(Libro inédito)
Eduardo
Pedro García Rodríguez
CAPITULO-XI-I
LA DIOSA-MADRE EN AMÉRICA
En América, (2000-1000 a.e.a.), diversos testimonios
registran un culto extendido a la
Diosa madre, en la época en que se fundan las primeras aldeas
de cultivadores. Entre los hallazgos arqueológicos más espectaculares hechos en
La Venta, la
más antigua ciudad olmeca, sobresalen unas enormes fosas subterráneas, en cuyo
interior se depositaron ofrendas gigantescas, colmadas de piedras de serpentina
verde y arcilla de varios colores, dedicadas a la Madre Tierra.
Algunos arqueólogos sostienen
que las ofrendas formadas con piedras verdes imitaban la vegetación de la
superficie terrestre en el momento de la floración. Carolyn Tate advertía que
las ofrendas de La Venta en forma de un mosaico de diamante representaban la
falda de la diosa de la tierra tejida con cuentas de piedra verde, un diseño
que se repetirá mas tarde en Teotihuacan y en el área maya, donde se convierte
en representación de la tierra germinada, de cuyo interior brota el numen del
maíz.
En otras regiones de
Mesoamarica los arqueólogos desenterraron esculturas del cuerpo procreador de la Diosa Madre que
destacan sus senos abundantes, sus anchas caderas y los organos de la
reproducción. Chistian Duverger explica que la “caracteristica más sorprendente
de este antiguo arte reside en el énfasis de los elementos que marcan la
feminidad, y principalmente las caderas [...] Parece que en esta parte del
cuerpo se concentra la esencia de la feminidad [...] todos los autores estan de
acuerdo en considerar que estas figurillas expresan un culto a la fecundidad
[... El interés por la fertilidad lo subraya] el hecho de que, en ciertas
estatuillas, las caderas de las mujeres se convierten en mazorcas de maíz”.
PERÚ: La
presencia de la
Diosa-Madre en el continente americano está documentada desde
tiempos remotos entre las diversas culturas que pueblan los bastos territorios
americanos. Quizás los pueblos que han tenido un panteón de la Diosa-Madre más
elaborado han sido los Mayas, los Incas
y Aztecas. La similitud de estas religiones en cuanto al número de advocaciones
atribuidas a la Gran
Diosa-Madre es similar al panteón mostrado por las culturas
mesopotámica, griega, romana, indú o egipcia. Las culturas espirituales
mesoamericanas sufrieron la penetración católica aportada por portugueses y
españoles, encuentro que resultó altamente traumático para las religiones
invadidas algunas de las cuales desaparecieron bajo el abrumador empuje de las
hordas invasoras en muy poco tiempo. Una exposición, por muy sintética que sea,
de los aspectos de la espiritualidad en las religiones no cristianas supone
necesariamente una aclaración preliminar metodológica y epistemológica sobre la
cualidad y significado del término “espiritualidad”
en lexema, es decir, el ambiente cristiano occidental y oriental. Se trata una
vez más de dar un valor universal, aplicable religionsgeschichtlich, a
una imagen que parece estar limitada por la experiencia cristiana particular y
que en consecuencia, si se la aceptase tal como se ha constituido en el interior
del cristianismo, expondría a un cristianocentrismo que se resolvería en un
etnocentrismo y en una falta de respeto para con la vida religiosa de los
demás... (Alfonso M. Di Nola, 2002).
A pesar del trauma ocasionado por tan brutal choque
cultural, y la posterior persecución sufrida por las religiones locales, como
en el caso de las Islas Canarias, continuaron practicándose los antiguos ritos
sincretizados en santos y liturgias católicas en las ciudades y quizás más
abiertamente en las zonas rurales de más difícil acceso al aparato represor del
catolicismo. Por ello aún hoy en día en todas las naciones de América se siguen
rindiendo culto a la
Gran Diosa-Madre bajo diferentes advocaciones. Así, para
Perú, Salcamaygua nos ofrece una lista de algunas de las deidades dependientes
de la Diosa-Madre,
éstas son denominadas como hapiñuños, nombre genérico de las antiguas
divinidades femeninas provenientes de los míticos tiempos de tutayac
pacha, a las cuales se las dotó por el
catolicismo como de influencia maligna.
