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Volumen V
CAPITULO XXII-IV
LUGARES
DE CULTO Y ASTRONOMICOS DEL PUEBLO GUANCHE
Eduardo Pedro García Rodríguez
Viene de la página anterior.
Levantaban en su honor altares o monumentos a lo largo de
los caminos.
Los llamaban apachetas y consistían en una
cantidad de piedras amontonadas unas encima de las otras, formando un
pequeño montículo.
Allí se detenía el Indio a orar, a encomendarse a la Pachamama, cuando pasaba
por el camino al alejarse del lugar por tiempo indeterminado o simplemente
cuando se dirigía al valle llevando sus animales a pastar.
Para ponerse bajo la protección de la Pachamama, depositaba en
la apacheta, coca, o cualquier alimento que tuviera en gran estima, seguro de
conseguir el pedido echo a la divinidad.
Respetuoso de
la tradición y de las costumbres, el pueblo quechua jamás había olvidado sus
obligaciones hacia los dioses que regían sus vidas.
Pero llegó un tiempo
de gran abundancia en que los campos sembrados de millo eran vergeles
maravillosos que daban copiosas cosechas, la tierra se prodigaba con
exuberancia y la ociosidad fue apoderándose de ese pueblo laborioso que,
olvidando sus obligaciones, abandonó poco a poco el trabajo para dedicarse al ocio
y el vicio.
Se desperdiciaba el alimento
que tan poco costaba conseguir, y con las espigas de millo, que las plantas
entregaban sin tasa, fabricaban chicha con la que llenaban cantaros en
cantidades nunca vistas.
Fue una época sin precedentes.
El vicio dominaba a hombres y
mujeres. Ellos, en su inconsciencia, sólo pensaban en entregarse a los placeres
bebiendo de continuo y con exceso, comiendo en la misma forma y danzando
durante todo el tiempo que no dedicaban al sueño o al descanso.
Los depósitos repletos
proveían del alimento necesario y nadie pensó que esa fuente, que les
proporcionaba granos y frutos en abundancia, se agotaría alguna vez.
El desfreno continuaba y nada había que llamara a
ese pueblo a la reflexión y a la vida ordenada y normal.
Llegó la época en que se hacía imprescindible
sembrar si se pretendía cosechar, pero nadie pensaba en ello.
Inti entonces, al comprobar
que el pueblo desagradecido olvidaba los favores brindados por la Pachamama, queriendo
darles su merecido, resolvió castigarlos.
Con el calor de los rayos,
que envió a la tierra como dardos de fuego, secó los ríos y lagunas, los lagos
y vertientes y, como consecuencia, la tierra se endureció, las plantas
perdieron sus hojas verdes y sus flores, los tallos se doblaron y los troncos y
las ramas de los árboles, resecos y polvorientos, parecían brazos retorcidos y
sin vida.
En los géneros aún quedaban
alimentos, y en los cántaros, chicha - Que importancia tenia, entonces,
para esa gente, que las plantas se secaran y que el río hubiera dejado de
correr, y seco y sin vida, mostrara las paredes pedregosas de su lecho ?.
Mientras durara la chicha no podría desaparecer la
felicidad ni la alegría.
Pero un día llegó en que,
con asombro, comprobaron que los graneros no eran inagotables y que para
servirse de sus granos y de sus frutos, era necesario depositarlos primero. El
alimento comenzó a escasear, y con ello las penurias, la miseria y el hambre
hicieron su aparición.
Recapacitaron
entonces los quechuas, decidiendo volver a trabajar los campos y a sembrarlos.
Pero el castigo de Inti no había terminado y
la tierra, cada vez más reseca y dura, no se dejaba clavar los útiles con que
pretendían labrarla, y así era imposible poner la semilla. La desolación y la
miseria fueron soberanas de ese pueblo que, en un instante, olvidó las leyes de
la Diosa y sus
obligaciones con la vida.
Los animales, flacos sin fuerza, morían en
cantidad y parecía mentira que esos campos, que al presente se asemejaban al
más desolado de los páramos, hubieran podido ser, alguna vez, praderas alegres
cubiertas de hierbas y de árboles o de extensas plantaciones de millo y
papas, en la que los frutos se ofrecían generosos.
