Volumen V
CAPITULO XXII-IV
LUGARES
DE CULTO Y ASTRONOMICOS DEL PUEBLO GUANCHE
Eduardo Pedro García Rodríguez
TITEROYGATRA (LANZAROTE), Y ERBANIA O
MAXORATA, (FUERTEVENTURA):
En cuanto a las construcciones
megalíticas en estas dos islas, el insigne investigador francés radicado en
Canarias Sabin Berthelot en su obra Antigüedades Canarias nos dice: “En cuanto a las construcciones megalíticas,
colocamos primero, entre las
antigüedades canarias de esa edad, a las ruinas ciclópeas que existen
todavía en las islas de Lanzarote y Fuerteventura; las primeras son las del
castillo de Zomzamas[1]”
agregando posteriormente, “Hay que destacar que cuando los cananeos, en su migración,
llegaron a Palestina, el país estaba ocupado por tribus trogloditas de la raza
de Refain que opusieron fuerte resistencia y entre los cuales se cita a los
Zomzamin o Zomzin, denominaciones que encontramos análogas a la de Zomzamas
de Canarias, nombre del rey de Lanzarote y del castillo de Zomzamas,
ruinas ciclópeas que acabamos de indicar. Esta coincidencia es tanto más
curiosa cuanto que los trogloditas de la raza de Refain están señalados en la
tradición bíblica como hombres de talla gigantesca y fuerza sobrehumana. No es
menos singular por otra parte, encontrar nombres de pueblos del occidente asiático y antiguas costumbres
hebreas en el mismo Archipiélago [...] Los habitáculos donde se albergaban
ordinariamente los naturales de Fuerteventura, algunos de los cuales subsisten
todavía, recuerdan el modo de construcción de los antiguos dólmenes; son poco
elevados, hechos con piedra sin cemento, recubiertos de grandes piedras planas;
su entrada es muy baja, y el interior parece una especie de cueva excavada en
el suelo. La gente del país ha dado el nombre de casas hondas a esta especie de
viviendas subterráneas [...] pero lo que acusa sobre todo el paso por este
Archipiélago de una raza que vivió en la época megalítica, son los menhires o
piedras elevadas de los que hablamos al describir ese singular sitio de Los
Letreros de la isla del Hierro”.
Así
mismo, están los templos de “El Oratorio de los Cabocos” en Tiagua,
Teguise. Y la “Iglesia de los Maxos” en el “Mal país grande” de Tiscamanita;
y el “Oratorio de los maxo”, en “Mal País chiquito”, en la parte de Ayoze,
Fuerteventura. En esta isla existían hasta 1847 una serie de menhires en un
cementerio guanche de 40 sepulturas en una cañadita de Parrado en La Antigua. Estos son
de forma elíptica, sin orientación predeterminada, de unos 2 metros su eje
mayor y de 0,65 metros por término medio de ancho. Están construidos con
lajones incados en la tierra de unos 0,30 metros de alto, empedrado el interior
de la elipse estando cubiertos por el empedrado los cadáveres.
LAS DENOMINADAS QUESERAS:
La montaña de Tindaya se yergue
solitaria sobre los llanos del noroeste de Fuerteventura. Este pitón traquítico
tiene suficiente altura, 400,5 metros, para atrapar algunas gotas del alisio
cuando éste sopla bajo en los meses del estío; a sus pies, tres pequeñas
fuentes vierten el agua almacenada en las fisuras de las rocas; son tres
tesoros en una isla sedienta y en la que el secarral es la nota distintiva de
sus paisajes. Esculpida por el paso del tiempo y con sus laderas marcadas por
el esporádico discurrir del agua, Tindaya es algo más que una montaña
que destaca por la belleza de su roquedal, es parte de los mitos y leyendas
majoreras desde los albores de su cultura. Los aborígenes de la isla grabaron
en las rocas que coronan la sagrada montaña más de doscientas siluetas de pies
humanos. Los estudios arqueoastronómicos realizados por el Instituto de
Astrofísica de Canarias, han confirmado la orientación de estos grabados la Sol, al Luna y al Teide. La importancia
arqueológica del lugar se ha visto acrecentada por el reciente descubrimiento
de varios enterramientos en túmulos. El valor sagrado de Tindaya se
mantuvo tras la invasión y conquista europea, no en vano siempre se consideró por
parte de la iglesia católica como punto de encuentro de brujas y lugar de
acceso a lo desconocido. (Eustaquio Villalva Moreno).
