Guayre Adarguma Anez’ Ram n Yghasen
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El núcleo de este simbolismo lo
constituirían los tres dragos encerrando entre sus raíces la piedra con el
grabado podomorfo. Precisamente, un árbol
encerrando entre sus raíces una piedra simboliza en el pensamiento
norteafricano tradicional la unión de los dos espíritus que constituyen la
personalidad humana: nefs y rruh, constituyendo a menudo lo esencial de un
santuario. Normalmente, estas prácticas religiosas de los primitivos canarios han sido
interpretadas interesadamente por la secta católica como “apariciones de la
virgen” a los gentiles, anunciando la llegada del cristianismo.
Tal como nos expone el
investigador José Carlos Cabrera Pérez: “Documentados en los agrestes oratorios
del Norte de África, en los templos fenopúnicos del ecumene cananeo e, incluso,
en los santuarios de ese gran crisol de credos que fue la religión romana, la
esencia pagana de los podomorfos sería reinterpretada con el paso de los
siglos, al compás del avance de las oleadas islámicas y cristianas en ambas
orillas del Mediterráneo. Su asimilación a la huella del pie de Fátima, de la Virgen o de diversos santos
y morabitos se repite en nuestro Archipiélago, cuando la religiosidad popular y
la tradición oral mencionan el “Pie de la Virgen” en Barranco Azul o el “Pie de fray Juan
de San Torcaz” en Río Palmas, ambos en Fuerteventura. La advocación mariana
desarrollada a partir de los viejos cultos a la fuente y al árbol en el
santuario de Teror es, quizá, el ejemplo más concluyente de su carácter
mágico-religioso entre las primitivas culturas canarias y de los esfuerzos de
cristianización acometidos por los misioneros que llegan a las islas a raíz de
la conquista.”
Y continua el autor: “Pero la
lectura de los podomorfos ha de realizarse desde una perspectiva más amplia y,
sobre todo, inherente a lo que significan por sí mismos, debiendo entroncarlos
con los viejos cultos y creencias mediterráneos. La veneración hacia
divinidades, espíritus o genios inmateriales –los “Invisibles”-, que escogen
como lugar de fijación la cima de determinadas montañas, las fuentes naturales
o determinados árboles, que quedan consagrados como santuarios donde se les
rinde culto, justifican la aparición de este tipo de inscripciones. Las huellas
de pie constituirían la forma de representar iconográficamente a aquellas
entidades sobrenaturales de naturaleza benéfica, con frecuencia los espíritus
de sus antepasados, distinguidas por el don de la invisibilidad y actuando como
intermediarios ante los dioses supremos en la solicitud de lluvias abundantes y
de la munificencia de la tierra y del ganado.” (José Carlos Cabrera Pérez.
2000.)
Estos ritos sagrados
canario-mazigios fueron sometidos a un intenso proceso transculturador con la
llegada castellana, dando lugar al actual culto a la Virgen del Pino de Teror.
Es indudable que durante mucho
tiempo después de la ocupación de la isla la adoración a Nuestra Diosa
Chaxiraxi en su aspecto que luego sería conocido como virgen del Pino, fue
exclusiva de los antiguos canarios, sin que intervinieran en sus ritos y
romerías los invasores, según testimonio de Marín de
Cubas, los canarios aborígenes, en
tiempos precoloniales, hacían a la “Madre de Dios” sus fiestas y regocijos de
luces y hogueras.