Los niños, pobres victimas inocentes de los
pecados y de la disipación de los mayores, débiles, flacos, con los rostros
macilentos, los ojos grandes y desorbitados, verdaderos exponentes de miseria y
de dolor; sólo abrían sus bocas resecas para pedir algo que comer. Los más
débiles morían sin que nadie pudiera hacer algo por ellos.
El sol caía a plomo. De una de las casas de piedra que se hallaban
en los alrededores de la población, una mujer salió, corriendo desesperada.
Era Urpila que, enloquecida por que sus hijos
morían de hambre y de sed, arrepentida de las faltas cometidas en los
últimos tiempos, demostrando a todos su vergüenza, su pecado y su olvido
de Inti y de la Pachamama,
corría a la primera apacheta del camino a pedir protección a la Madre Tierra y a
depositar su ofrenda de coca y de llicta, últimas porciones que había
podido conseguir.
Llegó a la apacheta y, casi sin fuerzas, comenzó a implorar:
Pachamama,
Madre Tierra....
Kusiya... kusiya...
Lloró y se desesperó ante el altar de la Diosa, prometiendo enmienda
y sacrificio.
Extenuada, sin fuerzas para continuar, se sentó en el suelo, apoyando
su cuerpo cansado en el tronco de un árbol que crecía a pocos pasos y cuyas
ramas secas parecían retorcerse en el espacio.
Tan grande era su fatiga, tanta su debilidad que, vencida, bajó la
cabeza y no tardó en quedarse profundamente dormida.
Tuvo sueños felices. La Pachamama, valorando su
arrepentimiento, llenó su alma de visiones de esperanza y acercándose a ella,
con toda la grandeza que como Diosa le concernía, le hablo generosa:
No te desesperes, mujer. El castigo a dado sus frutos y el pueblo,
arrepentido como tú misma de su ocio y desenfreno, retornará a su existencia
anterior, que es la justa, la verdadera. La vida renacerá sobre la tierra que
volverá a brindar sus frutos y su belleza.
Cuando despiertes, y antes de irte, abre tus
brazos y recibe las vainas que ha de regalarte este "árbol", desde
hoy sabás. Que las coman tus hijos y los hijos de otras madres, que con
ella calmarán su hambre y apagarán su sed. Tu humildad y tu
arrepentimiento han hecho posible este milagro que Inti realiza para ti.
Cuando Urpila despertó, creyó morir, tal era su decepción. El aspecto
de la tierra en nada había cambiado y la visión había desaparecido.
Se convenció de que su sueño había sido solo eso: un sueño. Pero
recapacitando, volvieron a su mente las palabras de la Pachamama y recordó al “árbol”.
Levantó entonces sus ojos hacia las ramas que parecían secas, y tal
como la Diosa
lo anunciara, las vainas doradas se ofrecían a su desesperación como una
esperanza de vida.
Cambió en un instante su estado de ánimo dándole fuerzas
extraordinarias. Se levantó ansiosa y cortó... cortó los frutos generosos hasta
que entre sus brazos no cupieron más.
Entonces corrió al pueblo, hizo conocer la
noticia y todos se lanzaron a buscar las milagrosas vainas color castaño,
mientras ella repartía entre sus hijos el tesoro que encerraban sus brazos de
madre y que le había concedido la
Pachamama.
El pueblo volvió a la vida y veneró desde
entonces al “Árbol Sagrado” que fue su salvación y que ha partir de ese día les
brinda pan y bebida que ellos reciben como un don.
Ese árbol venerado es “el Algarrobo” que
tiene la virtud, además de las nombradas, de ser, en tiempos de
grandes sequías, el único alimento de los animales.
