(Libro inédito)
CAPITULO-XXI-I
Eduardo Pedro García Rodríguez
LA DIOSA MADRE TERRENAL SEGÚN JESUS DE NAZARETH
El Evangelio Esenio
Debido a las múltiples sectas
surgidas en torno al primitivo movimiento cristiano, fueron diversos los
evangelios escritos que circulaban, tantos como tendencias cristianas existían,
ello motivo a la iglesia católica de Roma en su afán homogenizador a realizar
una selección de aquellos textos que más se adaptaban a sus planteamientos
doctrinales declarándolos como los únicos auténticos, mientras que el resto
fueron declarados espurios.
ESCRIBAS
Como
transportada sobre el camello de una historia narrada y escrita mucho tiempo
después del origen del cristianismo, los llamados evangelios apócrifos
sustentaron el mismo, y consolidaron muchas de sus creencias, y aunque luego
estos fuesen considerados imposibles, recogen la mítica realidad del
cristianismo inicial.
Ya
sabemos que los evangelios actuales son una confirmación tardía llevada a cabo
por el Concilio de Trento (1545), reunión eclesiástica que en el siglo XVI
llegó a decisiones finales sobre el uso y originalidad de los mismos.
Pero
vale la pena señalar que la tradición oral cristiana se inicia ya en el año 30,
y que la misma se asienta en diversas historias que fueron creándose en torno a
la figura de Cristo o Jesús, historias que resultaron enriquecidas por la
imaginación de las sectas cristianas que aceptaron las mismas como la realidad,
como el verdadero dato, como el dato único.
La
recopilación de los llamados evangelios apócrifos es una muestra de estas
visiones, ricas muchas de ellas, llenas de aliento poético. Claro que con el
paso de los tiempos y con el crecimiento de las ideas desde el siglo I al II,
las sectas cristianas, muchas de ellas judaizantes, crearon una historia que se
aferraba más que nada a la imaginación
El
arte medieval cristiano acoge tradiciones varias sobre Cristo y su vida. Hasta
ese momento no se ha estabilizado la imagen de los cuatro evangelios oficiales
y por tales razones historias que provienen de los llamados “apócrifos”
enriquecen la paleta y la imaginería medieval, dejando rastros importantes en
lo que fuera luego la iglesia consolidada. El caso el nacimiento de Jesús y
otros, se trata muchas veces tomando en cuenta no los evangelios oficiales,
sino los apócrifos, aunque inverosímiles a veces, más ricos en detalle y
pormenores que los aceptados por la iglesia católica. Las obras pictóricas de
Fray Angélico y Massaccio son buenas muestras de nuestra afirmación. Viejas
influencias judaicas, oriundas de los años iniciales del cristianismo
confluyente con ideas mosaicas, desaparecen dentro de la nueva religión cuando
ella alcanza, hacia el siglo III, su propia autonomía. Esa unidad se inicia con
la aceptación de la misma luego del llamado movimiento gnóstico, acaecido en el
siglo II, y que crea una profunda crisis entre los cristianos.
Como es habitual en la iglesia
de Roma, para justificar el rechazo de aquellos textos que no se ajustaban a
sus intereses, crearon una patraña sabiendo de antemano que la mayoría de los
fanatizados seguidores del romanismo aceptarían a pie juntilla sin cuestionar
las decisiones del obispo de Roma. Así, dieron nacimiento al bulo de que
colocados todos los libros denominados sagrados sobre una mesa e invocado el espíritu santo, éste bajo de los
cielos y de un manotazo arrojó al suelo los libros que según Roma no habían
sido inspirados por dios. A partir de ese momento los obispos de Roma se
erigieron en únicos intérpretes del mensaje del Maestro Jesús, mensaje que
naturalmente interpretaron y continúan interpretando
conforme a sus intereses terrenales, sin que les preocupe
en lo más mínimo el verdadero mensaje que proclamó el fundador del movimiento cristiano.
“Son diversos
los Evangelios escritos en los primeros tiempos del cristianismo, que a pesar
de la feroz destrucción a que posteriormente fueron condenados por el clero
romano al quedar fuera de la selección llevada a cabo escaparon de las llamas,
los cuales han sido calificados por la iglesia católica como apócrifos, algunos
de ellos han sido recuperados recientemente, entre ellos el Evangelio Esenio.
