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miércoles, 16 de octubre de 2013

LA DIOSA MADRE EN LAS ISLAS CANARIAS-XXII-IV





Volumen V

CAPITULO XXII-IV




LUGARES DE CULTO Y ASTRONOMICOS DEL PUEBLO GUANCHE

Eduardo Pedro García Rodríguez                   


          TITEROYGATRA (LANZAROTE), Y ERBANIA O MAXORATA, (FUERTEVENTURA):

                   En cuanto a las construcciones megalíticas en estas dos islas, el insigne investigador francés radicado en Canarias Sabin Berthelot en su obra Antigüedades Canarias nos dice:  “En cuanto a las construcciones megalíticas, colocamos primero, entre las   antigüedades canarias de esa edad, a las ruinas ciclópeas que existen todavía en las islas de Lanzarote y Fuerteventura; las primeras son las del castillo de Zomzamas[1]” agregando posteriormente, “Hay que destacar que cuando los cananeos, en su migración, llegaron a Palestina, el país estaba ocupado por tribus trogloditas de la raza de Refain que opusieron fuerte resistencia y entre los cuales se cita a los Zomzamin o Zomzin, denominaciones que encontramos análogas a la de Zomzamas de Canarias, nombre del rey de Lanzarote y del castillo de Zomzamas, ruinas ciclópeas que acabamos de indicar. Esta coincidencia es tanto más curiosa cuanto que los trogloditas de la raza de Refain están señalados en la tradición bíblica como hombres de talla gigantesca y fuerza sobrehumana. No es menos singular por otra parte, encontrar nombres de pueblos  del occidente asiático y antiguas costumbres hebreas en el mismo Archipiélago [...] Los habitáculos donde se albergaban ordinariamente los naturales de Fuerteventura, algunos de los cuales subsisten todavía, recuerdan el modo de construcción de los antiguos dólmenes; son poco elevados, hechos con piedra sin cemento, recubiertos de grandes piedras planas; su entrada es muy baja, y el interior parece una especie de cueva excavada en el suelo. La gente del país ha dado el nombre de casas hondas a esta especie de viviendas subterráneas [...] pero lo que acusa sobre todo el paso por este Archipiélago de una raza que vivió en la época megalítica, son los menhires o piedras elevadas de los que hablamos al describir ese singular sitio de Los Letreros de la isla del Hierro”.

        Así mismo, están los templos de “El Oratorio de los Cabocos” en Tiagua, Teguise. Y la “Iglesia de los Maxos” en el “Mal país grande” de Tiscamanita; y el “Oratorio de los maxo”, en “Mal País chiquito”, en la parte de Ayoze, Fuerteventura. En esta isla existían hasta 1847 una serie de menhires en un cementerio guanche de 40 sepulturas en una cañadita de Parrado en La Antigua. Estos son de forma elíptica, sin orientación predeterminada, de unos 2 metros su eje mayor y de 0,65 metros por término medio de ancho. Están construidos con lajones incados en la tierra de unos 0,30 metros de alto, empedrado el interior de la elipse estando cubiertos por el empedrado los cadáveres.

LAS DENOMINADAS QUESERAS:


La montaña de Tindaya se yergue solitaria sobre los llanos del noroeste de Fuerteventura. Este pitón traquítico tiene suficiente altura, 400,5 metros, para atrapar algunas gotas del alisio cuando éste sopla bajo en los meses del estío; a sus pies, tres pequeñas fuentes vierten el agua almacenada en las fisuras de las rocas; son tres tesoros en una isla sedienta y en la que el secarral es la nota distintiva de sus paisajes. Esculpida por el paso del tiempo y con sus laderas marcadas por el esporádico discurrir del agua, Tindaya es algo más que una montaña que destaca por la belleza de su roquedal, es parte de los mitos y leyendas majoreras desde los albores de su cultura. Los aborígenes de la isla grabaron en las rocas que coronan la sagrada montaña más de doscientas siluetas de pies humanos. Los estudios arqueoastronómicos realizados por el Instituto de Astrofísica de Canarias, han confirmado la orientación de estos grabados la Sol, al  Luna y al Teide. La importancia arqueológica del lugar se ha visto acrecentada por el reciente descubrimiento de varios enterramientos en túmulos. El valor sagrado de Tindaya se mantuvo tras la invasión y conquista europea, no en vano siempre se consideró por parte de la iglesia católica como punto de encuentro de brujas y lugar de acceso a lo desconocido. (Eustaquio Villalva Moreno).