LA
MONTAÑA SAGRADA
TINDAYA:
Se constituye en un conjunto arqueológico
singular en todo el Archipiélago Canario e incluso en el Norte de África, área
tan emparentada con las culturas autoctonas canarias.
Está constituida por una intrusión de
material sálico que fragmenta el Complejo Basal o primeras emanaciones de
material que constituye la base de la isla. Esta intrusión sálica, al contrario
de lo que ocurre en otras islas, no llegó a aflorar a la superficie,
enfriándose dentro de su cono, correspondiendo a la erosión posterior el
trabajo de sacar a la luz esta formación traquítica. Sobre este material, los
habitantes pre-coloniales realizaron un conjunto de entorno a 268 grabados
distribuidos en más de 57 paneles, según las últimas prospecciones, con un
claro predominio de representación de podomorfos (algunas formas geométricas
más o menos regulares, cabrían interpretarse como podomorfos igualmente que, o
bien se han erosionados o se dejaron sin concluir). Esta concentración temática
marca su singularidad arqueológica ya que incluso, en el Norte de África,
no existen tales concentraciones (y, lo que es más importante, los podomorfos
se realizan en asociación con otras manifestaciones rupestres). A lo largo del
Archipiélago, aunque presentes estas manifestaciones rupestres, las mismas no
llegan a formar conjuntos tan abigarrados como en Tindaya.
De manera general, los grabados de la Montaña de Tindaya se
caracterizan por, una clara concentración en la vertiente Este, a partir de los
250 metros de altitud, ubicados en paneles con una clara tendencia hacia la
horizontalidad, aunque no faltan los grabados en paneles verticales e incluso
en bloques sueltos (algunos de estos bloques sueltos son producto de la erosión
y desprendimientos post-grabación de dichos soportes), muchos de los cuales han
sufrido la acción de expoliadores que, aprovechando su fragmentación, los han
"retirado" del yacimiento.
a) La planta se cierra en una forma
trapezoidal, realizándose los dedos mediante líneas incisas.
b)
Los dedos se engloban dentro de la planta, como continuación de las líneas que
marcan la silueta del podomorfo.
Los diversos
estudios realizados por miembros del Instituto de Astrofísica de Canarias
(IAC), han puesto de manifiesto una clara concentración en la orientación de
los podomorfos, tomando la misma desde lo que hemos denominado como talón hacia
los dedos, de 164 grabados (el resto se descartó debido a que, o bien por su
mal estado no se podía reconocer el talón y los dedos o bien por su fuerte
inclinación, superior a los 50º, que impedía establecer una azimut privilegiada).
Estas mediciones se tradujo en que más del 80% de los podomorfos se orienten
entre los 225º y los 270º, mientras que el restante 20% se distribuye en las
direcciones cardinales de Norte, Este y Sur.SI= Solsticio de Invierno; GCN= Norte de Gran Canaria; SV= Solsticio de Verano; Pm y PM= Lunasticios menor y mayor; (Belmonte et al, (1995)
El principal
problema que, desde una perspectiva arqueológica, presenta este singular sitio
arqueológico, se encuentra justamente en la explicación de tal concentración de
grabados. Dejando de lado las antiguas interpretaciones, que pretendían ver en
estos podomorfos expresiones de pactos matrimoniales entre unidades
poligínicas, rituales de zonas de paso (los grabados se ubican en una zona de
difícil acceso, sin ser ningún lugar de paso -más sencillo es pasar por el
llano y rodear la montaña, antes que subir por ella-), o muestras de prácticas
mágico-religiosas de protección de la picadura de animales venenosos
inexistentes.
PODOMORFOS:
Además de los
grabados, en la Montaña
de Tindaya se han hallado una serie de restos arqueológicos, con la
presencia de conchas, restos cerámicos, restos óseos y líticos, restos en
cantidades mínimas muy posiblemente por la propia acción del arrastre y la
erosión que sufre la montaña. A la vez, se ha excavado un enterramiento en las
faldas del montículo. Ampliando la óptica espacial del análisis, en el llano
que rodea a Tindaya, cercano a la propia montaña, existe (más bien
existía) una estructura circular a base de piedras hincadas. A la vez, los
diversos investigadores que se han acercado al estudio de los grabados
podomorfos de Tindaya, han reconocido su vinculación a diversos
yacimientos de la zona, como ocurre con la Montaña de la Muda, Montaña de En medio o Morro Tabaiba, con sitios
como la Cueva
de los Ídolos o Cueva de Villaverde.
