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sábado, 30 de mayo de 2015

:::I. Los xaxos:::


La momificación es uno de los aspectos más populares de la Historia Antigua de Canarias. Desde los tiempos de la Conquista hasta la actualidad, las momias guanches han servido de reclamo para investigadores y curiosos.
Sin embargo, la difusión del fenómeno no ha sido siempre positiva. A menudo se ha tratado el tema desde una perspectiva algo simplista, probablemente con el objetivo de facilitar su divulgación y hacerla más atractiva.
Esa falta de rigor a la hora de abordar una materia que sigue siendo objeto de estudio ha favorecido la proliferación de algunas creencias erróneas, que no han hecho más que distorsionar la percepción que se tiene del fenómeno. Un fenómeno que, limpio de mitos, seguirá siendo uno de los mayores alicientes del pasado de las Islas.

¿Dónde y a quién?

A menudo se ha dicho que la momificación se llevaba a cabo en todas las islas del Archipiélago, pero, en realidad, solo puede asegurarse su presencia en dos de ellas: Tenerife y Gran Canaria. En otros lugares, concretamente en las islas occidentales de El Hierro, La Gomera y La Palma, solo se han conservado algunos restos de tejidos blandos, cuya preservación pudo ser casual, a consecuencia de unas condiciones naturales favorables, como lo son la ausencia de humedad o la influencia de las brisas.
También goza de buena salud la creencia en que las técnicas de conservación se practicaban a la totalidad de los cadáveres, cuando todo parece indicar que la momificación se reservaba a una parte minoritaria de la población, la clase dominante: la nobleza. Los demás individuos, el pueblo llano, eran sepultados sin haber sido sometidos a ningún proceso especial de conservación.
¿Momias o xaxos?
Tal vez lo que más ha favorecido la distorsión del fenómeno de la momificación en Canarias ha sido el uso habitual de la palabra ‘momia’ para referirse a los cadáveres mirlados. A menudo, la utilización de vocablos de origen egipcio nos ha llevado a confusión, incluso ha favorecido la elaboración de ciertas teorías transculturales de dudosa consistencia.
La palabra ‘momia’ proviene del árabe ‘mumiya’ (‘betún de embalsamar cadáveres’) y ésta del persa ‘mum’ (‘cera’). Los antiguos egipcios extraían del Mar Muerto el betún de Judea o asfalto, y lo utilizaban durante el proceso de embalsamamiento de los cuerpos eviscerados. Por extensión, el término ‘momia’ se acabó utilizando para referirse a la totalidad del cuerpo embalsamado.
La Real Academia Española acepta el uso del vocablo para referirse a cualquier cuerpo que, de forma natural o artificial, se deseca sin llegar a entrar en putrefacción, pero, si abordamos el asunto desde un punto de vista etimológico, el uso de la palabra ‘momia’ en Canarias no tiene demasiada justificación. Además, sabemos que los guanches tenían un nombre concreto para referirse a sus cuerpos momificados: ‘xaxo’ (‘enjuto, desecado’).
Con el objetivo de evitar más confusiones, tal vez lo más conveniente sería usar el término ‘xaxo’ para referirnos a los cadáveres desecados, y el de ‘mirlado’ para hacer referencia al proceso de conservación de los cuerpos llevado a cabo entre los antiguos pobladores amazighes de algunas de las islas de nuestro Archipiélago, dejando los vocablos ‘momia’ y ‘momificación’ para el ámbito egipcio.
En 1992 tuvo lugar en Tenerife el I Congreso Internacional de Estudios sobre Momias. El acontecimiento permitió conocer mejor la antigua población de las Islas y sus xaxos. Sin embargo, como advierte José Barrios (2004: 39) en su tesis, «el corto período de tiempo transcurrido desde la publicación de las Actas no ha permitido que la arqueología haya podido aplicar en sus distintas esferas de investigación los resultados de este congreso». Es por eso que, todavía en la actualidad, nos vemos obligados a recurrir a las fuentes etnohistóricas para conocer detalles sobre los mirlados guanches y canarios.
La compilación de dicha información por parte de los primeros historiadores de Canarias no debió de ser sencilla. Al parecer, los antiguos habitantes de las Islas evitaban la difusión de ciertos aspectos de su cultura como mecanismo de defensa. La problemática queda perfectamente reflejada por Alonso de Espinosa en su Historia de Nuestra Señora de Candelaria, cuando, tras repasar los usos y las costumbres de los guanches, afirma lo siguiente:
Esto es lo que de las costumbres de los naturales he podido, con mucha dificultad y trabajo, acaudalar y entender, porque son tan cortos y encogidos los guanches viejos que, si las saben, no las quieren decir, pensando que divulgarlas es menoscabo de su nación [Espinosa (1594) 1980: 45].
Encontramos una de las primeras referencias sobre los xaxos en la obra de un representante comercial británico llamado Thomas Nichols, A Pleasant Description of the Fortunate Island, escrita en la segunda mitad del siglo XVI. En ella no se aportan datos relacionados con el proceso de mirlado. De hecho, en ningún momento se habla de momias ni se menciona ninguna técnica de conservación de cadáveres, aunque la descripción que efectúa deja muy claro que lo que estaba contemplando eran xaxos: «He visto cuevas de 300 de estos cadáveres reunidos; la carne estaba reseca, y el cuerpo se quedaba tan ligero como un pergamino» [(d. 1560) 1963: 116].
Las fuentes que proporcionan un mayor número de detalles relacionados con los procesos de mirlado en Tenerife son tres: la ya mencionada Historia de Nuestra Señora de Candelaria, de Alonso de Espinosa; la Historia de la conquista, de Abreu Galindo; y la Conquista de la isla de Gran Canaria vna de las 7, atribuida a Antonio Cedeño [(ca. 1490) 1995: 43].
Para obtener noticias sobre los mirlados en Gran Canaria, podemos recurrir tanto al texto de Abreu Galindo como al de Leonardo Torriani, la Descripción e historia del reino de las Islas Canarias.
La consulta de estas fuentes permite observar dos fenómenos. En primer lugar, que las técnicas de mirlado descritas para Tenerife y Gran Canaria son similares, pero no idénticas. Y, además, advertiremos diferencias sustanciales entre las descripciones de los procesos de conservación referidos a una misma isla.

