SITIO OFICIAL DE LA IGLESIA DEL PUEBLO GUANCHE

TENEMIR UHANA MAGEK GRACIAS PODEROSA SOL
ENEHAMA BENIJIME HARBA POR SALIR UN DÍA MÁS
ENAGUAPA ACHA ABEZAN. PARA ALUMBRAR LA NOCHE.

jueves, 26 de diciembre de 2013




ESTRELLA DE OCHO PUNTAS



Manuel Suárez Rosales

Siempre nos hemos preguntado porque nuestra bandera nacional canaria lleva estrellas de cinco puntas, cuando nuestra estrella Magheq, simbolizada por nuestros antepasados, lleva 8 puntas, aquí les dejamos de obligada lectura, algo mas para el pensamiento y la reflexión. Es bastante conocido que, para los pitagóricos griegos, el número ocho simbolizaba la perfección, mientras que, para los primeros cristianos, representaba la regeneración de las almas. La estrella de ocho puntas y la flor de ocho pétalos han adornado desde los orígenes el velo y los ropajes de la Virgen, tanto en los iconos bizantinos como en los griegos. Según varios autores, el simbolismo de esta estrella tiene gran relación con el propio del número 8 en sí, cuya forma simboliza el nudo sin fin, el Infinito. La "octava superior", un concepto que manejamos mucho tanto en astrología, como en música y otras disciplinas holísticas, tiene mucha relación también con este símbolo... Se trata de la función alquímica de la "transmutación", es decir, convertir algo en otra cosa de función más elevada, pero sin que la cosa en sí deje de ser lo que en su naturaleza previa ya es. Nuestros antepasados consideraban que los planetas ocupaban diferentes niveles de "evolución", también conocidos como "esferas", y que por encima de ellos se encontraba otra esfera, la de las "estrellas fijas". La Luna, por ejemplo, era el primer mundo que se encontraba por encima de la Tierra (un concepto que también encontramos en la Cábala), y musicalmente, representaría la primera nota, y también la más baja. El triángulo y el cuadrado son los símbolos que representan, respectivamente, al Fuego y a la Tierra... Simbolizan, igualmente y respectivamente también, tanto el espíritu como el cuerpo. Al margen de otros significados, la estrella de 8 puntas engloba, de una forma matemática y simbólica, la concreción del alma como espíritu que, habiendo autor reconocido su inmortalidad, habiendo regresado y vencido a la muerte, y habiendo transmutado sus errores y sus pecados, regresa al mundo con el fin de ayudar y enseñar a sus semejantes. El espíritu, el alma, una vez adquirida la "confirmación" de su maestría, puede llevar su visión del mundo espiritual hacia abajo, sin ser puesta en peligro. En este estado, el alma es de nuevo recentrada en la materia, pero esta vez en completo equilibrio (representado por la estrella de ocho brazos).., y desde aquí os digo, ¡ay de los que os tratan de obligar a desligaros de la materia!.., puesto que éste es nuestro mundo aquí y ahora, y es aquí y ahora donde tenemos que llevar a cabo nuestra experiencia de Dios. Existen en la iconografía mundial muchas, muchas representaciones distintas de la estrella de ocho brazos... Desde los tiempos de Mesopotamia y Babilonia, las gentes de Tartessos, de Grecia, de Egipto y Bizancio, los amazight, los persas, y posteriormente los caballeros del Temple, de Malta, de San Juan y Teutónicos, usaron y representaron este símbolo casi hasta la saciedad. Esta estrella, que contiene la fuerza primordial y precisa de la Voluntad sin límites, nos recomienda "descubre tu verdadera Voluntad, y llévala a cabo, le pese a quien le pese". Es un entrelazado sin fin, un símbolo de la Vida sin límite, aquí y ahora. Por tanto, la estrella de 8 puntas es uno de los distintivos más absolutos de realización espiritual. No os dejéis llevar por vuestros demonios internos, los tiempos son difíciles, y los que son más débiles y están más perdidos tratarán de extraviaros, por medio de todo tipo de ataques. No les prestéis atención: sólo son sonidos de sollozos de almas atormentadas en la noche... Fijad vuestras pupilas en la estrella de 8 puntas que brilla en lo alto, y proseguid vuestro camino.

Diciembre de 2013.

jueves, 28 de noviembre de 2013

DE CHAXIRAXI A SEP MERI




LOS LENGUAJES DE LA FE


       Frente al espíritu integrista de las Cruzadas, el cristianismo también forjó en parte su propagación discursiva sin eludir ciertas dosis de adaptabilidad, nunca pródigas, ante las diversas formas de asimilación doctrinal discurridas por aquellas culturas que impregnaba. Esa doble inclinación pragmática, que cristalizó por momentos en una suerte de tensión entre los enfoques más rigoristas y conciliadores, sobra decir que no cuestionaba el propósito compartido: la consolidación del poder material de la Iglesia y su influencia en la organización de los sistemas clasistas de dominación social y territorial.

    Las políticas expansivas de la nobleza feudal europea, con la beligerante y cohesiva cobertura arbitral e ideológica del papado, activaron nuevos ámbitos y oportunidades de acumulación, el impulso económico necesario para incubar un largo y cruento proceso de concentraciones estatales, donde la explotación de su campesinado y de las colonias acabaría por desempeñar un papel determinante en la emergencia de un todavía balbuciente capitalismo. La colonización misional de las Islas Canarias, inaugurada en las comarcas de Telde (Gran Canaria) y Güímar (Tenerife) a mediados del siglo XIV, anticipaba movimientos geoestratégicos y ensayaba rentabilidades diferenciales.

    Predicadores mallorquines, catalanes y aragoneses arribaron en número indeterminado a unas costas isleñas que, conocidas y visitadas de manera más o menos efímera desde la Antigüedad, la expedición portuguesa dirigida por el florentino Angelinus del Tegghia de Corbizzis en 1341 había devuelto a los planes y escenarios de la expansión atlántica europea. Una década más tarde, la sede papal, mediante la bula Celestes rex regum, ya había establecido el primer distrito misional del archipiélago canario, con el devoto apoyo apostólico y mercantil levantino. Y, aunque el reto puede decirse que excedía las capacidades reales de sus promotores, el guión trazado contemplaba objetivos y procedimientos concluyentes.

    Sirva de muestra la metódica iniciativa evangélica diseñada por Urbano V en 1369, cuyas prioridades ideológicas y operativas definen un modelo sin duda ambicioso pero nada ilusorio. Desde el punto de vista logístico, dictaba la concertación de los habituales acuerdos con inversores privados para sufragar el desplazamiento, en este caso, de un nutrido contingente expedicionario, compuesto por una treintena de sacerdotes (entre clérigos seculares y frailes mendicantes) que debían trasladar el mensaje religioso. Un programa doctrinal ajustado a dos criterios muy funcionales: de una parte, la utilización de los cultos astrales indígenas como referencia básica en el trabajo de conversión y, de otro lado, el empleo de la lengua nativa, de forma directa o a través de traductores, como medio indispensable para irradiar sus ideas. Cierto que, sin recursos suficientes para desencadenar en las Islas la coerción militar y social que luego ejercería con tanto éxito la corona castellana, el expansionismo religioso catalano-aragonés contaba con pocas opciones más eficaces, pero tampoco resulta desdeñable la inspiración intelectual que le imprimió el teólogo balear Ramón Llull (1235 - 1315).
    Pieza fundamental en esta precursora estrategia de colonización ideológica fue la actividad desarrollada por la Orden franciscana. Miembros de esta congregación, instalados en pequeñas casas de oración o eremitorios, acometieron una intensa labor de reconocimiento de las poblaciones insulares y sus costumbres, al tiempo que difundían la peculiar lectura del dogma cristiano que realizó su fundador, el monje italiano Francisco de Asís (1182-1226). A estos frailes minoritas, instruidos en las creencias nativas durante varias décadas de convivencia con los primeros isleños, corresponde la ideación del culto a la Virgen de Candelaria, una advocación mariana figurada en aparente conciliación con la cosmogonía local (ínsuloamaziq)1.

