Volumen V
CAPITULO-IV-III
PANTEON DE LA IGLESIA DEL
PUEBLO GUANCHE
DIOSA MAGEK
Eduardo Pedro García Rodríguez
El Calor solar
La Diosa Sol fuente de salud
psíquica, espiritual y física según expone el investigador C.W.
Leadbeater, en un interesante trabajo:
“Tan importante papel representa La Sol en la vida
diaria, que es necesario decir algunas palabras sobre
ella.
El sistema solar es verdaderamente en su conjunto
la vestidura de la Divinidad,
pero la Sol es
su verdadera epifanía; lo que en el mundo físico es
para nosotros la aproximación mayor de una de sus
manifestaciones, la lente por la cual Su poder brilla
sobre nosotros.
Considerando desde el punto de vista puramente
físico, la Sol es
una vasta masa de materia incandescente a temperaturas casi inconcebiblemente
elevadas, y en un estado de electrificación tan intensa,
que sobrepuja a todo lo que podemos concebir. Los astrónomos, suponiendo
que ese calor era debido técnicamente a la contracción,
habrán calculado la duración de la existencia pasada de la Sol así como el período
durante el cual le seria posible conservar en el porvenir esa temperatura, y se
sentían incapaces de concederle más de algunos cientos de miles
de años de existencia, tanto en un sentido como en el
otro, al par que los geólogos pretenden, por otra parte, que se
encuentran en la tierra huellas de procesos
que se extienden a millones de años. El descubrimiento del radio ha echado por
tierra las antiguas teoría; pero, ni tan siquiera con su ayuda se han elevado los astrónomos hasta la sencillez de la explicación real de la dificultad.
Imaginémonos cierto microbio inteligente que
viese en el interior o en la superficie del cuerpo humano y
que razonase sobre su temperatura de un modo análogo al de Los
astrónomos. Ese microbio podría decir que aquel cuerpo debe
enfriarse gradualmente, y podría calcular con exactitud que
su temperatura debe rebajarse al cabo de tantas horas o de
tantos minutos, hasta el punto de hacer imposible la continuación de la existencia. Sin embargo, sí viviera lo suficiente,
descubriría que el cuerpo humano no se
enfría como debiera ocurrir según su
teoría, y es indudable que ese hecho
le parecería muy misterioso, a menos
que descubriese que aquél no es un
fuego, que se apaga, sino un ser vivo; y que en tanto que la vida subsiste, la temperatura no debe descender. De la misma manera, si nos damos cuenta de que la Sol es la manifestación física de la Divinidad, veremos que la vida grandiosa que está tras él mantendrá seguramente su temperatura por tanto tiempo como sea necesario para la evolución completa del sistema.
Las hojas
de Sauce
Una explicación análoga nos ofrece una solución
de algunos oíros problemas de la física solar. Por
ejemplo, las protuberancias llamadas según su forma “hojas de sauce” o “granos
de arroz” de que está compuesta en su mayor parte la fotografía
de la Sol, han
intrigado con frecuencia a los astrónomos a causa de las características,
en apariencia contradictorias, que presentan. Según su posición,
esas hojas o granos no pueden ser masque gases incandescentes a
una temperatura excesivamente elevada, y por lo
tanto, de una tenuidad extrema. Y sin embargo, a pesar de
que deben de ser mucho más ligeras que ninguna nube
material, conservan invariablemente su forma particular, por sacudidas que puedan estar por
tempestades tan terribles que destruirían
instantáneamente la misma tierra.
Cuando nos damos cuenta de que detrás de cada
uno de esos objetos extraños se encuentra una vida
espléndida; que ellos pueden ser considerados cada uno como el
cuerpo físico de un gran Espíritu, comprendemos que esa Vida es
la que mantiene su agregación y les da su estabilidad maravillosa.
Calificarlos de cuerpos físicos es quizá susceptible de inducir a
error, dado que todos nosotros consideramos la vida física tan importante
y que ocupa un lugar tan preponderante en
la etapa actual de nuestra evolución.