Por otra parte, en los primeros documentos que
hacen referencia a la imagen no se le menciona por un nombre determinado
citándola simplemente como “Nuestra Señora”. La primera imagen pudo ser la descrita
en el inventario de la visita del Obispo católico Diego Deza, en 12 de marzo de
1558: “ay en el dicho altar otra imagen de Nuestra Señora de bulto con una
coronita de estaño” pero ni los clérigos
José García Ortega, Ignacio
Quintana o Santiago Cazorla explican la
existencia de esta talla, que creemos fue la primera que existió en Teror, y
debió sobrevivir hasta 1590, año en que, por disposición del Obispo católico Fernando Suárez de Figueroa,
probablemente fue enterrada a causa de su hechura no acorde con los parámetros
católicos. Esta circunstancia posiblemente despertó el secular celo de la Inquisición española
en Canarias tal como recoge el historiador
Agustín Millares Torres: “en el archivo del extinguido Tribunal de la Inquisición existía un
expediente formado en averiguación de las circunstancias milagrosas que
acompañaron a la aparición o hallazgo de la Virgen del Pino, y en él resultaba implicado un
Juan Pérez de Villanueva, vecino de Teror en la época de la conquista”
Por otra parte, el coronel de los ejércitos
imperiales de su Majestad Británica, y gran conocedor de La India y de las islas, A.B.
Ellis nos dejó un curioso testimonio
tardío (1820) en relación con la imagen de la virgen del Pino la cual debió
ser muy singular: “Entre otras imágenes
extraordinarias de esta isla, una de las más extrañas es la que existe en la
iglesia de Teror, una pequeña pero pintoresca aldea situada a unas once millas
de Las Palmas. Es de madera, está cubierta de joyas y provista de cuatro
brazos, y lo que para alguien que conozca las deidades de La India supondría que intenta
representar al dios hindú Visnú, aquí, sin embargo, es la Virgen, y la tradición
asegura que hace algunos siglos se la encontró milagrosamente clavada en un
pino de un bosque cercano. No obstante, el motivo por el que tiene cuatro
brazos es un misterio que dudo que incluso un sacerdote pueda resolver
satisfactoriamente.”
“El culto a la Virgen del Pino no tuvo en
el siglo XVI la popularidad que alcanzó en los siglos posteriores. En lo que
respecta a la vida religiosa, el Cabildo Catedral acordó, el 7 de octubre de
1521, ayudar con cinco doblas al clérigo que debía celebrar todos los domingos;
y también acordó, el 3 de abril de 1528, que dicho clérigo había de ser
obligado a decir Misa todos los días de las fiestas de Nuestra Señora y todos
los días de los Apóstoles 40; en este acuerdo se consigna “el Clérigo que
subiera y dijera las dichas misas”, de lo que se deduce que por esa época
de 1528 no había aún un cura residente. Parece evidente que, antes de 1558, se
realizaran procesiones en Teror con la imagen de la Virgen. En el acta de
la visita del Obispo Deza en dicho año, se consigna: “...Item unas andicas
de madera en que suelen llevar a Nuestra Señora en procesión...”; la
procesión se haría por los caminos existentes y sin un itinerario prefijado,
como parece desprenderse de una disposición del Obispo de La Cámara y Murga: “porque
la procesión de Nuestra Señora de la Natividad
se hacía por muchos caminos con grande incomodidad por ser malos dichos
caminos y no a propósito y lo mismo la procesión del día del Corpus,
mandamos que de aquí adelante las dichas procesiones se hagan saliendo
de la Iglesia
la plaza adelante”.(Vicente Hernández
Jiménez)
Existen
fundamentos para creer que la primitiva imagen de Teror representaba a la Diosa Chaxiraxi sincrietizada
como virgen de Candelaria, en los tiempos de la primera ermita del Pino. Si nos
preguntamos si existió un culto a la virgen de Candelaria antes que a la del
Pino. La contestación es afirmativa; la advocación tinerfeña estuvo extendida
por todo el Archipiélago, y, por tanto, en Gran Canaria. En este sentido de
generalización hay que entender la leyenda, recogida por Viera y Clavijo, de
que Sancho de Herrera robó la
Virgen de Candelaria y la colocó en Fuerteventura, así como
la intercalación de Marín y Cubas, en el capítulo dedicado a la Virgen del Pino, “…continuose
la devoción a Nuestra Señora; en que se dixo que luego que salió de
Canaria Nuestra Señora de Candelaria, la Virgen en este lugar, todos los años por
el tiempo de su Fiesta y los Canarios no olvidaban de celebrar su memoria”
El
culto de La Candelaria
en Teror no se materializó en imágenes católicas, aunque en el templo
Parroquial inaugurado en 1600 existió un Altar dedicado a dicha advocación
En el
siglo XVI la Virgen
de la Candelaria
era tenida por Patrona General de Las Islas; el Papa Clemente VIII, el 26 de
marzo de 1608, concedió con Octava el Oficio de la Purificación en todo
el Obispado.
