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lunes, 19 de agosto de 2013

LA DIOSA MADRE EN LAS ISLAS CANARIAS






(Libro inédito)


Eduardo Pedro García Rodríguez


CAPITULO-XI-I

 LA DIOSA-MADRE EN  AMÉRICA

         La universalidad de la Diosa-Madre está ampliamente demostrada, no hay cultura por poco desarrollada que ésta sea que no tenga vestigios materiales de la ancestral adoración prestada a la Diosa Primigenia. Este fenómeno espiritual es único en toda la humanidad desde el principio de los tiempos, tanto en las oscuras cavernas como en las amplias sabanas el hombre ha adorado a la Diosa-Madre bajo las más diversas advocaciones, desde los más diversos países hasta los más distantes continentes, desde los pueblos de culturas más simples hasta las más avanzadas, todas tenían-y tienen- la misma religión primaria, la religión de la Diosa-Madre. Uno de los grandes enigmas es precisamente el dilucidar como es posible que en continentes alejados unos de otros por miles de kilómetros, y en épocas ancestrales rodeados por inmensos mares y océanos supuestamente insalvables para los pueblos primitivos, todas las sociedades humanas que los habitan tuviesen el mismo concepto de adoración a la Diosa-Madre, sin haber mantenido comunicación entre sí, tal como se viene sosteniendo en el mundo científico actual. ¿Es posible que en nuestro pasado más remoto la humanidad no estuviese tan aislada entre sí como suponemos?, ¿Si el hombre surgió en África como afirman los científicos más cualificados, por que medios se expandió y ocupo los continentes americano y asiático? ¿Si el hombre en épocas remotas desconocía la navegación de altura, es posible que el hombre sapiens-sapiens surgiera mucho antes de lo que creen los estudiosos, es decir mucho antes de que se iniciase la deriva continental?, ¿Es posible que al iniciarse la deriva continental éstos ya estaban habitados por el hombre, y éste llevó consigo la religión de la Diosa Madre. Si como se supone en alguna época geológica los continentes se mantuvieron unidos entre sí por istmos, ¿en qué momento desaparecieron éstos? Son preguntas simples pero que no tienen respuestas simples, ni siquiera para los defensores de las teorías difusionistas, la verdad es que conforme vamos indagando en los aspectos más simples de las culturas universales se comprueba que todas tienen una base común, como si en un momento dado de la historia del hombre, esta hubiese nacido espontáneamente en un solo lugar irradiándose a continuación al resto del universo, al menos esta es la impresión que nos queda al estudiar la adoracion prestada a la Diosa-Madre por todas las culturas y en todos los tiempos.

En América, (2000-1000 a.e.a.), diversos testimonios registran un culto extendido a la Diosa madre, en la época en que se fundan las primeras aldeas de cultivadores. Entre los hallazgos arqueológicos más espectaculares hechos en La Venta, la más antigua ciudad olmeca, sobresalen unas enormes fosas subterráneas, en cuyo interior se depositaron ofrendas gigantescas, colmadas de piedras de serpentina verde y arcilla de varios colores, dedicadas a la Madre Tierra.
Algunos arqueólogos sostienen que las ofrendas formadas con piedras verdes imitaban la vegetación de la superficie terrestre en el momento de la floración. Carolyn Tate advertía que las ofrendas de La Venta en forma de un mosaico de diamante representaban la falda de la diosa de la tierra tejida con cuentas de piedra verde, un diseño que se repetirá mas tarde en Teotihuacan y en el área maya, donde se convierte en representación de la tierra germinada, de cuyo interior brota el numen del maíz.
En otras regiones de Mesoamarica los arqueólogos desenterraron esculturas del cuerpo procreador de la Diosa Madre que destacan sus senos abundantes, sus anchas caderas y los organos de la reproducción. Chistian Duverger explica que la “caracteristica más sorprendente de este antiguo arte reside en el énfasis de los elementos que marcan la feminidad, y principalmente las caderas [...] Parece que en esta parte del cuerpo se concentra la esencia de la feminidad [...] todos los autores estan de acuerdo en considerar que estas figurillas expresan un culto a la fecundidad [... El interés por la fertilidad lo subraya] el hecho de que, en ciertas estatuillas, las caderas de las mujeres se convierten en mazorcas de maí­z”. 