Diremos nosotros más bien que las hojas de sauce
son manifestaciones en el plano físico, mantenidas
por espíritus solares con un fin especial, y a costa de cíerto
sacrificio o limitación de su actividad sobre los planos
superiores que son su residencia normal- Si recordamos que
por medio de esas “hojas de sauce” la luz, el calor y la
vitalidad de la Sol
llegan a nosotros, veremos fácilmente que el fin de ese
sacrificio es hacer descender hasta el plano físico ciertas
fuerzas que de otra suerte quedarían sin manifestar; y que esos
grandes Espíritus actúan como canales, como reflectores, como agentes de
especialización de la fuerza Divina. En definitiva, llevan ellos a
cabo en planos cósmicos y para un sistema solar, lo que
nosotros, si somos bastante sabios para sacar partido de
nuestros privilegios, podemos hacer en una escala microscópica en nuestro pequeño círculo, como se verá más adelante.
La Vitalidad
Todos estamos familiarizados con la sensación
de gozo y de bienestar que nos proporciona la luz del Sol; pero sólo los
estudiantes serpentinos de que hemos hablado
en La vida interna.
Esas tres fuerzas permanecen distintas, y
ninguna de ellas puede ser convertida en una de las otras dos. No tienen
relación alguna con las tres grandes efusiones llamadas oleadas de vida.
Aquéllas son esfuerzos definidos hechos por la Divinidad solar, mientras que éstas parecen ser más
bien resultados de Su vida: sus cualidades manifestadas
sin esfuerzo visible.
Cuando la electricidad pasa a través de los
átomos, los hace desviar y los mantiene en determinada
posición; siendo ese efecto completamente distinto del modo
especial de vibración que ella les impone, y agregándose a él. Pero la acción
de la vitalidad difiere bajo muchos aspectos de la
electricidad, de la luz o del calor. Todas las
variantes de esta última fuerza ocasionan oscilaciones del
átomo en su conjunto, oscilaciones cuya amplitud es enorme en
relación con las dimensiones del átomo; pero la otra fuerza
a que llamamos vitalidad llega al átomo, no del
exterior, sino del interior.
El
glóbulo de la vitalidad
El átomo no es otra cosa que la manifestación
de una fuerza. La
Divinidad solar crea por su voluntad una
cierta forma que llamamos atomo físico último, y por este
esfuerzo de Su voluntad, en esa forma particular se
encuentran reunidos, en cada uno, unos catorce mil millones de burbujas-
Es preciso insistir en que la cohesión de las burbujas
en esa forma, depende enteramente de ese esfuerzo de voluntad, de modo que si
se suspendiese un solo instante, las burbujas tendrían
que separarse y el mundo físico entero cesaría de
existir en menos tiempo del que necesita el relámpago para brillar. Es pues cierto que el mundo sólo es una ilusión, aún desde ese punto de vista, para no decir nada del hecho de que las burbujas de que está formado el átomo no son más, a su vez, que puntos en que falta el koilón que es el verdadero éter del espacio.
Es pues la fuerza de la voluntad del Logos la
que, ejercitada continuamente, mantiene al átomo en
su estado actual de agregación; y cuando tratamos de
examinar la acción de esa fuerza vemos que no penetra en el átomo
llegada del exterior, sino que surge en él lo que significa que
entra en él viniendo de las dimensiones superiores. El mismo hecho es cieno de
esa otra fuerza
que llamamos vitalidad; ella entra en el átomo
por el interior en compañía de la fuerza que mantiene al átomo en su estado de
agregación, y no obra sobre él
enteramente desde el exterior, como
lo hacen las oirás variedades de fuerza
que llamamos luz, calor o electricidad.
Cuando surge así la vitalidad en el interior del
átomo, le infunde una vida adicional y le confiere un
poder de atracción, de modo que atrae inmediatamente alrededor
de sí otros seis átomos, que dispone en determinada forma, produciendo
así lo que se llama en Química Oculta un
hiper-meta-proto-elemento. Pero ese elemento
difiere de todos los observados hasta hoy por el heho de que la fuerza
que lo crea y lo mantiene agregado proviene
del segundo Aspecto de la Divinidad Solar y
no del tercero.
Constituye el pequeño
grupo que forma la perla excesivamente brillante
visible sobre la serpiente masculina o positiva del
elemento químico llamado oxígeno, y constituye el corazón del
globo central del radio.
Esos glóbulos se destacan claramente entre
todos aquellos que se pueden ver flotar en la atmósfera, como consecuencia de
su brillo y de su actividad extrema, de la vida intensa que manifiestan.