Pero si queremos encontrarnos con la Diosa en sus diferentes
atributos debemos acudir a otras fuentes como Runa Indio, el único texto en
quechua popular que sobrevivió a dos siglos de persecución inmediatos a la
conquista. Estas Diosas son aspectos de la Pacha Mama y son
también imágenes arquetipos de la mujer en el espíritu indígena: Cavillaca,
fecundada por Cuniraya Viracocha; Chuquicuso, fecundada por Pariacaca;
Chaupiñanca, la que se entrega a todos.
Veamos
los arquetipos:
1.- Cavillaca. Virgen, simple, descansa en sí mima,
suficiente.
Cuniraya Viracocha la busca por todos lados anhelando
su secreto, preguntando a los animales. Mediante un ardid logra embarazarla
dejándose caer desde el Cielo. Ella se siente confundida. Cuando reacciona ella
vuelve a las profundidades. Se sumerge y funde en lo hondo de Mama Cocha, (Las
aguas) donde recupera la paz y unidad.
Es
desde este arquetipo que se manifiesta también la destructora. La Mamacocha que se
desborda (algunos equivocadamente identifican este mito con el “Diluvio” del
antiguo Testamento, que tiene otro sentido). Es la Madre que recupera a sus
hijos en su seno. Y también al hombre, al Dios del Cielo, que finalmente
desaparece como individuo en su seno.
2.-Chuquicuso. La que llora por el sufrimiento de los
seres.
La que espera al Cielo que la salve, que la fecunde.
La que se entrega para que sus hijos crezcan y se alimenten.
-“Hermana,
¿porque sufres? Le pregunta Paariacaca. Y ella contesta-Mi campo de maíz muere
de sed” “No sufras, Yo haré que venga mucha agua de la laguna que tienen
ustedes en la altura. Pero acepta dormir antes conmigo” – “Cuando mi campo de
maíz esté regado dormiré contigo, le contestó ella.”
Dice el mito que Chuquicuso pertenecía al ayllu
Cupara, que en el siglo XVI fue integrado por los españoles a la reducción de
San Lorenzo de Quinti. Desde donde se pierde la memoria, los pueblos de la
región limpian el acueducto en el mes de mayo.
El rito repite los actos de la antigua narración
mítica: Cinco días permanecen en adoración
junto a la boca de la toma de la huaca. Después limpian la acequia y
finalmente bajan bailando y cantando sin detenerse hasta el pueblo, donde
siguen así durante toda la noche.
Con este rito repiten simbólicamente la espera
femenina, su anhelo y recato (en los 5 días iniciales de pachacuti). Después la
generosa entrega, la apertura de la acequia, el encuentro con el Dios de las
aguas de lo alto. Finalmente la alegría de las aguas que bajan, la plenitud
sacrifícal de la fiesta. La mujer del pueblo que encarna a Chuquicuso sirve a
todos generosamente con un poto de gran tamaño: “Es la chicha de nuestra Madre”
dice entonces.
En los primeros tiempos de la colonia, la fiesta de
Chaupimñaca, (La Chauscosma)
la celebraban en junio. Los informantes del extirpador de idolatrías mencionan
diversos cantos y bailes en esta celebración. Y dice textualmente de uno de
ellos: Cuando cantaban y bailaban el “casayaco”, Chaupimñaca se alegraba
especialmente, porque para bailarlo se
quitaban los vestidos y se cubrían solo con parte de los trajes... cantando y
bailando decían “Chaupimñaca se regocija mucho viendo la parte vergonzosa de
cada uno de nosotros” Y cuando cantaban y bailaban esta danza, comenzaba la
maduración del mundo”
3.-Chaupiñamca. La Diosa del amor sexual y filial.
En los mitos que cuentan los momentos iniciales de su
historia aparece como la hija de un hombre rico y poderoso que se ofrece a un
caminante harapiento a cambio de que éste, con su sabiduría, cure los males de
su padre. Luego aparece en su doble aspecto de Diosa sexual, la que se acuesta
con todos los que la requieren, y de madre universal.´
Tiene
5 hermanas (recordemos que 5 es el número del pachacuti) que son diferentes
pero son invocadas como una sola. Simbolizan las transformaciones de la mujer.
