García Rodríguez).
30 enero
2015 — Guillermo Llerena Cano
Digamos que la
energía femenina, vamos ahora a llamar así a la energía de La Diosa Chaxiraxi,
es muy compleja y es difícil, por no decir imposible, de encasillar por la
mente humana con un arquetipo único, por rico y amplio que éste sea. Pero para
aproximarnos a su comprensión, digamos que la energía de la Divinidad tiene un
carácter “multipolar”, que partiendo de un mismo núcleo común a todos estos
arquetipos, la fuente creativa y generativa, se encarna y manifiesta en la
creación terrestre/humana con múltiples caras y polos, con múltiples aspectos y
facetas diferentes, con distintas variantes periféricas que han llevado a los
seres humanos que la captan a sentirla y representarla mediante deidades
arquetípicas que presentan bastantes diferencias externas, pero siempre
partiendo de un mismo núcleo común Madre-Mujer receptivo, creativo, generativo.
Según expone el Dr. En Biología en la Universidad
Mayor de San Marcos en Lima, e investigador de las religiones antiguas
Guillermo Llerena Cano:
“En el norte de África, al oeste del valle del
Nilo desarrollaron un conjunto de etnias autóctonas del Magreb, los bereberes,
amazig o mazigios; que fueron conocidos por los antiguos romanos
como numidios y por los europeos medievales como moros. En las actuales Islas
Canarias, se establecieron como la etnia Guanche, una civilización generada a lo
largo de siglos por los primeros pobladores de estos territorios. El nombre
guanche de la Diosa madre aborigen es Chaxiraxi, que significa según
tergiversada traducción castellana ”Madre del Sol” o ”La que carga al Rey
del Mundo”. Es en realidad otra visión de Tanit, la Diosa madre del Magreb y
del Mediterráneo; es una de las innumerables denominaciones dadas a la gran
Diosa de la fertilidad. La fiesta del Beñesmer guanche (la cosecha) estaba
consagrada a Chaxiraxi.” (Guillermo Llerena Cano, 2010).
La Diosa en su aspecto como Tanit y
su origen africano.-
La primigenia religión del los pueblo imazighen
o amazighs (bereber) que en la lengua tamazigh quiere decir “los que son
libres, o hombres libres” es el conjunto de antiguas creencias y deidades
del pueblo amazigh en sus territorios históricos en el norte de África y en el
Archipiélago Canario. Muchas de las antiguas creencias amazigh tuvieron un
alcance local, mientras que otras fueron importadas o producto de diversas
influencias, debido al contacto que a lo largo del tiempo tuvieron estos pueblo
con diversas religiones: africana, egipcia, fenicia, ibérica y griega
(especialmente en la época helenística; también tienen en ella actualmente una
fuerte presencia el judaísmo y del cristianismo.
El influjo más reciente en el continente proviene
del Islam y de la tradición, que data de época medieval. Muchas de las antiguas
creencias mazighias aún perviven en la cultura popular y en la tradición
imazighen.
Antes de que naciera la civilización cartaginesa
ya preexistía el culto a la Diosa Tanit en las tierras meridionales que bordean
el Mediterráneo occidental. Tanit ya era adorada en las tierras
norteafricanas mucho antes de la llegada de los fenicios.
Cuando Cartago se fundó ésta ciudad adoptó
el nombre de esta Diosa regional, pues encontraron en ella semejanzas con
Astarté, la diosa fenicia a la que sus padres y antepasados previamente habían
rendido culto en la tierra de Canaan (el Líbano).
“Los fenicios levantaron nuevos templos a sus
dioses orientales importados, como, Hammon, Baal, Bes… pero Tanit…
preexistía. Muchos santuarios de esta diosa eran anteriores a los cartagineses
y estos únicamente continuaron y renovaron el culto, integrándolo en el panteón
y ritos de sus divinidades traídas de Oriente Próximo, sustituyendo a Astarté y
emparejando a esta occidental divinidad femenina que ahora asumían con su viejo
dios guerrero Baal.
La cultura púnica fue el resultado de la fusión
de la colonia fenicia de Cartago en Túnez con la cultura mazigia del
norte de África durante el primer milenio antes de Cristo, y que les hizo
cambiar a los fenicio-cartagineses tanto su alfabeto original como la
adoración de su ancestral Diosa Astarté por otra similar denominada
Tanit.” (Kababelan)
Cartago empezó sus alianzas con las tribus
imazighen tras la Batalla de Himera, en la cual los cartagineses fueron
derrotados por los griegos. Además de los cambios políticos subsiguientes, los
cartagineses importaron algunas deidades mazigias.
La Diosa Astarté fue sustituida por una Diosa
nativa, Tanit, que es de origen mazigio.
Su mismo nombre, “Tanit”, tiene estructura
lingüística tamazight, pues los nombres femeninos comienzan y terminan
con “T” en lengua tamazight. Algunos estudiosos piensan que la Diosa egipcia
Neith está relacionada con la Diosa libia Tanit (Ta-neith).
La Diosa Tanit primero como queda dicho aparece
asociada a Astarté en una inscripción encontrada en Sarepta, en el sur del
Líbano, de fines del siglo VIII-inicios del VI a.e.a.
Pero a partir del siglo V a.e.a. se convierte en
la diosa principal del panteón de Cartago, substituyendo a su predecesora. En
la epigrafía a menudo aparece denominada Tnt pn B’l (Tanit faz de Baal). A
partir del 400 a.e.a., su culto está documentado en muchos lugares
mediterráneos: Sidón en el Líbano; Kition en Chipre; Thinissut, Hadrumentum y
Constantina en el norte de África; Tharros, Sulcis y Nora en Cerdeña; y Lilibeo
y Palermo en sicilia. Su grafía en púnico es Tnt, dado que las lenguas semitas
se escriben sin vocales.
Pero, a pesar de que su nombre aparece escrito
como Tanit, por algunas inscripciones bilingües norteafricanas, sabemos que en
griego se transcribe como, y que, en consecuencia, su pronunciación verdadera,
al menos en época tardía, sería aproximadamente Tinnit.
Tanit es una Divinidad de carácter astral,
representada por el creciente lunar, por ello regía los ciclos de la naturaleza
y, por tanto, la fertilidad de la tierra, pero también de los animales y de las
personas. Tiene igualmente un carácter de Diosa ctónica, del subsuelo, y por tanto
del infierno, la salud y la muerte, por lo que es protectora de los difuntos.
Mientras que su asociación con el león,
influencia de la diosa egipcia Sehmet le confería un carácter guerrero casi
inédito en la época.
Justamente, en algunas representaciones de
terracota la Diosa aparece entronizada, como símbolo de su poder. Así mismo, el
gran número de exvotos en forma de figuras femeninas acampanadas cubiertas con
un manto en forma de alas (influencia de la egipcia Isis), con sus atributos
religiosos de carácter vegetal y astral, iconográficamente coinciden bien con
representaciones de esta Diosa.
La asociación en Cartago de Tanit con la
divinidad de origen egipcio Sid, representada por el pilar djet y cuyo culto se
celebraba también en una cueva, plantea la asociación de esta Diosa con el
pilar como elemento de culto (Sd-Tnt = Tanit la del Pilar) y, por tanto que,
dado que la tradición anicónica de los pueblos semitas, que su imagen de culto
fuera un pilar, o un betillo. Justamente, los pequeños betillos y las
diferentes terracotas encontradas en Culleram (Ibiza) ilustrarían, al
menos teóricamente, el paso de las representación anicónica (betilo,
ídolo-botella) a la ictónica (figuras femeninas).
Es Gran Madre, Diosa suprema: creadora,
fertilizadora y regeneradora, Diosa del amor y de la vida, de la cultura
y la belleza, de la danza, de la alegría y también de la muerte.
Hay constancia de que, en el continente, la Diosa
Tanit se asimiló con la romana Juno, posiblemente después de la invasión de
Cartago por los romanos.
Tal como argumenta el Dr. Reyes García; “Un
recurso frecuente en la implantación de las ideologías religiosas ha sido la
absorción de cultos nativos. Los griegos, por ejemplo, dedicaron al dios Pan,
protector de los rebaños y pastores, la antigua celebración del solsticio de
invierno. Posteriormente, el cristianismo instaló la Navidad de su dios en el
natalicio de esa divinidad helena. Como también domicilió la tumba del apóstol
Santiago sobre el finis terrae clásico, impregnando de intereses evangélicos,
mercantiles y políticos la inmemorial peregrinación hacia el límite occidental
del mundo conocido, la última frontera que guardaba los arcanos del misterioso
declive solar.” (Ignacio Reyes García, 2011)
Como es sabido en todas las Islas el panteón
local estaba presidido por la Diosa Madre bajo diversos aspectos, con sus
correspondientes dioses paredros, por ello al catolicismo no le fue
difícil el imponer sus dogmas marianos sustituyendo los nombres de los aspectos
locales de la Diosa por otros de la madre de Jesús, pues si bien para el
catolicismo María la Madre de Jesús podía tener la consideración de divinidad
de segundo orden, no así para los catequizados que veían en ella a la
Diosa Madre bajo otros nombres y otros ropajes. Por otra parte, no deja de ser
singular el hecho de que la presentación de estas imágenes sus vestimentas
están colocadas de tal manera que representan un triangulo rematado por un
círculo (la corona), además están adornadas con los atributos propios de la
Diosa Madre, tales como estrellas de de ocho puntas, lunas crecientes etc.