Son probablemente las vidas ardientes, esa
palabra parece referirse al glóbulo en conjunto.
Aunque la fuerza que vivifica esos glóbulos sea
diferente por completo de la luz, parece sin embargo depender de la luz para
manifestarse. En la luz brillante de la Sol esa vitalidad surge continuamente,
siendo engendrados los glóbulos con una gran
rapidez y en numero increíble; pero cuando
el tiempo está nublado hay una gran disminución
en el número de los glóbulos formados» y durante la noche su formación parece
completamente suspendida. Por consiguiente
se puede decir que durante la noche vivimos
del depósilo acumulado durante el día precedente;
y aunque el agotamiento de ese depósito
parezca prácticamente imposible, se reduce
sin embargo mucho cuando hay una sucesión
de días sombríos. Una vez cargado, el glóbulo
queda en estado de elemento subatómico,
y no parece experimentar cambio o perder fuerza hasta el momento en que lo absorbe una criatura viviente.
La
absorción de la vitalidad
Esta vitalidad es absorbida por todos los organismos
vivos, y parece que su existencia necesita una provisión suficiente de ella. En
el caso del hombre y de los animales superiores, la vitalidad
es absorbida por el centro o torbellino que, en el
doble elenco, corresponde al bazo. Recordemos que este centro tiene seis
pétalos, formados por el movimiento ondulatorio de las fuerzas
que engendran el torbellino. Pero ese movimiento
ondulatorio está a su vez ocasionado por otras
fuerzas que irradian del centro de ese torbellino.
Representémonos ese punto central del torbellino como el cubo de una rueda, y podremos
considerar entonces esas últimas fuerzas como rayos que salen
del cubo en líneas rectas. Las fuerzas que engendran el torbellino
revolotean alrededor del centro, pasando alternativamente
por debajo y por encima de los rayos, como para trenzar una
especie de canastillo etérico, lo que produce la apariencia de seis pétalos
separados por depresiones.
Cuando la unidad de vitalidad surca la atmósfera,
parece casi incolora a pesar de su brillo, y puede compararse a la
luz blanca. Pero en cuanto la atrae el torbellino del centro de
fuerza del bazo, se descompone y se divide en corrientes
cuyos colores son diversos, aunque no corresponden exactamente a nuestra
división del espectro solar.
Cuando esos átomos constitutivos son
arrastrados en el torbellino, cada uno de los seis rayos
recoge uno de ellos, de modo que todos los átomos
cargados de amarillo se precipitan a lo largo de un
rayo, los cargados de verde siguen a otro, y así
sucesivamente, mientras que el séptimo rayo desaparece en el
ceñirá del remolino,
en el cubo de la rueda por decirlo así. Esos
rayos se lanzan entonces en diferentes direcciones, para ejecutar cada
uno su trabajo especial en la vitalización
del cuerpo. Corno he dicho, las
divisiones no son exactamente las que reconocemos
ordinariamente en el espectro solar,
sino que se parecen más bien a la disposición
de colores tal como lo vemos en los planos
superiores» en el cuerpo causal, el cuerpo mental y el cuerpo astral.
Por ejemplo, lo que llamamos color añil está distribuido
entre el rayo violado y el rayo azul, de suerte que allí no encontramos más que
dos divisiones en lugar de tres; pero, por otro lado, lo
que llamamos el rojo está dividido en dos partes rojo
rosa y rojo oscuro- Los seis colores que irradian
son el violado, el azul, el verde, el amarillo, el anaranjado y el
rojo oscuro; mientras que el séptimo átomo o átomo rojo rosa se
abisma en el centro del torbellino, (más valdría decir el
primer átomo, puesto que se trata del átomo
original en que apareció la fuerza en primer
término). La vitalidad es evidentemente de
constitución séptuple, pero fluye a través del cuerpo por
cinco corrientes principales, como se describe en
los libros indos porque después de su salida del centro esplénico, el azul y el
violado se unen en un rayo, y una fusión semejante se opera
entre el anaranjado y el rojo oscuro.
