Eduardo
Pedro García Rodríguez
Digamos que
la energía femenina, vamos ahora a llamar así a la energía de La Diosa Chaxiraxi,
es muy compleja y es difícil, por no decir imposible, de encasillar por la
mente humana con un arquetipo único, por rico y amplio que éste sea. Pero para
aproximarnos a su comprensión, digamos que la energía de la Divinidad tiene un
carácter “multipolar”, que partiendo de un mismo núcleo común a todos estos
arquetipos, la fuente creativa y generativa, se encarna y manifiesta en la
creación terrestre/humana con múltiples caras y polos, con múltiples aspectos y
facetas diferentes, con distintas variantes periféricas que han llevado a los
seres humanos que la captan a sentirla y representarla mediante deidades
arquetípicas que presentan bastantes diferencias externas, pero siempre
partiendo de un mismo núcleo común Madre-Mujer receptivo, creativo, generativo.
Según expone
el Dr. En Biología en la
Universidad Mayor de San Marcos en Lima, e investigador de
las religiones antigua Guillermo Llerena Cano:
“En el norte de África, al oeste del valle del
Nilo desarrollaron un conjunto de etnias autóctonas del Magreb, los bereberes,
amazig o mazigios; que fueron conocidos por los antiguos romanos
como numidios y por los europeos medievales como moros. En las actuales Islas
Canarias, se establecieron como la etnia Guanche, una civilización generada a
lo largo de siglos por los primeros pobladores de estos territorios. El nombre
guanche de la Diosa
madre aborigen es Chaxiraxi, que significa según tergiversada traducción
castellana ”Madre del Sol” o ”La que carga al Rey del Mundo”. Es en
realidad otra visión de Tanit, la
Diosa madre del Magreb y del Mediterráneo; es una de las
innumerables denominaciones dadas a la gran Diosa de la fertilidad. La fiesta
del Beñesmer guanche (la cosecha) estaba consagrada a Chaxiraxi.” (Guillermo
Llerena Cano, 2010).
La Diosa en su aspecto como
Tanit y su origen africano.-
La
primigenia religión del los pueblo imazighen o amazighs (bereber)
que en la lengua tamazigh quiere decir “los que son libres, o
hombres libres” es el conjunto de
antiguas creencias y deidades del pueblo amazigh en sus territorios históricos
en el norte de África y en el Archipiélago Canario. Muchas de las antiguas
creencias amazigh tuvieron un alcance local, mientras que otras fueron
importadas o producto de diversas influencias, debido al contacto que a lo
largo del tiempo tuvieron estos pueblo con diversas religiones: africana,
egipcia, fenicia, ibérica y griega (especialmente en la época helenística;
también tienen en ella actualmente una fuerte presencia el judaísmo y del
cristianismo.
El influjo
más reciente en el continente proviene del Islam y de la tradición, que data de
época medieval. Muchas de las antiguas creencias mazighias aún perviven en la
cultura popular y en la tradición imazighen.
Antes de que
naciera la civilización cartaginesa ya preexistía el culto a la Diosa Tanit en las
tierras meridionales que bordean el Mediterráneo occidental. Tanit ya era adorada en las tierras
norteafricanas mucho antes de la llegada de los fenicios.
Cuando Cartago se fundó ésta ciudad adoptó el
nombre de esta Diosa regional, pues encontraron en ella semejanzas con Astarté,
la diosa fenicia a la que sus padres y antepasados previamente habían rendido
culto en la tierra de Canaan (el Líbano).
“Los
fenicios levantaron nuevos templos a sus dioses orientales importados, como,
Hammon, Baal, Bes... pero Tanit... preexistía. Muchos santuarios de esta
diosa eran anteriores a los cartagineses y estos únicamente continuaron y
renovaron el culto, integrándolo en el panteón y ritos de sus divinidades
traídas de Oriente Próximo, sustituyendo a Astarté y emparejando a esta
occidental divinidad femenina que ahora asumían con su viejo dios guerrero
Baal.
La cultura
púnica fue el resultado de la fusión de la colonia fenicia de Cartago en Túnez
con la cultura mazigia del norte de
África durante el primer milenio antes de Cristo, y que les hizo cambiar a los
fenicio-cartagineses tanto su alfabeto
original como la adoración de su ancestral Diosa Astarté por otra similar denominada
Tanit.” (Kababelan)
Cartago
empezó sus alianzas con las tribus imazighen tras la Batalla de Himera, en la cual
los cartagineses fueron derrotados por los griegos. Además de los cambios
políticos subsiguientes, los cartagineses importaron algunas deidades mazigias.
La Diosa Astarté fue
sustituida por una Diosa nativa, Tanit, que es de origen mazigio.
Su mismo
nombre, “Tanit”, tiene estructura lingüística
tamazight, pues los nombres femeninos comienzan y terminan con “T” en
lengua tamazight. Algunos estudiosos piensan que la Diosa egipcia Neith está
relacionada con la Diosa
libia Tanit (Ta-neith).
La
Diosa Tanit primero como queda dicho aparece asociada a
Astarté en una inscripción encontrada en Sarepta, en el sur del Líbano, de
fines del siglo VIII-inicios del VI a.e.a.
Pero a
partir del siglo V a.e.a. se convierte en la diosa principal del panteón de
Cartago, substituyendo a su predecesora. En la epigrafía a menudo aparece
denominada Tnt pn B’l (Tanit faz de Baal). A partir del 400 a.e.a., su culto
está documentado en muchos lugares mediterráneos: Sidón en el Líbano; Kition en
Chipre; Thinissut, Hadrumentum y Constantina en el norte de África; Tharros,
Sulcis y Nora en Cerdeña; y Lilibeo y Palermo en sicilia. Su grafía en púnico
es Tnt, dado que las lenguas semitas se escriben sin vocales.
Pero, a
pesar de que su nombre aparece escrito como Tanit, por algunas inscripciones
bilingües norteafricanas, sabemos que en griego se transcribe como, y que, en
consecuencia, su pronunciación verdadera, al menos en época tardía, sería
aproximadamente Tinnit.
Tanit es una
Divinidad de carácter astral, representada por el creciente lunar, por ello
regía los ciclos de la naturaleza y, por tanto, la fertilidad de la tierra,
pero también de los animales y de las personas. Tiene igualmente un carácter de
Diosa ctónica, del subsuelo, y por tanto del infierno, la salud y la muerte,
por lo que es protectora de los difuntos.
Mientras que
su asociación con el león, influencia de la diosa egipcia Sehmet le confería un
carácter guerrero casi inédito en la época.
Justamente,
en algunas representaciones de terracota la Diosa aparece entronizada, como símbolo de su
poder. Así mismo, el gran número de exvotos en forma de figuras femeninas
acampanadas cubiertas con un manto en forma de alas (influencia de la egipcia
Isis), con sus atributos religiosos de carácter vegetal y astral,
iconográficamente coinciden bien con representaciones de esta Diosa.
La
asociación en Cartago de Tanit con la divinidad de origen egipcio Sid,
representada por el pilar djet y cuyo culto se celebraba también en una cueva,
plantea la asociación de esta Diosa con el pilar como elemento de culto (Sd-Tnt
= Tanit la del Pilar) y, por tanto que, dado que la tradición anicónica de los
pueblos semitas, que su imagen de culto fuera un pilar, o un betillo.
Justamente, los pequeños betillos y las diferentes terracotas encontradas
en Culleram (Ibiza) ilustrarían, al
menos teóricamente, el paso de las representación anicónica (betilo,
ídolo-botella) a la ictónica (figuras femeninas).
Es Gran Madre, Diosa suprema:
creadora, fertilizadora y regeneradora,
Diosa del amor y de la vida, de la cultura y la belleza, de la danza, de
la alegría y también de la muerte.
Hay
constancia de que, en el continente, la Diosa Tanit se asimiló con la romana Juno,
posiblemente después de la invasión de Cartago por los romanos.
Tal
como argumenta el Dr. Reyes García; “Un recurso
frecuente en la implantación de las ideologías religiosas ha sido la absorción
de cultos nativos. Los griegos, por ejemplo, dedicaron al dios Pan, protector
de los rebaños y pastores, la antigua celebración del solsticio de invierno.
Posteriormente, el cristianismo instaló la Navidad de su dios en el natalicio de esa
divinidad helena. Como también domicilió la tumba del apóstol Santiago sobre el
finis terrae clásico,
impregnando de intereses evangélicos, mercantiles y políticos la inmemorial
peregrinación hacia el límite occidental del mundo conocido, la última frontera
que guardaba los arcanos del misterioso declive solar.” (Ignacio Reyes
García, 2011)
Como es sabido en todas las Islas el panteón
local estaba presidido por la
Diosa Madre bajo diversos aspectos, con sus correspondientes
dioses paredros, por ello al catolicismo
no le fue difícil el imponer sus dogmas marianos sustituyendo los nombres de
los aspectos locales de la Diosa por otros de la madre
de Jesús, pues si bien para el catolicismo María la Madre de Jesús podía tener
la consideración de divinidad de segundo orden, no así para los catequizados
que veían en ella a la Diosa Madre bajo otros
nombres y otros ropajes. Por otra parte, no deja de ser singular el hecho de
que la presentación de estas imágenes sus vestimentas están colocadas de tal
manera que representan un triangulo rematado por un círculo (la corona), además
están adornadas con los atributos propios de la Diosa Madre, tales
como estrellas de de ocho puntas, lunas crecientes etc.