Puede decirse que los Insuluamazigh hemos
mantenido nuestra especificidad cultural gracias a una capacidad de adaptación
prácticamente camaleónica, que nos ha permitido, entre otras cosas, pasar por
católicos cuando en sentido estricto dicha condición es cuestionable en base a
manera especial en que la mayoría del pueblo canario practica el catolicismo.
En Canarias, la Diosa Madre fue absorbida por el
catolicismo y sus atributos aplicados a María madre de Jesús. Es un hecho
que el sentimiento religioso primitivo se reviste de formas nuevas, pero
siempre subyace en la memoria colectiva.
Cabe preguntarse porque una religión que
trata de imponerse con toda la fuerza y el poder de que disponía en aquellos
momentos, siendo predicadora de un dios único y masculino, decidió fomentar la
veneración a divinidades secundarias femeninas en lugar de su deidad
central el Cristo.
La presencia de la Diosa
Tinnit- Tanit en el Archipiélago Canario.-
Los investigadores Alfredo Mederos y Gabriel
Escribano nos documentan debidamente de la presencia de la Diosa Tanit en las
islas mediante un interesante y exhaustivo trabajo publicado en el 2002 y del
cual extraemos los párrafos siguientes:
“Las Islas de Tinnit, Juno Caelestis y Hera.
El texto de Plinio es fundamental, porque no sólo
es la prueba más clara de las visitas de romanos y mauritanos a las Islas
Canarias, sino que, simultáneamente, demuestra la precedente frecuentación y
posible presencia de establecimientos púnico-gaditanos en las Islas Canarias,
aún no documentados. [1]
Cuando la expedición de Juba II llega a las Islas
Canarias emplea expresamente para dos islas la denominación de Junonia Mayor y
Junonia Menor, en la primera de las cuales ya existía previamente una
construcción, el “pequeño templo” dedicado a Juno.
Este dato ya ha permitido plantear que confirma
una frecuentación cartaginesa con algún establecimiento pasajero (Berthelot,
1840-42/1978: 14), muestra la intensidad de las relaciones con las colonias
cartaginesas en el litoral atlántico norteafricano (Gaudio, 1958: 156 y 1995:
27) o una presencia de bereberes latinizados (López Pardo, 2000: 90). En todo
caso, la denominación derivaría de un nombre previo dedicado a Tinnit (Vycichl,
1952: 170 y 1953: 28-29; Picard y Picard, 1958: 247; Gaudio, 1958: 156 y 1995:
27; Marcy, 1962: 253-254; López Pardo, 2000: 70). (A. Mederos et al. 2002:
315-358)
Más adelante continúan los autores:
“De la segunda isla, Junonia, sabemos que tenía
un “pequeño templo construido tan sólo de una única roca” (Díaz Tejera, 1988:
14), un “templecillo construido únicamente con una sola piedra” (Bejarano en
Plinio, 1987: 136), “pequeño templo [aediculam] erigido en piedra” (Álvarez
Delgado, 1945: 31-32), “templo pequeño construido en piedra” (García y Bellido,
1967: 25), o un “templete construido con piedra” (Arribas en Plinio, 1998).
Solino (56, 16-17) dice que se trataba de “un templo [aedes] pequeño que remata
torpemente en punta” (Díaz Tejera, 1988: 22), lo que sirvió a Müller (1883:
754) para proponer la lectura de “un templo construido groseramente en lo
alto”. Estas traducciones recuerdan a los templos abiertos fenicio-púnicos
donde figurarían un ara y uno o varios betilos de piedra.
Se ha planteado que podría tratarse de “cualquier
vestigio de construcción existente o incluso algún elemento natural de
características singulares, como un[a] montaña” (Delgado Delgado, 2001: 32).
Sin embargo, como señala Díaz Tejera (1988: 22, n. 73), se trataba de una
construcción de culto y no de una simple casa por el empleo de la palabra
aedicula. Este pequeño templo no era un simple altar visitado irregularmente,
sino probablemente debería tener un culto estable (López Pardo, 2000: 90), lo
que explicaría el uso del término de pequeño edificio cultual o templo,
aedicula, diminutivo de un templo o santuario, aedes, no empleando tampoco el
de simple altar que habría sido denominado ara (Ginouvès et alii, 1998:
8, 37-38, 48).” (A. Mederos et al. 2002: 315-358).
De este tipo de templo dedicado a la Diosa Tanit
tal como lo describen los citados autores solamente conocemos dos, y están
localizados en la Isla Chinech (Tenerife), los que nos induce a pensar que
posiblemente existe un error al ubicarlos en otras Islas.
El primero de ellos, localizado en el Menceyato
de Anaga y es el conocido como “Piedra de Taganana”, un bloque monolítico
rectangular de toba roja de grandes dimensiones, está situado
al aire libre en un lugar desde el cual se divisa un amplio sector de la
costa y es visible desde la mar. Este Santuario de Taganana tiene
esculpido en sus caras toda la simbología de la Diosa Tanit.
Destaca del conjunto un grabada representando a
la Diosa Tanit con forma de “botella” ( 30 cm de largo x 28 de ancho en su
base), acompañada de otros motivos cruciformes que flanquean a cuatro escaleras
con escalones construidos mediante rebaje de la piedra y que dan acceso a la
plataforma superior donde se encuentran unos canalillos con cazoletas y donde
destaca la presencia de una cruz con peana triangular (7 ,5 cm de altura y 4 de
base), dentro de un rectángulo con uno de sus lados a doble agua (13 cm de
altura por 9,5 cm de base), cuyo esquema general recuerda a la forma de las
estelas.
El segundo excavado en un
pitón de toba roja y también situado al aire libre en una
pequeña planicie en un lagar despejado de la montaña y rodeado de pinos.
Este santuario dedicado a la Divinidad
corresponde al Menceyato de Taoro, obsérvese el destacado triangulo a la
derecha del monumento.
Estaciones de grabados rupestres en
Chinech que contienen símbolos de la Diosa Tanit, en sus representaciones como:
peces, triángulos, rombos, escaleras, manos, palmera, “botella” y cruz con
peana, antropomorfos, y circuliforme radiados.-
Los Baldíos (El Rosario)
Numerosos grabados con técnica incisa aparecen en
piedras que forman parte de paredes que delimitan zonas de cultivo. Los motivos
que predominan son las cruciformes, combinaciones de triángulos y, en menor
número, los figurativos soliformes y antropomorfos. Estos grabados probablemente
fueron extraídos de su posición originaria al despedregar y roturar el terreno.[1][2] En el Barranco de La Monja en una
cueva horadada existe un grabado antropomorfo representativo de la Diosa Tanit,
en otro lugar del mismo barranco y esculpido en una roca hay otro grabado
similar.
Masca (Buenavista del norte)
Realizado sobre la roca y en posición horizontal,
representa un motivo circular con radios, técnica de picado y surco en “U”. En
un panel vertical un pez en relieve curiosamente asociado a cazoletas y
canales, al pie de los mismos está una poceta escavada que recoge agua de
lluvias.
“Niemeyer (1995) señala como fruto de sus
excavaciones en Cartago un templo dedicado a Tanit. Erigido sobre un
piso de tierra roja, se reparte en dos niveles, en el superior un
canalillo que después de discurrir por el piso desciende por la pared hasta el
nivel más bajo de la estancia para concluir en una gran poceta circular de
fondo semiesférico. En este nivel, se sitúan, además, dos representaciones en
mosaico de Tanit o Astarté, en su modalidad de triángulo y por una “roseta”.”
(M. del Arco Aguilar)
Matoso (Buenavista)
Inscripción esquemática figurativa de la
Diosa Tanit asociado a un grabado cruciforme
El Fustín (Guía de Isora)
Grabados esquemáticos geométricos, radiales y
cruciformes triangulares y antropomorfos.
Roque de Jama (Arona)
Grabados esquemáticos geométricos constituidos
por figuras cuadrangulares con aspas (cuatro triángulos).
Punta del Hidalgo (La
Laguna)
Yacimiento de Dos Hermanos, conjunto de
inscripciones rupestres labrados en latoba roja, son símbolos
representativos de Tanit, Cruz con Peana y “Botella”.
La pequeña estación de grabados de la Verdellada
(La Laguna) ofrece un motivo de cruces con peana triangular engarzadas a modo
de árbol genealógico que está acompañado de signos alfabéticos líbico-bereberes
y que recuerda en cierta manera a las denominadas de forma cerebroespinal por
Dubal y Larrrey (1995.
Los Baldíos (La
Laguna)
Proliferan los grabados antropomorfos,
cruciformes, de “botella” y triangulares, todos ellos representativos de la
Diosa Tanit.