Chaupimñaca, la madre de todos los amantes y la amante de todos, es la hermana
mayor.
Esta huaca manifiesta también el aspecto compasivo de
la mujer sagrada. Es la que se acerca al pobre, al ignorado por los demás, al
que está a un costado de la fiesta y le convida con alimentos y se sienta a su
lado.
Estos tres arquetipos muestran 1, La mujer que está al
principio y al final, en la paz y en la unidad indiferenciada. 2, La mujer que
se sacrifica por los seres vivos, alimentándolos de su cuerpo. 3, La
mujer que proclama la fiesta de la sexualidad y la vida. También existe un
genio fantasma femenino denominado “Hapuñuñu o Hapiyñuñu que solía aparecerse
con dos tetas largas.(González Holguin, 1989, 150)
Salcaymagua nos habla de ciertas Huacas idólatras “sin
berguença” vinculadas al culto fálico de las
guacanquis, que eran piedras alargadas.
La
Mama Cocha o Cochamama, es un término que significa “Madre de las aguas”, Diosa
del mar a quien se le rendía culto costa de Perú, para calmar las aguas bravas
y para la buena pesca.
Es
reconocida como protectora de los pescadores, y relacionada con los lagos, ríos
y fuentes de agua. Sus hijos son los manantiales.
Es
reconocida además como la Diosa de los pescadores y su culto fue especialmente
importante en el sistema religioso Inca.
Ilustración: Imagen idealizada de Mama Cocha, en tiempos del Tahuantinsuyo.
Dibujo: Genzoman
MÉXICO:
Entre las representaciones de la Gran Diosa-Madre en América las de los pueblos
mexicanos son posiblemente de las más ricas y bellas en sus expresiones
plásticas. El panteón de las Diosas en México es amplísimo, por ello vamos a
limitarnos en estas líneas a tratar solamente de algunas de ellas, con ello
esperamos que el lector
adquiera
una visión suficiente sobre la importancia que tubo la mujer en la antigua
sociedad mexicana y su influencia en la cosmogonía Azteca.
No
son muchos los estudios que se han efectuado en torno a la murielogía, en
México y a juzgar por la información disponible sólo se han realizado con base
en las fuentes etnohistóricas del siglo XVI. Las posiciones se presentan
diametralmente opuestas; un extremo sitúa a la mujer, amada y respetada, el
otro, sometida, subordinada, oprimida y explotada. Esta visión de la mujer
mexicana naturalmente corresponde a parámetros etnocentristas europeos, ya que
en la sociedad indígena la mujer mantuvo un estatus equivalente al del hombre.
Esto es lo que se desprende del Códice Vindobonensis
que nos muestra el nacimiento de la mujer antes que el del hombre. La tradición
oral mixteca apunta que nacieron en forma de capullo entre las hojas de la
ceiba blanca. En su origen estuvieron presentes cinco dioses: el viento negro,
el dios de la sabiduría, el sol, el rayo y el de la lluvia, y cada uno de ellos
les otorgó poder por partes iguales. En cierto sentido podría decirse que la
religión como experiencia personal no establece distinción entre hombre y
mujer. Ambos sexos tienen las mismas oportunidades en la vida sagrada, en el
mundo sagrado.(M.A. Ojeda Díaz, 2002).
Estos modelos a alcanzar en el
plano trashumano, se refieren a modelos o normas de conducta mental y emotiva,
que el Psicólogo Carl G. Jung denominó arquetipos. Los cuales se expresan a
través de los elementos de la vida psíquica, que cristalizados en forma de
imagen arquetípica penetran en la esfera del inconsciente. Conviene apuntar que
las imágenes arquetípicas son reveladas por medio de los mitos en sociedades
religiosas del tipo que se desarrolló en Mesopotamia ya que los mitos tienen la
función de fijar los modelos ejemplares de todas las actitudes humanas
significativas, reveladas en éstos desde el origen por los dioses o héroes. La
función del hombre es repetir indefinidamente estos gestos ejemplares y
paradigmáticos. De tal manera, que los modelos dejan importantes marcas en el
individuo “formando sus emociones y su panorama
ético y mental, influyendo en sus relaciones con los demás y, de este
modo afectando a la totalidad de su destino.
