GUAIRE
ADARGUMA ANEZ’ RAM N YGHASEN
Viene
de la pagina anterior
“...La etapa que se inicia en 1970 coincide con la
creación y primeras actuaciones del Departamento de Arqueología de la Universidad de La Laguna. Directamente
implicado, no puedo ser objetivo en la valoración de aquel periodo, que ha sido
considerado de “anquilosamiento” en la investigación, cuando no con otros
términos más duros.”
“En el campo de las manifestaciones rupestres se produce
una excepcional aportación al menos patrimonial. En efecto, el registro de
yacimientos aumentó considerablemente,
si bien los dos corpus elaborados en aquellos años permanecerían
inéditos. Uno de ellos sería realizado A. Beltrán y el otro por nosotros.
Beltrán
realizó en 1971 una monografía sobre el Barranco de Balos al que considera un
santuario, cuyos grabados, que responden a un culto a la fecundidad y al sol, tienen
una antigüedad de unos cuatro mil años –desde el Eneolítico o bronce Medio
europeo hasta nuestros días.” (Mauro S. Hernández Pérez, 1996: 35)
“...Ese aislamiento se entiende porque no hubo
navegaciones regulares y masivas entre las islas. Los aborígenes contaban
historias sobre algunas míticas travesías entre Tenerife, y La Gomera y El
Hierro, usando balsas de odres inflados, y hay dudosa descripción de canoas
hechas en Gran Canaria con corteza de Drago. Pero no eran navegantes, entre otras causas porque en el Archipiélago
no existían condiciones optimas para la navegación ni materiales adecuados para
fabricar embarcaciones. Tampoco existen pruebas arqueológicas. En La Palma
descubrimos un grabado que recuerda determinadas embarcaciones de la
antigüedad, pero como es el único caso hasta el momento, no estamos seguros de
que sea realmente un barco y no sólo lo parezca.” (J.F. Navarro Mederos, 2001)
En cuanto al tan debatido tema de la navegación en las
islas, dos de los autores que nos hablan
de navegaciones entre éstas, son el ingeniero cremonés Leonardo Torriani, cuya
obra sobre la historia de Canarias, aunque era citada por algunos autores como
Núñez de La Peña, no fue conocida hasta
que el investigador austriaco Dominik Josef Wölfel la tradujera y publicara en
Leipzig, en 1940, y el Ilustre Sabio
Canario, D. Juan Bethencourt Alfonso, quien nos habla de navegaciones entre las
islas usando foles y nos cuenta una sugestiva leyenda de la época mítica.
“Pescaban con cuerdas de cuero y con anzuelos de
huesos de cabras; y hacían las redes de yerbas y de palmas, parecidas a las que
se usan en los ríos de Lombardía, que son cuadradas y cuelgan de una percha
larga. También hacían barcos del árbol drago, que cavaban enteros, y después le
ponían lastre de piedra, y navegaban con remos y con vela de palma alrededor de
las costas de la isla; y también tenían por costumbre pasar a la isla
de Tenerife y a Fuerteventura y robar. Por esta navegación llegaron a parecerse
con los demás isleños, tanto en el leguaje
como en algunas costumbres, como se dijo de Fuerteventura, los cuales
imitaron a los canarios en su modo de hacer justicia.” (Leonardo Torriani,
1959: 113-14) Estas navegaciones entre islas, puede justificar la presencia en
la isla de Tamarán (Gran Canaria), de las hachas de piedra pulimentadas
descritas por el Doctor Chil y Naranjo, y encontradas en la ciudad de Arucas,
(2) Galdar (1) más otra procedente de La
Gomera y que actualmente forman parte de los fondos del Museo Canario. Es
posible que estas hachas estén elaboradas con piedras procedentes de
Fuerteventura, “...aunque tampoco falte la diorita en las Islas Canarias, pero no en la Gran Canaria, sino en
la de Fuerteventura, donde hemos
extraído muestras de esta durísima roca, en el poblado de Toto, próximo al
pueblo de Pájara, y que en rigor debe denominarse microdiorita por la
finura de su grano...”(Simón Benítez Padilla, 1965: 150). La pregunta es simple
¿Cómo llegaban las piedras de Furteventura a Gran Canaria y La Gomera? Por otra parte, la tamusni (historia oral)
recoge que, por la punta de la rasca, en Arona (Tenerife) acostumbraban a
desembarcar los canarios y Palmeros que venían a comerciar y en ocasiones a
robar ganado, como apoyo a esta posibilidad puedo atestiguar que hace años
recogí en el poblado de la Rasca, algunos fragmentos de una cerámica de hechura
fina y color negro que algunos entendidos adscribieron a la cerámica
pre-colonial de la isla de La Palma.
En cuanto a la navegación con foles, existen varias
narraciones que atestiguan navegaciones
entre islas en épocas pre-coloniales y
míticas. Según Bethencourt Alfonso, los guanches de Tenerife conservaban la
reminiscencia de una pavorosa catástrofe... referida de dos maneras por sus
descendientes: “Según unos, cierto día infausto, en medio de terremotos, erupciones volcánicas, y temblores se abismó
“la isla anegada que no volverá a aparecer hasta que no se hunda otra de las
siete que habitamos”; pero según otros, los cataclismos fueron sucesivos en un
lapso de tiempo más o menos largo, quedando las islas como en la actualidad
menos Tenerife y Gran Canaria Canaria que siguieron unidas por un arrecife entre Naga y la Isleta en Gran Canaria que
al fin desapareció también.”