En este texto, se nos muestra a un Jesús que hoy en día sería considerado como
un animista y defensor a ultranza de la naturaleza en su estado más puro,
siendo quizás uno de los primeros ecologistas. En el Evangelio Esenio enseña que la Madre Tierra o lo que
es lo mismo, la
Diosa-Madre debe ser venerada como la verdadera madre del
genero humano y que sus hijos deben vivir en completa armonía con ella para
poder integrarnos en su esencia una vez concluido nuestro ciclo vital.
Estos planteamientos de espiritualidad en armonía con la naturaleza no debieron
ser del agrado del clero romano y por tanto declararon apócrifo dicho
evangelio.
Evangelios Canónicos y evangelios apócrifos
Dentro del canon: Estos cuatro
evangelios representan dos tradiciones. Los tres primeros (Mateo, Marcos y
Lucas) tienen muchas cosas en común, porque dependen de una misma tradición,
como veremos más adelante. Se les llama “sinópticos”, porque pueden ser leídos
en paralelo: “syn” = juntamente; “oasis” = visión. El evangelio de Juan es
notablemente diferente a los tres sinópticos. Tanto el trazado como los
contenidos y el estilo reflejan un clima y una tradición distintos. No
obstante, a pesar de las diferencias, todos ellos narran los comienzos del
ministerio de Jesús relacionado con Juan el Bautista, recogen sus enseñanzas y
acciones, y terminan con el relato de su muerte y resurrección.
El único
evangelista dio un nombre a su obra fue Lucas. Lo llamó “relato”, y explicó que
se había informado minuciosamente antes de escribirlo, y que había procurado
hacer una exposición ordenada (véase Lc 1,1-4).
La clasificación de estos
relatos como “evangelios” es, como hemos visto, tardía, pero aporta un dato
interesante: a los cristianos de la segunda mitad del siglo II d.e.a., les
resultaba difícil clasificar los relatos que contenían los recuerdos sobre
Jesús con los términos que solían utilizarse para obras similares, porque los
evangelios no se ajustaban exactamente a su estilo y contenido; por eso
decidieron darles un nombre nuevo, y los llamaron evangelios.
Es evidente que los evangelios tienen una
intencionalidad biográfica, pues el propósito de sus autores fue componer un
relato sobre Jesús, contando fielmente lo sucedido (Lc 1,1-4).
Pero el criterio que siguieron los evangelistas al componer sus obras
fue claramente pastoral.
Lucas confiesa que su propósito fue
fortalecer la fe de sus lectores (Lc 1,4), y Juan escribió el suyo, “para que
creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo, y gracias
a él, tengáis vida eterna” (Jn 20,31). Esta finalidad pastoral hace de los
evangelios unos relatos muy particulares. En ellos se mezcla la fidelidad a la
historia y a la tradición sobre Jesús con las necesidades de las comunidades
cristianas, cuya fe intentan fortalecer.
Su contenido está
organizado según un esquema común, cuyas raíces se encuentran en la predicación
cristiana (Hch 10,37-40): comienzos relacionados con Juan Bautista, ministerio
público, pasión y resurrección. Este trazado común sirve para situar dentro de
un marco narrativo los dichos y acciones de Jesús, que habían sido transmitidos
y conservados en las comunidades cristianas. La combinación de todos estos
elementos sólo se encuentra en los evangelios canónicos, y es uno de los
elementos que los distinguen de los evangelios apócrifos, como veremos más
adelante.
“Los
evangelios apócrifos: Además de los cuatro evangelios incluidos en
el canon del Nuevo Testamento, en los primeros siglos de la iglesia católica
surgieron otros escritos que también recibieron este nombre. Son los evangelios
"apócrifos", palabra que en griego significa “oculto” o “escondido”.
¿Un
mensaje oculto?: Algunos
grupos cristianos les dieron este nombre porque, según ellos, contenían
enseñanzas ocultas de Jesús, que estaban reservadas sólo a los iniciados. Este
carácter esotérico de algunos de ellos ha hecho surgir un gran interés por los
evangelios apócrifos. La realidad, sin embargo, es que el término “apócrifo” se
utiliza para designar a los escritos cristianos de los primeros siglos que
tenían alguna semejanza en su forma o en su contenido con los escritos
contenidos en el canon del N.T. Los evangelios apócrifos son, pues, escritos
relacionados con la vida o enseñanzas de Jesús compuestos durante los primeros
siglos del cristianismo, pero que no fueron admitidos por la iglesia católica
dentro del canon.
