GUAIRE
ADARGUMA ANEZ’ RAM N YGHASEN
Es
más que probable el que algunas de las expediciones marítimas organizadas por
los faraones egipcios para circunvalar el continente africano y dirigidas por
pilotos fenicios, recalaran en su periplo en algunas de las Islas Canarias
especialmente en las de Gran Canaria, Tenerife y La Palma, éstas estancias no
debieron ser lo suficientemente dilatadas en el tiempo como para dejar una gran
impronta cultural, pero sí dejaron huellas de su paso y estas han perdurado
durante un largo periodo de tiempo. Por ello, creemos que, los vestigios
existentes en las islas y que son de indudable adcrisción egipcia, pudieron ser
aportados por las poblaciones líbico-beréberes, las que en adelante
denominaremos más acertadamente como líbico-mazigias, o por propios
contingentes egipcios establecidos durante el periplo de Nekao, tal como hemos
apuntado. Estas poblaciones líbico-mazigias, mantuvieron durante largos
periodos de tiempo profundos contactos con los egipcios y consiguientemente
asumieron parte de su cultura, (época en que los awaritas (Palmeros) estuvieron
instalados en Hawara, como he expuesto en mi trabajo La
Diosa Madre en
Canarias). Los Libios gobernaron el país de los faraones en el transcurso
del llamado tercer periodo intermedio, conformando la XXII Dinastía (950-730 a.d.n.e.) conocida como
Dinastía Libia, la cual tuvo como capitales a Bubastis y Tanis,
nombre éste último que es una trascripción griega de Yani (para la Biblia es la ciudad de
Soan) bajo Egipto, fundada en 1730
a.d.n.e., en la XII Dinastía, y alcanzó su máximo apogeo bajo la
dirección de los reyes pastores, posiblemente esta ciudad dio el nombre de
Tinnit aplicado por los imazighen a la Diosa-Madre, práctica habitual en la época en que
las deidades daban nombre a las ciudades donde era veneradas y viceversa.
Tanit con el nombre mazigio de Tinnit una de las
innumerables denominaciones dadas a la Gran Diosa-Madre,
tuvo su origen en Mesopotamia, donde rigió todas las culturas que se
desarrollaron en torno a los ríos Eufrates y Tigris, de aquí paso a Egipto
donde su representación más importante fue Isis, de aquí fue asumida por los
líbios-mazigios bajo el nombre de
Tinnit de quienes probablemente asumieron el nombre los cartagineses, llevados
de su habitual política de buena vecindad, y aplicándolo a Astharté sin ninguna dificultad pues a fin de
cuentas es la misma Diosa con el mismo origen.
Los fenicios extendieron su culto por el Mediterráneo
y noroeste de África. En la zona mediterránea algunos de sus templos más
importantes estuvieron ubicados en Cartago Nova (Cartagena) y en Ibiza
(Eivissos/Eivissa) así como en Cartago. En el santuario de Ibiza la imagen
estaba pintada de rojo ocre, color posiblemente asociado al color de la vulva
femenina evidenciando un carácter matriarcal y del antiguo culto a la
fertilidad. Este culto como hemos indicado es el más antiguo de la humanidad,
sé ha prolongado hasta la edad moderna en que la iglesia católica en su afán
homogenizador a tratado de desprestigiar tachándolos de brujería y satanismo al
tiempo que los retomaba para su culto en torno al marianismo.
En las escrituras semíticas su nombre se escribe Tnt
que se pronuncia Tinit o Tanit y significa “La que llora”. Para invocarla se
decía Tnt pn B’l (Tanit pene Baal) que significa “La que llora en el rostro
de Baal”. En esta representación es una Diosa uránica y ctónica ya que
participa de los cielos y los infiernos. Señora de la Luna. La Paloma y la
granada son algunos de sus atributos, precisamente con la paloma y la granada,
el propio Salomón rendía culto a la
Diosa en el templo de Jerusalén, siendo la granada uno de los
elementos más notables del templo realizada por los artesanos fenicios que
colaboraron en la construcción del mismo.