ISLA DEL HIERRO: El santuario por antonomasia del Hierro los constituye
Los Santillos o Santillos de los antiguos. Quien primero se ocupó en
describir este santuario de los bimbaches fue el fraile franciscano Fray
Juan de Abreu Galindo, en su “Historia de la conquista de las Siete Islas de
Gran Canaria”, terminada en 1632, (nosotros manejamos la edición de 1977,
de Goya Ediciones) dice lo siguiente: “Adoraban los naturales de esta Isla (El
Hierro) dos ídolos, que los fingían varón y hembra: aquél llamaban Eranoranhan
y a la hembra Moneiba...No les sacrificaban; más de rogarle para herbaje
de sus ganados. Y a estos sus ídolos o dioses no los tenían hecho de alguna
materia, sino solamente eran intelectuales, fingiendo que su habitación y lugar
para hacerles bien eran dos peñascos largos a manera de mohones, que están en
un término que llaman Bentayca, que hoy llaman Los Santillos de los
Antiguos...Y así, cuando veían tardar las aguas del invierno, juntábanse en Bentayca,
donde fingían estar sus ídolos, y alrededor de aquellos peñascos estaban sin
comer tres días, y con el hambre lloraban y el ganado balaba, y ellos daban
voces a los ídolos que les mandasen agua...”
Por su parte el ilustre investigador tinerfeño D. Juan
Álvarez Delgado, nos trasmite una interesante descripción del paraje donde está
situado el lugar de Los Santillos de los Antiguos,tal como lo vio en
1944: “...La montaña que se ve a la izquierda del observador es la llamada de
del Jorao, con cuevas y socavones que pudieron ser viviendas indígenas.
La cerca que baja hasta el ángulo SO. Del cercado
aprovecha en parte rocas y salientes para formar sobre ellos la pared.
Ese ángulo SO. Está constituido por una roca saliente
un tanto hacía el naciente, que forma una especie de abrigo natural. Y a partir
de ella gira la pared de piedra del cercado casi en ángulo recto en dirección
Este.
Delante, muy cerca de la pared, y dentro y dentro de
la zona limitada por ella, están dos roques separados que [...] de altura
aproximada de 4 metros. Al lado de todo esto hay unos roquetes menores,
aprovechados actualmente para apoyo de covachos, pozos y establos.
Se ve, pues, que aquellos dos roques de Los Santillos
son, efectivamente, los dos peñascos largos a manera de mojones, de que habló
Abreu Galindo, lugar de adoración o culto de los indígenas herreños.”
Continúa D. Juan Álvarez su
narración en torno al lugar con el siguiente apartado: “Otros elementos
arqueológicos de Las Santillos.- Los dos roques o Santillos no presentan nada
en su estructura que permita suponer en ellos mano humana. Son rocas volcánicas
geológicamente modernas, de superficie muy irregular, inadecuada para la
fijación de grabados, que se ven en otros parajes del Hierro.
Pero entre el roque de la izquierda y el ángulo SO.
Del cercado hay una cueva subterránea en forma de pozo, de unos 3 metros de
profundidad, con un agujero lateral, hoy impracticable. Se ignora el uso que
pudo haber tenido [...] En la zona central inmediata a ambos roques o Santillos
existe un conchero, de procedencia indígena sin duda, por los fragmentos de
cerámica hallados en él, en catas de unos 50 centímetros de profundidad.” (Juan
Álvares Delgado, 1947:34-5)
Otro de los aspectos que confirman la finalidad
religiosa del lugar de Los Santillos de los Antiguos, nos lo muestra la
cueva-pozo de Los Santillos en la que D. Juan llevó a cabo prospecciones
durante los meses de julio y agosto del año 1946. El resultado de dichas
prospecciones es sumamente interesante en cuanto que arroja luz en torno a las
prácticas rituales de los bimbaches, las cuales según se desprende de lo
expuesto por D. Juan, son similares a las llevadas a cabo en la isla de
Tenerife. Veamos algunos aspectos de las investigaciones realizadas en dicha
cueva-pozo tal como lo describe D. Juan: “...También, y teniendo en cuenta la significación religiosa
del paraje donde está enclavada la cueva, no sería desatinado suponer que en
ella tuviesen lugar determinados ritos o prácticas religiosas.