El adjetivo “apócrifo” se
aplica a escritos muy variados, tanto por su contenido y su forma, como por su
procedencia y fecha de composición. Algunos son muy antiguos, otros son más
tardíos; unos fueron escritos para comunidades judeocristianas, otros fueron
reelaborados o compuestos por grupos gnósticos. De algunos sólo nos han llegado
las citas recogidas por otros escritores cristianos; otros se han conservado en
traducciones a otras lenguas antiguas. Un grupo importante de ellos, compuestos
o reelaborados en el seno de grupos gnósticos, fueron hallados en 1945 en Nag
Hammadi (Egipto) en los restos de un monasterio copto.
¿Qué
interés tienen los evangelios denominados apócrifos?: Algunos de ellos son interesantes para el
estudio de los dichos de Jesús, y para conocer cómo pensaban y vivían algunos
grupos cristianos de los primeros siglos.
Para el estudio de los dichos
de Jesús, el más interesante de todos es el Evangelio de Tomás. Contiene ciento
catorce dichos, de los cuales setenta y nueve tienen paralelos en los
sinópticos. Según algunos, esta colección de dichos es muy antigua, y es
independiente de los evangelios sinópticos y de sus fuentes. En ella, por
ejemplo, la mayor parte de las parábolas aparecen sin interpretación, lo cual
confirma la hipótesis de que las interpretaciones que encontramos en los
evangelios canónicos de las parábolas de Jesús son obra de la iglesia (véase
introducción a Mt 13,1-52 y comentario a Mt 13,47-50). Parte del original
griego se ha conservado en un papiro del siglo II d. e.a. El texto completo,
con añadidos gnósticos, es accesible a través de una traducción al copto datada
en el siglo IV d. e.a., que se encontró en Nag Hammadi.
Los evangelios apócrifos son también
interesantes para conocer la visión de Jesús y de la iglesia que tenían algunos
grupos cristianos en los primeros siglos. Lo más interesantes en ellos, muchas
veces, no es lo que dicen sobre Jesús, sino lo que dicen sobre las comunidades
y grupos en los que fueron compuestos, que revelan el rostro de un cristianismo
más plural. Son pues, de gran importancia para la reconstruir la historia de
los orígenes del cristianismo.
El Evangelio de Tomás: Desde que en 1945 fue descubierta la Biblioteca de Nag
Hammadi, el Evangelio de Tomás (EvTom) no ha dejado de suscitar
el interés de los estudiosos de los evangelios, algunos de los cuales ven en él
vestigios de un “eslabón perdido” en el proceso de formación de los evangelios.
De todos los apócrifos es, sin duda, el más interesante para el estudio de los
evangelios sinópticos.
En su forma actual EvTom es una agrupación de ciento catorce logia
(dichos) introducidos con la fórmula “Jesús dijo”. La mayoría de las veces
estos dichos son independientes entre sí, pero en algunos casos pueden
descubrirse enlaces verbales que relacionan a varios de ellos. La designación
de logia es convencional, porque en realidad la fórmula sirve para
introducir dichos breves, parábolas, y pequeños diálogos con una punta
ingeniosa, a los que solemos denominar “apotegmas”.
El descubrimiento de esta colección de dichos
de Jesús sirvió para reforzar, en cierto modo, una hipótesis que los estudiosos
de los evangelios habían planteado casi un siglo antes: la existencia de una
fuente de dichos que habría sido utilizada por Mateo y Lucas. Antes de que se
descubriera el EvTom se tenía constancia de la existencia del género
literario “Dichos de los sabios” tanto en la literatura judía como en la
griega. La Misná
contiene un tratado que se titula precisamente así (Pirque Abot), en el
cual se encuentran reunidos dichos famosos de los antiguos rabinos. En la
literatura helenística se conocían las Sentencias de Epicteto, que
Diógenes Laercio incluyó al final de su biografía. Se sospechaba que en el
Cristianismo antiguo podían haber circulado también colecciones con los dichos
de Jesús, y este descubrimiento vino a reforzar esa idea.