La Diosa se cubría con una
esclavina de alas de buitre (sarcófago de Cartago) Estaba asociada al León como
Diosa de la Guerra. Es
la gran donadora de lluvia y de rocíos, virgen y madre. Los romanos perduraron
su culto junto a Baal con la
Diosa Caela Caelesti y los cristianos con San Agustín de
Hipona del que hemos visto algunos aspectos y que como veremos más adelante fue
quien introdujo el culto a la
Diosa en el cristianismo mediante las vírgenes negras.
También se cree que son representaciones de la Diosa, las Damas de Elche y de Basa. De ahí su
belleza hierática, lo sobre cargado de sus atributos. El caduceo, símbolo de la
sabiduría. La media Luna. La granada y la fruta funeraria. Uno de los signos de
Tanit que se repite en Cartago como en las Islas Canarias es un triángulo o
trapecio, en el vértice superior una barra horizontal cuyas extremidades a
veces se elevan perpendicularmente, y un círculo encima de éste (el Sol). Es el
símbolo más antiguo de la Diosa
y que se usa como protector contra las malas influencias, para proteger las
aguas y las cosechas. Tanit entroniza rodeada por leones. Cubriendo con su
manto a los mortales. La que llora a través de la lluvia fecundante. Tanit
Kurotrofos, aquella que alimenta o amamanta. Es Diosa de la muerte. Lejana,
turbadora. Cálida y cruel al mismo tiempo.
Tanit, en sus representaciones de Istar, Ishtar,
Astoret, Astarté, Tara, Chaxiraxi, Diosa Celeste, Moneiba, Diosa Abona, Diosa
de Tajao, Abora, Moneaba, que como hemos dicho son diferentes nombres para una
misma Diosa, entre cuyos atributos figuran como hemos indicado la media Luna,
el disco solar, el octogono y una estrella de ocho puntas que además de ser el
símbolo universal de la
Diosa-Madre, simboliza también a Venus o estrella de la
mañana que en Canarias es conocida como lucero del alba.
En su representación de Aster, su nombre
significa estrella de la mañana. Así pues como hemos indicado tanto
Astarté como Istar, es la Diosa
de la Luna y del
planeta Venus, y en la religión monoteísta y patriarcal era llamada por los
profetas judíos como “Reina de los Cielos” (Melekethas-Samaïm) y esposa
del Sol, o el “Rey de los Cielos” (Baal Samaïm), es decir, la
verdadera soberana del mundo, la
Diosa naturaleza. Así pues, de lo que no queda ninguna duda es de que Astarté, la Diosa-Madre, es la Diosa del fuego y la luz, la
señora de los astros y Diosa de la fecundidad. Astarté crea la Dinastía de los grandes dioses antiguos,
anteriores a las grandes religiones monoteístas patriarcales, y potencia la
vida a través de la sabiduría (en este caso simbolizada por el delfín, otra de
sus representaciones, en el caso gaditano-cartaginés por un atún) (Gitanita.
2001)
Es probable que la casta sacerdotal de la isla de
Chinech (Tenerife) conocida como Samarines, (Sacerdotes Samaras) que siempre
estuvieron rodeados de un gran hermetismo estuviese dedicada al culto de la Diosa y al estudio e
interpretación de los astros, así como la medicina.
Así pues, la Diosa-Madre llegó a las Islas Canarias con las
primeras arribadas exploradoras egipcios-púnicos, y posteriormente con los
mazigios. Estos últimos abordaron las islas directamente desde el continente en
una primera etapa y, como pueblos transportados posteriormente por gaditanos y
cartagineses, en todo caso, ambos contingentes poblacionales eran portadores de
un amplio substrato cultural de origen egipcio del cual quedaron en las islas
huellas fehacientes como tendremos oportunidad de ver. En las Islas, la Diosa tomó varios nombres
como iremos viendo, incluso los romanos de Here o Hera, o Juno, aplicado por
éstos a Tanit después de que destruyeron
Cartago y asumieron su imperio como resultado de la tercera guerra
púnica.