Ifara (Granadilla)
Representaciones de palmas, mano abierta y
rombos.-
San Miguel
En una amplia zona que abarca La Centinela, El
Cabuquero, Cambados y El Roque de La Aldea, encontramos un excelente
grabado de “Cruz con Peana” asociado a rombos y dameros.
Cruciformes son abundantes en: Morro Grueso,
Roque Bisechi y Aripe.
En Igueste de Candelaria en el Barranco de
Chacorche existe una estacion de grabados rupestres en la que destaca la figura
de un pez de 180 por 45 cm. Asociado a cruciformes pocetas y canalillos.
Como hemos visto, son patentes e irrefutables los
vestigios arqueológicos y epigraficos que atestiguan la presencia de la Diosa
Madre en su aspecto como Tanit en todo el archipiélago.
El Triangulo símbolo por excelencia de La
Diosa Tanit.-
El Símbolo.-
Muchas veces nos encontramos frente a símbolos
que nos llaman la atención y que portamos, incluso, los llevamos a casa porque
nos gustan, nos sentimos atraídos o simplemente porque “están de moda”. ¿De qué
símbolos hablamos? ¿Cuál es la importancia de conocerlos? Los símbolos son
formas de comunicación que va más allá del idioma, se trata lenguaje subliminal
que va directamente al inconsciente personal y al inconsciente colectivo.
Estos símbolos han estado siempre presentes en la
historia de la humanidad, algunos de forma solapada y otros de forma tan
abiertamente y pública que pasaron y continúan pasando desapercibidos.
Es cuando menos curioso la cantidad de símbolos
pertenecientes a la ancestral cultura canaria que actualmente están de
moda, siendo usados por artesanos, escultores y arquitectos en sus obras, e
incluso asumidos por organismos oficiales u oficialistas y usados como signos
distintivos. También son usados en algunos casos como adornos personales,
pero con un total desconocimiento de su significado religioso, en la mayoría de
los casos. (Guayre Adarguma, 2008)
El símbolo nombra a las cosas y es uno con ellas,
no las interpreta ni las define.
En verdad, la definición es un elemento
occidental y moderno, aunque ya procedente de la Grecia clásica. Aun cuando no
se lo considere solamente un elemento visual —ya que puede ser plástico o
auditivo— hoy en día suele asociársele a ese concepto, porque la vista fija y
cristaliza imágenes en relación con momentos históricos relacionados en mayor
medida con lo espacial más que con lo temporal. En otras palabras, cada cosa
debe verse como una metáfora en la que este lenguaje codificado sólo es
accesible para quienes se adentran en algún camino iniciático.
Tradicionalmente, el símbolo ha sido un
intermediario entre dos realidades: una perceptible, conocida; y otra
desconocida, menos perceptible que la primera, por lo cual esa relación se
transforma en el vehículo que posibilita la búsqueda de la esencia, por medio
del conocimiento; esencia que será de variada naturaleza: espiritual, cognitiva
o de algún otro tipo. (Andrew Prescott).
Al respecto dice Vâlsan (1969:25) que:
“el símbolo no expresa ni explica, solo
sirve de soporte para elevarse, mediante la meditación, al
conocimiento de las verdades metafísicas. Su ambigüedad vela yrevela
la realidad y su carácter polisémico posibilita su interpretación en
diversos órdenes o planos de la realidad. Por eso, cada ser humano penetra
según sus aptitudes (calificación intelectual) en la intimidad del símbolo. La
polisemia es el reflejo sensible universal de la unidad esencial del símbolo.”
La pluralidad de sentidos incluida en cada
símbolo se basa en la ley de correspondencia (analogía): una imagen sirve para
representar realidades de diversos órdenes o niveles, desde las verdades
metafísicas hasta las que son como “causas segundas” con respecto a aquéllas.
Los diversos sentidos del símbolo no se excluyen, cada uno es válido en su
orden y todos se completan y corroboran, integrándose en la armonía de la
síntesis total.
Podemos, entonces, suponer que nuestra capacidad
de comprensión de un símbolo aumentará en la medida en que nuestro
“conocimiento previo” posea mayor cantidad de definiciones que nuestra
percepción pueda aplicar a la aprehensión, a la internalización de dicho
símbolo. Este conocimiento previo que los individuos traen a una
situación de aprendizaje, influye sobre cómo y cuánto se comprende, se aprende
y se retiene. El activar este tipo de conocimiento permite ofrecer un marco
semántico para interpretar y asimilar la información nueva.
La generación de esquemas de interpretación
incrementa las probabilidades de que el contenido de los materiales sea
codificado con éxito.
Dicha realidad metafísica se manifiesta,
justamente, en el mundo sensible a través del símbolo. Gracias a esta
intermediación se hace posible para el ser humano adquirir
En algunas representaciones La Diosa se simboliza
como un triángulo con un ojo dentro -el ojo que todo lo ve-, significando así
esa síntesis trina que supone la unión de lo material con lo
espiritual, arrojando un tercer aspecto que nace de la unión de los dos
anteriores, y que le da el Poder. Ello le hace capaz de expresarse como
ser espiritual dentro de un marco material.
Con la punta hacia arriba es un símbolo
solar y representa la vida, y el sexo masculino, la potencia genésica,
el “lingam” del Hinduismo. El triángulo con la punta hacia abajo es
lunar y simboliza el principio femenino, la matriz,
la Diosa, la Gran Madre, y corresponde al símbolo alquímico del agua y del sexo
femenino, el “yoni” (significa matriz) del Hinduismo. (Diana et al).
EL TRIANGULO: SIMBOLO SAGRADO Y
REPRESENTATIVO DE LA DIOSA TANIT
Para Plutarco: “el triangulo inscrito en un
circulo simboliza los arquetipos o modelos de las formas que han sido, que son
y que serán. La eternidad reside alrededor de ellas, y desde ellas, el tiempo
fluye como un arroyo, inundando los mundos”.
La representación de las denominadas Venus o
Diosas–Madres y de otras Diosas derivadas de ellas ha sido generalmente un
triángulo o trapecio, colocando en el vértice superior una barra horizontal a
modo de brazos y cuyos miembros aparecen, en algunas representaciones, algo
elevados, y un círculo encima de este, el disco solar. Este es el signo con el
que se representa a la Diosa Tanit, que se repite en Cartago, en el
Mediterráneo, en la costa occidental africana y en las islas Canarias. (José
Ferrer, 2007).
La religión griega tiene sus orígenes en los
pueblos libios del norte de África, uno de los detalles mas significativos es
la identidad casi total que se encuentra entre los atributos, títulos y
características de la Diosa griega Athenea con la más antigua Diosa cartaginesa
Tanit.
La Diosa Tanit fue imitada por posteriores
Diosas griegas y romanas, que debido al colapso de la civilización
cartaginesa-púnica, la suplantaron en todos sus templos y ciudades. Sólo gentes
sencillas del campo persistieron en su recuerdo y veneración. Su culto perduró
a partir de entonces tan sólo en secretas oquedades y cavernas. Y en los
lejanos siglos posteriores se la conoció como la Diosa de las Cuevas.
(Guillermo Llerena Cano, 2010).
Atributos de la Diosa Tanit.-
La Diosa Tanit es Señora del Cielo y el Infierno,
Diosa del Amor, de la Fortuna, de la Felicidad, de la Fecundidad y hasta de la
guerra y de la muerte, del Luna, y de la fertilidad. Es adorada como Diosa
astral que unía el cielo con la tierra.
También fue conocida como Diosa de la lluvia y
para obtener sus favores sacrificaban ovejas y palomas. Su antecesora era
Astarté, la diosa del amor, cuyos orígenes se remontan a Ishtar en los tiempos
de Babilonia. Más tarde y bajo la influencia romana, como queda dicho Tanit se
convertiría en la diosa Juno.
También muchos eruditos equiparan a Tanit con la
Diosa griega Demeter o con Hera. Tanit entroniza rodeada por Leones. Cubriendo
con su manto a los mortales. La que llora a través de la lluvia fecundante.
Tanit Kurotrofos, aquella que alimenta o amamanta. Lejana, turbadora. y Cálida.
Tanit, en sus representaciones como Istar,
Ishtar, Astoret, Astarté, Tara, Diosa Celeste, Moneiba, Diosa de Abona,
Diosa de Tajao, Abora, Chaxiraxi, que como hemos dicho son diferentes nombres
para la única Diosa, entre cuyos atributos figuran como hemos indicado la media
Luna, el disco Solar, el octágono y una estrella de ocho puntas que la
simboliza universalmente también es representada por Venus o estrella de la
mañana que en Canarias es conocida como lucero del alba, estrella Canopo, Venus
etc. En su representación de Aster, su nombre significa estrella de la mañana.