A la vista del corte [...] se descubre seguidamente
que a la hora meridiana el sol cae de plano en el fondo. La parte más protegida
no solamente del sol, sino también de lluvias, resulta el costado Norte del
pozo, pues por este lado, y algo más alto de la altura media de la pared, ésta
sobresale y forma un a modo de alero que protege todo aquel costado... El
contorno del fondo es aproximadamente circular, con un diámetro medio de 2,50
metros. Toda la cueva es de naturaleza volcánica, constituida de lava,
rojiza[1] por la fuerte
oxidación y ligeramente denudada, circunstancia que le quita parte de la
aspereza característica de este material. [...] La excavación va poniendo al
descubierto múltiples grietas que penetran en las paredes y en todo el contorno
de ésta; en las citadas grietas existen grandes cantidades de huesos de
animales, rotos, quemados algunos, y también abundantes conchas del molusco ya
citado. Ninguno de estos restos por el modo en que se encuentran dentro de las
grietas y por la disposición de las mismas, ha podido ser arrojado del
exterior.” (Juan Álvarez Delgado: 1946).
CUEVA DEL
CARACOL:
Otro santuario de indudable interés es la Cueva del Caracol, situada en el promontorio del El
Caracol a unos 650 metros, s.n.m., antiguo centro cultual bimbache
posteriormente reutilizado por los pastores herreños como ubicación de una
imagen católica denominada Virgen de los Reyes. Las excavaciones arqueológicas
efectuadas en las últimas décadas han aportado un excelente material
relacionado con los habitantes precoloniales de sumo interés para el estudio de
los primeros habitantes de la isla.
LA BIENVENIDA AL NACIMIENTO DE LA SOL:
En la teogonía guanche como es bien sabido el culto
universal está dedicado a la Sol,
representado en la Diosa Magek.
“Como el más poderoso y benéfico de los dioses, cuyo emblema en la tierra es “el
fuego nacido de su seno”, tenido por sagrado. Autor de la vida del hombre,
tributabánle los epítetos más cariñosos llamándole “padre”, siendo para los
moribundos un consuelo supremo exhalar
el último suspiro con los ojos fijos en el Divino Astro. Todas las mañanas y
antes de la amanecida los kankus o
sacerdotes del Sol adornados con guirnaldas de hojas de viñático, dirigiéndose
en comunidad tocando chácaras, flautas y
tambores a determinados lugares, para impetrar del dios su presencia en la
tierra y saludarle con himnos y danzas. Cuando aparecía sobre el horizonte,
desde el rey al último vasallo postrábanse de rodillas con las manos en alto
para venerarlo, otros saltaban,
bailaban, silbaban o lanzaban gritos de entusiasmo.” (Juan Bethencourt Alfonso,
1994, t. II: 269)
La tamusni, nos ha trasmitido la ubicación de
varios de los lugares donde los kankus llevaban a efecto estas ceremonias
matinales de la bienvenida a la
Sol, especialmente en la parte sur de la isla de Tenerife,
zona que permaneció durante mucho tiempo alejada de culturización católica,
debido a que los conquistadores no osaron adentrarse masivamente por estas
tierras durante los dos primeros siglos inmediatamente posteriores a la
conquista y colonización, lo que facilitó que se conservasen las costumbres y
tradiciones durante mucho más tiempo así tenemos que: “Era sagrado el fuego que
procedía de Magek, como el rayo, relámpago, el obtenido por frotamiento
de dos maderos, el doméstico y en una palabra el que no tuviera su origen en Chinechi
o infierno. Y hoy como antes, sigue siendo sagrado. No hay campesino que se
atreva a injuriarlo, ni escupirlo. Aunque hacen hogueras en San Juan, San Pedro
y otros días del año, para muchos la fecha y el santo es el pretexto, como en
las famosas hogueras de Chirche y Aripe de Guía, por que en el
fondo dedicadas a Magek.” (Juan Bethencourt Alfonso, 1994, t. II: 279).
En todos los reinos tenían señalados estos diferentes
lugares para las diferentes épocas del año donde como hemos apuntado en otro
lugar, se hacían hogueras que nos hacen pensar se estarían en relación con
los cambios de solsticios.
MONTAÑA DE
ARCHACO:
El verdadero origen
de determinadas romería como por ejemplo la del Socorro en el menceyato de Güímar,
aunque con todas las transformaciones que el sincretismo católico y el
transcurso del tiempo han implicado, básicamente es una reminiscencia de la
ceremonia ritual de la bienvenida al Sol, que los sacerdotes kankus
practicaban cada mañana.