El descubrimiento del EvTom resultó
aún más interesante por las relaciones de éstos con los dichos de los
evangelios canónicos. Aproximadamente dos terceras partes de estos dichos
(exactamente setenta y nueve de ellos) tienen paralelo en los sinópticos. Estas
coincidencias son mucho mayores cuando se trata de los dichos que sólo Mateo y
Lucas poseen en común, es decir en los dichos procedentes de la fuente común a
ambos. Estas coincidencias han planteado preguntas apasionantes, y algunos
autores han planteado la hipótesis de que el Documento Q, que habría
servido de fuente a Mateo y a Lucas, y la versión más antigua del EvTom
serían dos versiones de una antiquísima colección de dichos de Jesús.
También ha resultado extremadamente
interesante la comparación entre los dichos de los evangelios sinópticos y los
de EvTom. Las sorpresas en este campo han sido innumerables, lo mismo
que las aportaciones para el estudio de la formación de los evangelios. El EvTom,
por ejemplo vino a confirmar una hipótesis que los estudiosos venían
proponiendo desde hacía tiempo acerca de las parábolas.
A través de un análisis de crítica interna
habían llegado a la conclusión de que éstas no contenían en su origen ninguna
interpretación alegórica. Pues bien, en EvTom encontramos sin ningún
comentario alegórico algunas de las parábolas que en los sinópticos sí lo
tienen (p.e. la parábola del sembrador de Mc 4,3-9).
Por último, la comparación entre los
evangelios sinópticos y el EvTom ha planteado desde el principio la
cuestión de su origen y de su propio proceso de formación. La única versión
completa que ahora poseemos está escrita en copto y procede del siglo IV, pero
sabemos que esta versión en copto es traducción de un original griego, del cual
se han encontrado algunos fragmentos entre los pariros de Oxyrhinco (POxy
1, 645, 655). La tradición manuscrita nos lleva hasta finales del siglo II, que
es la datación asignada a estos papiros, una fecha por otro lado muy similar a
la de mayoría de los pariros que
contienen los pasajes más antiguos de los evangelios canónicos.” (Santiago
Guijarro Oporto, 2002)
Por otra
parte, no deja de sorprender de los conocimientos que en torno a la medicina y
prevención sanitaria en materia de alimentación hizo gala el Maestro,
conocimientos probablemente adquiridos durante su estancia en Egipto. En una
época en que se abusaba de la alimentación cuando se tenía acceso a la misma, y
en que las condiciones sanitarias con que se elaboran los mismos estaban a años
luz de ser las idóneas, las enfermedades hacían presa fácil en amplios sectores
de la población.
Conceptos
manejados en la actualidad como fruto de los avances de la medicina moderna, ya
eran conocidos y tratados hace más de dos mil años.
Según las creencias de la época, las
enfermedades no eran causadas por trastornos en el organismo sino que eran
producidas por diablos y espíritus malignos que atormentaban a los hombres por
causa de sus pecados, creencia ésta que ha venido siendo hábilmente explotada
por la iglesia católica hasta nuestros días. Si bien los métodos recomendados
por el Maestro para expulsar a los demonios del cuerpo de los enfermos nos
pueden parecer de lo más normal en la actualidad, no eran de uso frecuente en
la época, así tenemos que la primera recomendación de Jesús es la del ayuno,
para así librar al organismo durante un tiempo de la ingesta de las sustancias
posiblemente tóxicas causa de la enfermedad, a continuación aplicación de unas
elementales normas de higiene personal, seguido de una abundante ingesta de
agua para purificar el organismo y una exposición del cuerpo a los agentes
naturales, tales como el aire y la luz solar, todo ello bajo el patrocinio de
los correspondientes ángeles.
Dos casos de los descritos en este
evangelio llaman mi atención, el primero, es el del enfermo que habiendo
ayunado y seguido los demás preceptos dictados por el Maestro, aún continuaba
siendo víctima de los horribles dolores y le era imposible caminar sobre sus
pies.
A pesar de mi desconocimiento en temas de
medicina, los síntomas expuestos por el doliente inducen a pensar que podía
sufrir de Artritis, enfermedad que según una Enciclopedia es una: “Artritis reumatoide: es la artritis más
frecuente, grave, dolorosa y potencialmente incapacitante. Se trata de una
poliartritis (afecta habitualmente a múltiples articulaciones) crónica que
evoluciona con brotes y remisiones. Afecta a todas las razas. Su presencia en
la población varía entre un 1% y un 3%, siendo tres veces más frecuente en las
mujeres.