LA MONTAÑA SAGRADA TINDAYA



Se constituye en un conjunto arqueológico singular en todo el Archipiélago Canario e incluso en el Norte de África, área tan emparentada con las culturas autoctonas canarias.
Está constituida por una intrusión de material sálico que fragmenta el Complejo Basal o primeras emanaciones de material que constituye la base de la isla. Esta intrusión sálica, al contrario de lo que ocurre en otras islas, no llegó a aflorar a la superficie, enfriándose dentro de su cono, correspondiendo a la erosión posterior el trabajo de sacar a la luz esta formación traquítica. Sobre este material, los habitantes pre-coloniales realizaron un conjunto de entorno a 268 grabados distribuidos en más de 57 paneles, según las últimas prospecciones, con un claro predominio de representación de podomorfos (algunas formas geométricas más o menos regulares, cabrían interpretarse como podomorfos igualmente que, o bien se han erosionados o se dejaron sin concluir). Esta concentración temática marca su singularidad arqueológica  ya que incluso, en el Norte de África, no existen tales concentraciones (y, lo que es más importante, los podomorfos se realizan en asociación con otras manifestaciones rupestres). A lo largo del Archipiélago, aunque presentes estas manifestaciones rupestres, las mismas no llegan a formar conjuntos tan abigarrados como en Tindaya.
De manera general, los grabados de la Montaña de Tindaya se caracterizan por, una clara concentración en la vertiente Este, a partir de los 250 metros de altitud, ubicados en paneles con una clara tendencia hacia la horizontalidad, aunque no faltan los grabados en paneles verticales e incluso en bloques sueltos (algunos de estos bloques sueltos son producto de la erosión y desprendimientos post-grabación de dichos soportes), muchos de los cuales han sufrido la acción de expoliadores que, aprovechando su fragmentación, los han "retirado" del yacimiento.
           
La planta de los podomorfos presentan una forma trapezoidal con tendencia rectangular en donde, uno de los laterales menores se cierra mediante una línea recta, mientras el lado opuesto lo hace en línea curva (correspondería respectivamente con la zona de dedos y el talón del pie). La representación de los dedos se realiza mediante dos formas más o menos diferenciadas:
a) La planta se cierra en una forma trapezoidal, realizándose los dedos mediante líneas incisas.
b) Los dedos se engloban dentro de la planta, como continuación de las líneas que marcan la silueta del podomorfo.
Los diversos estudios realizados por miembros del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), han puesto de manifiesto una clara concentración en la orientación de los podomorfos, tomando la misma desde lo que hemos denominado como talón hacia los dedos, de 164 grabados (el resto se descartó debido a que, o bien por su mal estado no se podía reconocer el talón y los dedos o bien por su fuerte inclinación, superior a los 50º, que impedía establecer una azimut privilegiada). Estas mediciones se tradujo en que más del 80% de los podomorfos se orienten entre los 225º y los 270º, mientras que el restante 20% se distribuye en las direcciones cardinales de Norte, Este y Sur.SI= Solsticio de Invierno; GCN= Norte de Gran Canaria; SV= Solsticio de Verano; Pm y PM= Lunasticios menor y mayor; (Belmonte et al, (1995)

           
El principal problema que, desde una perspectiva arqueológica, presenta este singular sitio arqueológico, se encuentra justamente en la explicación de tal concentración de grabados. Dejando de lado las antiguas interpretaciones, que pretendían ver en estos podomorfos expresiones de pactos matrimoniales entre unidades poligínicas, rituales de zonas de paso (los grabados se ubican en una zona de difícil acceso, sin ser ningún lugar de paso -más sencillo es pasar por el llano y rodear la montaña, antes que subir por ella-), o muestras de prácticas mágico-religiosas de protección de la picadura de animales venenosos inexistentes. 

