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sábado, 26 de abril de 2014

LA DIOSA CHAXIRAXI SINCRETIZADA COMO VIRGEN DE CANDELARIA





HISTORIA DE UNA USURPACIÓN

Eduardo Pedro García Rodríguez


Capitulo II
 

    La Diosa-Madre se manifestó al hombre en África.-
  
   Es una verdad incuestionable que todos los seres vivos están dotados de espíritu; espíritu que emana de la Diosa-Madre Universal y que anima al ser humano desde su origen para cumplimiento de los designios divinos para con la humanidad. Debemos tener en cuenta que el cómputo del tiempo no es el mismo para la Diosa que para sus criaturas, por ello, el transcurso del tiempo es un mecanismo adoptado por el intelecto humano como referencia temporal y que nosotros contabilizamos por millones o miles de años. Para Ella no cuenta, pues Ella es el pasado, el presente y el futuro, tal como podemos concebirlo los seres vivos.
   Por ello el espíritu vivificador mora en el ser humano desde sus ancestros más lejanos, desde el Orrorin tugenensis con una antigüedad de 6 millones de años o el etíope Ardipithecus kadabba, con 5,7 millones, así como los  anamensis, afarensis, africanus, bahrelghazali y garhi, aethiopicus, boisei y robustus, Kenyanthropus platyops, todos ellos antecesores de la entrañable Lucy de quien el paleoantropólogo François Marchal del laboratorio de Antropología, adaptabilidad biológica y cultural de Marsella, nos dice:  

“Lucy pertenecía sencillamente a la especie más antigua del linaje humano, y era lógico situarla en el árbol genealógico de los homínidos, es decir, el conjunto de las formas humanas extinguidas o actuales que fueron el origen de todas las demás”.
 