Así pues como hemos indicado tanto Astarté como Istar, es la Diosa del Luna
y del planeta Venus, y en la religión monoteísta y patriarcal
judeo-cristiana era llamada por los profetas judíos como hemos dicho “Reina de
los Cielos” (Melekethas-Samaïm) y esposa del Sol, o el “Rey de los Cielos”
(Baal Samaïm), es decir, la verdadera soberana del Universo, la Diosa
naturaleza. Así pues, de lo que no queda ninguna duda es que Tanit,
Astarté, la Diosa-Madre, es la Diosa del fuego y la luz, la señora de los
astros y Diosa de la fecundidad. Astarté crea la Dinastía de los grandes
dioses antiguos, anteriores a las modernas religiones monoteístas, y potencia
la vida a través de la sabiduría (en este caso simbolizada por el delfín, otra
de sus representaciones, en el caso gaditano-cartaginés por un atún). (Eduardo
P. García; 2002).
A lo largo de la historia de la civilización, La
Diosa Tanit y sus paredros o aspectos han tenido un protagonismo vital, hasta
que lentamente les fue usurpada su adoración por la idea de un único dios
masculino y guerrero vengativo, inmirisicordioso.
De todas formas, sincretismo mediante, en
historia de la cristiandad se ha visto como muchas Diosas fueron asimiladas al
panteón oficial del catolicismo convertidas en santas. Incluso, la virgen
María, madre de Jesús de Nazaret, aún sin tener estatus de divinidad en el
dogma oficial, recibe un culto tan relevante en determinados sectores del
catolicismo que sin duda la convierte en una deidad central.
En el 432 e.d.a.., en el concilio de Éfeso
(causalmente ciudad famosa por su devoción a Artemisa o Diana como la llamaban
los romanos), se proclamó a María “Madre de Dios”. En 1854 el Papa Pío IX
definió el dogma que sostiene que la “Santísima virgen María” fue protegida de
toda mácula de pecado original al primer instante que fue concebida.
La Diosa Tanit en
nuestro continente África.-
La Diosa se cubría con una esclavina de alas de
buitre (sarcófago de Cartago)
Estaba asociada al León como Diosa de la Guerra.
Es la gran donadora de lluvia y de rocíos, virgen y madre. Los romanos
perduraron su culto junto a Baal con la Diosa Caela Caelesti y los cristianos
con San Agustín de Hipona quien introdujo el culto a la Diosa en el
cristianismo mediante las vírgenes negras. También se cree que son
representaciones de la Diosa, las Damas de Elche y de Basa. De ahí su belleza
hierática, lo sobre cargado de sus atributos. El caduceo, símbolo de la
sabiduría. La media Luna. La granada y la fruta funeraria. Uno de los signos de
Tanit que se repite en Cartago como en las Islas Canarias es un
triángulo o trapecio, en el vértice superior una barra horizontal cuyas
extremidades a veces se elevan perpendicularmente, y un círculo encima de éste
(La Sol). Es el símbolo más antiguo de la Diosa y que se usa como protector
contra las malas influencias, para proteger las aguas y las cosechas. Tanit entroniza
rodeada por leones. Cubriendo con su manto a los mortales. La que llora a
través de la lluvia fecundante. Tanit Kurotrofos, aquella que alimenta o
amamanta. Es Diosa de la muerte. Lejana, turbadora. Cálida y cruel al mismo
tiempo.
Según parece, la vasta región que se extiende de
oeste a este entre el cabo Espartel y el cabo Bon, con una extensión de unos
1.550 kilómetros , que se presenta fraccionada en diversos macizos de difícil
acceso, se hallaría a la sazón habitada por tres elementos étnicos: proto-mazigios
(protoberéberes) de elevada estatura, también denominados íbero-mauritanos, que
a mediados del I milenio, tras asentarse en algunas sierras, pudieron llegar
voluntariamente o ser forzados -en lo que se refiere a alguna fracción- a su
asentamiento en el Archipiélago Canario, ante la presión de otras gentes
llegadas desde el ámbito tripolitano y que vienen siendo conocidas, ya como
capsienses, ya como libios. (África del Norte en la Antigüedad, Arte Historia).
La existencia de estatuillas representativas de la Diosa-Madre en África, está
contrastada desde el II milenio a.e.a. En lo que respecta al noroeste africano
en el inmenso desierto del Sahara abundan los grabados y pinturas rupestres
referentes a la Diosa-Madre, además de representaciones zoomorfas son una
prueba de que en el continente donde surgió la humanidad, fue el lugar donde se
inició el culto a la divinidad. Como hemos dicho hasta hace unos 8000 años una
extensa sabána ocupaba lo que hoy es el desierto, en ella proliferaba la vida
tanto vegetal como animal y desde Mauritania hasta el Senegal los grupos
humanos encontraban los medios necesarios para desarrollar la vida. (Arnay et
al. 2002)
Así pues, todo parece indicar que el norte de
África, al oeste del Nilo, en un territorio que englobaría gran parte del
Sahara occidental y del Magreb actual, estuvo habitado hace aproximadamente más
de 6000 años por una serie de etnias con un sustrato cultural común. Estos
pueblos o etnias constituirían, desde el punto de vista lingüístico, lo que se ha
denominado área o sustrato líbico-bereber; otros autores hablan de
“Protobereber” (J. Desanges, 1982).
Tras éste concepto se encontrarían nombres de
pueblos de la antigüedad como Temehu y Libios entre Egipto y Libia, Nasamones y
Psylles de Libia, Garamantes y Atarantes del Sahara, Gétulos y Numidas de
Argelia y Túnez, los Guanches de las Islas Canarias, Zenetes, Mauros y Sanhadja
entre Marruecos, Argelia y Malí, etc. (Camps, 1980) (Guillermo Alonso Meneses,
2007).
Como hemos visto anteriormente la iconografía
egipcia del Imperio Nuevo ya alude a los “Temehu” o “Tehennu”, que se
caracterizan por llevar coleta y tener tatuajes, los cuales eran agrupados en
dos grupos básicos: los “Libu” (que portan taparrabo) y los “Meswes” (que
portaban una funda fálica). Estas fuentes egipcias ofrecen los datos históricos
más antiguos sobre lo amazigh (lo líbico-bereber o “protobereber”).
Por otra parte, la paulatina desertificación del
Sahara fue aislando a muchos de estos grupos pastores en zonas de montañas o
empujándolos hacia las periferias húmedas del norte y del sur, donde entran en
contacto con otros pueblos e incluso se llegan a mestizar. Las primeras fuentes
históricas (Herodoto, Estrabón, Plinio) hablan de distintas tribus y/o pueblos:
Amantes, Cinithi, Garamantes, Guzantes, Canarii (guanches), Libyophenices, etc.
(Muñoz, 1994). (Guillermo Alonso Meneses, 2007)
Así mismo, el gran número de exvotos en forma de
figuras femeninas acampanadas cubiertas con un manto en forma de alas
(influencia de la egipcia Isis), con sus atributos religiosos
de carácter vegetal y astral, iconográficamente coinciden bien con
representaciones de esta Diosa.
Como queda dicho la Diosa TNT es de origen
oriental. Primero aparece asociada aAstarté en una inscripción encontrada en
Sarepta, en el sur del Líbano, de fines del siglo VIII-inicios del VI a.e.a.
[…] En todo el Mediterráneo fenicio, desde Tiro
hasta Gadir, encontramos el culto ya en cumbres o en “lugares
altos”, así como a o en elementos naturales como piedras, manantiales,
estanques, árboles o cuevas. Entre los ritos desarrollados en estos lugares
tenemos, a su vez, la realización de libaciones de agua, leche, vino, aceite o
manteca, tradicionales símbolos bíblicos de la prosperidad y la riqueza.
Además, el rezo y la plegaria se realizaban elevando las manos al cielo.
También puede observarse entreestos grupos semitas el uso de representaciones
zoomorfas como expresión de prosperidad y fertilidad, tal es el caso del pez o
el toro. En cuanto a las prácticas funerarias, ya hemos citado los
enterramientos en decúbito supino sobre armazón de madera, o sarcófago, en
fosas individuales o colectivas, cistas o hipogeos a los que se accede mediante
pozo o plano inclinado -con o sin gradas-; a ello habría que unir la costumbre
(no generalizada en todas las capas sociales ni en todas las regiones afectadas
por el influjo próximo-oriental, pero sí presente entre los fenicios por
contacto con sus vecinos egipcios) de tratar los cadáveres con productos
aromáticos y conservantes, así como su posterior cubrición con bandas de
diversos tejidos fuertemente apretados (Ribichini, S. eíxella P., 1994: 36).
Independientemente de su cosmopolitismo, la
milenaria civilización egipcia presenta rasgos que ponen de manifiesto sus
raíces africanas y que se entrevén -pese a la actual investigación aún hoy
ardua e incompleta- en ciertas relaciones. Así, es sabido que numerosos
soberanos africanos, siguiendo las pautas impuestas por la institución
faraónica, habrán de ser considerados por sus vasallos como portadores o vicarios
de Lo Sagrado, lo que les hace poseedores de un poder en cierto modo
omnipotente que se suponía extensivo al clima, ritmo estacional y diversos
meteoros, hasta el punto de lograr la lluvia a su antojo.
La africanidad del Egipto faraónico se pone asimismo
en evidencia en el terreno religioso, donde indudablemente se aprecia un origen
autóctono de cultos, mitos y ritos. Ahí están los nombres dados al Dios-Carnero
y su culto como Amon, cuyo origen libio parece hoy incontrovertible.
