HISTORIA DE UNA USURPACIÓN
Eduardo Pedro García Rodríguez
CAPITULO III
El
acoso a la Diosa-Madre.-
El
culto más antiguo de la humanidad es el culto a la Diosa-Madre. Un
culto a la Gran Madre,
a la tierra, la fertilidad, el misterio de la vida y la vida misma en suma. Era
la Deidad de
nuestros ancestros, del Paleolítico, regido por las leyes del matriciado,
representada por las estatuillas, con todos los atributos femeninos muy marcados,
de las Venus.
Casi todas las figurillas encontradas están
desnudas y sus características físicas son muy parecidas. Tanto sus exageradas
formas nutricias y sexuales como sus cabezas carentes de rasgos hacen dudar de
que estemos ante representaciones realistas de la mujer paleolítica; más bien
sugieren una interpretación simbólica (las formas generosas remiten a la
abundancia de bienes terrenales).
Miles de estatuillas (un 90%) de
la Reina del
Cielo han sido igualmente desenterradas en el lugar de nacimiento del Judaísmo
y La Cristiandad
a través de excavaciones arqueológicas en el antiguo Canaan, anterior a la
invasión de los Levitas (Luvian) a la tierra que fluye leche y miel (Éxodo
33:3).
Según recoge el Diccionario de
Ciencias Sociales y Políticas de Torcuato Di Tella: la Diosa-Madre: “fue el
centro religioso y cultural de los antepasados humanos durante el Paleolítico
Superior y en las culturas agrícolas del Neolítico, del 20 mil al 3 mil antes
de la era occidental actual, cuando se impusieron las culturas e imperios
clásicos de orientación guerrera masculina y la difusión del monoteísmo del
dios padre (judío, cristiano o islámico)”
Estas comunidades -prehelénicas, precélticas, prehindúes, preamricanas
etc.- que adoraban a la
Diosa Madre Universal no eran matriarcales ni patriarcales,
eran matricias, porque todos asumían su origen en una Madre, pero ninguno
estaba sobre el otro, no había más fuertes y más débiles porque las debilidades
de uno eran la fortaleza de las otras, y viceversa. Según las tradiciones
griegas, un personaje femenino llamado Eurínome, “la Diosa de Todas las Cosas”
surgida del Caos, es la que dio inicio a la creación.
Pero
todo eso fue arrasado, oscurecido, violado como los hombres depravados violan a
las mujeres, como Zeus fuerza a Hera, la Diosa del cielo, y a Europa, Asteria, Leda,
Némesism, Metis y a otras diosas que habitaran el Olimpo bajo las reglas del
todopoderoso y machista Dios del Trueno.
En
la antigüedad cada pueblo que la adoró la nombró de un modo distinto: En
china, a la Diosa-Madre
se le llama -Shingmoo-,
que significa -Santa Madre-.
Se puede ver su imagen con un niño en sus brazos y rayos de gloria saliendo de
su cabeza, y en la India,
se le nombraba Indrani y Kali.
Todas, con un niño es sus brazos.
Nin-hursag
y Nana en Sumer; Hepat en Babilonia, Mami en Mesopotamia, Innana, Astarté,
Ishtar o Asherah en Oriente Medio; para los troyanos, Pesinuntica ("Madre de los
dioses"); los atenienses, Minerva Cecrópea; los chipriotas, Venus Pafia;
los cretenses, Diana, o Rhea
los etiopes, arrios y
egipcios, Isis o Hator; los sicilianos, Proserpina, y
los eleusinos, Ceres ("Madre primera de los panes"). Kubaba en Turquía, Semele en Tracia y Frigia; Zemyna
en Lituania; Brighid;
Cerridwen; Morgana; Virgo Partitura
(celtas); Freya; (en
Escandinavia) Para el pueblo germano Hertha
era la Diosa-Madre adorada. Era
representada con un niño sostenido en sus inertes brazos. Los
nórdicos llamaban a la Diosa-Madre Disa... la lista es interminable.
En Grecia
Cibeles; Atenea;
Afrodita; Ártemisa; Démeter; Hécate; Hera: Hestia; Perséfone entre otras
advocaciones. En Roma Aradia; Diana; Venus o Fortuna; Juno; Bellona, Vesta; Ranusia, entre otras,
para los etruscos Nutria,
En África
cuyo nombre según algunos entendidos toma de la Diosa de este nombre representada por
una mujer bizarra, de porte oriental sentada sobre un elefante y que sujeta en
una mano el cuerno de la abundancia y un escorpin en la otra. Otra advocaciones
de la Diosa-Madre
son: Meti y Mawu.
En el Continente americano en la época en que era
desconocido para el resto del mundo el culto a la Diosa-Madre era
practicado por todos los pueblo del mismo, la divinidad existe bajo los nombres
de Pacha-Mama o Mamanchic para los Incas; Mapu para los Mapuches; Ixchel, la Hera del panteón Maya;
Coatlicue para los Aztecas; la
Nuna de los esquimales; Tacoma de los Salish; Maka Ina de los
Siux Oglalas; Iyatiku de los Keres y Kokyang Wuthi de los Hopis, Tari; en los
Kond-Okui, además de otros muchos.