   Todos ellos portadores, como he dicho, del germen de la Divinidad que iríamos comprendiendo y desarrollando con el transcurso de los milenios.
   La ciencia moderna sostiene que el hombre, como criatura física, y tal como se lo conoce actualmente, ha sufrido una evolución completa que lo ha convertido en una especie animal distinta de las demás.
   Nuestra especie, el hombre actual, Homo sapiens, se originó en el territorio que en la actualidad es Etiopía en África hace alrededor de 160.000 años.
   Desde África los sapiens sapiens habrían avanzado hacia el Cercano Oriente (Palestina), donde hay yacimientos antiguos de alrededor de 100.000 años. A Europa estos hombres modernos habrían entrado hacia los 40.000 años; a Australia, entre los 40.000 y 50.000 años, y a América, un poco más tarde.
   Lo anteriormente expuesto queda corroborado por un equipo internacional de investigadores encabezado por el doctor el doctor Tim White, paleoantropólogo de la Universidad de California en Berkeley que dirigió las excavaciones y el estudio de los restos.
   Este grupo científico internacional hizo público en Nature (junio 2003), un nuevo y apasionante capítulo de la historia humana a partir del análisis de los restos de tres individuos que habitaron la depresión de Afar, en Etiopía, hace nada menos que 160.000 años: los cráneos fosilizados de dos adultos y un niño aportan las evidencias más antiguas obtenidas hasta hoy de la presencia del Homo sapiens en el planeta, e iluminan una zona de nuestra historia evolutiva que aún permanecía en tinieblas. El hallazgo, realizado el 16 de noviembre de 1997 -pero que, dadas las dificultades del estudio posterior, sólo ahora pudo presentarse- fue considerado un avance mayor y uno de los descubrimientos más significativos acerca del amanecer de la humanidad, ya que permite precisar cuándo y dónde surgieron nuestros primeros ancestros.
   “El origen de los Homo sapiens y el destino de los Neanderthal han sido dos cuestiones fundamentales de los estudios evolutivos durante más de un siglo –según afirma el doctor Tim White. Pero había un obstáculo para resolverlas: no existían fósiles datados con precisión entre los 100.000 y los 300.000 años de antigüedad. El hecho de que estos cráneos exhiban mejillas muy prominentes, cara robusta, pero con un hueso frontal más vertical, y que la parte más ancha del rostro se encuentre sobre las orejas y no por debajo nos permite llegar a la conclusión de que se trata, ya en ese momento, de Homo sapiens modernos.
   Los fósiles estaban enterrados en antiguos sedimentos arenosos del poblado de Herto, al nordeste de Addis Abeba, capital de Etiopía. Todos pertenecen a la misma especie, se encontraban a alrededor de 200 metros uno de otro y exhibían signos de ritos mortuorios
   Los cráneos de Herto, por lo tanto, no son de hombres de Neanderthal (que se extinguieron en Europa hace 30.000 años) ni de Homo erectus. Su anatomía y antigüedad ofrecen evidencia sólida que respalda la teoría de la emergencia del ser humano moderno en África.”(Nora Bär – La Nación. ) 
   Como he dicho, el sapiens sapiens es el antepasado más directo de la actual Humanidad. Por lo tanto, posee una desarrollada cultural, que con el transcurso del tiempo se hizo cada vez más compleja, esta cultura entendida como la capacidad de transmitir información entre generaciones por medios extragénicos, se ha desarrollado de manera notable en la especie humana proporcionando, además, identidad a la propia especie. Los modelos de comportamiento integrados requeridos para la planificación y creación de herramientas se desarrollaron hace al menos 2,5 millones de años; además, también pudo haber existido en esa época alguna forma de código avanzado para la comunicación verbal. La organización de cacerías, la utilización del fuego, el uso de ropa y los enterramientos con un cierto carácter ritual, estaban ya bien establecidos hace 350.000 años. Hay evidencias que datan desde hace 30.000 o 40.000 años algunos rituales religiosos, registros sistemáticos de datos y la existencia de un lenguaje avanzado y unas ciertas normas necesarias para la organización social.
   Como hemos visto África es el único continente del planeta en el que aparecen fósiles que, a manera de eslabones, han permitido hablar de orígenes humanos a partir de un primate ancestral.
   El control del fuego.-
   El control del fuego por parte del hombre primitivo supuso indudablemente el mayor avance cultural de aquella época y, quedó tan profundamente impreso en la memoria colectiva de la humanidad que todas, absolutamente todas las religiones del mundo conservan y practican diferentes ritos dedicados al Fuego Sagrado.
   Estudios recientes inducen a creer que el hombre aprendió a controlar el fuego mucho antes de lo que la ciencia venía admitiendo, semillas carbonizadas, restos de madera y piedras de lumbre fueron halladas junto a madera en Israel.  El primer fuego obtenido por un ser humano posiblemente ardió hace ya 790 mil años, es decir 500 mil años antes de lo que se creía hasta ahora. Al menos así lo indican semillas carbonizadas, restos de madera y piedras de lumbre halladas junto a madera intacta en el norte de Israel. El hallazgo en la excavación de Gesher Benot Ya'aqov, presentado por la revista Science, podría explicar por qué aproximadamente al mismo tiempo se produjo el avance hacia las zonas climáticas más frías de Europa. Los autores del informe admiten que no se puede excluir totalmente que se trate de un fuego natural en vez de uno controlado por el hombre. Pero la distribución de la madera carbonizada y la intacta acercan mucho esa conclusión. Además, en el lugar del hallazgo ardieron madera y otros restos de tres plantas alimenticias: olivo, vid y cebada. Hasta ahora, algunos yacimientos en Europa y una cueva en China eran considerados la prueba de que el ser humano ya sabía manipular el fuego hace aproximadamente 250 mil a 300 mil años. A pesar de que existe cierta controversia, el reciente hallazgo en Israel es aceptado por la mayoría de los expertos. “Creo que esta es la mejor prueba de la utilización del fuego en la época anterior a hace 250 mil años”, afirma Richard Klein de la Universidad de Stanford, en California.
   El equipo de Naama Goren-Inbar, de la Universidad Hebraica en Jerusalén, investigó en total 23 mil 454 semillas y restos de frutos, así como 50 mil 582 fragmentos de madera en el yacimiento. Sólo el dos por ciento de los restos de madera y piedra de fuego y un porcentaje similar de semillas y restos de frutos estaba carbonizado, señala Science. Eso excluye la posibilidad de un fuego natural, causado por ejemplo por un rayo. Según los autores del estudio, el Homo erectus, el Homo ergaster o incluso un Homo sapiens anterior pueden ser considerados los autores del fuego. La capacidad de manipular fuego es considerada un paso decisivo en la evolución del ser humano, que acarreó cambios drásticos de comportamiento, en la alimentación, en el trato de unos con otros y en la defensa. Pero sobre todo podría haber desatado la “conquista” de Europa. Gesher Benot Ya'aqov está en una región desde la cual partieron los hombres hacia este continente.

