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sábado, 7 de septiembre de 2013

LA DIOSA MADRE EN LAS ISLAS CANARIAS XXII






(Libro inédito)


CAPITULO-XXII

Eduardo Pedro García Rodríguez       


¿A QUIEN VENERAN LOS CATÓLICOS CANARIOS CUANDO FESTEJAN A LA VIRGENES DE LA CANDELARIA, DEL PINO, LAS NIEVES, LOS REYES, GUADALUPE, ETC.?
Como la iglesia católica solamente ha tomado en cuenta la tradición y no la Palabra de los libros sagrados de la religión-judéo cristiana, debemos comprobar lo que ésta dice sobre la "Reina del Cielo": Recordemos que es en el libro de Jeremías, en concreto en el Cap. 7, Vers. 17-19, donde encontramos este título: "¿No ves lo que estos hacen en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? Los hijos cogen la leña, y los padres encienden el fuego, y las mujeres amasan la masa, para hacer tortas a la reina del cielo y para hacer ofrendas a dioses ajenos, por provocarme a ira. ¿Me provocarán ellos a ira, dice Jehová, y no más bien obran ellos mismos para confusión de sus rostros?".
Pues bien, esta "Reina del Cielo" viene referida a la diosa Astoret o Astarté, Tanit,..., que era venerada por el pueblo Fenicio (cananeos y sidonios). Como vemos el mismo pueblo judío cae en sus ritos y cultos. También le ocurre lo mismo a Salomón, el más sabio entre los hombres según la Biblia judeo-cristiana, pero que en su ancianidad retoma en el culto a las deidades ancestrales: "Porque Salomón siguió a Astarté, diosa de los Sidonios, y a Milcom, abominación de los Ammonitas" (1ª Reyes 11.5).
Así entonces, debemos remontarnos a Babilonia esta cultura, una de las más antiguas de la humanidad. Su origen, según el Génesis 10.8-10, parte de Nimrod, un luchador rebelde al sistema imperante. Es aquí donde comienza el mito: Nimrod fue asesinado y para cumplir su venganza, su esposa, Semíramis, engendró de forma sobrenatural un hijo, que según la tradición, era la resurrección de Nimrod, el cual se llamó Tammuz. Pero existe un aspecto todavía más importante y es que una vez que Semíramis dio a luz a su hijo, ella continuó siendo virgen. Con el transcurso del tiempo, Semíramis sus seguidores la convirtieron en Diosa y recibió el título de "Reina del Cielo".[1]
Las tradiciones religiosas fenicias estaban influenciadas en gran manera por la cultura babilónica, que en su expansión influenció en los pueblos con los que mantuvieron contactos.
En Fenicia continúa este culto, pues el padre, conocido por el "Dios Sol", es Baal e incluso en su mitología aparece el hijo, llamado Baal-Tammuz. En las Escrituras aparecen continuas referencias al culto a los baales. Pero la influencia babilónica no sólo se centró en Fenicia, sino que también tuvo su importancia en otra de las grandes culturas de la antigüedad como es la egipcia; El mito de la virgen, madre del vengador, es decir, del "Justo", pues vino a hacer justicia contra el maligno, recae en Isis. Su mito es parecido; Osiris, su esposo, es asesinado por Tifón, dios maligno. Ella encuentra su cuerpo, pero Tifón lo dispersa por todo Egipto. Para cumplir su venganza, engendra un hijo, Horus, de forma sobrenatural, pues su padre es Ra, el "Dios Sol". Horus es la reencarnación de Osiris y su destino es hacer justicia, matando al maligno.
Como podemos ver, su doctrina es muy similar, por no decir idéntica a la babilónica y es su mito el que va a permanecer e influir con más fuerza en la cultura romana, no como deidad absorbida, sino como culto independiente y enraizado en la sociedad clásica. Así en el año 80 a.e.a., se funda, en la colina Vaticana, justo en el lugar donde se ubicará la basílica de San Pedro, el templo de Isis