Para justificar los matices, tenemos un amplio abanico de posibilidades. Algunas de ellas, tal vez las más atinadas, apuntan a que esta diversidad podría estar relacionada con el nivel de evolución o adaptación al medio de las diferentes sociedades, o bien con el sistema de organización social jerarquizado imperante en el Archipiélago. También podrían deberse a algo más simple: que los diferentes cronistas hiciesen referencia a procesos de mirlado efectuados en épocas también diversas.

Con tal de corroborar o refutar estas teorías, es vital que continúe el estudio de los xaxos que han perdurado hasta nuestros días.
Al describir el proceso de mirlado efectuado por los antiguos habitantes de las Islas Canarias nos encontramos con algunos inconvenientes. A saber, la heterogeneidad del fenómeno, pues se trata de un hecho practicado de diferente manera según la isla, la época o el estatus de la persona embalsamada, y la todavía escasa investigación realizada sobre restos mirlados.
De todos modos, con la información de estos análisis y la ayuda inestimable de las fuentes etnohistóricas, podemos tratar de recrear cuáles eran los pasos más comunes en la creación de los xaxos. Para ello, seguiremos la pauta marcada por Conrado Rodríguez Maffiote (1995: 43-45) en su estudio sobre Las momias guanches de Tenerife.
El proceso de mirlado
En las fuentes se indica que el proceso de embalsamamiento se iniciaba con el lavado del cadáver. Cedeño afirma que «lo lababan con agua caliente cocida con ieruas» (Morales Padrón 1993: 380). Por su parte, Abreu Galindo (1977: 300) señala que lo hacían con agua fría, dos veces al día, y además especifica que las zonas lavadas eran las partes más delicadas: las axilas, detrás de las orejas, las ingles, entre los dedos, las narices, el cuello y los pulsos.
Las fuentes son contradictorias en lo relativo a la evisceración de los cuerpos. De hecho, el tema constituye «una importante variable que parece indicar diferentes métodos empleados en distintas épocas, o diferentes métodos practicados en función del status social del fallecido» (Rodríguez Maffiote 1995: 43-44). Mientras Espinosa no menciona en ningún momento la extracción de las vísceras de los cadáveres, Abreu Galindo (1977: 162) llega a concretar qué órganos eran los extraídos en Gran Canaria: «tripas y estómago, hígado y bazo y todo lo interior». Por su parte, Cedeño añade que también se extraía el cerebro (Morales Padrón 1993: 380), pero lo cierto es que, tras los análisis efectuados a diferentes xaxos, no podemos afirmar que la evisceración fuese una práctica extendida en Canarias.
Lo que sí parece ser una realidad es que los cuerpos eran sometidos a un tratamiento químico, durante el que sería utilizada la manteca de ganado y otras sustancias minerales, con propiedades astringentes, y vegetales, como pudo ser el brezo, el pino u otras plantas aromáticas. Sobre el modo de aplicación de estas sustancias volvemos a encontrarnos con diferentes versiones. Cedeño y Espinosa anotan que la manteca y las sustancias vegetales y minerales eran introducidas en el cuerpo y que, además, el cadáver se untaba en manteca (Morales Padrón 1993: 380; Espinosa 1980: 44-45). Abreu Galindo (1977: 300) afirma que «los untaban con manteca de ganado y echábanles carcoma de brezo y de pino y polvos que hacían de piedra pómez, porque no se dañasen».
Posteriormente se procedía al secado del cadáver al sol, que podía estar complementado con el contacto del xaxo con la arena caliente durante el día, y con un tratamiento por medio de humo durante las noches (Morales Padrón 1993: 380).
Tras quince días, el cuerpo había quedado enjuto y era envuelto en pieles de cabra cuyo número variaba en función de la categoría del difunto. Por último, la mortaja era cosida y marcada con tal de poder identificar al xaxo con posterioridad.
Autor: Néstor Bogajo
Mundo Guanche Nº 18 - Enero 2007

[ISSN 1886-2713]

Glosario

embalsamar: preparar los cadáveres, introduciendo substancias balsámicas o desinfectantes en sus cavidades, para preservarlos de la putrefacción.

eviscerar: extraer las vísceras a un cadáver.

mirlar (mirlado): expresión poco frecuente ya en español, tiene el mismo significado que embalsamar.

momia: cadáver que se deseca sin entrar en putrefacción.

momificar: convertir en momia un cadáver (tanto por la acción humana como por la intervención de procesos naturales).

Bibliografía
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Bibliografía
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