PODOMORFOS:



Además de los grabados, en la Montaña de Tindaya se han hallado una serie de restos arqueológicos, con la presencia de conchas, restos cerámicos, restos óseos y líticos, restos en cantidades mínimas muy posiblemente por la propia acción del arrastre y la erosión que sufre la montaña. A la vez, se ha excavado un enterramiento en las faldas del montículo. Ampliando la óptica espacial del análisis, en el llano que rodea a Tindaya, cercano a la propia montaña, existe (más bien existía) una estructura circular a base de piedras hincadas. A la vez, los diversos investigadores que se han acercado al estudio de los grabados podomorfos de Tindaya, han reconocido su vinculación a diversos yacimientos de la zona, como ocurre con la Montaña de la Muda, Montaña de En medio o Morro Tabaiba, con sitios como la Cueva de los Ídolos o Cueva de Villaverde. Fuerteventura (al igual que ocurría con la anterior hipótesis, se desarrolló tomando como base la etnografía comparada con el Norte de África, en donde sí se ha documentado la representación de los podomorfos como una práctica mágica de protección frente a las picaduras), las últimas hipótesis planteadas por los estudiosos de Tindaya, se han decantado hacia las prácticas magico-religiosas propiciatorias o cultuales, en muchos casos complementarias entre si:
A)      Axis-Mundi.- Apoyándose en la etnografía comparada con los pueblos bereberes actuales del Norte de África, se plantea la posibilidad de que Tindaya actuara como centro del mundo majorero, en una especie de vínculo entre el suelo y el cielo, de ahí su carácter de «Montaña Sagrada» como ha llegado hasta la actualidad (tradicionalmente, los habitantes de Fuerteventura han visto la Montaña de Tindaya como un centro de reuniones de brujas, lo que nos habla de posibles pervivencias cultuales de época guanche). Así, su carácter de axis-mundi explicaría la  proliferación de podomorfos, como expresión de un lugar sagrado en donde habitan las distintas divinidades.
B) Lugar de culto a los antepasados.- Los podomorfos representan a esos antepasados que han pasado al mundo de los muertos, al mundo de los dioses, vinculándose dicho lugar a prácticas propiciatorias de la lluvia en donde los vivos consultan a los muertos para predecir la llegada de las lluvias que permita el desarrollo de los pastos tan vital para la subsistencia de la comunidad. En Canarias, es tradicional la existencia de prácticas cultuales propiciatorias de las lluvias, como ocurre con los bailaderos, fenómeno recogido por los primeros cronistas europeos.
C) El carácter de cultuales se manifiesta igualmente en la propia toponimia, como ocurre con el Llano de Esquizo que rodea a la Montaña de Tindaya, interpretado como proveniente del término mazigio (bereber) «Fquen» (Efequén para los primeros cronistas que escribieron sobre Canarias) que viene a significar «lugar sagrado».
Estos efequenes, serían construcciones de planta circular, con doble muro, en cuyo centro de ubicaría una imagen (a los pies de Tindaya se ha localizado una estructura circular de piedras hincadas, que ha sido interpretada como posible efequén).
 D) Marcador Astronómico.- Basándose en la marcada orientación de los   podomorfos entre el Sur-Oeste y el Oeste, justamente orientación que marca la zona de puesta del Sol durante Solsticio de Invierno (igualmente, esa es la orientación de elementos geográficos tan eminentes como Gran Canaria o el Teide en Tenerife, visible en días claros desde Tindaya), señalando el inicio del período de máximas lluvias en la isla.
Por otra parte, la función mágico-cultual de Montaña Tindaya está refrendada por la etnografía, así nos lo expone el investigador Juan Muñoz Amescua: En la memoria de las personas con una edad entre setenta y noventa años, que viven en la zona de Tindaya  y recuerdan o incluso algunas de ellas practican como un legado de sus antepasados.

De esas personas, se obtuvieron los datos etnológicos que se exponen:
           
            “Cuando éramos niños, subíamos a jugar a los resbaladeros y al          levantar
lajas encontrábamos huesos largos de personas.         
También cogíamos leche de tabaiba para mascar”.

            “Antiguamente, en las majadas y en los corrales se derramaba leche
             de ordeño en un altillo de piedras”.

            “Nos contaban que cuando había “brujas”, éstas se reunían por San Juan
           en la  montaña y en el bailadero”.




“En el centro de una habitación se quemaba un manojo de espigas de cebada, todavía hay quien lo hace, si el humo iba para el techo es que     las cosas saldrían bien y si marchaba para los lados, era año malo”.

            “Decían que las nubecillas, que en los días largos se ven pegadas al     mar y   a la costa, son los espíritus de los Majos que van a recoger   leña para quemarles las barbas a San Juan”.

            “En San Juan se quemaban cosa de comer en las hogueras para los     aberruntos”.

            “En los días largos el Sol nace por el norte de Morro Tabaiba y luego corre    para la degollada de Vallebrón en los días cortos y así hasta últimos de diciembre que sale por La Muda y luego vuelve para tras”.