Además de las articulaciones puede afectar a otros tejidos conectivos
del organismo. Su síntoma principal es el dolor e inflamación articular, pero
puede ocasionar también fiebre, debilidad y otras alteraciones
constitucionales. Se considera una enfermedad autoinmune: el organismo
desarrolla una respuesta inmune contra sus propios tejidos articulares. No se
conocen las causas de esta enfermedad, aunque se sospecha que existe una
predisposición hereditaria que puede estar provocada por posibles infecciones
virales. No se ha descubierto un tratamiento curativo. La enfermedad se
controla mediante fármacos antiinflamatorios y antirreumatoides, programas de
fisioterapia y rehabilitación, termoterapia y dispositivos ortopédicos para
mantener la movilidad y función articular.
Los casos avanzados llegan a presentar deformidades y rigideces
articulares graves que precisan de técnicas correctoras de cirugía ortopédica.
Las artritis más frecuentes después de la reumatoide son las causadas
por la gota, la fiebre reumática y la espondilitis anquilosante (ésta afecta de
forma primaria a la columna vertebral).”
A este torturado por el
demonio, el Maestro le recomienda como tratamiento final el sumergir los pies
en el barro, tratamiento que se continúa empleando con éxito en nuestros días e
incluso afamados profesionales de la medicina recomiendan a sus pacientes como
tratamiento de alta fiabilidad la cura mediante la inmersión del cuerpo en el
barro, especialmente del existente en
determinados lugares situados a orillas del mar muerto.
Otro de los pasajes que no pueden dejar de llamar la atención, es el
referido al enfermo que tiene alojado en su cuerpo al demonio, no deja de ser
interesante el método empleado por el Maestro para obligar a dicho demonio a
abandonar el cuerpo del enfermo.
Desde mi punto de vista y con la salvedad anteriormente expuesta el
demonio que ocupaba el cuerpo del paciente podía muy bien tratarse de una
Tenia, que como apunta la
Enciclopedia mencionada es el: “nombre común
de un parásito intestinal de los vertebrados. Las tenias son gusanos planos
cuya longitud puede ser desde unos 13 mm hasta unos 9 m. La tenia adulta se
caracteriza por la presencia de una cabeza, o escólex, dotada de una corona de
garfios que le permiten anclarse sobre la pared intestinal de su huésped. En el
extremo trasero del escólex hay un cuello delgado en el que se generan
asexualmente los segmentos del cuerpo, o proglótides (también proglótidos).
Cada uno de ellos contiene órganos para la reproducción sexual, tanto
testículos como ovarios; los segmentos más alejados de la cabeza son los que
maduran con más rapidez y, una vez maduros, se separan del cuerpo del gusano y
salen al exterior con las heces del huésped.
Estas proglótides recién desprendidas contienen multitud de huevos y
cada uno contiene una tenia embrionaria.
Cuando el segmento viviente es ingerido por otro huésped primario, la
proglótide regenera un nuevo escólex, que se ancla a la pared intestinal, y la
tenia reinicia su crecimiento por gemación asexual. Cuando los huevos son
ingeridos, éstos se abren en el tracto intestinal y liberan formas larvarias
que penetran en los tejidos del huésped y forman quistes. Las formas
enquistadas reciben el nombre de cisticercos. El huésped que alberga esta fase
recibe el nombre de huésped intermediario, por contraste con el huésped
primario, en el que la tenia busca el canal alimentario y se desarrolla en él.
Las larvas muestran, a menudo, selectividad respecto a los tejidos en los que
se enquistan; por ejemplo, una especie ataca el hígado humano y al perro,
mientras que otra ataca el cerebro de las ovejas, produciendo la enfermedad
conocida como modorra. Cuando las larvas son ingeridas por un huésped primario,
los jugos gástricos de éste las estimulan y se desarrollan, convirtiéndose en
tenias adultas. Los adultos se anclan sobre las paredes intestinales y absorben
los alimentos en parte digeridos a través de la superficie de su cuerpo; las
tenias carecen de boca y de canales digestivos.”[1]
De tratarse de una Tenia, no
cabe la menor duda de que el Maestro sabía perfectamente lo que hacer, ya que
su primera medida en cuanto el demonio asomó la cabeza fue aplastársela con dos
lajas, lo que no queda muy claro es como la supuesta Tenia pudo ascender desde
los intestinos hasta el estomago para desde éste ascender por el esófago
saliendo por la boca en busca de los vapores de la leche de oveja.