Fuerteventura (al igual que ocurría con la anterior hipótesis, se desarrolló
tomando como base la etnografía comparada con el Norte de África, en donde sí
se ha documentado la representación de los podomorfos como una práctica mágica
de protección frente a las picaduras), las últimas hipótesis planteadas por los
estudiosos de Tindaya, se han decantado hacia las prácticas
magico-religiosas propiciatorias o cultuales, en muchos casos complementarias
entre si:
A) Axis-Mundi.-
Apoyándose en la etnografía comparada con los pueblos bereberes actuales del
Norte de África, se plantea la posibilidad de que Tindaya actuara como centro
del mundo majorero, en una especie de vínculo entre el suelo y el cielo, de ahí
su carácter de «Montaña Sagrada» como ha llegado hasta la actualidad
(tradicionalmente, los habitantes de Fuerteventura han visto la Montaña de Tindaya como
un centro de reuniones de brujas, lo que nos habla de posibles pervivencias
cultuales de época guanche). Así, su carácter de axis-mundi explicaría la proliferación
de podomorfos, como expresión de un lugar sagrado en donde habitan las
distintas divinidades.
B) Lugar de culto a los antepasados.- Los podomorfos
representan a esos antepasados que han pasado al mundo de los muertos, al mundo
de los dioses, vinculándose dicho lugar a prácticas propiciatorias de la lluvia
en donde los vivos consultan a los muertos para predecir la llegada de las
lluvias que permita el desarrollo de los pastos tan vital para la subsistencia
de la comunidad. En Canarias, es tradicional la existencia de prácticas
cultuales propiciatorias de las lluvias, como ocurre con los bailaderos,
fenómeno recogido por los primeros cronistas europeos.
C) El carácter de cultuales se manifiesta igualmente en la
propia toponimia, como ocurre con el Llano de Esquizo que rodea a la Montaña de Tindaya,
interpretado como proveniente del término mazigio (bereber) «Fquen» (Efequén
para los primeros cronistas que escribieron sobre Canarias) que viene a significar
«lugar sagrado».
Estos efequenes, serían construcciones de planta
circular, con doble muro, en cuyo centro de ubicaría una imagen (a los pies de Tindaya
se ha localizado una estructura circular de piedras hincadas, que ha sido
interpretada como posible efequén).
D) Marcador
Astronómico.- Basándose en la marcada orientación de los podomorfos entre el Sur-Oeste y el Oeste,
justamente orientación que marca la zona de puesta del Sol durante Solsticio de
Invierno (igualmente, esa es la orientación de elementos geográficos tan
eminentes como Gran Canaria o el Teide en Tenerife, visible en días
claros desde Tindaya), señalando el inicio del período de máximas
lluvias en la isla.
Por otra parte, la función mágico-cultual
de Montaña Tindaya está refrendada por la etnografía, así nos lo expone el
investigador Juan Muñoz Amescua: En la memoria de las personas con una edad
entre setenta y noventa años, que viven en la zona de Tindaya y recuerdan o incluso algunas de ellas
practican como un legado de sus antepasados.
De esas personas, se obtuvieron los datos
etnológicos que se exponen:
“Cuando
éramos niños, subíamos a jugar a los resbaladeros y al levantar
lajas encontrábamos huesos largos de
personas.
También cogíamos leche de tabaiba para
mascar”.
“Antiguamente,
en las majadas y en los corrales se derramaba leche
de ordeño en un altillo de piedras”.
“Nos
contaban que cuando había “brujas”, éstas se reunían por San Juan
en la montaña y en el bailadero”.
“En el centro de una habitación se
quemaba un manojo de espigas de cebada, todavía hay quien lo hace, si el humo
iba para el techo es que las cosas
saldrían bien y si marchaba para los lados, era año malo”.
“Decían que las nubecillas, que en
los días largos se ven pegadas al mar
y a la costa, son los espíritus de
los Majos que van a recoger leña para
quemarles las barbas a San Juan”.
“En San Juan se quemaban cosa de
comer en las hogueras para los aberruntos”.
“En los días largos el Sol nace por
el norte de Morro Tabaiba y luego corre para
la degollada de Vallebrón en los días cortos y así hasta últimos de diciembre
que sale por La Muda
y luego vuelve para tras”.
“Antes
para los trabajos del campo y el ganado nos llevábamos del lucero, “el arado”,
“la soga”, la Sol
y el Luna”.
