diosa Luna y su sustitución por el Dios Sol en diversas culturas cuya relación parece más ilustrativa.
ESTUDIO EN TORNO A METIS:  Un estudio completo de la metis griega abarcaría todos los planos en donde ésta aparece, tan distintos unos de otros como pueden serlo una divinidad acuática, los saberes de Atenea y Hefesto, de Hermes y Afrodita, de Zeus y Prometeo, una trampa de caza, una red de pesca, el arte del cestero, del tejedor, del carpintero, la maestría del piloto, el olfato del político, el ojo clínico del médico, las artimañas de un personaje retorcido como Ulises, las vueltas de un zorro y la polimormía del pulpo, el juego de enigmas y adivinanzas, el ilusionismo retórico de los sofistas. Se trataría de atravesar todo el universo cultural de los griegos en toda su extensión, desde sus más antiguas tradiciones técnicas hasta la organización de su panteón. Opera en todos sus niveles, lo recorre sus múltiples dimensiones, desplazándose continuamente de un sector a otro para descubrir allí, a través de documentos en apariencia heterogéneos, una misma actitud de espíritu, un mismo modelo del modo como los griegos se representaron un cierto tipo de inteligencia 'comprometida con la práctica', enfrentada a obstáculos que debía dominar utilizando la astucia para lograr el éxito en los ámbitos más diversos de la acción.

         En “Los juegos de la astucia” nos encontrarnos que en plano del vocabulario metis designa, como nombre común, una forma particular de inteligencia, una prudencia astuta; como nombre propio, una divinidad femenina, hija de Océano. La diosa Metis, personaje que podríamos creer bastante desdibujado, parece estar confinada a los papeles de comparsa. Primera esposa de Zeus, apenas se encontraba embarazada de Atenea fue devorada por su marido. Relegándola a las profundidades de su vientre, el rey de los dioses puso fin a su carrera mitológica. Sin embargo, en las teogonías atribuidas a Orfeo, Metis figura en primer plano y aparece en el origen del mundo como una divinidad primordial.

         En la larga historia de la metis podemos comenzar interrogando a nuestro primer testigo: Homero. El pasaje de Homero más apropiado para revelar la naturaleza de la metis figura en el canto XXII de La Ilíada, en el episodio de "Los juegos". Todo está preparado para la carrera de los carros. El viejo Néstor, modelo de sabio, consejero experto en metis

prodiga a su hijo Antíloco sus recomendaciones. El muchacho es aún muy joven, pero Zeus y Poseidón le han enseñado "todos los modos de utilizar los caballos". Por desgracia sus corceles no son muy rápidos; sus oponentes han tenido mejor fortuna. El joven parece encaminarse hacia una derrota. Cómo podría vencer a adversarios que disponen de bridones más rápidos, mientras él conduce animales mucho más lentos. En este contexto es donde está en juego la metis. Poco favorecido por sus corceles, Antíloco, como verdadero hijo de su padre, porta en sus alforjas más artimañas de la metis de lo que pueden imaginar sus oponentes. "A ti, pues, hijo mío -le dice Néstor-, a ti compete ejercitar una metis múltiple para no dejar escapar el premio". En el caso de Antíloco, su metis de auriga le sugiere una maniobra, más o menos fraudulenta, que va a permitirle invertir una situación desfavorable y triunfar sobre otros más fuertes que él. "Quien conoce diversas tretas, incluso aunque conduzca caballos mediocres, se alzará con la victoria."

Por insustancial que pueda parecer, el episodio ilumina, sin embargo, ciertos caracteres esenciales de la metis. En primer lugar, la oposición entre el empleo de la fuerza y el recurso a la metis. El éxito que procura la metis se reviste así de una significación ambigua: según el contexto, podrá suscitar reacciones contrarias. Unas veces podría verse en él el producto de un fraude, cuando no se han respetado las reglas del juego; otras, provocará una admiración tanto más generosa en cuanto la sorpresa ha sido mayor, pues el débil, contra toda esperanza, ha encontrado en el recursos suficientes como para someter a su arbitrio al más fuerte. En ciertos aspectos la metis se orienta del lado de la astucia desleal, del engaño pérfido, de la traición, armas despreciables propias de mujeres y cobardes. Pero, en otras aparece como más digna que la fuerza; en algún aspecto es el arma absoluta, la única que en toda circunstancia tiene el poder de asegurar la victoria y la dominación sobre el otro, sean cuales fueren las condiciones de la lucha.