            “Antes para los trabajos del campo y el ganado nos llevábamos del lucero, “el arado”, “la soga”, la Sol y el Luna”.

            “La víspera de San Juan, que es la noche más corta del año, la gente joven subía a la montaña para hacer hogueras y echaban al fuego cosas de comer para ver lo bueno o lo malo”.

Aquí en Tindaya, sale siempre el Arco Iris desde detrás de la montaña La Muda.

           
“En Tindaya, de siempre han caído muchos rayos y han quemado muchas palmeras por eso la gente plantaba una palmera cerca de la casa para librarse del rayo”.

            “cuando al norte del Cotillo se forman una nubes redondas y los altos de la Villa están cubiertos, seguro que llueve”. (Juan Muñoz Amescua: 396).

EFEQUEN LANZAROTE:



SIGNOS ASTRALES EN ABRIGOS ROQUEROS Y EN LA CERÁMICA. Una manifestación más del poder creador de la Diosa Madre, son los astros, mediante ellos la Diosa rige nuestra existencia,  Magek dadora de vida, es el rostro visible de la Diosa Madre Chaxiraxi y a ella van a morar nuestros espíritus cuando cambiemos de plano. La Luna rige el nacimiento de las criaturas, y los vegetales y Venus o la estrella de la mañana rige los tiempos. Estos son los tres aspectos en que se manifiesta al hombre la Gran Diosa-Madre. En el plano humano representamos al Luna con trazos de crecientes arqueados en nuestros templos y adoratorios, en los objetos de uso cotidiano, a la Sol en sus diversas posiciones durante su recorrido diurno, así como de Venus o el lucero.

CUEVAS ORÁCULOS. En el complejo cultual de La Montañeta, en Moya, está la Cueva del Oráculo, esta cueva consta de dos plantas, en el centro de la segunda que tiene piso circular existe una tosca de unos 2’75 metros de diámetro en la cual, rodeando un pozuelo central de unos cuarenta y cinco centímetros de diámetro por unos treintas centímetros de profundidad, existen siete cazoletas o braceros discoidales donde se queman las sustancias perfumadas para las prácticas del oráculo. Prácticas que se realizan mediante el humo del fuego sagrado purificador, según las fechas y lunaciones, conforme disponen los sacerdotes, quienes realizan la correspondiente danza ritual en honor de Magek.

OJOS DE LOS DIOSES. Son signos protectores contra los espíritus maléficos y xaxos arrimados, por ello estos signos se pintan en objetos de culto y de uso cotidiano, tales como gánigos, platos, vasos etc. En Granadilla (Tenerife) en un panel de petroglifos existe grabado de ojo de dios de un considerable tamaño.

BANCOS VOTIVOS:


 Son elementos de construcción tosca, localizadas especialmente en las montañas y próximos a los tagoros y almogaren, colindando con túmulos terriformes de doble y triple planta circular, estan construidos con piedras seleccionadas casi planas colocadas formando un poyete, el espaldar está compuesto de piedras resistentes colocadas verticalmente. Son lugares de descanso empleado por los  ancestros guanches cuando peregrinaban a los santuarios o necrópolis de los antepasados, de ahí que también se les conozca como bancos de los lloros y de las lamentaciones.

Estos tipos de bancos, estaban localizados en el Tagoror del Agujero, y en el gran Túmulo de la Guancha, en Galdar; en Temisas, Agüimes;  en Tabaibales de Veneguera, en Mogán, Tauro Alto, etc. El más representativo es el de Túmulo de la Guancha, emplazado junto a la segunda anilla pétrea y al lado de uno de los enterramientos radiales. Al lugar estaba asociado un conchero, lo que nos indica que en el lugar se llevaban a cabo comidas votivas y ceremoniales.

CASA DE ORACIÓN: La Iglesia o Casa de Oración, fue uno de los templos guanches más significativos ubicado en Los Caserones (San Nicolás de Tolentino, Gran Canaria).  Según los vecinos de Bocabarranco, los ancianos don Teófilo Segura Ramírez y don Francisco Díaz, expresaban en 1944, éste último con propiedades en Los Caserones. El citado señor Díaz, refirió que en Los Caserones estuvo emplazada la Iglesia de los Canarios o Casa de Oración, la cual conoció; la describió como: Construcción hermosa y limitada por paredes de piedras bien seleccionadas y grandes, que se parecía mucho a las estructuras de las plantas de casas cruciformes que la rodeaban. Josef Wölfel hace referencia a esta Iglesia relacionándola con santuarios rectangulares en Mesopotamia.