DIOSA PAGANA CRISTIANIZADA

Sus creencias encajaron en la sociedad clásica y junto con la griega Artemisa y la romana Diana (Diosa luna), con un ámbito doctrinal parecido, fueron adoradas por multitud de fieles. Hay que resaltar que fue su culto, por Justiniano en el año 535 d.e.a., el último abolido de la denominada por los judéos-cristianos religión pagana.
En la faceta de “Reina del Cielo” se la representaba posada en una luna creciente con 12 estrellas, en forma de corona, sobre su cabeza. Esta es una de las formas habituales de representar a la "Virgen María" como "Reina del Cielo".
A María no se le puede negar, bajo ningún concepto, que fue la madre de Jesucristo. Esta aseveración no justifica el que se quiera endiosar a María, ofreciéndole el mismo tratamiento que la propia Diosa-Madre. La misión de María fue importante que -según las creencias católicas- se le puede ofrecer a un ser humano; puesto que dar la posibilidad de engendrar a un dios hecho hombre, es para un creyente de esta confesión, la máxima bendición posible en este mundo. Pero su misión quedó ahí, pues en ninguna parte de las escrituras María ejerce un papel determinante o influyente en su dios. ¿Entonces, por qué la asimilan a su  dios?, ¿Merece adoración?
Es una repuesta que deben meditar, eso sí, basándose en las Escrituras, puesto que si lo hacen basándose en la tradición católica, encontrariamos, de nuevo, similitudes con las doctrinas denominadas paganas.
Así, como ya hemos visto en el esbozo doctrinal que hemos incluido, la Diosa Semíramis - Astarté - Isis... tienen en común que son madres de un hijo, engendrado de forma sobrenatural (Tammuz - Baal-Tammuz - Horus...), permaneciendo vírgenes después de su alumbramiento.
Como hemos visto la veneración a la Diosa influyeron en Grecia y Roma adoptando sus creencias y pasando a denominarse Afrodita - Venus y sus hijos Eros - Cupido. Pero, sobre todo, era el culto a Isis el que tenía una importante atracción para la cultura religiosa romana, que la representaba con su hijo Horus en su regazo. De estas religiones asumió la iglesia católica la mayoría de sus ritos e iconografía.
El mazigio Agustín de Hipona

Por la importancia que tuvo la figura de Agustín de Hipona, en la difusión de la Diosa-Madre, en su representación cristiana como la Virgen Negra o Virgen de Regla, como veremos en el capítulo dedicado a las vírgenes negras en Canarias, creemos oportuno reseñar algunos datos biográficos de la figura del mazigio Agustín, así como una ligera descripción del entorno histórico en que desenvolvió su vida este africano universal.

AGUSTÍN DE HIPONA


El denominado como el más grande de los padres y doctor de la iglesia católica, Agustín de Hipòna, nace el 13 de noviembre del año 354 en la localidad de Tagaste, Numidia (hoy Souk-Ahras, Argelia). Era hijo de Patricio (fallecido en 371 a.e.a.), era un pagano posiblemente fiel de la Diosa-Tanit, su madre Mónica fue una cristiana devota que dedicó toda su vida a tratar de convertir al cristianismo a su hijo Agustín, por este hecho y por ser madre de Agustín, la canonizó la iglesia católica romana. Agustín se educó como retórico en las ciudades norte africanas de Tagaste, Madaura y Cartago. Entre los 15 y los 30 años vivió con una mujer cartaginesa cuyo nombre no ha llegado hasta nosotros, con la que la que tuvo un hijo en el año 372 al que llamaron Adeudatus, que en latín significa regalo de dios.

Los padres de Agustín gozaban de carta de ciudadanía romana que, unos cien años antes, probablemente tuviera sus orígenes en Galilea, en algunas de las tribus afines al que fue partido ultranacionalista y radical de los zelotas. El partido zelota, próximo a los iscariotes y macabeos,  fue el más activo organizador de la resistencia y la lucha por la independencia de Jerusalén, y, cuando sufrieron, el exilio y la diáspora por la represión militar de Roma, en ese caso, ejecutada por Tito Livio, el hijo de Vespesiano, en el año 70 a.e.a., se escondieron y reorganizaron en el desierto. Lentamente familias de esta tribu se desplazaron hacía el Oeste, adaptadas a la vida troglodita y del desierto, manteniendo viva la oposición a la dominación de Roma durante más de un siglo. Llegaron a Cartago, desde el año 146 a.e.a., ciudad romana, pero en la que aún existía uno de los focos más activos de oposición a Roma. Los zelotas fundaron pueblos y ciudades como Tagaste, Tamarassete. También es probable que, algunos de éste pueblo del oriente próximo, llegasen al Atlas y se ubicaran en sus recónditos valles, buscando la seguridad que les brindaba la dura orografía, escondidos de la tenaz represión del Imperio Romano.

