(Libro inédito)
CAPITULO-XVII
Eduardo Pedro García Rodríguez
EL VIAJE DE LA DIOSA TANIT A LAS ISLAS CANARIAS
Es más que probable el que algunas de las expediciones
marítimas organizadas por los faraones egipcios para circunvalar el continente
africano y dirigidas por pilotos fenicios, recalaran en su periplo en algunas
de las Islas Canarias especialmente en las de Tamarant (Gran Canaria,) Chinech
(Tenerife) y Benahuare (La Palma,)
éstas estancias no debieron ser lo suficientemente dilatadas en el tiempo como
para dejar una gran impronta cultural, pero sí dejaron huellas de su paso y
estas han perdurado durante un largo periodo de tiempo. Por ello, creemos que,
los vestigios existentes en las islas y que son de indudable adcrisción
egipcia, pudieron ser aportados por las poblaciones líbico-beréberes, las que
en adelante denominaremos más acertadamente como líbico-mazigias, o por propios
contingentes egipcios establecidos durante el periplo de Nekao, tal como hemos
apuntado. Estas poblaciones imazighen, mantuvieron durante largos periodos de
tiempo profundos contactos con los egipcios y consiguientemente asumieron parte
de su cultura, (época en que los awuaritas (Palmeros) estuvieron instalados en
Hawara, como hemos explicado en otro lugar).
Los Libios gobernaron el país de los faraones en el
transcurso del llamado tercer periodo intermedio, conformando la XXII Dinastía
(950-730 a.e.a.) conocida como Dinastía Libia, la cual tuvo como capitales a Bubastis
y Tanis, nombre éste último que es una trascripción griega de Yani (para
la Biblia es
la ciudad de Soan) bajo Egipto, fundada en 1730 a.e.a., en la XII Dinastía, y
alcanzó su máximo apogeo bajo la dirección de los reyes pastores, posiblemente
esta ciudad dio el nombre de Tinnit aplicado por los mazigios a la Diosa-Madre, práctica
habitual en la época en que las deidades daban nombre a las ciudades donde era
veneradas y viceversa.
ESTATUA DE TANIT EN TAMARANT
Como explicamos en el capitulo correspondiente, Tanit
con el nombre mazigio de Tinnit una de las innumerables denominaciones dadas a la Gran Diosa-Madre,
tuvo su origen en Mesopotamia, donde rigió todas las culturas que se
desarrollaron en torno a los ríos Eufrates y Tigris, de aquí paso a Egipto
donde su representación más importante fue Isis, de aquí fue asumida por los
líbios-mazigios bajo el nombre de
Tinnit de quienes probablemente asumieron el nombre los cartagineses, llevados
de su habitual política de buena vecindad, y aplicándolo a su Astharté sin ninguna
dificultad pues a fin de cuentas es la misma Diosa con el mismo origen.
Los fenicios extendieron su culto por el Mediterráneo
y noroeste de África. En la zona mediterránea algunos de sus templos más
importantes estuvieron ubicados en Cartago Nova (Cartagena) y en Ibiza
(Eivissos/Eivissa) así como en Cartago. En el santuario de Ibiza la imagen
estaba pintada de rojo ocre, color posiblemente asociado al color de la vulva
femenina evidenciando un carácter matriarcal y del antiguo culto a la
fertilidad. Este culto como hemos indicado es el más antiguo de la humanidad,
sé ha prolongado hasta la edad moderna en que la iglesia católica en su afán
homogenizador a tratado de desprestigiar tachándolos de brujería y satanismo al
tiempo que los retomaba para su culto en torno al marianismo.
En las escrituras semíticas su nombre se escribe Tnt
que se pronuncia Tinit o Tanit y significa “La que llora”. Para invocarla se
decía Tnt pn B’l (Tanit pene Baal) que significa “La que llora en el rostro
de Baal”. En esta representación es una Diosa uránica y ctónica ya que
participa de los cielos y los infiernos. Señora de la Luna. La Paloma y la
granada son algunos de sus atributos, precisamente con la paloma y la granada,
el propio Salomón rendía culto a la
Diosa en el templo de Jerusalén, siendo la granada uno de los
elementos más notables del templo realizada por los artesanos fenicios que
colaboraron en la construcción del mismo.
TANIT ALADA
La Diosa se cubría con una
esclavina de alas de buitre (sarcófago de Cartago) Estaba asociada al León como
Diosa de la Guerra. Es
la gran donadora de lluvia y de rocíos, virgen y madre. Los romanos perduraron
su culto junto a Baal con la
Diosa Caela Caelesti y los cristianos con San Agustín de
Hipona del que hemos visto algunos aspectos y que como veremos más adelante fue
quien introdujo el culto a la
Diosa en el cristianismo mediante las vírgenes negras.
También se cree que son representaciones de la Diosa, las Damas de Elche y de Basa. De ahí su
belleza hierática, lo sobre cargado de sus atributos. El caduceo, símbolo de la
sabiduría. La media Luna. La granada y la fruta funeraria. Uno de los signos de
Tanit que se repite en Cartago como
en las Islas Canarias es un triángulo o
trapecio, en el vértice superior una barra horizontal cuyas extremidades a
veces se elevan perpendicularmente, y un círculo encima de éste (el Sol). Es el
símbolo más antiguo de la Diosa
y que se usa como protector contra las malas influencias, para proteger las
aguas y las cosechas. Tanit entroniza rodeada por leones. Cubriendo con su
manto a los mortales. La que llora a través de la lluvia fecundante. Tanit
Kurotrofos, aquella que alimenta o amamanta. Es Diosa de la muerte. Lejana,
turbadora. Cálida y cruel al mismo tiempo.