Ahora bien, la pregunta que durante centurias se ha
venido planteando por los historiadores e investigadores sobre nuestros
ancestros ha sido: ¿Cuándo llegaron los primeros pobladores a las islas? Como
hemos anotado, durante las últimas décadas un reducido grupos de intelectuales de mentes abiertas y con
verdaderos deseos de investigar objetiva y honestamente, han venido formulando
hipótesis cada vez más acertadas a la luz de los últimos descubrimientos
arqueológicos y mediante un estudio en profundidad de las antiguas fuentes
bibliográficas. Uno de estos documentadísimos trabajos es un extenso artículo desarrollado
por D. José A. Delgado Delgado, de la Universidad de La Laguna, al cual vamos a
seguir en las páginas siguientes, en las que trataremos de aproximarnos a la
ruta marítima seguida por la
Diosa-Madre hasta su arribo a las islas en tiempos arcaicos.
Uno de los vestigios arqueológicos mediante los cuales
se suele atestiguar las navegaciones en la antigüedad, por las costas y puertos
son aparte de los pecios, las ánforas que durante las operaciones de carga y
descarga de los navíos suelen caer al mar, además de las que como es lógico
suelen quedar en tierra con los productos que contienen. De estas vasijas
anferoides de clara adscripción púnica así como otros objetos abundan en las
islas, especialmente en las de Fuerteventura y Lanazarote, donde se localizan
una buena muestra de ellas así como en
Tenerife. Una porción de estas ánforas de Tenerife de clara adscripción púnica
son los cuatros ejemplares encontrados en el yacimiento de Montaña Reventada
por la Dra. Arnay,
así como otras dos localizadas por la misma doctora. Se trata de una cerámica
nunca valorada ni ambientada de modo adecuado hasta el momento. Michel Ponsich
(1970) nos proporciona una serie de noticias de vasos provistos de cuello y sin
apéndices, encontrados en sepulturas púnicas de la zona de Tetúan y de factura
bereber hechos a mano, y de tipología púnica, que podrían ponerse en estrecha
relación con nuestros vasos. (Rodrigo de Balbín Berhman, et al 1995:14) En otro
lugar de este trabajo abordamos más ampliamente este hallazgo. (José A. Delgado
Delgado)
En la isla de Tenerife, y según comunicado personal de
un grupo de personas que practican submarinismo, existen ánforas de posible
adscripción púnica en los siguientes lugares del litoral tinerfeño; Icod,
proximidades del puerto de la Cruz,
Punta de Guadamojete, costas de Arico y costas de Arona (Los Cristianos y Playa
de Las Américas). (Rafael Molina Tejera, 2001)
“Desde el hallazgo, excavación y publicación de la
piedra Zanata, hemos seguido actuando hacia la búsqueda de los restos de la
colonización feno-púnica de Canarias. En este sentido se siguió la prospección
de las proximidades al yacimiento Zinete, en la intención de documentar y
ambientar todo lo posible el hallazgo, y conocer en profundidad el
comportamiento arqueológico de las zonas altas de la isla. Así fue encontrado
el sitio de la Cañada
de los Ovejeros, por Rafael González Antón y Antonio Vela, en Diciembre de
1993. (Rodrigo de Balbín Berhamann et al. 1995:16)
Este yacimiento, está compuesto de un conjunto de
grandes piedras formando un gran circulo al pie de la montaña de Tomás Seche,
lugar donde abundaban los Cedros Canarios, y zona de abundante extracción de
pez debido a la abundancia de pinos
canariensis muchos de ellos centenarios que cubren no sólo la montaña, sino
todo el entorno, muchos de los cuales aún conservan huellas de las incisiones
que se les hacían para extraerles la savia con la que se elaboraba la pez
producto profusamente empleado entre otras aplicaciones, para calafatear
barcos.