Como podemos ver, en el Evangelio Esenio
Jesús predica la exaltación de la Diosa-Madre tierra como verdad incuestionable y a
la que todos los seres humanos nos debemos.
Desde un punto
de vista sanitario, estamos convencidos de que si éste evangelio hubiese sido
predicado en los primeros tiempos de la alta edad media, muchas de las
terribles epidemias que afligieron a la humanidad, tales como la terrible peste
negra y otras similares no se hubiesen producido, pues como es bien sabido
estos azotes de la humanidad fueron producidos por la falta de las más
elementales normas higiénicas, a las que indudablemente contribuyó de manera
decisiva las creencias impartidas por los cristianos que creían que el fin del
mundo era eminente, los cuales además tenían asumido que la higiene personal y
colectiva era cosa de los gentiles, y por tanto, el practicarlas suponía el
contaminarse. Las mediadas para haber evitado aquellos desastres están
perfectamente recogidas en dicho evangelio y que de haberse llevado a cabo se
hubiese evitado tan terribles plagas, cuestiones que tenemos que añadir a las
cuentas negativas que el cristianismo tiene pendiente con la humanidad.
Veamos el Evangelio Esenio según la
traducción del investigador Bordeaux-Szekelly:
“Y entonces
muchos enfermos y tullidos fueron a Jesús, preguntándole: “Si todo lo sabes,
dinos ¿por qué sufrimos estas penosas llagas? ¿Por qué no estamos enteros como
los demás hombres? Maestro, cúranos, para que nos hagamos fuertes y no tengamos
que vivir por más tiempo en nuestro sufrimiento. Sabemos que en tu poder está
curar todo tipo de enfermedad. Líbranos de Satán y de todos sus grandes males.
Maestro, ten compasión de nosotros”.
Y Jesús
respondió: “Felices ustedes que tienen hambre de la verdad, pues se les
satisfará con el pan de la sabiduría. Felices ustedes que llaman pues se les
abrirá la puerta de la vida. Felices ustedes que rechazan el poder de Satán,
pues les conducirán al reino de los ángeles de nuestra Madre, donde el poder de Satán no puede penetrar.”
Y ellos le
preguntaron con desconcierto: “¿Quién es
nuestra Madre y cuáles son sus ángeles? ¿Y donde se halla su reino?”.
“Vuestra Madre está en ustedes y ustedes en
ella. Ella les alumbró y ella les da vida. Fue ella quien dio el cuerpo de
ustedes, y a ella se lo devolverán de nuevo algún día. Felices ustedes
cuando lleguen a conocerla, así como a su reino; si reciben a los ángeles de la Madre de ustedes y cumplen
sus leyes. En verdad les digo que quien haga esto nunca conocerá la enfermedad.
Pues el poder de nuestra Madre está por encima de todo. Y destruye a Satán y a
su reino, y tiene gobierno sobre todos sus cuerpos y sobre todas las cosas
vivas.”
“La sangre que
en nosotros corre ha nacido de la sangre de nuestra Madre Terrenal. Su sangre
cae de las nubes, brota del seno de la tierra, murmura en los arroyos de las
montañas, fluye espaciosamente en los ríos de las llanuras, duerme en los lagos
y se enfurece poderosa en los mares tempestuosos”.
“El aire que
respiramos ha nacido del aliento de nuestra Madre Terrenal. Su respiración es
azul celeste en las alturas de los cielos, silba en las cumbres de las
montañas, susurra entre las hojas del bosque, ondea sobre los trigales, dormita
en los valles profundos y abraza en el desierto.”
“La
dureza de nuestros huesos ha nacido de los huesos de nuestra Madre Terrenal, de
las rocas y de las piedras. Se yerguen desnudas a los cielos en lo alto de las
montañas, son como ídolos levantados en el desierto, y están ocultos en las
profundidades de la tierra.”
“La
delicadeza de nuestra carne ha nacido de la carne de nuestra Madre Terrenal;
carne que madura amarilla y roja en los frutos de los árboles, y nos alimenta
en los surcos de los campos.”