Veamos en las obras de nuestro segundo testigo -Opiano- otro aspecto de la metis. En el "Tratado de la pesca " y en el "Tratado de la caza" somos introducidos en un mundo de trampas. Trampas son los anzuelos, las redes, las nasas, los lazos y los garlitos, e incluso trampas son también, en cierta manera, los animales y los hombres que aparecen, a su vez, como cazadores o presas. En todos estos tratados hallamos continuamente los vocablos 'dolos', 'techné' y 'mechané', asociados al de metis. No es norma universal que el pez grande se coma al chico: "aquellos que no han sido provistos de algún aguijón acerado para defenderse poseen como armas los recursos de su inteligencia fértil en ardides y estratagemas y logran que perezca -por ejemplo- un pez que por su talla y su fuerza les es muy superior. Los débiles y frágiles no están vencidos de antemano. Los cangrejos de río son pequeños y su fuerza, escribe Opiano, guarda relación con su talla." Sin embargo, gracias a sus artimañas, aciertan a matar al lucio, uno de los peces más vigorosos.

La obra, llena de ejemplos junto con el sagaz análisis que de los mismos hacen los autores causa admiración y sorpresa al neófito en este mundo de la metis griega.

En "Los combates de Zeus" encontramos otro nivel de la metis. Las divergencias entre las dos tradiciones legendarias no hacen más que subrayar con fuerza la constancia del tema de la astucia en el corazón de los mitos de soberanía Hesíodo y Esquilo están de acuerdo al reconocer en Prometeo este mismo tipo de inteligencia retorcida, esta misma potencia falaz que los griegos designan con el nombre de metis. Para uno y otro, el titán no es solamente el prodigioso malvado, capaz de encontrar una salida incluso a lo inexplicable, el maestro en ardides y en proyectos fraudulentos, que guarda siempre en su cabeza su ciencia de trampas y  celadas; es también el único que puede competir en astucia con Zeus, utilizar con el engaño, oponer al rey de los dioses metis contra metis.

En Esquilo explícitamente el tema del dolo -a la vez astucia, trampa y lazo mágico que se opone a la simple fuerza y confiere el éxito en las luchas por la soberanía se encuentra en todos los relatos míticos de los combates que Zeus debe sostener para alcanzar la cúspide del poder. o como el 'sueño' -hypnos- es una divinidad poderosa y temible. Lanza sus mágicas redes sobre todo ser animado, sobre el pensamiento más rápido y el más ágil de los espíritus; todo ser que se mueve, y tan pronto como a aquel te viene en gana, es ligado con sus cadenas invisibles, semejantes a las que su hermano gemelo, 'Thanatos' -la muerte- aplica a los mortales para no librarlos jamás. Sólo existe una divinidad contra la que su poder de atar se muestra impotente, puesto que la metis de ese dios no conoce el reposo ni el desfallecimiento. "Pero a Zeus, hijo de Crono, no puedo acercarme ni dormirlo, salvo si me lo ordena él mismo."

Las armas humanas de la metis -redes, nasas, trampas, lazos, cepos, todo aquello que es trenzado, tejido, urdido, ajustado o maquinado- tienen como réplica en el universo de los dioses la ligadura mágica, invisible, irrompible. Un ser divino no puede perecer; solamente ser atado.

Así, una tradición órfica pinta a Crono tumbado y roncando después de haber probado la "pitanza engañosa" que Zeus te había hecho gustar engañándole con el atractivo de la miel, o balanceando indolentemente su cabeza encadenado por los lazos de Hypnos, que domina a todos los seres.

Para Opiano las sepias ponen en práctica su estratagema de la manera siguiente: ponen cerca de la cabeza la tinta negra, licor más obscuro que la pez, especie de filtro mágico que provoca una nube tenebrosa. Cuando lanzan esta bruma nocturna, "la negra nube de ese líquido enturbia el agua en todo su alrededor y disimula los caminos del mar", "al mismo tiempo que hacen imposible toda visión". De esta manera, a través de la aporta que ellas mismas han creado, las sepias encuentran su propia salida. "Se escapan rápidamente a través de la vía que ellas crearon." Es curioso encontrar en este texto de Opiano, a propósito de la sepia que extiende por la noche en el seno de las aguas, la conjunción de los sentidos de "poros": por una parte, el medio para salir de una dificultad, estratagema de un ser astuto dotado de metis; y por la otra, camino, paso, travesía.

