Volumen V
CAPITULO-IV-I
PANTEON DE LA IGLESIA DEL
PUEBLO GUANCHE
DIOSA MAGEK
Eduardo Pedro García Rodríguez
ORACION
GUANCHE A LA SOL
¡¡Uh!!
Magné Mastáy Achen tumba Manéy.
¡Uh!
Ma gdnná, Mastay ase-n tunwa, Maney.
Tanemir
uhana gek magék Enehana benijime
barba Enaguapa acha abezan.
Tansmmirt
uyan ajeq Mayeq n eyenna benn iyimme
Hansa
n wafa ass abezzan.
TRADUCCION AL CASTELLANO
¡¡Oh!!
Madre del cielo
Madre de la tierra.
¡Oh! Madre del cielo, Madre del crecimiento
de la hermandad,
Madre de lo nuevo.
Gracias
poderosa Sol por salir un día más para alumbrar la noche.
Gracias,
joya que eres fulgor, Sol del comienzo del alba,
que
tiñe siempre de luz toda la oscuridad (o maldad).
(Traducción al castellano
del Dr. Ignacio Reyes Garcia)
Nuestra Diosa
Magek despierta en ti fuertes sentimientos de autoestima, seguridad en ti
mism@, resolución, objetividad, perseverancia e independencia. ¡Invócala!
Cierra los
ojos y mira dentro de tu corazón: allí verás una chispa. Haz con ella un fuego!
Allí están tus
sueños, tus pequeños y grandes logros, tu magia. Inspira por la nariz y exhala
por la boca, alimentando ese fuego que pasa a través de ti y se expande,
alcanzando a todos a tu alrededor. Es tu propio brillo.
Cada persona
tiene un propósito que cumplir en esta vida. Nadie podrá hacerlo por ti. No
prives a la humanidad de los dones que te ha obsequiado el Universo para
cumplir tu tarea. ¡Eres únic@!
Cada mañana,
al despertar, extiende tus brazos, respira y repite: ¡Despiértate y brilla!
Porque la Diosa Magek vive en ti.
Magec. m. GC, Tf. ant desús. Astr. Sol. Expr,
L: mageb, majec Usáb. c. nombre sagrado.
Sin.
magot.
tenerife
§ «Su
juramento era por el sol ile llamaban Mageb° (Cedeño[ca 1490) 1934: 17r]
§ *Y por el Sol aquian
Magec llamauan. t lurauan con recato, y gran rerpecto» [Víana 1604, Nüñaz de la Pena
(1676) 1994: 27: Viera 1772, 1 132: Berlhelol 1S42, 1: 204; Bory 1803: 50].
§ °[Ténériffe 1 Magec, tesoteii»
[Bory 1B03: 50].
§V Cron. Achún
Magec
§ V. Frs Tanemlr uhana gek Magek / enahans benifimc
barba / gnaguaps adía abasan.
gran canaria
"[…] Juraban por Magec qü»
as el Sola [Marín 1694, II, 1Q:74r]. magec. 1: 546]
-[…], adj.
vbr amb. sing. 'que posee resplandor, es brillante', Fonetica. 'y itsf > qq > q, por
correspondencia regular y abreviación de geminada en final absoluto N. B. Por analogía
con Magné [Ma-ganná 'Madre del cielo], cabe pensar también aquí en la i composición genitiva (primaria):
Ma-xeqo 'Madre del fulgor. Pero ni la información etnohistorica-ni el enunciado proposicional que ha conservado la
tradición oral en Tenerife acreditan el género femenino de esta voz, como, por otro lado, suele
suceder con las referencias al Sol en la cultura amaziq Continental, aunque existen excepciones. (Dr.
Ignacio Reyes García, 2011).
Divino (a) Sol de los Magos o Mahoreros
El
prócer de la Matria Canaria
Hupalupa[1]
(Hermógenes Afonso de la Cruz)
en su extraordinario libro “Magos,Maúros,
Majoreros o Amasiques” en un profundo trabajo de investigación en torno al
mundo espiritual de nuestros ancestros nos ofrece una amplia visión de la
pervivencia hasta los tiempos actuales de los cultos y veneración sostenidos
durante siglos por nuestro pueblo a la Diosa
Magek, de dicho libro reproducimos algunos pasajes
ciertamente extensos pero necesarios para una mejor compresión de esta
realidad.