Puede decirse que los Insuluamazigh hemos
mantenido nuestra especificidad cultural gracias a una capacidad de adaptación
prácticamente camaleónica, que nos ha permitido, entre otras cosas, pasar por
católicos cuando en sentido estricto dicha condición es cuestionable en base a
manera especial en que la mayoría del pueblo canario practica el catolicismo.
En Canarias, la Diosa Madre fue
absorbida por el catolicismo y sus atributos aplicados a María madre de Jesús. Es un hecho que el sentimiento religioso primitivo se
reviste de formas nuevas, pero siempre subyace en la memoria colectiva.
Cabe
preguntarse porque una religión que trata de imponerse con toda la fuerza y el
poder de que disponía en aquellos momentos, siendo predicadora de un dios único
y masculino, decidió fomentar la veneración a
divinidades secundarias femeninas en lugar de su deidad central el
Cristo.
La presencia
de la Diosa Tinnit- Tanit
en el Archipiélago Canario.-
Los
investigadores Alfredo Mederos y Gabriel Escribano nos documentan debidamente
de la presencia de la
Diosa Tanit en las islas mediante un interesante y exhaustivo
trabajo publicado en el 2002 y del cual extraemos los párrafos siguientes:
“Las Islas de Tinnit, Juno Caelestis y Hera.
El texto de Plinio es fundamental, porque no sólo es
la prueba más clara de las visitas de romanos y mauritanos a las Islas
Canarias, sino que, simultáneamente, demuestra la precedente frecuentación y posible
presencia de establecimientos púnico-gaditanos en las Islas Canarias, aún no
documentados. [1]
Cuando la expedición de Juba II llega a las Islas
Canarias emplea expresamente para dos islas la denominación de Junonia Mayor y
Junonia Menor, en la primera de las cuales ya existía previamente una
construcción, el “pequeño templo” dedicado a Juno.
Este dato ya ha permitido plantear que confirma una
frecuentación cartaginesa con algún establecimiento pasajero (Berthelot,
1840-42/1978: 14), muestra la intensidad de las relaciones con las colonias
cartaginesas en el litoral atlántico norteafricano (Gaudio, 1958: 156 y 1995:
27) o una presencia de bereberes latinizados (López Pardo, 2000: 90). En todo
caso, la denominación derivaría de un nombre previo dedicado a Tinnit (Vycichl,
1952: 170 y 1953: 28-29; Picard y Picard, 1958: 247; Gaudio, 1958: 156 y 1995:
27; Marcy, 1962: 253-254; López Pardo, 2000: 70). (A. Mederos et al. 2002:
315-358)
Más adelante continúan los autores:
“De la segunda isla, Junonia, sabemos que tenía un
“pequeño templo construido tan sólo de una única roca” (Díaz Tejera, 1988: 14),
un “templecillo construido únicamente con una sola piedra” (Bejarano en Plinio,
1987: 136), “pequeño templo [aediculam] erigido en piedra” (Álvarez Delgado,
1945: 31-32), “templo pequeño construido en piedra” (García y Bellido, 1967:
25), o un “templete construido con piedra” (Arribas en Plinio, 1998). Solino
(56, 16-17) dice que se trataba de “un templo [aedes] pequeño que remata
torpemente en punta” (Díaz Tejera, 1988: 22), lo que sirvió a Müller (1883:
754) para proponer la lectura de “un templo construido groseramente en lo
alto”. Estas traducciones recuerdan a los templos abiertos fenicio-púnicos
donde figurarían un ara y uno o varios betilos de piedra.
Se ha planteado que podría tratarse de
“cualquier vestigio de construcción existente o incluso algún elemento natural
de características singulares, como un[a] montaña” (Delgado Delgado, 2001: 32).
Sin embargo, como señala Díaz Tejera (1988: 22, n. 73), se trataba de una
construcción de culto y no de una simple casa por el empleo de la palabra
aedicula. Este pequeño templo no era un simple altar visitado irregularmente,
sino probablemente debería tener un culto estable (López Pardo, 2000: 90), lo
que explicaría el uso del término de pequeño edificio cultual o templo,
aedicula, diminutivo de un templo o santuario, aedes, no empleando tampoco el
de simple altar que habría sido denominado ara (Ginouvès et alii, 1998: 8, 37-38, 48).” (A. Mederos et
al. 2002: 315-358).
De este tipo
de templo dedicado a la
Diosa Tanit tal como lo describen los citados autores
solamente conocemos dos, y están localizados en la Isla Chinech
(Tenerife), los que nos induce a pensar que posiblemente existe un error al
ubicarlos en otras Islas.
El primero de
ellos, localizado en el Menceyato de Anaga y es el conocido como “Piedra de
Taganana”, un bloque monolítico rectangular de toba roja de grandes dimensiones, está situado al aire libre en un
lugar desde el cual se divisa un amplio sector de la costa y es visible desde la mar. Este Santuario de
Taganana tiene esculpido en sus caras toda la simbología de la Diosa Tanit.
Destaca del
conjunto un grabada representando a la Diosa Tanit con forma
de “botella” ( 30 cm de largo x 28 de ancho en su base), acompañada de otros
motivos cruciformes que flanquean a cuatro escaleras con escalones construidos
mediante rebaje de la piedra y que dan acceso a la plataforma superior donde se
encuentran unos canalillos con cazoletas y donde destaca la presencia de una
cruz con peana triangular (7 ,5 cm de altura y 4 de base), dentro de un
rectángulo con uno de sus lados a doble agua (13 cm de altura por 9,5 cm de
base), cuyo esquema general recuerda a la forma de las estelas.
El segundo
excavado en un pitón de toba roja y
también situado al aire libre en una pequeña planicie en un lagar despejado de
la montaña y rodeado de pinos.
Este
santuario dedicado a la
Divinidad corresponde al Menceyato de Taoro, obsérvese el destacado
triangulo a la derecha del monumento.
Estaciones de grabados rupestres en Chinech que
contienen símbolos de la
Diosa Tanit, en sus representaciones como: peces, triángulos,
rombos, escaleras, manos, palmera, “botella” y cruz con peana, antropomorfos, y
circuliforme radiados.-
Los Baldíos (El Rosario)
Numerosos
grabados con técnica incisa aparecen en piedras que forman parte de
paredes que delimitan zonas de cultivo. Los motivos que predominan son las
cruciformes, combinaciones de triángulos
y, en menor número, los figurativos soliformes y antropomorfos. Estos grabados probablemente fueron extraídos de su posición
originaria al despedregar y roturar el terreno.[1][2]
En el Barranco de La Monja
en una cueva horadada existe un grabado antropomorfo representativo de la Diosa Tanit, en otro
lugar del mismo barranco y esculpido en una roca hay otro grabado similar.
Masca (Buenavista del norte)
Realizado
sobre la roca y en posición horizontal, representa un motivo circular con radios, técnica de picado y surco en
“U”. En un panel vertical un pez en relieve
curiosamente asociado a cazoletas y canales, al pie de los mismos está una
poceta escavada que recoge agua de lluvias.
“Niemeyer (1995) señala como fruto de sus excavaciones
en Cartago un templo dedicado a Tanit. Erigido sobre un piso de tierra roja,
se reparte en dos niveles, en el superior un canalillo que después de discurrir
por el piso desciende por la pared hasta el nivel más bajo de la estancia para
concluir en una gran poceta circular de fondo semiesférico. En este nivel, se
sitúan, además, dos representaciones en mosaico de Tanit o Astarté, en su
modalidad de triángulo y por una “roseta”.” (M. del Arco Aguilar)
Matoso (Buenavista)
Inscripción
esquemática figurativa de la Diosa Tanit asociado a
un grabado cruciforme
El Fustín (Guía de Isora)
Grabados
esquemáticos geométricos, radiales y cruciformes triangulares y antropomorfos.
Roque de Jama (Arona)
Grabados
esquemáticos geométricos constituidos por figuras cuadrangulares con aspas
(cuatro triángulos).
Punta del Hidalgo (La Laguna)
Yacimiento
de Dos Hermanos, conjunto de inscripciones rupestres labrados en la toba
roja, son símbolos representativos de Tanit, Cruz con Peana y “Botella”.
La pequeña estación de grabados de la Verdellada (La Laguna) ofrece un motivo de
cruces con peana triangular engarzadas a modo de árbol genealógico que está
acompañado de signos alfabéticos líbico-bereberes y que recuerda en cierta
manera a las denominadas de forma cerebroespinal por Dubal y Larrrey (1995.
Los Baldíos (La
Laguna)
Proliferan los grabados antropomorfos,
cruciformes, de “botella” y triangulares, todos ellos representativos de la Diosa Tanit.