“La
luz de nuestros ojos y el oír de nuestros oídos nacen ambos de los colores y de
los sonidos de nuestra Madre Terrenal, que nos envuelve como las olas del mar
al pez, o como el aire arremolinado al ave”.
“En
verdad les digo que el hombre es hijo de la Madre Terrenal, y
de ella recibió el Hijo del Hombre todo su cuerpo, del mismo modo que el cuerpo
recién nacido nace del seno de su madre. En verdad les digo que son uno con la Madre Terrenal;
ella está en ustedes y ustedes en ella. De ella nacieron, en ella viven y a
ella de nuevo retornarán. Guarden por tanto Sus leyes, pues nadie puede vivir
mucho ni ser feliz sino aquél que honra a su Madre Terrenal y cumple Sus leyes.
Pues la respiración de ustedes es Su respiración; la sangre de ustedes Su
sangre; los huesos de ustedes Sus huesos; la carne de ustedes Su carne. Los
intestinos de ustedes Sus intestinos; los ojos de ustedes y sus oídos son Sus
ojos y Sus oídos”.
En verdad les
digo que si dejasen de cumplir una sola de todas estas leyes, si dañasen uno
sólo de los miembros de todo el cuerpo de ustedes, se perderían
irremisiblemente en la dolorosa enfermedad de ustedes y sería el llorar y
rechinar de dientes. Yo les digo que, a menos que sigan las leyes de su Madre,
no podrán en ningún modo escapar a la muerte. Y quien abraza a las leyes de su
Madre, a él abrazará su Madre también. Ella curará todas sus plagas y él nunca
enfermará. Ella le dará larga vida y le protegerá de todo mal; del fuego, del
agua, de la mordedura de las serpientes venenosas. Pues ya que la madre de
ustedes les alumbró, conserva la vida en ustedes. Ella les ha dado Su cuerpo, y
nadie sino Ella les cura.
Feliz es quien
ama a su Madre y yace sosegadamente en Su regazo. Porque la Madre de ustedes les ama,
incluso cuando le dan la espalda. Y ¿Cuánto más les amará si regresan de nuevo
a Ella? En verdad les digo que muy grande es Su amor, más grande que la mayor
de las montañas y más profundo que el más hondo de los mares. Y aquellos
quienes aman a su Madre, Ella nunca les abandona. Así como la gallina protege a
sus polluelos, como la leona a sus cachorros, como la madre a su recién nacido,
así protege la Madre
Terrenal al Hijo del Hombre de todo peligro y de todo mal”.
“Pues en
verdad les digo que males y peligros innumerables esperan a los Hijos de los
Hombres. Belcebú, el príncipe de todos los demonios, la fuente de todo mal,
acecha en el cuerpo en el cuerpo de todos los Hijos de los Hombres. Él es la
muerte, el señor de toda plaga y,
poniéndose una vestimenta agradable tienta y seduce a los Hijos de los Hombres.
Promete riqueza y poder, y espléndidos palacios, y adornos de oro y plata, y
numerosos sirvientes. Promete gloria y renombre, sensualidad y fornicación,
borrachera y atracón. Vida desenfrenada, holgazanería y ocio. Y tienta a cada
cual según aquello por lo que más se inclina su corazón. Y el día en que los
Hijos de los Hombres ya se han vuelto esclavos de todas estas vanidades y
abominaciones, entonces él, en pago de ello, les arrebata todas aquellas cosas
que la Madre Terrenal
tan abundante les dio. Les arrebata su respiración, su sangre, sus huesos, su
carne, sus intestinos, sus ojos y sus oídos. Y la respiración del Hijo del
Hombre se vuelve corta y sofocada, trabajosa y maloliente como la de las
bestias inmundas. Y su sangre se vuelve espesa y fétida, como el agua de las
ciénagas; se coagula y ennegrece como la noche de la muerte. Y sus huesos se
vuelven duros y nudosos; se deshacen por dentro y por fuera se resquebrajan,
como una piedra cayendo sobre una roca. Y su carne se vuelve grasienta y
acuosa; se corrompe y se pudre con costras y forúnculos que son una
abominación. Y sus intestinos se llenan de inmundicia detestable rezumando
corrientes en putrefacción; y en ellos habitan numerosos gusanos abominables. Y
sus ojos se enturbian, hasta que la noche oscura los envuelve; y sus oídos se
tapan, como el silencio de la tumba. Y por último, el Hijo del Hombre perderá
la vida. Pues no guardó las leyes de su Madre, sino que sumó un pecado a otro.