Otro nivel o modalidad de la metis; se refieren al contacto de la inteligencia astuto de carácter técnico y de origen mágico que es en donde viene a situarse la invención del bocado y su víctima, Pegaso. Conforme a la tradición hesiódica, el caballo que se resiste ante Belerofonte es un animal maravilloso: Pegaso es hijo de la Gorgona. Nacido en la frontera donde brotan las aguas ctónicas, Pegaso es una criatura de Poseidón, cuya imagen mítica se sitúa en un conjunto de representaciones que se extiende desde Gorgo, de cabeza equina, hasta Demeter Erinys de Talpusa. Aparece aquí el caballo como potencia ctónica, orientado hacia el mundo infernal y las fuerzas de la fecundidad que ocultan las aguas dulces y las fuentes saltarinas; el fulgurante palafrén asociado a los vientos, a las nubes, a las tempestades; el caballo en cuanto animal belicoso, como potencia guerrera. Jenofonte emplea a propósito de un corcel nervioso y lleno de ímpetu el epíteto "gorgós": terrible, inquietante. En este contexto hipológico, el vocablo comporta una cierta ambigüedad. Ciertamente -como lo notan algunos lexicógrafos- es cualidad propia del caballo de raza tener un ojo lleno de fuego. El mismo adjetivo cubre un campo semántico mucho más vasto "gorgós" connota otros valores, como el

fulgor de las armas, la virtuosidad deslumbrante del atleta, el furor guerrero que transforma un rostro humano. En la palabra "gorgós" se contiene la imagen de una mirada de gorgona que descubre el dominio de las fuerzas demoníacas, y coincide con lo que Jenofonte --en el mismo tratado de hipologiá- llama "un no sé qué de misterioso" -daimónión ti- que equivale casi al margen de incertidumbre que un valiente comandante de caballería puede admitir en el arte ecuestre.

Todas estas indicaciones sugieren que la Gorgona traduce en el pensamiento griego un aspecto esencial del caballo. Por toda una serie de comportamientos, por su nerviosidad, sus relinchos, por la espuma de su boca y el sudor de su pelambre el caballo aparece como un animal misterioso e inquietante; es una fuerza demoniaca.

En el pensamiento religioso existe entre el caballo negro de furor, la Gorgona y el poseso afinidades muy notables que algunos helenistas -Jeanmaire entre otros- habían notado desde hace tiempo. El poseso es 'como montado' por una potencia misteriosa que le gobierna con bridas y los sonidos desarticulados que poseen ciertos epilépticos evocan el relincho esa terrible risa del caballo-; en su rostro convulso creeríamos reconocer la máscara de la Gorgona. Jenofonte lo expresa en términos explícitos: "los posesos manifiestan la mirada monstruosa de la Gorgona, una voz terrible, una fuerza sobrehumana. Cuando Orestes se ve amenazado por la obscura presencia de las Erinias, hermanas de la Gorgona, se siente como arrastrado por caballos desbocados. "Es como si mis caballos, en el giro de la pista se salieran de ella repentinamente". Vemos captado el pensamiento griego referido a la metis en la disputa de Atenea y Poseidón: "la inteligencia de un auriga dotado de metis es el verdadero gobernalle que dirige el carro" recurriendo a una fórmula inédita de dos carros enfrentados en lugar de dos caballos que colaboran en mismo tiro. Este plenamente la diferencia de medios de acción que fundamenta la pareja de Atenea y Poseidón en el ámbito ecuestre.

        Siendo Atenea la que inventó el primer navío conocido por los hombres, ya fuera el de Danao o el que sirvió de embarcación a Jasón y a sus compañeros. En fin, múltiples indicaciones nos hablan de una Atenea singular que lleva el nombre de un ave marina: Aíthyía. A partir de estos últimos datos y buscando precisar la naturaleza de este pájaro es como podríamos dibujar los primeros trazos del contorno en que van a inscribirse los diferentes rasgos de una rica del mar.

        Ya en los primeros principios de su descripción de Grecia, Pausanias señala en la costa de Megara la existencia de un promontorio que domina el mar. Es la atalaya de Atenea Aithyía. Enseñar a navegar, abrir un camino sobre el mar, apartar la luz en una noche tempestuosa son otras tantas modalidades de intervención que podrían parecer disparatados y a primera vista incompatibles con Atenea. Ahora bien, son precisamente estos medios de acción los que vienen a ilustrar los datos míticos y las tradiciones épicas relativas a una Atenea marina.

        Mostrarse previsor, dar pruebas de constante vigilancia, gobernar la nave por el mejor rumbo, tales son algunos de los aspectos esenciales de la metis del navegante. "Ningún marino -señala Platón- puede conocer el secreto de la cólera o de la benevolencia del viento; por eso debe permanecer sin cesar al acecho, sin dejar dormir jamás a sus párpados". "Si el piloto quiere realmente mostrarse hábil dirigiendo su embarcación, debe necesariamente prestar toda su atención al tiempo, a las estaciones, al cielo, a los astros y a los vientos".Ahora bien, todas las intervenciones de Atenea se sitúan al lado de su inteligencia artera y técnica, en la cual, la hija de Zeus puede legítimamente reconocer un reflejo de su propia metis.