Para
concluir este apartado veamos un pasaje recogido por A. Millares, en él podemos
apreciar como el clero católico y en especial su sanguinario Tribunal de la
“Santa Inquisición” en Canarias, el cual aún en sus estertores de muerte en 1820 no dudó en aprovechar la devoción mostrada por el pueblo
a la Diosa Chaxiraxi
en su aspecto católico como virgen del Pino, para azuzarlos contra los criollos
liberales canarios, los cuales a pesar de su supuesta ilustración no dudaron en
masacrar al onobulado pueblo, el que siempre ha sido victima del sistema
colonial al margen del color político o cultural de quienes ostenten el poder
en la colonia.
“Sin embargo, el último año, una asonada, que excitando el
celo fanático de las turbas ignorantes, se había preparado por el club
absolutista, haciéndoles creer, que se les iba á robar la imagen de N. S. del
Pino, y otras sandeces tan groseras y estúpidas como ésta, insurreccionó los
campesinos, que bajaron armados con intención de atacar la Ciudad, foco de impiedad y
liberalismo, desarmar la milicia urbana, y ahorcar los prohombres del bando
constitucional.
Tan atrevido proyecto estaba en
combinación con las noticias secretas recibidas de la Península, y tenían la
seguridad, de que el ataque coincidiría con la caída del aborrecido sistema;
pero la distancia, el mar, y los correos, fueron excusa de que las tropas
liberales tuviesen tiempo de atacar á los sublevados, de derrotarlos en Tafira
y Cendro, y de fusilar, por los trámites
sumarios de la ordenanza, al Jefe de los rebeldes, pobre y fanático anciano, llamado
Matias Zurita, juguete de la
Junta apostólica, cuyos individuos no tuvieron el valor de
presentarse, ni la generosidad de salvar aquella triste
victima de nuestras discordias
políticas.”
El actual pueblo canario continúa adorando-aún en muchos
casos sin saberlo-, a Nuestra Diosa- Madre Chaxiraxi bajo la advocación
católica como virgen María o cualquier otra de las múltiples denominaciones
católicas.
Desde antes de la
invasión y ocupación europea, el Archipiélago Canario era visitado por europeos
de la península ibérica e islas baleares
en expediciones de reconocimiento y para efectuar razias de esclavos,
pero también fueron visitadas por religiosos de la secta judeo-cristiana que
pretendían llevar a cabo una labor de penetración evangelizadora antes de que
se produjera la conquista y anexión territorial y política de las islas; de
este modo en el siglo XIV se formó un obispado en Telde, Tamaránt (Gran
Canaria). La imagen de la
Virgen de Candelaria sería traída a Chinet (Tenerife) por frailes
mallorquines, los cuales probablemente se habrían establecido por un tiempo en
la isla en un eremitario y casa de contratación en el meceyato de Güímar
introduciendo conceptos de la religión judeo-cristiana en las creencias
religiosas de nuestros antepasados
guanches, produciéndose así un sincretismo religioso que con ligeras variantes
ha perdurado hasta nuestros días. El motivo de la “aparición” de la imagen en
la que nuestros ancestros representaron a Nuestra Diosa Chaxiraxi es algo sobre
lo que se ha especulado mucho. Algunas teorías hablan de un abandono
intencionado con el fin de preparar el terreno para la Conquista.
De todas formas el
culto a la imagen se había extendido a todas las Islas al ser asumida como una
representación de la
Diosa Chaxiraxi, por nuestros antepasados y como la virgen
María por los invasores.