En el terreno ergológico podrían asimismo
aducirse diversos ejemplos no sólo de la vida cotidiana, sino también de la
vida colectiva y del ceremonial. El empleo de concretos productos vegetales
aromáticos, que se queman en rituales particulares. Es notable también que el soberano
egipcio asuma concretos tocados que pudieron ser imitados por otros pueblos
africanos; el uso de cetros y fustas por ciertas jerarquías; la difusión
alcanzada por algunas armas arrojadizas (desde proyectiles lanzados por
propulsor, a multipuntas y el mismo boomerang y armas asimiladas, de estos
boomerang o bastones de caza fueron encontrados dos en la Isla Benahuare (La
Palma).
Es más que probable el que algunas de las
expediciones marítimas organizadas por los faraones egipcios para circunvalar
el continente africano y dirigidas por pilotos fenicios, recalaran en su
periplo en algunas de las Islas Canarias especialmente en las de Gran Canaria,
Tenerife y La Palma, éstas estancias no debieron ser lo suficientemente
dilatadas en el tiempo como para dejar una gran impronta cultural, pero sí
dejaron huellas de su paso y estas han perdurado durante un largo periodo de
tiempo. Por ello, creemos que, los vestigios existentes en las islas y que son
de indudable adcrisción egipcia, pudieron ser aportados por las poblaciones
líbico-beréberes, las que en adelante denominaremos más acertadamente como
líbico-mazigias, o por propios contingentes egipcios establecidos durante el
periplo de Nekao, tal como hemos apuntado. Estas poblaciones líbico-mazigias,
mantuvieron durante largos periodos de tiempo profundos contactos con los
egipcios y consiguientemente asumieron parte de su cultura, (época en que los
awaritas (Palmeros) estuvieron instalados en Hawara, como he expuesto en mi
trabajo La Diosa Madre en Canarias). Los Libios gobernaron el país de los
faraones en el transcurso del llamado tercer periodo intermedio, conformando la
XXII Dinastía (950-730 a.d.n.e.) conocida como Dinastía Libia, la cual tuvo
como capitales a Bubastis y Tanis, nombre éste último que es una trascripción
griega de Yani (para la Biblia es la ciudad de Soan) bajo Egipto, fundada en
1730 a.e.a., en la XII Dinastía, y alcanzó su máximo apogeo bajo la dirección
de los reyes pastores, posiblemente esta ciudad dio el nombre de Tinnit
aplicado por los imazighen a la Diosa-Madre, práctica habitual en la época en
que las deidades daban nombre a las ciudades donde era veneradas y viceversa.
La Diosa Tanit en Canarias.-
Tanit, en sus atributos como Istar, Ishtar,
Astoret, Astarté, Tara, Chaxiraxi, Diosa Celeste, Moneiba, Diosa Abona, Diosa
de Tajao o de La Luz, Abora, Moneiba, que como hemos dicho son diferentes
nombres para una misma Diosa, entre cuyos símbolos figuran como hemos indicado
la media Luna, el disco solar, el triangulo, el octogono y una estrella de
ocho puntas que además de ser el símbolo universal de la Diosa-Madre, simboliza
también a Venus o estrella de la mañana que en Canarias es conocida como lucero
del alba.
Como hemos indicado Tanit en su representación de
Aster, su nombre significa estrella de la mañana. Así pues como hemos indicado
tanto Astarté como Istar, es la Diosa del Luna y del planeta Venus, y en la
religión monoteísta y patriarcal era llamada por los profetas judíos como
“Reina de los Cielos” (Melekethas-Samaïm) y esposa del Sol, o el “Rey de los
Cielos” (Baal Samaïm), es decir, la verdadera soberana del mundo, la Diosa
naturaleza. Así pues, de lo que no queda ninguna duda es de que Astarté,
la Diosa-Madre, es la Diosa del fuego y la luz, la señora de los astros y Diosa
de la fecundidad. Astarté crea la Dinastía de los grandes dioses
antiguos, anteriores a las grandes religiones monoteístas patriarcales, y
potencia la vida a través de la sabiduría (en este caso simbolizada por el
delfín, otra de sus representaciones, en el caso gaditano-cartaginés por un
atún) (Gitanita. 2001).
Es probable que la casta sacerdotal de la isla de
Chinech (Tenerife) conocida como Samarines, (Sacerdotes Samaras) que siempre
estuvieron rodeados de un gran hermetismo estuviese dedicada al culto de la Diosa
y al estudio e interpretación de los astros, así como la medicina.
Así pues, la Diosa-Madre llegó a las Islas
Canarias con las primeras arribadas exploradoras egipcios-púnicos, y
posteriormente con los mazigios. Estos últimos abordaron las islas directamente
desde el continente en una primera etapa y, como pueblos transportados
posteriormente por gaditanos y cartagineses, en todo caso, ambos contingentes
poblacionales eran portadores de un amplio substrato cultural de origen egipcio
del cual quedaron en las islas huellas fehacientes como hemos visto. En las
Islas, la Diosa tomó varios nombres como hemos visto, incluso los romanos de
Here o Hera, o Juno, aplicado por éstos a Tanit después de que
destruyeron Cartago y asumieron su imperio como resultado de la tercera
guerra púnica.
Ahora bien, la pregunta que durante centurias se
ha venido planteando por los historiadores e investigadores sobre nuestros
ancestros ha sido: ¿Cuándo llegaron los primeros pobladores a las islas? Como
hemos anotado, durante las últimas décadas uno reducidos grupos de
intelectuales de mentes abiertas y con verdaderos deseos de investigar objetiva
y honestamente, han venido formulando hipótesis cada vez más acertadas a la luz
de los últimos descubrimientos arqueológicos y mediante un estudio en
profundidad de las antiguas fuentes bibliográficas. Uno de estos
documentadísimos trabajos es un extenso artículo desarrollado por D. José A.
Delgado Delgado, de la Universidad de La Laguna, al cual vamos a seguir en las
páginas siguientes, en las que trataremos de aproximarnos a la ruta marítima
seguida por la Diosa-Madre hasta su arribo a las islas en tiempos arcaicos.
Uno de los vestigios arqueológicos mediante los
cuales se suele atestiguar las navegaciones en la antigüedad, por las costas y
puertos son aparte de los pecios, las ánforas que durante las operaciones de
carga y descarga de los navíos suelen caer al mar, además de las que como es
lógico suelen quedar en tierra con los productos que contienen. De estas
vasijas anferoides de clara adscripción púnica así como otros objetos abundan
en las islas, especialmente en las de Fuerteventura y Lanazarote, donde se
localizan una buena muestra de ellas así como en Tenerife.
Una porción de estas ánforas de Tenerife de clara
adscripción púnica son los cuatros ejemplares encontrados en el yacimiento de
Montaña Reventada por la Dra. Arnay, así como otras dos localizadas por la
misma doctora. Se trata de una cerámica nunca valorada ni ambientada de modo
adecuado hasta el momento. Michel Ponsich (1970) nos proporciona una serie de
noticias de vasos provistos de cuello y sin apéndices, encontrados en
sepulturas púnicas de la zona de Tetúan y de factura bereber hechos a mano, y
de tipología púnica, que podrían ponerse en estrecha relación con nuestros
vasos. (Rodrigo de Balbín Berhman, et al 1995:14) En otro lugar de este trabajo
abordamos más ampliamente este hallazgo. (José A. Delgado Delgado).
En la isla de Tenerife, y según comunicado
personal de un grupo de personas que practican submarinismo, existen ánforas de
posible adscripción púnica en los siguientes lugares del litoral tinerfeño;
Icod, proximidades del puerto de la Cruz, Punta de Guadamojete, costas de Arico
y costas de Arona (Los Cristianos y Playa de Las Américas). (Rafael Molina
Tejera, 2001).
“Desde el hallazgo, excavación y publicación de
la piedra Zanata, hemos seguido actuando hacia la búsqueda de los restos de la
colonización feno-púnica de Canarias. En este sentido se siguió la prospección
de las proximidades al yacimiento Zinete, en la intención de documentar y
ambientar todo lo posible el hallazgo, y conocer en profundidad el
comportamiento arqueológico de las zonas altas de la isla. Así fue encontrado
el sitio de la Cañada de los Ovejeros, por Rafael González Antón y Antonio Vela,
en Diciembre de 1993. (Rodrigo de Balbín Berhamann et al. 1995:16).
Este yacimiento, está compuesto de un conjunto de
grandes piedras formando un gran circulo al pie de la montaña de Tomás Seche,
lugar donde abundaban los Cedros Canarios, y zona de abundante extracción de
pez debido a la abundancia de pinos canariensis muchos de ellos
centenarios que cubren no sólo la montaña, sino todo el entorno, muchos de los
cuales aún conservan huellas de las incisiones que se les hacían para
extraerles la savia con la que se elaboraba la pez producto profusamente
empleado entre otras aplicaciones, para calafatear barcos.