       La Atenea del mar -"corneja marina"- como la blanca diosa Leucotea, no aporta al navegante una salvación absoluta y misteriosa; su acción no se afirma tampoco en ese juego contrastado del blanco y del negro que caracteriza a la intervención de los Dióscorus. Ya se ponga al lado del piloto para abrirle un camino sobre el mar o envíe un ave, instrumento eficiente para franquear los abismos, Atenea se manifiesta en el mundo marino por el ejercicio de una inteligencia navegadora que sabe trazar su rumbo correctamente sobre el mar actuando con astucia frente a los vientos y el movimiento de las olas.

Artesanos metalúrgicos de deletérea mirada, de rasgos perpetuamente malvados. Potencias primordiales en las tradiciones rodias, los telquines se hallan en el centro de una configuración mítica que en el orden sintagmático despliega los episodios de sus aventuras en Rodas y Ceos, y en el paradigmático muestra el conjunto de conexiones y relaciones que los asocian, por una parte, a las divinidades metalúrgicas vecinas: Sintios, Dactilos, Cabiros y Hefesto, y por otra, a las potencias primordiales del elemento marino: Proteo, Tetis y Psametea.

Pero, ¿qué son los telquines? Los telquines son hijos del mar, sus aventuras se localizan en las islas como Rodas o Creta; aparecen finalmente, como seres anfibios que a lo largo de su metamorfosis adoptan la forma de animales marinos. "Se parecen se nos advierte unas veces a démones, otras a humanos, finalmente, a peces o a serpientes."

Sin entrar en el detalle de los problemas textuales que plantea el tenor de este testimonio podemos resumirlo en los siguientes términos: ciertos telquines no tienen brazos ni piernas y sus dedos son palmeados como los de un pato. Se dice también que poseen una mirada brillante y cejas negras. Si este último rasgo hace referencia, evidentemente al poder mágico de los telquines, los otros dos dibujan en su complementariedad una forma animal que viene a ilustrar la capacidad metamórfica de estos seres, más precisamente las últimas formas evocadas por Suetonio: peces o serpientes. “Estar desprovisto de brazos o piernas era para los naturalistas antiguos un rasgo característico de los peces, esos animales cuyo cuerpo es un tronco continuo desde la cabeza hasta la cola”. Ahora bien, los seres pisciformes de los que habla Suetonio poseen también entre los dedos una membrana “como los patos” y sus dedos palmeados se hallan directamente unidos al tronco. Sólo un animal responde perfectamente a esta descripción: la foca, el mamífero pisciforme cuyo cortos pies en forma de aletas natatorias se hallan provistos de cinco dedos, rodeados de piel. En la Historia de los animales Aristóteles describe a la foca como un animal anfibio: "Por una parte, no absorbe el agua, sino que respira, duerme y cría a sus pequeños sobre la tierra firme, manteniéndose cerca de la orilla como si perteneciera al género de los animales provistos de pies, mas por la otra, pasa la mayor parte de su tiempo en el mar; de allí obtiene su alimento y en consecuencia debemos clasificarla en la clase de los animales marinos.” Dividida entre la tierra y el mar, localizada preferentemente en la orilla, en esa porción de tierra que bordea el mar, la foca no puede asumir ese doble género de vida sin gozar de privilegios morfológicos que la autoricen a formar parte del género de los peces al igual que del de los animales terrestres.

       Insistiendo: Aristóteles insiste sobre la semejanza de estos mamíferos anfibios con la especie humana: por una parte la foca alumbra a sus pequeños en cualquier estación, “como lo hacen los hombres”; y, por la otra, “si la hembra se parece a las cerdas por sus órganos genitales, en todo lo demás es como una mujer”. (Jorge Serrano).