“El mito es un hecho complejo y sus elementos se
aglutinan y ordenan principalmente en torno a dos núcleos que son
recíprocamente dependientes. Una concepción casual y taxonómica de pretensiones
holísticas, que atribuye el origen y naturaleza de los seres individuales, de
las clases y de los procesos a conjunciones particulares de fuerza
personalizadas; concepción que incide en acciones y pensamientos de los hombres
sobre sí mismos y sobre su entorno, y que se manifiesta en expresiones,
conductas y obras heterogéneas y dispersas en los diversos campos sociales de
acción.
En este contexto es necesario, para nuestros
objetivos, ubicar la religión mesoamericana en la que se dió la mitología de
las Diosas-Madres. Sabemos que las culturas que se han desarrollado en
Mesoamérica eran básicamente de economía agrícolas, lo cual trastocaba también
su economía religiosa. Las fuerzas religiosas que entraban en juego les
situaban directamente sobre la mitología de la mujer y la tierra, donde la
fertilidad y la sexualidad jugaron un papel fundamental. La experiencia
religiosa está vinculada de manera más íntima con la vida. Las grandes
Diosas-Madres y los dioses (paredro) de la fecundidad tienen papeles
importantes y dinámicos, que involucran múltiples advocaciones. Junto a estas
características,
tenemos que las diosas de la agricultura asumen esferas de actuación
relacionadas con la muerte y la resurrección...
De todo lo tratado hasta aquí resulta que los
arquetipos de la mujer están en los mitos y por extensión en los rituales que
se desprenden del mito. “(María de los Ángeles Ojeda Díaz, 2002, 2,3)
Examinemos algo más cerca la
función de estas Diosas en cuanto a modelos o arquetipos de lo femenino y como
la versatilidad de la mitología de la
Diosa permite comprender la fuerza o poder que iba de la
deidad a la mujer para dar fundamento a su naturaleza, a su comportamiento,
modelando cada momento particular de su
vida.
Tlazolteotl,
“Diosa de la basura o inmundicias”, es Diosa de la fertilidad humana, la gran
parturienta, es Diosa de amor, y deidad ectónica asociada a la Luna. En esta deidad
concurren casi todos los atributos propios de la Gran Diosa-Madre-Tierra.
A
la izquierda: deidad Maya de la fertilidad de la tierra, de su vagína surge una
catarata de agua fecundadora que inunda a la gran serpiente. (la tierra) Según
esta representada en el Códice Cartesiano, denominado así por haber sido
remitido desde México por el conquistador Hernán Cortés a los reyes de España.
También el modelo de parir fue instaurado por los
dioses. Cuando las mujeres tenían dificultades en el parto, las sacerdotisas
parteras les decían así: “hija mía muy amada, mira que eres mujer fuerte
esfuérzate y haz como mujer varonil, haz como aquella diosa
que
parió primero que se llamaba Cihuacoaltl y Quilaztli”. Una advocación de la Diosa-Madre.
Tlazolteotl,
es también arquetipo de la mujer madura, y como tal tutora del ocelotl
“Jaguar”.
En esta imagen la Diosa aparece sentada sobre icpalli que es
un sillón con respaldo y asiento con piel de Jaguar, acción que hace referencia
al poder y jerarquía del gobernante, a la autoridad, dignidad y mando y, en
sentido figurado, a la madre amorosa que da vida y protege a sus criaturas.
Porta el Yacameztli y los símbolos de su falda
plenamente identificados como luna y oscuridad.
La vinculación seguramente estaba en la naturaleza
cíclica de la luna. Los mexicas reconocían los ritmos que la hacían renacer y
morir.
“Cuando la luna nuevamente nace parece como un arquito
de alumbre delgado, y después de sus ritmos muere la luna”. Esto es entonces
podemos hablar de una regeneración en el plano cósmico.