1° El rayo violado azul fluye hacia la garganta,
dónde parece dividirse, deteniéndose el matiz azul
pálido para difundirse en el centro que está en la
garganta y vivificarlo, mientras que el azul oscuro y
el violado continúan su marcha hacia el cerebro. La corriente azul oscuro se esparce
en la parte inferior y parte central del cerebro, mientras que el violado
inunda su-parte superior y parece dar un
vigor especial al centro de fuerza
déla corona de la cabeza, difundiéndose principalmente a través de los 960 pétalos de la porción exterior de ese centro.
trabajo,
se dirige también parcialmente hacia el cerebro y allí se expande,
dirigiéndose principalmente hacia la flor
de doce pétalos que está en medio del
centyro de fuerza superior.
3º El rayo verde inunda el abdomen, y aunque
se establece especialmente en el plexo solar, vivifica
evidentemente el hígado, los riñones y los
intestinos, así como el aparato digestivo en general.
4º
E1 rayo rosa circula por todo el cuerpo siguiendo
los nervios como conductores, y es claramente la vida del sistema
nervioso. Es lo que se llama comúnmente la vitalidad especializada
que el hombre puede fácilmente transferir a otro a quien le falte. Si los nervios
no están abundantemente provistos de esa
luz rosácea, se vuelven sensibles y
extremadamente irritables, de suerte
que le es casi imposible a la persona así afectada el permanecer en una
posición, aunque encuentre poco alivio al cambiarla. El ruido más ligero, el contacto más leve, le son penosos. Si
los nervios de aquella persona
reciben abundante influjo de
vitalidad especializada, procedente de una
persona en buena salud, el alivio es inmediato y desciende sobre el enfermo una sensación de bienestar y de paz.
El hombre dotado de una salud
robusta, absorbe y especializa habitualmente mucha
más vitalidad que laque necesita su propio cuerpo, de suerte
que emite sin cesar un torrente de átomos rosados y emana fuerza
inconscientemente sobre sus compañeros más débiles sin
perder nada de sí mismo. Sin embargo, por un esfuerzo de
voluntad puede reconcentrar esa energía superfina y dirigirla
intención intencionalmente te hacia alguien a quien desee ayudar.
El cuerpo físico tiene cierta conciencia instintiva
y ciega que corresponde en el mundo físico al elemental del
deseo del cuerpo astral. Esa conciencia trata siempre de
proteger el cuerpo del peligro o procurarle aquello de que tiene
necesidad. Escampé amiente independiente de la conciencia del hombre, y
actúa igualmente bien cuando el ego está ausente del cuerpo físico durante el
sueño. Todos nuestros instintos le son debidos,
y por su actividad se prosigue sin cesar el funcionamiento del sistema del gran simpático, sin que en ello pensemos o tengamos conocimiento.
Mientras estamos despiertos decimos, ese elemental físico
está ocupado perpetuamente en defenderse; no descuida un instante su vigilancia
y mantiene en tensión los nervios y
músculos. Durante la noche o en todo
otro momento en que durmamos, permite a los nervios y a los músculos que se relajen, y se consagra especialmente a
la asimilación de la vitalidad, así
como la reparación del cuerpo físico.
Lleva a cabo esa función con una
eficacia mayor durante la primera
parte de la noche, porque entonces la vitalidad
es abundante; mientras que inmediatamente antes del alba, la provisión
de vitalidad procedente de la acción de la Sol durante el día anterior, está casi completamente agotada. Esta es la razón de la sensación de decaimiento y
embotamiento que se deja sentir en las últimas horas de la noche, y esa es también la razón por la cual los enfermos mueren con tanta frecuencia en ese momento. Esa misma idea la expresa el antiguo proverbio: “Una hora de sueño antes de media noche, vale por dos después”. La actividad de ese elemental físico explica el poderoso poder
reparador del sueño, que se puede
observar aún cuando se trate de un
corto sueño.
Esa vitalidad es realmente el alimento del
doble etérico, siéndole tan necesario como lo es el alimento
substancial a la parte grosera del cuerpo físico. De ahí se deduce que cuando, por una razón cualquiera, el cuerpo es incapaz de preparar la vitalidad necesaria para nutrir sus células, (enfermedad, fatiga, extrema vejez), ese elemental físico trata de apoderarse, para su propio uso, de la vitalidad que ha sido ya
preparada en el cuerpo de otras personas; y ocurre con frecuencia que nos sentimos débiles y agotados después
de haber estado algún tiempo sentados al
lado de una persona falta de vitalidad, pues ella ha aspirado nuestros átomos rosados antes do que hayamos podido extraer su energía.