miércoles, 30 de octubre de 2013

LA DIOSA MADRE EN LAS ISLAS CANARIAS-V-I





Volumen V

CAPITULO-I


PANTEON DE LA IGLESIA DEL PUEBLO GUANCHE

DIOS CHAYUGA, PROTECTOR DE LA NATURALEZA


Eduardo Pedro García Rodríguez

Chayuga. m. Tf. desús. Reí. Idolillo de barro colocado en el oratorio de Chinguaro, Güímar.
§ «Chayuga, Tfenerife], "Nombre del idolillo de barro colocado en el oratorio de Chinguaro", Güímar» [Bethencourt Alfonso (1880) 1991: 235].
§ «Eran venerados en sus respectivos templos o cuevas santuarias, en cuyo fondo los colocaban sobre una [sic] majano metidos en groseras hornacinas o nichos de piedra tosca, adornando el altar con flores y ramaje. La tradición conserva los nombres de algunos Chayuga, o sease el santito del templo de Chinguaro, que ocupo cierto tiempo la Diosa Chaxiraxi según fray Alonso de Espinosa, que enramaban con laurel y retama florida; Saguañic, idolillo del oratorio de Igueste de Candelaria, y Sagate, de otro de Arafo, ambos ataviados con hojas de haya y de palmera. (Bethencourt Alfonso (1911) 1994b:271)

-[J-W-G] ta-jiwag-ah>cajuga.n.vb.f.col.”floracion” (Ignacio Reyes García, 2011).

Como todos los pueblos de la antigüedad, nuestros antepasados guanches temían a las fuerzas de la naturaleza. En su imaginación toda la naturaleza estaba poblada por demones y espíritus  que decidían sobre la vida de los hombres.
Todas las actividades económicas: las agrícolas, ganaderas, de tejido, de caza y otras, tenían un espíritu protector. 

Definición de Idolo:

“Imagen a la que se adora y rinde culto como una divinidad en sí, y no como una representación de ella.” Exactamente lo que hacen ciertas confesiones religiosas como la católica, aunque esta a sus ídolos los denomina como estatuas, figuras, tallas etc., en cambio a las imágenes de otras confesiones aunque están hechas de la misma materia y cumple las mismas funciones dentro del credo propio, son denominadas peyorativamente como ídolos.

En Canarias a raíz de la invasión y conquista española el fanatismo católico desato una furibunda cruzada iconoclasta contra la estatuaria de la Iglesia del Pueblo Guanche, ya desde los primeros sermones de los frailes predicadores inducían a los oyentes a la destrucción de las imágenes autóctonas al tiempo que imponían la veneración de las propias. Lo curioso es que esta secta religiosa durante el siglo VIII había negado el culto a las imágenes, las destruía y  perseguía a lo que las veneraban, siguiendo los dictados de León el Isaúrico quien lo consideraba idolátrico su culto. Pero en el concilio de Nicea en el 787 la secta católica restableció el culto a las imágenes, naturalmente a las propias, las de otras, fueron y son demonizadas, y desde los pulpitos los sacerdotes católicos incitaban a los fieles a la destrucción no solo de las imágenes del rito guanche, sino que adema invitaban inducían a la destrucción de los panteones funerarios de nuestros ancestros, pues según ellos eran “obras del demonio.”
La Iconoclastia fue una corriente religiosa dentro del judeo-cristianismo que se enfrentó a la ortodoxia en Bizancio, en los siglos VII-IX.
Esta corriente nació en Asia Menor, posiblemente por influencia del Islam, que rechaza la representación de figuras humanas. Los Iconoclastas eran contrarios a la veneración de imágenes de santos y de la Virgen, al considerarlo una muestra de paganismo.
El emperador León III, primero de la dinastía Isáurica, provenía de Asia Menor y era un iconoclasta. Ordenó la retirada de las imágenes, hallando resistencia entre los monjes cristianos  y buena parte de la población de la parte europea de su imperio. Tuvo que sofocar motines de los iconódulos (partidarios del culto a las imágenes).
Su sucesor, Constantino V, tuvo que vender a un cuñado iconódulo que le disputaba el trono. Cuando se afianzó en el, y apoyado por el prestigio que le dieron sus victorias militares contra el Islam, pudo desatar la represión contra los principales iconódulos, disolviendo monasterios y encarcelando a los más recalcitrantes. Durante los siguientes reinados, hubo una pugna constante entre Iconoclastas e Iconódulos, los primeros tenían su fuerza en el ejército y en Asia Menor, los segundos entre los monjes, sus partidarios y la población de la parte europea del Imperio. Esta lucha duró hasta el reinado de Miguel III, durante el cual se restableció el culto a las imágenes.
 “En el judaísmo e islamismo, la creación de cualquier cosa que represente a la divinidad está estrictamente prohibida, bajo la idea de que darle forma manifiesta idolatría. En el catolicismo ha existido una aceptación casi general de las imágenes pictóricas o esculpidas de Jesucristo y los santos, cuyos líderes religiosos suelen negar que esto derive en una veneración supersticiosa de los objetos; en realidad, la terminología “ídolo”, en el cristianismo, hace referencia a otro tipo de imágenes, mientras que para las imágenes de Yahvé y los santos se utiliza el término de icono, sobre todo en las Iglesias orientales y, sencillamente, de imagen, en el catolicismo romano. El prostentatismo y las confesiones cristianas que de él se derivan rechazan las imágenes de los santos y la de Jesucristo.
Por otra parte, en el neopaganismo, budismo, el hinduismo y el jainismo, las imágenes de deidades son comunes, no obstante muchos seguidores de estos credos argumentan que ellos no adoran el ídolo u objeto material en sí mismo, sino a la entidad espiritual que representa y que el objeto físico, como tal, carece de vida.” (Wikipedia).
Chayuga, Dios paredro cuidador de la Naturaleza.
Los dioses de la Naturaleza en la antigüedad:
A igual que la iglesia católica y otras religiones universales, cuentan con una serie de dioses menores, protectores personales o de corporaciones los cuales ejercen funciones de patronos o protectores, como p. ej. San Benito, protector de las cosechas y los campesinos, Santa Cecilia protectora de la música y los músicos,  Santa Lucía, protectora de los ciegos, etc., la Iglesia del pueblo Guanche también recoge en su teogonía a una serie de espíritus o dioses intermediarios entre la Diosa-Madre y los hombres. Estos espíritus, como hemos dicho extienden su acción benéfica o maléfica, no sólo entre los seres humanos y los elementos de la vida cotidiana, sino que la hacen extensivas a todos los aspectos de la naturaleza. Estos espíritus o maxios son conocidos por diferentes denominaciones  en cada  isla.
Aunque la Diosa Madre tiene un papel trascendente, aquí a los dioses paredros se lo considera como algo menos importante, pero tienen la misión de sostener el equilibrio necesario para obtener armonía y tienen su propio poder y gran sabiduría.
Enki (Ea): dios sumerio de las Aguas, la fertilidad y de la sabiduría. Surge del caos húmedo, de las aguas marinas, e impregna a la Tierra y da vida a los seres que la pueblan. Llamado Ea por los acadios. El Guardián de las leyes divinas y del ME (el orden sin el caos, el gran atributo de la civilización el poder de los dioses).  Su ciudad era Eridu. Adonis (griego), El es Dios de la vegetación. Anubis (egipcio), Dios de la Protección. Pan (griego), Dios de la naturaleza y los bosques.