TORRETAS TRONCOCÓNICAS DE BASE CIRCULAR Y CUADRADA:



Las torretas troncocónicas o Taros, abundaban en las diversas localidades de las islas. Es posible que tuviesen la finalidad de betilos, son construcciones hechas con esmero y con una altura que oscila entre 1’20 y 1’60 metros, no son túmulos aunque tienen una estructura similar. Son construcciones originales, elegantes y verdaderamente arquitecturales por lo cuidadas. Están edificadas con un material selecto, generalmente se emplearon en su construcción piedras estrechas y alargadas conocidas como lajas, dispuestas en prefecto ensamblamiento. Son de planta circular ligeramente imperfectas, las pocas de ellas que quedan en la actualidad están un tanto desvencijadas por la mucha antigüedad y por la acción de los elementos naturales. El color de las piedras empleadas es ocre rojizo, siendo del mismo color la masa rocosa de las montañas donde suelen estar erigidas. Indudablemente estas torretas son elementos dedicados al culto a la Diosa Tanit-Tara, en su representación de Diosa lunar, tal como los  que los fenicios erigían en los lugares de culto a la Diosa Tanit preferentemente en aquellos lugares  donde afloraba la roca o toba roja, como está debidamente documentado para Cartago y diversas colonias púnicas.

El que estas torretas estaban dedicadas a un culto astral lo corrobora el hecho de que estuviesen flanqueadas por otras construcciones de grandes lajas hincadas como si fueran espaldares de asientos votivos, formando un  arco o media luna, que también estaban presentes en Los castilletes de los Tabaibales de Veneguera, muy próximo al Gran Tagoro y palacio de justicia de su nombre, descubierto y dado a conocer por don Sebastián Jiménez Sánchez en 1963, y en LOMO DE LOS RITOS, en Tauro Alto. Y según éste mismo autor, en ellas tuvieron efecto ceremonias sacrales de carácter astral. Las mismas recuerdan a los betilos formados por montones de piedra de simbolismo sagrado localizadas en la isla de La Palma y a los de los antiguos mazigios, con los cuales se identifican. Hemos de insistir que no se trata de un simple montón de piedras en perfecto desorden como se aprecia en las torretas funerarias erigidas en los campos lávicos o de malpaís de Agaete, Jinámar, Arteara, Isleta, etc., sino de un conjunto de piedras por lo general lajas maravillosamente dispuestas en ensamblamiento. Dichas construcciones denotan idealización y alto espíritu estético.

En la isla de Gran Canaria existía este tipo de torretas en Los Castilletes de Tabaibales de Veneguera, Llanos de Gamona, Ladera del Lomo de los Gatos, Montaña Redonda y en Lomo de San José, todos ellos conos volcánicos o con importantes afloramientos de toba roja, en grupos de dos o tres, aunque no faltaban algunas aisladas, estando en ambos casos cercadas por una hilada de medianas piedras formando círculo, estando asociadas a lugares donde además existían poblados de cuevas y casas de piedras secas.

ESTELAS Y CIPOS: “Las estelas tienen por lo general un acusado carácter religioso y llevan consigo el recuerdo de un fallecido. En esto la estela viene a ser como el soporte del alma del caído en lucha desigual o del fallecido de muerte natural, de ahí que se le considere como un hito u obelisco conmemorativo. La estela implica homenaje y recuerdo emotivo no sólo al héroe, al curandero y al buen padre del poblado. La estela, el obelisco y el cipo a manera de columna o pilar prueba la existencia de un culto. Estos tipos de sencillos monumentos cultuales los hemos localizados en Gran Canaria en las localidades de Tauro Alto, Tufia, Majada Alta.[...] Al igual que las torretas troncocónicas cultuales, las estelas y los obeliscos y cipos suelen aparecer dentro de un cerco de grandes y medianas piedras. La altura de estos obeliscos, estelas  y cipos es variable; por lo común oscilan entre los noventas centímetros y 1’40 ms. [...] Los hay de forma irregular, predominando los de estructura piramidal, prismática y rectangular, como el de Zonzamas.” (Sebastián Jiménez Sánchez, 1966:163)