“…Tenemos un último monumento muy llamativo, que
son los enterramientos infantiles en ánfora de Cendro, Telde, en el NE de Gran
Canaria. No existe aún sobre este documento ningún estudio científico, sino
parcas noticias de periódico y referencias genéricas (Museo Canario. 1984.) Su
expectación es tan grande como el deseo que tenemos de que su excavador
publique al fin la memoria de estas excavaciones que nos pone de nuevo en
relación con el mundo de las ideas feno-púnicas y de los Tophes característicos
de esta cultura. En una zona de ladera se localizaron tres inhumaciones de
neonatos contenidas en recipientes cerámicos y otras trece mezcladas en el sedimento
con diversidad de detritus cerámicos, fauna terrestre y marina, considerándose
por sus excavadores como resultado del vaciamiento de cuevas de habitación.”
(Rodrigo de Balbin Berhmann et al, 1995: 18).
El hallazgo de ánforas o vasijas con esqueletos
de niños está también documentado en la isla de Tenerife, por el Doctor
Bethencourt Alfonso, quien nos dice que en el Charco del Boxo, en Arico,
dedicado por nuestros antepasados al bautizo de los recién nacidos, se
encontraron cinco tallas de barro conteniendo un esqueleto de niño cada una.
(Juan Bethencourt Alfonso, 1991:T.: 239).
El punto de partida y núcleo del estudio que se
desarrolla en las páginas siguientes es precisamente la investigación de uno de
esos indicios, de una pista cuyo rastro me ha llevado hasta los fenicios de la
Cádiz de la época arcaica y sus empresas marítimas en el Atlántico africano.
Entre las noticias geográficas que Plinio el
Viejo ofrece sobre la costa atlántica africana en su enciclopédica obra se
encuentra referida a la existencia de unas insulae Fortunatae. Su información
sobre ellas depende como reconoce expresamente, de Sebosus y Iuba. Según el
texto de Plinio distinguía dos grupos de islas; en el primero se encontraban
Iuniona. Pluvialia y Capraria, y en el segundo Invallis y Planasia (nat. VI,
202-203). Juba, por su parte, y siempre siguiendo el relato pliniano, incluía
entre las Fortunatae las siguientes islas (las cito en el orden en el que se
enumeran): Ombrion, Iunonia, Iunonia (minor), Capraria, Ninguaria y Canaria
(nat. VI, 203-205).
…La notable excepción la constituyen “Islas de
Juno”, es decir, las islas que en el pasaje de Plinio reciben el nombre de
Iunonia. Su excepcionalidad proviene del hecho de que se trata de un topónimo
teóforo. Los topónimos de esta índole no son demasiado frecuentes en la
geografía antigua, aunque hay un ámbito en el que aparecen especialmente
documentados: en puntos concretos de las costas e islas. Muchos de estos
topónimos se encuentran en puertos, cabos, golfos, promontorios, montes y otros
accidentes geográficos que jalonaban las costas y las rutas marítimas del
Mediterráneo, apareciendo frecuentemente asociados a aras, altares, templetes o
templos.
Las características y funciones de los
promontorios vinculados a construcciones sacras fueron exploradas por E. Ch.
Semple hace ya más de 70 años, en un artículo de gran interés (aunque no
exhaustivo) y que todavía hoy es el único que ha tratado monográficamente
este tema. Sus conclusiones proporcionan valiosas pistas para entender la naturaleza
de las “islas de Juno”.
Semple constató la existencia de 175 de estos
puntos a lo largo de buena parte de las costas del Mediterráneo, desde la
Península del Sinaí en oriente hasta la Península Ibérica en occidente.
Descubría esta autora dos principios básicos que recogían su distribución: a)
jalonan las principales rutas comerciales y b) aparecen (aisladas o en grupos)
en las proximidades de puertos. El primer principio se explica por la
importancia de estos promontorios como puntos de referencia para los
navegantes, y el segundo por su función de señalizadores de los puntos de
partida y llegada de los viajes por mar, indicando a los marineros que ya se
encontraban en aguas familiares. (…) Explicaba también que las divinidades que
presidían estos lugares fueron muy diversas, aunque de una forma u otra se
vinculaban al mar y a las empresas marinas: Apolo, Atenea, Hermes, Hera (o
Juno), Posidón o dioses de origen semita como Baal, Melkart o Astarté.
Apreciaba también una sucesión o superposición de diferentes dioses en ciertos
promontorios, consecuencia de prácticas coloniales, empresas militares u otras
de control de territorio.
…Queda ahora por determinar la adscripción de las
“Islas de Juno”, en su condición de “lugares sacros”, a una cultura concreta.
Dada la localización atlántica de esas islas y la muy probable antigüedad de
las fuentes últimas del pasaje pliniano (en todo caso anteriores a Juba, como
se verá más adelante) hay que pensar en el mundo semita. En este punto hay que
hacer constar que al igual griegos y latinos, fenicios y púnicos conocieron la
tradición de “lugares sacros” costeros asociados a la navegación. Que en el
texto de Plinio dichos lugares aparezcan bajo la advocación de Juno, diosa de
nombre romano, puede significar únicamente que la divinidad originaria sufrió
una implantación, a través de lo que se conoce como “interpretatio”, por la que
el autor del texto, un latino, consideraba su equivalente. Quizás ya dicha
suplantación fue promovida por el propio Juba, fuente inmediata de Plinio, que
escribió su obra en griego y pudo haber conocido las islas con el nombre de
“islas de Hera” (cf. Ptol. IV,6,14). En cualquier caso esta práctica está
perfectamente atestiguada en muchos puertos del extremo Occidente, donde la
presencia de dioses griegos o latinos se explica como una adaptación a la
religiosidad grecolatina de divinidades semitas preexistentes.
…En cualquier caso, el abandono de Mogador en la
segunda mitad del siglo VI a.e.a., que coincide con el fin de un determinado
modelo económico (la “segunda fase” en el esquema de López Pardo), supuso el
fin de toda exploración y reconocimiento de la costa atlántica africana en
dichas latitudes extremas. Las “islas de Tanit”, “islas de Hera-Juno” de los
grecos latinos, fueron olvidadas y su recuerdo reducido a los datos que de
ellas quedaron registrados en la documentación conservada en Gadir (quizás
también en Lixus y despues en la Cartago púnica) y tal vez también a algunas
vagas referencias en las tradiciones orales que pudieron circular en el entorno
marinero de la ciudad.” (José Á. Delgado Delgado, 2001: 1 y ss).
Es evidente que los contactos de pueblos
libio-púnicos con las islas contribuyeron a la expansión del culto a la Diosa
Tanit, pero es más que probable que este culto ya se practicara en las islas en
épocas anteriores a la arribada de estas poblaciones. Este aserto queda
refrendado por el hecho de que la simbología representativa de la Diosa
difundida en las islas, es mucho más arcaica que la empleada en Cartago en la
época en que ésta promocionó el poblamiento de las islas con poblaciones
libica-mazigias. Ello nos autoriza a creer que la población que habitaba el
territorio antes de la llegada de estas nuevas expediciones, no sólo tenía un
origen claramente norteafricano, sino que eran portadores de una cultura
religiosa feno-púnica anterior a la cartaginesa y, como hemos indicado más
arriba, con un gran substrato cultural de origen egipcio.
En este contexto es en el que hay que insertar la
noticia trasmitida por Pseudo Aristóteles (Mir. 84) y Diodoro Sículo (5.19-20)
del descubrimiento accidental de una isla en el Océano por “naves fenicias”
(gadiritas) que merodeaban la costa africana, que entendemos que se debe
identificar con el Archipiélago Canario, muy posiblemente con Gran Canaria,
donde se reconocen multitud de vestigios púnicos. Su descubrimiento dio lugar a
un asentamiento, posiblemente de pobladores gadiritas, que llegó a ser conocido
y codiciado por los etruscos, y que Cartago mandó destruir por temor a que se
estableciera una colonia a sus espaldas. Aunque se admite que los textos se
escriben en torno al 300 a.d.n.e., los hechos que se cuentan se
remontan a la época de la expansión etrusca, anterior al último tercio del
siglo VI o comienzos del V a.C., entre la batalla de Alalia (540 a.d.n.e.) y
las Cumas (474 ad.n.e.) en las que los etruscos ganan y pierden,
respectivamente, su poder marítimo. El relato refleja, pues, el enfrentamiento
entre Gadir y Cartago, el intento del cierre del Estrecho a las navegaciones no
cartaginesas y muestra el cambio de orientación de las bases económicas de
Gadir originado por la crisis del comercio de metales hacía la explotación de
los recursos piscícolas, para cuyo propósito crea una amplia red de factorías
de pescado en cuyo contexto, según demuestra R. González Antón et al. (1995),
debe comenzar a insertarse la protohistoria de Canarias. Esto es lo que
decididamente indican con claridad, además de lo mencionado para Gran Canaria,
los datos: “piedra Zanata” (González Antón R., 1995) y anforoides en Tenerife;
hipogeos en Gran Canaria (Balbín Behrman, R. et al., 1999): González Antón, R.
et al. 19995); Representaciones de Tueris y Tanit (Atoche Peña, P. 1997); pozo
de cámara púnico con representación de Tanit (Atoche Peña, P. et al. 1999) y
escarabeos (Atoche Peña, P. Et al.1999)
en Lanzarote; presencia de palmeras datileras (Santana Santana, A. y Rodríguez
Toledo, J.M., 1997) en varias islas, y un largo etcétera que es difícil resumir
aquí.” (Enrique Gozalbes Cravioto, 2002: 47-48) Son varios los lugares en
nuestras islas que desde nuestro punto de vista tienen connotaciones
feno-púnicas y que veremos en su lugar, y que están íntimamente ligados a la
Diosa Tanit, Tara o Chaxiraxi.
Es probable que la religión de la
Diosa-Madre, tal cual la practicaban los feno-púnicos se sobrepusiera a
otras formas de adoración practicada por los primitivos moradores de las islas
antes de la llegada de los contingentes libios-fenicios, suponemos que sin
grandes traumas ya que básicamente los respectivos panteones se componían de
iguales o similares deidades, variando quizás algunos aspectos puramente
formales de las prácticas rituales, ya que como es natural las prácticas
religiosas al ser parte esencial de la comunidad, van evolucionando
externamente es decir en sus ritos, conforme lo hace la sociedad que los
practica.
En Cartago, la epigrafía y los templos primitivos
documentan el culto Melkar y Astarté junto con un dios Baal Shamem, pero
es posible que, a comienzos del siglo V a.e.a., se produjera allí una cierta
reforma religiosa, en la que obtuvieron la primacía Tanit y Baal Hammón. Ellos
son objeto de la mayoría de las dedicaciones conocidas, tanto en Cartago como
en su área de influencia en el Mediterráneo central. Tanit, identificada a
veces con Astarté, es el nombre de una Diosa fenicia de escaso relieve en su
país de origen, al igual que Baal Hammón, cuyo epíteto documenta cerca de Tiro,
quizás como el Baal de una pequeña ciudad llamada Hammón, o como el señor del
altar de los perfumes, que sería el significado del vocablo Hmn. Ambos
adquieren una gran importancia como objeto de las más famosas actividades del
culto cartaginés: los sacrificios infantiles, uno de los temas más
controvertidos hoy por los investigadores (para Tenerife hay una cita como
veremos más adelante), pero desde luego el acto ceremonial más destacado de la
religión y la vida pública en Cartago.
En Cádiz, junto al famoso y citado santuario de
Melkar, debe señalarse otro de una Diosa llamada en época romana Venus Marina,
que puede ser Astarté, y el de un Baal Hammón, como probable antecedente del
templo de Cronos citado por Estrabón.
Panteones similares, y más o menos completos los
había en las restantes colonias occidentales, siendo factible determinar por
ellos la importancia de la presencia cartaginesa y el origen de sus primeros
fundadores. (Ramón Corzo, 1994: 54)
Otro de los aspectos culturales guanches capaces
de acercarnos cronológicamente a la época de los primeros poblamiento de las
islas, lo son sin duda los petroglifos, este arte ampliamente
difundido en todo el orbe desde tiempos inmemoriales, en nuestro caso nos puede
servir de guía para ubicarnos en el tiempo. Estos petroglifos, (grabados que
son realizados en la piedra) una práctica artística realizada por todas
las culturas, posiblemente desde épocas anteriores al neolítico, en el
Archipiélago Canario los encontramos en todas las islas, su temática es
múltiple y compleja expresando los artistas mediante ellos, diversos aspectos
de la religión, mitos, mensajes sobre conocimientos de los astros o señalan
lugares sacros. Generalmente, en Canarias los yacimientos de grabados rupestres
suelen estar asociados a abundantes restos de cerámica. Es de notar que la
mayoría de estos grabados rupestres suelen estar orientados Este a Oeste,
especialmente los cruciformes que frecuentemente van asociados a espirales
sencillas o complicadas y con giros hacia la izquierda o derecha, símbolos
éstos que desde la antigüedad son tenidos como representaciones de la
fecundidad, del nacimiento y de la vida después de la muerte.
En cuanto a la cronología de los grabados
rupestres de Canarias, los científicos no mantienen una línea de acuerdo,
siendo dispares las interpretaciones conforme a los intereses que defienden
cada grupo en función del grado de compromiso contraído con una u otra postura,
es decir, quienes practican la investigación por la investigación y quienes
investigan partiendo de las tesis emanadas desde la Metrópolis. Vemos algunos
planteamientos expuestos desde el punto de vista de los primeros por el
profesor de la Universidad de Alicante D. Mauro S. Hernández Pérez: “…En este
periodo sólo hemos registrado el hallazgo de los yacimientos de La Erita,
Tajodeque y El Calvario, los tres en La Palma (Jiménez de Cisneros, 1923), y, en
el análisis teórico, la reiteración de las opiniones de R. Veneau (Hooton,
1970,64), que, asimismo, utiliza J. Pérez Barradas (1939) en su propuesta de
cronología y migraciones en la que los grabados no alfabetiformes
corresponderían a los contactos de la primera población canaria, los
protoguanches, con Marruecos y la Península Ibérica hacia el 2000-1800 a.C.,
mientras las inscripciones alfabéticas, que denomina siguiendo a G. Marcy
inscriptiones tifinagh, se relacionan con una segunda invasión camita situada
hacía el siglo VIII-IX a.C. La aportación más significativa de este periodo es,
sin lugar a dudas, G. Marcy. Sus estudios sobre las inscripciones líbicas
(Marcy, 1937 y 1938) ejercen una notable influencia en los investigadores
canarios. Para G. Marcy los grabados alfabéticos canarios eran análogos a los
saharianos del borde atlántico, desde el Draa al Senegal, siendo sus autores
los propios habitantes de Canarias que como sus parientes los bereberes de
Mauritania conocían el alfabeto líbico.” (Mauro S. Hernández Pérez, 1996:31).
“…La etapa que se inicia en 1970 coincide con la
creación y primeras actuaciones del Departamento de Arqueología de la
Universidad de La Laguna. Directamente implicado, no puedo ser objetivo en la
valoración de aquel periodo, que ha sido considerado de “anquilosamiento” en la
investigación, cuando no con otros términos más duros.”
“En el campo de las manifestaciones rupestres se
produce una excepcional aportación al menos patrimonial. En efecto, el registro
de yacimientos aumentó considerablemente, si bien los dos corpus
elaborados en aquellos años permanecerían inéditos.
Uno de ellos sería realizado A. Beltrán y el otro
por nosotros.
Beltrán realizó en 1971 una monografía sobre el
Barranco de Balos al que considera un santuario, cuyos grabados, que responden
a un culto a la fecundidad y al sol, tienen una antigüedad de unos cuatro mil
años –desde el Eneolítico o bronce Medio europeo hasta nuestros días.” (Mauro
S. Hernández Pérez, 1996: 35).
“…Ese aislamiento se entiende porque no hubo
navegaciones regulares y masivas entre las islas. Los aborígenes contaban
historias sobre algunas míticas travesías entre Tenerife, y La Gomera y El
Hierro, usando balsas de odres inflados, y hay dudosa descripción de canoas
hechas en Gran Canaria con corteza de Drago. Pero no eran navegantes,
entre otras causas porque en el Archipiélago no existían condiciones optimas
para la navegación ni materiale adecuados para fabricar embarcaciones. Tampoco
existen pruebas arqueológicas. En La Palma descubrimos un grabado que recuerda
determinadas embarcaciones de la antigüedad, pero como es el único caso hasta
el momento, no estamos seguros de que sea realmente un barco y no sólo lo
parezca.” (J.F. Navarro Mederos, 2001).
En cuanto al tan debatido tema de la navegación
en las islas, dos de los autores que nos hablan de navegaciones entre
éstas, son el ingeniero cremonés Leonardo Torriani, cuya obra sobre la historia
de Canarias, aunque era citada por algunos autores como Núñez de La Peña,
no fue conocida hasta que el investigador austriaco Dominik Josef Wölfel
la tradujera y publicara en Leipzig, en 1940, y el Ilustre Sabio Canario,
D. Juan Bethencourt Alfonso, quien nos habla de navegaciones entre las islas
usando foles y nos cuenta una sugestiva leyenda de la época mítica. “Pescaban
con cuerdas de cuero y con anzuelos de huesos de cabras; y hacían las redes de
yerbas y de palmas, parecidas a las que se usan en los ríos de Lombardía, que
son cuadradas y cuelgan de una percha larga. También hacían barcos del árbol
drago, que cavaban enteros, y después le ponían lastre de piedra, y navegaban
con remos y con vela de palma alrededor de las costas de la isla; y también
tenían por costumbre pasar a la isla de Tenerife y a Fuerteventura y
robar. Por esta navegación llegaron a parecerse con los demás isleños, tanto en
el leguaje como en algunas costumbres, como se dijo de Fuerteventura, los
cuales imitaron a los canarios en su modo de hacer justicia.” (Leonardo
Torriani, 1959: 113-14) Estas navegaciones entre islas, puede justificar la
presencia en la isla de Tamarán (Gran Canaria), de las hachas de piedra
pulimentadas descritas por el Doctor Chil y Naranjo, y encontradas en la ciudad
de Arucas, (2) Galdar (1) más otra procedente de La Gomera y que
actualmente forman parte de los fondos del Museo Canario. Es posible que estas
hachas estén elaboradas con piedras procedentes de Fuerteventura, “…aunque
tampoco falte la diorita en las Islas Canarias, pero no en la Gran Canaria,
sino en la de Fuerteventura, donde hemos extraído muestras de esta durísima
roca, en el poblado de Toto, próximo al pueblo de Pájara, y que en rigor debe
denominarse microdiorita por la finura de su grano…”(Simón Benítez Padilla,
1965: 150). La pregunta es simple ¿Cómo llegaban las piedras de Furteventura a
Gran Canaria y La Gomera? Por otra parte, la tamusni (historia oral)
recoge que, por la punta de la rasca, en Arona (Tenerife) acostumbraban a
desembarcar los canarios y Palmeros que venían a comerciar y en ocasiones a
robar ganado, como apoyo a esta posibilidad puedo atestiguar que hace años
recogí en el poblado de la Rasca, algunos fragmentos de una cerámica de hechura
fina y color negro que algunos entendidos adscribieron a la cerámica
pre-colonial de la isla de La Palma.
En cuanto a la navegación con foles, existen
varias narraciones que atestiguan navegaciones entre islas en
épocas pre-coloniales y míticas. Según Bethencourt Alfonso, los guanches de
Tenerife conservaban la reminiscencia de una pavorosa catástrofe… referida de
dos maneras por sus descendientes: “Según unos, cierto día infausto, en medio
de terremotos, erupciones volcánicas, y temblores se abismó “la isla
anegada que no volverá a aparecer hasta que no se hunda otra de las siete que
habitamos”; pero según otros, los cataclismos fueron sucesivos en un lapso de
tiempo más o menos largo, quedando las islas como en la actualidad menos
Tenerife y Gran Canaria que siguieron unidas por un arrecife entre Naga y
la Isleta en Gran Canaria que al fin desapareció también.”
Relacionadas con estos trastornos geológicos
circulan algunas consejas, de las que reproducimos las tres siguientes:
“Cuentan que una joven de la nobleza del tagoro
Archaha, reino de Adeje, llamada Guilda, en vísperas de casarse murió
repentinamente su prometido y pasado algún tiempo descubrió con horror que era
madre. Desesperada, porque según la ley la arrojarían viva al mar, confióse a
un siervo pescador, y convinieron en que la única probabilidad de salvarse era
ganar la isla de La Gomera sobre una balsa de foles o zurrones. Todo preparado,
una noche de tiempo favorable embarcó con gran sigilo por la playa de Troya, no
sin ofrecer a su cómplice que haría una gran hoguera si lograba escapar, pues
creían que La Gomera, Palma y Hierro estaban deshabitadas desde la catástrofe,
porque nunca vieron fuego en ellas.
Pero lo más curioso de dicha tradición tinerfeña
es que se completa con otra que hemos recogido en La Gomera. Existe en esta
isla cerca de San Sebastián, la aún llamada Playa de la guancha, porque en
tiempos muy remotos apareció por allí una joven de Tenerife embarcada sobre
zurrones. El acontecimiento conmovió la isla, y llevada ante el rey contó sus
desventuras y la causa que le obligó a huir de su tierra; añadiendo que no
esperaba encontrar gente porque nunca habían visto fuego. Como los indígenas
ignoraban el modo de obtenerlo, les enseñó frotando dos trozos de madera; y fue
tal el entusiasmo que el príncipe la tomó por esposa prohijando el ser que
llevaba en las entrañas. Pasado algún tiempo los esposos fueron a Tenerife,
saltando por la aguja de Teno.
Una sobrina del rey Archinife de Adeje, llamada
Guajara, era tan notable por su belleza que llegó a oídos del libertino Tauco,
primogénito del soberano de la isla de Canaria, que hizo viaje a Tenerife para
comprobar lo que pregonaba la fama. La realidad superaba a cuanto le habían
dicho y la solicitó por esposa; pero aunque el rey apoyó con calor la demanda,
Guajara alegó varios pretextos para rehuir el compromiso. Después de varios
viajes de Tauco, descubrió que era rechazado porque existía un rival oculto y
favorecido, el tagorero Ucanca, gobernador de esta región y el guerrero más
acreditado de su tiempo.
Tauco juró venganza; y como se enteró que Guajara
acompañada de dos siervas iba con alguna frecuencia a recrearse de los
retamales de Afonche, le preparó una celada con algunos de sus vasallos y
consiguió sorprenderla y forzarla, huyendo seguidamente para Canaria temeroso a
las consecuencias. No retornó Guajara a la corte, sino que se encaminó al
gobierno de su amante, para revelarle lo sucedido; y Ucanca lleno de ira,
después de ocultar a su prometida en la cueva del mal país al amparo de sus
hombres de guerra, marchó en persecución de Tauco. Cuando llegó a Naga ya su
enemigo había partido para Canaria; a cuyo punto se dirigió salvando la
distancia, “por foles y por otras andando sobre los arrecifes”.
Después de matar Ucanca a Tauco en singular
combate, se casó con su prometida; pero irritados contra el rey de Adeje por
haber patrocinado a Tauco, se revelaron levantando pendones contra el soberano
hasta que lograron enseñorearse de la isla, fundando la dinastía de los Guajara
tan celebrada en las tradiciones.
Pasadas algunas generaciones, un poderoso monarca
de la dinastía de los Guajaras tuvo un hijo llamado Binicherque, tan
orgulloso que no teniendo hermanas y no encontrando entre la nobleza de
la nación mujer diga de elevarla al trono, puso los ojos en una princesa hija
del rey de Canaria; a la que iba a galantear “recorriendo el camino partes
andando y parte sobre foles”. Creemos que estos mitos ocultan sucesos
positivos. Así, por ejemplo, en el banco o arrecife entre Tenerife y Canaria
vislumbramos trastornos geológicos mas o menos grandes, […] Claro que estas
interpretaciones no pasan de meras hipótesis, pero ya se ha convenido en que la
Mitología es la historia del pasado exornada por la poesía de las generaciones
sucesivas.” (Juan Bethencourt Alfonso, 1991, tomo I:62-64).
Nos hemos permitido esta digresión, para dejar
patente que si bien en el Archipiélago Canario no se practicaba una navegación
continuada y digamos “reglada” no por ello, nuestros ancestros la desconocían.
Siendo como eran las sociedades isleñas mayoritariamente ganaderas, que no
practicaban el comercio especulativo y que además eran sociedades desarrolladas
hacia dentro, es decir, “encerradas” en sus islas, poco interés pusieron en
desarrollar la navegación máxime cuando la mayoría de los grandes males que les
afligían, siempre provenían de la mar. Por otra parte, es plausible que en
alguna época sí practicaron la navegación a gran escala, la propia fragilidad
de los materiales han hecho que no llegara hasta nosotros pruebas materiales de
su existencia. No compartimos el planteamiento de algún autor que afirma que en
las islas no existía materiales idóneos para la construcción naval, debemos
admitir que si se refiera a elementos metálicos lleva razón, pues en las islas
no existen metales factibles de ser transformados con medios artesanales, pero
en cuanto a las maderas que eran los materiales básicos en la construcción de
buques, las islas de Tenerife, La Palma, La Gomera y Gran Canaria, eran
abundantes en pinos, cedros, tilos y en maderas nobles. Así mismo, los dragos
alcanzaban grandes proporciones, no siendo imposible construir con ellos embarcaciones
de considerables dimensiones, las cuales una vez debidamente impermeabilizadas
con pez o resina de pino podían transportar a diez o doce navegantes.
En el Barranco de Balos, en Agüímes, isla de Gran
Canaria existe un yacimiento de grabados rupestres entre cuyos motivos hay uno
que consta de tres caballos con jinetes en un primer plano y unos dibujos en
segundo plano que sugieren árboles más concretamente unos pinos.
El dibujo, por sí sólo es una pieza extrañísima
pues hasta el descubrimiento de este yacimiento no se tenía noticias de que los
antiguos Canarios tuviesen conocimiento de la existencia de éstos equinos. La
curiosidad ante tan insólita representación nos obligó a indagar en busca
de manifestaciones paralelas en nuestro entorno cultural, nuestros esfuerzos se
vieron recompensados por el hallazgo de otro grabado similar localizado en un
yacimiento de la antigua Nuvia egipcia, elaborado quizás con la misma técnica y
que igualmente representa a tres caballos con jinetes, pero en esta ocasión éstos
son guerreros que portan armas y escudos y además forma parte del conjunto un
elefante. Pero, siendo extraordinaria la similitud que muestran ambos grabados
no es menos extraordinario el hecho de que este grabado nubio, está datado nada
menos que en el 3.800 a.e.a.
Creo que esta datación nos puede aproximar la
época en que se produjo el primer poblamiento de las islas, o por lo menos a
una de las primeras arribadas a la isla Tamaránt (Gran Canaria).
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