Por ello le son arrebatados todos los dones de la Madre Terrenal: la
respiración, la sangre, los huesos, la carne, los intestinos, los ojos, los y
los oídos y, por último, la vida con la que coronó su cuerpo la Madre Terrenal.
“Pero si el
pecador Hijo del Hombre se arrepiente de sus culpas y las repara, y regresa de
nuevo a su Madre Terrenal y se libera de las garras de Satán resistiendo sus
tentaciones, entonces la
Madre Terrenal recibe de nuevo a su Hijo pecador con amor y
le envía sus ángeles para que le sirvan. En verdad les digo que cuando el Hijo
del Hombre resiste al Satán que habita en él y no hace su voluntad, en esa
misma hora se hallan ahí los ángeles de la Madre para servirles con todo su poder y
liberarle por entero del poder de Satán.
“Pues ningún
hombre puede servir a dos señores. Porque o bien sirve a Belcebú y sus demonios
o sirve a nuestra Madre Terrenal y a sus ángeles. O sirve a la muerte o sirve a
la vida. En verdad les digo qué felices son aquellos que cumplen las leyes de
la vida y no vagan por los caminos y no vagan por los caminos de la muerte.
Y cuantos le
rodeaban escuchaban sus palabras con asombro pues sus palabras tenían poder y
enseñaba de manera bien distinta a la de los sacerdotes y escribas.
Y aunque el
sol ya se había puesto, no se fueron a sus casas. Se sentaron alrededor de
Jesús y le preguntaron: “Maestro ¿cuáles son esas leyes de la vida? Quédate con
nosotros un rato más y enséñanos. Queremos escuchar tu enseñanza para que
podamos curarnos y volvernos rectos.
Y el propio
Jesús se sentó en medio de ellos y dijo: “En verdad les digo que nadie ser
feliz, excepto quien cumple la Ley”
Y los demás
respondieron: “Todos cumplimos las leyes de Moisés, nuestro legislador, tal
como están escritas en las sagradas escrituras
Y Jesús les
respondió: “No busquéis la Ley
en esas escrituras pues la Ley
es la vida es la Vida,
mientras que lo escrito está muerto. En verdad les digo que Moisés no recibió
de Dios sus leyes por escrito, sino a través de la palabra viva. La Ley es la palabra Viva del
Dios Vivo, dada a los profetas vivos
para los hombres vivos. En dondequiera que haya vida está escrita la ley.
Pueden hallarla en la hierba, en el árbol, en el río, en las montañas, en los
pájaros del cielo, en los peces del mar; pero búsquenla principalmente en
ustedes mismos.
Pues en verdad
les digo que todas las cosas vivas se encuentran más cerca de Dios que las
escritura que está desprovista de vida. Dios hizo la vida y todas las cosas
vivas de tal modo que enseñasen a los hombres, por medio de la palabra siempre
viva, las leyes del Dios verdadero. Dios no escribió las leyes en las páginas
de los libros, sino en el corazón de ustedes y el espíritu de ustedes. Se
encuentra en la respiración de ustedes, en la sangre de ustedes, en los huesos
de ustedes, en sus ojos y en sus oídos y en cada pequeña parte del cuerpo de
ustedes. Están presenten el aire, en el agua, en la tierra, en las plantas, en
los rayos del sol, en las profundidades y en las alturas. Todas les hablan para
que entiendan la lengua y la voluntad del Dios Vivo. Pero ustedes cierran sus
ojos para no ver, y tapan sus oídos para no oír. En verdad les digo que la
escritura es la obra del hombre, pero la Vida y todas sus huestes son la obra de nuestro
Dios. ¿Porqué no escuchan las palabras de Dios que están escritas en Sus obras?
¿Porqué estudian las escrituras muertas, que son la obra de las manos del
hombre?”
“Cómo podemos
leer las leyes de Dios en algún lugar, de no ser en las Escrituras?
¿Dónde se
hallan escritas? Léesnoslas de ahí donde tú las ves, pues nosotros no conocemos
más que las escrituras que hemos heredado de nuestros antepasados. Dinos las
leyes de las que hablas, para que oyéndolas seamos sanados y justificados”.
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