El reino vegetal absorbe también esa vitalidad, pero en
la mayor parte de los casos no parece
utilizar más que una pequeña parte. Muchos
árboles sacan de ella casi exactamente los mismos elementos que los empleados por la parte superior del cuerpo etérico del hombre; y por consiguiente, cuando esos vegetales han utilizado lo que les es necesario, los átomos que rechazan son precisamente los cargados de luz rosa necesaria para las células del cuerpo físico del hombre.
Tal es particularmente el caso del pino y del eucalíptus, de lo que se deduce que la proximidad de esos árboles da salud y fuerza a las personas que
sufren de una falta de esa parte del
principio vital, (En personas nerviosas, como decimos). Ésas personas son nerviosas porque las células de su cuerpo están hambrientas; la nerviosidad
sólo puede aliviarse nutriendo esas células;
y el modo más cómodo de hacerlo consiste
con frecuencia en darles del exterior la especie particular de vitalidad que necesitan.
5º E1 rayo rojo-anaranjado va hacia la base de
la espina dorsal, y de ahí a los órganos de la generación, a los cuales se
refiere estrechamente una parte de sus funciones. Ese rayo parece comprender no sólo el anaranjado y el rojo oscuro, sino también cierta cantidad del morado o violeta oscuro, como si el espectro fuese circular y la serie de colores volviese a empezar por una octava inferior. En el hombre normal, ese
rayo da su energía a los deseos de la carne, y parece penetrar también en la
sangre y mantener el calor del cuerpo; pero
si el hombre rehúsa con persistencia
obedecer a su naturaleza inferior, ese
rayo puede, por esfuerzos prolongados y resueltos, ser desviado hacia lo alto para dirigirse al cerebro, donde sus tres elementos constitutivos
sufren una modificación notable.
Allí el anaranjado llega en la gama
de los colores hasta el amarillo lo
puro, y produce una intensificación marcada
de los poderes del intelecto; el rojo oscuro se vuelve carmesí y aumenta
fuertemente el poder del altruista; mientras
que el violeta oscuro se transmuta en
un adorable violeta pálido y vitaliza
la parte espiritual de la naturaleza humana. El hombre que realiza esa transmutación,
llega a un punto en que los deseos de los sentidos
ya no le perturban; y cuando le sea necesario
despertar el fuego serpentino, estará al abrigo del peligro más grave de ese proceso. Cuando el hombre ha
terminado definitivamente esa transmutación, el rayo rojo-anaranjado pasa directamente del centro a la base de la espina dorsal,
y de allí se eleva por el interior del canal déla
columna vertebral, hasta alcanzar el cerebro.
La Vitalidad
El flujo de la vitalidad en esas diversas comentes
rige la salud de las partes del cuerpo sobre que
actúa. Si, por ejemplo, una persona sufre de mala digestión,
el hecho es enseguida visible para el hombre en posesión de la vista
etéríca, porque la acción o flujo de la corriente verde
se retrasa, o su volumen es más pequeño del debido. Cuando la comente
amarilla es abundante y fuerte, indica que la acción del corazón es fuerte y regular»
o más bien que produce esa fuerza y es
regularidad. Exparcíéndose alrededor
del centro cardíaco, la corriente amarilla penetra también en la sangre, que es
lanzada por medio del corazón, y la
acompaña por todo el cuerpo. Sin
embargo, queda bastante para que una
parte se dirija al cerebro; y la aptitud
para los elevados conceptos filosóficos y metafísicos parece depender de una amplia medida de volumen y tiene la actividad de esa
corriente amarilla, así como del
despertar correspondiente de la flor
de doce pétalos que se encuentra en medio
del centro de fuerza de lo alto de la coronilla.
El pensamiento y los sentimientos de naturaleza
altamente espiritual parecen depender en gran parte
del rayo violado, mientras que el ordinario poder de pensamiento es estimulado por la acción del
azul mezclado con parte del amarillo. Se ha
observado que, en ciertas formas de
idiotismo, el flujo hacía el cerebro de las corrientes amarillo y azul- vio lado de la vitalidad, está casi completamente obstruido.