Tlazolteotl entre sus
múltiples desdoblamientos correspondientes a arquetipos de la mujer
mesoamericana dentro de la mitología de la Diosa, es mujer guerrera, además en otros
contextos tardíos se la vincula con la mujer anciana como Toci, “Nuestra
Abuela”, “Corazón de la Tierra”,
se identificaba con la mujer anciana y sabia. Además de las atribuciones que
tiene como avatar de Tlazolteotl-patrona de las médicas y sacerdotisas
parteras-es además inventora del baño de temazcal y a ella se la hacía
responsable de los temblores de tierra. ( M.A. Ojeda, 2002)
Xochiquetzal,
“Flor de Queztzal, Flor Preciosa” es otro numen de la Diosa Tlazolteotl,
que representa al arquetipo de la mujer joven en plena potencial sexual, es la
amante divinizada; Diosa eminentemente femenina, su ámbito: el amor, la
voluptuosidad, la sensualidad, el deseo sexual y el placer en general. Ampara
también está asociada a otras actividades como el juego, la danza, el canto, la
alegría, las flores y en general, de todo lo que es hermoso. Era patrona de
pintores, bordadoras, tejedoras, escultores y orfebres. Así como de las mujeres
pintoras-escribanos, denominadas Tracuilo. Por su actividad amorosa,
Xochiquetzal es considerada el prototipo y la protectora de las ahuianime
“alegradoras” o prostitutas libres y de las maqui, prostitutas rituales,
sacerdotisas compañeras de los jóvenes guerreros.
Mayahuel, “la de la
planta del Maguey” en su domo como Ayopechtli que quiere decir “la que está
sobre la tortuga”, manifiesta a la mujer que está plena de vitalidad, resalta y
amplifica la vida humana y agrícola. Según la mitología mexicana esta Diosa
tenía 400 pechos con lo que simbolizaba su poder nutricio por lo cual los
dioses la transformaron en maguey a causa de su fertilidad y del poder que
tenía para reproducir la vida y aumentarla.
Mayahuel, para subrayar el carácter prolífico de esta
Diosa, se la representaba amamantado a un pez como signo de fecundidad y de
abundancia, invocando la fertilidad multiplicada.
Los peces tienen la connotación de ser prolíficos en
su reproducción. En este caso nos muestra los pechos plenos y los pliegues en
el vientre, lo cual indica su reciente parto. Así queda plenamente identificada
la Gran Diosa-Madre
nutricia y fecunda.
Mayahuel,
como Ayopechtli se presenta bajo su aspecto de madre bienhechora. La planta de
maguey símbolo que la identifica, el cual de hecho es ella misma como se indica
en el mito. Se decía que puesto que Mayahuel es la fuerza que está en el
maguey, las mujeres que nacían en el signo que presidía, tochtli,
“conejo”, en el día ome tochtli “dos conejos” serían afectadas por el
líquido fermentado del maguey, el
pulque.
Mayahuel, arquetipo de la mujer nutricia, entendemos
la simbología selénica de Mayahuel, que nos remite –como en el caso de
Tlazolteotl- a la idea del ritmo en la fisiología de la mujer y en la
fertilidad de la vegetación cuya fuerza o poder emana de la divinidad
solidarizada con la luna.
Chalchiuhtlicue, “la de la falda de Jade” modelo de la madre nutricia es un numen
estrechamente vinculado a Mayahuel, en cuanto a analogías iconográficas y sobre
todo de conceptos que hablan de fertilidad y la gran madre nutricia. Era Diosa
de las aguas terrestres, de las aguas vivas (que fluyen) y señora de los mantenimientos,
nutría al hombre para que pudiese vivir y multiplicarse. De nuevo la Gran Madre Nutricia.
Chalchiuhtlicue, arquetipo de la madre protectora y
bienhechora. Preside el signo del día coatl, “una serpiente” el cual era
benéfico para las mujeres nacidas en él, toda vez que serían ricas y honradas.
Otro aspecto de Chalchiuhtlicue es la
Diosa fecundante y germinativa, fuente de vida por
excelencia. Pero era igualmente importante como factor de pureza, en el que
estaban implicadas ceremonias rituales de lavar el cuerpo con agua. Porque las
abluciones purifican, regeneran y permiten el renacimiento. Lo que es sumergido
en ellas ritualmente “muere” y al volver a salir de las aguas se torna
semejante a un niño que sin “pecados” y sin historia está en posibilidad de
empezar una nueva vida, en un proceso ritual de muerte y renacimiento. Las
oblaciones purificadoras rituales y los rituales de baños sagrados eran
practicados habitualmente en el culto de las grandes Diosas de la fecundidad y
la agricultura.