El despertar de la conciencia.-

   No olvidemos que para la mentalidad primitiva -y para un amplio sector de la actual-, todas las cosas tienen su espíritu, y el espíritu del muerto no es más que un espíritu de especie superior.
   Los antropólogos han mencionado que el ser humano experimentó un cambio notable en sus hábitos y organización social cuando empezó a enterrar a sus muertos.
 
Afirman que antes de esa época, los humanos seguían el cauce de los ríos o las rutas migratorias de los animales. De esta forma los diversos grupos nómadas de cazadores y recolectores de frutos, cruzaban las estepas y valles. A su paso dejaban tras de sí a quienes perecían por causa de alguna enfermedad, lesión o cansancio, los cuales eran devorados por los animales depredadores.
 
   Por más prehistóricos que fueran, ¿no habrán sentido un terrible impacto al ver que sus familiares o amigos eran devorados por una bestia?
 
   La costumbre de enterrar a los muertos, confirió al hombre, aparte de la cuestión práctica de proteger los cadáveres, una connotación de índole espiritual. El entierro implicaba un rito en el cual aceptaban la idea y el sentimiento de otra existencia “más allá” de la que de manera tangible pudieran apreciar.
Si los primeros homínidos fueron capaces de tales prácticas, demostrarían estar dotados de una gran sensibilidad que los llevaba a venerar a sus muertos e incluso a tratarlos con cariño.
   Desde los primeros restos conocidos desde la prehistoria hasta la actualidad, la tumba ha sido el más elemental modo de expresión religiosa y es unas de las pruebas más concluyentes de la creencia en la otra vida, consustancial al hombre, incluso en las sociedades de mentalidad religiosa menos desarrollada.
   Sin que la regla sea absoluta, el hombre prehistórico cree en el mantenimiento de la personalidad en el “más allá”, con necesidades muy semejantes a las terrenas, como lo demuestran las armas, adornos y alimentos que se ofrendan a los muertos y que todavía se hallan junto a sus restos en las sepulturas
   En sitios arqueológicos vinculados con la Prehistoria, no se encontraron lápidas, ni inscripciones que transmitan nombres de divinidades ni de ritos, pero el hecho mismo del enterramiento y del cuidado a los difuntos, demuestra una creencia firme en un “más allá”. De otro modo no se explican las ceremonias funerarias y bastaría abandonar los cadáveres o cubrirlos con tierra sin la menor preocupación complementaria.
   Estos pueblos enterraban colores junto a los muertos, o pintaban los cadáveres y hasta los bañaban en substancias colorantes. El fin de estos procedimientos es complejo y múltiple. El rojo simboliza y sustituye la sangre, es decir, la energía vital, por lo que pintaban las entradas de las cavernas, ciertos utensilios y hasta sus cuerpos. Empapar un cadáver en color rojo equivalía a multiplicar la potencia vital del difunto en la otra vida.
   Como la momificación egipcia o canaria, el baño paleolítico de ocre rojo era garantía de inmortalidad, pues el color rojo es el color de la Diosa.
   Los muertos necesitan de los cuidados y las ofrendas de los vivos, mientras que éstos pueden ver afectada su existencia de manera favorable (protección de sus antepasados), o perjudicial (espíritus malignos, fantasmas) por la influencia de aquellos.
Con el advenimiento del último interglaciar, al mismo tiempo que comenzaba a difundirse la cultura musteriense, los hallazgos se hacen más variados.
   De este período, proceden verdaderas sepul­turas, las cuales estaban todas situadas en cavernas o abrigos rupestres, que prueban la existencia de un culto a los muertos.