          PERÚ: La presencia de la Diosa-Madre en el continente americano está documentada desde tiempos remotos entre las diversas culturas que pueblan los bastos territorios americanos. Quizás los pueblos que han tenido un panteón de la Diosa-Madre más elaborado han sido los Mayas,  los Incas y Aztecas. La similitud de estas religiones en cuanto al número de advocaciones atribuidas a la Gran Diosa-Madre es similar al panteón mostrado por las culturas mesopotámica, griega, romana, indú o egipcia. Las culturas espirituales mesoamericanas sufrieron la penetración católica aportada por portugueses y españoles, encuentro que resultó altamente traumático para las religiones invadidas algunas de las cuales desaparecieron bajo el abrumador empuje de las hordas invasoras en muy poco tiempo. Una exposición, por muy sintética que sea, de los aspectos de la espiritualidad en las religiones no cristianas supone necesariamente una aclaración preliminar metodológica y epistemológica sobre la cualidad y significado del término  “espiritualidad” en lexema, es decir, el ambiente cristiano occidental y oriental. Se trata una vez más de dar un valor universal, aplicable religionsgeschichtlich, a una imagen que parece estar limitada por la experiencia cristiana particular y que en consecuencia, si se la aceptase tal como se ha constituido en el interior del cristianismo, expondría a un cristianocentrismo que se resolvería en un etnocentrismo y en una falta de respeto para con la vida religiosa de los demás... (Alfonso M. Di Nola, 2002).

A pesar del trauma ocasionado por tan brutal choque cultural, y la posterior persecución sufrida por las religiones locales, como en el caso de las Islas Canarias, continuaron practicándose los antiguos ritos sincretizados en santos y liturgias católicas en las ciudades y quizás más abiertamente en las zonas rurales de más difícil acceso al aparato represor del catolicismo. Por ello aún hoy en día en todas las naciones de América se siguen rindiendo culto a la Gran Diosa-Madre bajo diferentes advocaciones. Así, para Perú, Salcamaygua nos ofrece una lista de algunas de las deidades dependientes de la Diosa-Madre, éstas son denominadas como hapiñuños, nombre genérico de las antiguas divinidades femeninas provenientes de los míticos tiempos de tutayac pacha,  a las cuales se las dotó por el catolicismo como de influencia maligna.

Pero si queremos encontrarnos con la Diosa en sus diferentes atributos debemos acudir a otras fuentes como Runa Indio, el único texto en quechua popular que sobrevivió a dos siglos de persecución inmediatos a la conquista. Estas Diosas son aspectos de la Pacha Mama y son también imágenes arquetipos de la mujer en el espíritu indígena:    Cavillaca, fecundada por Cuniraya Viracocha; Chuquicuso, fecundada por Pariacaca; Chaupiñanca, la que se entrega a todos.

Veamos los arquetipos:

1.- Cavillaca. Virgen, simple, descansa en sí mima, suficiente.

Cuniraya Viracocha la busca por todos lados anhelando su secreto, preguntando a los animales. Mediante un ardid logra embarazarla dejándose caer desde el Cielo. Ella se siente confundida. Cuando reacciona ella vuelve a las profundidades. Se sumerge y funde en lo hondo de Mama Cocha, (Las aguas) donde recupera la paz y unidad.

Es desde este arquetipo que se manifiesta también la destructora. La Mamacocha que se desborda (algunos equivocadamente identifican este mito con el “Diluvio” del antiguo Testamento, que tiene otro sentido). Es la Madre que recupera a sus hijos en su seno. Y también al hombre, al Dios del Cielo, que finalmente desaparece como individuo en su seno.

2.-Chuquicuso. La que llora por el sufrimiento de los seres.

La que espera al Cielo que la salve, que la fecunde. La que se entrega para que sus hijos crezcan y se alimenten.

-“Hermana, ¿porque sufres? Le pregunta Paariacaca. Y ella contesta-Mi campo de maíz muere de sed” “No sufras, Yo haré que venga mucha agua de la laguna que tienen ustedes en la altura. Pero acepta dormir antes conmigo” – “Cuando mi campo de maíz esté regado dormiré contigo, le contestó ella.”

Dice el mito que Chuquicuso pertenecía al ayllu Cupara, que en el siglo XVI fue integrado por los españoles a la reducción de San Lorenzo de Quinti. Desde donde se pierde la memoria, los pueblos de la región limpian el acueducto en el mes de mayo.

El rito repite los actos de la antigua narración mítica: Cinco días permanecen en adoración  junto a la boca de la toma de la huaca. Después limpian la acequia y finalmente bajan bailando y cantando sin detenerse hasta el pueblo, donde siguen así durante toda la noche.