“...Tenemos un último monumento muy llamativo, que son
los enterramientos infantiles en ánfora de Cendro, Telde, en el NE de Gran
Canaria. No existe aún sobre este documento ningún estudio científico, sino
parcas noticias de periódico y referencias genéricas (Museo Canario. 1984.) Su
expectación es tan grande como el deseo que tenemos de que su
excavador
publique al fin la memoria de estas excavaciones que nos pone de nuevo en
relación con el mundo de las ideas feno-púnicas y de los Tophes característicos
de esta cultura. En una zona de ladera se localizaron tres inhumaciones de
neonatos contenidas en recipientes cerámicos y otras trece mezcladas en el
sedimento con diversidad de detritus cerámicos, fauna terrestre y marina,
considerándose por sus excavadores como resultado del vaciamiento de cuevas de
habitación.” (Rodrigo de Balbin Berhmann et al, 1995: 18)
El hallazgo de ánforas o vasijas con esqueletos de
niños está también documentado en la isla de Tenerife, por el Doctor
Bethencourt Alfonso, quien nos dice que en el Charco del Boxo, en Arico,
dedicado por nuestros antepasados al bautizo de los recién nacidos, se
encontraron cinco tallas de barro conteniendo un esqueleto de niño cada una.
(Juan Bethencourt Alfonso, 1991:T.: 239)
El punto de partida y núcleo del estudio que se
desarrolla en las páginas siguientes es precisamente la investigación de uno de
esos indicios, de una pista cuyo rastro me ha llevado hasta los fenicios de la Cádiz de la época arcaica y
sus empresas marítimas en el Atlántico africano.
Entre las noticias geográficas que Plinio el Viejo
ofrece sobre la costa atlántica africana en su enciclopédica obra se encuentra
referida a la existencia de unas insulae Fortunatae. Su información
sobre ellas depende como reconoce expresamente, de Sebosus y Iuba.
Según el texto de Plinio distinguía dos grupos de islas; en el primero se
encontraban Iuniona. Pluvialia y Capraria, y en el segundo Invallis
y Planasia (nat. VI, 202-203). Juba, por su parte, y siempre siguiendo
el relato pliniano, incluía entre las Fortunatae las siguientes islas
(las cito en el orden en el que se enumeran): Ombrion, Iunonia, Iunonia (minor),
Capraria, Ninguaria y Canaria (nat. VI, 203-205).
...La notable excepción la
constituyen “Islas de Juno”, es decir, las islas que en el pasaje de
Plinio reciben el nombre de Iunonia. Su excepcionalidad proviene
del hecho de que se trata de un topónimo teóforo. Los topónimos de esta índole
no son demasiado frecuentes en la geografía antigua, aunque hay un ámbito en el
que aparecen especialmente documentados: en puntos concretos de las costas e
islas. Muchos de estos topónimos se encuentran en puertos, cabos, golfos,
promontorios, montes y otros accidentes geográficos que jalonaban las costas y
las rutas marítimas del Mediterráneo, apareciendo frecuentemente asociados a
aras, altares, templetes o templos.
Las características y funciones de los promontorios
vinculados a construcciones sacras fueron exploradas por E. Ch. Semple hace ya
más de 70 años, en un artículo de gran interés (aunque no exhaustivo) y que todavía hoy es el único que ha tratado
monográficamente este tema. Sus conclusiones proporcionan valiosas pistas para
entender la naturaleza de las “islas de Juno”. Semple constató la existencia de
175 de estos puntos a lo largo de buena parte de las costas del Mediterráneo,
desde la Península del Sinaí en
oriente hasta la
Península Ibérica en occidente. Descubría esta autora dos
principios básicos que recogían su distribución: a) jalonan las principales
rutas comerciales y b) aparecen (aisladas o en grupos) en las proximidades de
puertos. El primer principio se explica por la importancia de estos
promontorios como puntos de referencia para los navegantes, y el segundo por su
función de señalizadores de los puntos de partida y llegada de los viajes por
mar, indicando a los marineros que ya se encontraban en aguas familiares. (...)
Explicaba también que las divinidades que presidían estos lugares fueron muy
diversas, aunque de una forma u otra se vinculaban al mar y a las empresas
marinas: Apolo, Atenea, Hermes, Hera (o Juno), Posidón o dioses de origen semita como Baal, Melkart o
Astarté. Apreciaba también una sucesión o superposición de diferentes dioses en
ciertos promontorios, consecuencia de prácticas coloniales, empresas militares
u otras de control de territorio.
...Queda ahora por determinar la adscripción de las
“Islas de Juno”, en su condición de “lugares sacros”, a una cultura concreta.
Dada la localización atlántica de esas islas y la muy probable antigüedad de
las fuentes últimas del pasaje pliniano (en todo caso anteriores a Juba, como
se verá más adelante) hay que pensar en el mundo semita. En este punto hay que
hacer constar que al igual griegos y latinos, fenicios y púnicos conocieron la
tradición de “lugares sacros” costeros asociados a la navegación. Que en el
texto de Plinio dichos lugares aparezcan bajo la advocación de Juno, diosa de
nombre romano, puede significar únicamente que la divinidad originaria sufrió
una implantación, a través de lo que se conoce como “interpretatio”, por
la que el autor del texto, un latino, consideraba su equivalente. Quizás ya
dicha suplantación fue promovida por el propio Juba, fuente inmediata de
Plinio, que escribió su obra en griego y pudo haber conocido las islas con el
nombre de “islas de Hera” (cf. Ptol. IV,6,14). En cualquier caso esta práctica
está perfectamente atestiguada en muchos puertos del extremo Occidente, donde
la presencia de dioses griegos o latinos se explica como una adaptación a la
religiosidad grecolatina de divinidades semitas preexistentes.
...En cualquier caso, el abandono de Mogador en la
segunda mitad del siglo VI a.d.n.e., que coincide con el fin de un determinado
modelo económico (la “segunda fase” en el esquema de López Pardo), supuso el
fin de toda exploración y reconocimiento de la costa atlántica africana en
dichas latitudes extremas. Las “islas de Tanit”, “islas de Hera-Juno” de los
grecos latinos, fueron olvidadas y su recuerdo reducido a los datos que de
ellas quedaron registrados en la documentación conservada en Gadir (quizás
también en Lixus y despues en la
Cartago púnica) y tal vez también a algunas vagas referencias
en las tradiciones orales que pudieron circular en el entorno marinero de la
ciudad.” (José Á. Delgado Delgado, 2001: 1 y ss)
Es evidente que
los contactos de pueblos libio-púnicos con las islas contribuyeron a la
expansión del culto a la
Diosa Tanit, pero es más que probable que este culto ya se
practicara en las islas en épocas anteriores a la arribada de estas
poblaciones. Este aserto queda refrendado por el hecho de que la simbología
representativa de la Diosa
difundida en las islas, es mucho más arcaica que la empleada en Cartago en la
época en que ésta promocionó el poblamiento de las islas con poblaciones
libica-mazigias. Ello nos autoriza a creer que la población que habitaba el
territorio antes de la llegada de estas nuevas expediciones, no sólo tenía un
origen claramente norteafricano, sino que eran portadores de una cultura
religiosa feno-púnica anterior a la cartaginesa y, como hemos indicado más
arriba, con un gran substrato cultural de origen egipcio.
En este contexto es en el que hay que insertar la
noticia trasmitida por Pseudo Aristóteles (Mir. 84) y Diodoro Sículo
(5.19-20) del descubrimiento accidental de una isla en el Océano por “naves
fenicias” (gadiritas) que merodeaban la costa africana, que entendemos que
se debe identificar con el Archipiélago Canario, muy posiblemente con Gran
Canaria, donde se reconocen multitud de vestigios púnicos. Su descubrimiento
dio lugar a un asentamiento, posiblemente de pobladores gadiritas, que llegó a
ser conocido y codiciado por los etruscos, y que Cartago mandó destruir por
temor a que se estableciera una colonia a sus espaldas. Aunque se admite que
los textos se escriben en torno al 300 a.d.n.e., los hechos que se cuentan se
remontan a la época de la expansión etrusca, anterior al último tercio del
siglo VI o comienzos del V a.C., entre la batalla de Alalia (540 a.d.n.e.) y las Cumas
(474 ad.n.e.) en las que los etruscos
ganan
y pierden, respectivamente, su poder marítimo. El relato refleja, pues, el
enfrentamiento entre Gadir y Cartago, el intento del cierre del Estrecho a las
navegaciones no cartaginesas y muestra el cambio de orientación de las bases
económicas de Gadir originado por la crisis del comercio de metales hacía la
explotación de los recursos piscícolas, para cuyo propósito crea una amplia red
de factorías de pescado en cuyo contexto, según demuestra R. González Antón et
al. (1995), debe comenzar a insertarse la protohistoria de Canarias. Esto es lo
que decididamente indican con claridad, además de lo mencionado para Gran
Canaria, los datos: <<piedra Zanata>> (González Antón R., 1995) y
anforoides en Tenerife; hipogeos en Gran Canaria (Balbín Behrman, R. et al.,
1999): González Antón, R. et al. 19995); Representaciones de Tueris y Tanit
(Atoche Peña, P. 1997); pozo de cámara púnico con representación de Tanit
(Atoche Peña, P. et al. 1999) y escarabeos (Atoche Peña, P. Et al.1999) en
Lanzarote; presencia de palmeras datileras (Santana Santana, A. y Rodríguez
Toledo, J.M., 1997) en varias islas, y un largo etcétera que es difícil resumir
aquí.” (Enrique Gozalbes Cravioto, 2002: 47-48) Son varios los lugares en
nuestras islas que desde nuestro punto de vista tienen connotaciones feno-púnicas
y que veremos en su lugar, y que están íntimamente ligados a la Diosa Tanit, Tara o
Chaxiraxi.
Es probable que la religión de la Diosa-Madre, tal cual la practicaban los
feno-púnicos se sobrepusiera a otras
formas de adoración practicada por los primitivos moradores de las islas antes
de la llegada de los contingentes libios-fenicios, suponemos que sin grandes
traumas ya que básicamente los respectivos panteones se componían de iguales o
similares deidades, variando quizás algunos aspectos puramente formales de las
prácticas rituales, ya que como es natural las prácticas religiosas al ser
parte esencial de la comunidad, van evolucionando externamente es decir en sus
ritos, conforme lo hace la sociedad que los practica.
En Cartago, la epigrafía y los templos primitivos
documentan el culto Melkar y Astarté junto con un dios supremo Baal Shamem,
pero es posible que, a comienzos del siglo V a.d.n.e., se produjera allí una
cierta reforma religiosa, en la que obtuvieron la primacía Tanit y Baal Hammón.
Ellos son objeto de la mayoría de las dedicaciones conocidas, tanto en Cartago
como en su área de influencia en el Mediterráneo central. Tanit, identificada a
veces con Astarté, es el nombre de una Diosa fenicia de escaso relieve en su
país de origen, al igual que Baal Hammón, cuyo epíteto documenta cerca de Tiro,
quizás como el Baal de una pequeña ciudad llamada Hammón, o como el señor
del altar de los perfumes, que sería
el significado del vocablo Hmn. Ambos adquieren una gran importancia
como objeto de las más famosas actividades del culto cartaginés: los
sacrificios infantiles, uno de los temas más controvertidos hoy por los
investigadores (para Tenerife hay una cita como veremos más adelante), pero
desde luego el acto ceremonial más destacado de la religión y la vida pública
en Cartago.
En Cádiz, junto al famoso y citado santuario de
Melkar, debe señalarse otro de una Diosa llamada en época romana Venus Marina,
que puede ser Astarté, y el de un Baal Hammón, como probable antecedente del
templo de Cronos citado por Estrabón.
Panteones similares, y más o menos completos los había
en las restantes colonias occidentales, siendo factible determinar por ellos la
importancia de la presencia cartaginesa y el origen de sus primeros fundadores.
(Ramón Corzo, 1994: 54)
Otro de los aspectos culturales guanches capaces de
acercarnos cronológicamente a la época de los primeros poblamiento de las
islas, lo son sin duda los petroglifos,
este arte ampliamente difundido en todo
el orbe desde tiempos inmemoriales, en nuestro caso nos puede servir de guía
para ubicarnos en el tiempo. Estos petroglifos, (grabados que son realizados en
la piedra) una práctica artística
realizada por todas las culturas, posiblemente desde épocas anteriores al
neolítico, en el Archipiélago Canario los encontramos en todas las islas, su
temática es múltiple y compleja expresando los artistas mediante ellos,
diversos aspectos de la religión, mitos, mensajes sobre conocimientos de los
astros o señalan lugares sacros. Generalmente, en Canarias los yacimientos de
grabados rupestres suelen estar asociados a abundantes restos de cerámica. Es
de notar que la mayoría de estos grabados rupestres suelen estar orientados
Este a Oeste, especialmente los cruciformes que frecuentemente van asociados a
espirales sencillas o complicadas y con giros hacia la izquierda o derecha,
símbolos éstos que desde la antigüedad
son tenidos como representaciones de la fecundidad, del nacimiento y de
la vida después de la muerte.
En cuanto a la cronología de los grabados rupestres de
Canarias, los científicos no mantienen una línea de acuerdo, siendo dispares
las interpretaciones conforme a los intereses que defienden cada grupo en
función del grado de compromiso contraído con una u otra postura, es decir,
quienes practican la investigación por la investigación y quienes investigan
partiendo de las tesis emanadas desde la Metrópolis. Vemos
algunos planteamientos expuestos desde el punto de vista de los primeros por el
profesor de la Universidad
de Alicante D. Mauro S. Hernández Pérez: “...En este periodo sólo hemos
registrado el hallazgo de los yacimientos de La Erita, Tajodeque y El
Calvario, los tres en La Palma
(Jiménez de Cisneros, 1923), y, en el análisis teórico, la reiteración de las
opiniones de R. Veneau (Hooton, 1970,64), que, asimismo, utiliza J. Pérez
Barradas (1939) en su propuesta de cronología y migraciones en la que los
grabados no alfabetiformes corresponderían a los contactos de la primera
población canaria, los protoguanches, con Marruecos y la Península Ibérica
hacia el 2000-1800 a.C.,
mientras las inscripciones alfabéticas, que denomina siguiendo a G. Marcy inscriptiones
tifinagh, se relacionan con una segunda invasión camita situada hacía el
siglo VIII-IX a.C. La aportación más significativa de este periodo es, sin
lugar a dudas, G. Marcy. Sus estudios sobre las inscripciones líbicas (Marcy,
1937 y 1938) ejercen una notable influencia en los investigadores canarios.
Para G. Marcy los grabados alfabéticos canarios eran análogos a los saharianos
del borde atlántico, desde el Draa al Senegal, siendo sus autores los propios
habitantes de Canarias que como sus parientes los bereberes de Mauritania
conocían el alfabeto líbico.” (Mauro S. Hernández Pérez, 1996:31).
Continua.
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