“La
víspera de San Juan, que es la noche más corta del año, la gente joven subía a
la montaña para hacer hogueras y echaban al fuego cosas de comer para ver lo
bueno o lo malo”.
Aquí en Tindaya, sale siempre el Arco
Iris desde detrás de la montaña La
Muda.
“En Tindaya, de siempre han caído muchos
rayos y han quemado muchas palmeras por eso la gente plantaba una palmera cerca
de la casa para librarse del rayo”.
“cuando al norte del Cotillo se
forman una nubes redondas y los altos de la Villa están cubiertos, seguro que llueve”. (Juan
Muñoz Amescua: 396).
EFEQUEN LANZAROTE:
SIGNOS ASTRALES EN ABRIGOS
ROQUEROS Y EN LA
CERÁMICA. Una manifestación más del poder creador de la Diosa Madre, son los astros,
mediante ellos la Diosa
rige nuestra existencia, Magek
dadora de vida, es el rostro visible de la Diosa Madre Chaxiraxi y a ella
van a morar nuestros espíritus cuando cambiemos de plano. La Luna rige el nacimiento de
las criaturas, y los vegetales y Venus o la estrella de la mañana rige los
tiempos. Estos son los tres aspectos en que se manifiesta al hombre la Gran Diosa-Madre.
En el plano humano representamos al Luna con trazos de crecientes arqueados en
nuestros templos y adoratorios, en los objetos de uso cotidiano, a la Sol en sus diversas posiciones
durante su recorrido diurno, así como de Venus o el lucero.
CUEVAS ORÁCULOS. En el
complejo cultual de La
Montañeta, en Moya, está la Cueva del Oráculo, esta cueva consta de dos
plantas, en el centro de la segunda que tiene piso circular existe una tosca de
unos 2’75 metros de diámetro en la cual, rodeando un pozuelo central de unos
cuarenta y cinco centímetros de diámetro por unos treintas centímetros de
profundidad, existen siete cazoletas o braceros discoidales donde se queman las
sustancias perfumadas para las prácticas del oráculo. Prácticas que se realizan
mediante el humo del fuego sagrado purificador, según las fechas y lunaciones,
conforme disponen los sacerdotes, quienes realizan la correspondiente danza
ritual en honor de Magek.
OJOS DE LOS DIOSES. Son signos
protectores contra los espíritus maléficos y xaxos arrimados, por ello
estos signos se pintan en objetos de culto y de uso cotidiano, tales como gánigos,
platos, vasos etc. En Granadilla (Tenerife) en un panel de petroglifos existe
grabado de ojo de dios de un considerable tamaño.
BANCOS VOTIVOS:
Son
elementos de construcción tosca, localizadas especialmente en las montañas y
próximos a los tagoros y almogaren, colindando con túmulos
terriformes de doble y triple planta circular, estan construidos con piedras
seleccionadas casi planas colocadas formando un poyete, el espaldar está
compuesto de piedras resistentes colocadas verticalmente. Son lugares de
descanso empleado por los ancestros guanches
cuando peregrinaban a los santuarios o necrópolis de los antepasados, de ahí
que también se les conozca como bancos de los lloros y de las lamentaciones.
Estos tipos de bancos, estaban
localizados en el Tagoror del Agujero, y en el gran Túmulo de la Guancha, en Galdar;
en Temisas, Agüimes; en
Tabaibales de Veneguera, en Mogán, Tauro Alto, etc. El más
representativo es el de Túmulo de la
Guancha, emplazado junto a la segunda anilla pétrea y
al lado de uno de los enterramientos radiales. Al lugar estaba asociado un
conchero, lo que nos indica que en el lugar se llevaban a cabo comidas votivas
y ceremoniales.
CASA DE ORACIÓN: La Iglesia o Casa de Oración, fue uno de los templos guanches
más significativos ubicado en Los Caserones (San Nicolás de Tolentino, Gran
Canaria). Según los vecinos de
Bocabarranco, los ancianos don Teófilo Segura Ramírez y don Francisco Díaz,
expresaban en 1944, éste último con propiedades en Los Caserones. El citado
señor Díaz, refirió que en Los Caserones estuvo emplazada la Iglesia de los Canarios o
Casa de Oración, la cual conoció; la describió como: Construcción hermosa y
limitada por paredes de piedras bien seleccionadas y grandes, que se parecía
mucho a las estructuras de las plantas de casas cruciformes que la rodeaban. Josef
Wölfel hace referencia a esta Iglesia relacionándola con santuarios
rectangulares en Mesopotamia.