El culto a la Diosa Madre fue
arrumbado por el Neolítico, los dioses masculinos, la propiedad de la tierra,
la necesidad de su transmisión al vástago. El predominio masculino en suma.
Tuvo el Paleolítico mucha mayor igualdad de sexos, muy alejada de la tópica,
falsa y recurrente imagen del cavernario arrastrando a la hembra de los pelos.
El cambio de una sociedad nómada
cazadora a otra sedentaria agricultora otorgó protagonismo a la figura
femenina. Se estableció un vínculo entre la fertilidad de la tierra y la
fecundidad de la mujer: las mujeres no sólo trabajaban los cultivos, sino que
se convirtieron en responsables de la abundancia de las cosechas, pues sólo
ellas poseían el misterio de la creación. La vida humana empezó a asimilarse al
ciclo vegetal: tras ser engendrados (la tierra pasa a transformarse en una
enorme matriz), tanto los hombres como las plantas crecen y terminan regresando
a las entrañas terrestres cuando mueren. Asimismo, esta evolución hizo que la
sacralidad femenina cobrase mayor importancia. En el Mediterráneo Oriental
(Egipto, Fenicia, Frigia y Grecia) empezaron a adorarse la Diosa bajo los aspectos de
Isis, Cibeles y Rea, consagradas a la fecundidad vegetal, animal y humana.
Es la Diosa “soberana”, que “resplandece con gran
majestad”, era adorada en su calidad de cultivadora, segadora y aventadora del
grano. Se representaba con una larga cabellera que le cubría la espalda, una
corona de flores que adornaba su cabeza y una túnica oscura “sembrada toda de unas
estrellas muy resplandecientes, en medio de las cuales el Luna de quince días
lanzaba rayos inflamados”. Pero dejemos que la propia Divinidad sea quien se
presente: “Soy madre y natura de todas las cosas, señora de todos los
elementos, principio y generación de los siglos, la mayor de los dioses y reina
de todos los difuntos, primera y única sola de todos los dioses y diosas del
cielo, que dispenso con mi poder y mando las alturas resplandecientes del
cielo, y las aguas saludables de la mar, y los secretos lloros del infierno. A
mí, sola y una diosa, honra y sacrifica todo el mundo en muchas maneras de
nombres”.
Con
el auge de las sociedades guerreras y depredadoras sus dirigentes necesitan
crear elementos unificadores capaces de aglutinar las diferentes comunidades al
tiempo que les permita no sólo afianzarse en el poder, sino extender sus
dominios territoriales y económicos, para conseguir sus propósitos necesita
dominar a los pueblos. Ahora bien, someter a los pueblos mediante el terror es
dificultoso y requiere de ingentes y costosos efectivos armados, por tanto,
llegan a la conclusión de que la manera más fácil y efectiva de lograr la
obediencia ciega es el sometimiento religioso. Pero como los preceptos
espirituales y morales emanados de la
Diosa no son nada proclives a las guerras, deciden crear un
dios a imagen y semejanza de sus propósitos, es decir, un dios masculino,
celoso que exige total entrega incondicional, vengativo, inmisericorde,
guerrero sediento de sangre de inocente y exterminador de pueblos, camuflado
bajo aparentes principios morales con los cuales el fin último perseguido es el
mayor sometimiento de los pueblos. Todo ello ayudado por una emergente casta
sacerdotal masculina perteneciente a los estamentos dominantes, cuando no eran los
propios reyes quienes asumían la dirección religiosa de las masas.
La
religión judeocristiana, tal como la conocemos, sería sólo una manifestación
más del patriarcado.
El ejemplo más notable que nos ha legado la historia es el del pueblo
israelita, una vez que fueron expulsados de Egipto en su deambular por el
desierto del Sinaí, sus dirigentes dispusieron de cuarenta años para unificar
las diferentes tribus y crear un estado (sin territorios) ultra nacionalista
bajo el patrocinio de un dios único en nombre del cual fueron borrados de la
faz de la tierra todos los disidentes. Una vez conseguida la unidad nacional
cimentada en ríos de sangre y disponiendo de una juventud adoctrinada para la
guerra de exterminio, al grito de ¡Anatema! se lanzaron como una pandemia sobre
los territorios del entorno aniquilando a todo ser viviente, no escapando en
ocasiones ni siquiera los animales domésticos a pesar del valor económico de
los mismos, todo ello amparado en la supuesta promesa de su dios Yahveh de “la tierra
prometida”Un aspecto curioso de este dios es que, como buen guerrero
El ejemplo más notable que nos ha legado la
historia es el del pueblo israelita, una vez que fueron expulsados de Egipto en
su deambular por el desierto del Sinaí, sus dirigentes dispusieron de cuarenta
años para unificar las diferentes tribus y crear un estado (sin territorios)
ultra nacionalista bajo el patrocinio de un dios único en nombre del cual
fueron borrados de la faz de la tierra todos los disidentes. Una vez conseguida
la unidad nacional cimentada en ríos de sangre y disponiendo de una juventud
adoctrinada para la guerra de exterminio, al grito de ¡Anatema! se lanzaron
como una pandemia sobre los territorios del entorno aniquilando a todo ser viviente,
no escapando en ocasiones ni siquiera los animales domésticos a pesar del valor
económico de los mismos, todo ello amparado en la supuesta promesa de su dios Yahveh de “la tierra
prometida”.