La Naturaleza nos plantea un desafío: explotarla para poder vivir pero no destruirla para poder seguir viviendo. La tala de los grandes bosques en forma indiscriminada trae consecuencias no sólo para nuestra región sino para todo el planeta. Con su destrucción todo será desierto. En estos momentos ya estamos observando sus efectos devastadores: hay modificaciones en el ritmo de las lluvias, hay sequías e inundaciones, hasta el aire que respiramos está alterado. Todo se enrarece y se transforma para perjuicio nuestro y de las futuras generaciones.

Nuestro antepasado guanche,  siempre se interesó por la naturaleza y por todo lo que en ella ocurría, se ocupó de cuidar su hábitat y hasta generaba ritos que se referían a su cuidado y protección, como es el caso de los dioses y espíritus protectores de la naturaleza: Chayuga, cuidador del monte, de la llanura, de los animales, de las aguas de las fuentes, nacientes y barrancos, así como de los animales silvestres.
Los pueblos africanos como el guanche tenemos hacia los fenómenos naturales, hacia la Sol, el Luna, las estrellas, hacia las montañas, los ríos, mares y árboles, un gran respeto sacro, que desde siempre nos ha inducido venerar a los árboles porque pensamos que, tanto ellos como los animales son primos nuestros hijos de una misma creadora.
Nuestros ancestros tenían una visión distinta de la naturaleza, así frente a cualquier circunstancia que pudiera romper el equilibrio, ellos tenían su propia respuesta. Volver a la naturaleza y ser respetuosos con ella como nuestros antepasados que con precaución utilizaban sus frutos. Volver a las fuentes, a la sabiduría ancestral, milenaria, telúrica, cosmogónica y práctica.

En perfecta simbiosis con el paisaje vegetal, camina cual filósofo peripatético el divino Chayuga, centinela insomne del bosque virgen que enmarca de esmeralda  las cumbres de nuestras islas.