En el reino de Güímar, uno de los puntos
destinados a esta ceremonia era la montaña de Archaco, cuyo recuerdo aún
perdura entre las gentes del Menceyato de Güímar “Hace unos
años la Bajada
daba comienzo a una hora más temprana. Muchos de nuestros informantes lo recuerdan y echan de menos el
ambiente que se vivía, cuando la
Virgen salía, entre las penumbras de la madrugada. “A mi lo
que me gustaría es que hicieran la salida de la Virgen a la hora en que
salía antes, porque era muy bonito. Cuando llegaba a la Asomada estaba el sol
rayando[2], eso era una
preciosidad ". Así lo recuerda doña Servanda Rosa Reverón.” (Javier E.
Campos Torres, 1993)
Montaña de Archaco : ar =
“hacia...” cha (ta) co, (ku) = “todo”= “ hacia la montaña (de) todos, es decir,
“ hacia La Montaña
Pública”, creemos que la montaña daba nombre al lugar hoy
conocido como El Socorro.
Para el clero
guanche de Arafo unas veces el roque de Chiguergue, otras el de Jóaquina,
ya al de Iserse o la montaña de “Arguama o Montaña Santa” en Igueste.(Ibíden)
En el reino de Abona, hacía Fasnia: a la “Montaña de
Santa” o de Fasnia, ya a la “Montaña
de la Gloria”
en Icor, o al “Llano Santo” al E. de Chajaña de Arico; y
por la parte de Granadilla, a la “Montaña Santa”. (Ibíden)
Por el reino de Adeje, al “Roque
de Jama” etc. Aún en los pueblos del Sur (isla de Tenerife) se oyen las
frases, aunque ya con sentido irónico: “¡vete a buscar el Sol”; y todavía es
bastante conocida la broma que gastan con los de Arafo llamándolos “cancos”
y diciéndoles que vayan a buscar el sol. (Juan Bethencourt Alfonso, 1994, t,
II: 279)
Todos estos lugares cultuales
mencionados por Bethencourt Alfonso, así como otros muchos existentes en toda
la orografía insular, reafirman su condición de lugares sacros por el hecho de
que han sido sincretizados por la iglesia católica, por ello, vemos en las
cimas de las montañas o en los llanos pequeñas ermitas o cruces implantadas con
el ánimo de “santificar” desde el punto de vista del ritual católico, estos
lugares sacros de nuestros ancestros.
Es tradición y esta recogida por la tamusni,
que cada mañana antes de amanecer, los kankus de Arafo, se
desplazaban tocando el Tajaraste hasta el lugar del pino santo, donde al
presente se encuentra una pequeña capilla dedicada a un “Cristo del Pino”, para
dar la bienvenida al Sol, recitando entre otras, la siguiente oración:
ORACION GUANCHE A LA SOL
¡¡Uh!! Magné Mastáy
Achen tumba Manéy.
¡Uh! Ma gdnná, Mastay ase-n tunwa, Maney.
Tanemir uhana gek magék Enehana benijime
barba Enaguapa acha abezan.
Tansmmirt uyan ajeq Mayeq n eyenna benn iyimme
Hansa n wafa ass
abezzan.
TRADUCCION AL CASTELLANO
¡¡Oh!! Madre del cielo Madre de la tierra.
¡Oh! Madre del cielo, Madre
del crecimiento de la hermandad,
Madre de lo nuevo.
Gracias poderosa Sol por salir un día más para alumbrar
la noche.
Gracias, joya que eres fulgor, Sol del comienzo del
alba,
que tiñe siempre de luz
toda la oscuridad (o maldad).
(Traducción del Dr. Ignacio Reyes García)
Esta oración que encierra en sí
todo un tratado de la filosofía religiosa de nuestros ancestros, es una de las
básicas en todos los templos guanches de la isla de Tenerife, en el presente es una de las
oraciones de acción de gracias que dirigimos
la
Diosa-Madre Chaxiraxi en su representación como Magek,
es decir, La Sagrada Sol,
pues como hemos dicho anteriormente, en la cultura guanche-mazigia tanto el Sol
como La Luna
cambian de genero.
Imágenes:
Cueva del Caracol en Esero (Hierro)
Bienvenida a La Sol.
Montaña
Sagrada de Archaco, en Chimisay (El Socorro, Güímar).
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