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martes, 22 de octubre de 2013

LA DIOSA MADRE EN LAS ISLAS CANARIAS-XXXVI





Volumen V


CAPITULO XXVI

 MÉTODOS DE INVOCACIÓN AL FUEGO SAGRADO GUANCHE

 

FUEGO SAGRADO GUANCHE, LA REPRESENTACIÓN ESTELAR DE LA DIOSA MAGEK

Eduardo Pedro García Rodríguez

Y allí está..., lo que ha pasado es el tiempo... La gruta Santuario sigue allí. La veo empolvada, llena de telarañas. Los enseres cubiertos por centenarias capas de polvo, para protegerlos de ese tiempo, lleno de recuerdos, nostalgia, historia... Una sensación de inmovilidad, están y no están... Un lugar abandonado como nuestra casa interior. Ese es el sitio de Magek, la Diosa olvidada, hoy desvalorizada, venerada como el fuego doméstico, Diosa del hogar y de la comunidad.



Emerge una figura que se ha mantenido oscura en la mitología católica y en los estudios arquetipales, con dificultad, la Vesta de los romanos, es a la vez la llama y el hogar. Aparece con la Diosa   Magek vinculadas como protectoras conjuntas del mismo, y ambas patronas del ciber espacio. Un centro virtual que está y no está, Magek y aquélla, la externa, la centrífuga, las redes de conexión, la Diosa Madtre Chaxiraxi.

Magek Diosa del hogar es una figura de estabilidad primordial, permanencia y prosperidad, se la representa como una mujer austera, sentada y cubierta con una túnica. En la tradición existen pocas narraciones sobre ella, pero reviste gran importancia simbólica y ritual. Es verdaderamente la más antigua, la más honrada, el centro de la vida de la familia, y por extensión, de la comunidad.

Ella obtiene el puesto central de la casa como su sitio sagrado, la hoguera, el fuego del hogar, los tres Tenikes, la madre de todo que es lo que significa su nombre, Magek ocupa su lugar en el centro del lugar de encuentro, de residencia y por ende debe ser central en la vida psíquica.

No había estatuas de ella en su templo, sólo estaba el fuego sagrado, su imagen y su lugar son idénticos. Como decidió no casarse, Chaxiraxi le otorgó el privilegio de recibir el primer y el último sacrificio en todas las ceremonias, como centro viviente de la familia o la comunidad. Según la tamusni, antes de partir del continente para fundar una colonia,“tomaba fuego del fogón de la tierra madre para llevarlo al de la tierra extraña y constituir así el centro de la nueva comunidad.” En épocas posteriores, se estableció la costumbre de un fogón común como centro ideal de una confederación de menceyatos. Magek es la hija primogénita de Chaxiraxi-Metis.

Esta Diosa silenciosa, reservada y privada era representada sentada o de pie, en actitud solemne, sosegada, seria, calmada y digna, a veces con un velo que desde la cabeza le caía por la espalda, pero sin atributos distintivos. Su símbolo es el círculo, del que en ocasiones salen cinco, ocho o doce rayos, siendo mas frecuentes los ocho rayos, representación universal de Nuestra Diosa Madre Chaxiraxi.

Magek nunca interviene en guerras o disputas. Además en su primitiva emigración a Europa en sus aspectos de Artemis y Atenea, ha resistido a todas las invitaciones amorosas de los dioses, titanes y otros. Afrodita es incapaz de subyugar, persuadir, someter o incluso “despertarle una dulce añoranza”.

Magek permanece permanentemente en el firmamento. Así como el hogar doméstico es el centro religioso de la morada, Magek es el centro religioso de la mansión divina, y cuando Gabiot entra a la Celestial Mansión, ella se retira. Son dos esencias contrastantes: ella centra, él desordena. No pueden coexistir al unísono.

Durante años continua esa ocasional invasión. Magek hace todo lo posible por conservar su pureza y Guayota-Gabiot, usa de todas sus artimañas para saciar su deseo. Y permanece sediento de deseo. Ni la pasión, ni el sufrimiento de Guayota consiguen perturbar su pensamiento incorruptible.

En latín, la palabra hogar es focus. Magek se concentra en su experiencia subjetiva interna. Es muy intuitiva, de esta manera puede percibir la esencia de la situación.