“Nuestros antepasados precoloniales de (Ta)mahoti o (Tajmahuh
(Lanzarote y Fuerteventura), Kanarya (Canaria en
latín y en las lenguas neolatinas, incluido el castellano), Eseró o
Eserú (E1 Hierro), Gomera, Benahuare (La Palma) y Chinech (Tenerife)
en sus cuevas a modo de templo
imploraban a sus antepasados, los Majos, Maídos, Mahios, Mahoreros o Magos que
eran sus espíritus.
Bethencourt Alfonso, hace sólo Cien años,[2] al
recoger esta extraordinaria información,
reafirma con la tradición oral lo dicho anteriormente por los cronistas sobre los rituales de los canarios precoloniales en cuanto a la costumbre de hacer
hogueras -o fogeleras, según un
reciente costumbrismo portugués- por los días de San Juan. Realmente el hacerlo la víspera de San Juan, es una costumbre o cristianización producto de la
conquista. Y las hogueras o fogaleras
de San Juan no vinieron con los conquistadores; estos ritos o fiestas del
fuego, del Sol y de las hogueras, o rituales de fertilidad y de purificación, se remontan, sin ningún género de dudas, a los albores de la historia norteafricana
con el ancestral culto al Sol.
En este culto participa siempre una víctima,
generalmente un cordero, al cual, después del sacrificio,
es desprovisto de una de las partes de su cuerpo
(cabeza o rabo, que sepamos) que se eche al fuego con el
objeto de que el estimado olor desprendido por la quema del miembro, sea beneficioso para la purificación del ganado.
Un investigador canario del presente, Manuel
J. Lorenzo Perera, cuando hace referencia a
les costumbres de pastores actuales de Tenerife y el Hierro,
en su posible relación con los canarios precolo-niales, manifiesta que de la misma manera que en Tenerife, en la
isla de El Hierro se “prendían hogueras, igualmente, en las alturas. Que la víspera de San Juan se acostumbraba además,
a tocar la bocina o bucio (concha de caracol marino al que
se le extraía la sustancia comestible y cortaba la punta), instrumento empleado -también en
Tenerife- para llamar la atención, en este caso de los promotores y
responsables de la fecundidad, es decir, de la continuidad vital.” Lorenzo Perera nos ofrece
una valiosísima información que oralmente
recogió en Taibique (El Pinar), El Hierro, del vecino don Eloy Quintero Morales.
La información que
poseemos nos confirma el parentesco cultural y por lo tanto, la procedencia continental de estos antiguos rituales que practicaban nuestros antepasados, y e pesar de la transcultura a la
que se vieron sometidos desde la conquista, estos sagrados ritos se conservaron hasta ayer mismo. Precisamente, Bethencourt Alfonso, hablando sobre tradiciones precoloniales mantenidas hasta aquellos momentos, añadía que “de igual manera que conservamos las legendarias hogueras sagradas guanchinescas de Chirche y Aripe en Guía de Jsora. En la iglesia de Chasna, en Nochebuena, durante la misa del Nacimiento del Redentor, por medio de pellizcos hacen prorrumpir en balidos a un cabrito, del mismo modo que lo hacían los guanches para implorar al Dios de los animales Guañahé”
Es el gran historiador
Heródoto, en el siglo V antes de nuestra era, el que nos indica le ancestralidad cultural de las ofrendas al fuego, a la luz y al Sol de todos los libios -amasikes-.
Por otra parte, los
sacrificios de los nómadas se atienen al siguiente
ritual: ofrecen como primicia una parte de la oreja de
la victima y la arrojan sobre su casa; y, una vez hecho esto, le retuercen el cuello al animal. Sólo consagran sacrificios al sol y a la luna.
En efecto, todos los
libios ofrecen sacrificios a esas divinidades,”
Con la llegada del
cristianismo, el pueblo norteafricano -hasta esos momentos totalmente ajeno a
la cultura árabe- irá retrocediendo en la costumbre del culto al padre Sol, y a
pesar de que la cultura cristiana primero, y
principalmente la árabe más tarde -a partir del siglo VII-, influyeron muchísimo en las prácticas
adoratorias de los amasikes, ello no ha impedido que los
distintos pueblos de la Tamaska hayan mantenido
firmemente hasta el presente la herencia cultural de sus antepasados. Ello no quiere decir que el cultismo religioso sea directamente de igual manera que el antiguo, sino que, transformado, la esencia cultural de aquellas viejas ofrendas siguen siendo idénticas. La
Tafaska amasik actual es la herencia recibida de la antigua y sana costumbre de rendir culto a la Naturaleza: al Sol, a La Luna,
a La Luz,
El culto que los canarios
precoloniales hacían al Sol del que han quedado pruebas
muy claras de ello hasta el presente, trató de
ser extirpado ciegamente por los brutos e ignorantes conquistadores que pensaban aportaban la verdad y por lo tanto odiaban la astrolatría canaria, la practicada por los -según ellos- “perros traidores canarios.”