TORRETAS TRONCOCÓNICAS DE BASE CIRCULAR Y CUADRADA:
Las torretas troncocónicas o Taros, abundaban
en las diversas localidades de las islas. Es posible que tuviesen la finalidad
de betilos, son construcciones hechas con esmero y con una altura que oscila
entre 1’20 y 1’60 metros, no son túmulos aunque tienen una estructura similar.
Son construcciones originales, elegantes y verdaderamente arquitecturales por
lo cuidadas. Están edificadas con un material selecto, generalmente se
emplearon en su construcción piedras estrechas y alargadas conocidas como
lajas, dispuestas en prefecto ensamblamiento. Son de planta circular
ligeramente imperfectas, las pocas de ellas que quedan en la actualidad están
un tanto desvencijadas por la mucha antigüedad y por la acción de los elementos
naturales. El color de las piedras empleadas es ocre rojizo, siendo del mismo
color la masa rocosa de las montañas donde suelen estar erigidas. Indudablemente
estas torretas son elementos dedicados al culto a la Diosa Tanit-Tara,
en su representación de Diosa lunar, tal como los que los fenicios erigían en los lugares de
culto a la Diosa Tanit
preferentemente en aquellos lugares
donde afloraba la roca o toba roja, como está debidamente documentado
para Cartago y diversas colonias púnicas.
El que estas torretas estaban dedicadas a un culto
astral lo corrobora el hecho de que estuviesen flanqueadas por otras
construcciones de grandes lajas hincadas como si fueran espaldares de asientos
votivos, formando un arco o media luna,
que también estaban presentes en Los castilletes de los Tabaibales de Veneguera,
muy próximo al Gran Tagoro y palacio de justicia de su nombre,
descubierto y dado a conocer por don Sebastián Jiménez Sánchez en 1963, y en LOMO DE LOS RITOS, en Tauro Alto. Y según éste mismo autor, en ellas
tuvieron efecto ceremonias sacrales de carácter astral. Las mismas recuerdan a
los betilos formados por montones de piedra de simbolismo sagrado localizadas
en la isla de La Palma
y a los de los antiguos mazigios, con los cuales se identifican. Hemos de
insistir que no se trata de un simple montón de piedras en perfecto desorden
como se aprecia en las torretas funerarias erigidas en los campos lávicos o de malpaís
de Agaete, Jinámar, Arteara, Isleta, etc., sino de un
conjunto de piedras por lo general lajas maravillosamente dispuestas en
ensamblamiento. Dichas construcciones denotan idealización y alto espíritu
estético.
En la isla de Gran Canaria existía este tipo de
torretas en Los Castilletes de Tabaibales de Veneguera, Llanos de Gamona,
Ladera del Lomo de los Gatos, Montaña Redonda y en Lomo de San José, todos
ellos conos volcánicos o con importantes afloramientos de toba roja, en grupos
de dos o tres, aunque no faltaban algunas aisladas, estando en ambos casos
cercadas por una hilada de medianas piedras formando círculo, estando asociadas
a lugares donde además existían poblados de cuevas y casas de piedras secas.
ESTELAS Y CIPOS: “Las
estelas tienen por lo general un acusado carácter religioso y llevan consigo el
recuerdo de un fallecido. En esto la estela viene a ser como el soporte del
alma del caído en lucha desigual o del fallecido de muerte natural, de ahí que
se le considere como un hito u obelisco conmemorativo. La estela implica
homenaje y recuerdo emotivo no sólo al héroe, al curandero y al buen padre del
poblado. La estela, el obelisco y el cipo a manera de columna o pilar prueba la
existencia de un culto. Estos tipos de sencillos monumentos cultuales los hemos
localizados en Gran Canaria en las localidades de Tauro Alto, Tufia,
Majada Alta.[...] Al igual que las torretas troncocónicas cultuales, las
estelas y los obeliscos y cipos suelen aparecer dentro de un cerco de grandes y
medianas piedras. La altura de estos obeliscos, estelas y cipos es variable; por lo común oscilan
entre los noventas centímetros y 1’40 ms. [...] Los hay de forma irregular,
predominando los de estructura piramidal, prismática y rectangular, como el de Zonzamas.”
(Sebastián Jiménez Sánchez, 1966:163)
ISLA DE LA GOMERA: La isla de Gomera fue una de las
que menos información sobre el panteón local nos ha legado, siendo sin embargo
la que más arraigadas ha mantenido sus costumbres ancestrales. Por ello no es
difícil localizar el substrato religioso de nuestros ancestros en las
costumbres que han pervivido hasta la actualidad.