Ifara (Granadilla)
Representaciones de palmas, mano abierta y
rombos.-
San Miguel
En una amplia zona que abarca La Centinela, El Cabuquero,
Cambados y El Roque de La Aldea,
encontramos un excelente grabado de
“Cruz con Peana” asociado a rombos y dameros.
Cruciformes son abundantes en: Morro Grueso,
Roque Bisechi y Aripe.
En Igueste de Candelaria en el Barranco de
Chacorche existe una estacion de grabados rupestres en la que destaca la figura
de un pez de 180 por 45 cm. Asociado a cruciformes pocetas y canalillos.
Como hemos visto, son patentes e
irrefutables los vestigios arqueológicos y epigraficos que atestiguan la
presencia de la Diosa
Madre en su aspecto como Tanit en todo el archipiélago.
El Triangulo símbolo por excelencia de La Diosa Tanit.-
El Símbolo.-
Muchas
veces nos encontramos frente a símbolos que nos llaman la atención y que
portamos, incluso, los llevamos a casa porque nos gustan, nos sentimos atraídos
o simplemente porque “están de moda”. ¿De qué símbolos hablamos? ¿Cuál es la
importancia de conocerlos? Los símbolos son formas de comunicación que va más
allá del idioma, se trata lenguaje subliminal que va directamente al
inconsciente personal y al inconsciente colectivo.
Estos
símbolos han estado siempre presentes en la historia de la humanidad, algunos
de forma solapada y otros de forma tan abiertamente y pública que pasaron y
continúan pasando desapercibidos.
Es
cuando menos curioso la cantidad de símbolos pertenecientes a la ancestral
cultura canaria que actualmente están de moda, siendo usados por artesanos,
escultores y arquitectos en sus obras, e incluso asumidos por organismos
oficiales u oficialistas y usados como signos distintivos. También son usados
en algunos casos como adornos personales, pero con un total
desconocimiento de su significado religioso, en la mayoría de los casos.
(Guayre Adarguma, 2008)
El símbolo nombra a las cosas y es uno con
ellas, no las interpreta ni las define.
En verdad, la definición es un elemento occidental y
moderno, aunque ya procedente de la
Grecia clásica. Aun cuando no se lo considere solamente un
elemento visual —ya que puede ser plástico o auditivo— hoy en día suele
asociársele a ese concepto, porque la vista fija y cristaliza imágenes en
relación con momentos históricos relacionados en mayor medida con lo espacial
más que con lo temporal. En otras palabras, cada cosa debe verse como una
metáfora en la que este lenguaje codificado sólo es accesible para quienes se
adentran en algún camino iniciático.
Tradicionalmente,
el símbolo ha sido un intermediario entre dos realidades: una perceptible,
conocida; y otra desconocida, menos perceptible que la primera, por lo cual esa
relación se transforma en el vehículo que posibilita la búsqueda de la esencia,
por medio del conocimiento; esencia que será de variada naturaleza: espiritual,
cognitiva o de algún otro tipo. (Andrew Prescott).
Al
respecto dice Vâlsan (1969:25) que:
“el símbolo no expresa ni explica, solo sirve de soporte
para elevarse, mediante la meditación, al conocimiento de las verdades
metafísicas. Su ambigüedad vela y revela la realidad y su carácter
polisémico posibilita su interpretación en diversos órdenes o planos de la
realidad. Por eso, cada ser humano penetra según sus aptitudes (calificación
intelectual) en la intimidad del símbolo. La polisemia es el reflejo sensible
universal de la unidad esencial del símbolo.”
La pluralidad de
sentidos incluida en cada símbolo se basa en la ley de correspondencia
(analogía): una imagen sirve para representar realidades de diversos órdenes o
niveles, desde las verdades metafísicas hasta las que son como “causas
segundas” con respecto a aquéllas. Los diversos sentidos del símbolo no se
excluyen, cada uno es válido en su orden y todos se completan y corroboran,
integrándose en la armonía de la síntesis total.
Podemos,
entonces, suponer que nuestra capacidad de comprensión de un símbolo aumentará
en la medida en que nuestro "conocimiento previo" posea mayor
cantidad de definiciones que nuestra percepción pueda aplicar a la aprehensión,
a la internalización de dicho símbolo. Este conocimiento
previo que los individuos traen a una situación de aprendizaje, influye
sobre cómo y cuánto se comprende, se aprende y se retiene. El activar este tipo
de conocimiento permite ofrecer un marco semántico para interpretar y asimilar
la información nueva.
La generación
de esquemas de interpretación incrementa las probabilidades de que el contenido
de los materiales sea codificado con éxito.
Dicha
realidad metafísica se manifiesta, justamente, en el mundo sensible a través
del símbolo. Gracias a esta intermediación se hace posible para el ser humano
adquirir
En algunas
representaciones La Diosa
se simboliza como un triángulo con un ojo dentro -el ojo que todo lo ve-,
significando así esa síntesis trina que supone la unión de lo material con lo
espiritual, arrojando un tercer aspecto que nace de la unión de los dos
anteriores, y que le da el Poder. Ello le hace capaz de expresarse como ser
espiritual dentro de un marco material.
Con la punta hacia arriba
es un símbolo
solar y representa la vida, y el sexo masculino, la potencia
genésica, el “lingam” del Hinduismo. El triángulo con la punta hacia abajo es lunar y
simboliza el principio
femenino, la matriz, la Diosa, la Gran Madre, y corresponde al símbolo alquímico
del agua y del sexo femenino, el “yoni” (significa matriz) del Hinduismo.
(Diana et al).
EL TRIANGULO: SIMBOLO SAGRADO Y
REPRESENTATIVO DE LA DIOSA
TANIT
Para Plutarco: “el triangulo inscrito en un
circulo simboliza los arquetipos o modelos de las formas que han sido, que son
y que serán. La eternidad reside alrededor de ellas, y desde ellas, el tiempo
fluye como un arroyo, inundando los mundos”.
La representación
de las denominadas Venus o Diosas–Madres y de otras Diosas derivadas de ellas
ha sido generalmente un triángulo o trapecio, colocando en el vértice superior
una barra horizontal a modo de brazos y cuyos miembros aparecen, en algunas
representaciones, algo elevados, y un círculo encima de este, el disco solar.
Este es el signo con el que se representa a la Diosa Tanit, que se
repite en Cartago, en el Mediterráneo, en la costa occidental africana y en las
islas Canarias. (José Ferrer, 2007).
La
religión griega tiene sus orígenes en los pueblos libios del norte de África,
uno de los detalles mas significativos es la identidad casi total que se
encuentra entre los atributos, títulos y características de la Diosa griega Athenea con la
más antigua Diosa cartaginesa Tanit.
La Diosa Tanit
fue imitada por posteriores Diosas griegas y romanas, que debido al colapso de
la civilización cartaginesa-púnica, la suplantaron en todos sus templos y
ciudades. Sólo gentes sencillas del campo persistieron en su recuerdo y
veneración. Su culto perduró a partir de entonces tan sólo en secretas
oquedades y cavernas. Y en los lejanos siglos posteriores se la conoció como la Diosa de las Cuevas.
(Guillermo Llerena Cano, 2010).
Atributos de la Diosa Tanit.-
La Diosa Tanit es Señora del Cielo y el Infierno,
Diosa del Amor, de la Fortuna,
de la Felicidad,
de la Fecundidad
y hasta de la guerra y de la muerte, del Luna, y de la fertilidad. Es adorada
como Diosa astral que unía el cielo con la tierra.
También fue conocida como Diosa de la lluvia
y para obtener sus favores sacrificaban ovejas y palomas. Su antecesora era
Astarté, la diosa del amor, cuyos orígenes se remontan a Ishtar en los tiempos
de Babilonia. Más tarde y bajo la influencia romana, como queda dicho Tanit se
convertiría en la diosa Juno.
También muchos eruditos equiparan a Tanit
con la Diosa
griega Demeter o con Hera. Tanit entroniza rodeada por Leones. Cubriendo con su manto a los mortales. La que llora a
través de la lluvia fecundante. Tanit Kurotrofos, aquella que alimenta o
amamanta. Lejana, turbadora. y Cálida.
Tanit, en sus representaciones como Istar,
Ishtar, Astoret, Astarté, Tara, Diosa Celeste, Moneiba, Diosa de Abona,
Diosa de Tajao, Abora, Chaxiraxi, que como hemos dicho son diferentes nombres
para la única Diosa, entre cuyos atributos figuran como hemos indicado la media
Luna, el disco Solar, el octágono y una estrella de ocho puntas que la
simboliza universalmente también es representada por Venus o estrella de la
mañana que en Canarias es conocida como lucero del alba, estrella Canopo, Venus
etc. En su representación de Aster, su nombre significa estrella de la mañana.