LA MADRE CÓSMICA

    No se conocen documentos contemporáneos de la época en la que los misioneros asentados en Güímar2 exhibieron la Virgen de Candelaria a la sociedad insular. Diversos autores cristianos ofrecen un relato más o menos semejante de aquellos hechos, pero la factura de esos informes se adentra en las postrimerías del siglo XVI, alrededor de doscientos años después de haberse producido los acontecimientos. No obstante, aportan datos muy interesantes acerca de la caracterización nativa de este culto hiperdúlico. Aunque siempre quede la sospecha de alguna adherencia literaria en sus exposiciones, la coherencia de los testimonios indígenas que acopian trasluce una indisimulada identificación entre ambos imaginarios.

    En torno a 1585, el agustino Juan González de Mendoza (1944: 301) señaló dos aspectos significativos en esa valoración que adjudicaron aquellos isleños a la imagen que se les presentaba: la llamaban «Madre del Sol» y la adoraban «tanto como al mismo Dios», es decir, le atribuían un estatuto divino y la generación de la principal referencia celeste para la vida. Sólo unos años más tarde, el dominico Alonso de Espinosa (1594, II, 1: 31v) advertía una concepción similar entre los naturales de su tiempo, pues observó «que si la Fe no les enseñara la Candelaria ser madre de Dios, y no Dios: la confessaran a ella y tuuieran por tal». Aunque acaso la constatación más asombrosa a este respecto subsiste aún en una pequeña oración nativa. Pronunciada en la festividad de la Virgen por una vecina de Güímar, doña Sita Chico, la alabanza conserva intacta una impecable descripción cosmogónica. Dicha plegaria, según la fórmula que transcribió en 2001 Eduardo P. García Rodríguez3, reza así:

¡Uh! Magné Mastáy
Achen tumba Manéy.
¡Oh! Madre del cielo
Madre de la tierra.
    La reposición analítica del enunciado apenas requiere actualizar la segmentación y la grafía del texto (Reyes García 2007: 44):
Ûh! Ma gənnă, Ma stay
aše-n tunwa, Ma ney.

    Aunque la traducción exacta añade matices hoy perdidos en los avatares de la transmisión oral:
¡Oh! Madre del cielo, Madre del crecimiento
de la hermandad, Madre de lo nuevo.
    Un perfil donde ya no resulta tan fácil reconocer a la madre del omnipotente hacedor judeocristiano, pues ella misma es concebida como matriz de la realidad, la abundancia y el futuro.

    Para disipar cualquier recelo sobre un eventual aderezo retórico o poético en esta calificación, nada mejor que contrastar esa estampa con la denominación nativa concedida a esta figura sagrada. Leonardo Torriani (1590, LI: 70v-71r), un ingeniero lombardo enviado por Felipe II (1527-1598) para estudiar la fortificación de las Islas, y Juan de Abreu Galindo (ca. 1590, III, 13), un supuesto franciscano andaluz, coinciden en el nombre, Chaxiraxi, que, como cabría esperar, se vierte por «la que carga al que tiene al mundo», el dios patriarcal. Noción en la que se vuelve a insistir con otra designación: Achmayex guayaxerax, que traducen por «la madre del que carga al mundo» o «madre del sustentador de cielo y tierra».

    Y nada habría que objetar a esa adscripción cristiana si sólo se considera este último sintagma, donde at may-əs wayya-ahɣər-aɣ subraya: ‘he aquí su madre (de él), el espíritu que (es) sustento del universo’. Pero Čaghiraghi o, en su forma original, Ta-ahɣər-ahəɣ(i), ya indica que esta mujer, deificada en la estimación popular, es tenida por ‘la que carga o sostiene el firmamento’, la verdadera autora de la creación. Una definición de singular trascendencia en la cosmogonía ínsuloamaziq, que hunde sus raíces en una atávica creencia norteafricana.

    Según narra el historiador y geógrafo Heródoto de Halicarnaso (484 a.n.e. - 425 a.n.e.) en su famosa Historia (IV, 188), los antiguos libios consagraban sacrificios al Sol y la Luna, pero una comunidad establecida a orillas del lago Tritónide ofrecía además su homenaje a la diosa que los griegos llamaron Atenea, conocida a su vez en Egipto por Tehenut, es decir, ‘la Libia’ o ‘la Tehenu’, denominación de una de las dos grandes agrupaciones líbicas de la Antigüedad, junto con los temehu, bien atestiguadas desde el segundo milenio a.n.e. Se identificaba así mismo con una vieja deidad predinástica, Neit (Net), una diosa madre o numen primordial, creadora del universo, los dioses y los seres humanos. En concreto, el imaginario egipcio le otorgó la maternidad de Sobek, el dios ‘cocodrilo’ que caminaba sobre las aguas repartiendo fecundidad a los pescadores del lago Fayum y fue asimilado por los griegos a Helios, la personificación del Sol.
    Pero otra figuración más ostensible subyace en este mito genésico. Desde Malí hasta el Fezzan, en numerosas sociedades del África septentrional vive todavía la idea de la constitución del cosmos a partir de la explosión de un astro primordial (Pâques (1964) 1995: 47-49). Este «huevo del Mundo» se identifica con una estrella de primera magnitud, Canopo (Alpha Carinae -0.86), la «Estrella de Osiris», pensada como una especie de mónada precósmica cuyo sacrificio habría producido el surgimiento del cielo primigenio, integrado por cuatro constelaciones de seis estrellas.
    En este horizonte de interpretación, cobran pleno sentido las líricas palabras con las que el poeta y médico lagunero Antonio de Viana (1604, VI: 124v) retomó cierta tradición oral acerca de la aparición de la Virgen de Candelaria:
Otros demas deuotos coraçones,
Dezian que las bozes y armonia
Muſicas, cantos, lumbres proceſsiones,
Con aplauſo y acorde melodia,
Eran a cauſa ſuya, y los varones
En quien mas parte de prudencia auia,
Dixeron ſer del cielo alguna eſtrella
En traxe de muger hermoſa y bella.

    Porque también esta madre del Sol y del cielo, la sustentadora del universo, recibe el agasajo insular en dos fechas nada casuales desde el punto de vista astronómico: justo a mediados de agosto y comienzos de febrero, cuando tienen lugar los ortos helíaco y acrónico de Canopo, estrella que, además, permanece visible hasta finales de abril, momento en el que los antiguos isleños celebraban también durante nueve días una festividad general (Viana 1604, III: 42v).