 
 
 
Las primeras migraciones
 
   Según estudios recientes indican que los primeros humanos que salieron de África para poblar al mundo se dirigieron hacia el sur, a lo largo de la costa del Océano Índico.
 
   Al parecer pobló el mundo a partir de leves pero sucesivas oleadas migratorias que tuvieron distintas direcciones, según recientes análisis genéticos, cuyos resultados acaban de publicarse. Las nuevas informaciones demostrarían que esas migraciones no se habrían producido mediante un flujo único de salidas a otros continentes sino de manera intermitente, según los datos de un estudio científico publicado en el último número de la revista Proceeding of the Nacional Academy of Sciences (PNAS). El equipo científico que llevó a cabo esta investigación, dirigido por Sohini Ramachandra, del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de Stanford, de California, estudió información genética detallada de más de un millar de individuos de 53 poblaciones distintas del mundo.  
 
   Hasta ahora, los científicos siempre pensaron que el éxodo desde África, que se produjo hace 70.000 años, siguió una ruta norte hacia Europa y Asia. Sin embargo, de acuerdo a un estudio genético, los primeros humanos modernos se fueron por la costa, posiblemente atraídos por una dieta de comida de mar. Rápidamente alcanzaron Australia, pero tomaron mucho más tiempo en asentarse en Europa. El doctor Martin Richards de la Universidad de Leeds, quien tomó parte en el estudio, señaló que probablemente los primeros humanos se dirigieron al sur en busca de mejores zonas pesqueras cuando disminuyó la vida marina en el Mar Rojo, debido a drásticos cambios en el clima: “Eso puede haber sido lo que los empujó a Salir”.  Cuando los primeros humanos se desarrollaron en África, dependían principalmente del consumo de carne de animales y algunos vegetales. Sin embargo, aproximadamente hace 70.000 años ya se habían cambiado a una dieta marina, especialmente a base de mariscos.  Los nuevos estudios sugieren que se desplazaron a lo largo de las costas de la península Arábiga hacia India, Indonesia y Australia hace casi 65.000 años. Posteriormente una ramificación llevó a un asentamiento en el Medio Oriente y Asia, hace casi 30.000 o 40.000 años. Los datos están incluidos en los estudios que dos equipos científicos hicieron sobre el ADN de nativos de Malasia y de las Islas Andaman y Nicobar, ubicadas entre India y Birmania. Los científicos pueden estimar cómo estamos relacionados al estudiar el ADN de nuestras mitocondrias, las partes encargadas de producir la mayor parte de la energía necesaria de las células. 
 
   Los expertos detectaron una fuerte relación entre la genética de la población y su proximidad, y comprobaron que a menor distancia geográfica entre dos individuos cualesquiera, mayores semejanzas en el ADN de unos y otros.  Hasta ahora se creía en esa posibilidad pero se carecía de datos genéticos que lo confirmaran y además los estudios se ceñían a distancias geográficas demasiado cortas para investigar sobre la posible conexión entre este factor y la genética de las poblaciones. Según los científicos, el descubrimiento permite ampliar el conocimiento sobre la variación genética en los individuos, teniendo en cuenta que el factor de selección natural probablemente supone menos del 25 por ciento en la misma. Los investigadores comprobaron que, en el lugar de origen de las migraciones al resto del mundo, es decir, en África, las poblaciones mostraban la mayor diversidad genética. Por el contrario, en América, que fue el último lugar en ser colonizado por estas migraciones procedentes de África, se registraban las menores variaciones genéticas. Los científicos reiteran que los resultados de su investigación respaldan la explicación de que el proceso de colonización del mundo se habría producido a partir de una serie de oleadas migratorias y no mediante un flujo único.
 
   Es indudable que el hombre en sus migraciones portaba consigo su bagaje cultural y espiritual, es por ello que en todos los pueblos y culturas del mundo desde la más remota antigüedad adoran a la Diosa-Madre Universal en sus múltiples facetas y miles de nombres, prueba evidente del origen único de la Divinidad.
 