Una actividad o un volumen extraordinario del
azul pálido distribuido en el centro de U garganta,
tiene por corolario la salud y la fuerza de los
órganos físicos de esa parte del cuerpo. Esto da, por ejemplo, fuerza y
elasticidad a las cuerdas vocales, de
suerte que una actividad y un brillo
especial de esa corriente son observables en los oradores y los grandes cantantes, la debilidad o dolencia de una parte cualquiera del cuerpo
se acompaña por una insuficiencia en el flujo
de la vitalidad hacia esa parte del cuerpo.
A medida que ieis diferentes
corrientes de átomos ejecutan su trabajo, la
vitalidad de que están cargados les
es arrebatada, precisamente como sí
se tratase de una carga eléctrica, Los átomos portadores del raya rosa
palidecen gradualmente a medida que viajan
a través de los nervios, y son
arrojados eventualmente fuera del cuerpo
a través de los poros de la piel, constituyendo así [o que se llama “el aura de salud” en el libro El hombre visible e
invisible. Cuando dejan el
cuerpo, la mayoría de ellos han perdido
su luz rosa, de modo que el aspecto general de la emanación es azulado.
La parte del rayo amarillo que se incorpora
a la sangre y viaja con ella, tiene
de igual modo su color distintivo.
Cuando
los átomos han sido así vaciados de su carga
de vitalidad, entran en algunas de las combinaciones
que se forman constantemente en el
cuerpo, o se escapan por los poros o las vías ordinarias. Los átomos
vaciados del rayo verde, que está
principalmente asociado con el progreso de la digestión, parecen formar parte de las materias gastadas ordinarias del cuerpo, y son expulsadas con estas; esa es también la suerte
Que corren los átomos del rayo
rojo-anaranjado en el hombre
ordinario. Los átomos que pertenecen a los
rayos azules, cuyo papel se relaciona con el centro situado en la garganta, dejan generalmente el cuerpo con el aliento expirado; y los que componen (los rayos azules oscuros y violados, se
escapan habitualmente del centro de la
coronilla.
Cuando el estudiante ha aprendido a desviar los rayos rojo-anaranjado, de manera que suban a lo largo de la columna vertebral, los átomos vaciados de esos rayos, así como los del rayo violado-azul, fluyen de lo alto de la cabeza como
una cascada incandescente,
frecuentemente representada en forma
de una llama en las antiguas imágenes
del Buda y de otros santos personajes.
Los átomos vacíos de fuerza vital son de
nuevo exactamente semejantes a los átomos ordinarios; el cuerpo absorbe los de que tiene necesidad, de suerte que forman parte de las diversas combinaciones que se operan constantemente, mientras que los no necesarios para
tales fines, son rechazados por los canales que resultan convenientes.
El flujo de la vitalidad en un centro o a
través de él, la misma intensificación de ese centro, no deben confundirse con
el desarrollo completo de los centros»
ocasionado por el despertar del fuego serpentino
en una etapa ulterior de la evolución humana. Todos nosotros absorbemos
vitalidad para especializarla; pero pocos de nosotros la utilizan completamente, porque bajo diferentes aspectos nuestra vida no es tan pura, tan sana y razonable como debiera serlo. Aquel que hace más grosero su cuerpo por el uso de la carne, del
alcohol o del tabaco» no puede
utilizar nunca plenamente su
vitalidad como el hombre de vida más
pura. Puede ocurrir que individuos que lleven
una vida impura sean con frecuencia más fuertes en su cuerpo físico que ciertas personas más puras; ese es un efecto de los Karmas respectivos; pero, a elementos iguales, tiene inmensas ventajas el hombre de vida pura.
Vitalidad
y no manegtismo
No hay que confundir la vitalidad que circula a
lo largo de los nervios, con lo que llamamos habitualmente
el magnetismo humano, el fluido nervioso que engendra el hombre
en sí mismo. Ese fluido es el que mantiene a lo largo de los nervios la
circulación constante de materia etérica
que corresponde a la circulación de la sangre
en las venas; así como la sangre lleva oxígeno
a todas las partes del cuerpo, de igual modo la vitalidad es arrastrada a lo largo de los nervios por esa corriente etérica. Las partículas de la porción etérica del cuerpo humano cambian constantemente, como las del cuerpo físico denso. Con el alimento que tomamos y el aire que respiramos» absorbemos materia
etérica, asimilada
por la parte etérica del cuerpo. La materia etérica es rechazada constantemente por los poros, así como la materia
gaseosa; de suerte que cuando dos personas están una al lado de otra, cada una absorbe necesariamente
gran parte de las
emanaciones físicas de la otra.
