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martes, 10 de septiembre de 2013

LA DIOSA MADRE EN LAS ISLAS CANARIAS -XXVII





VOLUMEN II


CAPITULO-XXVII

Eduardo Pedro García Rodríguez


LA VIRGEN Y LA VIDA COTIDIANA EN MEXICO: Pero, el fenómeno guadalupano tampoco ha escapado del proceso de secularización de la sociedad. Esto, aunado al hecho de que a la vez se encuentra fuertemente arraigado en la vida del mexicano, trae como consecuencia que algunos grupos de personas se consideren a sí mismos fuera de la jurisdicción de la iglesia católica, mas se precien de continuar siendo “guadalupanos”. Ya lo decía un escritor dramático en 1965: “En una palabra, para el mexicano la Virgen de Guadalupe es tridimensional. No la discute ni la analiza, porque la respira y la siente en él”. (Rodolfo Usigli, Corona de luz).

La figura de la Virgen como ejemplo de vida para la mujer ha marcado fuertemente las directrices sociales en México. Mas, a diferencia de lo que comúnmente se cree en cuanto a la sumisión desmedida y obediencia sin réplica frente al varón, grupos feministas católicos influenciados, en mucho, por teólogas norteamericanas, algunas ideas de la Teología de la Liberación y del Concilio Vaticano II, han intentado rescatar la imagen de la Virgen de Guadalupe como “el rostro femenino de Dios”: o sea, es ella la elegida por Dios el cual, a través de los atributos de esta mujer - como la ternura, la paciencia, la maternidad - se manifiesta frente a los seres humanos.

La imagen masculina del padre en algunos hogares se tiene por distante y como la de la última palabra. La de la madre, en cambio, que cría a los niños y ve por ellos la mayor parte del tiempo, hace que la identificación se vuelque más claramente, en este caso, hacia la Virgen de Guadalupe, la “madre de los mexicanos”, más que hacia Dios “Padre”, cuyo modelo, como el de los varones en muchos hogares mexicanos de todas clases sociales, se ve, y se siente, todavía hoy, más lejano.

Ahora bien, ¿qué formas muestra la adoración actualmente? ¿Depende en alguna manera del estrato social al que se pertenezca? La respuesta a la primera pregunta se da en dos ámbitos: el público y el privado. En el público, las manifestaciones devocionales beben su origen en la etapa colonial, sobre todo, en el “barroco” (siglos XVII y XVIII), en donde se exaltó la movilización de los sentidos en aras de lograr un sentimiento de apropiación del culto y de pertenencia a él. La gente continúa, hoy día, arribando a la Basílica con alguna forma de sacrificio, ya sea físico, ya espiritual. No es difícil divisar a alguien que venga caminando con las rodillas ensangrentadas ayudado por sus familiares, cumpliendo con una 'manda' - una promesa hecha a la Virgen de Guadalupe que conlleva un sacrificio en agradecimiento a un favor otorgado.

La idea del sacrificio - en el ejemplo anterior, público y físico - se asemeja al caminar por el “valle de lágrimas”, que es la vida misma, con el premio o recompensa final: el “Cielo” o, en este caso, la llegada a la morada de la divinidad, la Iglesia.

En el ámbito privado, el rezo del Rosario, las plegarias en silencio frente a los altares domésticos o eclesiales y las formas personales de devoción, son los modos más comunes de implorar o de agradecer a la “Virgencita”. Situación muy común resultan las promesas para dejar de beber, por ejemplo. Es frecuente encontrar personas que ofrendan abandonar este hábito fijándose como fecha límite, casi siempre, el día 12 de Diciembre; tal vez esta imploración se haga con una especie de “trueque”. Esto es como decirle a la Virgen: “Si me das trabajo, dejo de beber”. Sin embargo, penetrar en los terrenos de la fe personal resultaría demasiado arriesgado, más de igual forma sería el negar que la gente implora por muchas otras causas y de una manera sincera.

Los estratos sociales medios o de mayores recursos no acostumbran las formas públicas de sacrificio, aunque esta aseveración no pretende ser “tabula rasa”. Obvio resulta advertir que los rosarios, imágenes, “estampitas” - bastante comunes, por cierto - y demás objetos devocionales que se adquieren de la Virgen de Guadalupe cambian de calidad dependiendo su precio y su factura.


Un ejemplo muy claro de lo que significa la Virgen de Guadalupe para el mexicano actual se dio en el año de 1999, cuando una asociación civil (FUNDICE. Identidad, Cultura y Educación, A. C.,) organizó una peregrinación nacional - visitando incluso algunas comunidades mexicanas del sur de los Estados Unidos - con la primera imagen digitalizada en computadora del famoso “ayate” (túnica) del indio Juan Diego, en donde se estampó la imagen divina en 1531, según cuenta la tradición.

La gira de la “Virgen peregrina” duró un año para que su término coincidiera con el inicio de la celebración católica del Jubileo del año 2000. En ella, la imagen, bendecida por el Papa Juan Pablo II en su último viaje a México, atrajo a miles de personas dondequiera que se presentara. Fe, devoción, curiosidad, fueron algunos factores que se unieron en ese año de festejos y que se magnificaron al paso de la figura de la Virgen. Asimismo, se notaron las diferentes manifestaciones folclóricas y culturales de cada región del país: del norte tarahumara y árido, al sur tzotzil de las selvas chiapanecas.

LA VIRGEN ESTANDARTE NACIONAL DE MÉXICO: La imagen, entonces, continúa teniendo un valor vigente, ya sea dentro del ámbito católico, o bien, fuera de él. No obstante, su connotación religiosa y metafísica no se ha desvanecido, y eso, en un mundo laicizado, indiferente o más bien agnóstico resulta increíble, en el mejor de los casos. En el peor, permanece con un pesado estigma supersticioso, lastre difícil de desprender y, a la vez, de dilucidar frente a lo dictaminado y permitido por la ortodoxia eclesial.

Para finalizar, daremos respuesta a la pregunta que nos hicimos al principio de este capitulo: ¿qué significa la Virgen de Guadalupe para el mexicano de principios de siglo XXI? Ella, como desde hace cientos de años, continúa personificando su protección. Más aún, es el estandarte nacional, su esperanza, resignación, alivio, ternura, paz, “identidad”. La imagen de la Guadalupana, a diferencia de otras advocaciones marianas que han aparecido y luego se han desvanecido, se plasmó en una tilma. La diferencia es que ésta “si se quedó” de forma física le proporciona seguridad al mexicano cada vez que inicia su día con una plegaria a la “madre” porque él está seguro que ella lo escucha y lo protege.

SANTA MARÍA DE LA CARIDAD DEL COBRE, REINA Y PATRONA DE CUBA:

 

La tradición nos cuenta que la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre fue hallada a principios del siglo XVII por tres trabajadores, en la bahía de Nipe situada en la costa norte de Cuba.


Una mañana salieron estos "tres Juanes" en busca de sal, desde el hato de Barajagua. Según unos se trataba de dos hermanos indios llamados Juan Rodrigo y Juan Diego Hoyos, acompañados de un muchacho llamado Juan también. Juan Moreno, que este era su nombre completo, era un negrito esclavo de unos diez años. Una vez que habían navegado por el río Mayarí y salidos a la gran bahía vieron que era imposible por el momento realizar su encomienda, ya que estaba el mar picado debido a unos fuertes vientos huracanados. Se refugiaron en un bohío del cayo Vigía o Francés y allí permanecieron tres días mientras pasaba la tormenta. Antes de la salida del sol del cuarto día, pudieron reanudar su viaje rumbo a las salinas de la costa. Al poco rato de estar navegando divisaron sobre las olas un objeto blanco que al principio pensaron era un ave acuática extraña o quizás los restos de un naufragio. Llenos de curiosidad remaron hacia él, y al aproximarse vieron, gracias a los primeros rayos del sol naciente, que era una imagen de Nuestra Señora, que flotaba sobre las aguas en una tabla en la que había una inscripción que decía: "Yo soy la Virgen de la Caridad". Muy emocionados, llevaron a bordo de la pequeña embarcación la preciosa imagen cuyos vestidos estaban limpios y secos a pesar de las olas. Entonces dudaron entre continuar su viaje a las salinas o volver a tierra con la sagrada imagen. Al fin decidieron seguir su rumbo y cumplir con la tarea que se les había encomendado. Una vez abastecidos de sal, emprendieron la vuelta al hato y junto con el encargo traían consigo el precioso tesoro que con el transcurrir de los años sería la muy venerada imagen de la Patrona de Cuba, la Virgen de la Caridad. Esa es la misma imagen que recientemente Su Santidad Juan Pablo II coronó en su viaje a Cuba como Reina de la República de Cuba.

¿De dónde procedía esta imagen? No se sabe. Pero es posible la hubiese puesto algún marino sobre la tabla, para salvarla de un naufragio o de un ataque de lospiratas; o para aquietar el mar en una tormenta.  

La advocación de la Virgen de la Caridad no es oriunda de Cuba; el año 633 fundó San Ildefonso el monasterio de Illescas, y la tradición dice que él llevó allí la imagen de Nuestra Señora de la Caridad, que todavía existe en la villa toledana, en el santuario construido por el Greco en 1600. La advocación es frecuente en la costa andaluza: en Cádiz, desde que Juan de Austria fundó una cofradía bajo esa advocación para la tripulación de las galeras; Loja la tiene por Patrona. Y hasta cerca de Ávila se conoce una imagen de la Virgen de la Caridad ante la cual rezó Santa Teresa de Jesús.

Posiblemente la venerada imagen, que hoy es objeto del profundo amor del pueblo cubano a la Virgen, era procedente de Sanlúcar de Barrameda. Durante más de un siglo, después del tercer viaje de Colón, salían de allí las naves que iban a América. Es conocida la gran devoción que los marinos sanluqueños sentían por la Virgen de la Caridad venerada en Bonanza y en la Cofradía del Puerto de Santa María.