ISLA DE LA GOMERA: La isla de Gomera fue una de las que menos información sobre el panteón local nos ha legado, siendo sin embargo la que más arraigadas ha mantenido sus costumbres ancestrales. Por ello no es difícil localizar el substrato religioso de nuestros ancestros en las costumbres que han pervivido hasta la actualidad.
En cuanto a los elementos materiales dedicados al culto, son innumerables los vestigios que día a día nos van mostrando las excavaciones arqueológicas. Uno de los pioneros, -si no el pionero- de las investigaciones arqueológicas en la Gomera fue el tantas veces citado D. Juan Bethencourt Alfonso, quien en relación a los santuarios de la isla nos legó a finales del siglo XIX, un interesante documento en torno a la fortaleza de Chipude o como él acertadamente la denomina “Montaña Santa”, veamos como nos describe el lugar: “...donde existen restos de unos enormes majanos que fueron colocados sobre unos picachos agudos de difícil y peligroso acceso.

En la superficie de esta meseta, que se encuentra cubierta de jarales y tabaibas y a la que un buen trepador de riscos puede aventurarse a subir por tres puntos distintos, se advierte un gran número como de pequeños corrales hechos de piedra seca o sin argamasa, algunos de cantos rodados transportados desde los barrancos;[2] ya de figura circular o elíptica, que, desde luego, revelan su antigüedad de cientos de años y una arquitectura extraña al pueblo actual.

Cuando se estudian con atención estos monumentos se acaba por agruparlos en cuatro secciones distintas, atendiendo al uso probable a que fueron destinados, que son:

1º. Edificios que parecen haber servido de vivienda al hombre.-Destruidos la mayor parte del corto número que existe, se puede calcular, sin embargo, por los materiales

amontonados en el suelo y por la forma y grosor de sus paredes, de un metro de espesor, que todos fueron circulares, sólidamente edificados, de tres metros de diámetro, por uno y medio a dos metros de altura.

2º. Corrales que hacen presumir fueron destinados a encerrar de una a media docena de reses menores, algunos de tan cortas dimensiones que con dificultad cabe un cabrito[3].

3º. Numerosos y pequeños círculos de  piedras, bastante bien acabados, de cuatro, seis o más decímetros de luz, que sospechamos sirvieron para recoger líquidos, como agua, leche o sangre de un animal. Esta sospecha la fundamentamos en que todos se encuentran en aquellos sitios en que el terreno firme ofrece como una excavación natural, excavación que en algunos de ellos parece haber sido aumentada por la mano del hombre. Muchos de estos círculos estaban tapados como por una pequeña pirámide de piedras.

4º. Monumentos que fueron verdaderos pireos.- Si bien se encuentran las ruinas de algunos de éstos que existieron por poniente, norte y medio día de la meseta, el que mejor se conserva se halla hacia la parte oriental, muy próximo a la orilla de un risco que da a un abismo espantoso.

Este Pireo es de forma elíptica, de un metro y medio de largo por noventa y cinco centímetros de ancho, orientado su eje mayor de N. a S., y de paredes de un metro de alto, formada con piedras largas, gruesas, muy bien dispuestas y quemadas por el fuego; la cavidad del Pireo disminuye de diámetro a medida que se aproxima al fondo, donde termina en forma de una especie de pileta, y por el poniente está ceñido por una pared, en parte destruida y de forma semi circular, cuyos extremos mueren en el mismo borde del risco.

En este Pireo tuvimos la fortuna de encontrar, después de quitarle las piedras y tierra que casi lo llenaba, trozos de huesos de cabra y de cabrito calcinados, cuchillos de piedra, al parecer de fonolita, con los que sacrificaban las reses; pedazos de carbón y de leña casi carbonizada que juzgamos son de brezo o tagasaste, y una piedra del tamaño de una naranja, redondeada por la mano del hombre y medio quemada, ignoramos a que uso se destinaría.

Hacia el N. de la meseta se encuentra otro en bastante buen estado, pero de forma casi circular, mayor que el anterior, y con dos pequeños circulitos no cerrados en el medio; así como también, repetimos, se hallan vestigios de otros Pireos en el centro, S. y E., de la fortaleza.

Cuando concluimos de recorrer la meseta, que bautizaríamos Montaña Sagrada si tuviéramos autoridad para ello, a duras penas podíamos contener nuestra emoción al contemplar desde aquellas alturas el singular paisaje que por todas partes se descubre, y al trasladarnos con la imaginación a aquellos tiempos remotos en que los antiguos gomeros,  a semejanza de los primitivos persas, tenían por Dios  a las sorprendentes y poderosas fuerzas de la naturaleza, por templo una montaña, por altar un tosco Pireo, y por ofrendas cabritos y libaciones de leche.