Pero los magos o mahoreros
de Canarias, en tiempo de la conquista, tuvieron una respuesta contundente
que invalida definitivamente la actuación de
“aquellos buenos cristianos”:
Los canarios, que creían
en un Dios bueno y justo, que adoraban la
incomparable luz del Sol, fuente de energía y de vida, pues el Sol es vida, así como el agua es vida, no pudieron entender el por qué los cristianos “hauían muerto a su Dios que era tan bueno” y por
lo tanto no podían profesar aquella religión que los conquistadores les ofrecían. Preferirían quedarse con el suyo
al cual no podrían, ni querían, ni
pensaban matar en ningún momento, pues era su Dios y no otro. Los canarios no querían creer en un
Dios que pudiese avalar la actuación
de aquellos piratas europeos; por supuesto que con la mayor razón del mundo. Tuvieron la desgracia de conocer a Jesucristo a través de maleantes y bandoleros.
Posteriormente, el cronista portugués Gomes
Eannes d'Azurara, en la década de los 1440
-cien años después de la bula promulgada por Urbano V y del relato de Abenjeldún-, nos reafirme le
astrolatría de los magos y mahoreros de Cunarías: “e
crccm que ha hi Déos.”
Por la misma época, en 1455 el italiano
Aivise de Cada Mosto hace una descripción de
les islas de Canaria, en la que manifiesta que cuatro de ellas se encuentran habitadas por cristianos (canarios ye convertidos) -se refería a las ya sometidas: Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera
y El Hierro-, y de que los habitantes de las otras tres (aún sin
conquistar) -Canaria, Tenerife y La
Palma- son idólatras, pues
adoraban el Sol. a la Luna
y a otros planetas.
Queste isole di Canaria sonó sette: quattro abítate
de Cristianicioe
Lanzar otla Forte-Ven tura, la Gomera e
il Ferro; tre sonó d'idolatri,
cioe le Gran Caneria,
Teneriffe, la Palma ...
Non hanno fede; ma
adorano, alcum il solé, altri la luna e altri
pieneti; e hanno miove fantasie di idolatría”.
Y es así mismo el navegante
portugués Diogo Gómez, también a
mediados del siglo XV (1460-1463), quién nos confirma una vez más la creencia en el dios Sol de los canarios
precolonieles, aunque en este caso
referido e los naturales de las islas de Tenerife y La Palma:
En Gran Canaria y la Gomera casi la mitad de los
habitantes de aquellas islas son cristianos- En las
otras dos islas, a saber: Tenerife y Palma, sus
habitantes son de aquella gente que se llaman Canarios,
que es un gran pueblo. Adoren al Sol como a
Dios.
Los relatos de los cronistas posteriores a la época
de la conquista también nos hablan del culto al Sol. “juraban por Magec que es el sol... a el alma tenían por inmortal hija de
Megec, que padece afanes, congojes,
angustias, sed, y hambre, y llevanies de comer a las sepulturas los maridos a las mugeres, y ellas a ellos a los fantasmas llaman Magios o hijos de Magec.”
Y hace sólo cien años
-cuya redundancia de repetir hace sólo cien años, en honor a Bethencourt Alfonso, no nos cansa-, el último
amusnau de los canarios, el Dr. Bethencourt Alfonso, nos decía:
A nuestros campesinos
apodamos magos, porque sus antecesores adoraban a Magec; y aún bromean a los de Arafo llamándolos cancos y preguntándoles si van a Chiguergue a buscar el Sol, porque así denominan a sus sacerdotes, que iban diariamente adornados de flores, tocando tamboriles y flautas, e saludar a Achantan. (Hupalupa, 1987:55-66)
Recordemos
que en el mundo imazighen y por consiguiente en el ínsuloamaziq, los astros
cambia de nombre siendo por tanto La
Sol y El Luna, tengamos en cuenta que los primeros cronistas
de la invasión y conquista de nuestro archipiélago escribían desde su óptica
etnocéntrica y aplicaban los conceptos castellanos, ninguneando o ignorando los
propios de la milenaria cultura del pueblo sometido.
¡Eso
se lo juro por ese Sol Divino!
“Habíamos
hablado muchas veces con don Dionisio García de Mesa,
güimarero, nacido en las bandas de Amogio en el año de 1895.