Un
aspecto curioso de este dios es que, como buen guerrero depredador, exigía su
parte del botín de guerra en oro, plata, esclavas vírgenes y cabezas de ganado,
otra cuestión es: ¿Para que necesitaba Yahveh esclavas mozas y vírgenes? ¿Por
qué el resto de las mujeres de los pueblos vencidos eran pasadas a cuchillo? Y
todo esto bajo unos supuestos mandamientos morales redactados por Moisés, los
cuales iban dirigidos a la plebe pues las castas dirigentes han venido haciendo
caso omiso de los mismos hasta la actualidad.
Hace
más de 4.000 años, un hombre llamado Abraham oyó una voz que le ordenaba matar
a su hijo primogénito, Isaac. La voz afirmaba ser dios, de manera que Abraham
se dispuso a obedecer hasta que el mismo dios (sanguinario) paró la mano de
Abraham cuando, cuchillo en mano, se disponía a sacrificar a Isaac. Aquel dios
quedó complacido con la obediencia de Abraham dispuesto a matar a su hijo
pequeño, dejando claro que este tipo de hombres dispuestos a matar niños al oír
una voz eran de su agrado, los elegidos, los espiritualmente dotados.
Desde
Abraham, los hombres tenían legitimación moral para matar, su dios se lo
ordenaba. Los hijos dejaron de ser de sus madres, los hombres tenían
comunicación directa con un poder superior que podía ordenar enviarlos a la
muerte y a matar. Y había que complacer a aquel dios cruel y guerrero.
Desde entonces se abrió la veda para caza del “no creyente” y no ha
cesado el acoso y la persecución contra los fieles de la Diosa-Madre. Uno
de los inquisidores más contumaces fue Jeremías, quien arremetió contra la Diosa-Madre Astaroth
o Asherah (Ver cap. 2 del libro de los Jueces) que era adorada
como La Reina
del Cielo, de acuerdo al libro del profeta Jeremías: “(Jeremías 7.16-20).
Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración, ni me ruegues; porque no te oiré. ¿No ves lo que éstos hacen en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? Los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego, y las mujeres amasan la masa, para hacer tortas a la reina del cielo y para hacer ofrendas a dioses ajenos, para provocarme a ira. ¿Me provocarán ellos a ira? dice Jehová. ¿No obran más bien ellos mismos su propia confusión? Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí que mi furor y mi ira se derramarán sobre este lugar, sobre los hombres, sobre los animales, sobre los árboles del campo y sobre los frutos de la tierra; se encenderán, y no se apagarán.”
¿Quien es la Reina
del Cielo?.-
Jeremías 44.7-30
“Ahora, pues, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ¿Por qué hacéis tan grande mal contra vosotros mismos, para ser destruidos el hombre y la mujer, el muchacho y el niño de pecho de en medio de Judá, sin que os quede remanente alguno, haciéndome enojar con las obras de vuestras manos, ofreciendo incienso a dioses ajenos en la tierra de Egipto, adonde habéis entrado para vivir, de suerte que os acabéis, y seáis por maldición y por oprobio a todas las naciones de la tierra? ¿Os habéis olvidado de las maldades de vuestros padres, de las maldades de los reyes de Judá, de las maldades de sus mujeres, de vuestras maldades y de las maldades de vuestras mujeres, que hicieron en la tierra de Judá y en las calles de Jerusalén? No se han humillado hasta el día de hoy, ni han tenido temor, ni han caminado en mi ley ni en mis estatutos, los cuales puse delante de vosotros y delante de vuestros padres.
Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo vuelvo mi rostro contra vosotros para mal, y para destruir a todo Judá. Y tomaré el resto de Judá que volvieron sus rostros para ir a tierra de Egipto para morar allí, y en tierra de Egipto serán todos consumidos; caerán a espada, y serán consumidos de hambre; a espada y de hambre morirán desde el menor hasta el mayor, y serán objeto de execración, de espanto, de maldición y de oprobio. Pues castigaré a los que moran en tierra de Egipto como castigué a Jerusalén, con espada, con hambre y con pestilencia. Y del resto de los de Judá que entraron en la tierra de Egipto para habitar allí, no habrá quien escape, ni quien quede vivo para volver a la tierra de Judá, por volver a la cual suspiran ellos para habitar allí; porque no volverán sino algunos fugitivos.
Entonces todos los que sabían que sus mujeres habían ofrecido incienso a dioses ajenos, y todas las mujeres que estaban presentes, una gran concurrencia, y todo el pueblo que habitaba en tierra de Egipto, en Patros, respondieron a Jeremías, diciendo: La palabra que nos has hablado en nombre de Jehová, no la oiremos de ti; sino que ciertamente pondremos por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca, para ofrecer incienso a la reina del cielo, derramándole libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes, en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén, y tuvimos abundancia de pan, y estuvimos alegres, y no vimos mal alguno.
Mas, desde que dejamos de ofrecer incienso a
la reina del cielo y de derramarle libaciones, nos falta todo, y a espada y de
hambre somos consumidos. Y cuando ofrecimos incienso a la reina del cielo, y le
derramamos libaciones, ¿acaso le hicimos nosotras tortas para tributarle culto,
y le derramamos libaciones, sin consentimiento de nuestros maridos?