LA HIBRIDACIÓN MARIANA

    La alusión más explícita a una deidad femenina en Canarias se documenta en la isla de El Hierro, donde las fuentes europeas recaban la adoración a dos entidades distinguidas por su género: un varón Eraora[n]han o era-uraɣan (‘el que está en lo ardiente o brillante’) y una fémina Moneiba o mənəy-ibba (‘resplandor humeante’), cuya enunciación, por cierto, posee una morfología masculina, lo cual induce a pensar en atribuciones más sociales que conceptuales. Aunque conviene recordar que los géneros gramaticales en la lengua amaziq a menudo evocan otras características, reales o figuradas. Hubiera bastado con incluir los índices correspondientes para evitar cualquier ambigüedad y fijar esa identidad, pero o bien se daba por supuesta o bien se resigna ante una eventual dimensión primordial o asexuada de esa revelación celestial.
    En el estado actual de las investigaciones, las pruebas disponibles para acreditar la presencia del culto a una diosa madre en Canarias son insuficientes. Pero confinar la dimensión religiosa de Chaxiraxi a la mera transfiguración de su valor cristiano, conforme aducen las fuentes coloniales, se aparta por completo de las evidencias testimoniales y analíticas que conjugan tanto sus propiedades lingüísticas como etnológicas. Una caracterización que, con todas las cautelas, sugiere la previa divinización nativa de esta adoración, circunstancia que quizá contribuya a explicar su arraigo devocional entre una población que, a través de esta mediación ideológica, habría creído encontrar una manera de vivir el tránsito social y cultural impuesto por la conquista europea.

    En cierta medida, otra manifestación sorprendente ha venido a ilustrar uno de los ingredientes más activos que indujeron ese proceso de acomodación. A finales de 2006, un lienzo anónimo dedicado a la Virgen de Candelaria llegó hasta el sevillano Taller del Restauro, donde la historiadora del arte Mª Isabel Alba Fernández de Moya observó una frase escrita en el travesaño del bastidor. El texto, confeccionado en caracteres latinos, presenta una caligrafía bastante legible y en consonancia con la fecha de realización del cuadro, 1906. Su extraordinaria peculiaridad estriba en que reproduce una sentencia o prescripción doctrinal para los fieles redactada en el habla ínsuloamaziq de Tenerife, sistema de comunicación que había dejado de alentar en la Isla hacía ya varios siglos (Reyes García 2007: 77-82). Su contenido estipula:

Conospe<ri>n P<r>ogal<a>x Miogoodmon Piu Nu<t>ort<í>.
    La restitución analítica de esta máxima, tejida con absoluta corrección gramatical, descubre un enunciado complejo, integrado por tres proposiciones yuxtapuestas con valor imperativo:

Knu s fərən, fru galakkət mi ogodmăn, ffiw nut təwâr-tăy.
    La traslación española toma el siguiente tenor:
Inclínate hacia la excelencia,
repara la necesidad en la angustia
y prende la candela que ella porta.

    Sin concesión alguna al sincretismo doctrinal, aunque amparado en la apropiación simbólica del credo indígena, esa tardía reminiscencia oratoria refleja la ductilidad del empeño misional franciscano que, todavía en la segunda mitad del siglo XV, transcurridos más de cien años de acción apostólica, predicaba en la lengua materna de los antiguos isleños (Rumeu (1975) 2006: 40). Esos rasgos tan distintivos jalonaron de forma constante la orientación catequística desplegada por los seguidores del santo de Asís, cuya proyección más eminente fraguaron en una estatua de la Virgen de Candelaria. El manto de la pieza original, desaparecida en un temporal que azotó la Isla en noviembre de 1826, acogía esta vez una serie de grafías latinas que, de nuevo, compendiaban una excepcional colección de postulados religiosos consignados en la modalidad de habla amaziq específica de Tenerife.

    Depositada sobre una peña en la playa de Chimisay4 o dentro de una cueva en ese arenal costero, según las afanosas averiguaciones que efectuó Alonso de Espinosa (1594, II, 2: 31v-32r), la talla mariana fue expuesta a los isleños por primera vez hacia 1400. Esta datación ha motivado alguna controversia, pues el dominico añadió una acotación muy pertinente pero mal interpretada: el episodio habría sucedido «ciento y cinco años antes que la Isla fuera de Christianos». Y, puesto que la finalización oficial de la Conquista no se decreta hasta 1496, el dato se ha presumido erróneo. Sólo que su cálculo tomó como base «la computación de las lunas de la que los antiguos naturales usaban»:

En este último caso, el error de Espinosa se reduciría a resolver la ecuación:
95 años solares ≈ 105 años lunares 5 x 19 años solares ≈ 3 x 5 x 7 años lunares 19 años solares ≈ 21 años lunares años lunares siderales y ciclo de Metón [Barrios (1997) 2004: 191].

    Los frailes minoritas convirtieron esta representación celeste en el mejor emblema de su tarea evangélica. En tiempos de Espinosa (1594, II, 13), la escultura aún lucía en sus paños siete secuencias gráficas, donde el análisis filológico ha desvelado una docena de proposiciones plasmadas con encomiable esmero gramatical y fonético, nada que ver con la copia que guarda la ermita de Santa Úrsula, en Adeje, cuyas letras carecen de sentido tanto en castellano como en la lengua amaziq.

    He aquí la restauración analítica de esas valiosas inscripciones (Reyes García 2007: 73-74):

1. TIEPFSEPMERI
Ti yebb f sǎb Meri.
El Padre amparado por la Virgen María.
2. EAFM IRENINI FMEAREI
Ê af-m irenni f-əme arey.
¡Oh, tu hallazgo aumenta la protección contra la superstición!
3. LPVRINENIPEPNEIFANT
Lwu rinni bǎb nə ǎfa ənt.
Sé clemente en la victoria Señor de la luz eterna.

4. NARMPRLMOTARE
Narəm əbər ɣər muttar.
Compartir (el alimento) es un deber hacia el necesitado.

5. OLM INRANFR IAEBNPFM RFVEN NVINAPIMLIFINVIPI NIPIAN
Ul-m yən ǎr anfər Iaeb ənubi f-m ǎr fwen. Nwi-ina bib am əliffi n wibbib. Ni bi-an.
Tu corazón, el lugar del tesoro más importante, Yahvé niño sobre ti, tesoro luminoso. Un peso en nuestra consciencia es como una pila que se lleva a cuestas. Domina esa carga.

6. FVPMIRNA ENVPMTI EPNMPIR VRVIVINRN APVIMFRI PIVNIAN NTRHN
Ffu b-mirna. Nubi am ti ewen am bir ur wiwi-n rn, abu i məfri. Bib-wən əyyan nut ərɣun.
Amanece, gran poder. El niño igual que el padre y el camino de perfección evitan la enfermedad, son un bálsamo para la persona que sufre. Vuestro único peso ha de ser una candela brillante.

7. NBIMEI ANNEIPERFMIVIFVF
Nəbbi y əməyyi. An-năy əberref mi əwif Uf.
Acogemos al que ignora. Perdonaremos la ofensa cuando se deba al temor de Dios.
   
Al margen de las cualidades, procedencia y autoría artísticas de la obra, asunto que no es objeto de este examen, el repertorio de frases contiene ciertas texturas sociolingüísticas que demandan alguna familiaridad con el idioma amaziq y, en particular, con la variedad de habla desarrollada en Tenerife. Por ejemplo, se prescinde de la terminología coloquial para referirse al concepto ‘virgen’; el vocablo elegido, săb o sep, se extrae del lenguaje poético, dentro de un campo semántico donde su primera acepción es ‘origen’ y, ya en uso dialectal, ‘origen noble’. Un cultismo tan adecuado como el uso metafórico de la tabaiba dulce (Euphorbia balsamifera), abu o apv, una de las plantas isleñas con más propiedades medicinales, para ponderar el carácter benéfico de la vida recta y del dios cristiano.