Y una vez, ¡que pena no haberlo hecho muchas más!, grabamos la
conversación que mantuvimos casi cuatro horas. Charlamos, mejor
dicho, habló sobre todo lo que escuetamente le preguntaba. Yo
iba a mi interés etnológico; él se disparaba, a sus 91 años de edad,
en un mundo cercano casi a sus bisabuelos: nos refería perfectamente
a sus abuelos.
Sus
abuelos, evidentemente, habían nacido a mediados del siglo XIX,
tal vez antes, pues él nos dijo que aquellos murieron sobre
los 80 años de edad.
Y
cuando refiriéndome un asunto particular que tuvo con su único hijo, que le
destruyó todas las poesías que había compuesto, y para les
cuales cuasi vivía, afligidamente, nos dijo algo que nos puso
en aquellos momentos tristes y a la vez, alegremente satisfechos,
de haber descubierto que la tradición astrolátrica de los amasikes permanecía viva:
-Lo
que yo le he dicho sobre la destrucción de mis poesías, eso se lo juro por ese Sol Divino!
Don
Dionisio no juró por otra cosa. Don Dionisio, que nos había descrito
perfectamente también cómo era la cocina y el fogal que sus
abuelos y padres tenían, con los tres teniques que mantenían la
olla de barro en aquel
hogar, no hizo juramento por ningún otro Dios.
Llevó
a cabo el juramento que hacían sus pasados: desde Benchomo y
Doramas y Atanausú y los anteriores, hasta él Don Dionisio
era un eslabón muy importante en nuestra búsqueda de las raíces precoloniales. Este
viejo y sabio amasik, hacía un juramento por
el único Dios de sus antepasados: el Divino Sol.
Hablando con
los magos de edad avanzada, cuando entremos en alguna
discusión de cualquier tipo y en la que él quiere garantizar su
buena fe, es decir, cuando un hombre del campo dice que su palabra
es verdad total, normalmente emplea diversas expresiones: ¡Juro
por esta luz que los alumbra que lo que digo es verdad! ¡Mi
palabra es tan firme como el Sol que está en el cielo! ¡Mi palabra
es tan firme como el Sol que los alumbra!; ¡Eso se lo juro
por los huesos de mis abuelos.
También
hemos recogido una expresión muy linda que nos dictó una maga de La Gomera, Antonia Díaz Armas,
68 anos de edad, natural de Hermigua. Cuando yo le pedia datos
sobre las hogueras de San Juan y el baile del Sol, hubo un
momento en que me dijo: -“Yo le confieso más al Sol que
a usted”:
-Cuando sale el Sol, el día de
San Juan -nos relata doña Antonia, sale
dando vueltas como una roleta- Nosotros, dispués de jacer la fogalera, y saltar
en ella, decíamos: -de aqui pal día señora, de aquí a ver bailar el Sol. A las 6 de la mañana diamos a ver salir el Sol. -Vd. se va un día de San Juan
a La Gomera, a
San Sebastián de La Gomera, en La Lomada, y verá salir el Sol
aclarando el día: ¡precioso!; prencipia a bailar enseguida- ¡Vayase un día de San Juan allí a ver si no es verdad lo
que le digo! -Yo lo vi salir tres
veces y las tres veces bailó, en redondo, y cuando la veo salir digo: -Sol Divino. Yo he escuchado en el público que los moros van a rezar y le rezan al
Sol. Yo rezo a mi manera y los moros
rezan a otra. -Si tienes una pena o
tienes cualquier secreto, no se lo cuente Vd. a ningún amigo, ni a ninguna iglesia: cuénteselo al Sol, que el Sol
no habla. El Sol es precioso, el Sol
es muy bonito- -¡Yo le confieso más al
Sol que a Vd!
Esta
costumbre de creer con tanto cariño en el Dios Sol se ha
mantenido después de cinco siglos de transcultura colonial, pues tenemos
documentada esta forma de juramento desde la época de la
conquista. De ello nos da fe el texto de Escudero, cuando alude
al momento en que los bravos magos o maúros de la isla de Canaria,
son sometidos militarmente por los españoles» en 1483. Transcurría
el mes de abril de aquel fatídico año, los canarios llevaban
tres años de resistencia desde la muerte de su líder Doramas; los
mauros, refugiados en Ansite, se oponían a rendirse ente los conquistadores-
Fernando de Guanarteme trata de convencerlos pera que se
entreguen y se hagan cristianos, asegurándoles de que la
palabra del Rey de España era tan firme como el sol- Guanarteme sabia
perfectamente que el pueblo de Canarias creía muchísimo en
la palabra de los hombres; y si esa palabra de honor era avalada por
el juramento solar, la autenticidad de la misma era dada por el
sagrado principio que ellos conservaban en los ritos que hacían y
heredaron de sus antepasados:
Fue
segunda i tercera ues Don Fernando Guanartheme a pedirles la
paz J no permitiessen morir como bárbaros pues podían ser christianos i en su
liuertud; todos querían y estaban perplejos a rendirse, mas quien quería ser
Rey no admitía partidos. No fue posible reducirlo, tanto,
que lloró Guansrtheme de uer el desastrado fin que se les
amenazaba, diciéndoles que el poder de el Rey de España era
grande, que su palabra era tan firme como el sol a el medio día.”.