La barba y la melena del dios caen lacia y ondulante hasta sus pies, cual muro verde y ondulante. Su mirada portentosa penetra hasta el confín del bosque más espeso y más umbrío en la límpida claridad solar, en la tenue luminosidad lunar o en la noche más hosca y tempestuosa. A veces, permanece inmóvil, es que contempla jubiloso: a los excelsos artífices que elaboran en los talleres íntimos de cada vegetal, los bocetos armoniosos, los crisoles donde los químicos plasman gama infinita de colores; los pinceles fantásticos que dan tonalidad con exacta dimensión a cada forma, el ascenso de la savia vivificante, río sutilísimo, que corre taciturno por inesperados laberintos hacia la transparencia de la luz, para transfigurarse en belleza pura con que se atavía el universo multiforme del bosque. Se embeleza con las seductoras melodías de los espíritus del  viento, del agua y de las aves, esos músicos eternos. En la memoria de Chayuga se atesoran: las inagotables escalas musicales del viento y del agua en la fronda, el mueve de las tierras canaria, están más allá del mal.

Pero hace algo más de quinientos años…

“Y vinieron los españoles con su afán de conquista y colonización, con su afán de superación, con su concepto de ser que está fuera del mundo y de las cosas, y el equilibrio canario,  vertical, como noción de síntesis de los cuatro elementos y como noción de sustento ecológico y arte de vivir en la tierra, comienza a degradarse, alterarse y desertificarse. El ganado europeo en sólo poco más de 500 años, ha consumido con su tracto la cobertura de pastos, de los montes, lomas y llanuras, de los bosques y praderas de nuestro territorio. Su hambre de tierras para cultivos intensivos. Con sus ingenios azucareros voraces consumidores de leña arrasaron nuestros montes.

Hoy el nuevo imperio y sus gestores no les interesa ni los frutos ni las fibras o celulosa de nuestras maderas, sino el suelo, el suelo edificable, ese en el cual la naturaleza invierte miles de años para desarrollar un centímetro y el hombre sólo tarda unos minutos para destruirlo, para agredirlo, aunque para ello tenga que derribar 100 toneladas de biomasa por hectárea y, con ella, el paisaje, el ambiente, la música, y el canto, el perfume de Nuestra Matria.