Espinosa menciona la existencia de una orden religiosa
guanche encargada de su cuidado y culto, el clero guanche de Kankus y Maguadas
que fueron masacrados por el invasor Alonso Fernández de Lugo. Inmediatamente
después de acordada las denominadas “paces de Los Realejos.” Una vez acordada
dicha “paces”, la acción inmediata del
invasor consistió en subir por las
cumbres con parte de su ejército de mercenarios y bajar a Achbinico (Candelaria)
y tomar posesión por las fuerzas de la imagen de Nuestra Señora Chaxiraxi,
ordenando cortar el cuello de los Kankus y Maguadas que cuidaban de la misma,
con este acto, los invasores dieron por sometida la isla, pues la Diosa Chaxiraxi era en elemento
unificador y cohecionador de todos los meneceyatos de Chinet (Tenerife).
Hay también
constancias documentales de la celebración de fiestas de redistribución
alrededor del panteón de la Diosa-Madre
Chaxiraxi, fiestas que se celebraban por la luna de agosto o Beñesmer, donde nuestros
ancestros guanches hacían competencias de habilidad y fuerza, se celebraban
bodas, y donde los menceyes de la
Isla acordaban una tregua en sus disputas cuando las había para compartir la carne del
ganado sagrado en comidas rituales de hermandad.
La Virgen
de Candelaria fue identificada con Chaxiraxi como la madre de la Sol,
Magek, trasmutando esta Deidad solar
femenina en la figura de Cristo como Cristo Sol invicto.
Dentro de las múltiples representaciones de la Gran Diosa-Madre
Cahaxiraxi, son innumerables y universales las de la estrella de ocho puntas
que en algunos casos, también pueden tener doce o dieciséis, las cuales están
ampliamente difundidas en paneles de
grabados rupestres en todas las islas. En este apartado también podemos incluir
las denominados “Rosetas” ”Rosetones”, (éstos también sincretizados por la
iglesia católicas como “Crismones y Estelas discoidales”) representaciones de
algunos de sus atributos que, como otros muchos aspectos de la Diosa han sido usurpados por
la iglesia romana atribuyéndolos a la Virgen María y por extensión al resto de las
advocaciones marianas.
Las primeras referencias a la Diosa-Chaxiraxi
entre los cronistas europeos cuando ya había sido asumida por el catolicismo,
es obra del fraile de la secta católica de los dominicos fray Alonso de
Espinosa, quien escribió
su Historia de la Virgen de Candelaria en
el año 1594. Este había estado en las colonias castellano-aragonesas de
América antes de ser destinado a la isla de Chinet (Tenerife). Durante unos
ochos años estuvo prestando su cometido en diversos territorios de América,
durante los cuales indudablemente asimiló los métodos empleados por su orden
para simular las apariciones marianas y tejer las leyendas infantiles con que acostumbraban
rodear dichas supuestas apariciones teatrales para impresionar a aquellos
pueblos autóctonos.
Según la consabida leyenda relatada por Fray
Alonso de Espinosa, “iban dos pastores
guanches a encerrar su ganado a las cuevas cuando notaron que el ganado se
remolinaba y no quería entrar. Buscando la causa miraron hacia la desembocadura
del Barranco de Chimisay y vieron sobre una peña, casi a la orilla del mar, la
santa imagen la cual creyeron estar animada. Como estaba prohibido a los
hombres hablar o acercarse a las mujeres en despoblado, le hicieron señas para
que se retirase a fin de que pasase el ganado. Pero al querer ejecutar la
acción, el brazo se le quedó yerto y sin movimiento. El otro pastor quiso
herirla con su cuchillo. Pero en lugar de herirla, quedó herido el mismo.
Asustados, huyeron los dos pastores a Chinguaro, a la cueva-palacio del mencey
Acaymo, para referirle lo acontecido. El mencey fue a ver con sus consejeros.