En cuanto a los elementos
materiales dedicados al culto, son innumerables los vestigios que día a día nos
van mostrando las excavaciones arqueológicas. Uno de los pioneros, -si no el
pionero- de las investigaciones arqueológicas en la Gomera fue el tantas veces
citado D. Juan Bethencourt Alfonso, quien en relación a los santuarios de la
isla nos legó a finales del siglo XIX, un interesante documento en torno a la
fortaleza de Chipude o como él acertadamente la denomina “Montaña
Santa”, veamos como nos describe el lugar: “...donde existen restos de unos
enormes majanos que fueron colocados sobre unos picachos agudos de difícil y
peligroso acceso.
En la superficie de esta meseta,
que se encuentra cubierta de jarales y tabaibas y a la que un buen trepador de
riscos puede aventurarse a subir por tres puntos distintos, se advierte un gran
número como de pequeños corrales hechos de piedra seca o sin argamasa,
algunos de cantos rodados transportados
desde los barrancos;[2] ya de
figura circular o elíptica, que, desde luego, revelan su antigüedad de cientos
de años y una arquitectura extraña al pueblo actual.
Cuando se estudian con atención
estos monumentos se acaba por agruparlos en cuatro secciones distintas,
atendiendo al uso probable a que fueron destinados, que son:
1º. Edificios que parecen haber
servido de vivienda al hombre.-Destruidos la mayor parte del corto número que
existe, se puede calcular, sin embargo, por los materiales
amontonados en el suelo y por la forma y grosor de sus
paredes, de un metro de espesor, que todos fueron circulares, sólidamente
edificados, de tres metros de diámetro, por uno y medio a dos metros de altura.
2º. Corrales que hacen
presumir fueron destinados a encerrar de una a media docena de reses menores,
algunos de tan cortas dimensiones que con dificultad cabe un cabrito[3].
3º. Numerosos y pequeños círculos
de piedras, bastante bien acabados, de
cuatro, seis o más decímetros de luz, que sospechamos sirvieron para recoger
líquidos, como agua, leche o sangre de un animal. Esta sospecha la
fundamentamos en que todos se encuentran en aquellos sitios en que el terreno
firme ofrece como una excavación natural, excavación que en algunos de ellos
parece haber sido aumentada por la mano del hombre. Muchos de estos círculos
estaban tapados como por una pequeña pirámide de piedras.
4º. Monumentos que fueron
verdaderos pireos.- Si bien se encuentran las ruinas de algunos de éstos que existieron
por poniente, norte y medio día de la meseta, el que mejor se conserva se halla
hacia la parte oriental, muy próximo a la orilla de un risco que da a un abismo
espantoso.
Este Pireo es de forma elíptica, de
un metro y medio de largo por noventa y cinco centímetros de ancho, orientado
su eje mayor de N. a S., y de paredes de un metro de alto, formada con piedras
largas, gruesas, muy bien dispuestas y quemadas por el fuego; la cavidad del
Pireo disminuye de diámetro a medida que se aproxima al fondo, donde termina en
forma de una especie de pileta, y por el poniente está ceñido por una pared, en
parte destruida y de forma semi circular, cuyos extremos mueren en el mismo
borde del risco.
En este Pireo tuvimos la fortuna de
encontrar, después de quitarle las piedras y tierra que casi lo llenaba, trozos
de huesos de cabra y de cabrito calcinados, cuchillos de piedra, al parecer de
fonolita, con los que sacrificaban las reses; pedazos de carbón y de leña casi
carbonizada que juzgamos son de brezo o tagasaste, y una piedra del tamaño de
una naranja, redondeada por la mano del hombre y medio quemada, ignoramos a que
uso se destinaría.
Hacia el N. de la meseta se
encuentra otro en bastante buen estado, pero de forma casi circular, mayor que
el anterior, y con dos pequeños circulitos no cerrados en el medio; así como
también, repetimos, se hallan vestigios de otros Pireos en el centro, S. y E.,
de la fortaleza.
Cuando concluimos de recorrer la
meseta, que bautizaríamos Montaña Sagrada si tuviéramos autoridad para
ello, a duras penas podíamos contener nuestra emoción al contemplar desde
aquellas alturas el singular paisaje que por todas partes se descubre, y al
trasladarnos con la imaginación a aquellos tiempos remotos en que los antiguos
gomeros, a semejanza de los primitivos
persas, tenían por Dios a las
sorprendentes y poderosas fuerzas de la naturaleza, por templo una montaña, por
altar un tosco Pireo, y por ofrendas cabritos y libaciones de leche.