    La imagen terminó por residir en la cueva de Achbinico5, hoy de San Blas, abierta al naciente, con vestigios arqueológicos de un ara permanente y enclavada en un entorno supervisado por los samarines6, especialistas en el ejercicio religioso y la adivinación. Aunque sin datos en ningún sentido, cuesta admitir que los diversos grupos de oficiantes isleños aceptaran sin oposición o connivencia algunas la actuación misional. La pulcra elaboración de un discurso tan delicado en su formulación e implicaciones ideológicas no parece muy factible lejos de su asesoramiento, aunque sea siquiera por los riesgos que comporta siempre una polisemia mal calibrada. Pero esa supuesta cooperación tampoco habría deslizado ninguna influencia sobre unos textos que destilan una neta pulsión dogmática.

    El acceso al conocimiento trascendente como condición de vida y salvación del alma [2, 7], la caridad [4] y el camino de perfección espiritual [6] convocan tres principios cardinales en el pensamiento franciscano, ninguno de los cuales pasa inadvertido en esta instrumentación apologética de la iconografía mariana. Su ímpetu evangélico reúne mayor combatividad si cabe cuando califica de ‘fábula, cuento, patraña o superstición’, əmăy o me, cualquier creencia ajena al cristianismo, haciendo intervenir como antídoto el ‘descubrimiento’ (af), que nunca aparición, de la Virgen.

    El alegato apostólico se instruye para mayor gloria de otro protagonista: el ‘padre’ (ti) que es también ‘niño’ (nubi), ‘Dios’ (Uf), ‘Yahveh’ (Iaeb) o el ‘Señor de la luz eterna’ (bǎb nə ǎfa ənt) cuya ‘generosidad’ (əlwu) se invoca en la ‘victoria’ (rinni), el ‘gran poder’ (b-mirna) que amanece para rescatar al ‘pagano’ (əməyyi) de su negligente ignorancia.

    La historia prerrubicense de la iglesia cristiana en Canarias y la exégesis de estos insólitos materiales lingüísticos clarifican el trayecto de una colonización religiosa que, entre la inducción y la compulsión ideológicas, favoreció la descomposición de la resistencia sociocultural indígena ante la inminente perspectiva de una radical ocupación europea del Archipiélago.

FUENTES

Abreu Galindo, Juan de. ca. 1590. Historia de la Conquista de las Siete Yslas de Gran Canaria. Escrita Por el R. Pe. Fray Juan de Abreu Galíndo, del Orden de el Patríarca San Francísco, hijo de la Provínçía del Andaluçía Año de 1632. [El ms. original, hoy perdido, parece corresponder a la segunda mitad del siglo XVI, aunque las copias conocidas se remiten a una versión, también desaparecida, fechada en 1632].
― d. 1676. Historia de la Conquista de las Siete Yslas de Gran Canaria. Escrita Por el R. Pe. Fray Juan de Abreu Galíndo, del Orden de el Patríarca San Francísco, hijo de la Provínçía del Andaluçía Año de 1632. [Copia anónima en la Biblioteca Municipal de S/C de Tenerife, ms. 191].

― 1775-1787. Historia de la conquista de las siete yslas de Canarias, escrita pr. el Rdo. Pe. F. Juan de Abreu Galindo del orden de S. Francisco, hijo de la Provincia de Andalucía. Año de 1632. [Copia de A. Amat de Tortosa en la Biblioteca Municipal de S/C de Tenerife, ms. 5].
― 1977 (1955). Historia de la Conquista de las Siete Islas de Gran Canaria. Edición crítica con Introducción, Notas e Índice por Alejandro Cioranescu. S/C de Tenerife: Goya.
Espinosa, Alonso de. 1594. Del Origen y milagros de la Santa Imagen de nuestra Señora de Candelaria, que aparecio en la Isla de Tenerife, con la descripcion de esta Isla. Compuesto por el Padre Fray Alonso de Espinosa de la Orden de Predicadores, y Predicador de ella. Sevilla: Juan de León.
― 1980 (1967). Historia de Nuestra Señora de Candelaria. S/C de Tenerife: Goya.
González de Mendoza, Juan. ca. 1585. Historia de las cosas más notables, ritos y costumbres del gran Reino de la China. Roma.
― [1944]. Historia de las cosas más notables, ritos y costumbres del gran Reino de la China. Edición, prólogo y notas por el P. Félix García, O. S. A. (Vol. II de «España Misionera»), Madrid: M. Aguilar, s. a.
Heródoto. 1979 (V a.n.e.). Historia. Libros III-IV. Traducción y notas de Carlos Schrader. Madrid: Gredos (Biblioteca Clásica Gredos, 21).
Heródoto. 1993 (V a.n.e.). Le storie. Volume IV. Libro IV. La Scizia e la Libia. Introducción y comentario de Aldo Corcella. Texto crítico de Silvio M. Medaglia. Traducción (al italiano) de Augusto Fraschetti. Vicenza: Fundación L. Valla / Mondadori.
Rumeu de Armas, Antonio. 1960. El obispado de Telde. Madrid - Las Palmas: Patronato de la Casa de Colón.
― 1986 (1960). El obispado de Telde. Misioneros mallorquines y catalanes en el Atlántico. Madrid - Telde: Ayuntamiento de Telde, Gobierno de Canarias / Cabildo de Gran Canaria, 2ª ed. ampl.
Torriani, Leonardo. 1590. Descrittione et historia del regno de l'isole Canarie gia dette le fortunate con il parere delle loro fortificationi, en Wölfel (1940).
Urbano V. 1369. «El pontífice Urbano V ordena a los obispos de Barcelona y Tortosa el alistamiento de diez clérigos y veinte regulares para ser enviados a las misiones de la isla de Gran Canaria y las otras adyacentes» (Viterbo, 31-VIII-1369), en Rumeu (1986: 187-188). [Ms. Archivo Vaticano: Serie de Aviñón, tomo 259, fol. 94v].
Wölfel, Dominik Josef (ed.). 1940. Die Kanarischen Inseln und ihre urbewohner. Eine unbekannte Bilderhandschrift vom Jahre 1590. Leipzig: K. F. Koehler verlag.

BIBLIOGRAFÍA

Barrios García, José. 2004 (1997). Sistemas de numeración y calendarios de las poblaciones bereberes de Gran Canaria y Tenerife en los siglos XIV-XV. La Laguna: Universidad.
PaQUES, Viviana. 1995 (1964). L'arbre cosmique dans la pensée populaire et dans la vie quotidienne du Nord-Ouest Africain. París: L’Harmattan, 2ª ed.
REYES GARCÍA, Ignacio. 2006. Amawal Esekenamazigh / Diccionario ínsuloamaziq [en línea]: <http://www.ygnazr.com/amawal.htm>. Islas Canarias: Foro de Cultura Ínsuloamaziq. [Consulta: 8-VIII-2010].
REYES GARCÍA, Ignacio. 2007. La madre del cielo. Estudio de filología ínsuloamazighe. S/C de Tenerife: Foro de Investigaciones Sociales. [2ª ed. (2010) disponible en línea]: <http://www.ygnazr.com/Madre_Cielo.pdf>. [Consulta: 8-VIII-2010].
RUMEU DE ARMAS, Antonio. 2006 (1975). La conquista de Tenerife (1494-1496). La Laguna: Instituto de Estudios Canarios, 2ª ed.