Ella nada respondía pero nadie se atrevía a tocarla. El mencey decidió que
fuesen los mismos dos pastores ya heridos quienes la recogieran para llevarla
al palacio. Ellos, al contacto con la imagen, quedaron sanados. El mencey
comprendió que aquella mujer con el niño en brazos era cosa sobrenatural. El
mismo rey entonces quiso llevarla en sus brazos, pero después de un trecho, por
el peso, necesitó pedir socorro. Es así que en lugar de la aparición hay hoy
día una gran cruz y en el lugar donde el mencey pidió socorro, un santuario a
Nra. Señora del Socorro.”
Este absurdo relato ideado por el frayle supone
una más de las tantas ofensas infligidas por los invasores a la inteligencia
natural de nuestros antepasados, al hacer suponer que no sabían distinguir
entre una estatuilla y una persona real, cuando está suficientemente demostrado
que tenían una capacidad intelectual en muchos aspectos superior a la de los
europeos, prueba evidente de ello es que, ya en la primera generación después
de la invasión, habían abogados,
clérigos y militares guanches formando parte de
la organización social foránea.
En cuanto al pasaje en que trata del supuesto
excesivo peso de la imagen, no merece más credibilidad que la del relato del
mismo fraile en torno a las “procesiónes
de ángeles celestiales por la playa de Chimisay portado luminarias”.
Esta imagen según los datos más
fiables “apareció” entre 1390 y 1400 en las playas de Chimisay (Tymsay, ‘Súplicas’), en el menceyato de Güimar (Wemmar, ‘El Paso’). La
llevaron a una cueva cerca del Auchón del mencey (rey) hoy convertida en
ermita, y conocida como Chinguaro (Ti-n-gwar, (lugar) de residencia o
reunión’).
[...] y adoraban â Díos, â quien llamaban
Guaraxíraxí. y â Santa Maria despues que les aparecío la llamaban Chaxíraxí.
[...] Y Chaxíraxí, quiere decír, la que carga al que tíene al mundo
[Abreu (ca. 1590, III, 13) 1977: 300-301].
Sabido ésto por los
moradores de las dichas Islas, la comenzaron a tener en grandísima veneración
[a la Virgen
de Candelaria], llamándola ‘Madre del Sol’ (González de Mendoza
1585).
Así –continua Espinosa- “llegaron a conocer a la Virgen María como
"La Madre
del sustentador del cielo y tierra" (Guanche: Axmayex Guayaxerach
Achoron Achaman o Chaxiraxi) y la trasladaron a la Cueva de Achbinico para
veneración pública.”
En cuanto al significado dado por Espinosa -y
otros autores que le siguieron-, a las frases en guanche por él anotadas,
difiere en mucho del sentido real de las mismas, veamos un resumen de lo que al
respecto no dice el Doctor D. Ignacio Reyes:
[…] En el plano ideológico, la causa del sencillo sincretismo entre el
panteón isleño y el cristiano parece residir en esa identidad original (más
allá de la ductilidad manifestada en todas partes por la religión de la cruz
para asimilar cualquier elemento que sirviera a su despliegue terrenal).
Incluso, las fuentes coloniales llegan a presentar la terminología ínsuloamazighe
como una mera traducción de los conceptos cristianos, pues tal era el grado de
correspondencia entre ambos enunciados míticos:
[...] y adoraban â Díos, â quien
llamaban Guaraxíraxí. y â Santa Maria despues que les aparecío la
llamaban Chaxíraxí. Y es de notar, que Guayaxíraxí, quiere decír, el que tíene
al mundo; Y Chaxíraxí, quiere decír, la que carga al que tíene al mundo. Y por
otro nombre llamaron a Santa María Atmayceguayaxíraxí,
que quíere decír, La madre del que carga al mundo, y no adoraban
Ydolos, ní tenían otra cosa â quíen adorar, síno a Dios, y â su madre, aunque
no tenían otra ínteligencia de las Cosas de Díos [Abreu (d. 1676,
III, 13: 90r) 1977: 300-301].