Tanit, en sus representaciones de Istar, Ishtar,
Astoret, Astarté, Tara, Chaxiraxi, Diosa Celeste, Moneiba, Diosa de Abona,
Diosa de Tajao, Abora, que como hemos
dicho son diferentes nombres para una misma Diosa, entre cuyos atributos
figuran como hemos indicado la media Luna, el disco solar, el octogono y una
estrella de ocho puntas que simboliza a Venus o estrella de la mañana que en
Canarias es conocida como lucero del alba. En su representación de Aster,
su nombre significa estrella de la mañana. Así pues como hemos indicado
tanto Astarté como Istar, es la
Diosa de la
Luna y del planeta Venus, y en la religión monoteísta y
patriarcal era llamada por los profetas judíos como “Reina de los Cielos”
(Melekethas-Samaïm) y esposa del Sol, o el “Rey de los Cielos”
(Baal Samaïm), es decir, la verdadera soberana del mundo, la Diosa naturaleza. Así pues,
de lo que no queda ninguna duda es que Astarté, la Diosa-Madre, es la Diosa del fuego y la luz, la
señora de los astros y Diosa de la fecundidad. Astarté crea la Dinastía de los grandes dioses antiguos,
anteriores a las religiones monoteístas, y potencia la vida a través de la
sabiduría (en este caso simbolizada por el delfín, otra de sus
representaciones, en el caso gaditano-cartaginés por un atún) (Gitanita. 2001)
Es probable que la casta sacerdotal de la isla Chinech
(Tenerife) conocida como Samarines, (Sacerdotes Samaras) que siempre estuvieron
rodeados de un gran hermetismo estuviese dedicada al culto de la Diosa y al estudio e
interpretación de los astros, conforme veremos más adelante.
Así pues, la Diosa-Madre llegó a las Islas Canarias en los
espíritus de los primeros pobladores
egipcios-púnicos, y posteriormente con los imazighen. Estos últimos abordaron
las islas directamente desde el continente en una primera etapa y, como pueblos
transportados posteriormente por gaditanos y cartagineses, en todo caso, ambos
contingentes poblacionales eran portadores de un amplio substrato cultural de
origen egipcio del cual quedaron en las islas huellas fehacientes como
tendremos oportunidad de ver. En las Islas, la Diosa tomó varios nombres como iremos viendo,
incluso los romanos de Here o Hera, o Juno, como sabemos aplicado por éstos a
Tanit después de que destruyeron Cartago
y asumieron su imperio como resultado de la tercera guerra púnica.
Ahora bien, la pregunta que durante centurias se ha
venido planteando por los historiadores e investigadores sobre nuestros
ancestros ha sido, ¿Cuándo llegaron los primeros pobladores a las islas? Como
hemos anotado, durante las últimas décadas un reducido grupo de investigadores
de mentes abiertas y con verdaderos deseos de investigar objetiva y
honestamente, han venido formulando hipótesis cada vez más acertadas a la luz
de los últimos descubrimientos arqueológicos y mediante un estudio en
profundidad de las antiguas fuentes bibliográficas. Uno de estos
documentadísimos trabajos es un extenso artículo desarrollado por D. José A.
Delgado Delgado, de la
Universidad de La
Laguna, al cual vamos a seguir en las páginas siguientes, en
las que trataremos de aproximarnos a la ruta marítima seguida por la Diosa-Madre hasta su
arribo a las islas en tiempos arcaicos.
Uno de los vestigios arqueológicos mediante los cuales
se suele atestiguar las navegaciones en la antigüedad, por las costas y puertos
son aparte de los pecios, las ánforas que durante las operaciones de carga y
descarga de los navíos suelen caer al mar, además de las que como es lógico
suelen quedar en tierra con los productos que contienen. De estas vasijas
anferoides de clara adscripción púnica así como otros objetos abundan en las
islas, especialmente en las de Fuerteventura y Lanazarote, donde se localizan
una buena muestra de ellas así como en
Tenerife. Una porción de estas ánforas de Tenerife de clara adscripción púnica
son los cuatros ejemplares encontrados en el yacimiento de Montaña Reventada
por la Dra. Arnay,
así como otras dos localizadas por la misma doctora. Se trata de una cerámica
nunca valorada ni ambientada de modo adecuado hasta el momento. Michel Ponsich
(1970) nos proporciona una serie de noticias de vasos provistos de cuello y sin
apéndices, encontrados en sepulturas púnicas de la zona de Tetúan y de factura
bereber hechos a mano, y de tipología púnica, que podrían ponerse en estrecha
relación con nuestros vasos. (Rodrigo de Balbín Berhman, et al 1995:14) En otro
lugar de este trabajo abordamos más ampliamente este hallazgo. (José A. Delgado
Delgado)
En la isla Chinech (Tenerife,) y según comunicado
personal de un grupo de personas que practican submarinismo, existen ánforas de
posible adscripción púnica en los siguientes lugares del litoral tinerfeño;
Icod, proximidades del puerto de la
Cruz, Punta de Guadamojete, costas de Arico y costas de Arona
(Los Cristianos y Playa de Las Américas). (Rafael Molina Tejera, comunicación
personal, 2001)
“Desde el hallazgo, excavación y publicación de la
piedra Zanata, hemos seguido actuando hacia la búsqueda de los restos de la
colonización feno-púnica de Canarias. En este sentido se siguió la prospección
de las proximidades al yacimiento Zinete, en la intención de documentar y
ambientar todo lo posible el hallazgo, y conocer en profundidad el
comportamiento arqueológico de las zonas altas de la isla. Así fue encontrado
el sitio de la Cañada
de los Ovejeros, por Rafael González Antón y Antonio Vela, en Diciembre de
1993. (Rodrigo de Balbín Berhamann et al. 1995 16)
Este yacimiento, está compuesto de un conjunto de
grandes piedras formando un gran circulo al pie de la montaña de Tomás Seche,
lugar donde abundaban los Cedros Canarios, y zona de abundante extracción de
pez debido a la abundancia de pinos
canariensis muchos de ellos centenarios que cubren no sólo la montaña, sino
todo el entorno, muchos de los cuales aún conservan huellas de las incisiones
que se les hacían para extraerles la savia con la que se elaboraba la pez
producto profusamente empleado entre otras aplicaciones, para calafatear
barcos.
“...Tenemos un último monumento muy llamativo, que son
los enterramientos infantiles en ánfora de Cendro, Telde, en el NE de Gran
Canaria. No existe aún sobre este documento ningún estudio científico, sino
parcas noticias de periódico y referencias genéricas (Museo Canario. 1984.) Su
expectación es tan grande como el deseo que tenemos de que su excavador publique al fin la memoria de estas
excavaciones que nos pone de nuevo en relación con el mundo de las ideas
feno-púnicas y de los Tophes característicos de esta cultura. En una zona de
ladera se localizaron tres inhumaciones de neonatos contenidas en recipientes
cerámicos y otras trece mezcladas en el sedimento con diversidad de detritus
cerámicos, fauna terrestre y marina, considerándose por sus excavadores como
resultado del vaciamiento de cuevas de habitación.” (Rodrigo de Balbin Berhmann
et al, 1995: 18)
El hallazgo de ánforas o vasijas con esqueletos de
niños está también documentado en la isla de Tenerife, por el Doctor
Bethencourt Alfonso, quien nos dice que en el Charco del Boxo, en Arico,
dedicado por nuestros antepasados al bautizo de los recién nacidos, se
encontraron cinco tallas de barro conteniendo un esqueleto de niño cada una. (Juan Bethencourt
Alfonso, 1991: 239)
El punto de partida y núcleo del estudio que se
desarrolla en las páginas siguientes es precisamente la investigación de uno de
esos indicios, de una pista cuyo rastro me ha llevado hasta los fenicios de la Cádiz de la época arcaica y
sus empresas marítimas en el Atlántico africano.