Y habló Jeremías a todo el pueblo, a los hombres y a las mujeres y a todo el pueblo que le había respondido esto, diciendo: ¿No se ha acordado Jehová, y no ha venido a su memoria el incienso que ofrecisteis en las ciudades de Judá, y en las calles de Jerusalén, vosotros y vuestros padres, vuestros reyes y vuestros príncipes y el pueblo de la tierra?
Y no pudo sufrirlo más Jehová, a causa de la
maldad de vuestras obras, a causa de las abominaciones que habíais hecho; por
tanto, vuestra tierra fue puesta en asolamiento, en espanto y en maldición,
hasta quedar sin morador, como está hoy. Porque ofrecisteis incienso y
pecasteis contra Jehová, y no obedecisteis a la voz de Jehová, ni anduvisteis
en su ley ni en sus estatutos ni en sus testimonios; por tanto, ha venido sobre
vosotros este mal, como hasta hoy.”
Y dijo Jeremías a todo el pueblo, y a todas las mujeres: Oíd palabra de Jehová, todos los de Judá que estáis en tierra de Egipto. Así ha hablado Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, diciendo: Vosotros y vuestras mujeres hablasteis con vuestras bocas, y con vuestras manos lo ejecutasteis, diciendo: Cumpliremos efectivamente nuestros votos que hicimos, de ofrecer incienso a la reina del cielo y derramarle libaciones; confirmáis a la verdad vuestros votos, y ponéis vuestros votos por obra. Por tanto, oíd palabra de Jehová, todo Judá que habitáis en tierra de Egipto: He aquí he jurado por mi grande nombre, dice Jehová, que mi nombre no será invocado más en toda la tierra de Egipto por boca de ningún hombre de Judá, diciendo: Vive Jehová el Señor. He aquí que yo velo sobre ellos para mal, y no para bien; y todos los hombres de Judá que están en tierra de Egipto serán consumidos a espada y de hambre, hasta que perezcan del todo. Y los que escapen de la espada volverán de la tierra de Egipto a la tierra de Judá, pocos hombres; sabrá, pues, todo el resto de Judá que ha entrado en Egipto a morar allí, la palabra de quién ha de permanecer: si la mía, o la suya. Y esto tendréis por señal, dice Jehová, de que en este lugar os castigo, para que sepáis que de cierto permanecerán mis palabras para mal sobre vosotros. Así ha dicho Jehová: He aquí que yo entrego a Faraón Hofra rey de Egipto en mano de sus enemigos, y en mano de los que buscan su vida, así como entregué a Sedequías rey de Judá en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, su enemigo que buscaba su vida.
Vemos que el Dios judeo-cristiano finalmente ha captado el mensaje, que
el pueblo va a adorar a la Reina
del Cielo sin importar lo que él diga. Por lo tanto, Dios les dice que sigan
adelante con su rebelión, porque él los va a destruir totalmente. Dado el
carácter vengativo sanguinario y cruel de este Dios, no está dispuesto a que
“su pueblo elegido” continúe adorando a la Reina del Cielo, “Jehová es un Dios que exige
devoción exclusiva” (Éxodo 20:5),
y les amenaza con descargar sobre “su” pueblo toda su ira. El lector interesado
puede leer el relato completo del Juicio Divino en Jeremías 44:1-20-29.
Su temprano culto ubicuo, al
que el propio Rey Salomón le rindió culto (1 Reyes 11:5) también se convirtió
en el competidor dominante durante la
Edad de Hierro, para la formación concreta del monoteísmo
hebreo, antes de que fuera desfigurado y suprimido (Ezequiel 9:4-7, Is.13:18,
Num. 33:50-52).
“Destruiréis enteramente
todos los lugares donde las naciones que vosotros heredaréis sirvieron a sus
dioses, sobre los montes altos, y sobre los collados, y debajo de todo árbol
frondoso. Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y sus imágenes de
Asera consumiréis con fuego; y destruiréis las esculturas de sus dioses, y
raeréis su nombre de aquel lugar”. (Deut 12:2-3)
Miles de estatuillas (un 90%)
de la Reina del
Cielo han sido igualmente desenterradas en el lugar de nacimiento del judaísmo
y la cristiandad a través de excavaciones arqueológicas en el antiguo Canaan,
anterior a la invasión de los Levitas (Luvian) a la tierra que fluye leche y
miel (Éxodo 33:3).
“Rompan y boten sus altares,
quiebren sus piedras sagradas y corten su Asherah”
(Éxodo 34:13)
“Y yo acabaré todo su
regocijo, sus fiestas, sus lunas nuevas, sus sabats, y todas sus fiestas
solemnes”. (Hosea 2:13)
Según recoge un tratadista: “La palabra
Hebrea para Asherah, que tiene lugar más de cuarenta veces en la Biblia, sugiere para los
estudiosos alguna conexión con la bien conocida Diosa Madre Cananita Asherah.