El histórico descubrimiento de la imagen que se venera en Cuba, sucedió entre los años 1604 y 1608. Una vez llevada al hato de Barajagua por los tres Juanes, la imagen fue instalada en una sencilla ermita del lugar y la devoción popular empezó a desarrollarse y a manifestarse: plegarias ante la imagen, flores siempre frescas para la Virgen, una lámpara de cobre para que ardiese constantemente a los pies de la imagen de María Santísima. Esta lámpara fue donada por el administrador del Real de Minas de Cobre, don Francisco Sánchez de Moya. Afirma la tradición que la imagen desapareció tres veces en otras tantas noches, y que reapareció cada mañana. Por ello el pueblo quiso entender que la Virgen quería ser venerada en otro lugar. Así fue llevada hasta el Hatillo, y fue colocada en el altar mayor de la iglesia parroquial, en donde estuvo unos tres años. Pero de este altar desaparecía también algunas veces. En cierta ocasión una niña, llamada Apolonia, la vio encima de un cerro cercano, y bajó corriendo al pueblo para informarlo. Los fieles, con el Cura y el Administrador, empezaron a discurrir hacerle a Nuestra Señora una ermita sobre el cerro. Pero, teniendo distintas opiniones sobre el lugar en que debía construirse, determinaron ponerlo en manos de Dios y acordaron celebrar una Misa al Espíritu Santo suplicando la elección más acertada. Por tres noches consecutivas, a partir de la noche de ese día, todos vieron como tres columnas de fuego que nacían de la cima del cerro, en el mismo lugar donde la niña Apolonia vio la imagen. Conmovidos, unánimes acordaron hacer allí el templo. Terminado éste llevaron a la imagen procesionalmente hasta su nuevo y definitivo altar, en este cerro junto al poblado minero de El Cobre.

El 24 de enero de 1998, en la homilia el Papa Juan Pablo II pronunció durante la celebración eucarística en Santiago de Cuba momentos antes de coronar la venerada imagen, le recordó a los cubanos lo siguiente: "Amados fieles, no olviden nunca los grandes acontecimientos relacionados con su Reina y Madre. Con el dosel del altar familiar, Céspedes confeccionó la bandera cubana y fue a postrarse a los pies de la Virgen antes de iniciar la lucha por la libertad. Los valientes soldados cubanos, los mambises, llevaban sobre su pecho la medalla y la "medida" de su bendita imagen. El primer acto de Cuba libre tuvo lugar cuando en 1898 las tropas del General Calixto García se postraron a los pies de la Virgen de la Caridad en una solemne Misa para la Declaración mambisa de la Independencia del pueblo cubano. Las diversas peregrinaciones que la imagen ha hecho por los pueblos de la Isla, acogiendo los anelos y esperanzas, los gozos y las penas de todos sus hijos, han sido siempre grandes manifestaciones de fe y de amor."

Desde hace más de tres siglos la imagen de la Virgen se encuentra allí en su santuario del Cobre. Dicho santuario ha ido mejorándose con el paso de los años. Su construcción actual data prácticamente del 8 de septiembre de 1927 en que se inauguró con gran solemnidad.

El 7 de mayo de 1978, el Papa Pablo VI elevó el Santuario Nacional de la Virgen de la Caridad del Cobre a la categoría de Basílica Menor. El Papa envió a Cuba al Cardenal Bernardin Gantín para presidir la ceremonia en su nombre.

Cuando prendió en los cubanos el deseo de la independencia, la devoción a la Virgen de la Caridad estaba tan metida en el corazón del pueblo, que iba a ser la devoción insignia de los libertadores. En el pecho de cada cubano ella salió a los campos de batalla buscando la libertad de Cuba, convirtiéndose así en la Virgen Mambisa. El 8 de septiembre de 1916, a petición de los veteranos de la guerra de independencia, el Papa Benedicto XV le concedía a la advocación cubana el título de Patrona principal de la República.

La imagen de la Virgen es pequeña, de poco más de una vara (84 centímetros). El rostro es agradable, redondeado y algo moreno. En el brazo izquierdo sostiene a un niño y en su mano derecha muestra una cruz.

NUESTRA SEÑORA DE ESTIBALIZ



En un privilegio del rey de Navarra, fechado en el 962, se hace mención de la cofradía y cofrades de Oca, que más tarde se llamaría Arriaga, y se dice que fue fundada en honor del “rey de los cielos” y defensa de la cristiandad. Se componía del obispo de Calahorra y su arcediano, ricos hombres, infanzones, caballeros, escuderos y clérigos de la hoy provincia de Álava, y de los dueños y señores alaveses, estando excluido el pueblo llano o siervos. Se reunía en el campo de Oca, próximo a Arraiga el día 1 de mayo de cada año.

Celebraban una solemne procesión con la imagen de la Virgen de Estibaliz llevándola a la ermita de San Juan Bautista, enclavada en el campo de Arriaga. Durante estos encuentros anuales nombraban cuatro alcaldes jueces universales para que gobernasen durante todo el año siguiente todo el territorio de Álava, sistema de gobierno por demás ancestral, anterior al sistema feudal que paulatinamente si fue implantando con el decidido apoyo del cristianismo. De estos cuatro jueces, uno era el justicia mayor, el cual se encargaba de dar las sentencias y vivía en la casa de la cofradía, teniendo obligación de trasladarse al otero y somo de Estibaliz a fallar las causas el día 1 de mayo. Este primero de mayo de cada año se celebraban los “juicios de Dios o Desafíos y Desagravamientos de Estibaliz”. En el mencionado Real Privilegio se recoge entre otras disposiciones: “et má, en quanto a los desafíos et desagravamientos que han acostumbrado, como fasta aquí, los fagan et puedan facer de aquí adelante somo el otero de Estibaliz; es a saber: en los días primero del mes de mayo, después del sol salido fasta el sol entrado, et non desde  más adelante, nin primero fasta otro dia primero de mayo de otro año, et se puedan hedir los homes unos a otros en razón de sus fechos et agravanientos cualesquiera dia que dicho es de suso fasta sol entrado, de cuerpo a cuerpo, et nenguno los pueda controllar, fuera aide que no fuedan fogar nin facer tales peleas con fallestenes, nin saetas, nin con otras armas de lanzar, dardos et espadas et pabesas, etc.”. En este texto se recogen algunas de las primeras normas de caballería aplicadas a los “juicios de Dios”, tan extendidas durante la alta edad media europea para resolver ofensas y pleitos dictadas en el antiguo reino de Navarra, hoy parte integrante del Estado español.


                NUESTRA SEÑORA DEL PILAR: 

 
La tradición, tal como ha surgido de unos documentos del siglo XIII que se conservan en la catedral de Zaragoza, se remonta a la época inmediatamente posterior a la Ascensión de Jesucristo, cuando los apóstoles, predicaban el Evangelio. Se dice que, por entonces (40.d.c.), el Apóstol Santiago el Mayor, hermano de San Juan e hijo de Zebedeo, predicaba en España. Aquellas tierras no habían recibido el evangelio, por lo que se encontraban atadas al “paganismo”. Santiago obtuvo la bendición de la Santísima Virgen, para su misión. Esto a pesar de que el primitivo cristianismo aún no había instituido a adoración a María.
Los documentos dicen textualmente que Santiago, "pasando por Asturias, llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, el territorio que se llamaba Celtiberia, donde está situada la ciudad de Zaragoza, en las riberas del Ebro. Allí predicó Santiago muchos días y, entre los muchos convertidos eligió como acompañantes a ocho hombres, con los cuales trataba de día del reino de Dios, y por la noche, recorría las riberas para tomar algún descanso".
En la noche del 2 de enero del año 40, Santiago se encontraba con sus discípulos junto al río Ebro cuando "oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol". La Santísima Virgen, que aún vivía en carne mortal, le pidió al Apóstol que se le construyese allí una iglesia, con el altar en torno al pilar donde estaba de pie y prometió que "permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio". 
Desapareció la Virgen y quedó ahí el pilar. (uno de los símbolos de la Diosa Tanit).[1] El Apóstol Santiago y los ocho testigos del prodigio comenzaron inmediatamente a edificar una iglesia en aquel sitio y, con el concurso de los conversos, la obra se puso en marcha con rapidez. Pero antes que estuviese terminada la Iglesia, Santiago ordenó presbítero a uno de sus discípulos para servicio de la misma, la consagró y le dio el título de Santa María del Pilar, antes de regresarse a Judea. Según la leyenda cristiana esta fue la primera iglesia dedicada en honor a la Virgen.
Muchos historiadores e investigadores defienden esta tradición y aducen que hay una serie de monumentos y testimonios que demuestran la existencia de una iglesia dedicada a la Virgen de Zaragoza.  El más antiguo de estos testimonios es el famoso sarcófago de Santa Engracia, que se conserva en Zaragoza desde el siglo IV, cuando la santa fue martirizada. El sarcófago representa, en un bajo relieve, el descenso de la Virgen de los cielos para aparecerse al Apóstol Santiago.
Asimismo, hacia el año 835, un monje de San Germán de París, llamado Almoino, redactó unos escritos en los que habla de la Iglesia de la Virgen María de Zaragoza, "donde había servido en el siglo III el gran mártir San Vicente", cuyos restos fueron depositados por el obispo de Zaragoza, en la iglesia de la Virgen María. También está atestiguado que antes de la ocupación musulmana de Zaragoza (714) había allí un templo dedicado a la Virgen.
La devoción del pueblo por la Virgen del Pilar se halla tan arraigada entre los españoles y desde épocas tan remotas, que la Santa Sede permitió el establecimiento del Oficio del Pilar en el que se consigna la aparición de la Virgen del Pilar como "una antigua y piadosa creencia".
            En 1438 se escribió un Libro de milagros atribuidos a la Virgen del Pilar, que contribuyó al fomento de la devoción hasta el punto de que, el rey Fernando el católico dijo: "creemos que ninguno de los católicos de occidente ignora que en la ciudad de Zaragoza hay un templo de admirable devoción sagrada y antiquísima, dedicado a la Santa y Purísima Virgen y Madre de Dios, Santa María del Pilar, que resplandece con innumerables y continuos milagros".
El Gran milagro del Cojo de Calanda (1640)  Se trata de un hombre a quien le amputaron una pierna.  Un día años más tarde, mientras soñaba que visitaba la basílica de la Virgen del Pilar, la pierna volvió a su sitio.  Era la misma pierna que había perdido. Miles de personas fueron testigos y en la pared derecha de la basílica hay un cuadro recordando este milagro.
            El Papa Clemente XII señaló la fecha del 12 de octubre para la festividad particular de la Virgen del Pilar, pero ya desde siglos antes, en todas las iglesias de España y entre los pueblos sujetos al rey católico , se celebraba la dicha de haber tenido a la Madre de Dios en su región, cuando todavía vivía en carne mortal.
Tres rasgos peculiares que caracterizan a la Virgen del Pilar y la distinguen de las otras:
1-     Se trata de una venida extraordinaria de la Virgen durante su vida mortal. A diferencia de las otras apariciones la Virgen viene cuando todavía vive en Palestina: “Con ninguna nación hizo cosa semejante", cantará con razón la liturgia del 2 de enero, fiesta de la Venida de la Virgen.
2-     La Columna o Pilar que la misma Señora trajo para que, sobre él se construyera la primera capilla que, de hecho, sería el primer Templo Mariano de toda la Cristiandad.           
3-La vinculación de la tradición pilarista con la tradición jacobea (del Santuario de Santiago de Compostela). Por ello, Zaragoza y Compostela, el Pilar y Santiago, han constituido dos ejes fundamentales, en torno a los cuales ha girado durante siglos     la espiritualidad española.
Según los devotos cristianos de la imagen la columna es símbolo del conducto que une el cielo y la tierra, "manifestación de la potencia de Dios en el hombre y la potencia del hombre bajo la influencia de Dios". Es soporte de lo sagrado, soporte de la vida cotidiana. María, la puerta del cielo, la escala de Jacob, ha sido la mujer escogida por Dios para venir a nuestro mundo. En ella la tierra y el cielo se han unido en Jesucristo.
            Las columnas garantizan la solidez del edificio, sea arquitectónico o social. Quebrantarlas es amenazar el edificio entero. La columna es la primera piedra del templo, que se desarrolla a su alrededor; es el eje de la construcción que liga entre si los diferentes niveles. María es también la primera piedra de la Iglesia, (no Pedro) el templo de Dios; en torno a ella, lo mismo que los apóstoles reunidos el día de pentecostés, va creciendo el pueblo de Dios; la fe y la esperanza de la Virgen alientan a los cristianos en su esfuerzo por edificar el reino de Dios.
Con estas ingenuas leyendas la iglesia católica pretende ocultar o por lo menos desvirtuar el origen pagano de estas imágenes, así tenemos que la representación actual de la Virgen del Pilar, en sus principios lo fue de la Diosa-Madre en su representación como Ártemis-Diana según lo confirma la presencia de la columna (también atributo de la Diosa Tanit) como elemento esencial, vinculado a la iconografía de estas Diosas romanas y fenicias cuyo antecedente es la Isis egipcia. Obsérvese el fondo cubierto de estrellas de ocho puntas símbolo de la Diosa Tanit como Señora Celeste. En el conjunto iconográfico de la Virgen del Pilar consiste en una pequeña escultura sobre una columna. Columna sobre la cual, según la tradición cristiana se le apareció a Santiago Apóstol, en carne morta”, a orillas del Ebro. Se da la circunstancia de que, por entonces se afirma que la madre de Jesús vivía en Efeso, bajo el cuidado de San Juan Evangelista.

 NUESTRA. SEÑORA LA VIRGEN DEL LLEDÓ, O NUESTRA SEÑORA. DE LIDÓN”


La Basílica donde se venera la patrona de la Ciudad de Castellón de la Plana se alza en el mismo lugar donde, según tradición, fue descubierta en 1366 la pequeña imagen de la Virgen por el arado del labrador Perot de Granyana cuando éste labraba la tierra con yunta de bueyes al pie de un almez (lledoner) enterrada y bajo una loza de piedra. En algún momento de la historia, la imagen ha recibido el nombre de "Lidón", que se perpetúa en algunas publicaciones de referencia y en el nomenclátor ciudadano. 
 El primer Santuario conocido es del siglo XIV. Posteriormente se erigieron otros dos, en 1670 y 1766. La Basílica actual, construida en la transición entre el barroco y el neoclasicismo, se presenta como un templo bien proporcionado, con nave de considerable anchura, capillas a los lados comunicadas entre sí y crucero poco profundo. También dispone de camarín, para acceder con mayor facilidad hasta la imagen. 
            La pequeña figura supuestamente encontrada en 1366 apenas mide seis centímetros, siendo posiblemente la imagen más pequeña de la iconografía de la gran Diosa-Madre, y es posible que fuese un amuleto. Recientes investigaciones la suponen una imagen de la diosa Isthar, la gran madre, posteriormente cristianizada, con una cronología remontable al VI milenio a.d.n.e., y con paralelismos con otros ejemplares frecuentes en una zona entre los ríos Tigris y Eufrates. Bajo el subsuelo del templo actual se localizan restos de las culturas romana y árabe.
 Este icono “pagano”, cristianizado en tiempo incierto y asumido por la iglesia católica como figura de la Virgen María, la Madre de Dios, se expone y venera en una excavación practicada en el vientre de otra imagen de mayor tamaño, de la Inmaculada Concepción, que adquiere con ello la condición de imagen-relicario, en sus ropas están impresas las estrellas de ocho puntas signo que como venimos reiterando es representativo de la Diosa Tani. Esta imagen fue coronada pontificia y canónicamente por el cardenal de Tarragona, Francésc Vidal i Barraquer, el cuatro de mayo de 1924. En idéntica fecha, setenta y cinco años más tarde, se consagrará la Concatedral castellonense. La Virgen del Lledó es la Patrona Principal de la Ciudad de Castellón de la Plana. (España) En el pequeño museo de la Basílica se exponen algunas piezas de orfebrería, imágenes y los mantos de la Virgen. El camarín se adorna con varios lienzos de los siglos XVII y XVIII. El Santuario fue erigido como Basílica por un Breve Pontificio de S.S. el Papa Juan Pablo II de 18 de marzo de 1983.

            VIRGEN Y MONASTERIO DE SOPETRÁN


En el año 611 sería fundado por el rey Gundemaro, y terminado por Chindasvinto, vendría finalmente a ser destruido por los árabes, poco después de su entrada en la Península Ibérica, en el 728. En un segundo intento, sería edificado nuevamente por los mozárabes de la Alcarria, con el apoyo de San Eulogio, en el 847, viniendo a poblarlo en esa ocasión algunos monjes del convento agaliense de las cercanías de Toledo. Destruido luego por el rey moro Adafer, sería la tercera fundación atribuida a un príncipe islamita toledano, concretamente Haly Maimón, hijo del rey Almamún, quien en el año 1055 fue protagonista de un portentoso milagro que supuso acentuar el valor cristiano-mozárabe del lugar. Así lo cuentan los antiguos cronistas: regresando este príncipe a la ciudad del Tajo, arrastrando enorme cantidad de prisioneros cristianos hechos en alguna correría por la frontera del Duero, al llegar al valle de Solanillos, rompiéronse las cadenas de los cristianos, huyendo temerosos los árabes, y cayó postrado el príncipe ante la Virgen María, que llena de piedad y gracia, descendió del Cielo en cuerpo y alma, acompañada de innumerables ángeles y vírgenes gloriosas, cercada toda de una luz tan grande y resplandor, que hacía ventajas a las luces y resplandores del Sol. Quedó María sobre una higuera, y desde allí habló al moro, catequizándole con rapidez, consiguiendo de él que, después de un viaje a Roma, volviera a Sopetrán y allí esperara la muerte, que tardó aún quince años en llegar, haciendo el bien entre los cristianos mozárabes de Hita, que a su vez le ayudaban y querían. 
Hubo luego otra fundación, la cuarta, esta vez a finales del siglo XI, por parte de Alfonso VI de Castilla, quien así quiso demostrar su agradecimiento a la Virgen por haberle salvado la vida del ataque de un oso en aquellos bosques. Comenzó a levantar una iglesia y un pequeño claustro "de tierra y ladrillos", poniendo a su cuidado una pequeña comunidad de canónigos regulares de San Agustín, a los que dio importantes donaciones, entre ellas los señoríos de Hita y de Torija, con sus correspondientes fortalezas, y la iglesia de Santa María de Guadalajara. Estos monjes construyeron un templo románico en toda regla, y su adyacente monasterio, a lo largo del siglo XII, pero finalmente fue otra vez despoblado.
La quinta y definitiva fundación del monasterio de Sopetrán fue debida al arzobispo de Toledo, don Gómez Manrique, a la sazón su propietario, cuando en 1372 decidió entregar aquel lugar a la Orden de San Benito, para que lo reedificara y cuidara, manteniendo vivo en el culto aquel enclave de tan larga tradición religiosa y mariana.
Los primeros "frailes negros" (de hábitos negros) vinieron desde San Millán de la Cogolla, en tierras de la Rioja. Eran doce, con su abad Martín al frente. A lo largo del siglo XV los abádes se fueron sucediendo, con su título concedido de forma vitalicia. Le fue donado por el arzobispo "la capilla de Nuestra Señora y la iglesia antigua" junto a los bienes del Santuario dados por Alfonso VI. A cambio, debían servir como parroquia a los lugares del contorno, que eran entonces cinco: la Torre del Burgo (a la sazón llamada Torre de Sopetrán), Heras de Ayuso, y los hoy despoblados de Solanillos, Tres Casillas y Torre de don Vela. Les dio además muchas tierras, y la jurisdicción completa del lugar de Medianedo, entre Yunquera y Guadalajara, que se despobló en una epidemia de peste tiempo adelante. Además les entregó para su uso 300 ovejas, 50 vacas, 8 pares de bueyes para labrar sus heredades, y un legado de 100.000 maravedises.
Ya ricos desde ese momento, los benedictinos de Sopetrán fueron recibiendo sin descanso los favores y regalos de reyes y magnates. Su situación en un lugar de paso y camino muy frecuentado entre la meseta inferior y Aragón, casi todos los reyes de España le conocieron y dieron ayudas. Las luchas del siglo XV castellano estuvieron por acabar con él, pero el favor de los Mendoza, señores de Hita y su alfoz, en el que Sopetrán estaba incluido, fue la razón determinante de su permanencia y aún de su progresivo crecimiento en los siglos posteriores.
Fue a mediados del siglo XV cuando el marqués de Santillana don Iñigo López de Mendoza puso todo su interés en mejorar las condiciones de vida y desarrollo de este cenobio. Tras la toma de Torija en 1452, le dio a la comunidad de Sopetrán 100 fanegas anuales de sal de las que él tenía en las salinas de Atienza, y 10.000 maravedises anuales situados en el impuesto de la martiniega de Hita. En el testamento de 1455, don Iñigo deja al monasterio la heredad de Heras con todas sus pertenencias (el molino, las huertas y alamedas, las viñas y bodegas, etc.). Y aún les regaló una buena colección de obras de arte, traídas de Flandes a través de la feria de Medina del Campo, para ornato del templo. Todavía en 1456 se ocupó de que la reforma ya en marcha de la Orden llegara a Sopetrán, haciendo venir de San Benito de Valladolid un buen puñado de frailes, y poniendo a Sopetrán bajo el control directo de aquel cenobio castellano.
Su hijo don Pedro González de Mendoza, el gran Cardenal de España, también ayudó con entusiasmo a este enclave. Le concedió fuertes sumas de dinero para construir la iglesia. Y otros Mendoza posteriores siguieron apoyando con donativos y frecuentes visitas a este importante monasterio benedictino.
Tanto fue su interés por él, y tan fundido con la familia mendocina se veía el templo y el edificio todo, que cuando ya en el siglo XVII pasó por allí el rey Felipe IV en un viaje hacia Aragón, se extrañó de que esta familia no tuviera el patronato sobre la casa, y animando el monarca al entonces séptimo duque del Infantado, don Rodrigo, para que tal hiciera, este hecho se consumó el 21 de febrero de 1648.
Lo que fue esplendor, ceremonia, afluir constante de visitantes y peregrinos durante largos siglos, quedó roto finalmente en 1836, cuando se puso en marcha el mecanismo de la Desamortización de bienes eclesiásticos dictado por el ministro liberal Mendizábal. Por tener entonces menos de 12 monjes, fue suprimido, y el edificio y sus pertenencias incluidas entre los bienes propios del Estado. Se sacó pronto a pública subasta, en un valor de algo más de dos millones y medio de reales. Finalmente, en 1847, fue adjudicado por 210.100 reales tan sólo al vecino de Guadalajara Camilo García de Estúñiga, quien pudo pagar tan poco alegando, como así era, que en ese año Sopetrán era ya solamente un solar y las paredes maestras. El expolio había sido, por lo que se ve, rápido y completo.
El visitante de hoy quedará conmovido ante la paz que se respira en Sopetrán. Se cruza el río por breve puente desde la carretera que va de Guadalajara a Hita. Se deja a mano izquierda un antiguo molino, que fue propiedad de los monjes, y se llega ante la solana que precede por mediodía al monasterio.  
Lo más consistente del edificio se conserva en sus alas de mediodía y levante. En esta, frente al río, aún se ve un portón de apuntado arco gótico. El resto es inexpresivo, a no ser por la belleza de la hiedra que cubre sus muros. Un torreón de mayor altura ocupa la esquina del suroeste. Pero los costados de poniente y norte están perdidos, o malamente reconstruidos. Y a través de ellos puede contemplarse la joya de este monasterio, que es el claustro.
Este patio central o gran claustro del monasterio de Sopetrán, conservado completo al menos en sus columnas y arcos, es una auténtica joya del estilo renacentista aunque en su fase de manierismo desornamentado, herreriano y clasicista, propio de los comienzos del siglo XVII. Se comenzó siendo abad fray Alonso Ortiz, y venía a sustituir al antiguo, gotizante, ya por entonces muy viejo. El que ahora vemos, sin cubierta y con las huellas en sus sillares de múltiples reformas y agresiones, es un espacio rectangular, alargado de sur a norte, con siete arcos en los costados más largos, y cinco en los más cortos, siguiéndose el orden toscano exclusivamente, y formado por pilares que sostienen anchos entablamentos, adosándose medias columnas en su parte exterior. La altura de la arquería del piso superior es la mitad del inferior, lo que le presta una proporción realmente extraña al claustro. Se hizo, costeado por los duques del Infantado, a imagen del que Juan de Herrera construyó en la casa madre de San Benito de Valladolid, y se sabe que duró su construcción al menos entre 1610 y 1648. En 1624 concretamente dirigía sus obras el maestro cantero Juan de la Sierra de Buega.
Al norte de este claustro, se conservan algunos restos mínimos de la que fuera gran iglesia monasterial. Debía ser de una sola nave, pues en el suelo se observan los arranques de los gruesos pilares de planta cuadrada con haces de tres columnillas en cada cara adosadas. En el ángulo nordeste del claustro aún sobreviven los muros y arranque de las bóvedas de lo que sería la sacristía de ese templo.
Las joyas de arte que atesoró sopetrán fueron numerosas. El marqués de Santillana le regaló hacia 1450 una magnífica talla en madera de la Virgen, mandada traer de Flandes. Y encargó un retablo para la capilla de la Virgen cuyas tablas, (salvadas por el conde de Romanones que en los años veinte del siglo XX las llevó al Museo del Prado, donde se conservan) ofrecen con el mejor estilo de la pintura flamenca de fines del siglo XV, una serie de escenas relativas a María, de las que resulta más interesante la que representa al marqués de Santillana, orante, en el interior de la iglesia de Sopetrán ante el retablo de la Virgen.
En el siglo XVII, concretamente en 1639, se cambiaron los retablos, quitando los antiguos (posiblemente góticos de tradición flamenca) y poniendo unos nuevos que fueron encargados al pintor benedictino fray Juan Ricci, el cual realizó tres grandes retablos: en el mayor aparecía en gran lienzo la Asunción de María y otras escenas relacionadas con la vida de la Madre de Cristo; en un lateral puso escenas alusivas al martirio de San Pedro, y en el otro las relativas a Santa Catalina de Alejandría.

LA MONTAÑA DE MONTSERRAT, (MONTE SERRADO O EN FORMA DE SIERRA):

 
Es una de las montañas Sagradas más importantes que existen en el mundo, (similar al monte Kailas, al Sinai, el Olimpo, el Athos, el Teide, las Montañas Rojas, o Bermejas,  etc.) es el corazón maternal y espiritual de Cataluña, se cuenta que es una de las montañas donde más se puede percibir, la fuerza telúrica de la tierra. Cuentan las leyendas que en la Antigüedad la gente, acudía allí en peregrinaje, al inicio de la primavera, para lavar sus pecados y curarse de sus enfermedades. Ejerce un gran poder de atracción para aquellas personas devotas y para los simples turistas profanos.
Es un lugar místico de la cristiandad del que se cuentan muchas leyendas: Entre ellas la clásica que data de 1.239, que dice que en el año 880, un sábado al anochecer en la montaña de Montserrat, unos pastorcitos vieron bajar una gran luz del cielo, acompañada de una bella melodía. El sábado siguiente los niños volvieron con sus padres.
Y la visión se repitió. Los cuatro sábados siguientes les acompañó el Rector de Olesa. Y todos constataron dicha visión. Una vez enterado de lo ocurrido, el Obispo que se encontraba en Manresa, organizó una visita. Y vieron una cueva, donde encontraron la imagen de Santa María. El Obispo les propuso trasladarla procesionalmente a Manresa, pero apenas sacarla, la imagen se hizo tan pesada que no la pudieron mover.
El Obispo interpretóeste hecho como la voluntad de la Virgen de quedarse en aquel lugar y mandó construir una capilla para María, para que fuera venerada en la montaña de Montserrat.
Otras con más visos de autenticidad dan su origen a los templarios, que recorrieron toda la cristiandad y especialmente la península Ibérica, localizando los lugares de máximo poder telúrico y cósmico, también aprovechando antiguos lugares de culto precristiano y de carácter animista, chamánico o druidico. Así mucho de sus santuarios están en lugares donde se localizan dólmenes, siendo que toda la montaña de Montserrat es un  gigantesco Dolmen. Se dice que los dolmenes actúan al modo de las agujas de acupuntura con la tierra. Son también un tótem, catalizador de poder entre lo telúrico, lo humano y lo divino. Una vez comprobado por los templarios su realidad, situaban allí la localización de una Diosa
Madre de Color negro. Con ese color de piel, querían significar que aquel era un lugar, donde se manifestaba el poder de la Madre Tierra, venerándola por encima del Dios Padre. Otorgando el poder primordial de la vida, de la creación y del espíritu, a la Diosa Madre, intercesora y dadora de vida. Los templarios se dice prosiguieron su labor, localizando otros lugares significándolos como santuarios marianos, muchos localizados en montañas y cuevas, signo del útero de la tierra, allí los iniciados y devotos, se reencuentran con el divino poder de la Madre Tierra. Chaxiraxi (La Virgen de la Candelaria) en Canarias, es otro ejemplo de negra Diosa-Madre, etc.
Algunos pretenden decir que el origen de su piel negra, era debido al humo de las velas de los devotos, pero casi todos los estudiosos le dan el carácter simbólico, de que representa la tierra. Dicen que el color oscuro es el oscuro de la tierra, a diferencia de las Diosas Madre blancas, que representan el poder celestial y de los elementos agua, plantas, etc...
En la montaña hay muchos eremitorios, donde se retiraban la gente pía, buscando un contacto más directo consigo mismo y con Dios, en la actualidad todavía hay alguna persona retirada, en la soledad de la montaña. Uno de los anacoretas que vivieron en aquellos lugares, cuevas, etc. fue San Ignacio de Loyola, fundador de la orden Jesuita, allí tubo sus mas reveladoras experiencias místicas, visiones y revelaciones, se sometió a un periodo de gran austeridad, a fin de abrirse con sus ejercicios espirituales, a otros niveles de la realidad interior.
Sobre la montaña mágica del macizo de Montserrat, existen las más diversas especulaciones, algunos dicen que allí a veces han cruzado gente a otras dimensiones, otros sitúan allí el lugar donde el músico Wagner, se inspiró para dar vida a la leyenda Arturica de Parsifal, la mítica Montsalvat donde situaban el Santo Grial. De muchos es conocido que Hitler estaba inbuido de una cultura esotérica, pretendía con su quimera dar nueva vida al mito de los Teutones germánicos, una rama similar a los Templarios en versión germánica, llevado por su búsqueda, visitó en persona el monasterio, para saber que secretos ocultaba la montaña y los monjes que allí estaban. La fantasía y la realidad se mezclan en esta montaña mítica. Siempre es un buen momento para acercarse a ella, y nutrirse como un niño se nutre de los pechos de su madre.Los custodios del Santuario Mariano y de la Montaña son desde 1023, Los monjes Benedictinos, (monjes negros) que han sido celosos guardadores de la cultura cristiana católica y catalana. Desde allí y como un el eje ha ido influyendo sobre al alma catalana.




[1] Obsérvese en la imagen que el camerino de la Virgen, además de la columna, éste está tapizado con estrellas de ocho puntas, símbolo de la Diosa Celeste, Venus, o Lucero del Alba, prueba evidente de lo ancestral del culto que se brindaba a esta figura antes de ser cristianizada.

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