Entre las noticias geográficas que Plinio el Viejo
ofrece sobre la costa atlántica africana en su enciclopédica obra se encuentra
referida a la existencia de unas insulae Fortunatae. Su información
sobre ellas depende como reconoce expresamente, de Sebosus y Iuba.
Según el texto de Plinio distinguía dos grupos de islas; en el primero se
encontraban Iuniona. Pluvialia y Capraria, y en el segundo Invallis
y Planasia (nat. VI, 202-203). Juba, por su parte, y siempre siguiendo
el relato pliniano, incluía entre las Fortunatae las siguientes islas
(las cito en el orden en el que se enumeran): Ombrion, Iunonia, Iunonia (minor),
Capraria, Ninguaria y Canaria (nat. VI, 203-205).
...La notable excepción la constituyen “Islas de
Juno”, es decir, las islas que en el pasaje de Plinio reciben el nombre de Iunonia.
Su excepcionalidad proviene del hecho de que se trata de un topónimo teóforo.
Los topónimos de esta índole no son demasiado frecuentes en la geografía
antigua, aunque hay un ámbito en el que aparecen especialmente documentados: en
puntos concretos de las costas e islas. Muchos de estos topónimos se encuentran
en puertos, cabos, golfos, promontorios, montes y otros accidentes geográficos
que jalonaban las costas y las rutas marítimas del Mediterráneo, apareciendo
frecuentemente asociados a aras, altares, templetes o templos.
Las características y funciones de los promontorios
vinculados a construcciones sacras fueron exploradas por E. Ch. Semple hace ya
más de 70 años, en un artículo de gran interés (aunque no exhaustivo) y que todavía hoy es el único que ha tratado
monográficamente este tema. Sus conclusiones proporcionan valiosas pistas para
entender la naturaleza de las “islas de Juno”. Semple constató la existencia de
175 de estos puntos a lo largo de buena parte de las costas del Mediterráneo,
desde la Península del Sinaí en
oriente hasta la
Península Ibérica en occidente. Descubría esta autora dos
principios básicos que recogían su distribución: a) jalonan las principales
rutas comerciales y b) aparecen (aisladas o en grupos) en las proximidades de
puertos. El primer principio se explica por la importancia de estos
promontorios como puntos de referencia para los navegantes, y el segundo por su
función de señalizadores de los puntos de partida y llegada de los viajes por
mar, indicando a los marineros que ya se encontraban en aguas familiares. (...)
Explicaba también que las divinidades que presidían estos lugares fueron muy
diversas, aunque de una forma u otra se vinculaban al mar y a las empresas
marinas: Apolo, Atenea, Hermes, Hera (o Juno), Posidón o
dioses
de origen semita como Baal, Melkart o Astarté. Apreciaba también una sucesión o
superposición de diferentes dioses en ciertos promontorios, consecuencia de
prácticas coloniales, empresas militares u otras de control de territorio.
...Queda ahora por determinar la adscripción de las
“Islas de Juno”, en su condición de “lugares sacros”, a una cultura concreta.
Dada la localización atlántica de esas islas y la muy probable antigüedad de
las fuentes últimas del pasaje pliniano (en todo caso anterior a Juba, como se
verá más adelante) hay que pensar en el mundo semita. En este punto hay que
hacer constar que al igual griegos y latinos, fenicios y púnicos conocieron la
tradición de “lugares sacros” costeros asociados a la navegación. Que en el
texto de Plinio dichos lugares aparezcan bajo la advocación de Juno, diosa de
nombre romano, puede significar únicamente que la divinidad originaria sufrió
una implantación, a través de lo que se conoce como “interpretatio”, por
la que el autor del texto, un latino, consideraba su equivalente. Quizás ya
dicha suplantación fue promovida por el propio Juba, fuente inmediata de
Plinio, que escribió su obra en griego y pudo haber conocido las islas con el
nombre de “islas de Hera” (cf. Ptol. IV,6,14). En cualquier caso esta práctica
está perfectamente atestiguada en muchos puertos del extremo Occidente, donde
la presencia de dioses griegos o latinos se explica como una adaptación a la
religiosidad grecolatina de divinidades semitas preexistentes.
...En cualquier caso, el abandono de Mogador en la
segunda mitad del siglo VI a.e.a., que coincide con el fin de un determinado modelo
económico (la “segunda fase” en el esquema de López Pardo), supuso el fin de
toda exploración y reconocimiento de la costa atlántica africana en dichas
latitudes extremas. Las “islas de Tanit”, “islas de Hera-Juno” de los grecos
latinos, fueron olvidadas y su recuerdo reducido a los datos que de ellas
quedaron registrados en la documentación conservada en Gadir (quizás también en
Lixus y después en la Cartago
púnica) y tal vez también a algunas vagas referencias en las tradiciones orales
que pudieron circular en el entorno marinero de la ciudad.” (José Á. Delgado
Delgado, 2001: 1 y ss)
Hace décadas que vengo afirmando que el poblamiento
del archipiélago tuvo lugar en torno a 3.800 años antes de la era occidental
actual, y no 300 o 500 como han venido
asumiendo los historiadores oficiales y oficialistas, quienes se venían
limitado a asumir como dogma de fe lo aseverado por los académicos poco dados a
la investigación.
Parece ser que los resultados de investigaciones
arqueológicas recientes se van acercando a mi tesis, los últimos
descubrimientos arqueológicos así parece confirmarlo, pues a cada hallazgo los análisis
de los yacimientos van retrocediendo en las fechas del doblamiento de nuestras
islas, veamos algunos ejemplos:
El hallazgo en la Isla Torcusa
(Graciosa) de numerosos fragmentos de cerámica realizada a torno, y que las
dataciones sitúan entre 1.100 y el 900 antes de la era occidental actual, lo
cual nos da una edad de unos 3.000 años
lo que implica que a Canarias llegaron navegantes a final de la Edad de Bronce.