La etimología de la palabra en hebreo no está clara. Puede derivar de un verbo
que significa “pisar, andar, ir derecho.” Los textos Ugaríticos Cananeos de los
siglos 14- 13 A
.C. presentan a Asherah como “Señora Asherah del Mar” nombre que significa
según los estudiosos “La que surca/subyuga el mar.” y “Madre de los Dioses”
Así pues, está claro que originalmente en el
antiguo Israel había una Diosa llamada “Asherah”, asociada con los
árboles y santuarios en los altos, que podía ser simbolizada a veces por un
palo de madera o la imagen de un árbol. Esta tradición referente a la Diosa vino a ser anatema con
el tiempo, pero, quedó perpetuada sólo mediante referencias veladas en la Biblia Hebrea.”
(Ángel G. 2007)
Mientras los judíos estuvieron confinados en
su propio universo en las sociedades politeístas más desarrolladas de su
tiempo, la greco-romana, los fieles de la Diosa practicaban sus cultos y ritos, existiendo
plena tolerancia entre las diferentes religiones.
La suplantación de la Diosa.-
En todo el mundo los pueblos continuaron a adorando a la Diosa-Madre aún mucho
tiempo después del advenimiento del cristianismo. En muchos lugares se adoraba
contemporáneamente al dios cristiano y a los dioses paganos, e incluso los
sacerdotes cristianos venían iniciados en los misterios paganos. En los
primeros tiempos del judeo-cristianismo mientras los cristianos tuvieron
interés en coexistir con el paganismo (en efecto no tenían alternativa, porque
los paganos los superaban numéricamente), dioses y Diosas fueron admitidos en
el panteón cristiano como santos, y las celebraciones paganas paulatinamente
fueron mantenidas, transformadas en festividades cristianas.
Esto fue así hasta que una secta monoteísta
y masculina surgida como una rama del judaísmo denominada cristianos, pasó de
ser marginada y perseguida como dañina para los intereses del imperio romano, a
ser tolerada en un principio y legalizada posteriormente (1314). A partir de
ese momento vuelven a resurgir los antiguos demonios del judaísmo contra la Diosa y comienza por parte
de los cristianos una de las mayores persecuciones de exterminio total de los
no cristianos recogida por la historia. (Ver capitulo 1, pagina 4)
Pero a pesar de los cientos de miles de
seres humanos asesinados, torturados, perseguidos y marginados por estas
legiones de cristianos disfrazadas de santidad, no pudieron ni han podido
erradicar de la mente del ser humano la ancestral adoración a la Diosa-Madre Universal,
por ello, decidieron cambiar de táctica y comenzaron a falsificar toda una
teología en torno a la madre de Jesús, a la que fueron aplicándole los aspectos
y atributos de la
Diosa-Madre, mediante burdas fábulas y interesadas y
tergiversadas reinterpretaciones de sus propios fundamentos.
Mediante dogmas impuestos, concilios y
decretos papales de la iglesia católica, la Gran Madre fue
transformada en la “virgen” madre de Cristo... su sexualidad cancelada, su
poder reducido de aquello de creadora del mundo a aquello de intermediaria
entre el hombre y el dios masculino.
Mas su poder sobre el genero humano no se desvaneció jamás del todo, y
aquellos que continuaron a adorar a los viejos dioses fueron llamados magos y
brujas servidores del demonio.
A estas fechas millones de
cristianos ignoran lo evidente, que el Nuevo Testamento es una mezcla de
leyenda, falsificación, testimonios confusos de testigos presénciales y
materiales tomados de otras tradiciones. Pero al negar esa evidencia no sólo se
equivocan sino que defienden frente a la crítica un sistema cada vez más
frágil.
No
es mi intención molestar con mis humildes planteamientos sobre la figura de
María a los honestos veneradores de la misma pues, en el fondo y aún
desconociéndolo, a quien realmente están venerando es a la Diosa-Madre Universal.
En el denominado Nuevo Testamento
(judeo-cristiano), no hay mención del papado, la veneración o adoración de
María (o de la inmaculada concepción de María, la perpetua virginidad de María,
la ascensión de María, o María como co-redentora y mediadora), las peticiones a
los santos en el cielo por su intercesión, la sucesión apostólica, las
ordenanzas de la iglesia funcionando como sacramentos, la confesión de pecados
a un sacerdote, el purgatorio, las indulgencias, o la autoridad paralela de las
tradición eclesiástica y la escritura.
De acuerdo a
algunas fuentes islámicas: “Cuando María llegó a su fin en este mundo, su
bendita forma fue enterrada en el Monte de los Olivos. Ciertas fuentes europeas
establecen que la Virgen
murió en Efeso.”
El hecho de que no encontremos en nuevo
testamento la expresa frase diciendo “María
pecó” no significa que María no haya pecado en su vida. Según
dicho texto debemos partir de que la condición normal del ser humano nacido de
mujer es ser pecador (Romanos 3:23), por ende, si María era la excepción (como
sostiene la teología católica), lo que el nuevo testamento debería aclarar
expresamente es que María nunca pecó, cosa que claramente no hace.
Si María era inmune al pecado, entonces no
tenía inmundicia; y por lo tanto, no tenía porque purificarse. Sin embargo,
María al dar a luz quedó inmunda según la ley judía y tuvo que cumplir con el
rito de purificación como cualquier mujer de su tiempo. La biblia dice lo
siguiente cuando José y María presentaron a Jesús:
“Y cuando se cumplieron los días de la
purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén
para presentarle al Señor” (Lucas 2:22).