Se sabe que una de estas comunidades se denominó Canarii (v.t. Kanarii), ver Historia Natural de Plinio el Viejo, y es factible que la misma abandonara la cordillera del Atlas, también presionada por avanzadillas romanas llegadas hasta la sureña zona númida (de ahí el nombre castellano), para colonizar alguna o algunas de las islas atlánticas que desde entonces se conocerán como las islas afortunadas, de los Canarii o de Canarias.

Algunos de los nombres relacionados con los zelotas forman parte de nuestra toponimia. Así Geneto,-Xeneto en alguna toponimia antigua - según estudios de Antonio Cubillo Ferreira, es la modificación de zenote o zelote. También el término hispánico de jinete procede de la misma voz. Si se confirmase su autenticidad, la piedra Zanata, se abriría una importante puerta para relacionar la mítica tribu beréber de los zanatas, actualmente establecida en la frontera entre Egipto y Libia, y que participaron en la colonización imazighen (beréber) de la península ibérica, reinos de Taifa del Andalus, con algún grupo de visitantes zelatas de las islas Canarias...” (Julio Muñiz, 2002.?)

Es probable que el Sr. Muñiz desconociera la traducción que de los signos contenido en la piedra Zanata realizó el catedrático D. Rafael Muñoz, y que esta recogido en su libro que hemos citado más arriba. Por otra parte, si bien es verdad que tribus zanatas capitaneadas por Tarik ayudaron a los árabes a conquistar y colonizar gran parte de la península ibérica, no es menos cierto que estas tribus ya estaban profundamente islamizadas e incluso había renegado de sus orígenes mazigios cuando penetraron y dominaron casi todo el sur de Iberia y prácticamente todo el territorio que hoy conforma Portugal, tanto es así que el antiguo nombre de Lisboa era Aschbuna topónimo mazigio que encontramos en la isla de Tenerife, castellanizado como Abona.  También debemos de tener en cuenta que los Zanatas se establecieron principalmente en la isla de Tenerife, estando por dilucidar si una parte de esta población se estableció en la isla de Tamaránt (Gran Canaria) y en otras islas, En todo caso, el establecimiento de los Zanatas en la isla o islas fue muy anterior al desembarco de éstos en la Península Ibérica, pues los que se establecieron en las islas no estaban islamizados, ni en Canarias existían indicios de islamismo. En cuanto al topónimo Geneto, comparto el planteamiento del profesor Muñóz de que Geneto, Heneto, Xeneto y Eneto, quiere decir Zenete, Zenata o Zanata.

Continuemos con Agustín de Hipóna: “Inspirado por el tratado filosófico Hortensius, del orador y estadista romano Cicerón, Agustín se convirtió en un ardiente buscador de la verdad, estudiando varias corrientes filosóficas antes de ingresar en el seno de la iglesia católica romana. Durante nueve años, del año 373 al 382, se adhirió al maniqueísmo, filosofía dualista de Persia muy extendida en aquella época por el Imperio Romano de Occidente. Hacía el año 383 se traslada de Cartago a Roma, pero un año más tarde fue enviado a Milán como catedrático de retórica. Aquí se movió bajo la orbita del neoplatonismo y conoció también al obispo de la ciudad, San Ambrosio, el eclesiástico más distinguido en aquel momento de lo que después sería Italia. Es entonces cuando Agustín se sintió de nuevo atraído por el cristianismo. Un día por fin, según su propio relato, creyó escuchar una voz, como la de un niño, que repetía: “Toma y lee”. Interpretó esto como una exhortación divina a leer las escrituras y leyó el primer pasaje apareció al azar “...nada de comilonas y borracheras, nada de lujurias y desenfrenos, nada de rivalidades y envidias, Revestios más bien de Señor Jesucristo, y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias” (Rom. 13, 13-14). En ese momento decidió abrazar el cristianismo. Fue bautizado con su hijo natural por Ambrosio la víspera de pascua del año 387. Su madre que se había reunido con él en Italia, vio por fin culminado su más íntimo deseo. Muriendo poco después. 