La localización de restos
arqueológicos datados en fechas tan tempranas "carece de antecedentes no
sólo en la arqueología canaria sino en toda la fachada atlántica africana"
y abre "nuevas perspectivas sobre la antigüedad del conocimiento de las
Islas", afirma el que fuera director del Museo Arqueológico de Tenerife,
Rafael González Antón.
Se trata de fragmentos amorfos
de cerámica a torno, de coloraciones rojizas, naranja y ocre-amarillento.
Los restos cerámicos fueron
localizados fortuitamente en 2003 por el paleontólogo Francisco García-Talavera
Casañas cuando desarrollaba, junto con investigadores del Museo de Ciencias
Naturales de Tenerife, el proyecto de investigación Macaronesia 2000, en el
cordón litoral fósil de la Bahía
del Salado en la isla de La
Graciosa, del período Holoceno (Erbanense). Los resultados de
las investigaciones de García-Talavera fueron publicados en la Revista de la Academia Canaria
de Ciencias (vol. XIV, 2002).
Además, junto a los fragmentos
cerámicos se encontraron abundantes conchas de Thais haemastoma fuertemente
fragmentadas, señal de un machaqueo intencional de origen humano, según
García-Talavera, con intención de obtener la preciada "púrpura".
También había valvas de un
mejillón de gran tamaño (Perna perna) que actualmente no vive en el lugar, así
como huesos de animales, posiblemente una tibia de cabra, y de ave marina sin
determinar.
Ante la importancia de los
restos arqueológicos del yacimiento de El Descubrimiento (así bautizado por su
descubridor), determinó que el Laboratorio de Datación y Radioquímica de la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma
de Madrid realizara in situ dataciones por Optical Stimulated Luminiscense
(OSL). La fecha que proporcionó se sitúa en un arco entre 1100 y el 900 antes
de la era actual.
Dentro de un estudio más
completo llevado a cabo en el seno del Museo Arqueológico de Tenerife con la
colaboración de la catedrática de Prehistoria de la Universidad de La Laguna, Carmen del Arco, se
enviaron 17 muestras para su estudio al Departamento de Química y Física de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Cádiz
con el objetivo de poder desentrañar la composición de la pasta y su posible
relación con otras cerámicas del entorno geográfico gaditano.
Con posterioridad, el
Departamento de Edafología y Geología de la Universidad de La Laguna realizó nuevas
analíticas sobre la caracterización de las pastas.
La datación nos sitúa en una
época en la que no existe cerámica a torno en toda la fachada atlántica y sin
embargo se encuentra en Canarias, por lo que los investigadores expresan su
convicción de que esta cerámica podría pertenecer a gentes vinculadas con el
Próximo Oriente, en concreto, fenicios.
Indica también que la entrada "natural"
de Canarias parece ser el archipiélago Chinijo, al norte de Lanzarote, porque
se navega al lado del territorio africano, empujado por los alisios.
En un tipo de navegación de
cabotaje parece lógico pensar que al bajar desde Lixus (Marruecos) las
corrientes marinas y los vientos alisios al realizar navegaciones de
pre-colonización y de búsqueda de nuevos recursos.
Esto puede implicar
simplemente que se anota que en tal sitio hay una isla", lo que sería un
descubrimiento, o bien continuar con el siguiente paso que es conocer las
posibilidades que tiene ese nuevo territorio.
A juicio del Director del
Museo de la Naturaleza
y el Hombre de Santa Cruz de Tenerife, Rafael González Antón, esta cerámica es
la señal de lo que parece "una pre-colonización para un posible
asentamiento temporal en Lanzarote, que está enfrente".
Pablo Atoche, arqueólogo y profesor de Arqueología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, defiende que la estructura al aire libre de Teguise, cuya excavación dirige, es una construcción fenicia del siglo X antes de la era occidental actual. A su juicio, el hallazgo de Teguise no sólo cambiará los estudios sobre el poblamiento precolonial del Archipiélago, sino que habrá reescribir la historia tras el hallazgo del yacimiento fundado por los fenicios en el actual municipio de Teguise
Según apunta el arqueólogo, “básicamente porque la interpretación
que hay hasta ahora nos lleva, por las fechas que tenemos, no más allá del
siglo primero antes de nuestra era.
Si nos retrotraemos nueve
siglos atrás se debe realizar una nueva interpretación que contenga nuevos
factores, como quiénes pudieron navegar por Canarias en esos momentos para
poblar las Islas. Ese proceso requiere una relectura y un cambio sustancial de
las hipótesis que hasta ahora veníamos manteniendo. Es lógico pensar que el
poblamiento de las Islas comenzara en Lanzarote y a partir de ahí al resto de
las Islas.
La teoría que apuntaba a la
época romana como el inicio del poblamiento de las Islas ha quedado atrás tras
este descubrimiento.”
Y continua: “La colonización
de los fenicios suele ser de una manera bastante curiosa, sobre todo en los
procesos iniciales, porque no conquistan como Roma. Establecen pequeños
emporios comerciales para estar en contacto con zonas indígenas como podrían
ser las del norte de África. Pero en el caso de Lanzarote se encontraban con un
lugar deshabitado. Ponerla en producción significa traer gente y en su caso
dependiente de ellos. Los fenicios son fundamentalmente comerciantes, no
ganaderos ni agricultores, por eso la gente que produce y con las que ellos
intercambian son en este caso indígenas que se han aculturado y ese proceso les
hace sumarse a las familias fenicias. Son colocados en sitios in profeso para
que inicien un proceso de producción económica.
Hasta ahora existían dos lugares
clave para explicar la presencia de los fenicio-púnicos en el Atlántico sur
como era la antigua ciudad de Cádiz y Mogador en Marruecos. Para la fundación
de Cádiz tenemos fuentes documentales que hablan en torno al siglo XI a.e.a.,
pero las pruebas arqueológicas que tenemos no van más allá del siglo 8 y 9
antes de a.e.a.. Si nos vamos a Marruecos, el asentamiento más antiguo de esta
cultura está en Mogador (la actual Essaovira), a unos 400 kilómetros de
Lanzarote, en torno al siglo 8 antes de nuestra era. Si venimos ahora a
Lanzarote hablamos del siglo diez a de la era occidental actual. De alguna
manera esos dos sitios tendrán que referenciarse con respecto a Lanzarote para
de alguna manera poder explicar la presencia de fenicios en el Atlántico sur. Habrá
que tener en cuenta a Lanzarote para futuras investigaciones sobre esta
cultura”.