Ignoramos si, como estos tuvieron
sus Magos, como lo hacen sospechar los restos de habitaciones que aún se
observan en la fortaleza y el concepto de santos que tenían para los gomeros
los jefes de los cuatro bandos que se disputaban el poder de la isla; pero es
probable que contaran por lo menos con algunos guardianes que cuidaran de la Montaña Santa, que
si no ejercían gran influencia en los destinos de su pueblo, tendría, sin
embargo, la bastante para exigir a aquellas sencillas gentes la leche más
sabrosa los mejor cebados corderos y “los machos cabríos sin mancha en olor
suavísimo del Padre eterno.” (Juan Bethencourt Alfonso,
1881:355-6)
Es posible que tuviesen la
condición de lugares santos las cuevas de Ancules, en Hermigua,
la de Giñoga, y la de Tamonergue en Alajeró.
Otro de los lugares sacros más emblemático
de La Gomera
lo constituye La Laguna
Grande, localizada dentro de lo que en la actualidad
constituye el Parque de Garajonay un paraje natural donde reina la
naturaleza en toda su plenitud. Aquí se encuentra el templo al aire libre más
sugestivo de la isla, un gran llano circular que como el de Las Crucitas en
Tenerife, surge en un claro del bosque y que desde tiempos ancestrales ha sido
punto de encuentro de los diversos caminos que recorren La Gomera. Según la tamusni
(tradición oral) era lugar de concentración de las brujas (sacerdotisas
maguadas) hasta hace muy pocos años. Según el periodista e investigador canario
José Gregorio González el recinto está integrado por 14 piedras enterradas en
el suelo y en disposición circular, en cuyo centro se encuentra otra de tamaño
ligeramente mayor[4]. En todos los casos las
piedras se hallan trabajadas en algunas de sus caras, presentando signos
grabados entre los que resulta difícil distinguir los de moderna ejecución de
aquellos que pudieran tener cierta antigüedad. Entre estos últimos se halla una
cruz grabada en la cara interior de una de las piedras y otros recuerdan signos
rúnicos y marcas de canteros.[...] se ha podido recopilar de la tradición oral
la existencia en este paraje hasta hace al menos unas décadas de diversos
amontonamientos de piedras, que en forma de tortea se distribuían a lo largo de
todo el claro del bosque. Dichos túmulos como propone el arqueólogo Antonio
Tejera Gaspar, podrían haber sido edificados por los antiguos aborígenes de la isla,
sobre todo si tenemos en cuenta que según
las mismas fuentes éstos se construían con las piedras que cada
caminante dejaba en el lugar al pasar por la zona, una tradición que entre los
bereberes tiene un carácter mágico, pues cada piedra representa al espíritu de
sus antepasados y en conjunto forman altares denominados Kerkús. (J. G.
González, 2003: 34)
La tradición de amontonar pequeñas
piedras en aquellos lugares donde alguien ha fallecido de manera accidental,
está vigente en la actualidad en muchas de nuestras islas, así este tipo de
monumento podemos verlos no sólo en La Gomera, también en Gran Canaria, La Palma y Tenerife. Es
frecuente verlos en nuestras carreteras, y caminos, descampados y en general en
aquellos lugares donde se producido una muerte accidental o violenta pequeñas
cruces incadas en el suelo, en ocasiones están protegidas por una pequeña
hornacina o nicho que los parientes del fallecido suelen adornar con flores,
también podemos ver como en los brazos de la cruz cuando esta está descubierta
o en el techo de la hornacina y alrededor de ellas hay montoncitos de pequeñas
piedras colocadas allí por los caminantes como oración tributo con que éste
encomienda a la Diosa
el espíritu del fallecido.