Fueron a presentar a Jesús, de
acuerdo a la ley que se describe aquí: “Habla a los hijos de Israel y diles: La
mujer cuando conciba y dé a luz varón, será inmunda siete días; conforme a los
días de su menstruación será inmunda. Y al octavo día se circuncidará al niño.
Mas ella permanecerá treinta y tres días purificándose de su sangre; ninguna
cosa santa tocará, ni vendrá al santuario, hasta cuando sean cumplidos los días
de su purificación.” (Levítico 12:2 al 4).
Quizás usted piense que yo estoy
ofendiendo “a
la madre de Cristo” simplemente por negar, biblia en mano,
prerrogativas otorgadas que son ajenas a la palabra del dios judeo-cristiano.
En cambio, creo más bien que “ofenderla” es tratarla de algo que nunca fue,
colocándola en lugares en los que nunca estuvo, y suponiendo en ella atributos
que jamás tuvo.
Presentar a la verdadera María “bíblica”, lejos de ofenderla, es
respetarla y honrarla como mujer.
Desde el punto de vista bíblico
y objetivo, podemos decir que la doctrina de la Inmaculada Concepción
de María no es de su dios. Surgen interrogantes como: ¿Por qué el catolicismo
romano se empeña en que sus fieles se acerquen a María en vez de a Jesús
directamente?
Detrás de todo esto podemos ver una
maquinación para que se pierda el horizonte y la meta a la cual
pretendemos llegar los verdaderos seguidores de la Diosa-Madre Universal.
La
Diosa en Arabia.-
Antes de las revelaciones al profeta Mahoma
las tribus árabes adoraban a la
Diosa-Madre.
Uno de los sitios
para este culto de las “huestes del cielo” era La Meca. Con respecto al Kaaba
de La Meca,
aquel más santo de los santos musulmanes, Walker escribe: “La urna de la
sagrada piedra en La Meca,
anteriormente dedicada a la pre-islámica Triple Diosa Manat, Al-Lat (Alá), y
Al-Uzza, la “Anciana” a quien los hombres de la tribu de Mahoma, los
Koreshitas, le rendían culto. La piedra también fue llamada Kubaba, Kuba, o
Kube, y ha sido vinculada con el nombre de Cybila (Kybela), la Gran Madre de los
Dioses. La piedra llevaba el emblema del yoni, como la Piedra Negra a la
cual los votarios de Artemio le rendían culto.
Ahora es considerada como el santo centro del Islam patriarcal, y su
simbolismo femenino ha estado perdido, aunque sacerdotes de la Kaaba todavía son conocidos
como los Hijos de la
Mujer Anciana”.
En cuanto al Dios
del Islam, Alá, Walker dice lo siguiente:
“La tardía
masculinización islámica de la Diosa
árabe, Al-Lat o Al-Ilat - la
Allatu de los babilónicos - anteriormente se le rendía culto
en la Kaaba en La Meca. Se ha mostrado que
“el Alá del Islam” es una transformación masculina de “la primitiva deidad
lunar de Arabia.” Su antiguo símbolo de la luna creciente todavía aparece en
las banderas islámicas, aunque los Musulmanes modernos ya no admiten ningún
simbolismo femenino conectado con el total patriarca, Alá”.
De hecho, el Corán verifica
el estatus lunar o cielo-nocturno de Alá: “Recuerden el nombre de nuestro Señor
mañana y tarde; por el tiempo de la noche ríndasele culto: alábelo todo el
tiempo de la noche”. (Q 76:23)
Y en
Q 2:189: “Si lo cuestionan sobre las fases de la luna. Digan: “Son estaciones
arregladas para la humanidad y para la peregrinación.”
Estimado lector, si has tenido la paciencia
de leer lo anteriormente expuesto quiere decir tienes curiosidad o interés por
el tema tratado, en todo caso, recibe mi gratitud y reconocimiento por la
atención y tiempo dedicados, pero lo hasta aquí expuesto es sólo una puesta en
antecedentes, situación, preludio o excusa para tratar de la usurpación que por
parte del colonialismo español hemos sufrido los canarios de Nuestra Ancestral
Diosa-Madre Chaxiraxi. En capítulos posteriores desarrollaremos lo más
brevemente posible algunos aspectos de dicha usurpación y finalizaremos con la
divulgación de los documentos relativos al denominado “Pleito de los naturales
de Candelaria” por recuperar la posesión de la imagen de la Diosa Chaxiraxi
(virgen de Candelaria) procedentes del fondo de Ossuna y actualmente
depositados en el fondo Histórico del Ayuntamiento de La Laguna (Caja 0; expediente
10) los cuales en su día fueron sacados a la luz pública en la obra de D. Juan
Bethencourt Alfonso Historia del Pueblo Guanche, y que creo que
merecen ser divulgados.
Chaxiraxi, Diosa Negra.-
Entre los cultos de Oriente Medio sobresale,
el de la Diosa Madre,
que aparece en todas las grandes religiones de la antigüedad aunque su origen
es anterior a ellas. Fueron representadas generalmente de color negro porque
eran el símbolo de la Tierra
primigenia que, una vez fecundada por la
Sol, se convertía en fuente de toda vida, pero también porque
muchas de esas imágenes substituían, en el lugar de culto a una Piedra Negra de
origen meteorítico, que había sido venerada en esos santuarios desde tiempo
inmemorial. Tanta llegó a ser la fama que tenía el poder divino de tales rocas
meteóricas que los romanos las requisaron en los países conquistados para
venerarlas todas juntas en un templo dedicado a la Magna Mater (la Gran Madre) que
construyeron en el Palatino de Roma. Allí lograron reunir la piedra Kybele de
Frigia, la Lapis Lineus
de Anatolia y El Gebel de Siria entre otras, y a ellas acudía el pueblo en
general para solicitar favores, especialmente relacionados con la fecundidad en
el plano físico, tanto como con la fertilidad intelectual y espiritual.
(Blascksam)
Sulamita, la
amada de Salomón, es de piel oscura: “Soy morena, pero hermosa”, aparece en el
Cantar de los Cantares. Y así, encontramos Madonnas Negras como madre de dios.
Sin embargo, las vírgenes negras tienen orígenes precristianos. En Éfeso había
una estatua negra de Artemisa, de la que surgió una de las primeras vírgenes
negras. Las vírgenes negras son imágenes de la antigua Diosa Madre, cuyos
diferentes aspectos son conocidos, según cada cultura, como Ishtar, Astarté,
Afrodita, Venus, Démeter, Ceres, Hécate, Diana, Tierra, Gaia, Isis, la Gran Madre, la Gran Bretaña conoció
una Black Annis, la Madre
de los Dioses sincretizada por el catolicismo como la Virgen María. La
madre de dios representa el lado bondadoso y afable de la antigua triada de
Diosas.
Antes de la creación del cristianismo, se
veneraba en: Oriente Próximo, Egipto, Grecia, el Oeste de Europa, a la
"Diosa Madre" o la "Diosa de la Tierra", este culto
corresponde a una simbología Universal, representaba la naturaleza con su lado
negativo y positivo: sequías, hambre, tormentas, y al mismo tiempo era la Diosa de la fecundidad, la
abundancia y de la vida, es el principio femenino de todas las cosas, de ella
nace la vida.
El origen de las Diosas Negras asumidas por
el catolicismo como Vírgenes Negras data de tiempos remotos, siempre han sido
un misterio en la iconografía cristiana.
En Efeso
(Turquía) en el templo de Diana, se veneraba una estatua negra de la Gran Diosa, es
sorprendente ver que fue en Efeso donde Maria vivió tras la muerte de su Hijo,
según la tradición católica, se sitúa allí su “Asunción”, el lugar donde
ocurrió se denomina en turco “Karatchalti” es decir “la piedra negra”.
Las Diosas negras son de color oscuro porque representan
como queda dicho a la
Madre Tierra y a la sabiduría ancestral, que fue pretendida
por los Templarios, quienes como en siglos anteriores hicieron griegos y
romanos, asumieron la sabiduría, teología y espiritualidad de los sacerdotes
egipcios.
Al sur de Egipto, en la región llamada Nubia, cerca de Asuán,
existe una isla situada en el centro del Nilo denominada Isla de Philae (“Isla
del tiempo de Ra” para los antiguos egipcios). En esta isla se erige un templo
dedicado a la Diosa Isis
(o Hathor) y era, en tiempos de las cruzadas, el único emplazamiento en donde
se seguían realizando los antiguos cultos de los tiempos del Egipto
faraónico. Los Caballeros Templarios navegaron el Nilo en una de sus
incursiones por el país y alcanzaron esta isla. Seducidos por la hermosura del
lugar, por la paz y la espiritualidad que emanaba, y por la belleza del culto a
la antigua diosa, se sintieron tan atraídos que lo adaptaron a sus propias
creencias. Desde la instauración del Temple empezaron a proliferar imágenes de
vírgenes negras, como evocación a la ancestral Diosa Madre-Tierra Isis.
(Florian Yubero, 2009)
El problema que se encontraron los
Templarios en Europa era que el retorno al antiguo credo de la tierra, la
adoración de una deidad pagana, podría traerles graves problemas en el seno de
la férrea iglesia católica. Esto obligó a los miembros del Temple a ser muy
ingeniosos. Bajo un culto predominantemente masculino, y sabedores de que el
culto a la Diosa Madre
significaría sin duda una herejía, lo lógico hubiese sido equiparar a esta con la Virgen María, la
“Reina del Cielo”, como la llamaba San Bernardo y como aparece en el libro
Antiguo Testamento refiriéndose a Astarté, la equivalente fenicia de Isis.
Pero en vez de eso, los Caballeros
del Temple decidieron inventar la figura de “Nuestra Señora” y camuflar a la Diosa Madre bajo la
imagen de una “virgen negra”, asociando esta imagen a la María Magdalena
del cristianismo, a la que curiosamente los evangelios del siglo I y los
apócrifos reservan un papel mucho más importante que a la madre de Jesús, ya
que Maria Magdalena además de sacerdotisa de la Diosa era la compañera de
Jesús.
Con la llegada del Cristianismo, las
Diosas (vírgenes) pasaron a un segundo
lugar, pues el cristianismo es una religión “Patriarcal” (Padre, Hijo...), pero
los pueblos siguieron venerando a las “Diosas-Madres”, la iglesia católica
intentó armonizar el cristianismo con las tradiciones locales, el culto a Maria
se introdujo en el Concilio de Efeso año 431, como Virgen y Madre de Dios, esta
introducción se hizo lentamente.
Los católicos
medievales utilizaron el color negro en las imágenes de la Virgen, recogiendo el
legado de las Diosas madres prehistóricas y de sus sucesoras paganas, Isis,
Belisana o Artemisa. En el origen del culto a las diosas madres prehistóricas
encontramos unas piedras negras caídas del cielo, los meteoritos, adorados como
generadores de vida. En nuestros días pueden encontrarse las vírgenes negras en
muchos países europeos, especialmente en Francia y España como objeto de gran
devoción popular.
En las Galias, las tribus celtas,
adoraban a la Diosa
“Bélisama”, la virgen negra, la gran reina, en algunos lugares la Virgen Negra se ha
colocado en el mismo lugar donde antes estaba
consagrado al dios “Belén”, este dios era para los Celtas el equivalente
del dios “Apolo” (para los griegos, divinidad Solar).
Cuando se
estableció el cristianismo en el llamado viejo mundo se rezaba a Jesús pero,
aún así, muchos continuaron con la celebración de los antiguos ritos y subían a
los montes a encender sus hogueras tradicionales y a cocer sus pociones,
regresando a las casas con sus antorchas mágicas encendidas. La Iglesia se dio cuenta de
que no podría acabar con estos ritos y, en lugar de combatirlas, las substituyó
por otras similares celebradas en fechas parecidas y dedicadas a vírgenes y
santos que habían adoptado los caracteres de los antiguos dioses y diosas. Así,
Nuestra Señora de la
Candelaria toma el lugar de Belisana y es acompañada los días
1 y 2 de febrero por San Lucas, que reemplaza a Lug, dios del caldero. La
sacaban en procesión con una vela en la mano rodeada por doncellas que portaban
cirios encendidos y los fieles le ofrecían ramos de hierbas medicinales. El
sacerdote culminaba la celebración presentándola a todos como La Virgen Madre que trae
la Luz al mundo.
Lo llamativo, sin embargo, es que su imagen era de color negro. (Blascksam).
Así, Nuestra
Señora de la Candelaria
toma el lugar de Belisana y es acompañada los días 1 y 2 de febrero por San
Lucas, que reemplaza a Lug, dios del caldero. La sacaban en procesión con una
vela en la mano rodeada por doncellas que portaban cirios encendidos y los
fieles le ofrecían ramos de hierbas medicinales. El sacerdote culminaba la
celebración presentándola a todos como La Virgen Madre que trae
la Luz al mundo.
Lo llamativo, sin embargo, es que su imagen era de color negro ¿Por qué, quién
y cómo escogió el color negro para una figura cristiana que debía sustituir el
antiquísimo culto a la
Madre Tierra?
En la Edad Media europea, el
culto a la Virgen Negra
evolucionó.
Los artesanos y pintores debían seguir unas reglas muy estrictas, todas las Vírgenes Negras se parecen, aunque no son idénticas, algunas recuerdan a las estatuas de la Isla de Pascua, a Buda, a las estatuas Mayas, o africanas.
Los artesanos y pintores debían seguir unas reglas muy estrictas, todas las Vírgenes Negras se parecen, aunque no son idénticas, algunas recuerdan a las estatuas de la Isla de Pascua, a Buda, a las estatuas Mayas, o africanas.
Las que fueron realizadas y veneradas en el
siglo XI, tenían tres fuentes de inspiración: Celta, Oriental, y Monástica.
Normalmente tienen 13 características comunes:
Normalmente tienen 13 características comunes:
-
1) Todas están hechas de madera, y son de la misma
época (siglos XI y XII, son raras en el XIII).
- 2) Son
siempre Vírgenes en Majestad, la madre está sentada derecha, con el Niño en sus
rodillas.
- 3) El rostro
de la Virgen
no refleja ninguna emoción, (ni ternura, ni compasión), su expresión puede ser
oriental, egipcia.
- 4) Algunas son unas obras maestras, otras no lo son tanto.
- 5) El vestido siempre es de colores: blanco, rojo, azul, con adornos dorados a veces son de oro, la policromía era una regla en las esculturas de la Edad Media.
- 6) Todas
miden unos 70 cm de alto, 30 cm largo, 30 cm de profundidad.
- 7) Los lugares donde son expuestas son conocidos y visitados desde la antigüedad, el culto de Nuestra Señora era el mismo que el de una divinidad Celta, o pagana, cerca del lugar hay una fuente, un pozo, una gruta...
- 8) Un
elemento oriental es asociado a cada Virgen Negra, por lo visto fue
traído por los caballeros de las cruzadas.
- 9) En la Edad Media las gentes iban en peregrinación al santuario de la Virgen Negra. - 10) La Historia del Santuario, està relacionada con las abadías Benedictinas, del Cister y los Templarios.
- 11) En los edificios que acogen a las Vírgenes Negras,
hay unos signos esotéricos e iniciàticos.
- 12) Son lugares donde se han producido milagros.
- 13) Los rituales y las procesiones son similares. (Mariac)
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