El hallazgo
casual de unos restos de cerámica y fauna marina ha permitido identificar
indicios de la posible existencia de un asentamiento romano estacional en la Isla de Lobos. En la
excavación ya se ha realizado un primer sondeo, después de que se localizaran
restos que a priori presentaban un potencial muy importante.
La
investigación fue llevada a cabo por un equipo dirigido por Carmen del Arco
Aguilar, catedrática de Prehistoria de la Universidad de La Laguna (ULL), e integrado
por las arqueólogas Candelaria del Rosario, Mercedes del Arco y Carmen Benito,
del Museo Arqueológico de Tenerife, integrado en el propio OAMC.
Tal como
expuso Carmen del Arco Aguilar: “por ahora son todo meras valoraciones, pero si
se confirman con análisis mas detallados, estaríamos ante un hito importante
para el mejor conocimiento de los poblamientos en Canarias, dado que hasta el
momento no existen referencias de yacimientos con este tipo de actividad
relacionada con la obtención de la púrpura al sur de Lixus” (noroeste de
Marruecos).
Las primeras
hipótesis indican la posibilidad de que los restos de cerámica encontrados en la Isla de Lobos sean de torno
y, los concheros, de thais (un crustáceo del que se la púrpura, un tinte muy
apreciado), de manera que su procedencia podría asociarse a un asentamiento de
la época imperial Romana.
En lo
respectivo a la cerámica de torno, su localización es muy importante debido a
que, si se confirma su cronología, se demostraría que en Canarias hubo desde
una época muy temprana emplazamientos de pueblos que conocían su utilización y
que de alguna forma convivieron o mantuvieron contactos con nuestros ancestros
guanches, quienes para la realización de objetos de cerámica recurrían a la
elaboración a mano.
Hasta ese
momento sí se habían localizado en Canarias de forma puntual otros restos de
cerámica de torno relacionada con las culturas clásicas del Mediterráneo, pero
la singularidad del yacimiento en Isla de Lobos radica en que la cerámica
aparecería ya contextualizada en un emplazamiento concreto y con actividad
también relacionada con la obtención de tintes para su posterior
comercialización.
Los tejidos
teñidos de púrpura gozaron de gran popularidad en todo el mundo antiguo, desde
los fenicios hasta los romanos. Eran considerados objetos de lujo y signo de
distinción social, hasta el punto de que el propio Estado controlaba su
monopolio y se organizaban expediciones comerciales y militares en busca de los
productos necesarios para su elaboración. También se establecieron bases en la
costa africana atlántica para su extracción. Las costas de la denominada
Mauritania-Tingitana tenían una potente industria de púrpura, por lo que debido
a su cercanía con Canarias, se podría apuntar como teoría que también la
tuvieran las Islas, donde ya los autores clásicos situaron los Campos Elíseos.
En este
sentido, cabe recordar que ya desde el I milenio a.e.a., se desarrolló la
expansión comercial desde el Mediterráneo oriental a cargo de pueblos
navegantes como los fenicios y griegos, que buscaban fuentes de abastecimiento
de materias primas y nuevos mercados para sus productos. Los conocimientos
náuticos de estos pueblos para navegar en alta mar permitieron esta expansión.
Esta
actividad se vio acompañada de numerosos viajes exploratorios o periplos que
propiciaron el establecimiento de colonias y emporios fenicios en la costa
atlántica, como los de Gadir, Lixus y Mogador, en donde se desarrolló una
importante industria pesquera. La producción de garum (una conserva realizada a
base de tunidos) dio origen a una rica industria de salazón que era
comercializada por todo el mundo púnico, griego y romano. Y que también podría
ser otra de las justificaciones de la presencia romana en la Isla de Lobos.
Es evidente que los contactos
de pueblos libio-púnicos con nuestras islas contribuyeron a la expansión del
culto a la Diosa Tanit,
pero es más que probable que este culto ya se practicara en las islas en épocas
anteriores a la arribada de estas poblaciones. Este aserto queda refrendado por
el hecho de que la simbología representativa de la Diosa difundida en las
islas, es mucho más arcaica que la empleada en Cartago en la época en que ésta
promocionó el poblamiento de las islas con poblaciones libica-mazigias. Ello
nos autoriza a creer que la población que habitaba el territorio antes de la
llegada de estas poblaciones, no sólo tenía un origen claramente norteafricano,
sino que eran portadores de una cultura religiosa feno-púnica anterior a la
cartaginesa y, como hemos indicado más arriba, con un gran substrato cultural
de origen egipcio.
GRABADO DE LA DIOSA
TANIT EN EL POZO DE RUBICON
En este contexto es en el que hay que insertar la
noticia trasmitida por Pseudo Aristóteles (Mir. 84) y Diodoro Sículo
(5.19-20) del descubrimiento accidental de una isla en el Océano por “naves
fenicias” (gadiritas) que merodeaban la costa africana, que entendemos que
se debe identificar con las Canarias, muy posiblemente con Gran Canaria, donde
se reconocen multitud de vestigios púnicos. Su descubrimiento dio lugar a un
asentamiento, posiblemente de pobladores gadiritas, que llegó a ser conocido y
codiciado por los etruscos, y que Cartago mandó destruir por temor a que se
estableciera una colonia a sus espaldas. Aunque se admite que los textos se
escriben en torno al 300 a.C., los hechos que se cuentan se remontan a la época
de la expansión etrusca, anterior al último tercio del siglo VI o comienzos del
V a.C., entre la batalla de Alalia (540 a.C.) y las Cumas (474 a.C.) en las que
los etruscos ganan
y pierden, respectivamente, su poder marítimo. El relato refleja, pues, el
enfrentamiento entre Gadir y Cartago, el intento del cierre del Estrecho a las
navegaciones no cartaginesas y muestra el cambio de orientación de las bases
económicas de Gadir originado por la crisis del comercio de metales hacía la
explotación de los recursos piscícolas, para cuyo propósito crea una amplia red
de factorías de pescado en cuyo contexto, según demuestra R. González Antón et
al. (1995), debe comenzar a insertarse la protohistoria de Canarias. Esto es lo
que decididamente indican con claridad, además de lo mencionado para Gran
Canaria, los datos: “piedra Zanata” (González Antón R., 1995) y anforoides en
Tenerife; hipogeos en Gran Canaria (Balbín Behrman, R. et al., 1999): González
Antón, R. et al. 19995); Representaciones de Tueris y Tanit (Atoche Peña, P.