   Nacimiento de la agricultura.-
 
   El surgimiento de la agricultura determinó cambios muy  importantes en el hombre primitivo, de tipo social, cultural  y de la relación con su entorno. Tan importante fue este cambio que el inicio de la  práctica agrícola se toma como referencia para  estudiar los periodos del desarrollo cultural  del hombre, en la historia.
   Todo comenzó en ese momento misterioso e inmenso que conocemos como prehistoria, cuando nuestros lejanos antepasados lograron domesticar las primeras especies vegetales. Esto habría ocurrido hace unos 14.000 años.
   El surgimiento de la agricultura tuvo un impacto evidente: por primera vez era posible influir en la disponibilidad de los alimentos. Las consecuencias de este descubrimiento fueron estremecedoras: aparecieron las primeras aldeas, los recolectores nómadas se transformaron en campesinos sedentarios.
En primer término, debe destacarse que la producción de alimentos no desalojó de un día para el otro, a la recolección de alimentos.
   En los yacimientos de Egipto e Irán, en los cuales se revela por primera vez, la existencia de comunidades neolíticas, puede apreciarse que la supervivencia del régimen de recolección de alimentos es equiparable a la práctica del cultivo de cereales y la cría de animales. Sólo posteriormente fue declinando su importancia económica.
   Además, la economía productora de alimentos, saca al hombre de la inseguridad propia de la forma de vida del Paleolítico para darle una mayor tranquilidad con respecto a su futura existencia. La producción de alimentos proporciona la posibilidad de acumular un sobrante; los granos deben conservarse de modo que duren hasta la siguiente cosecha.
   El almacenamiento del grano ayudará a la comunidad a superar las dificultades originadas en períodos de sequía o de fracaso en las cosechas.
   El desarrollo de la economía y previsión, llevó a la formación de una reserva, que no solamente le dará tranquilidad sino que servirá de apoyo al crecimiento de la población y constituirá una base para el comercio rudimentario.
   Otro elemento que debe destacarse, es la autosuficiencia de la economía. La comunidad productora de alimentos no depende, para sus necesidades elementales, del intercambio con otro grupo. Produce todo el alimento que necesita y las familias se encargan de la fabricación de las herramientas, utensilios y armas que le son imprescindibles. Esta autosuficiencia económica no significa que la comunidad viva aislada. La práctica simultánea de diversos métodos para la producción de alimentos por grupos diferentes obligó a las distintas comunidades a entrar en contacto y con ello a romper el aislamiento. Podemos afirmar, entonces, que el aislamiento total no fue posible y que, si bien los contactos no fueron regulares y frecuentes, pudo llegarse a una especie de comercio irregular de lo que son testimonio las grandes distancias recorridas por algunos objetos.
   La actividad agrícola fue predominante para las economías durante miles de años antes de la revolución industrial. Pero su importancia no decae ni con la aparición de fábricas ni con la proclamada llegada de una era digital. Después de todo, se trata de producir alimentos. Y sin alimentos, la vida no es posible.
   Paralelamente al desarrollo de la agricultura se produce la domesticación de animales, este proceso se inició en el noveno milenio antes de la era actual en el Próximo Oriente, probablemente el perro fue el primer animal domesticado. Provenía del lobo o del chacal. El primer animal domesticado para la alimentación fue el carnero salvaje (Irán).
   El cerdo aparece domesticado hacia el 7000 en las costas libanesas, los bóvidos no lo son hasta el sexto milenio. Fueron utilizados en tareas agrícolas, el caballo y el asno fueron domesticados hasta el final del neolítico.
   Primeros asentamientos estables.-
   En torno al 9000 antes de la era occidental actual y el inicio de los tiempos post-pleistocénicos y con ellos del Holoceno, África se encuentra en el umbral de una transición cultural que preludia la recepción de la llamada revolución neolítica.
 