Por otra parte, cuando la partera lavaba al recién
nacido, se invocaba al numen para ofrecerle a la criatura como encargada de su
destino: “llegáis a Nuestra Madre y Padre la Señora Chalchiuhtlicue...
toméis ella, porque ella os ha de llevar a cuestas y en los brazos en este
mundo. (María de los Ángeles Ojeda Díaz)
Las Cihuapiltin, la concepción de la maternidad en el
pueblo mexica tenía profundas
connotaciones mágicos-religiosas, hasta el extremo de deificar a las
mujeres que morían al dar a luz en el primer parto. Así las Cihuapiltin
“mujeres nobles” o Cihuatete o “mujeres
divinas” genéricamente denominadas mocihuaquetzque
eran adoradas con amplia faceta de índole mágica; de tal manera que parte de su
cuerpo – se consideraba sobrenatural – y constituían preciados objetos de culto
para gurreros y magos que veían ellos instrumentos mágicos. Estas mujeres por
su jerarquía eran enterradas en el patio del templo de las Cihuapiltin, y
pasaban a formar parte, junto con los guerreros muertos en batalla, del séquito
del Sol.
Ellas se dirigían hacia el poniente, cihuatlampa
–rumbo de las mujeres -, para luego allí acompañar al Sol en su diario
recorrido; dejándolo cerca de donde se pone para después bajar a su ámbito: la Tierra. Generalmente
estas mujeres se representan desnudas de torso recién paridas, con senos llenos
y pesados pliegues en el vientre y con faldillas.
En otras representaciones las vemos con sus aspectos
mortuorios resaltados, con ojos peciolados (ojos fuera de la orbitas) y
faldilla adornada con huesos de fémures. En realidad a las Mujeres-Diosas
muertas como consecuencia del parto se les consideraba como seres temibles y
peligrosos que se manifestaban en las cinco fechas en que descendían a la
tierra: cecalli, ce ehecatl, ce quiahuitl, ce mazatl y ce ozomatl,
que corresponden a “uno casa, uno viento, uno lluvia, uno venado, y uno mono”.
En dos de estas fechas quedaban totalmente libres estas Diosas que practicaban terribles actos de magia y
estaban libres por los aires.
Especialmente las que habían nacido en el día ce
ehecatl, -y sólo las mujeres- tendrían el poder de hechizar; para ello
desarticulaban la parte inferior de sus piernas y luego las cambiaban por patas
de ave, lo que les daba la posibilidad de volar por los aires. A estas Diosas
se las designaba como mometzcopinqui, “se quita las piernas”. Otras
magas las que habían nacido el día de ce quiahuitl se quitaban sólo una
pierna. Las denominadas mometzcopinqui eran magas poderosas conocidas como tlacateolotl “hombre
búho” caracterizadas por su enorme capacidad para dañar con gran variedad de
sortilegios.
Un estrecho vínculo une las Cihuateteo, de hecho es
una de ellas, encontramos a la
Madre Tierra en sus aspectos mortuorios y de sacrificio; se
trata de Itzpapalotl “mariposa de obsidiana”. Numen asociado a los chichimecas
de Mixcoatl, el cual en el Tonalamatl rige la trecena que empieza con el
día ece calli “uno casa”; una de las fechas en que descendían a la
tierra las Cihuateteo, para rondar las encrucijadas de los senderos con el fin
de introducirse –su fuerza- en los cuerpos humanos y hacer daño a los niños con
enfermedades, acechando a los mortales en los cruces de caminos y descampados.