1997); pozo de cámara púnico con representación de Tanit (Atoche Peña, P. et
al. 1999) y escarabeos (Atoche Peña, P. Et al.1999) en Lanzarote; presencia de
palmeras datileras (Santana Santana, A. y Rodríguez Toledo, J.M., 1997) en
varias islas, y un largo etcétera que es difícil resumir aquí.” (Enrique
Gozalbes Cravioto, 2002: 47-48) Son varios los lugares en nuestras islas que
desde nuestro punto de vista tienen connotaciones feno-púnicas y que veremos en
su lagar, y que están íntimamente ligados a la Diosa Tanit, Tara o
Chaxiraxi.
Es probable que la religión de la Diosa-Madre, tal cual la practicaban los
feno-púnicos se sobrepusiera a otras
formas de veneración practicada por los primitivos moradores de las islas antes
de la llegada de los contingentes libios-fenicios, suponemos que sin grandes
traumas ya que básicamente los respectivos panteones se componían de iguales o
similares deidades, variando quizás algunos aspectos puramente formales de las
prácticas rituales, ya que como es natural las prácticas religiosas al ser
parte esencial de la comunidad, van evolucionando externamente es decir en sus
ritos, conforme lo hace la sociedad que los practica.
En Cartago, la epigrafía y los templos primitivos
documentan el culto Melkar y Astarté junto con un dios supremo Baal Shamem,
pero es posible que, a comienzos del siglo V a.d.n.e., se produjera allí una
cierta reforma religiosa, en la que obtuvieron la primacía Tanit y Baal Hammón.
Ellos son objeto de la mayoría de las dedicaciones conocidas, tanto en Cartago
como en su área de influencia en el Mediterráneo central. Tanit, identificada a
veces con Astarté, es el nombre de una Diosa fenicia de escaso relieve en su
país de origen, al igual que Baal Hammón, cuyo epíteto documenta cerca de Tiro,
quizás como el Baal de una pequeña ciudad llamada Hammón, o como el señor
del altar de los perfumes, que sería
el significado del vocablo Hmn. Ambos adquieren una gran importancia
como objeto de las más famosas actividades del culto cartaginés: los
sacrificios infantiles, uno de los temas más controvertidos hoy por los
investigadores (para Tenerife hay una cita como veremos más adelante), pero
desde luego el acto ceremonial más destacado de la religión y la vida pública
en Cartago.
En Cádiz, junto al famoso y citado santuario de
Melkar, debe señalarse otro de una Diosa llamada en época romana Venus Marina,
que puede ser Astarté, y el de un Baal Hammón, como probable antecedente del
templo de Cronos citado por Estrabón.
Panteones similares, y más o menos completos los había
en las restantes colonias occidentales, siendo factible determinar por ellos la
importancia de la presencia cartaginesa y el origen de sus primeros fundadores.
(Ramón Corzo, 1994: 54)
Otro de los aspectos culturales guanches capaces de
acercarnos cronológicamente a la época de los primeros poblamientos de las
islas, lo son sin duda los petroglifos,
este arte ampliamente difundido en todo el orbe desde tiempos inmemoriales, en
nuestro caso nos puede servir de guía para ubicarnos en el tiempo. Estos
petroglifos, (grabados que son realizados en la piedra) una práctica artística realizada por todas
las culturas, posiblemente desde épocas anteriores al neolítico, en Canarias
los encontramos en todas las islas, su temática es múltiple y compleja
expresando los artistas mediante ellos, diversos aspectos de la religión,
mitos, mensajes sobre conocimientos de los astros o señalan lugares sacros.
Generalmente, en Canarias los yacimientos de grabados rupestres suelen estar
asociados a abundantes restos de cerámica. Es de notar que la mayoría de estos
grabados rupestres suelen estar orientados Este a Oeste, especialmente los cruciformes
que frecuentemente van asociados a espirales sencillas o complicadas y con
giros hacia la izquierda o derecha, símbolos éstos que desde la antigüedad son tenidos como representaciones de la
fecundidad, del nacimiento y de la vida después de la muerte.
En cuanto a la cronología de los grabados rupestres de
Canarias, los científicos no mantienen una línea de acuerdo, siendo dispares
las interpretaciones conforme a los intereses que defienden cada grupo en
función del grado de compromiso contraído con una u otra postura, es decir,
quienes practican la investigación por la investigación y quienes investigan
partiendo de las tesis emanadas desde la Metrópolis. Vemos
algunos planteamientos expuestos desde el punto de vista de los primeros por el
profesor de la Universidad
de Alicante D. Mauro S. Hernández Pérez: “...En este periodo sólo hemos
registrado el hallazgo de los yacimientos de La Erita, Tajodeque y El
Calvario, los tres en La Palma
(Jiménez de Cisneros, 1923), y, en el análisis teórico, la reiteración de las
opiniones de R. Veneau (Hooton, 1970,64), que, asimismo, utiliza J. Pérez
Barradas (1939) en su propuesta de cronología y migraciones en la que los
grabados no alfabetiformes corresponderían a los contactos de la primera
población canaria, los protoguanches, con Marruecos y la Península Ibérica
hacia el 2000-1800 a.C., mientras las inscripciones alfabéticas, que
denomina siguiendo a G. Marcy inscriptiones tifinagh, se relacionan con
una segunda invasión camita situada hacía el siglo VIII-IX a.C. La aportación
más significativa de este periodo es, sin lugar a dudas, G. Marcy. Sus estudios
sobre las inscripciones líbicas (Marcy, 1937 y 1938) ejercen una notable
influencia en los investigadores canarios. Para G. Marcy los grabados
alfabéticos canarios eran análogos a los saharianos del borde atlántico, desde
el Draa al Senegal, siendo sus autores los propios habitantes de Canarias que
como sus parientes los bereberes de Mauritania conocían el alfabeto líbico.”