Ignoramos si, como estos tuvieron sus Magos, como lo hacen sospechar los restos de habitaciones que aún se observan en la fortaleza y el concepto de santos que tenían para los gomeros los jefes de los cuatro bandos que se disputaban el poder de la isla; pero es probable que contaran por lo menos con algunos guardianes que cuidaran de la Montaña Santa, que si no ejercían gran influencia en los destinos de su pueblo, tendría, sin embargo, la bastante para exigir a aquellas sencillas gentes la leche más sabrosa los mejor cebados corderos y “los machos cabríos sin mancha en olor suavísimo del Padre eterno.” (Juan Bethencourt Alfonso, 1881:355-6)

Es posible que tuviesen la condición de lugares santos las cuevas de Ancules, en Hermigua, la de Giñoga, y la de Tamonergue en Alajeró.

Otro de los lugares sacros más emblemático de La Gomera lo constituye La Laguna Grande, localizada dentro de lo que en la actualidad constituye el Parque de Garajonay un paraje natural donde reina la naturaleza en toda su plenitud. Aquí se encuentra el templo al aire libre más sugestivo de la isla, un gran llano circular que como el de Las Crucitas en Tenerife, surge en un claro del bosque y que desde tiempos ancestrales ha sido punto de encuentro de los diversos caminos que recorren La Gomera. Según la tamusni (tradición oral) era lugar de concentración de las brujas (sacerdotisas maguadas) hasta hace muy pocos años. Según el periodista e investigador canario José Gregorio González el recinto está integrado por 14 piedras enterradas en el suelo y en disposición circular, en cuyo centro se encuentra otra de tamaño ligeramente mayor[4]. En todos los casos las piedras se hallan trabajadas en algunas de sus caras, presentando signos grabados entre los que resulta difícil distinguir los de moderna ejecución de aquellos que pudieran tener cierta antigüedad. Entre estos últimos se halla una cruz grabada en la cara interior de una de las piedras y otros recuerdan signos rúnicos y marcas de canteros.[...] se ha podido recopilar de la tradición oral la existencia en este paraje hasta hace al menos unas décadas de diversos amontonamientos de piedras, que en forma de tortea se distribuían a lo largo de todo el claro del bosque. Dichos túmulos como propone el arqueólogo Antonio Tejera Gaspar, podrían haber sido edificados por los antiguos aborígenes de la isla, sobre todo si tenemos en cuenta que según  las mismas fuentes éstos se construían con las piedras que cada caminante dejaba en el lugar al pasar por la zona, una tradición que entre los bereberes tiene un carácter mágico, pues cada piedra representa al espíritu de sus antepasados y en conjunto forman altares denominados Kerkús. (J. G. González, 2003: 34)

La tradición de amontonar pequeñas piedras en aquellos lugares donde alguien ha fallecido de manera accidental, está vigente en la actualidad en muchas de nuestras islas, así este tipo de monumento podemos verlos no sólo en La Gomera, también en Gran Canaria, La Palma y Tenerife. Es frecuente verlos en nuestras carreteras, y caminos, descampados y en general en aquellos lugares donde se producido una muerte accidental o violenta pequeñas cruces incadas en el suelo, en ocasiones están protegidas por una pequeña hornacina o nicho que los parientes del fallecido suelen adornar con flores, también podemos ver como en los brazos de la cruz cuando esta está descubierta o en el techo de la hornacina y alrededor de ellas hay montoncitos de pequeñas piedras colocadas allí por los caminantes como oración tributo con que éste encomienda a la Diosa el espíritu del fallecido.

El hecho de erigir kerkus o betilos de piedras sueltas como altares en honor de la Diosa, en algunos pueblos como representación de la propia Diosa, no es postetativo sólo de los pueblos asiáticos y africanos, en Argentina y en Bolivia ( y en general creemos que en toda América) existe una serie de leyendas cuyo trasfondo ponen de manifiesto que esta práctica es universal y coinciden en el espacio y en el tiempo. Veamos dos hermosas leyendas que ilustran lo que hemos expuesto:

 
LEYENDA DE BENITO CONDORÍ: Benito Condorí  había perdido sus llamas, y aquella mañana se fue a buscarlas al cerro, preocupado  pues el puma estaba haciendo daño y mientras se encaminaba para el cerro junto a su perrito, sacó su chuspa y se puso a coquear su acullico de coca para tener ánimo. Cuando llegó al cerro el sol estaba bien alto, busco sus llamas en la pampita de las chillaguas y no estaban, después en el campo de los irus  y tampoco, a la tardecita  llegó a la abrita de la apacheta,[5] hizo su oración a la Pachamama y dejó su acullico de coca debajo de una piedra. El sol ya estaba de tarde y la noche se acercaba. Entonces se fue al puesto para pasar la noche y seguir buscando al otro día, se abrigó con su ponchito y se durmió. Cuando estaba profundamente dormido tuvo un sueño:

“De la apacheta yo vi como si naciera de adentro de la tierra una mujer en forma de árbol como Queñua, sus pies quedaron en la tierra como raíces, su cuerpo era el tronco y las ramas y sus cabellos eran las hojas. Y diciéndome me hablo: Yo soy la Pachamama, yo soy toda y estoy en todo, mira mis pies ahí están tus antepasados, y me dio una escalera hecha de pan y me dijo; Sube, y  escucha mi corazón, yo subí y vi un cielo muy azul y un olor a coa invadió todo el lugar, acerqué mi oído a su seno y escuché  las voces de mis hermanos  huérfanos que vagan por el mundo porque han perdido a su madre. Bajé del árbol  y se hizo viento sus cabellos se trasformaron en plumas y voló un cóndor. De su cuerpo se hizo una vicuña y de sus pies una serpiente que se perdió para adentro. Y todo el lugar  donde ella había estado se convirtió en una hermosa chacra donde maduraban las mejores papas, maíces y quinuas que han visto mis ojos.

De repente, ahí no más me desperté de mi sueño y estaba amaneciendo y contento me fui  a buscar mis llamas y las encontré pasteando tranquilas en el ciénago, las conté y no faltaba ninguna, las rodeé y me volví para el rancho junto a mi perrito. Cuando llegué le conté a mi compañera Lidia: Anoche me soñé con la Pachamama...

LA LEYENDA DEL ALGARROBO: Era tiempos de los Incas.
 
Los Quechuas adoraban con las principales honras a Viracocha, señor supremo del reino. También adoraban a Inti, a las estrellas al trueno y la tierra.
 
Conocían a esta última con el nombre de Pachamama, que es como decir "Madre Tierra" y a ella acudían para pedir abundantes cosechas, la feliz realización de una empresa, caza numerosa, protección para las enfermedades, para el granizo, para el viento helado, la niebla y para todo lo que podía ser causa de desgracia o sinsabor.

Continúa en la página siguiente.

Imágenes:

Efequen, recinto sagrado de Fuerteventura según Torriani

Podomorfos de Tindaya

Torretas cultuales en Tamarant (Gran Canaria)

Asientos labrados en la toba, Tamarant (Gran Canaria)


[1]El topónimo Zomzamas guarda cierta similitud con el del pozo sagrado Zemzem, de La Meca.
[2] El subrayado en negrita es nuestro. Esta acumulación  de cantos rodados es posible que sea debido a los depósitos creados como consecuencia del Deporte Autóctono denominado Carrera  del guanche, consistente en transportar al hombro en una carrera un piedra de determinado tamaño en el menor tiempo posible desde la playa o fondo de un barranco, hasta la cima de una montaña u otro lugar pre fijado.
[3] Nosotros hemos visto algunos de estos corralitos en el Poblado de Los Goros, en la Punta de Rasca, en la isla de Tenerife, al lado de una guachara o guaracho. 
[4] Indudablemente este monolito central del santuario al aire libre es un betilo. En todas las culturas antiguas desarrolladas la Diosa-Madre es representada por un betilo.
[5] Apacheta: Altar  sagrado de piedras  a la  Pachamama (betilo)
Pachamama:  Diosa Madre tierra
Chillagua: pasto que comen ovejas y llamas
Acullícu: Conjunto de hojas de coca que se mastican para mitigar el hambre y el cansancio
Chillagua: Pasto que comen las oveja y llamas
Chuspa: Funda hecha de lana de colores donde se guarda la coca.
Iru: pasto duro  que se da en las alturas de los cerros
Queñua: árbol  mítico  autóctono de los Andes
Coa: planta aromática que usa como incienso, en los ritos  de la cultura andina
Quínua: Cereal propio de los andes,
Corpachada: Rito a la pachamama

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