Magek es el interior, cerrado sobre sí, el lugar donde se atesoran las riquezas espirituales y donde la realidad del grupo hunde sus raíces. La Diosa se abre al exterior a través de su cómplice El Fuego Sagrado, a los extranjeros de paso, a la circulación de las riquezas, al tejido de las alianzas, a esa organización del espacio que, en Canarias, comporta el carácter matrilocal del matrimonio.

Confiriere a las criaturas el sentimiento de seguridad y pureza que precisan para regir sus vidas. Vidas áridas y violentas, hechas de amor y odio, de dolor y alegría, de búsqueda y desencuentros, encontraran allí, junto al fuego del hogar, un lugar donde las relaciones humanas tejen su corona de hondos y suaves afectos.

Nos llama la atención la extraña falta de imágenes, se resiste a que se le personifique como una figura humana.

La tamusni, nos trae una imaginería de Magek a través de la habitación con el hogar de los tres tenikes. El espacio se hace eco de la redondez de la tierra, la cual era doméstica, vinculada a los menceyatos y a los auchones. El espacio es sagrado.

Habitación y hogar nos dan un reflejo de la condición de nuestra alma. Los hogares que creamos y donde habitamos interior y exteriormente, manifiestan un aspecto de nuestros espíritus (alma). Los “lugares” de sueños y fantasías, nuestra habitación, rascacielos, viejas casas encantadas, sótanos, pasillos y dormitorios, nos dicen mucho acerca de dónde está nuestra alma en el momento” (Barbara Kirksey). Magek hace posible que el espacio sea una forma de realidad psicológica. Ella pone al alma en un sitio donde pueda habitar.

La casa es un estado psíquico y siempre revela intimidad.

Como la psicología de Magek es una revisión de los espíritus (alma) en términos de metáforas espaciales, la patología de los espiritus a través del lenguaje de Magek contiene frases relacionadas con lo espacial. “Fuera de base, descentrado, desubicado, no me encuentro, fuera de sitio, etc”.

La tamusni nos relata: “la casa resguarda las ilusiones, la casa protege al soñador, la casa le permite a uno soñar en paz”. Si Magek no construye su casa, no hay ni protección ni paz para el que sueña. Su falta amenaza a la estructura completa de la psique con un gran caos. Ella actúa como mediadora para la integración psicológica, en conjunto con las actividades de Guayota de conector y agitador de los espiritus.

Se presenta también como guardiana e invocadora de los grandes misterios de lo desconocido.

La sangre late en sus venas al unísono de las fuerzas naturales. Es la perfecta mediadora para expresar las fuerzas que actúan en el consciente y el inconsciente de la humanidad y de la existencia. El aspecto místico del ser se expresa mediante ritos: rituales estacinales, nacimiento, ritos de pasaje, matrimonio y muerte; en el ámbito de los fieles de la Iglesia del Pueblo Guanche, los kankus y maguadas.

Los rituales de Magek están simbolizados por el Fuego Sagrado. Cuando una pareja se casa, la madre de la novia enciende una antorcha en su propio hogar y la lleva ante la pareja recién casada para alumbrar su primer hogar. Este acto consagra la nueva casa. Vinculando el antiguo hogar con el nuevo, simbolizando la continuidad y la relación, la conciencia compartida y la identidad común.

 En sus templos, el fuego sagrado es atendido por las maguadas, a quienes se exige encarnar las virtudes y el anonimato de la Diosa.

Las maguadas no deben poseer defectos morales alguno, tienen que ser de condición libre y bajo ningún concepto pueden dejar extinguir el Fuego Sagrado del  altar circular.

Magek es un arquetipo de conexión con el centro interno. El hogar con los tres tenikes de Magek con el Fuego Sagrado en el centro tiene forma de mandala, una imagen utilizada en la meditación, que es símbolo de totalidad y de universalidad.

En relación al simbolismo del mandala, Jung nos dice que es una especie de punto central en el interior de la psique, con el que todo está relacionado, por el que cada cosa se ordena y que es en sí mismo fuente de energía. La energía del punto central se manifiesta en la compulsión y urgencia casi irresistible de devenir, lo que es lo mismo que cada organismo, cualesquiera que sean las circunstancias, es llevado a asumir la forma característica de su naturaleza.