NOTAS

1 El concepto ínsuloamaziq (pl. ínsuloamazighes) hace referencia a la población, lengua y cultura amazighes desarrolladas en las Islas Canarias antes de la conquista europea del Archipiélago.
2 Güímar = Aqqwimmar ‘recodo, rincón, ángulo, esquina’ (Reyes García 2006).
3 El autor ha publicado esta información en dos ocasiones: «Primera imposición de un nombre guanche después de la Conquista», en <http://www.diariodecanarias.com> (2001) y «Bautizo guanche», en <http://www.jubilatas.com> (2007), pero ambos sitios digitales se hallan hoy desactivados. No obstante, el autor nos ha confirmado el contenido lingüístico de esta información.
4 Chimisay = Tyəmsay ‘ruegos, demandas, súplicas’ (Reyes García 2006).
5 Achbinico = Ač-əbənkăw ‘he aquí el derrame o vertido’ (Reyes García 2006).
6 Samarin = Zammarin ‘poderoso, que tiene poder o es capaz de’ (Reyes García 2006).


Autor: Ignacio Reyes
Publicado por SHAC

Tomado de: HI-AN-CA

miércoles, 13 de noviembre de 2013

LA DIOSA MADRE EN LAS ISLAS CANARIAS-IV-III





Volumen V

CAPITULO-IV-III


PANTEON DE LA IGLESIA DEL PUEBLO GUANCHE

DIOSA MAGEK




Eduardo Pedro García Rodríguez


El Calor solar

La Diosa Sol fuente de salud  psíquica, espiritual y física según expone el investigador C.W. Leadbeater, en un interesante trabajo:
“Tan importante papel representa La Sol en la vida diaria, que es necesario decir algunas palabras sobre ella.
El sistema solar es verdaderamente en su conjunto la vestidura de la Divinidad, pero la Sol es su verdadera epifanía; lo que en el mundo físico es para nosotros la aproximación mayor de una de sus manifestaciones, la lente por la cual Su poder brilla sobre nosotros.
Considerando desde el punto de vista puramente físico, la Sol es una vasta masa de materia incandescente a temperaturas casi inconcebiblemente elevadas, y en un estado de electrificación tan intensa, que sobrepuja a todo lo que podemos concebir. Los astrónomos, supo­niendo que ese calor era debido técnicamente a la contracción, habrán calculado la duración de la existencia pasada de la Sol así como el período durante el cual le seria posible conservar en el porvenir esa temperatura, y se sentían incapaces de concederle más de algunos cientos de miles de años de existencia, tanto en un sentido como en el otro, al par que los geólogos pretenden, por otra parte, que se encuentran en la tierra huellas de procesos que se extienden a millones de años. El descubrimiento del radio ha echado por tierra las antiguas teoría; pero, ni tan siquiera con su ayuda se han elevado los astrónomos hasta la sencillez de la explicación real de la dificultad.
Imaginémonos cierto microbio inteligente que viese en el interior o en la superficie del cuer­po humano y que razonase sobre su temperatura de un modo análogo al de Los astrónomos. Ese microbio podría decir que aquel cuerpo debe enfriarse gradualmente, y podría calcular con exactitud que su temperatura debe rebajarse al cabo de tantas horas o de tantos minutos, hasta el punto de hacer imposible la continuación de la existencia. Sin embargo, sí viviera lo suficiente, descubriría que el cuerpo humano no se enfría como debiera ocurrir según su teoría, y es indudable que ese hecho le parecería muy misterioso, a menos que descubriese que aquél no es un fuego, que se apaga, sino un ser vivo; y que en tanto que la vida subsiste, la temperatura no debe descender. De la misma manera, si nos damos cuenta de que la Sol es la manifestación física de la Divinidad, veremos que la vida grandiosa que está tras él mantendrá seguramente su temperatura por tanto tiempo como sea necesario para la evolución completa del sistema.
Las hojas de Sauce
Una explicación análoga nos ofrece una solución de algunos oíros problemas de la física solar. Por ejemplo, las protuberancias llamadas según su forma “hojas de sauce” o “granos de arroz” de que está compuesta en su mayor parte la fotografía de la Sol, han intrigado con frecuencia a los astrónomos a causa de las características, en apariencia contradictorias, que presentan. Según su posición, esas hojas o granos no pueden ser masque gases incandescentes a una temperatura excesivamente elevada, y por lo tanto, de una tenuidad extrema. Y sin embargo, a pesar de que deben de ser mucho más ligeras que ninguna nube material, conservan invariable­mente su forma particular, por sacudidas que puedan estar por tempestades tan terribles que destruirían instantáneamente la misma tierra.
Cuando nos damos cuenta de que detrás de cada uno de esos objetos extraños se encuentra una vida espléndida; que ellos pueden ser considerados cada uno como el cuerpo físico de un gran Espíritu, comprendemos que esa Vida es la que mantiene su agregación y les da su estabilidad maravillosa. Calificarlos de cuerpos físicos es quizá susceptible de inducir a error, dado que todos nosotros consideramos la vida física tan importante y que ocupa un lugar tan prepon­derante en la etapa actual de nuestra evolución.
Diremos nosotros más bien que las hojas de sauce son manifestaciones en el plano físico, mantenidas por espíritus solares con un fin especial, y a costa de cíerto sacrificio o limitación de su actividad sobre los planos superiores que son su residencia normal- Si recordamos que por medio de esas “hojas de sauce” la luz, el calor y la vitalidad de la Sol llegan a nosotros, veremos fácilmente que el fin de ese sacrificio es hacer descender hasta el plano físico ciertas fuerzas que de otra suerte quedarían sin manifestar; y que esos grandes Espíritus actúan como canales, como reflectores, como agentes de especialización de la fuerza Divina. En definitiva, llevan ellos a cabo en planos cósmicos y para un sistema solar, lo que nosotros, si somos bastante sabios para sacar partido de nuestros privilegios, podemos hacer en una escala microscópica en nuestro pequeño círculo, como se verá más adelante.
La Vitalidad
Todos estamos familiarizados con la sen­sación de gozo y de bienestar que nos pro­porciona la luz del Sol; pero sólo los estudiantes serpentinos de que hemos hablado en La vida interna.
Esas tres fuerzas permanecen distintas, y ninguna de ellas puede ser convertida en una de las otras dos. No tienen relación alguna con las tres grandes efusiones llamadas oleadas de vida. Aquéllas son esfuerzos definidos hechos por la Divinidad solar, mientras que éstas parecen ser más bien resultados de Su vida: sus cualidades manifestadas sin esfuerzo visible.
Cuando la electricidad pasa a través de los átomos, los hace desviar y los mantiene en determinada posición; siendo ese efecto comple­tamente distinto del modo especial de vibración que ella les impone, y agregándose a él. Pero la acción de la vitalidad difiere bajo muchos aspectos de la electricidad, de la luz o del calor. Todas las variantes de esta última fuerza oca­sionan oscilaciones del átomo en su conjunto, oscilaciones cuya amplitud es enorme en relación con las dimensiones del átomo; pero la otra fuerza a que llamamos vitalidad llega al átomo, no del exterior, sino del interior.
El glóbulo de la vitalidad
El átomo no es otra cosa que la manifestación de una fuerza. La Divinidad solar crea por su voluntad una cierta forma que llamamos atomo físico último, y por este esfuerzo de Su voluntad, en esa forma particular se encuentran reunidos, en cada uno, unos catorce mil millones de burbujas- Es preciso insistir en que la cohesión de las burbujas en esa forma, depende enteramente de ese esfuerzo de voluntad, de modo que si se suspendiese un solo instante, las burbujas tendrían que separarse y el mundo físico entero cesaría de existir en menos tiempo del que necesita el relámpago para brillar. Es pues cierto que el mundo sólo es una ilusión, aún desde ese punto de vista, para no decir nada del hecho de que las burbujas de que está formado el átomo no son más, a su vez, que puntos en que falta el koilón que es el verdadero éter del espacio.
Es pues la fuerza de la voluntad del Logos la que, ejercitada continuamente, mantiene al átomo en su estado actual de agregación; y cuando tratamos de examinar la acción de esa fuerza vemos que no penetra en el átomo llegada del exterior, sino que surge en él lo que significa que entra en él viniendo de las dimensiones superiores. El mismo hecho es cieno de esa otra fuerza que llamamos vitalidad; ella entra en el átomo por el interior en compañía de la fuerza que mantiene al átomo en su estado de agre­gación, y no obra sobre él enteramente desde el exterior, como lo hacen las oirás variedades de fuerza que llamamos luz, calor o electricidad.
Cuando surge así la vitalidad en el interior del átomo, le infunde una vida adicional y le confiere un poder de atracción, de modo que atrae inmediatamente alrededor de sí otros seis átomos, que dispone en determinada forma, produciendo así lo que se llama en Química Oculta un hiper-meta-proto-elemento. Pero ese elemento difiere de todos los observados hasta hoy por el heho de que la fuerza que lo crea y lo mantiene agregado proviene del segundo Aspecto de la Divinidad Solar y no del tercero.
Constituye el pequeño grupo que forma la perla excesivamente brillante visible sobre la serpiente masculina o positiva del elemento químico llamado oxígeno, y constituye el corazón del globo central del radio.
Esos glóbulos se destacan claramente entre todos aquellos que se pueden ver flotar en la atmósfera, como consecuencia de su brillo y de su actividad extrema, de la vida intensa que manifiestan. Son probablemente las vidas ar­dientes, esa palabra parece referirse al glóbulo en conjunto.
Aunque la fuerza que vivifica esos glóbulos sea diferente por completo de la luz, parece sin embargo depender de la luz para manifestarse. En la luz brillante de la Sol esa vitalidad surge continuamente, siendo engendrados los glóbulos con una gran rapidez y en numero increíble; pero cuando el tiempo está nublado hay una gran disminución en el número de los glóbulos formados» y durante la noche su formación parece completamente suspendida. Por consi­guiente se puede decir que durante la noche vivimos del depósilo acumulado durante el día precedente; y aunque el agotamiento de ese depósito parezca prácticamente imposible, se reduce sin embargo mucho cuando hay una sucesión de días sombríos. Una vez cargado, el glóbulo queda en estado de elemento sub­atómico, y no parece experimentar cambio o perder fuerza hasta el momento en que lo absorbe una criatura viviente.
La absorción de la vitalidad
Esta vitalidad es absorbida por todos los organismos vivos, y parece que su existencia necesita una provisión suficiente de ella. En el caso del hombre y de los animales superiores, la vitalidad es absorbida por el centro o torbellino que, en el doble elenco, corresponde al bazo. Recordemos que este centro tiene seis pétalos, formados por el movimiento ondulatorio de las fuerzas que engendran el torbellino. Pero ese movimiento ondulatorio está a su vez ocasionado por otras fuerzas que irradian del centro de ese torbellino. Representémonos ese punto central del torbellino como el cubo de una rueda, y podremos considerar entonces esas últimas fuerzas como rayos que salen del cubo en líneas rectas. Las fuerzas que engendran el torbellino revolotean alrededor del centro, pasando alter­nativamente por debajo y por encima de los rayos, como para trenzar una especie de canas­tillo etérico, lo que produce la apariencia de seis pétalos separados por depresiones.