   Por entonces, África del Norte conoce un clima templado y benigno, con las industrias microlíticas del Capsiense, y también del complejo íbero-maurisien, al asimilar a un Mesolítico del África Menor, que florece en el Magreb,
 
   Coetáneamente el Próximo Oriente, tras el Mesolítico, conocerá la gestación de la llamada revolución neolítica que habrá de suponer una metamorfosis económica, societaria y cultural de la Ecúmene y que hace que en el vasto ámbito geográfico conocido como Creciente Fértil, que abarca Egipto, Siria-Palestina, Líbano, Anatolia, Asiria e Irán occidental, convertido en encrucijada innovadora, el hombre pasa de la recolección vegetal a la agricultura, y de la caza a la ganadería y técnicas agropecuarias
 
   Aparecerán las primeras aldeas o  habitaciones en comunidad, construidas en piedra y adobe, y también la artesanía en serie -como por ejemplo, la cerámica- y la distinción del arte propiamente dicho como técnica especializada. Surgen también nuevas experiencias religiosas junto con la magia tribal y muy pronto las sociedades humanas hacen viable, y al cacicazgo, y a la realeza como formas políticas.
   En alguna culturas estos establecimiento en las zonas de cultivo no siempre fueron fijos, según el antropólogo inglés Gordon Childe en la obra Los orígenes de la civilización, sostiene que no debe confundirse la adopción de la agricultura con la adopción de una vida sedentaria. 

   Para ello se basa en el procedimiento de cultivo de muchos campesinos de Asia África y América del Sur, quienes aún hoy, despejan una zona dé árboles, remueven la tierra simplemente con una estaca y siembran en ella hasta que las riquezas del suelo se agotan. Cuando toda la tierra cercana al poblado, ha sido cultivada hasta su agotamiento; se trasladan para comenzar el cultivo en otra parte. Esta es la forma mas primitiva de agricultura, llamada cultivo de azada o cultivo hortense.
   Como hemos visto, tras la denominada revolución neolítica, que en modo alguno es una convulsión violenta y rápida como pudiera inducir a creer la palabra “revolución”, sino que se trata de un proceso lento, al final del cual los hombres consiguen el control sobre su propio abastecimiento de alimentos mediante la selección de las semillas, domesticación de animales, cultivo de plantas e introducción de mejoras tecnológicas. Comienza un periodo de asentamiento de grupos familiares y afines dando lugar al surgimiento de poblados que podemos considerar como proto- urbanos. 


   En torno a grandes ríos -el Éufrates y el Tigris, el Indo, el Nilo, el Yangtsé- surgen las denominadas grandes civilizaciones. La primera de estas civilizaciones fue Sumer,
 hace 5.500 años. Los sumerios, cuya civilización se extendió hasta el norte del Éufrates, fueron creadores de  un tipo de escritura denominada cuneiforme. Es escritura en tablillas de arcilla, en tablas de piedra o en papiros. Los textos más antiguos que conocemos son leyes recogidas el  Código de Hammurabi, además de contabilidades y crónicas con una antigüedad de 4000 años.
 
   El aumento de población  por la mejor alimentación tras la revolución neolítica, obligó a la población a bajar a los valles, con suelos más ricos por la abundancia de agua y las crecidas anuales. Fue necesario controlar el río con diques y canales. Se pueden poner en cultivo nuevas tierras, aumentar su productividad, garantizar la estabilidad, mantener más animales. La riqueza aumenta, aumenta la población, aumenta la especialización.
   El cuidado y defensa de los sistemas de canales requiere un marco distinto: se crean las primeras ciudades. La revolución urbana supone una organización más compleja: asentamientos más amplios, diversificación y especialización del trabajo (junto a las actividades ya existentes en el campo, surgen ahora otras propiamente urbanas), intercambios  entre campo y ciudad (excedentes agrarios por productos manufacturados). Esto requiere mayor organización y cooperación: un sector de población se dedica a la administración y control de la economía a través de un conocimiento de las crecidas de los ríos, muy ligado a las creencias religiosas; luego, este grupo se convierte en clase dirigente y crea unos instrumentos (ejército, leyes, burocracia, impuestos, escritura...): ha nacido el Estado o poder político y, la aparición de dioses guerreros acorde con las pretensiones de  poder de las clases dominantes y guerreras, al servicio de las cuales surge un  clero servil y ambicioso.
   Como fruto del dominio de un sector de la población sobre el otro surge el acaparamiento de los excedentes: por primera vez conviven ricos y pobres -jerarquización social-. Pero lo más destacado es la aparición de la esclavitud, que marca la diferencia fundamental entre hombres libres y no libres. También en este periodo histórico comenzaron las guerras por el poder territorial, económico, político y religioso las cuales han continuado hasta nuestros días.








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