Itzpapalotl,
es el arquetipo de la mujer sabia y anciana y de las magas poderosas. Presenta
alas de mariposa nocturna con pedernales; “ser en el que se transforma” el
numen, indica que el poder o fuerza que representa está en la magia. En su
vestimenta las alas le cubren todo el torso pero permiten mostrar su doble
falda de Cihuateotl. Se distingue la negra adornada con un pedernal de grandes
tamaños y la faldilla de papel que va encima con motivos rojos y amarillos y
una cenefa de cuchillos de sacrificio. Su adorno del dorso está elaborado con
diversas plumas rematadas con tres pequeños pedernales. Sustituyen sus manos y
de garra de jaguar, que la definen directamente como tzitzimitl “ser terrible
mítico”
Itzpapalotl, arquetipo de las
magas. Se manifiesta como la fuerza del numen, debido a que modela la vida de
las mujeres de edad avanzada, toda vez que era signo benéfico y de los
“viejos”. Las que nacían de él tendrían larga y dichosa vida. La fuerza y el
poder de Itzpapalotl va hacía la mujer sabia y anciana, pero además incluye las
características propiciatorias de índole
mágica que ostenta. Así pues, se presenta como el arquetipo divino de la maga
que ha llegado a través del aprendizaje y experiencia adquirida en el
transcurso de su larga existencia, a equipararse con la deidad en su carácter
de hechicera.
ARGENTINA: La Pachamama es una de las
representaciones de la gran Diosa-Madre más citadas, no sólo en los Andes
sino incluso en las ciudades. Pero
también es una de las más difíciles de definir. Su nombre suele traducirse como
“Madre-Tierra” pero en realidad su personalidad es mucho más compleja. Actualmente
en las comunidades –Markas- recibe con frecuencia otros nombres de origen
castellano como Santa tira (tierra) y además Wirgina (virgen), estos
denominativos son producto de la evangelización excesiva que vienen enfrentando
las culturas originarias, y así gradualmente toda la sabiduría del hombre
andino va cambiando o quizás en algunos sitios desapareciendo. Podemos señalar
lingüísticamente que Pachamama viene del dualismo existente en el mundo Andino.
-PACHA: Etimológicamente significa una cosa o
fenómeno, donde hay dos elementos, doble en sí mismo y la proyección en el
otro, el otro es ajeno a sí mismo, a su pensamiento a su medio; es la expresión
del todo, es el espacio y el tiempo simultáneo, expresado en la diversidad de
la vida; como saber totalizador y generador. Es el espacio territorial
–PACHAMAMA – y el espacio celestial cósmico. Es la expresión del espacio y
tiempo conocido y desconocido. La
Pacha en cosmos es vida y fuente de vida, es sabiduría e
ignorancia, “sagrado y profano” afirma M. Eliade (1964). La Pacha es el territorio
habitado y el espacio desconocido (no habitado), cuyo conjunto de elementos
afines están en función siempre de esta parcialidad.
-MAMA/TAYKA: Etimológicamente viene de la
lengua Aymara que significa madre. Es el espacio territorial que comprende los
recursos naturales y sobre todo el ecosistema de la producción, que implica a
su vez el medio ambiente natural. Donde lo abiótico se vuelve biótico, allí no
hay distinción entre lo profano y lo sagrado. Es protectora y fuente de
sabiduría y de la vida.
PACHATAYCA o Madre de
la fertilidad. Es también el principio fundamental de la generación de la vida
como la de los humanos, las plantas, animales y todo cuanto existen en el
tiempo y el espacio todo.
LA PACHAMAMA se la asocia
constantemente con la fertilidad agrícola. Desde esta perspectiva tiene relación con los otros
espíritus multiplicadores de los animales (illa) y de las plantas (ispalla)
e inclusive del mineral (mama). Además se la consectúa como un espíritu
tutelar.
En la
Pachamama todo es sagrado, por eso se dice que cada
comunidad, cada sayaña y hasta cada chacra y cada casa determinada tiene posee
su pachamama protectora; pero al mismo tiempo la Pachamama es también
universal y está en cualquier parte.
Por todo lo dicho hasta aquí se comprende que muchos
consideren que ella es el principal espíritu de “este mundo”.
Entre las múltiples tradiciones populares que actualmente se practican en el noroeste
de Argentina dedicadas a la
Pachamama, en Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja, Tucumán y Santiago
del Estero donde es conocida como Allpa Mamay o Ashpa Mamay, son
los las coincidentes con los carnavales
litúrgicos. Estos rituales están relacionados con la preparación de la
tierra, las lluvias, la fertilidad de la primera cosecha y otros
acontecimientos que tiene que ver con la ofrenda a la Pachamama con bailes el
rociado de la tierra con chicha, el enharinado de los participantes, las ramas
de albahaca y papel picado confetis.