Así pues como hemos indicado tanto Astarté como Istar, es la Diosa del Luna y del
planeta Venus, y en la religión monoteísta y patriarcal judeo-cristiana era
llamada por los profetas judíos como hemos dicho “Reina de los Cielos”
(Melekethas-Samaïm) y esposa del Sol, o el “Rey de los Cielos” (Baal Samaïm),
es decir, la verdadera soberana del Universo, la Diosa naturaleza. Así pues,
de lo que no queda ninguna duda es que Tanit, Astarté, la Diosa-Madre, es la Diosa del fuego y la luz, la
señora de los astros y Diosa de la fecundidad. Astarté crea la Dinastía de los grandes
dioses antiguos, anteriores a las modernas religiones monoteístas, y potencia
la vida a través de la sabiduría (en este caso simbolizada por el delfín, otra
de sus representaciones, en el caso gaditano-cartaginés por un atún). (Eduardo
P. García; 2002).
A lo largo de la historia de la civilización,
La Diosa Tanit
y sus paredros o aspectos han tenido un protagonismo vital, hasta que
lentamente les fue usurpada su adoración por la idea de un único dios masculino
y guerrero vengativo, inmirisicordioso.
De
todas formas, sincretismo mediante, en historia de la cristiandad se ha visto
como muchas Diosas fueron asimiladas al panteón oficial del catolicismo
convertidas en santas. Incluso, la virgen María, madre de Jesús de Nazaret, aún
sin tener estatus de divinidad en el dogma oficial,
recibe un culto tan relevante en determinados sectores del catolicismo que sin
duda la convierte en una deidad central.
En el 432 e.d.a.., en el concilio de Éfeso
(causalmente ciudad famosa por su devoción a Artemisa o Diana como la llamaban
los romanos), se proclamó a María “Madre de Dios”. En 1854 el Papa Pío IX
definió el dogma que sostiene que la “Santísima virgen María” fue protegida de
toda mácula de pecado original al primer instante que fue concebida.
La Diosa Tanit
en nuestro continente África.-
La Diosa se cubría con una esclavina de alas de buitre
(sarcófago de Cartago)
Estaba asociada al León como Diosa de la Guerra. Es la gran
donadora de lluvia y de rocíos, virgen y madre. Los romanos perduraron su culto
junto a Baal con la Diosa
Caela Caelesti y los cristianos con San Agustín de Hipona
quien introdujo el culto a la
Diosa en el cristianismo mediante las vírgenes negras.
También se cree que son representaciones de la Diosa, las Damas de Elche y de Basa. De ahí su
belleza hierática, lo sobre cargado de sus atributos. El caduceo, símbolo de la
sabiduría. La media Luna. La granada y la fruta funeraria. Uno de los signos de
Tanit que se repite en Cartago como
en las Islas Canarias es un triángulo o
trapecio, en el vértice superior una barra horizontal cuyas extremidades a
veces se elevan perpendicularmente, y un círculo encima de éste (La Sol). Es el símbolo más
antiguo de la Diosa
y que se usa como protector contra las malas influencias, para proteger las
aguas y las cosechas. Tanit entroniza rodeada por leones. Cubriendo con su
manto a los mortales. La que llora a través de la lluvia fecundante. Tanit
Kurotrofos, aquella que alimenta o amamanta. Es Diosa de la muerte. Lejana,
turbadora. Cálida y cruel al mismo tiempo.
Según parece, la vasta región que se
extiende de oeste a este entre el cabo Espartel y el cabo Bon, con una
extensión de unos 1.550 kilómetros , que se presenta fraccionada en diversos
macizos de difícil acceso, se hallaría a la sazón habitada por tres elementos
étnicos: proto-mazigios (protoberéberes) de elevada estatura, también
denominados íbero-mauritanos, que a mediados del I milenio, tras asentarse en
algunas sierras, pudieron llegar voluntariamente o ser forzados -en lo que se
refiere a alguna fracción- a su asentamiento en el Archipiélago Canario, ante
la presión de otras gentes llegadas desde el ámbito tripolitano y que vienen
siendo conocidas, ya como capsienses, ya como libios. (África del Norte en la Antigüedad, Arte
Historia). La existencia de estatuillas representativas de la Diosa-Madre en África,
está contrastada desde el II milenio a.e.a. En lo que respecta al noroeste
africano en el inmenso desierto del Sahara abundan los grabados y pinturas
rupestres referentes a la
Diosa-Madre, además de representaciones zoomorfas son una
prueba de que en el continente donde surgió la humanidad, fue el lugar donde se
inició el culto a la divinidad. Como hemos dicho hasta hace unos 8000 años una
extensa sabána ocupaba lo que hoy es el desierto, en ella proliferaba la vida tanto
vegetal como animal y desde Mauritania hasta el Senegal los grupos humanos
encontraban los medios necesarios para desarrollar la vida. (Arnay et al. 2002)
Así pues, todo parece indicar que el norte
de África, al oeste del Nilo, en un territorio que englobaría gran parte del
Sahara occidental y del Magreb actual, estuvo habitado hace aproximadamente más
de 6000 años por una serie de etnias con un sustrato cultural común. Estos
pueblos o etnias constituirían, desde el punto de vista lingüístico, lo que se
ha denominado área o sustrato líbico-bereber; otros autores hablan de
"Protobereber" (J. Desanges, 1982).
Tras
éste concepto se encontrarían nombres de pueblos de la antigüedad como Temehu y
Libios entre Egipto y Libia, Nasamones y Psylles de Libia, Garamantes y
Atarantes del Sahara, Gétulos y Numidas de Argelia y Túnez, los Guanches de las
Islas Canarias, Zenetes, Mauros y Sanhadja entre Marruecos, Argelia y Malí,
etc. (Camps, 1980) (Guillermo Alonso
Meneses, 2007).
Como hemos visto anteriormente la
iconografía egipcia del Imperio Nuevo ya alude a los “Temehu” o “Tehennu”, que
se caracterizan por llevar coleta y tener tatuajes, los cuales eran agrupados
en dos grupos básicos: los “Libu” (que portan taparrabo) y los “Meswes” (que
portaban una funda fálica). Estas fuentes egipcias ofrecen los datos históricos
más antiguos sobre lo amazigh (lo líbico-bereber o “protobereber”).
Por
otra parte, la paulatina desertificación del Sahara fue aislando a muchos de
estos grupos pastores en zonas de montañas o empujándolos hacia las periferias
húmedas del norte y del sur, donde entran en contacto con otros pueblos e
incluso se llegan a mestizar. Las primeras fuentes históricas (Herodoto,
Estrabón, Plinio) hablan de distintas tribus y/o pueblos: Amantes, Cinithi,
Garamantes, Guzantes, Canarii (guanches), Libyophenices, etc. (Muñoz, 1994). (Guillermo Alonso Meneses, 2007)
Así mismo, el gran número de exvotos en forma de figuras femeninas
acampanadas cubiertas con un manto en forma de alas (influencia de la egipcia Isis),
con sus atributos religiosos de carácter vegetal y astral, iconográficamente
coinciden bien con representaciones de esta Diosa.
Como queda dicho la Diosa
TNT es de origen oriental. Primero aparece asociada a Astarté en una inscripción encontrada
en Sarepta, en el sur del Líbano, de fines del siglo
VIII-inicios del VI a.e.a.
[…] En todo el
Mediterráneo fenicio, desde Tiro hasta Gadir, encontramos el culto ya en cumbres o en “lugares
altos”, así como a o en elementos naturales como piedras, manantiales, estanques, árboles o cuevas. Entre los ritos
desarrollados en estos lugares tenemos, a su vez, la realización de libaciones de agua, leche, vino, aceite o
manteca, tradicionales símbolos bíblicos de la prosperidad y la riqueza.
Además, el rezo y la plegaria se
realizaban elevando las manos al cielo. También puede observarse entre estos grupos semitas el uso de representaciones
zoomorfas como expresión de prosperidad y fertilidad, tal es el caso del pez o
el toro. En cuanto a las prácticas funerarias,
ya hemos citado los enterramientos en decúbito supino sobre armazón de madera, o sarcófago, en fosas individuales o
colectivas, cistas o hipogeos a los que
se accede mediante pozo o plano inclinado -con o sin gradas-; a ello habría que
unir la costumbre (no generalizada en
todas las capas sociales ni en todas las regiones afectadas por el influjo próximo-oriental, pero
sí presente entre los fenicios por contacto
con sus vecinos egipcios) de tratar los cadáveres con productos aromáticos y conservantes, así como su posterior cubrición
con bandas de diversos tejidos fuertemente apretados (Ribichini, S. eíxella P.,
1994: 36).
Independientemente
de su cosmopolitismo, la milenaria civilización egipcia presenta rasgos que
ponen de manifiesto sus raíces africanas y que se entrevén -pese a la actual
investigación aún hoy ardua e incompleta- en ciertas relaciones. Así, es sabido
que numerosos soberanos africanos, siguiendo las pautas impuestas por la
institución faraónica, habrán de ser considerados por sus vasallos como
portadores o vicarios de Lo Sagrado, lo que les hace poseedores de un poder en
cierto modo omnipotente que se suponía extensivo al clima, ritmo estacional y
diversos meteoros, hasta el punto de lograr la lluvia a su antojo.
La africanidad del Egipto faraónico se pone asimismo en evidencia en el
terreno religioso, donde indudablemente se aprecia un origen autóctono de
cultos, mitos y ritos. Ahí están los nombres dados al Dios-Carnero y su culto
como Amon, cuyo origen libio parece hoy incontrovertible.