Cuando la unidad de vitalidad surca la atmósfera, parece casi incolora a pesar de su brillo, y puede compararse a la luz blanca. Pero en cuanto la atrae el torbellino del centro de fuerza del bazo, se descompone y se divide en corrientes cuyos colores son diversos, aunque no corresponden exactamente a nuestra división del espectro solar.
Cuando esos átomos constitutivos son arrastrados en el torbellino, cada uno de los seis rayos recoge uno de ellos, de modo que todos los átomos cargados de amarillo se precipitan a lo largo de un rayo, los cargados de verde siguen a otro, y así sucesivamente, mientras que el séptimo rayo desaparece en el ceñirá del remolino, en el cubo de la rueda por decirlo así. Esos rayos se lanzan entonces en diferentes direcciones, para ejecutar cada uno su trabajo especial en la vitalización del cuerpo. Corno he dicho, las divisiones no son exactamente las que reconocemos ordinariamente en el espectro solar, sino que se parecen más bien a la disposición de colores tal como lo vemos en los planos superiores» en el cuerpo causal, el cuerpo mental y el cuerpo astral.
Por ejemplo, lo que llamamos color añil está distribuido entre el rayo violado y el rayo azul, de suerte que allí no encontramos más que dos divisiones en lugar de tres; pero, por otro lado, lo que llamamos el rojo está dividido en dos partes rojo rosa y rojo oscuro- Los seis colores que irradian son el violado, el azul, el verde, el amarillo, el anaranjado y el rojo oscuro; mientras que el séptimo átomo o átomo rojo rosa se abisma en el centro del torbellino, (más valdría decir el primer átomo, puesto que se trata del átomo original en que apareció la fuerza en primer término). La vitalidad es evidentemente de constitución séptuple, pero fluye a través del cuerpo por cinco corrientes principales, como se describe en los libros indos porque después de su salida del centro esplénico, el azul y el violado se unen en un rayo, y una fusión semejante se opera entre el anaranjado y el rojo oscuro.