Con este rito repiten simbólicamente la espera femenina, su anhelo y recato (en los 5 días iniciales de pachacuti). Después la generosa entrega, la apertura de la acequia, el encuentro con el Dios de las aguas de lo alto. Finalmente la alegría de las aguas que bajan, la plenitud sacrifícal de la fiesta. La mujer del pueblo que encarna a Chuquicuso sirve a todos generosamente con un poto de gran tamaño: “Es la chicha de nuestra Madre” dice entonces.

En los primeros tiempos de la colonia, la fiesta de Chaupimñaca, (La Chauscosma) la celebraban en junio. Los informantes del extirpador de idolatrías mencionan diversos cantos y bailes en esta celebración. Y dice textualmente de uno de ellos: Cuando cantaban y bailaban el “casayaco”, Chaupimñaca se alegraba especialmente,  porque para bailarlo se quitaban los vestidos y se cubrían solo con parte de los trajes... cantando y bailando decían “Chaupimñaca se regocija mucho viendo la parte vergonzosa de cada uno de nosotros” Y cuando cantaban y bailaban esta danza, comenzaba la maduración del mundo”


3.-Chaupiñamca. La Diosa del amor sexual y filial.

En los mitos que cuentan los momentos iniciales de su historia aparece como la hija de un hombre rico y poderoso que se ofrece a un caminante harapiento a cambio de que éste, con su sabiduría, cure los males de su padre. Luego aparece en su doble aspecto de Diosa sexual, la que se acuesta con todos los que la requieren, y de madre universal.´

Tiene 5 hermanas (recordemos que 5 es el número del pachacuti) que son diferentes pero son invocadas como una sola. Simbolizan las transformaciones de la mujer. Chaupimñaca, la madre de todos los amantes y la amante de todos, es la hermana mayor.

Esta huaca manifiesta también el aspecto compasivo de la mujer sagrada. Es la que se acerca al pobre, al ignorado por los demás, al que está a un costado de la fiesta y le convida con alimentos y se sienta a su lado.

Estos tres arquetipos muestran 1, La mujer que está al principio y al final, en la paz y en la unidad indiferenciada. 2, La mujer que se sacrifica por los seres vivos, alimentándolos de su cuerpo.    3, La mujer que proclama la fiesta de la sexualidad y la vida. También existe un genio fantasma femenino denominado “Hapuñuñu o Hapiyñuñu que solía aparecerse con dos tetas largas.(González Holguin, 1989, 150)

Salcaymagua nos habla de ciertas Huacas idólatras “sin berguença” vinculadas al culto fálico de las  guacanquis, que eran piedras alargadas.

La Mama Cocha o Cochamama, es un término que significa “Madre de las aguas”, Diosa del mar a quien se le rendía culto costa de Perú, para calmar las aguas bravas y para la buena pesca.



Es reconocida como protectora de los pescadores, y relacionada con los lagos, ríos y fuentes de agua. Sus hijos son los manantiales.

Es reconocida además como la Diosa de los pescadores y su culto fue especialmente importante en el sistema religioso Inca.


Ilustración: Imagen idealizada de Mama Cocha, en tiempos del Tahuantinsuyo.
Dibujo: Genzoman


MÉXICO: Entre las representaciones de la Gran Diosa-Madre en América las de los pueblos mexicanos son posiblemente de las más ricas y bellas en sus expresiones plásticas. El panteón de las Diosas en México es amplísimo, por ello vamos a limitarnos en estas líneas a tratar solamente de algunas de ellas, con ello esperamos que el lector

adquiera una visión suficiente sobre la importancia que tubo la mujer en la antigua sociedad mexicana y su influencia en la cosmogonía Azteca.

            No son muchos los estudios que se han efectuado en torno a la murielogía, en México y a juzgar por la información disponible sólo se han realizado con base en las fuentes etnohistóricas del siglo XVI. Las posiciones se presentan diametralmente opuestas; un extremo sitúa a la mujer, amada y respetada, el otro, sometida, subordinada, oprimida y explotada. Esta visión de la mujer mexicana naturalmente corresponde a parámetros etnocentristas europeos, ya que en la sociedad indígena la mujer mantuvo un estatus equivalente al del hombre.

Esto es lo que se desprende del Códice Vindobonensis que nos muestra el nacimiento de la mujer antes que el del hombre. La tradición oral mixteca apunta que nacieron en forma de capullo entre las hojas de la ceiba blanca. En su origen estuvieron presentes cinco dioses: el viento negro, el dios de la sabiduría, el sol, el rayo y el de la lluvia, y cada uno de ellos les otorgó poder por partes iguales. En cierto sentido podría decirse que la religión como experiencia personal no establece distinción entre hombre y mujer. Ambos sexos tienen las mismas oportunidades en la vida sagrada, en el mundo sagrado.(M.A. Ojeda Díaz, 2002).