Cuando una persona magnetiza a
otra, el operador recoge por un esfuerzo
de voluntad una gran cantidad de ese
magnetismo y lo proyecta en el sujeto,
rechazando el fluido nervioso de su victima y sustituyéndolo por el suyo. Como
el cerebro es el centro de esa circulación nerviosa, tal maniobra pone la parte influida del cuerpo del sujeto bajo el dominio del cerebro del experimentador y la sustrae a la autoridad de la víctima, que siente así lo que el magnetizador le ordena sentir. Si el cerebro del sujeto es vaciado de su magnetismo propio y lleno del producido por el operador, el sujeto no puede pensar y actuar más que según la voluntad de este último; en aquel momento está completamente dominado.
Hasta cuando un magnetizador trata de efectuar
una curación y lanza su fuerza sobre el paciente» él
le da inevitablemente con esa vitalidad una gran parte de sus
propias emanaciones. Es evidente que una enfermedad que aqueje al magnetizador,
podrá ser transmitida fácilmente al sujeto, de este modo. Otrá
consideración: aún cuando la salud del magnetizador sea perfecta desde el punto de
vista médico, hay que tener en cuenta que
existen enfermedades mentales y morales,
así como dolencias físicas, y que también
se transmiten frecuentemente, pues lo que
el magnetizador hace fluir sobre el sujeto materia astral y materia mental» al mismo tiempo que la corriente de materia física.
La vitalidad, así como la luz y el calor, rebosa
continuamente de la Sol,
pero hay obstáculos que impiden con frecuencia a la tierra el recibirlos
plenamente. En los climas fríos y melancólicos calificados por irrisión de templados, ocurre con mucha frecuencia que durante días enteros el cielo está cubierto con un
fúnebre sudario de nubarrones, lo
cual tiene una influencia sobre la
vitalidad así como sobre la luz; esto
no detiene por completo su paso, pero disminuye sensiblemente la cantidad- De ahí se sigue que con tiempo sombrío y
cubierto, la vitalidad baja, y todas las criaturas vivientes sienten instintivo deseo de Sol.
Cuando los átomos
vitalizados son así difundidos con más
parsimonia, el hombre de salud robusta
ve aumentar su poder de absorción; agota un
espacio más grande y mantiene así su fuerza a nivel normal. Pero los enfermos y
las personas dotadas
insuficientemente de fuerza nerviosa, que
no pueden hacer lo mismo, sufren con
frecuencia mucho y se vuelven más débiles e irritables sin saber por qué. Por el motivo expuesto, la vitalidad está a más bajo nivel en invierno que en verano, pues aún cuando los días cortos del invierno sean de sol, lo cual es raro a veces, hay que afrontar las largas y monótonas noches de invierno, durante las cuales leñemos que subsistir de la vitalidad que el día ha almacenado en nuestra atmósfera- Por el contrario, los largos días de verano, cuando son soleados y sin nubes, cargan la atmósfera de vitalidad tan completamente, que las cortas noches de entonces no la agotan en modo alguno.
Al estudiar esa cuestión de la vitalidad, el ocultista no puede
dejar de reconocer que aparte de su relación
con la temperatura, la luz solar es uno
de los factores más importantes en k obtención y conservación de
una salud perfecta, un factor que nada puede
suplir por completo. Dado que esa
vitalidad desborda no so] o sobre el mundo
físico» sino también sobre los demás mundos,
es evidente que si, desde otros puntos de vista son satisfactorias las condiciones, las facultades emotivas así corno el intelecto y la espiritualidad estarán en su más alto nivel bajo
un cíelo claro y con la ayuda
inapreciable de la luz del sol.
Todos los colores de la especia de vitalidad descrita
son etéricos; y sin embargo se ve que sus funciones
presentan ciertas correspondencias con el
significado atribuido a colores semejantes en el cuerpo
astral. Es claro que los pensamientos y sentimientos puros y rectos reaccionan
sobre el cuerpo
físico y aumentan su poder de asimilar la vitalidad
necesaria para su bienestar.
El modo de alcanzar la salud perfecta
consiste en seguir el noble óctuple sendero. “Buscad el
Reino de la Diosa
y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura”.
Esto es verdad, y la salud física está comprendida
en esas cosas.” (C.W. Leadbeater, 1989)
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