1° El rayo violado azul fluye hacia la garganta, dónde parece dividirse, deteniéndose el matiz azul pálido para difundirse en el centro que está en la garganta y vivificarlo, mientras que el azul oscuro y el violado continúan su marcha hacia el cerebro. La corriente azul oscuro se esparce en la parte inferior y parte central del cerebro, mientras que el violado inunda su-parte superior y parece dar un vigor especial al centro de fuerza déla corona de la cabeza, difundiéndose principalmente a través de los 960 pétalos de la porción exterior de ese centro.
trabajo, se dirige también parcialmente hacia el cerebro y allí se expande, dirigiéndose princi­palmente hacia la flor de doce pétalos que está en medio del centyro de fuerza superior.
3º El rayo verde inunda el abdomen, y aun­que se establece especialmente en el plexo solar, vivifica evidentemente el hígado, los riñones y los intestinos, así como el aparato digestivo en general.
4º E1 rayo rosa circula por todo el cuerpo siguiendo los nervios como conductores, y es claramente la vida del sistema nervioso. Es lo que se llama comúnmente la vitalidad especializada que el hombre puede fácilmente transferir a otro a quien le falte. Si los nervios no están abun­dantemente provistos de esa luz rosácea, se vuelven sensibles y extremadamente irritables, de suerte que le es casi imposible a la persona así afectada el permanecer en una posición, aunque encuentre poco alivio al cambiarla. El ruido más ligero, el contacto más leve, le son penosos. Si los nervios de aquella persona reciben abundante influjo de vitalidad especializada, procedente de una persona en buena salud, el alivio es inmediato y desciende sobre el enfermo una sensación de bienestar y de paz.
El hombre dotado de una salud robusta, absorbe y especializa habitualmente mucha más vitalidad que laque necesita su propio cuerpo, de suerte que emite sin cesar un torrente de átomos rosados y emana fuerza inconscientemente sobre sus compañeros más débiles sin perder nada de sí mismo. Sin embargo, por un esfuerzo de voluntad puede reconcentrar esa energía superfina y dirigirla intención intencionalmente te hacia alguien a quien desee ayudar.
El cuerpo físico tiene cierta conciencia instintiva y ciega que corresponde en el mundo físico al elemental del deseo del cuerpo astral. Esa conciencia trata siempre de proteger el cuerpo del peligro o procurarle aquello de que tiene necesidad. Escampé amiente independiente de la conciencia del hombre, y actúa igualmente bien cuando el ego está ausente del cuerpo físico durante el sueño. Todos nuestros instintos le son debidos, y por su actividad se prosigue sin cesar el funcionamiento del sistema del gran simpático, sin que en ello pensemos o tengamos conoci­miento.
Mientras estamos despiertos decimos, ese elemental físico está ocupado perpetuamente en defenderse; no descuida un instante su vigilancia y mantiene en tensión los nervios y músculos. Durante la noche o en todo otro momento en que durmamos, permite a los nervios y a los múscu­los que se relajen, y se consagra especialmente a la asimilación de la vitalidad, así como la reparación del cuerpo físico. Lleva a cabo esa función con una eficacia mayor durante la primera parte de la noche, porque entonces la vitalidad es abundante; mientras que inmedia­tamente antes del alba, la provisión de vitalidad procedente de la acción de la Sol durante el día anterior, está casi completamente agotada. Esta es la razón de la sensación de decaimiento y embotamiento que se deja sentir en las últimas horas de la noche, y esa es también la razón por la cual los enfermos mueren con tanta frecuencia en ese momento. Esa misma idea la expresa el antiguo proverbio: “Una hora de sueño antes de media noche, vale por dos después”. La actividad de ese elemental físico explica el poderoso poder reparador del sueño, que se puede observar aún cuando se trate de un corto sueño.
Esa vitalidad es realmente el alimento del doble etérico, siéndole tan necesario como lo es el alimento substancial a la parte grosera del cuerpo físico. De ahí se deduce que cuando, por una razón cualquiera, el cuerpo es incapaz de preparar la vitalidad necesaria para nutrir sus células, (enfermedad, fatiga, extrema vejez), ese elemental físico trata de apoderarse, para su propio uso, de la vitalidad que ha sido ya preparada en el cuerpo de otras personas; y ocurre con frecuencia que nos sentimos débiles y agotados después de haber estado algún tiempo sentados al lado de una persona falta de vitalidad, pues ella ha aspirado nuestros átomos rosados antes do que hayamos podido extraer su energía.
El reino vegetal absorbe también esa vitalidad, pero en la mayor parte de los casos no parece utilizar más que una pequeña parte. Muchos árboles sacan de ella casi exactamente los mismos elementos que los empleados por la parte superior del cuerpo etérico del hombre; y por consiguiente, cuando esos vegetales han utilizado lo que les es necesario, los átomos que rechazan son precisamente los cargados de luz rosa necesaria para las células del cuerpo físico del  hombre. Tal es particularmente el caso del pino y del eucalíptus, de lo que se deduce que la proximidad de esos árboles da salud y fuerza a las personas que sufren de una falta de esa parte del principio vital, (En personas nerviosas, como decimos). Ésas personas son nerviosas porque las células de su cuerpo están hambrientas; la nerviosidad sólo puede aliviarse nutriendo esas células; y el modo más cómodo de hacerlo consiste con frecuencia en darles del exterior la especie particular de vitalidad que necesitan.
E1 rayo rojo-anaranjado va hacia la base de la espina dorsal, y de ahí a los órganos de la generación, a los cuales se refiere estrechamente una parte de sus funciones. Ese rayo parece comprender no sólo el anaranjado y el rojo oscuro, sino también cierta cantidad del morado o violeta oscuro, como si el espectro fuese circular y la serie de colores volviese a empezar por una octava inferior. En el hombre normal, ese rayo da su energía a los deseos de la carne, y parece penetrar también en la sangre y mantener el calor del cuerpo; pero si el hombre rehúsa con persistencia obedecer a su naturaleza inferior, ese rayo puede, por esfuerzos prolongados y resueltos, ser desviado hacia lo alto para dirigirse al cerebro, donde sus tres elementos constitutivos sufren una modificación notable. Allí el anaran­jado llega en la gama de los colores hasta el amarillo lo puro, y produce una intensificación marcada de los poderes del intelecto; el rojo oscuro se vuelve carmesí y aumenta fuertemente el poder del altruista; mientras que el violeta oscuro se transmuta en un adorable violeta pálido y vitaliza la parte espiritual de la naturaleza humana. El hombre que realiza esa transmu­tación, llega a un punto en que los deseos de los sentidos ya no le perturban; y cuando le sea necesario despertar el fuego serpentino, estará al abrigo del peligro más grave de ese proceso. Cuando el hombre ha terminado definitivamente esa transmutación, el rayo rojo-anaranjado pasa directamente del centro a la base de la espina dorsal, y de allí se eleva por el interior del canal déla columna vertebral, hasta alcanzar el cere­bro.

La Vitalidad
El flujo de la vitalidad en esas diversas comentes rige la salud de las partes del cuerpo sobre que actúa. Si, por ejemplo, una persona sufre de mala digestión, el hecho es enseguida visible para el hombre en posesión de la vista etéríca, porque la acción o flujo de la corriente verde se retrasa, o su volumen es más pequeño del debido. Cuando la comente amarilla es abundante y fuerte, indica que la acción del corazón es fuerte y regular» o más bien que produce esa fuerza y es regularidad. Exparcíéndose alrededor del centro cardíaco, la corriente amarilla penetra también en la sangre, que es lanzada por medio del corazón, y la acompaña por todo el cuerpo. Sin embargo, queda bastante para que una parte se dirija al cerebro; y la aptitud para los elevados conceptos filosóficos y metafísicos parece depender de una amplia me­dida de volumen y tiene la actividad de esa corriente amarilla, así como del despertar correspondiente de la flor de doce pétalos que se encuentra en medio del centro de fuerza de lo alto de la coronilla.
El pensamiento y los sentimientos de naturaleza altamente espiritual parecen depender en gran parte del rayo violado, mientras que el ordinario poder de pensamiento es estimulado por la acción del azul mezclado con parte del amarillo. Se ha observado que, en ciertas formas de idiotismo, el flujo hacía el cerebro de las corrientes amarillo y azul- vio lado de la vitalidad, está casi completamente obstruido.
Una actividad o un volumen extraordinario del azul pálido distribuido en el centro de U garganta, tiene por corolario la salud y la fuerza de los órganos físicos de esa parte del cuerpo. Esto da, por ejemplo, fuerza y elasticidad a las cuerdas vocales, de suerte que una actividad y un brillo especial de esa corriente son observables en los oradores y los grandes cantantes, la debilidad o dolencia de una parte cualquiera del cuerpo se acompaña por una insuficiencia en el flujo de la vitalidad hacia esa parte del cuerpo.
A medida que ieis diferentes corrientes de átomos ejecutan su trabajo, la vitalidad de que están cargados les es arrebatada, precisamente como sí se tratase de una carga eléctrica, Los átomos portadores del raya rosa palidecen gradualmente a medida que viajan a través de los nervios, y son arrojados eventualmente fuera del cuerpo a través de los poros de la piel, constituyendo así [o que se llama “el aura de salud” en el libro El hombre visible e invisible. Cuando dejan el cuerpo, la mayoría de ellos han perdido su luz rosa, de modo que el aspecto general de la emanación es azulado. La parte del rayo amarillo que se incorpora a la sangre y viaja con ella, tiene de igual modo su color distintivo.
Cuando los átomos han sido así vaciados de su carga de vitalidad, entran en algunas de las combinaciones que se forman constantemente en el cuerpo, o se escapan por los poros o las vías ordinarias. Los átomos vaciados del rayo verde, que está principalmente asociado con el progreso de la digestión, parecen formar parte de las materias gastadas ordinarias del cuerpo, y son expulsadas con estas; esa es también la suerte Que corren los átomos del rayo rojo-anaranjado en el hombre ordinario. Los átomos que pertenecen a los rayos azules, cuyo papel se relaciona con el centro situado en la garganta, dejan generalmente el cuerpo con el aliento expirado; y los que componen (los rayos azules oscuros y violados, se escapan habitualmente del centro de la coronilla.