(Mauro S. Hernández Pérez, 1996:31)
“...La etapa que se inicia en 1970 coincide con la
creación y primeras actuaciones del Departamento de Arqueología de la Universidad de La Laguna. Directamente
implicado, no puedo ser objetivo en la valoración de aquel periodo, que ha sido
considerado de “anquilosamiento” en la investigación, cuando no con otros
términos más duros.”
“En el campo de las manifestaciones rupestres se
produce una excepcional aportación al menos patrimonial. En efecto, el registro
de yacimientos aumentó considerablemente,
si bien los dos corpus elaborados en aquellos años permanecerían
inéditos. Uno de ellos sería realizado A. Beltrán y el otro por nosotros.
Beltrán
realizó en 1971 una monografía sobre el Barranco de Balos al que considera un
santuario, cuyos grabados, que responden a un culto a la fecundidad y a la Sol, tienen una antigüedad
de unos cuatro mil años –desde el Eneolítico o bronce Medio europeo hasta
nuestros días.” (Mauro S. Hernández Pérez, 1996: 35)
“...Ese aislamiento se entiende porque no hubo
navegaciones regulares y masivas entre las islas. Los primeros canarios
contaban historias sobre algunas míticas travesías entre Tenerife, y La Gomera y El Hierro, usando
balsas de odres inflados, y hay dudosa descripción de canoas hechas en Gran
Canaria con corteza de Drago. Pero no eran navegantes, entre otras causas porque en el Archipiélago
no existían condiciones optimas para las navegaciones ni materiales adecuados
para fabricar embarcaciones. Tampoco existen pruebas arqueológicas.
En Benahuare (La Palma) descubrimos un grabado que recuerda
determinadas embarcaciones de la antigüedad, pero como es el único caso hasta
el momento, no estamos seguros de que sea realmente un barco y no sólo lo
parezca.” (J.F. Navarro Mederos, 2001).
GRABADO RUPESTRE
NAVIFORME DE BANAHUARE
Grabado de un navío denominado “hipo” localizado en
Garafía, isla Benahuare (La
Palma,) de claras característica fenicías insertado en otro
dibujo pisciforme, dibujos de esta factura son de los que, algún autor, no
esta seguro de que sea realmente un barco. Imagen: Según Ernesto Martín
Rodríguez et al. 1996
En cuanto al tan debatido tema de la navegación en las
islas, dos de los autores que nos hablan
de navegaciones entre éstas, son el ingeniero cremonés Leonardo Torriani, cuya
obra sobre la historia de Canarias, aunque era citada por algunos autores como
Espinosa y Núñez de La Peña,
no fue conocida hasta que el
investigador austriaco Dominik Josef Wölfel la tradujera y publicara en
Leipzig, en 1940, y el Ilustre Sabio
Canario, D. Juan Bethencourt Alfonso, quien nos habla de navegaciones entre las
islas usando foles y nos cuenta una sugestiva leyenda de la época mítica.
“Pescaban con cuerdas de cuero y con anzuelos de
huesos de cabras; y hacían las redes de yerbas y de palmas, parecidas a las que
se usan en los ríos de Lombardía, que son cuadradas y cuelgan de una percha
larga. También hacían barcos del árbol drago, que cavaban enteros, y después le
ponían lastre de piedra, y navegaban con remos y con vela de palma alrededor de
las costas de la isla; y también tenían por costumbre pasar a la isla de Tenerife y a Fuerteventura
y robar. Por esta navegación llegaron a parecerse con los demás isleños, tanto
en el leguaje como en algunas
costumbres, como se dijo de Fuerteventura, los cuales imitaron a los canarios
en su modo de hacer justicia.” (Leonardo Torriani, 1959: 113-14) Estas
navegaciones entre islas, puede justificar la presencia en la isla de Tamarán
(Gran Canaria), de las hachas de piedra pulimentadas descritas por el Doctor
Chil y Naranjo, y encontradas en la ciudad de Arucas, (2) Galdar (1) más otra procedente de La Gomera y que actualmente
forman parte de los fondos del Museo Canario. Es posible que estas hachas estén
elaboradas con piedras procedentes de Fuerteventura, “...aunque tampoco falte
la diorita en las Islas Canarias, pero no en la Gran Canaria,
sino en la de Fuerteventura, donde hemos extraído muestras de esta
durísima roca, en el poblado de Toto, próximo al pueblo de Pájara, y que en
rigor debe denominarse microdiorita por la finura de su grano... ”(Simón
Benítez Padilla, 1965: 150). La pregunta es simple ¿Cómo llegaban las piedras
de Furteventura a Gran Canaria y La
Gomera? Por otra
parte, la tamusni (historia oral) recoge que, por la punta de la rasca, en
Arona (Tenerife) acostumbraban a desembarcar los canarios y Palmeros que venían
a comerciar y en ocasiones a robar ganado, como apoyo a esta posibilidad puedo
atestiguar que hace años recogí en el poblado de la Rasca, algunos fragmentos de
una cerámica de hechura fina y color negro que algunos entendidos adscribieron
a la cerámica pre-colonial de la isla de La Palma.
En cuanto a la navegación con foles, existen varias
narraciones que atestiguan navegaciones
entre islas en épocas pre-coloniales y
míticas. Según Bethencourt Alfonso, los guanches de Tenerife conservaban la
reminiscencia de una pavorosa catástrofe... referida de dos maneras por sus
descendientes. Según unos, cierto día infausto, en medio de terremotos, erupciones volcánicas, y temblores se abismó
“la isla anegada que no volverá a aparecer hasta que no se hunda otra de las
siete que habitamos”; pero según otros, los cataclismos fueron sucesivos en un
lapso de tiempo más o menos largo, quedando las islas como en la actualidad
menos Tenerife y Gran Canaria Canaria que siguieron unidas por un arrecife entre Naga y la Isleta en Gran Canaria que
al fin desapareció también.
Relacionadas con estos trastornos geológicos circulan
algunas consejas, de las que reproducimos las tres siguientes:
“Cuentan que una joven de la nobleza del tagoro Archaha,
reino de Adeje, llamada Guilda, en vísperas de casarse murió repentinamente su
prometido y pasado algún tiempo descubrió con horror que era madre.
Desesperada, porque según la ley la arrojarían viva al mar, confióse a un siervo
pescador, y convinieron en que la única probabilidad de salvarse era ganar la
isla de La Gomera
sobre una balsa de foles o zurrones. Todo preparado, una noche de tiempo
favorable embarcó con gran sigilo por la playa de Troya, no sin ofrecer a su
cómplice que haría una gran hoguera si lograba escapar, pues creían que La Gomera, Palma y Hierro
estaban deshabitadas desde la catástrofe, porque nunca vieron fuego en
ellas.
