Guillaume Faye.
En el 2020 Europa será una mezcla caótica de
religiones y creencias diferentes. Se espera la descomposición completa del
cristianismo. La lucha será entonces entre el paganismo y el Islam. ¿La lucha
será espiritual o militar? Eso no lo sabemos. El paganismo es la mas seria de
las religiones. El poder y la invencibilidad del paganismo se explican por su
unión con las fuerzas vitales; por lo tanto es indestructible, no puede
desaparecer, a diferencia de los monoteísmos, que son religiones históricas con
un principio y un final y ligadas a periodos específicos, esto explica su
necesidad de las teorías dogmáticas y su intransigencia. Sin embargo, se
excluye la posibilidad de que Europa retorne a los cultos paganos del pasado
como sucede en la India
de hoy o en la Europa
pre-cristiana. Los cultos druidicos contemporáneos (por ejemplo, en Bretaña,
Irlanda, Inglaterra, etc.) no solo son minoritarios en la practica, sino que
son artificiales, de naturaleza folklorista y superficial, no religiosos
realmente. Visualizo la aparición en los próximos 20 años del siguiente marco:
1. El Islam será la religión mas practicada (por
razones demográficas y como resultado de la rotación al Islam de los residentes
locales), lo cual será catastrófico.
2. A pesar del deterioro de la situación
socioeconómica y del incremento de las amenazas (lo que siempre crea un entorno
favorable para las religiones monoteístas de la salvación), la iglesia católica
será incapaz de expanderse, en tanto que continuara ocupada por el sindicalismo
y la política: su decadencia se acelerara al igual que su marginalización. Por
lo tanto no pienso que ocurra una “reacción católica masiva” y el resurgimiento
del catolicismo en el siglo XXI, como quería Juan Pablo II.
3. Preveo la aparición de muchas sectas o
“tribus” (según la expresión de Maffesoli) de sentido cristiano, pequeñas pero
que florecerán: tradicionalistas, carismáticas, sincrético-místicas, etc, no
reconocidas por el Vaticano.
4. Se espera la propagación lenta pero continua
del Budismo a la occidental – un reflejo distorsionado de la religión budista
asiática original.
5. En la futura Edad de Hierro veremos el
retroceso del ateísmo y de la indiferencia agnóstica, y luego el retorno de una
forma atractiva de paganismo, de la cual no podemos decir nada aún. Las
religiones que yo llamo salvajes (sin el sentido peyorativo de la palabra),
constituidas por la mezcla de elementos malos y muy interesantes, aparecerán,
pero solo para formar el terreno en el que el retorno de un paganismo europeo
regenerado se asentara. Tales “religiones salvajes” ya existen, pero
corresponden a la necesidad de revivir una parte olvidada de la memoria.
Así que pienso que veremos en el siglo XXI la
aparición de formas impredecibles de paganismo y la metamorfosis de los dioses.
Cualquier cosa será posible en este caos, del cual nacerá un nuevo orden. Por
otro lado, no debemos impresionarnos por los hechos (citados por paganos e
integristas) que parecen hacer imposible el resurgimiento del paganismo. El
paganismo esta diametricamente opuesto al desorden y a la destrucción de las
energías vitales que se observa en el Occidente contemporáneo. Su espacio
comienza (de la palabra griega “cosmey”, organizar) con la unión de los
opuestos aparentes, las fuerzas dionisiacas de la sensualidad y el disfrute y
con la necesidad apolinea de control y orden. Todo aquello que dañe la
existencia saludable del pueblo, la naturaleza orgánica de la polis o el Estado
(en el sentido romano del termino) no puede ser llamado “pagano”. El pagano no
debe ser ni puritano ni pansexualista (que como extremismos están muy cercanos
unos a otro) ni anárquico ni tirano (el segundo se origina del primero).
El paganismo tampoco puede ser confundido con el
dogmatismo intolerante ni con la tolerancia absoluta. Bajo el pretexto de un
“paganismo cívico” algunos paganos superficiales aplauden la desintegración de
la sociedad en tribus y comunidades, ignorando que todos los autores paganos de
la Grecia
antigua, comenzado con Aristóteles, con su concepto de filia (amor por los
vecinos), siempre alertaron contra la idea de pueblos diferentes conviviendo en
el mismo lugar, en tanto que eso crea las circunstancias favorables para la
violencia y el despotismo. Pero los monoteísmos, al contrario, protegen la idea
del mestizaje para asentarse entre las masas desarraigadas, ya no unidas por la
solidaridad etnocultural. Esos paganos corruptos como los obispos contemporáneos
saludan el Islam como un “enriquecimiento del ecumenismo” (sin entender la
lógica totalitaria y monopolista de la religión de Mahoma) como resultado de
una visión abstracta y falsa del futuro, constituido por una pretendida paz
politeísta y un mundo conectado en red, sin pueblos y naciones, lo que les hace
confesar su tolerancia por las tribus marginales y un cosmopolitismo ilimitado.
Este ultimo es completamente ajeno a la visión pagana de la polis y es mas afín
al concepto político paulino (pero no judaico) y del judeocristianismo
primitivo del “pluriverso”. No olvidemos que el paganismo grecorromano estuvo
subordinado a la autoridad jerárquica de los grandes dioses patronos, ligados
al Estado o polis y cuyo orden político preferido era el de la comunidad
nacional-popular y no la defensa de los derechos y fuerzas centrifugas de
algunas “comunidades” alógenas.
Por otro lado, yo rechazo el paganismo puramente
negativo, que no es mas que un anti-cristianismo emocional. Yo escribí en el
prefacio de un libro dedicado al culto mariano sobre el hecho obvio de que el
culto a la madre de Dios tiene su raíz en la mentalidad pre-cristiana europea y
que los paganos deben rendirle honor. ¿De que otra manera podría explicarse el
enorme éxito del culto a María y los santos en el pueblo? Además, los
sacerdotes de la iglesia católica contemporánea (este es el origen de su
impopularidad) intentan minimizar esos cultos sospechosos de “politeísmo.” No
obstante, mas allá de las diferencias entre el paganismo contemporáneo y el
cristianismo, yo sostengo, como el especialista medieval Pierre Vial, que
enfatiza en su ultimo libro “Una tierra, un pueblo”, que el paganismo no es
anti-cristiano, es a-cristiano y poscristiano. Siguiendo a Nietzsche, él indica
que la ruptura entre la cosmovisión judeocristiana y pagana consiste en el
hecho de que los cristianos prefieren el martirio al heroísmo, glorifican la
fuerza expiatoria del sufrimiento, prefieren el masoquismo, el sentimiento de
culpa y arrepentimiento frente a la estética de la vida y la voluntad de poder,
la moral del pecado frente a la ética del honor.
Ahora me arriesgo a hacer una predicción
histórica en la base de una clara intuición.
Puede probarse cierta o ser incorrecta. En la Europa del siglo XXI
ocurrirá una marginalización radical del Cristianismo, y un paganismo
regenerado se enfrentara con un Islam agresivo. La minoría de católicos se
unirá a un campo o a otro. Pero como ha escrito Monterlant en su libro
profético poco reconocido “Solsticio de Junio” en la futura guerra de los
dioses, retornara la gran Diosa Madre como el rostro de la consciencia europea,
que ha superado las amenazas.
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