Cuando el estudiante ha aprendido a desviar los rayos rojo-anaranjado, de manera que suban a lo largo de la columna vertebral, los átomos vaciados de esos rayos, así como los del rayo violado-azul, fluyen de lo alto de la cabeza como una cascada incandescente, frecuentemente representada en forma de una llama en las antiguas imágenes del Buda y de otros santos personajes. Los átomos vacíos de fuerza vital son de nuevo exactamente semejantes a los átomos ordinarios; el cuerpo absorbe los de que tiene necesidad, de suerte que forman parte de las diversas combinaciones que se operan constan­temente, mientras que los no necesarios para tales fines, son rechazados por los canales que resultan convenientes.
El flujo de la vitalidad en un centro o a través de él, la misma intensificación de ese centro, no deben confundirse con el desarrollo completo de los centros» ocasionado por el despertar del fuego serpentino en una etapa ulterior de la evolución humana. Todos nosotros absorbemos vitalidad para especializarla; pero pocos de nosotros la utilizan completamente, porque bajo diferentes aspectos nuestra vida no es tan pura, tan sana y razonable como debiera serlo. Aquel que hace más grosero su cuerpo por el uso de la carne, del alcohol o del tabaco» no puede utilizar nunca plenamente su vitalidad como el hombre de vida más pura. Puede ocurrir que individuos que lleven una vida impura sean con frecuencia más fuertes en su cuerpo físico que ciertas personas más puras; ese es un efecto de los Karmas respectivos; pero, a elementos iguales, tiene inmensas ventajas el hombre de vida pura.
Vitalidad y no manegtismo
No hay que confundir la vitalidad que circula a lo largo de los nervios, con lo que llamamos habitualmente el magnetismo humano, el fluido nervioso que engendra el hombre en sí mismo. Ese fluido es el que mantiene a lo largo de los nervios la circulación constante de materia etérica que corresponde a la circulación de la sangre en las venas; así como la sangre lleva oxígeno a todas las partes del cuerpo, de igual modo la vitalidad es arrastrada a lo largo de los nervios por esa corriente etérica. Las partículas de la porción etérica del cuerpo humano cambian  constantemente, como las del cuerpo físico denso. Con el alimento que tomamos y el aire que respiramos» absorbemos materia etérica, asimi­lada por la parte etérica del cuerpo. La materia etérica es rechazada constantemente por los poros, así como la materia gaseosa; de suerte que cuando dos personas están una al lado de otra, cada una absorbe necesariamente gran parte de las emanaciones físicas de la otra.
Cuando una persona magnetiza a otra, el operador recoge por un esfuerzo de voluntad una gran cantidad de ese magnetismo y lo proyecta en el sujeto, rechazando el fluido nervioso de su victima y sustituyéndolo por el suyo. Como el cerebro es el centro de esa circulación nerviosa, tal maniobra pone la parte influida del cuerpo del sujeto bajo el dominio del cerebro del experi­mentador y la sustrae a la autoridad de la víctima, que siente así lo que el magnetizador le ordena sentir. Si el cerebro del sujeto es vaciado de su magnetismo propio y lleno del producido por el operador, el sujeto no puede pensar y actuar más que según la voluntad de este último; en aquel momento está completamente dominado.
Hasta cuando un magnetizador trata de efectuar una curación y lanza su fuerza sobre el paciente» él le da inevitablemente con esa vita­lidad una gran parte de sus propias emanaciones. Es evidente que una enfermedad que aqueje al magnetizador, podrá ser transmitida fácilmente al sujeto, de este modo. Otrá consideración: aún cuando la salud del magnetizador sea perfecta desde el punto de vista médico, hay que tener en cuenta que existen enfermedades mentales y morales, así como dolencias físicas, y que también se transmiten frecuentemente, pues lo que el magnetizador hace fluir sobre el sujeto materia astral y materia mental» al mismo tiempo que la corriente de materia física.
La vitalidad, así como la luz y el calor, rebosa continuamente de la Sol, pero hay obstá­culos que impiden con frecuencia a la tierra el recibirlos plenamente. En los climas fríos y melancólicos calificados por irrisión de templa­dos, ocurre con mucha frecuencia que durante días enteros el cielo está cubierto con un fúnebre sudario de nubarrones, lo cual tiene una influencia sobre la vitalidad así como sobre la luz; esto no detiene por completo su paso, pero disminuye sensiblemente la cantidad- De ahí se sigue que con tiempo sombrío y cubierto, la vitali­dad baja, y todas las criaturas vivientes sienten instintivo deseo de Sol.
Cuando los átomos vitalizados son así difundidos con más parsimonia, el hombre de salud robusta ve aumentar su poder de absorción; agota un espacio más grande y mantiene así su fuerza a nivel normal. Pero los enfermos y las personas dotadas insuficientemente de fuerza nerviosa, que no pueden hacer lo mismo, sufren con frecuencia mucho y se vuelven más débiles e irritables sin saber por qué. Por el motivo expuesto, la vitalidad está a más bajo nivel en invierno que en verano, pues aún cuando los días cortos del invierno sean de sol, lo cual es raro a veces, hay que afrontar las largas y monótonas noches de invierno, durante las cuales leñemos que subsistir de la vitalidad que el día ha almacenado en nuestra atmósfera- Por el contra­rio, los largos días de verano, cuando son solea­dos y sin nubes, cargan la atmósfera de vitalidad tan completamente, que las cortas noches de entonces no la agotan en modo alguno.
Al estudiar esa cuestión de la vitalidad, el ocultista no puede dejar de reconocer que aparte de su relación con la temperatura, la luz solar es uno de los factores más importantes en k obtención y conservación de una salud perfecta, un factor que nada puede suplir por completo. Dado que esa vitalidad desborda no so] o sobre el mundo físico» sino también sobre los demás mundos, es evidente que si, desde otros puntos de vista son satisfactorias las condiciones, las facultades emotivas así corno el intelecto y la espiritualidad estarán en su más alto nivel bajo un cíelo claro y con la ayuda inapreciable de la luz del sol.
Todos los colores de la especia de vitalidad descrita son etéricos; y sin embargo se ve que sus funciones presentan ciertas correspondencias con el significado atribuido a colores semejantes en el cuerpo astral. Es claro que los pensamientos y sentimientos puros y rectos reaccionan sobre el cuerpo físico y aumentan su poder de asimilar la vitalidad necesaria para su bienestar.

El modo de alcanzar la salud perfecta consiste en seguir el noble óctuple sendero. “Buscad el Reino de la Diosa y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura”. Esto es verdad, y la salud física está comprendida en esas cosas.” (C.W. Leadbeater, 1989)