Cuando se olvidan y dejan de honrarse los valores “magos” se pierde la conexión con el santuario interno, ese ir hacia adentro para encontrar el sentido a las cosas, y de la familia como lugar sagrado y fuente de calidez.

La casa que Magek erige o edifica provee las fronteras para nuestra alma, la protege de la invasión del mundo externo y nos protege del caos, de la trivialidad, de diversos acontecimientos y experiencias de desconexión.

El enfocar o ver con claridad, nos conecta con la psique. Una imaginería nos viene del teatro moderno. En el teatro el focus es el punto mejor iluminado del escenario. Aquellos personajes que aparecen en nuestras experiencias psicológicas muy luminosos o con más claridad que otros, son el foco de dicha experiencia psicológica. Magek está a cargo de la iluminación durante el drama. Ella está tras bastidores y es muy necesaria para esa producción.

El drama de la vida psíquica contiene un punto focal, un punto iluminado donde se pueden ver las figuras y si nos tomamos en serio la antigua creencia de la vigilancia a través de la iluminación, es necesario darles luz y protagonismo a aquellas figuras que aparecen en las escenas de nuestro consciente. Enfocar al personaje, precisarlo, le permite al drama psíquico llevarse a cabo. Al hacer eso, la imagen queda preservada, reverenciada y protegida.


“Para que las cosas arraiguen se necesita un centro que haga resistencia y haga fraguar la mezcla en un cuerpo, en un paisaje, en una imagen... El verdadero centro de gravitación de todas nuestras influencias no está en las fronteras exteriores (una geografía, unas instituciones, unos mitos, unas tradiciones) sino en las fronteras interiores, en la dimensión invisible y posible de una morada comprensiva que sirva de punto de refracción al oleaje incesante y al asalto caprichoso de culturas e influencias disímiles. Podemos haber nacido aquí y sin embargo no llevar en la sangre las imágenes que permiten reconocer esta tierra como nuestra...

.... En las imágenes de la mujer y la casa está escrito el calendario donde podemos aprender los ritmos lentos y ensimismados de toda incubación, el misterio de las transformaciones: hervir, hornear, macerar, fermentar, madurar...”

Allí está el calendario vital, el reloj interior que puede enseñarnos a lidiar con lo embarazoso, con los combates chiquitos, los que no se libran en campos de batalla, la lucha que no se aprende en los cuarteles. Nosotros, que venimos de tantas guerras gloriosas y grandiosas (desastrosas y grotescas también) perdemos a diario esas batallas menudas: la lucha secreta de todo lo que necesita incubación y paciencia, hamaca y mecedora.

Es en la casa donde aprendemos el secreto de ese impulso ligero y necesario para mecer suavemente una carga pesada y abanicar nuestros calores...

En la mujer, en lo profundo de su cuerpo se construye la casa, entre murmullos y silencios.
           
“El elemento fuego, el gran responsable por nuestras acciones, entendiendo acciones como la manera como reaccionamos a las demandas de la vida, que nos exigen una unión de cuerpo y mente, que sumada a la capacidad de comprensión adecuada del tiempo y espacio, nos da inteligencia. También el fuego es un gran trasformador, en el nivel interno, es responsable por la absorción de los nutrientes del alimento, por el metabolismo, por la manutención de la temperatura, entre otros, y es innegable que el fuego es un gran generador de vida, ya que la luz, la Sol, es el gran combustible que alimenta todas las formas de vida en el planeta tierra. Si el aire nos permite el pensamiento, es el fuego, por el medio de las complexas sinapsis cerebrales y sus reacciones bioquímicas, metabolicas y hormonales, que nos permite el desarrollo de la inteligencia y capacidad de aprendizaje. También es el fuego el padre de nuestro impulso, las reacciones instintivas e impulsivas que muchas veces tenemos. (Nina)
“No necesito una garantía firmada para saber
que la sangre de mis venas es de la tierra
y sopla en mi alma como el viento,
refresca mi corazón como la lluvia
y limpia mi mente
como el humo del fuego sagrado”.
Tolba Phanem, poeta Africana

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