El investigador Antinoo de Bitinia señala que: “De niño, no fue bautizado ni recibió ninguna formación cristiana; a los 11 años fue enviado a la escuela en Madaura, un centro de cultura y aprendizaje pagano, y en el 370 se trasladó a Cartago, donde conoció y disfrutó de los placeres de la carne, incluida la homosexualidad.
“Cuando llegué a Cartago, a mi alrededor bullía un caldero de amores ilícitos. Yo nunca había amado y estaba ansioso por amar. ( ... ) Me parecía dulce amar y ser amado, y mucho más si podía disfrutar del cuerpo de la persona amada. De modo que contaminé el agua primaveral de la amistad con la suciedad de la concupiscencia. Enlodé su limpia corriente con el infierno de la lujuria y, a pesar de ser impuro e inmoral, con mi exceso de vanidad solía comportarme como un hombre de mundo que frecuenta los lugares elegantes que están de moda. Me zambullí de cabeza en el amor, ya que anhelaba que me atrapase". (Confesiones, San Agustín).”
“Durante esta época, San Agustín reanudó su amistad con un joven cristiano que conocía desde la infancia. La relación, que apenas duró un año, fue "lo más dulce que experimenté en toda mi vida (...) fue arrebatado a mi locura para poder ser preservado contigo para mi consuelo. Pocos días después, estando yo ausente, regresaron las fiebres y falleci”.
San Agustín quedó desolado. "Todo lo que había compartido con él, sin él quedaba reducido a un tormento cruel. (...) Me sorprendía que siguieran vivos otros mortales puesto que había muerto aquel a quien yo había amado como si no fuera a morir jamás. Y me sorprendió aún más el hecho de que mientras él estaba muerto yo estuviera vivo, porque él era mi "otro yo". Ya lo había dicho alguien refiriéndose a su amigo: que "era la mitad de mi alma". Había llegado a sentir que mi alma y la suya eran "una sola alma dentro de dos cuerpos". De modo que mi vida se convirtió en un horror. No quería vivir sólo con la mitad de mí mismo, y tal vez el motivo por el cual le temía tanto a la muerte era que entonces habría muerto la totalidad de mi amado amigo.”
Agustín sintió que Dios le había castigado por el “pecado nefando” que habían cometido. A partir de este momento, pasó de ser el “santo gay” a convertirse en el azote de los “sodomitas” a causa de la culpabilidad que lo atormentaba.
Considerado uno de los padres fundadores de la Iglesia Católica como existe hoy, también podemos llamarlo uno de los grandes padres fundadores de la represión y de la culpa.”
Agustín regresó al norte de África y fue ordenado sacerdote el año 391, y consagrado obispo de Hipona (ahora Annaba, Argelia) en el 395, cargo que ocuparía hasta su muerte. Fue un periodo de gran agitación política y teológica, ya que mientras algunos pueblos bárbaros europeos (los vándalos)  amenazaban el imperio llegando incluso a saquear Roma en el año 410, el cisma y la herejía amenazaban también el predominio y unidad de la iglesia católica romana. Agustín emprendió con entusiasmo la batalla teológica en favor de la iglesia romana.

Además de combatir la herejía maniqueísta de la que había sido un ferviente defensor, participó en dos grandes conflictos religiosos: uno de ellos fue con los donatistas, confesión que mantenía la invalidez de los sacramentos si no eran administrados por eclesiásticos  sin pecado. El otro lo mantuvo con los pelagianos, seguidores de un monje contemporáneo británico que negaba la doctrina del pecado original. Durante este conflicto, que largo y enconado, Agustín desarrolló sus doctrinas de pecado original y gracia divina y predestinación. La Iglesia católica apostólica romana ha encontrado especial sastifacción en los aspectos institucionales o eclesiásticos de las doctrinas de Agustín; la teología católica, lo mismo que la protestante, están basadas en su mayor parte, en la teoría agustiniana. Agustín murió en Hipóna el 28 de agosto del año 430”.








[1] Obsérvese la total similitud entre este pasaje de la Biblia judeo-cristiana, y la divinización de la madre de Jesús por parte de los primitivos cristianos a partir de la segunda mitad del siglo tercero. Igual similitud tiene el mito de Isis y Osiris.

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