Relacionadas con estos trastornos geológicos circulan
algunas consejas, de las que reproducimos las tres siguientes:
“Cuentan que una joven de la nobleza del tagoro Archaha,
reino de Adeje, llamada Guilda, en vísperas de casarse murió repentinamente su
prometido y pasado algún tiempo descubrió con horror que era madre.
Desesperada, porque según la ley la arrojarían viva al mar, confióse a un
siervo pescador, y convinieron en que la única probabilidad de salvarse era
ganar la isla de La Gomera sobre una balsa de foles o zurrones. Todo
preparado, una noche de tiempo favorable embarcó con gran sigilo por la playa
de Troya, no sin ofrecer a su cómplice que haría una gran hoguera si lograba
escapar, pues creían que La Gomera, Palma y Hierro estaban deshabitadas desde
la catástrofe, porque nunca vieron fuego en ellas.
Pero lo más curioso de dicha tradición tinerfeña es
que se completa con otra que hemos recogido en La Gomera. Existe en esta isla
cerca de San Sebastián, la aún llamada Playa de la guancha, porque en
tiempos muy remotos apareció por allí una joven de Tenerife embarcada sobre
zurrones. El acontecimiento conmovió la isla, y llevada ante el rey contó sus
desventuras y la causa que le obligó a huir de su tierra; añadiendo que no
esperaba encontrar gente porque nunca habían visto fuego. Como los indígenas
ignoraban el modo de obtenerlo, les enseñó frotando dos trozos de madera; y fue
tal el entusiasmo que el príncipe la tomó por esposa prohijando el ser que
llevaba en las entrañas. Pasado algún tiempo los esposos fueron a Tenerife,
saltando por la aguja de Teno.
Una sobrina del rey Archinife de Adeje, llamada
Guajara, era tan notable por su belleza que llegó a oídos del libertino Tauco,
primogénito del soberano de la isla de Canaria, que hizo viaje a Tenerife para
comprobar lo que pregonaba la fama. La realidad superaba a cuanto le habían
dicho y la solicitó por esposa; pero aunque el rey apoyó con calor la demanda, Guajara
alegó varios pretextos para rehuir el compromiso. Después de varios viajes
de Tauco, descubrió que era rechazado porque existía un rival oculto y
favorecido, el tagorero Ucanca, gobernador de esta región y el guerrero
más acreditado de su tiempo.
Tauco juró
venganza; y como se enteró que Guajara acompañada de dos siervas iba con
alguna frecuencia a recrearse de los retamales de Afonche, le preparó
una celada con algunos de sus vasallos y consiguió sorprenderla y forzarla,
huyendo seguidamente para Canaria temeroso a las consecuencias. No retornó Guajara
a la corte, sino que se encaminó al gobierno de su amante, para revelarle lo
sucedido; y Ucanca lleno de ira, después de ocultar a su prometida en la
cueva del mal país al amparo de sus hombres de guerra, marchó en persecución de
Tauco. Cuando llegó a Naga ya su enemigo había partido para Canaria; a
cuyo punto se dirigió salvando la distancia, <<por foles y por otras
andando sobre los arrecifes>>.
Después
de matar Ucanca a Tauco en singular combate, se casó con su
prometida; pero irritados contra el rey de Adeje por haber patrocinado a Tauco,
se revelaron levantando pendones contra el soberano hasta que lograron
enseñorearse de la isla, fundando la dinastía de los Guajara tan
celebrada en las tradiciones.
Pasadas algunas generaciones, un poderoso monarca de
la dinastía de los Guajaras tuvo un hijo llamado Binicherque, tan
orgulloso que no teniendo hermanas y no
encontrando entre la nobleza de la nación mujer diga de elevarla al trono, puso
los ojos en una princesa hija del rey de Canaria; a la que iba a galantear <<recorriendo
el camino partes andando y
parte
sobre foles>>. Creemos que
estos mitos ocultan sucesos positivos. Así, por ejemplo, en el banco o arrecife
entre Tenerife y Canaria vislumbramos trastornos geológicos mas o menos
grandes, [...] Claro que estas interpretaciones no pasan de meras hipótesis,
pero ya se ha convenido en que la
Mitología es la historia del pasado exornada por la poesía de
las generaciones sucesivas.” (Juan Bethencourt Alfonso, 1991,tomo I:62-64)
Nos hemos permitido esta digresión, para dejar patente
que si bien en el Archipiélago Canario no se practicaba una navegación
continuada y digamos “reglada” no por ello, nuestros ancestros la desconocían.