En el terreno ergológico podrían asimismo aducirse diversos ejemplos no
sólo de la vida cotidiana, sino también de la vida colectiva y del ceremonial.
El empleo de concretos productos vegetales aromáticos, que se queman en
rituales particulares. Es notable también que el soberano egipcio asuma
concretos tocados que pudieron ser imitados por otros pueblos africanos; el uso
de cetros y fustas por ciertas jerarquías; la difusión alcanzada por algunas
armas arrojadizas (desde proyectiles lanzados por propulsor, a multipuntas y el
mismo boomerang y armas asimiladas, de estos boomerang o bastones de caza
fueron encontrados dos en la Isla Benahuare
(La Palma).
Es
más que probable el que algunas de las expediciones marítimas organizadas por
los faraones egipcios para circunvalar el continente africano y dirigidas por
pilotos fenicios, recalaran en su periplo en algunas de las Islas Canarias
especialmente en las de Gran Canaria, Tenerife y La Palma, éstas estancias no
debieron ser lo suficientemente dilatadas en el tiempo como para dejar una gran
impronta cultural, pero sí dejaron huellas de su paso y estas han perdurado
durante un largo periodo de tiempo. Por ello, creemos que, los vestigios
existentes en las islas y que son de indudable adcrisción egipcia, pudieron ser
aportados por las poblaciones líbico-beréberes, las que en adelante
denominaremos más acertadamente como líbico-mazigias, o por propios
contingentes egipcios establecidos durante el periplo de Nekao, tal como hemos
apuntado. Estas poblaciones líbico-mazigias, mantuvieron durante largos
periodos de tiempo profundos contactos con los egipcios y consiguientemente
asumieron parte de su cultura, (época en que los awaritas (Palmeros) estuvieron
instalados en Hawara, como he expuesto en mi trabajo La Diosa Madre en
Canarias). Los Libios gobernaron el país de los faraones en el transcurso del
llamado tercer periodo intermedio, conformando la XXII Dinastía
(950-730 a.d.n.e.) conocida como Dinastía Libia, la cual tuvo como capitales a
Bubastis y Tanis, nombre éste último que es una trascripción griega de Yani
(para la Biblia
es la ciudad de Soan) bajo Egipto, fundada en 1730 a.e.a., en la XII Dinastía, y
alcanzó su máximo apogeo bajo la dirección de los reyes pastores, posiblemente
esta ciudad dio el nombre de Tinnit aplicado por los imazighen a la Diosa-Madre, práctica
habitual en la época en que las deidades daban nombre a las ciudades donde era
veneradas y viceversa.
La Diosa Tanit en Canarias.-
Tanit, en sus atributos como Istar, Ishtar, Astoret,
Astarté, Tara, Chaxiraxi, Diosa Celeste, Moneiba, Diosa Abona, Diosa de Tajao o
de La Luz, Abora,
Moneiba, que como hemos dicho son diferentes nombres para una misma Diosa,
entre cuyos símbolos figuran como hemos indicado la media Luna, el disco solar,
el triangulo, el octogono y una estrella
de ocho puntas que además de ser el símbolo universal de la Diosa-Madre, simboliza
también a Venus o estrella de la mañana que en Canarias es conocida como lucero
del alba.
Como hemos indicado Tanit en su
representación de Aster, su nombre significa estrella de la mañana. Así pues
como hemos indicado tanto Astarté como Istar, es la Diosa del Luna y del planeta
Venus, y en la religión monoteísta y patriarcal era llamada por los profetas
judíos como “Reina de los Cielos” (Melekethas-Samaïm) y esposa del Sol, o el
“Rey de los Cielos” (Baal Samaïm), es decir, la verdadera soberana del mundo, la Diosa naturaleza. Así pues,
de lo que no queda ninguna duda es de
que Astarté, la
Diosa-Madre, es la
Diosa del fuego y la luz, la señora de los astros y Diosa de
la fecundidad. Astarté crea la Dinastía de los grandes
dioses antiguos, anteriores a las grandes religiones monoteístas patriarcales,
y potencia la vida a través de la sabiduría (en este caso simbolizada por el
delfín, otra de sus representaciones, en el caso gaditano-cartaginés por un
atún) (Gitanita. 2001).
Es probable que la casta sacerdotal de la
isla de Chinech (Tenerife) conocida como Samarines, (Sacerdotes Samaras) que
siempre estuvieron rodeados de un gran hermetismo estuviese dedicada al culto
de la Diosa y
al estudio e interpretación de los astros, así como la medicina.
Así pues, la Diosa-Madre llegó a
las Islas Canarias con las primeras arribadas exploradoras egipcios-púnicos, y
posteriormente con los mazigios. Estos últimos abordaron las islas directamente
desde el continente en una primera etapa y, como pueblos transportados
posteriormente por gaditanos y cartagineses, en todo caso, ambos contingentes
poblacionales eran portadores de un amplio substrato cultural de origen egipcio
del cual quedaron en las islas huellas fehacientes como hemos visto. En las
Islas, la Diosa
tomó varios nombres como hemos visto, incluso los romanos de Here o Hera, o
Juno, aplicado por éstos a Tanit después de que destruyeron Cartago y asumieron su imperio como resultado
de la tercera guerra púnica.
Ahora bien, la pregunta que durante
centurias se ha venido planteando por los historiadores e investigadores sobre
nuestros ancestros ha sido: ¿Cuándo llegaron los primeros pobladores a las
islas? Como hemos anotado, durante las últimas décadas uno reducidos
grupos de intelectuales de mentes
abiertas y con verdaderos deseos de investigar objetiva y honestamente, han venido
formulando hipótesis cada vez más acertadas a la luz de los últimos
descubrimientos arqueológicos y mediante un estudio en profundidad de las
antiguas fuentes bibliográficas. Uno de estos documentadísimos trabajos es un
extenso artículo desarrollado por D. José A. Delgado Delgado, de la Universidad de La Laguna, al cual vamos a
seguir en las páginas siguientes, en las que trataremos de aproximarnos a la
ruta marítima seguida por la
Diosa-Madre hasta su arribo a las islas en tiempos arcaicos.
Uno de los vestigios arqueológicos mediante
los cuales se suele atestiguar las navegaciones en la antigüedad, por las
costas y puertos son aparte de los pecios, las ánforas que durante las
operaciones de carga y descarga de los navíos suelen caer al mar, además de las
que como es lógico suelen quedar en tierra con los productos que contienen. De
estas vasijas anferoides de clara adscripción púnica así como otros objetos
abundan en las islas, especialmente en las de Fuerteventura y Lanazarote, donde
se localizan una buena muestra de ellas
así como en Tenerife.
Una porción de estas ánforas de Tenerife de
clara adscripción púnica son los cuatros ejemplares encontrados en el
yacimiento de Montaña Reventada por la Dra. Arnay, así como otras dos localizadas por la
misma doctora. Se trata de una cerámica nunca valorada ni ambientada de modo
adecuado hasta el momento. Michel Ponsich (1970) nos proporciona una serie de
noticias de vasos provistos de cuello y sin apéndices, encontrados en
sepulturas púnicas de la zona de Tetúan y de factura bereber hechos a mano, y
de tipología púnica, que podrían ponerse en estrecha relación con nuestros
vasos. (Rodrigo de Balbín Berhman, et al 1995:14) En otro lugar de este trabajo
abordamos más ampliamente este hallazgo. (José A. Delgado Delgado).
En la isla de Tenerife, y según comunicado
personal de un grupo de personas que practican submarinismo, existen ánforas de
posible adscripción púnica en los siguientes lugares del litoral tinerfeño;
Icod, proximidades del puerto de la
Cruz, Punta de Guadamojete, costas de Arico y costas de Arona
(Los Cristianos y Playa de Las Américas). (Rafael Molina Tejera, 2001).
“Desde el hallazgo, excavación y publicación
de la piedra Zanata, hemos seguido actuando hacia la búsqueda de los restos de
la colonización feno-púnica de Canarias. En este sentido se siguió la
prospección de las proximidades al yacimiento Zinete, en la intención de
documentar y ambientar todo lo posible el hallazgo, y conocer en profundidad el
comportamiento arqueológico de las zonas altas de la isla. Así fue encontrado
el sitio de la Cañada
de los Ovejeros, por Rafael González Antón y Antonio Vela, en Diciembre de
1993. (Rodrigo de Balbín Berhamann et al. 1995:16).
Este yacimiento, está compuesto de un
conjunto de grandes piedras formando un gran circulo al pie de la montaña de
Tomás Seche, lugar donde abundaban los Cedros Canarios, y zona de abundante
extracción de pez debido a la abundancia
de pinos canariensis muchos de ellos centenarios que cubren no sólo la montaña,
sino todo el entorno, muchos de los cuales aún conservan huellas de las
incisiones que se les hacían para extraerles la savia con la que se elaboraba
la pez producto profusamente empleado entre otras aplicaciones, para calafatear
barcos.