Pero lo más curioso de dicha tradición tinerfeña es
que se completa con otra que hemos recogido en La Gomera. Existe en
esta isla cerca de San Sebastián, la aún llamada Playa de la guancha,
porque en tiempos muy remotos apareció por allí una joven de Tenerife embarcada
sobre zurrones. El acontecimiento conmovió la isla, y llevada ante el rey contó
sus desventuras y la causa que le obligó a huir de su tierra; añadiendo que no
esperaba encontrar gente porque nunca habían visto fuego. Como los indígenas
ignoraban el modo de obtenerlo, les enseñó frotando dos trozos de madera; y fue
tal el entusiasmo que el príncipe la tomó por esposa prohijando el ser que
llevaba en las entrañas. Pasado algún tiempo los esposos fueron a Tenerife,
saltando por la aguja de Teno.
Una sobrina del rey Archinife de Adeje, llamada
Guajara, era tan notable por su belleza que llegó a oídos del libertino Tauco,
primogénito del soberano de la isla de Canaria, que hizo viaje a Tenerife para
comprobar lo que pregonaba la fama. La realidad superaba a cuanto le habían
dicho y la solicitó por esposa; pero aunque el rey apoyó con calor la demanda, Guajara
alegó varios pretextos para rehuir el compromiso. Después de varios viajes
de Tauco, descubrió que era rechazado porque existía un rival oculto y
favorecido, el tagorero Ucanca, gobernador de esta región y el guerrero
más acreditado de su tiempo.
Tauco juró
venganza; y como se enteró que Guajara acompañada de dos siervas iba con
alguna frecuencia a recrearse de los retamales de Afonche, le preparó
una celada con algunos de sus vasallos y consiguió sorprenderla y forzarla,
huyendo seguidamente para Canaria temeroso a las consecuencias. No retornó Guajara
a la corte, sino que se encaminó al gobierno de su amante, para revelarle lo
sucedido; y Ucanca lleno de ira, después de ocultar a su prometida en la
cueva del mal país al amparo de sus hombres de guerra, marchó en persecución de
Tauco. Cuando llegó a Naga ya su enemigo había partido para Canaria; a
cuyo punto se dirigió salvando la distancia, “por foles y por otras andando
sobre los arrecifes”.
Después de matar Ucanca a Tauco en singular
combate, se casó con su prometida; pero irritados contra el rey de Adeje por
haber patrocinado a Tauco, se revelaron levantando pendones contra el
soberano hasta que lograron enseñorearse de la isla, fundando la dinastía de
los Guajara tan celebrada en las tradiciones.
Pasadas algunas generaciones, un poderoso monarca de
la dinastía de los Guajaras tuvo un hijo llamado Binicherque, tan
orgulloso que no teniendo hermanas y no
encontrando entre la nobleza de la nación mujer diga de elevarla al trono, puso
los ojos en una princesa hija del rey de Canaria; a la que iba a galantear “recorriendo
el camino partes andando y parte sobre foles”. Creemos que estos mitos
ocultan sucesos positivos. Así, por ejemplo, en el banco o arrecife entre
Tenerife y Canaria vislumbramos trastornos geológicos mas o menos grandes,
[...] Claro que estas interpretaciones no pasan de meras hipótesis, pero ya se
ha convenido en que la
Mitología es la historia del pasado exornada por la poesía de
las generaciones sucesivas.” (Juan Bethencourt Alfonso, 1991, tomo I:62-64)
Nos hemos permitido esta digresión, para dejar patente
que si bien en el Archipiélago no se practicaba una navegación continuada y
digamos “reglada” no por ello, nuestros ancestros la desconocían. Siendo como eran
las sociedades isleñas mayoritariamente ganaderas, que no practicaban el
comercio especulativo y que además eran sociedades desarrolladas hacia dentro,
es decir, “encerradas” en sus islas, poco interés pusieron en desarrollar la
navegación máxime cuando la mayoría de los grandes males que les afligían,
siempre provenían por la mar. Por otra parte, es plausible que en alguna época
sí practicaron la navegación a gran escala, la propia fragilidad de los
materiales han hecho que no llegara hasta nosotros pruebas materiales de su
existencia. No compartimos el planteamiento de algún autor que afirma que en
las islas no existía materiales idóneos para la construcción naval, debemos
admitir que si se refiera a elementos metálicos lleva razón, pues en las islas no
existen metales factibles de ser transformados con medios artesanales, pero en
cuanto a las maderas que eran los materiales básicos en la construcción de
buques, las islas de Tenerife, La
Palma, La
Gomera y Gran Canaria, eran abundantes en pinos, cedros,
tilos y en maderas nobles. Así mismo, los dragos alcanzaban grandes
proporciones, no siendo imposible construir con ellos embarcaciones de
considerables dimensiones, las cuales una vez debidamente impermeabilizadas con
pez o resina de pino podían transportar a diez o doce navegantes.
En el Barranco de Balos, en Agüímes, isla de Gran
Canaria existe un yacimiento de grabados rupestres entre cuyos motivos hay uno
que consta de tres caballos con jinetes en un primer plano y unos dibujos en
segundo plano que sugieren árboles más concretamente unos pinos.
El dibujo, por sí sólo es una pieza extrañísima pues
hasta el descubrimiento de este yacimiento no se tenía noticias de que los
antiguos Canarios tuviesen conocimiento de la existencia de éstos equinos. La
curiosidad ante tan insólita representación nos obligó a indagar en busca de manifestaciones paralelas
en nuestro entorno cultural, nuestros esfuerzos se vieron recompensados por el
hallazgo de otro grabado similar localizado en un yacimiento de la antigua Nuvia
egipcia, elaborado quizás con la misma técnica y que igualmente representa a
tres caballos con jinetes, pero en esta ocasión éstos son guerreros que portan
armas y escudos y además forma parte del conjunto un elefante. Pero, siendo
extraordinaria la similitud que muestran ambos grabados no es menos
extraordinario el hecho de que este grabado nubio, está datado nada menos que
en el 3.800 a.e.a.
Creo que esta datación nos puede aproximar la época en
que se produjo el primer poblamiento de las islas, o por lo menos a una de las primeras arribadas a la Isla de Gran
Canaria.
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