Guayre Adarguma Anez’ Ram n Yghasen
La Diosa-Madre Chaxiraxi
ha sido desde el hombre tomó conciencia de que estaba dotado de espíritus y era
un ser diferente al resto de los habitantes del planeta, especialmente
distinguido y amparado por la causa de las causas la Divinidad Suprema
objeto de adoración. Hace unos doce mil años ocurrió lo que los arqueólogos e
historiadores llaman "revolución
neolítica" o "revolución agrícola".
También se produjo un cambio
social. Hasta entonces los hombres se habían ocupado de la caza y las mujeres,
de la recolección. La aparición de la agricultura, que potencia la tradicional
tarea de la mujer, acarrea una nueva valoración del elemento femenino. La
recolectora pasa a un primer plano. Se instituye el matriarcado.
Cada cultura, cada religión de
los pueblos antiguos, adoró una representación de la Diosa Madre,
representante de la estrella Spica dispensadora de fecundidad. La Diosa Madre se
asociaba a la estrella, es reina del cielo y madre de los otros dioses que se
derivan de ella. Las imágenes más antiguas a través de las cuales los seres humanos dieron
forma a una idea son las denominadas Venus o Diosas-Madre. Su presencia se
extiende por toda Europa, Asia, África, Australia, América. Esto es realmente
significativo, manifiesta una idea con gran arraigo entre las personas de todo
el mundo hace más 30.000 años (probablemente es muchos miles de años más
antigua), una idea que se fue diversificando y adaptando a las necesidades del
momento, pero manteniendo sus signos distintivos comunes.
¿A qué idea nos estamos refiriendo?... Pues a la de
la creación y regeneración de la vida, algo materializado por nuestros
antepasados en las mujeres y las hembras de los demás animales. Eran
ellas las que traían la vida al mundo, la alimentaban y cuidaban hasta que
pudiera valerse por sí misma. La supervivencia del grupo dependía de
ellas.
La
mayoría de sus representaciones antropomórficas se caracteriza por estar
desnudas o semi-desnudas y sin apenas adornos. Se trata en su mayoría de
mujeres maduras, madres, con rasgos sexuales muy pronunciados. Sus caderas,
vientre y pechos son grandes, por eso también se las llama venus esteatopígicas
(del griego: esteato es grasa y pigos es nalgas). La cara no
tiene rasgos (salvo alguna rara excepción) y sus brazos son casi inexistentes.
También sus piernas y pies están menos elaborados, presentando una forma
puntiaguda para poder ser hincados en el suelo u otra base blanda. Algunas
tienen restos de color rojo ocre, reflejan algo de vestimenta o tocados, pero
lo que realmente es común a todas es su acentuada sexualidad.
Todo esto hizo que muchos de los primeros
prehistoriadotes las calificaran como juguetes sexuales y obscenos de aquellos
lejanos antepasados, pero esta hipótesis está descartada desde hace mucho
tiempo.
Sibylle
von Reden lo entiende de la siguiente manera:
“En
la fase más antigua, en la que todavía no se reconocía una relación entre el
hecho de engendrar y el de dar a luz, la mujer, la engendradora, aparecía como
la fuerza creadora todopoderosa, que dominaba sobre el hombre y el animal,
sobre la vida y la muerte. Como Gran Madre encarnaba el deseo humano de
fertilidad así como la esperanza de superación de la muerte, a la que el hombre
de la Edad de
Piedra, que pocas veces alcanzaba una edad superior a los 25 ó 30 años, se
enfrentaba mucho más directamente que el hombre de hoy. Su signo mágico, la
vulva, la puerta hacia la vida, se grababa en la roca en los lugares de culto o
se esculpía en relieve desde los más antiguos tiempos auriñacienses. En forma
de cauríes acompañaba a los difuntos a la tumba, como amuleto, quizá para
asegurarles la resurrección”. Con la llegada de la agricultura el culto a esta
idea permaneció, la Madre
Tierra sustentaba los frutos y los animales. Se construyeron
templos megalíticos como morada de los muertos en el seno de la tierra de donde
nacieron, los de Malta son muy significativos, pero también en el sur de la Península Ibérica,
por toda la costa atlántica hasta Irlanda, Gran Bretaña, Francia… se encuentran
los mismos modelos.
En
tiempos ya históricos muchas divinidades femeninas adoptaron diferentes
aspectos de esta diosa ancestral generadora de todo lo creado, la antigua madre
de la tribu era ahora la madre patria. Estas formas son distintas pero
confluyen en el mismo concepto: las Diosas de los animales, de los campos, de
los cereales, de los árboles, de la salud y la curación, del amor y la
sexualidad, de la guerra y la victoria, de la sabiduría, del cielo, la Sol y el Luna, de los muertos…
en fin, sus títulos son muchos y hasta nosotros han llegado como Afrodita,
Pachamama, Astarté, Artemisa, Isis, Anapurna, Amaterasu, Cibeles, Diana, Istar,
Hator, Europa, Kali, Hera, Sarasvati, Tara, Satene, Venus, Chaxiraxi. (Pepe
Rodríguez; 2005)
La Diosa-Madre jamás ha
podido ser desarraigada del seno de la humanidad, hasta las religiones
masculinas monoteístas más reaccionarias han intentado durante milenios
desterrarla de las conciencias de los seres humanos, para así crear una
corriente colectiva proclive a los dioses masculinos formados a imagen y
semejanza de las hordas de guerreros sin piedad, masacradores de pueblos y
culturas, dioses que como el de los judeos-cristianos o el de los islámicos ordenaban
y ordenan – según sus dirigentes - a sus seguidores arrasar civilizaciones,
aplicar el anatema que les obliga a no dejar con vida ni siquiera a los
animales en los pueblos invadidos.
Naturalmente, estas actitudes depredatorias están
en total cotraposición con el mensaje de amor, de paz y armonía universal,
garante de la capacidad creadora y reproductora emanado de la Diosa-Madre Chaxiraxi,
por ello, las denominadas grandes religiones occidentales y muy especialmente
la secta católica, al serle imposible erradicar del sector de la humanidad
sometido a sus dictados religiosos, el profundo amor que este ha mostrado y
muestra por la Diosa-Madre,
han optado por usurparle su divinos atributos, enmascarándolos y
atribuyéndoselos a la Madre
de Jesús, de una manera tan burda que de
no ser tan serio el tema, movería a risa. De hecho, la secta católica ha ido
paulatina y subrepticiamente sustituyendo la adoración a Cristo por la de su
Madre María. Es signifacativo el hecho de que en los encuentros multitudinarios
mantenidos por el anterior papa de los católicos Juan XXIII en sus visitas a
diferentes países, los altares montados ex profeso para aquellos encuentros
estaban presididos por la figura de María, y no por la de su hijo Jesús, en un
claro intento de asumir para sí la inevitables implantación del reino de la Diosa-Madre en la
nueva era espiritual que estamos iniciando en este milenio.
La mayoría de los adherentes a la fe católica se
refieren alegremente a la
Virgen María como la
Reina del Cielo y entienden este término como uno de cariño,
amor y adoración. ¿Es este un término bíblico o un título católico aplicado a
la madre de Jesús en su intento por usurpar los atributos de la Diosa-Madre Universal?
Veamos las Escrituras judeo-cristianas.
"¿No
ves lo que hacen en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? Los
niños recogen la leña, los padres encienden el fuego, y las mujeres amasan la
masa, para hacer tortas a la reina del cielo, y para hacer ofrendas a dioses
ajenos, para provocarme a ira''. [Jeremías 7:17-18].
"Y cuando ofrecimos incienso a la reina del cielo, y le derramamos
libaciones, ¿acaso le hicimos nosotras tortas para tributarle culto, y le
derramamos libaciones, sin consentimiento de nuestros maridos?'' [Jeremías
44:16-17;19]. Aquí vemos que el pueblo rehusa en forma desafiante obedecer al
Dios, y continúa adorando a la
Reina del Cielo.
"Así ha hablado Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, diciendo:
Vosotros y vuestras mujeres hablasteis con vuestras bocas, y con vuestras manos
lo ejecutasteis, diciendo: Cumpliremos efectivamente nuestros votos que
hicimos, de ofrecer incienso a la reina del cielo, y derramarle libaciones;
confirmáis a la verdad vuestros votos, y ponéis vuestros votos por obra''
[Jeremías 44:25].
Vemos que el Dios judeo-cristiano
finalmente ha captado el mensaje, que el pueblo va a adorar a la Reina del Cielo sin importar
lo que él diga. Por lo tanto, Dios les dice que sigan adelante con su rebelión,
porque él los va a destruir totalmente. Dado el carácter vengativo sanguinario
y cruel de este Dios, no está dispuesto a que “su pueblo elegido” continúe
adorando a la Reina
del Cielo, “Jehová es un Dios que exige devoción
exclusiva” (Éxodo 20:5),
y les amenaza con descargar sobre “su” pueblo toda su ira. El lector
interesado puede leer el relato completo del Juicio Divino en Jeremías
44:1-20-29.
La pregunta entonces es, ¿quién
es esta Reina del Cielo que los israelitas adoraban, que provocó a su nuevo
Dios a tal ira? Afortunadamente, los anales históricos judíos nos dicen
exactamente qué era esta Reina del Cielo que tanto enojó a su nuevo Dios.
En Egipto, fue llamada Isis, Athor,
en Tibet y China, se la llamó Virgo
Deipara; Tara, en la india Lacksmi, Anatesaru en Japón, Ashera para los
hebreos, en Grecia, fue llamada Hestia, en
Roma, se le llamó Juno, o Paloma, en Cartago, Tanit, en Asia Menor,
Cibeles, en fenicia Astarté, para el Islán es Aisha, Oya en Nigeria,Coatlicue para
los Aztecas, Ixchel para los Mayas, Pele en Haway, en Canarias Chaxiraxi etc.
En Canarias,
al ser un territorio fragmentado en islas, con escasa comunicación entre sí en
los tiempos pre-coloniales, la
Diosa es designada por diferentes nombres, Chaxiraxi; Abora; moneyba; Tara, etc. E
incluso en una misma isla es conocida por diferentes nombres como es el caso de
Chinet (Tenerife) donde recibe las denominaciones ya castellanizadas de: Diosa
Celeste; Diosa Luz; Diosa Tajao…
“Pero quien es la Diosa Ashera que tanto temor
causaba al dios recién adoptado por las castas sacerdotales y dirigentes judías
de aquellos tiempos? Vemos lo que sobre el particular nos dice el periodista e investigador Xavier Pikaza en un riguroso estudio
realizado en torno a la Deidad:
“Ashera era una "Diosa común" de los pueblos del entorno bíblico (y
así aparece claramente en la misma Biblia judeo-cristiana). Puede significar la Brillante o la Feliz y su nombre y función
divina aparece, de formas convergentes, en Amón y Moab, en Edóm, Filistea y
Siria. Se pude comparar con Ishtar de Babilonia y con Isis de Egipto, y con
gran parte de las Diosas antiguas de Oriente.
Ashera, la Diosa. La
figura y función de Ashera, muy criticada por la Biblia, ha sido evocada con
cierta precisión en los textos prebíblicos de Ugarit (cultura cananea del norte
de Fenicia, del siglo XII-XII a. C.).
En su base encontramos la pareja engendradora (Ilu-El y
Athiratu-Ashera), que en algún sentido ha sido relegada, pues más que Ashera
actúan Baal y Anat-Ashtarte, los dioses
jóvenes. Pero El y Ashera no están inactivos, sino que desde el fondo de la
realidad, desde la fuente de las aguas dulces y saladas, engendran todo lo que
existe y actúan de jueces sobre el conjunto de la realidad. Al mismo tiempo,
ellos expresan la potencia engendradora, el principio de todo surgimiento, son
Padre y la Madre.
El Padre se llama Ilu o El, nombre que más tarde, tanto en hebreo (El, Elohim) como en árabe (Alláh), ha pasado a significar simplemente Dios. Su función originaria consiste en ser padre de todo lo que existe, especialmente de los dioses que reciben casi invariablemente el nombre de bn il o bn ilm, es decir, hijo o hijos de Dios. Ilu aparece también como mlk o rey: es soberano y juez que mantiene el orden tanto en el plano de los dioses como en el plano de los hombres. Es sabio y anciano (ab shanim, padre de años), guardián y sentido profundo de todo lo que existe.
La Madre es
Athiratu-Ashera, esposa de Ilu, engendradora o creadora de los dioses (qnyt ilm), que
normalmente se presentan como sus hijos. Ella aparece algunas veces como ilt
(=Ilat), es decir, como la Diosa
por excelencia. De manera más usual ella viene a manifestarse como Athiratu ym,
es decir, como Diosa del mar, quizá en recuerdo de su origen marino: ella es
reflejo de las aguas primigenias, portadoras primeras de la vida. Los cananeos
posteriores, igual que los hebreos, la presentan como Ashera, la gran Diosa Madre
originaria.
Ashera, diosa
engendradora. En esta perspectiva,
crear es engendrar. Entre los Padres divinos primigenios y el conjunto de la
realidad (dioses inferiores, elementos cósmicos, hombres...) hay una relación
procreadora, como supone un famoso canto de Ugarit: «Voy a invocar a
los dioses apuestos, a los voraces ya de sólo un día, que maman de los pezones
de Athiratu, de los pezones de la
Señora (Textos de Ugarit, KTU 1.23, 23-24).
Athiratu-Ashera es madre de leche abundante y de sus pechos
reciben vida los dioses nuevos, dioses apuestos.” (Xavier Pikaza, 2007)
Inanna (Innin) Diosa de origen sumerio. Es la diosa
más importante del panteón sumerio en la antigua Mesopotamia.
Es una diosa del amor, la fertilidad y la
guerra. Inanna aparece en varias tradiciones, como cuando descendió al
mundo subterráneo.
Una
variación de su nombre es Ninnanna, que significa “reina del
cielo”. También es llamada Ninsianna como
personificación del planeta Venus. Se representa a
Inanna como una persona cambiable, que primero atrae a los
hombres y después los rechaza.
Se la dibuja con vestidos ricos o
como una mujer desnuda. Su símbolo era la estrella de ocho
puntas. Los acadios la llamaron Ishtar. También es
llamada Inannu.
La Diosa tiene su Templo en
Zabalam. Summer. Protectora de Uruk (Erech). Asociada con la estrella matutina
(Venus). Diosa del amor y de la guerra. Es la Diosa de la naturaleza y de la fecundidad,
prolongación de la tradición de "Diosas Madres". Se la identifica con
la diosa griega Afrodita y la
Astarté fenicia. Tiene 7 templos en Aunque el mayor estaba en
Uruk E.Ana. Su paredro fue Dumuzz (Semidios y heroe de Uruk). El templo de
Eanna en Uruk, está dedicado a ella y a Anu.
Mío
es el cielo, mía es la tierra.
Soy
una guerrera, eso soy.
¿Hay
algún dios que pueda compararse conmigo?
Los
dioses son gorriones, yo soy un halcón.
Los
dioses van dando tumbos.
Yo
soy una soberbia vaca salvaje.
Canto de Inanna
Tara es un nombre sanscrito
cuya raíz Tri significa en el causativo "hacer atravesar",
"hacer alcanzar la otra orilla", en sentido propio como figurado, de
ahí el sentido general de "salvar, socorrer, liberar". El nombre
tibetano correspondiente es Dreulma o Drölma; tiene el mismo
sentido que Tara, ya que el verbo del que deriva significa "salvar, hacer
atravesar". Tara es por lo tanto: "aquella que hace atravesar (el
océano de las existencia)" o también "aquella que hace alcanzar (la
otra orilla en la que cesan los estados condicionados de la existencia)"
"Aya Tara responde instantáneamente
a todas las oraciones desinteresadas. Los deseos egoístas corren el riesgo de
tomar algo más de tiempo..."
Dos aspectos se despliegan en ella: la estrella
terrible en la noche de la cólera o la Gran Bella Dama llamada "Estrella que
salva".
Ella domina la potencia del tiempo, para los
fieles tibetanos santifica los sufrimientos del hambre y el vacío corporal
creado por la ascesis para la ofrenda de sacrificios con el fin de enseñar al
cuerpo la obediencia y la supremacía del espíritu. La potencia de Tara es tal
que puede destruir todo un sistema solar.
"Ella es el gran vacío, la Estrella de la cual Todo
fue gradualmente formado y que conduce a Todo hacia la liberación del ciclo sin
fin.
“Ella que crea, nutre y destruye el mundo, que
sostiene el Universo, Ella que quita el miedo asociado a la existencia, Ella:
la energía suprema que ella solamente puede evitarnos nacer indefinidamente...
Ella es el recipiente que nos permite atravesar el Océano del mundo"
Otro aspecto de la Diosa-Madre Ashera
es el de Isis, asumido por las culturas orientales y europeas más desarrolladas
de la antigüedad, bajo diferentes aspectos:
Isis
"La Gran Maga",
la gran diosa Madre, reina de los dioses, diosa de la maternidad y del
nacimiento, en la teogonía egipcia. "Señora de las pirámides" en
Giza. Su nombre egipcio era Ast,
que significa literalmente trono. En griego es Isis.
Isis es representada como mujer con el
jeroglífico Ast sobre su cabeza. Otras veces está sentada, ostentando un
tocado con el disco solar, por ser hija de Ra, el dios Solar. Podemos verla
igualmente con alas de milano, abriendo sus brazos para bendecir a sus devotos
e hijos, simbolizando su maternidad. Con forma de diosa árbol, amamantando al
faraón.
En su versión antropomorfa, Isis es representada
como una mujer que lleva un ajustado vestido y coronada con el
"trono" anteriormente explicado. A comienzos de la XVIII Dinastía y en
el período tardío es representada con cuernos y un disco solar entre ellos, al
modo de la diosa Hathor, por tanto atributos tomados de esta última diosa.
También porta
el sistro y el menat (tomados de la diosa Hathor) y, en sus manos, tan
sólo suele llevar el anj (ankh) y un bastón papiriforme.
Algunos de los títulos que
recibió la diosa son: "La
Gran Señora", "La Diosa-Madre",
"la Señora
del Cielo, de la Tierra
y del Inframundo" (en File), "Isis en todas sus
manifestaciones", "Señora de Raanefer", "La reina de
Mesen", "Señora de Hebet", "Señora de Abaton",
"Señora de los países del sur", "Señora de las pirámides",
"la divina, la única, la más grande de entre los dioses y Diosas, la reina
de todos los dioses", "el Ojo de Ra, la corona de Ra-Heru,
Sept", "Señora del Año Nuevo..."
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