“...Tenemos un último monumento muy llamativo,
que son los enterramientos infantiles en ánfora de Cendro, Telde, en el NE de
Gran Canaria. No existe aún sobre este documento ningún estudio científico,
sino parcas noticias de periódico y referencias genéricas (Museo Canario.
1984.) Su expectación es tan grande como el deseo que tenemos de que su
excavador publique al fin la memoria de estas excavaciones que nos pone de
nuevo en relación con el mundo de las ideas feno-púnicas y de los Tophes
característicos de esta cultura. En una zona de ladera se localizaron tres inhumaciones
de neonatos contenidas en recipientes cerámicos y otras trece mezcladas en el
sedimento con diversidad de detritus cerámicos, fauna terrestre y marina,
considerándose por sus excavadores como resultado del vaciamiento de cuevas de
habitación.” (Rodrigo de Balbin Berhmann et al, 1995: 18).
El hallazgo de ánforas o vasijas con
esqueletos de niños está también documentado en la isla de Tenerife, por el
Doctor Bethencourt Alfonso, quien nos dice que en el Charco del Boxo, en Arico,
dedicado por nuestros antepasados al bautizo de los recién nacidos, se
encontraron cinco tallas de barro conteniendo un esqueleto de niño cada una.
(Juan Bethencourt Alfonso, 1991:T.: 239).
El punto de partida y núcleo del estudio que
se desarrolla en las páginas siguientes es precisamente la investigación de uno
de esos indicios, de una pista cuyo rastro me ha llevado hasta los fenicios de la Cádiz de la época arcaica y
sus empresas marítimas en el Atlántico africano.
Entre las noticias geográficas que Plinio
el Viejo ofrece sobre la costa atlántica africana en su enciclopédica obra se
encuentra referida a la existencia de unas insulae Fortunatae. Su información
sobre ellas depende como reconoce expresamente, de Sebosus y Iuba. Según el
texto de Plinio distinguía dos grupos de islas; en el primero se encontraban
Iuniona. Pluvialia y Capraria, y en el segundo Invallis y Planasia (nat. VI,
202-203). Juba, por su parte, y siempre siguiendo el relato pliniano, incluía
entre las Fortunatae las siguientes islas (las cito en el orden en el que se
enumeran): Ombrion, Iunonia, Iunonia (minor), Capraria, Ninguaria y Canaria
(nat. VI, 203-205).
...La
notable excepción la constituyen “Islas de Juno”, es decir, las islas que en el
pasaje de Plinio reciben el nombre de Iunonia. Su excepcionalidad proviene del
hecho de que se trata de un topónimo teóforo. Los topónimos de esta índole no
son demasiado frecuentes en la geografía antigua, aunque hay un ámbito en el
que aparecen especialmente documentados: en puntos concretos de las costas e
islas. Muchos de estos topónimos se encuentran en puertos, cabos, golfos,
promontorios, montes y otros accidentes geográficos que jalonaban las costas y
las rutas marítimas del Mediterráneo, apareciendo frecuentemente asociados a
aras, altares, templetes o templos.
Las características y funciones de los
promontorios vinculados a construcciones sacras fueron exploradas por E. Ch.
Semple hace ya más de 70 años, en un artículo de gran interés (aunque no
exhaustivo) y que todavía hoy es el
único que ha tratado monográficamente este tema. Sus conclusiones proporcionan
valiosas pistas para entender la naturaleza de las “islas de Juno”.
Semple constató la existencia de 175 de
estos puntos a lo largo de buena parte de las costas del Mediterráneo, desde la
Península del Sinaí en oriente hasta la Península Ibérica
en occidente. Descubría esta autora dos principios básicos que recogían su
distribución: a) jalonan las principales rutas comerciales y b) aparecen
(aisladas o en grupos) en las proximidades de puertos. El primer principio se
explica por la importancia de estos promontorios como puntos de referencia para
los navegantes, y el segundo por su función de señalizadores de los puntos de
partida y llegada de los viajes por mar, indicando a los marineros que ya se
encontraban en aguas familiares. (...) Explicaba también que las divinidades
que presidían estos lugares fueron muy diversas, aunque de una forma u otra se
vinculaban al mar y a las empresas marinas: Apolo, Atenea, Hermes, Hera (o
Juno), Posidón o dioses de origen semita
como Baal, Melkart o Astarté. Apreciaba también una sucesión o superposición de
diferentes dioses en ciertos promontorios, consecuencia de prácticas
coloniales, empresas militares u otras de control de territorio.
...Queda
ahora por determinar la adscripción de las “Islas de Juno”, en su condición de
“lugares sacros”, a una cultura concreta. Dada la localización atlántica de
esas islas y la muy probable antigüedad de las fuentes últimas del pasaje
pliniano (en todo caso anteriores a Juba, como se verá más adelante) hay que
pensar en el mundo semita. En este punto hay que hacer constar que al igual
griegos y latinos, fenicios y púnicos conocieron la tradición de “lugares
sacros” costeros asociados a la navegación. Que en el texto de Plinio dichos
lugares aparezcan bajo la advocación de Juno, diosa de nombre romano, puede
significar únicamente que la divinidad originaria sufrió una implantación, a
través de lo que se conoce como “interpretatio”, por la que el autor del texto,
un latino, consideraba su equivalente. Quizás ya dicha suplantación fue
promovida por el propio Juba, fuente inmediata de Plinio, que escribió su obra
en griego y pudo haber conocido las islas con el nombre de “islas de Hera” (cf.
Ptol. IV,6,14). En cualquier caso esta práctica está perfectamente atestiguada
en muchos puertos del extremo Occidente, donde la presencia de dioses griegos o
latinos se explica como una adaptación a la religiosidad grecolatina de
divinidades semitas preexistentes.
...En
cualquier caso, el abandono de Mogador en la segunda mitad del siglo VI a.e.a.,
que coincide con el fin de un determinado modelo económico (la “segunda fase”
en el esquema de López Pardo), supuso el fin de toda exploración y
reconocimiento de la costa atlántica africana en dichas latitudes extremas. Las
“islas de Tanit”, “islas de Hera-Juno” de los grecos latinos, fueron olvidadas
y su recuerdo reducido a los datos que de ellas quedaron registrados en la
documentación conservada en Gadir (quizás también en Lixus y despues en la Cartago púnica) y tal vez
también a algunas vagas referencias en las tradiciones orales que pudieron
circular en el entorno marinero de la ciudad.” (José Á. Delgado Delgado, 2001:
1 y ss).
Es evidente que los contactos de pueblos
libio-púnicos con las islas contribuyeron a la expansión del culto a la Diosa Tanit, pero es
más que probable que este culto ya se practicara en las islas en épocas
anteriores a la arribada de estas poblaciones. Este aserto queda refrendado por
el hecho de que la simbología representativa de la Diosa difundida en las
islas, es mucho más arcaica que la empleada en Cartago en la época en que ésta
promocionó el poblamiento de las islas con poblaciones libica-mazigias. Ello
nos autoriza a creer que la población que habitaba el territorio antes de la
llegada de estas nuevas expediciones, no sólo tenía un origen claramente
norteafricano, sino que eran portadores de una cultura religiosa feno-púnica
anterior a la cartaginesa y, como hemos indicado más arriba, con un gran substrato
cultural de origen egipcio.
En este contexto es en el que hay que
insertar la noticia trasmitida por Pseudo Aristóteles (Mir. 84) y Diodoro
Sículo (5.19-20) del descubrimiento accidental de una isla en el Océano por
“naves fenicias” (gadiritas) que merodeaban la costa africana, que entendemos
que se debe identificar con el Archipiélago Canario, muy posiblemente con Gran
Canaria, donde se reconocen multitud de vestigios púnicos. Su descubrimiento
dio lugar a un asentamiento, posiblemente de pobladores gadiritas, que llegó a
ser conocido y codiciado por los etruscos, y que Cartago mandó destruir por
temor a que se estableciera una colonia a sus espaldas. Aunque se admite que
los textos se escriben en torno al 300
a.d.n.e., los hechos que se cuentan se remontan a la época de la expansión
etrusca, anterior al último tercio del siglo VI o comienzos del V a.C., entre
la batalla de Alalia (540 a.d.n.e.) y las Cumas (474 ad.n.e.) en las que los
etruscos ganan y pierden, respectivamente, su poder marítimo. El relato
refleja, pues, el enfrentamiento entre Gadir y Cartago, el intento del cierre
del Estrecho a las navegaciones no cartaginesas y muestra el cambio de
orientación de las bases económicas de Gadir originado por la crisis del
comercio de metales hacía la explotación de los recursos piscícolas, para cuyo
propósito crea una amplia red de factorías de pescado en cuyo contexto, según
demuestra R. González Antón et al. (1995), debe comenzar a insertarse la
protohistoria de Canarias. Esto es lo que decididamente indican con claridad,
además de lo mencionado para Gran Canaria, los datos: “piedra Zanata” (González
Antón R., 1995) y anforoides en Tenerife; hipogeos en Gran Canaria (Balbín
Behrman, R. et al., 1999): González Antón, R. et al. 19995); Representaciones
de Tueris y Tanit (Atoche Peña, P. 1997); pozo de cámara púnico con
representación de Tanit (Atoche Peña, P. et al. 1999) y escarabeos (Atoche
Peña, P. Et al.1999) en Lanzarote; presencia de palmeras datileras (Santana
Santana, A. y Rodríguez Toledo, J.M., 1997) en varias islas, y un largo
etcétera que es difícil resumir aquí.” (Enrique Gozalbes Cravioto, 2002: 47-48)
Son varios los lugares en nuestras islas que desde nuestro punto de vista
tienen connotaciones feno-púnicas y que veremos en su lugar, y que están
íntimamente ligados a la
Diosa Tanit, Tara o Chaxiraxi.
Es probable que la religión de la Diosa-Madre, tal cual la practicaban los
feno-púnicos se sobrepusiera a otras
formas de adoración practicada por los primitivos moradores de las islas antes
de la llegada de los contingentes libios-fenicios, suponemos que sin grandes
traumas ya que básicamente los respectivos panteones se componían de iguales o
similares deidades, variando quizás algunos aspectos puramente formales de las
prácticas rituales, ya que como es natural las prácticas religiosas al ser
parte esencial de la comunidad, van evolucionando externamente es decir en sus
ritos, conforme lo hace la sociedad que los practica.
En Cartago, la epigrafía y los templos
primitivos documentan el culto Melkar y Astarté junto con un dios Baal Shamem, pero es posible que, a comienzos
del siglo V a.e.a., se produjera allí una cierta reforma religiosa, en la que
obtuvieron la primacía Tanit y Baal Hammón. Ellos son objeto de la mayoría de
las dedicaciones conocidas, tanto en Cartago como en su área de influencia en
el Mediterráneo central. Tanit, identificada a veces con Astarté, es el nombre
de una Diosa fenicia de escaso relieve en su país de origen, al igual que Baal
Hammón, cuyo epíteto documenta cerca de Tiro, quizás como el Baal de una
pequeña ciudad llamada Hammón, o como el señor del altar de los perfumes, que sería el significado del vocablo Hmn.
Ambos adquieren una gran importancia como objeto de las más famosas actividades
del culto cartaginés: los sacrificios infantiles, uno de los temas más
controvertidos hoy por los investigadores (para Tenerife hay una cita como
veremos más adelante), pero desde luego el acto ceremonial más destacado de la
religión y la vida pública en Cartago.
En Cádiz, junto al famoso y citado santuario
de Melkar, debe señalarse otro de una Diosa llamada en época romana Venus
Marina, que puede ser Astarté, y el de un Baal Hammón, como probable
antecedente del templo de Cronos citado por Estrabón.
Panteones similares, y más o menos
completos los había en las restantes colonias occidentales, siendo factible
determinar por ellos la importancia de la presencia cartaginesa y el origen de
sus primeros fundadores. (Ramón Corzo, 1994: 54)
Otro de los aspectos culturales guanches
capaces de acercarnos cronológicamente a la época de los primeros poblamiento
de las islas, lo son sin duda los
petroglifos, este arte ampliamente
difundido en todo el orbe desde tiempos inmemoriales, en nuestro caso nos puede
servir de guía para ubicarnos en el tiempo. Estos petroglifos, (grabados que
son realizados en la piedra) una
práctica artística realizada por todas las culturas, posiblemente desde épocas
anteriores al neolítico, en el Archipiélago Canario los encontramos en todas
las islas, su temática es múltiple y compleja expresando los artistas mediante
ellos, diversos aspectos de la religión, mitos, mensajes sobre conocimientos de
los astros o señalan lugares sacros. Generalmente, en Canarias los yacimientos
de grabados rupestres suelen estar asociados a abundantes restos de cerámica.
Es de notar que la mayoría de estos grabados rupestres suelen estar orientados
Este a Oeste, especialmente los cruciformes que frecuentemente van asociados a
espirales sencillas o complicadas y con giros hacia la izquierda o derecha,
símbolos éstos que desde la antigüedad
son tenidos como representaciones de la fecundidad, del nacimiento y de
la vida después de la muerte.
En cuanto a la cronología de los grabados
rupestres de Canarias, los científicos no mantienen una línea de acuerdo,
siendo dispares las interpretaciones conforme a los intereses que defienden
cada grupo en función del grado de compromiso contraído con una u otra postura,
es decir, quienes practican la investigación por la investigación y quienes
investigan partiendo de las tesis emanadas desde la Metrópolis. Vemos
algunos planteamientos expuestos desde el punto de vista de los primeros por el
profesor de la Universidad
de Alicante D. Mauro S. Hernández Pérez: “...En este periodo sólo hemos
registrado el hallazgo de los yacimientos de La Erita, Tajodeque y El
Calvario, los tres en La Palma
(Jiménez de Cisneros, 1923), y, en el análisis teórico, la reiteración de las
opiniones de R. Veneau (Hooton, 1970,64), que, asimismo, utiliza J. Pérez
Barradas (1939) en su propuesta de cronología y migraciones en la que los
grabados no alfabetiformes corresponderían a los contactos de la primera
población canaria, los protoguanches, con Marruecos y la Península Ibérica
hacia el 2000-1800 a.C., mientras las inscripciones alfabéticas, que denomina
siguiendo a G. Marcy inscriptiones tifinagh, se relacionan con una segunda
invasión camita situada hacía el siglo VIII-IX a.C. La aportación más
significativa de este periodo es, sin lugar a dudas, G. Marcy. Sus estudios
sobre las inscripciones líbicas (Marcy, 1937 y 1938) ejercen una notable
influencia en los investigadores canarios. Para G. Marcy los grabados
alfabéticos canarios eran análogos a los saharianos del borde atlántico, desde
el Draa al Senegal, siendo sus autores los propios habitantes de Canarias que
como sus parientes los bereberes de Mauritania conocían el alfabeto líbico.”
(Mauro S. Hernández Pérez, 1996:31).
“...La etapa que se inicia en 1970 coincide
con la creación y primeras actuaciones del Departamento de Arqueología de la Universidad de La Laguna. Directamente
implicado, no puedo ser objetivo en la valoración de aquel periodo, que ha sido
considerado de “anquilosamiento” en la investigación, cuando no con otros
términos más duros.”
“En el campo de las manifestaciones rupestres
se produce una excepcional aportación al menos patrimonial. En efecto, el
registro de yacimientos aumentó considerablemente, si bien los dos corpus elaborados en aquellos
años permanecerían inéditos.
Uno de ellos sería realizado A. Beltrán y el
otro por nosotros.
Beltrán realizó en 1971 una monografía sobre
el Barranco de Balos al que considera un santuario, cuyos grabados, que
responden a un culto a la fecundidad y al sol, tienen una antigüedad de unos
cuatro mil años –desde el Eneolítico o bronce Medio europeo hasta nuestros
días.” (Mauro S. Hernández Pérez, 1996: 35).
“...Ese aislamiento se entiende porque no hubo
navegaciones regulares y masivas entre las islas. Los aborígenes contaban historias
sobre algunas míticas travesías entre Tenerife, y La Gomera y El Hierro, usando
balsas de odres inflados, y hay dudosa descripción de canoas hechas en Gran
Canaria con corteza de Drago. Pero no eran navegantes, entre otras causas porque en el Archipiélago
no existían condiciones optimas para la navegación ni materiale adecuados para
fabricar embarcaciones. Tampoco existen pruebas arqueológicas. En La Palma descubrimos un grabado
que recuerda determinadas embarcaciones de la antigüedad, pero como es el único
caso hasta el momento, no estamos seguros de que sea realmente un barco y no
sólo lo parezca.” (J.F. Navarro Mederos, 2001).
En cuanto al tan debatido tema de la
navegación en las islas, dos de los
autores que nos hablan de navegaciones entre éstas, son el ingeniero
cremonés Leonardo Torriani, cuya obra sobre la historia de Canarias, aunque era
citada por algunos autores como Núñez de La Peña, no
fue conocida hasta que el investigador austriaco Dominik Josef Wölfel la
tradujera y publicara en Leipzig, en 1940,
y el Ilustre Sabio Canario, D. Juan Bethencourt Alfonso, quien nos habla
de navegaciones entre las islas usando foles y nos cuenta una sugestiva leyenda
de la época mítica. “Pescaban con cuerdas de cuero y con anzuelos de huesos de
cabras; y hacían las redes de yerbas y de palmas, parecidas a las que se usan
en los ríos de Lombardía, que son cuadradas y cuelgan de una percha larga.
También hacían barcos del árbol drago, que cavaban enteros, y después le ponían
lastre de piedra, y navegaban con remos y con vela de palma alrededor de las
costas de la isla; y también tenían por costumbre pasar a la isla de Tenerife y a Fuerteventura
y robar. Por esta navegación llegaron a parecerse con los demás isleños, tanto
en el leguaje como en algunas
costumbres, como se dijo de Fuerteventura, los cuales imitaron a los canarios
en su modo de hacer justicia.” (Leonardo Torriani, 1959: 113-14) Estas
navegaciones entre islas, puede justificar la presencia en la isla de Tamarán
(Gran Canaria), de las hachas de piedra pulimentadas descritas por el Doctor
Chil y Naranjo, y encontradas en la ciudad de Arucas, (2) Galdar (1) más otra procedente de La Gomera y que actualmente
forman parte de los fondos del Museo Canario. Es posible que estas hachas estén
elaboradas con piedras procedentes de Fuerteventura, “...aunque tampoco falte
la diorita en las Islas Canarias, pero no en la Gran Canaria, sino en
la de Fuerteventura, donde hemos extraído muestras de esta durísima roca, en el
poblado de Toto, próximo al pueblo de Pájara, y que en rigor debe denominarse
microdiorita por la finura de su grano...”(Simón Benítez Padilla, 1965: 150).
La pregunta es simple ¿Cómo llegaban las piedras de Furteventura a Gran Canaria
y La Gomera? Por otra parte, la tamusni (historia oral)
recoge que, por la punta de la rasca, en Arona (Tenerife) acostumbraban a
desembarcar los canarios y Palmeros que venían a comerciar y en ocasiones a
robar ganado, como apoyo a esta posibilidad puedo atestiguar que hace años
recogí en el poblado de la Rasca,
algunos fragmentos de una cerámica de hechura fina y color negro que algunos
entendidos adscribieron a la cerámica pre-colonial de la isla de La Palma.
En cuanto a la navegación con foles, existen
varias narraciones que atestiguan
navegaciones entre islas en épocas
pre-coloniales y míticas. Según Bethencourt Alfonso, los guanches de Tenerife
conservaban la reminiscencia de una pavorosa catástrofe... referida de dos
maneras por sus descendientes: “Según unos, cierto día infausto, en medio de
terremotos, erupciones volcánicas, y
temblores se abismó “la isla anegada que no volverá a aparecer hasta que no se
hunda otra de las siete que habitamos”; pero según otros, los cataclismos
fueron sucesivos en un lapso de tiempo más o menos largo, quedando las islas
como en la actualidad menos Tenerife y
Gran Canaria que siguieron unidas por un
arrecife entre Naga y la Isleta
en Gran Canaria que al fin desapareció también.”
Relacionadas con estos trastornos geológicos
circulan algunas consejas, de las que reproducimos las tres siguientes:
“Cuentan que una joven de la nobleza del
tagoro Archaha, reino de Adeje, llamada Guilda, en vísperas de casarse murió
repentinamente su prometido y pasado algún tiempo descubrió con horror que era
madre. Desesperada, porque según la ley la arrojarían viva al mar, confióse a
un siervo pescador, y convinieron en que la única probabilidad de salvarse era
ganar la isla de La Gomera
sobre una balsa de foles o zurrones. Todo preparado, una noche de tiempo
favorable embarcó con gran sigilo por la playa de Troya, no sin ofrecer a su
cómplice que haría una gran hoguera si lograba escapar, pues creían que La Gomera, Palma y Hierro
estaban deshabitadas desde la catástrofe, porque nunca vieron fuego en ellas.
Pero lo más curioso de dicha tradición
tinerfeña es que se completa con otra que hemos recogido en La Gomera. Existe en
esta isla cerca de San Sebastián, la aún llamada Playa de la guancha, porque en
tiempos muy remotos apareció por allí una joven de Tenerife embarcada sobre zurrones.
El acontecimiento conmovió la isla, y llevada ante el rey contó sus desventuras
y la causa que le obligó a huir de su tierra; añadiendo que no esperaba
encontrar gente porque nunca habían visto fuego. Como los indígenas ignoraban
el modo de obtenerlo, les enseñó frotando dos trozos de madera; y fue tal el
entusiasmo que el príncipe la tomó por esposa prohijando el ser que llevaba en
las entrañas. Pasado algún tiempo los esposos fueron a Tenerife, saltando por
la aguja de Teno.
Una sobrina del rey Archinife de Adeje,
llamada Guajara, era tan notable por su belleza que llegó a oídos del libertino
Tauco, primogénito del soberano de la isla de Canaria, que hizo viaje a
Tenerife para comprobar lo que pregonaba la fama. La realidad superaba a cuanto
le habían dicho y la solicitó por esposa; pero aunque el rey apoyó con calor la
demanda, Guajara alegó varios pretextos para rehuir el compromiso. Después de
varios viajes de Tauco, descubrió que era rechazado porque existía un rival
oculto y favorecido, el tagorero Ucanca, gobernador de esta región y el
guerrero más acreditado de su tiempo.
Tauco juró venganza; y como se enteró que
Guajara acompañada de dos siervas iba con alguna frecuencia a recrearse de los
retamales de Afonche, le preparó una celada con algunos de sus vasallos y
consiguió sorprenderla y forzarla, huyendo seguidamente para Canaria temeroso a
las consecuencias. No retornó Guajara a la corte, sino que se encaminó al
gobierno de su amante, para revelarle lo sucedido; y Ucanca lleno de ira,
después de ocultar a su prometida en la cueva del mal país al amparo de sus
hombres de guerra, marchó en persecución de Tauco. Cuando llegó a Naga ya su
enemigo había partido para Canaria; a cuyo punto se dirigió salvando la
distancia, “por foles y por otras andando sobre los arrecifes”.
Después de matar Ucanca a Tauco en singular
combate, se casó con su prometida; pero irritados contra el rey de Adeje por
haber patrocinado a Tauco, se revelaron levantando pendones contra el soberano
hasta que lograron enseñorearse de la isla, fundando la dinastía de los Guajara
tan celebrada en las tradiciones.
Pasadas algunas generaciones, un poderoso
monarca de la dinastía de los Guajaras tuvo un hijo llamado Binicherque, tan
orgulloso que no teniendo hermanas y no
encontrando entre la nobleza de la nación mujer diga de elevarla al trono, puso
los ojos en una princesa hija del rey de Canaria; a la que iba a galantear
“recorriendo el camino partes andando y parte sobre foles”. Creemos que estos
mitos ocultan sucesos positivos. Así, por ejemplo, en el banco o arrecife entre
Tenerife y Canaria vislumbramos trastornos geológicos mas o menos grandes,
[...] Claro que estas interpretaciones no pasan de meras hipótesis, pero ya se
ha convenido en que la
Mitología es la historia del pasado exornada por la poesía de
las generaciones sucesivas.” (Juan Bethencourt Alfonso, 1991, tomo I:62-64).
Nos hemos permitido esta digresión, para
dejar patente que si bien en el Archipiélago Canario no se practicaba una
navegación continuada y digamos “reglada” no por ello, nuestros ancestros la
desconocían. Siendo como eran las sociedades isleñas mayoritariamente
ganaderas, que no practicaban el comercio especulativo y que además eran
sociedades desarrolladas hacia dentro, es decir, “encerradas” en sus islas,
poco interés pusieron en desarrollar la navegación máxime cuando la mayoría de
los grandes males que les afligían, siempre provenían de la mar. Por otra
parte, es plausible que en alguna época sí practicaron la navegación a gran
escala, la propia fragilidad de los materiales han hecho que no llegara hasta
nosotros pruebas materiales de su existencia. No compartimos el planteamiento
de algún autor que afirma que en las islas no existía materiales idóneos para
la construcción naval, debemos admitir que si se refiera a elementos metálicos
lleva razón, pues en las islas no existen metales factibles de ser
transformados con medios artesanales, pero en cuanto a las maderas que eran los
materiales básicos en la construcción de buques, las islas de Tenerife, La Palma, La Gomera y Gran Canaria, eran
abundantes en pinos, cedros, tilos y en maderas nobles. Así mismo, los dragos
alcanzaban grandes proporciones, no siendo imposible construir con ellos
embarcaciones de considerables dimensiones, las cuales una vez debidamente
impermeabilizadas con pez o resina de pino podían transportar a diez o doce
navegantes.
En el Barranco de Balos, en Agüímes, isla de
Gran Canaria existe un yacimiento de grabados rupestres entre cuyos motivos hay
uno que consta de tres caballos con jinetes en un primer plano y unos dibujos
en segundo plano que sugieren árboles más concretamente unos pinos.
El dibujo, por sí sólo es una pieza
extrañísima pues hasta el descubrimiento de este yacimiento no se tenía
noticias de que los antiguos Canarios tuviesen conocimiento de la existencia de
éstos equinos. La curiosidad ante tan insólita representación nos obligó a indagar en busca de manifestaciones paralelas
en nuestro entorno cultural, nuestros esfuerzos se vieron recompensados por el
hallazgo de otro grabado similar localizado en un yacimiento de la antigua
Nuvia egipcia, elaborado quizás con la misma técnica y que igualmente
representa a tres caballos con jinetes, pero en esta ocasión éstos son
guerreros que portan armas y escudos y además forma parte del conjunto un
elefante. Pero, siendo extraordinaria la similitud que muestran ambos grabados
no es menos extraordinario el hecho de que este grabado nubio, está datado nada
menos que en el 3.800 a.e.a.
Creo que esta datación nos puede aproximar
la época en que se produjo el primer poblamiento de las islas, o por lo menos a
una de las primeras arribadas a la isla
Tamaránt (Gran Canaria).
Bastante interesante :)gracias , azul
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