Uno de los rituales se denomina topamiento, donde
todos, hombres y mujeres se tiran almidón y confetis para luego intercambiar
coronas de albahaca y así convertirse en compadres o comadres, una relación que se mantendrá
durante toda la vida.
Otro momento especial es la señalada o marcado del
ganado que es un homenaje a la
Pachamama y propiciatoria del multiplico o reproducción
fructífera del ganado. Todo comienza con un paseo ritual por los corrales
acompañados de los padrinos al tiempo que se desparrama chicha o sangre para purificar el
ambiente. El dueño del lugar rezará unas oraciones en el centro de su majada,
mientras elige las hojas de coca que se ofrendarán. Los visitantes hacen lo
mismo y ofrecen hojas de coca al dueño de la casa para propiciar el aumento de la
majada.
La señalada en sí consiste en realizar cortes en las
orejas de los animales nuevos de acuerdo a la marca que el dueño tiene
registrada. Luego se les cuelgan hilos o vellones de lanas coloreadas en las
orejas, predominando el color rojo por ser el preferido de la Pachamama.
Luego se realiza el casamiento de los animales
preferidos o “mascotas” para después abrir el corral y efectuarse la despachada
para que los animales vayan a los cerros y se reproduzcan.
Al lado de los corrales en la apacheta, se agregan
piedras que no hayan sido pisadas por el ganado y allí se colocan los acullicos
(hojas de coca succionadas) y sahumerios de khoa. En el centro del corral se
abre un pozo donde se entierra en una chuspa, los cortes de las orejas
de los animales, los vellones de lana, hojas de coca, todo ello rociado con
chicha, como ofrenda o devolución a la tierra se saluda a la Pachamama: Pachamama,
santa tierra, hoy es tu día. ¿Cómo no te he de ofrendar chicha y coca por la
buena parición que me has dado?
Mientras esto ocurre en los corrales, en el pueblo en
medio de bailes y alegría se elige a la mujer más anciana para nombrarla por un
año Pachamama y se la pasea en un carro tirado por un burro y adornado con
flores y frutos del lugar. La acompaña el Lljtaj, padre de las bestias,
el Pujllay diablo y señor de las fiestas y la Alhajita o Ñusta,
una joven que simboliza los frutos bendecidos por la Madre Tierra.
Se conmemora el día de la Gran Madre Tierra. La
veneración varía de acuerdo a los distintos lugares y costumbres. Es la más
antigua de la religión andina, hasta el punto
de que algunos autores la consideran anterior al culto a Inti, el dios
Sol de los incas.
El 1 de
agosto, Día de la Pachamama,
se impone agasajar con manjares a la Gran Madre Tierra, dueña de las cosechas y del
ganado, rectora de las estaciones y proveedora de vida, el hombre no puede menos que reverenciarla una vez al
año, tal como a ella le gusta, porque los enojos de la Pachamama son de temer:
terremoto, sequía, inundación, helada, incendio, granizo, huracán, hambre,
enfermedad y muerte.
Con la
conquista española, Inti fue reemplazado por el Dios cristiano y con el tiempo
se extinguió; pero a falta de otra Diosa femenina, el culto a la Pachamama, en
cambio, adquirió fuerza.
Las
comunidades ancestrales del noroeste argentino, Chile, Bolivia y Perú le rinden
culto a la Pachamama durante un mes. Para los atacameños de la Puna chilena, el
Día de la Pachamama es también su Año Nuevo: ese día comienza la Primavera, que
para el calendario oficial nacerá recién en septiembre.
Según una
tradición, la Diosa habita en el macizo del Nevado de Cachi (Salta) a 6.380
metros sobre el nivel del mar, en una de cuyas ocho cumbres habría un lago y
una isla, donde un toro de astas doradas la custodia y emite nubes de tormenta
al bramar.
Se la
identifica con la Tierra, pero Pacha, en kolla, Significa “tiempo".
Rigoberto “Paredes, estudioso de la tradición indígena, dice que “el rito debió
referirse primitivamente al tiempo, vinculado en alguna forma con la Tierra: el
tiempo que cura los dolores, el tiempo que distribuye las estaciones”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario