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jueves, 24 de septiembre de 2015

NACIONALISMO Y RELIGIÓN EN CANARIAS: UNA PRIMERA APROXIMACIÓN





Zebensui López Trujillo y Josué David Ramos Martín
Separata*


AFRICANISMO, NACIONALISMO Y RELIGIÓN: DOS MODELOS


Durante el periodo que estudiamos, se elaboró un discurso histórico más sólido acerca del pasado más remoto de los canarios. Un proceso del que participan investigadores universitarios, nacionalistas y la sociedad en general, y que tuvo como efecto la construcción de una identidad étnica que tiene en el pasado indígena su referente central 56. El guanche se convirtió en el canario arquetípico, depositario de la esencia primordial de la canariedad, convirtiéndose en la piedra angular sobre la que descansa el guanchismo57. Esta  doctrina  constituyó  el  aparato  ideológico  central  de  una  estrategia política y diplomática desarrollada por Antonio Cubillo en el marco del proceso de descolonización e independencia de los países africanos58.

Esta ideología africanista e indigenista implicaba que los canarios eran un pueblo  de  origen  autóctono,  africano,  bereber,  unido  a  África  desde  el pasado más remoto y que reclamaba su retorno al lugar que le pertenecía. Asimismo, defendía la continuidad y pervivencia étnica guanche, lo que permitía  conectar  la  situación  contemporánea  con  la  de  ese  pasado primordial. Esto convertía a los antiguos canarios, en una dimensión nunca antes formulada, en actores sociales del presente, portadores de toda una serie de derechos incuestionables que conducían a un destino político evidente.

La Iglesia del Pueblo Guanche: etnicidad, identidad y religión

En  este  proceso  de  identificación  con  el  pasado  indígena,  se  había insistido en la continuidad de rasgos raciales, culturales, lingüísticos o genéticos respecto a la población guanche, pero la religión no había sido considerada un elemento con el que identificarse. No obstante, esta situación cambió a partir de los años 80. Una de las causas fue el aumento de la información al respecto, sintetizada por los investigadores universitarios59, pero sobre todo por el impacto que tuvo el redescubrimiento de la obra de Bethencourt Alfonso, en la que se exponía la supervivencia de prácticas y creencias religiosas indígenas entre los campesinos canarios. A partir de entonces, escritores nacionalistas como Pablo Quintana o Hermógenes Afonso, entre otros, ensalzaron la religiosidad indígena, destacando esas pervivencias, al mismo tiempo que valoraron la evangelización de los antiguos canarios como una estrategia colonial60.

Desde nuestra perspectiva, este proceso alcanza un desarrollo inaudito desde principios del nuevo siglo con la denominada Iglesia del Pueblo Guanche (IPG). Este movimiento se ha consolidado como una alternativa religioso-espiritual que expresa a través de la religión su identificación con el  pasado  indígena.  Según  sus  postulados,  su  objetivo  es  “rescatar  y actualizar la religión de nuestros ancestros”, adaptándola a las necesidades del canario actual, con el fin de alcanzar la regeneración moral, religiosa, espiritual y material de la matria o nación canaria.

En un trabajo anterior61  realizamos una descripción y caracterización de la  IPG,  planteando  que  debía  ser  analizada  como  un  nuevo  movimiento religioso62  y, más en concreto, como un paganismo étnico o neopaganismo que, como en otros lugares, surgen como una forma de reivindicación de los valores  religiosos  primordiales  de  la  comunidad  étnica  en  un  contexto marcado por la globalización. No obstante, al igual que otros neopaganismos, la IPG no sólo mira al pasado, puesto que también desarrolla un fuerte componente espiritual, centrado en el culto a la fertilidad, a la naturaleza y, en especial, a la Diosa madre universal (Chaxiraxi). De este modo, se configura como una espiritualidad que persigue la regeneración de la humanidad a través de la Diosa, pero que también mira al pasado como un medio de reivindicación identitaria. Esta ambivalencia entre lo local y lo global, entre lo canario y lo universal, constituye una de sus características más controvertidas así como la causa de sus tensiones internas63. En tal sentido, creemos que la IPG debe ser entendida como un proceso en el que confluyen diferentes discursos acerca de la ancestralidad y de la etnicidad, es decir, distintas identidades que toman al guanche como su referente pero que lo modelan según sus propios parámetros e intereses. Así, distinguimos el discurso espiritualista (centrado en los aspectos religiosos y espirituales), el etnicista (que resalta su conexión con el pasado precolonial, normalmente a través de la exhibición de sus elementos materiales) y el político (que interpreta la IPG como un canal de comunicación de sus posturas nacionalistas e independentistas). Pese a que el mensaje oficial de la IPG resalta el primero, lo cierto es que los otros dos, muy entrelazados por su carácter nacionalista, son los que dominan sus manifestaciones rituales.

En tal sentido, creemos que la IPG adquiere pleno significado al ser analizada como un fenómeno asociado a la construcción de las identidades étnicas y nacionales y que puede ser incluida dentro de los tipos de relación que vimos para el caso de los etnonacionalismos. Además, resulta un hecho fundamental que, por primera vez en Canarias, un movimiento indigenista y nacionalista cuestiona de manera tan clara la evangelización de los indígenas debido a que, junto con la conquista militar, acabó por apartar a la comunidad étnico-nacional de sus fundamentos primordiales. En consecuencia, este decidido retorno, discursivo y simbólico al pasado indígena, ha de incluir la religión al ser un elemento consustancial de su identidad étnica original.

Notas:

56  Si bien esta conectividad identitaria entre los guanches y los canarios contemporáneos no era algo novedoso, así como la certeza de su origen norteafricano, la novedad que encontramos a partir de aquellos momentos es que todas esas evidencias se insertaron en un discurso más elaborado que tuvo un impacto social no alcanzado hasta entonces. Dicha conectividad encuentra sus antecedentes más claros en autores como Viera y Clavijo y Sabin Berthelot y, más tarde, en Secundino Delgado y Bethencourt Alfonso (autores que no serían conocidos hasta su recuperación por el nacionalismo de segunda ola) a los que habría que añadir los arqueólogos y antropólogos que indagaron en la raciología guanche y su comparación con las razas africanas y mediterráneas. En este sentido, estas disciplinas, junto a la filología más tarde, experimentaron un importante desarrollo durante el siglo XX, disponiendo las bases documentales de estudios posteriores. En este caso, la política arqueológica del régimen franquista proporcionó a la sociedad canaria gran cantidad de información sobre sus antepasados, además de poner cada vez más de manifiesto la inexistencia de lazos étnicos entre la población insular original y la de la península ibérica, confirmando así el origen africano de los antiguos canarios. Véase Navarro Mederos (2005: 30-31).

57 Fernando Estévez lo define como “la defensa de la pervivencia de los elementos aborígenes en la sociedad canaria del presente. Se basaría, como premisa fundamental, en la continuidad demográfica de los aborígenes insulares tras la conquista, aunque comporta además diferentes pervivencias de rasgos culturales precoloniales” Estévez (1986: 11). Véase, también, Garí (1992a: 126-130). Por otra parte, esta incorporación del guanche al terreno de lo político y de lo identitario no apareció en el cuerpo ideológico articulado por Cubillo hasta al menos 1966, en el que realiza las primeras reflexiones sobre la pertenencia étnica africana del pueblo canario. Véase el Memorando presentado por el MPAIAC  al Comité Especial de los 24 Países sobre la Descolonización. Argel, junio 1966. Legado de José L. Escohotado a la Biblioteca de la Universidad de La Laguna.

58 Cubillo lo explicaba así: “el error fundamental de los que analizan Canarias es creer que es un aparato de España y que su estrategia de lucha ha de insertarse en un contexto europeo. Canarias es parte de África y nuestra estrategia ha de hacerse en un contexto europeo. Canarias es parte de África y nuestra estrategia ha de hacerse al modo africano”.

Entrevista en Cambio 16, 333, 23 de abril de 1978, pp. 34-35.
59 Véase, por ejemplo, González y Tejera (1981); y especialmente para el caso de la reli gión, Tejera (1988).
60 Africo (1986: 57); Hupalupa (1987: 55-103, especialmente pp. 60-61).
61 Ramos Martín (2010). Véase también Verona y García (2008).
62  Sobre estas nuevas formas religiosas véase Chryssides (1999), Berner (2000), Díez de Velasco (2000), Clarke (ed.) (2006).
63 Ramos Martín (2010: 1609).

*Separata extraída de NACIONALISMO Y RELIGIÓN EN CANARIAS: UNA PRIMERA APROXIMACIÓN.

Zebensui López Trujillo: Doctorando en fase de Tesis Doctoral. Universidad de La Laguna, zlopeztrujillo@gmail.com.
Josué David Ramos Martin: Becario del Programa de Ayudas de Formación del Personal
Investigador, de la Agencia Canaria de Investigación, Innovación y Sociedad de la Información del Gobierno de Canarias, cofinanciado por el FSE. Departamento de Prehistoria, Arqueología, Antropología e Historia Antigua de la Universidad de La Laguna. Campus de Guajara, La Laguna, Tenerife, jdramos@ull.es

XIX Coloquio de Historia Canario-Americana


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