La noción de vértigo, de tener más y más poder ha ocupado el escenario y sustituido el itinerario de experiencias de admiración y de éxtasis milenario del hombre de nuestro suelo.” (Mario Ángel Basualdo).
Los escritores africanos suelen hablar de armonía y de uso respetuoso de la naturaleza por una parte, y por otra de conquista y abuso de la naturaleza como actitudes características de las culturas africana y occidental respectivamente. Los más de ellos relacionan estas actitudes con sus conceptos culturales: los africanos somos unitarios, espirituales y religiosos, al contrario de los occidentales que son materialistas, mecanicistas y agresivamente individualistas. Esta evidente simplificación ha venido a ser un truismo (axiomático). Son numerosos los intelectuales africanos que relacionan una actitud no conquistadora para con la naturaleza y su cultura tradicional. Pero no todos se sienten obligados a mencionar el materialismo de Occidente y la “integridad” del África tradicional.
Senghor hace alusión a esta oposición especialmente cuando habla del modo específicamente intuitivo de conocimiento de los africanos en contraste con el modo analítico y “dominador” de los occidentales. Las implicaciones de estos modos de conocimiento podrían ser objeto de estudio por sí mismos.
La idea fundamental es la existencia de un orden cósmico que, establecido por la Diosa Madre, no puede ser indebidamente perturbado. Una vez más, no existe diferencia, ni sobre todo separación, entre el orden de la Diosa y el orden del mundo, del que el hombre está encargado. El es su centro pero no su dueño. La Diosa Madre es la única dueña y por eso se ha de respetar el orden de La Diosa, que es el orden cósmico.
"El africano reconoce que nada en el universo es un conjunto fortuito de átomos y moléculas sino que hay algún orden natural, espiritual y místico que la Diosa ha puesto. Este orden no debe ser indebidamente alterado".
La tierra es donde el hombre está llamado a realizar su proyecto de vitalización.
El mundo existe para el hombre y todas las fuerzas menores (minerales, plantas y animales) existen, por la gracia de la Diosa Madre, solamente para la vitalización del hombre aquí en la tierra.
"Sin embargo, esta vida en el cosmos no la entiende el muntu en términos de conquista y dominio sino como comunión. De entrada procura vivir, en simbiosis con los seres de la naturaleza, una existencia pacífica. Además vive íntimamente con el tiempo, al ritmo de las estaciones y de los meses lunares. El tiempo es la vida. Hay que valorarlo y celebrarlo gozosamente".
Nuestra hermana experta en temas ecológicos  Inés Ibáñez Méndez, en un extenso y documentado trabajo en que relaciona las incidencias de ciertas religiones con el  declive del medio ambiente, nos adentra en las consecuencias negativas que para la Naturaleza tienen los planteamientos socio-culturales de esas confesiones religiosas, de dicho trabajo extraemos los siguientes párrafos:
“En la moral cristiana se nos dice que el hombre, Imago Dei, es dueño y señor de todas las cosa de la Creación. Pero el papel que le otorgó dios como gobernante en la tierra sobre las otras criaturas no implica una gestión irresponsable de las mismas, el grado de utilidad que extraemos de las mismas no nos puede llevar hasta el límite de hacerlas desaparecer.
La moral o la ética tradicional, sobre todo la de la civilización occidental, no prestaba prácticamente ninguna atención a la naturaleza. La naturaleza era una cosa axiológicamente neutral, al servicio de los hombres; puesta allí para cumplir como finalidad última la mayor y mejor utilidad a nuestra especie, sin pensar sino hasta épocas más o menos cercanas que el uso abusivo podría acabar con ella o más bien con este fin utilitarista, porque querámoslo o no la tierra seguirá existiendo estemos nosotros o no, como ya lo hizo en la época de los dinosaurios.
Examinaremos la postura de las distintas éticas y religiones en torno a la naturaleza, haciendo un especial hincapié en la moral cristiana, al ser la que más influjo ha tenido en nuestro colonizado país y la que ha acabado por imponerse en el resto del mundo, sobre todo en la filosofía oriental, en un principio con una visión tan alejada de la nuestra y al mismo tiempo tan respetuosa con el medio ambiente.
Vivimos en la sociedad del bienestar y del consumo, donde las ideas de progreso o de prosperidad se asientan en la explotación desmesurada de la naturaleza, carente de derechos e incompetente para generar deberes. Nuestra época contemporánea se configura a través de tres elementos básicos; la ciencia, la técnica y la economía industrial. Estos tres elementos están fuertemente imbricados y no se habrían conseguido los logros del progreso del uno sin los otros. Estos logros que han supuesto la destrucción de la naturaleza han sido motivados por cambios en la escala de valores; se ha pasado de una racionalidad axiológica a una racionalidad de resultados. Una racionalidad axiológica, dominada por los valores éticos y que fundamentaba todas las acciones de los hombres en orden a conseguir una vida mejor y una mayor felicidad, como opuesta a una racionalidad de resultados, en donde lo primordial es conseguir determinados objetivos, tomando en consideración única y exclusivamente los costes económicos, o la posibilidad de alejar un beneficio futuro.
El desequilibrio de ambas formas de racionalidad afecta a las relaciones del hombre con la naturaleza e incluso a las propias relaciones sociales de los hombres. Un orden artificial sustituye el orden natural; los ciclos de vivir, el fenómeno del tiempo y de estar ubicados en unas coordenadas del espacio han sido sustraidos por unos módulos fisico-matemáticos calculados para la eficacia, la exactitud y la medida. ¿Cómo resolveríamos esta disrupción de principios? Al considerar el objetivo a alcanzar por el hombre el progreso, el bienestar y la felicidad y al ponerlo la técnica al alcance de nuestra mano sin una moralidad innata, tan solo estamos limitados por lo que podemos hacer y no por lo que debemos hacer. El problema está en que no todo lo que podemos hacer es lícito, necesitamos de un orden de valores que nos indique que es lo bueno y que es lo malo. La solución estaría, pues en la superación de la consideración neutral de la técnica y por supuesto de la naturaleza.
Las religiones orientales y las primitivas africanas parten de la consideración del hombre integrado dentro de la naturaleza, formando una comunidad perfecta con la misma; en donde se puede disfrutar de ella pero con respeto hacia el resto de las criaturas también creadas; también nos encontramos con las religiones animistas, donde consideran a la naturaleza hasta dotada de alma propia.
Para estas religiones el hombre aparece como un ser más entre los otros, sumergido en una naturaleza a la que no se opone y de la que no pretende ser el dueño.
Dentro de estas religiones, la Iglesia del Pueblo Guanche afirma la consubstancialidad entre el cuerpo humano y la tierra y dan un culto a la corteza terrestre. No trabajan la tierra sin invocar previamente el perdón. Según esta tradición, los hombres; “los últimos en llegar” se opusieron al orden cósmico paradisíaco que existía. Las diferentes especies vivían en perfecta armonía y era suficiente con tender la mano para alcanzar el cielo y todos los bienes que este ofrecía.
La rebelión de los hombres terminó en un conflicto generalizado entre todas las especies vivas, al hombre y a la naturaleza. Los canarios primigenios obtuvieron la sabiduría de esta catástrofe.
Los hombres fueron invitados a renunciar a su originalidad y a su voluntad de dominación. “(Inés Ibáñez Méndez).