El hecho de erigir kerkus o betilos
de piedras sueltas como altares en honor de la Diosa, en algunos pueblos como representación de
la propia Diosa, no es postetativo sólo de los pueblos asiáticos y africanos,
en Argentina y en Bolivia ( y en general creemos que en toda América) existe
una serie de leyendas cuyo trasfondo ponen de manifiesto que esta práctica es
universal y coinciden en el espacio y en el tiempo. Veamos dos hermosas
leyendas que ilustran lo que hemos expuesto:
LEYENDA DE BENITO CONDORÍ: Benito Condorí había perdido sus llamas, y aquella mañana se fue a buscarlas al cerro, preocupado pues el puma estaba haciendo daño y mientras se encaminaba para el cerro junto a su perrito, sacó su chuspa y se puso a coquear su acullico de coca para tener ánimo. Cuando llegó al cerro el sol estaba bien alto, busco sus llamas en la pampita de las chillaguas y no estaban, después en el campo de los irus y tampoco, a la tardecita llegó a la abrita de la apacheta,[5] hizo su oración a la Pachamama y dejó su acullico de coca debajo de una piedra. El sol ya estaba de tarde y la noche se acercaba. Entonces se fue al puesto para pasar la noche y seguir buscando al otro día, se abrigó con su ponchito y se durmió. Cuando estaba profundamente dormido tuvo un sueño:
“De la apacheta yo vi
como si naciera de adentro de la tierra una mujer en forma de árbol como
Queñua, sus pies quedaron en la tierra como raíces, su cuerpo era el tronco y
las ramas y sus cabellos eran las hojas. Y diciéndome me hablo: Yo soy la Pachamama, yo soy toda y
estoy en todo, mira mis pies ahí están tus antepasados, y me dio una escalera
hecha de pan y me dijo; Sube, y escucha
mi corazón, yo subí y vi un cielo muy azul y un olor a coa invadió todo el
lugar, acerqué mi oído a su seno y escuché
las voces de mis hermanos
huérfanos que vagan por el mundo porque han perdido a su madre. Bajé del
árbol y se hizo viento sus cabellos se
trasformaron en plumas y voló un cóndor. De su cuerpo se hizo una vicuña y de
sus pies una serpiente que se perdió para adentro. Y todo el lugar donde ella había estado se convirtió en una
hermosa chacra donde maduraban las mejores papas, maíces y quinuas que han
visto mis ojos.
De repente, ahí no más me
desperté de mi sueño y estaba amaneciendo y contento me fui a buscar mis llamas y las encontré pasteando
tranquilas en el ciénago, las conté y no faltaba ninguna, las rodeé y me volví
para el rancho junto a mi perrito. Cuando llegué le conté a mi compañera Lidia:
Anoche me soñé con la
Pachamama...
LA
LEYENDA DEL
ALGARROBO:
Era tiempos de los Incas.
Los Quechuas adoraban con las principales honras a Viracocha, señor
supremo del reino. También adoraban a Inti, a las estrellas al trueno y la
tierra.
Conocían a esta
última con el nombre de Pachamama, que es como decir "Madre Tierra" y
a ella acudían para pedir abundantes cosechas, la feliz realización de una
empresa, caza numerosa, protección para las enfermedades, para el granizo, para
el viento helado, la niebla y para todo lo que podía ser causa de desgracia o
sinsabor.
Continúa en la página siguiente.
Imágenes:
Efequen,
recinto sagrado de Fuerteventura según Torriani
Podomorfos
de Tindaya
Torretas
cultuales en Tamarant (Gran Canaria)
Asientos labrados en la toba, Tamarant (Gran Canaria)
[1]El topónimo Zomzamas guarda
cierta similitud con el del pozo sagrado Zemzem, de La Meca.
[2] El subrayado en negrita es
nuestro. Esta acumulación de cantos
rodados es posible que sea debido a los depósitos creados como consecuencia del
Deporte Autóctono denominado Carrera del
guanche, consistente en transportar al hombro en una carrera un piedra de
determinado tamaño en el menor tiempo posible desde la playa o fondo de un
barranco, hasta la cima de una montaña u otro lugar pre fijado.
[3] Nosotros hemos visto
algunos de estos corralitos en el Poblado de Los Goros, en la Punta de Rasca, en la isla
de Tenerife, al lado de una guachara o guaracho.
[4] Indudablemente este
monolito central del santuario al aire libre es un betilo. En todas las
culturas antiguas desarrolladas la Diosa-Madre es representada por un betilo.
Pachamama: Diosa Madre tierra
Chillagua: pasto que comen ovejas y
llamas
Acullícu:
Conjunto de hojas de coca que se mastican para mitigar el hambre y el cansancio
Chillagua:
Pasto que comen las oveja y llamas
Chuspa: Funda hecha de lana de
colores donde se guarda la coca.
Iru: pasto duro que se da en las alturas de los cerros
Queñua: árbol mítico
autóctono de los Andes
Coa: planta aromática que usa
como incienso, en los ritos de la
cultura andina
Quínua: Cereal propio de los andes,
Corpachada: Rito a la pachamama
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