Así, la tentación de considerar mestizas estas
expresiones nativas y su sentido siempre ha estado presente en los estudios
históricos. Sin embargo, Chaxiraxi (o Ta-ghir_agh,
‘la que carga el firmamento’) y Atmayceguayaxiraxi (At_may-ès
wayya_aghir_agh, ‘he aquí la madre del espíritu que sostiene el mundo’)
revelan con claridad esa ‘estrella matriz’ que habría generado el universo, la
bóveda celeste o su representación divina, Aqqoran (o A-hghur-an,
‘el Celestial’).
Una noción de maternidad astral que, por cierto,
parece haber alcanzado también a los seres humanos. La estrella solar, es
decir, Magec (o magheq o magegh, ‘se
ilumina, prende, alumbra o aparece’) comparte trama lexemática con los entes
espirituales, almas, ‘encantados’, ‘aparecidos’ o maxios y con
su manifestación mortal o personal, el mago (‘persona’). Así
lo advirtió ya el doctor Marín de Cubas [(1694, II, 18: 74r) 1986: 255], cuando
señaló que «â el alma tenian por
immortal hija de Magec, que padece afanes,
congojas, angustias, sed, y hambre, y llevanles de comer a las Sepulturas los
maridos a las mugeres, y ellas â ellos a las fantasmas llaman Magios ò hijos de
Magec» (Marín 1694: 74). Aunque, en honor a la verdad, pesan aún
algunas incertidumbres sobre las categorías gramaticales que vierten los análisis
morfológicos.”
El abogado e
investigador Antonio Cubillo Ferreira (1985) sostiene la teoría que relaciona
el culto a la Virgen
de Candelaria con ritos actuales de los tuareg continentales. Dicha
teoría es confirmada por el profesor José Barrios García (1996, 1997) en su
tesis doctoral, donde relaciona la adoración a la Virgen
de Candelaria con un culto relacionado con la estrella Canopo, estrella
que sirve como una referencia para la organización de su calendario estelar.
Este profesor señala que existen fuentes bien documentadas sobre la
importancia de «la estrella del Sur» en el eje cosmológico de la cultura
imazighen continental, señalando la
creencia de que Canopo es la estrella principal del cielo, la más antigua, la
madre de todas las estrellas.*
La punta de lanza de la invasión judeo-cristiana
en la isla Chinet (Tenerife) fue un joven de unos 16 años llamado al ser
bautizado por el rito católico Antón guanche, que había sido apresado como
esclavo por los colonos castellanos establecido en la isla Titeroygatra
(Lanzarote) y que una vez debidamente instruido en la fe judeo-cristiana fue
devuelto a su isla natal con el compromiso de propagar la fe católica e influir
en sus compatriotas para que asumieran
la representación de la Diosa Chaxiraxi
como virgen María, de hecho consiguió no sólo que se le confiara la custodia de
la estatua, sino también la del cuidado de los pastos sagrados de Igueste,
lugar destinado para el pastoreo exclusivo del rebaño de la Diosa, compuestos de más 600
cabras y del Carnero Sagrado.
Es más que probable que la insistencia de Antón
Guanche en trasladar la imagen a la cueva de Achbinico situada en la playa
desierta del mismo nombre y alejada más de diez kilómetros del Auchón del
mencey, tuviese por objeto el facilitar el robo de la imagen por parte de los
piratas del colono Sancho de Herrera, para así forzar a los guanches de
Güimar -guardianes juramentados de la
misma-, a aceptar determinados pactos con los invasores a cambio de la
devolución de dicha imagen, según se desprende de ciertos acontecimientos
posteriores.
La talla original
medía aproximadamente un metro de altura. Su posición era de pie, con la cabeza
recta y mirando al frente. En su brazo derecho portaba a Jesús niño desnudo
(posiblemente añadido tras la apropiación de la imagen por el clero católico),
con una paloma en las manos (la paloma es otro de los símbolos de la Diosa). Sostenía con la mano
izquierda un trozo de vela verde, que servía de soporte para otra vela natural,
siendo este detalle el que incitó a los católicos a darle el nombre de Virgen
de Candelaria (de la candela). Su cabeza estaba desnuda de paños, teniendo un
pelo rubio que caía suelto sobre sus hombros.
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