Bory
de Si. Víncent, que escribió un ensayo sobre la historia de
Canarias a principios del siglo pasado[3],
recogió en la tradición oral del pueblo oesteafricano de
Canarias, una información que él, como europeo, no llegó a entender: los
tinerfeños juraban por la luz del astro del dia. Los megos de
Tenerife, como todos los canarios, como los que se encontraron atrapados en
Ansite cuando Guanarteme les dio palabra
Divina, tenían por traidores o faltos de
honor, a cualquier canario que rompiese el juramento por su Dios:
Según
Cadamosto, adoraban el sol, la luna y las estrellas, pero quizás
esto sólo fuera como simples imágenes de la divinidad. Es
cierto que en Tenerife se juraba por la luz del astro del día
y que se hubiese considerado como
indigno de disfrutarla a cualquiera que hubiese violado este
juramento. Otras pruebas sobre la creencia y el juramento de
los canarios por su
único Dios, el Sol las podemos encontrar en los distintos
autores del pasado más próximos a la época de la conquista, Sedeño
(sobre los magos de Canaria):
Quando
alcansaban victoria u otro qualquier bien daban gracias a
Dios leuantando las manos aviertas hacia el cielo y creían que
de Dios les uenía todo bien i que desde su morada que era
el cielo se lo inbiaba.
Los
juramentos por el Sol también los podemos ver claramente en toda la obra de
Viana quien pone en boca de “los naturales de Canaria y de
Tenerife” diversas frases en las que se elude al Dios de
los canarios precoloniales:
Guanarteme le responde al
conquistador Silva:
“Jamás usa trayción el pecho honrado,
ni quiera el gran señor que nos sustenta -
que de todos ninguno sea injuriado,
ni
que hazeros daño yo consienta;...”
y por el sol, e quien Magec llamavan juraban
con recato y gran respeto.
Cuando
el agorero tinerfeño Guañameñe le predice a Benchomo la llegada de
los españoles a la isla, contesta el mencey de Taoro “
Por la cima del Teyda lebantado
y por la sangre de Tinerf e, juro,
por ese Cielo lúcido estrellado
y
por el sol que alumbra el ancho glovo oscuro
que
nunca me vi assí precipitado;...”
Así
mismo se menciona al Sol en un diálogo entre Gueton y Ruy man:
Mira que te será mal reputado que de ti se
presuma tal locura, que es loco todo el hombre enamorado aunque
ame la más bella criatura que en quantas ha el divino
Sol criado no
se ha visto prefecta hermosura.
De
la misma manera, Viana pone en boca de Achimenchia, hermano de
Benchomo a quien nuestro poeta -por desconocimiento de este
nombre- denomina con el topónimo güimarero de Tinguaro, un
clero juramento por el Sol en un diálogo que tiene con el mencey de
Anaga Beneharo:
Por el divino sol, sí luego al punto
no
cumples tu palabra por entero,
o que este cuerpo a de quedar difunto,
que ser en sangre tuya cancervero.
Tinguaro soy, tus máquinas barrunto;
Bencomo, el Rey potente y justiciero,
es mi carnal, hermano, y esta afrenta
no es bien que estando él bivo se consienta.
Y en boca de
Benchomo,
"Por el cielo estrellado y luces santas, que tú eres ocasión de mi corage, mi cólera aceleras y levantas.”
Aparte
de las fuentes escritas que manejó Viana, no cabe la menor duda de
que una vez más, la tradición oral de los magos de su época,
obligó a nuestro historiador y poeta a citar en diversos pasajes
de su obra el juramento por el Sol y por las demás “luces santas”
del cielo, A finales del siglo XVI, la memoria histórica del pueblo de
Canarias se mantenía fresca; Viana supo recoger gran parte de
aquellas costumbres. (Hupalupa, 1987:75-79).
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