Siendo como eran las sociedades isleñas mayoritariamente ganaderas, que no
practicaban el comercio especulativo y que además eran sociedades desarrolladas
hacia dentro, es decir, “encerradas” en sus islas, poco interés pusieron en
desarrollar la navegación máxime cuando la mayoría de los grandes males que les
afligían, siempre provenían de la mar. Por otra parte, es plausible que en
alguna época sí practicaron la navegación a gran escala, la propia fragilidad
de los materiales han hecho que no llegara hasta nosotros pruebas materiales de
su existencia. No compartimos el planteamiento de algún autor que afirma que en
las islas no existía materiales idóneos para la construcción naval, debemos
admitir que si se refiera a elementos metálicos lleva razón, pues en las islas
no existen metales factibles de ser transformados con medios artesanales, pero
en cuanto a las maderas que eran los materiales básicos en la construcción de
buques, las islas de Tenerife, La Palma, La Gomera y Gran Canaria, eran
abundantes en pinos, cedros, tilos y en maderas nobles. Así mismo, los dragos
alcanzaban grandes proporciones, no siendo imposible construir con ellos
embarcaciones de considerables dimensiones, las cuales una vez debidamente
impermeabilizadas con pez o resina de pino podían transportar a diez o doce
navegantes.
El dibujo, por sí sólo es una pieza extrañísima pues
hasta el descubrimiento de este yacimiento no se tenía noticias de que los
antiguos Canarios tuviesen conocimiento de la existencia de éstos equinos. La
curiosidad ante tan insólita representación nos obligó a indagar en busca de manifestaciones paralelas
en nuestro entorno cultural, nuestros esfuerzos se vieron recompensados por el
hallazgo de otro grabado similar localizado en un yacimiento de la antigua
Nuvia egipcia, elaborado quizás con la misma técnica y que igualmente
representa a tres caballos con jinetes, pero en esta ocasión éstos son
guerreros que portan armas y escudos y además forma parte del conjunto un
elefante. Pero, siendo extraordinaria la similitud que muestran ambos grabados
no es menos extraordinario el hecho de que este grabado nubio, está datado nada
menos que en el 3.800 a.d.n.e.
Creo que esta datación nos puede aproximar la época en
que se produjo el primer poblamiento de las islas, o por lo menos a una de las primeras arribadas a la isla Tamaránt
(Gran Canaria).
Canarias
octubre de 2008.
Imágenes:
1.-
Santuario dedicado a la Diosa Tanit en
Taganana conocido como “Piedra de los Escalones”, en él, están grabados
prácticamente todos los signos referentes a la Diosa. Fotografía del Autor.
2.-
Grabado de un navío denominado “hipo” localizado en Garafia, isla Benahuare (La
Palma,) de claras característica fenicías insertado en otro dibujo pisciforme.
Tomado de: Manifestaciones rupestres de las Islas Canarias.
Fuentes
consultadas:
Juan
Bethencourt Alfonso
Historia
del Pueblo Guanche
Francisco
Lemus. Editor, La Laguna-Tenerife, 1991.
Ramón Corzo
Los fenicios, señores del mar
Historias del viejo mundo.
Madrid, 1994.
Leonardo Torriani
Descripción de las Islas Canarias.
Goya Ediciones.
Santa Cruz de Tenerife, 1959.
Enrique
Gonzalbes Cravioto
Los pueblos del áfrica Atlántica en la antigüedad.
En: Eres, revista del Museo Arqueológico de Tenerife.
Nº. 10, Pág. 61 y ss. Marzo de 2002.
Santa Cruz de Tenerife. Islas Canarias, 2002.
Rafael González Antón et al.
El Poblamiento de un Archipiélago Atlántico: Canarias en
el proceso Colonizador del Primer Milenio A.C.
En: Revista Eres. Museo Arqueológico de Tenerife, volumen 8,
año 1998.
Santa Cruz de Tenerife. Islas Canarias, 1998.
José A. Delgado Delgado
Las Islas de Juno: ¿Hitos de la navegación fenicia en el Atlántico en época arcaica?
Herodoto. Historia
Biblioteca Clásica Gredos.
Madrid, 1970.
Martin Almagro Bach y Martin Almagro Gorbea
Estudios de Arte Rupestre
Nubio.
Ed. Ministerio de Asunto Exteriores y Ministerio de
Educación Nacional (España)
C.S.I.C. Madrid (España), 1968.
Mauro S. Hernández Pérez
En: Manifestaciones Rupestres de la Islas Canarias.
Ed. Consejería de Educación y Deportes del Gobierno de
Canarias.
Dirección General de Patrimonio Histórico, año1996.
Gitanita
Nicaragua.com. 2001.
Las Palmas de Gran Canaria. Islas Canarias, 1996.
J.F. Navarro Mederos
La arqueología y Poblamiento Humano de La Gomera (Islas
Canarias).
BSCP Can ped 2001;25-Nº2.
Eduardo Pedro García Rodríguez
La
Diosa Madre en las islas Canarias (inédito)
Rodrigo de Balbín Berhrmann et al.
Datos
sobre la colonización púnica de Canarias.
En: Revista Eres. Museo Arqueológico de Tenerife, volumen 6,
junio de 1995.
Santa Cruz de Tenerife. Islas Canarias, 1995.
Enviado al coordinador de La Enciclopedia Digital
de Canaria el 6 de octubre de 2008.
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