Estos modelos a alcanzar en el plano trashumano, se refieren a modelos o normas de conducta mental y emotiva, que el Psicólogo Carl G. Jung denominó arquetipos. Los cuales se expresan a través de los elementos de la vida psíquica, que cristalizados en forma de imagen arquetípica penetran en la esfera del inconsciente. Conviene apuntar que las imágenes arquetípicas son reveladas por medio de los mitos en sociedades religiosas del tipo que se desarrolló en Mesopotamia ya que los mitos tienen la función de fijar los modelos ejemplares de todas las actitudes humanas significativas, reveladas en éstos desde el origen por los dioses o héroes. La función del hombre es repetir indefinidamente estos gestos ejemplares y paradigmáticos. De tal manera, que los modelos dejan importantes marcas en el individuo “formando sus emociones y su panorama  ético y mental, influyendo en sus relaciones con los demás y, de este modo afectando a la totalidad de su destino.

“El mito es un hecho complejo y sus elementos se aglutinan y ordenan principalmente en torno a dos núcleos que son recíprocamente dependientes. Una concepción casual y taxonómica de pretensiones holísticas, que atribuye el origen y naturaleza de los seres individuales, de las clases y de los procesos a conjunciones particulares de fuerza personalizadas; concepción que incide en acciones y pensamientos de los hombres sobre sí mismos y sobre su entorno, y que se manifiesta en expresiones, conductas y obras heterogéneas y dispersas en los diversos campos sociales de acción.

En este contexto es necesario, para nuestros objetivos, ubicar la religión mesoamericana en la que se dió la mitología de las Diosas-Madres. Sabemos que las culturas que se han desarrollado en Mesoamérica eran básicamente de economía agrícolas, lo cual trastocaba también su economía religiosa. Las fuerzas religiosas que entraban en juego les situaban directamente sobre la mitología de la mujer y la tierra, donde la fertilidad y la sexualidad jugaron un papel fundamental. La experiencia religiosa está vinculada de manera más íntima con la vida. Las grandes Diosas-Madres y los dioses (paredro) de la fecundidad tienen papeles importantes y dinámicos, que involucran múltiples advocaciones. Junto a estas
características, tenemos que las diosas de la agricultura asumen esferas de actuación relacionadas con la muerte y la resurrección...

De todo lo tratado hasta aquí resulta que los arquetipos de la mujer están en los mitos y por extensión en los rituales que se desprenden del mito. “(María de los Ángeles Ojeda Díaz, 2002, 2,3)
Examinemos algo más cerca la función de estas Diosas en cuanto a modelos o arquetipos de lo femenino y como la versatilidad de la mitología de la Diosa permite comprender la fuerza o poder que iba de la deidad a la mujer para dar fundamento a su naturaleza, a su comportamiento, modelando  cada momento particular de su vida.

Tlazolteotl, “Diosa de la basura o inmundicias”, es Diosa de la fertilidad humana, la gran parturienta, es Diosa de amor, y deidad ectónica asociada a la Luna. En esta deidad concurren casi todos los atributos propios de la Gran Diosa-Madre-Tierra.
A la izquierda: deidad Maya de la fertilidad de la tierra, de su vagína surge una catarata de agua fecundadora que inunda a la gran serpiente. (la tierra) Según esta representada en el Códice Cartesiano, denominado así por haber sido remitido desde México por el conquistador Hernán Cortés a los reyes de España.




            Tlazolteotl, por su actividad de parir se le asocia más a la mujer madura, a quien protege en el embarazo junto con su criatura, en este contexto se solidarizan: “ la tierra es una mujer y la mujer es la tierra”.

También el modelo de parir fue instaurado por los dioses. Cuando las mujeres tenían dificultades en el parto, las sacerdotisas parteras les decían así: “hija mía muy amada, mira que eres mujer fuerte esfuérzate y haz como mujer varonil, haz como aquella diosa
que parió primero que se llamaba Cihuacoaltl y Quilaztli”. Una advocación de la Diosa-Madre.

Tlazolteotl, es también arquetipo de la mujer madura, y como tal tutora del ocelotl “Jaguar”.

En esta imagen la Diosa aparece sentada sobre icpalli que es un sillón con respaldo y asiento con piel de Jaguar, acción que hace referencia al poder y jerarquía del gobernante, a la autoridad, dignidad y mando y, en sentido figurado, a la madre amorosa que da vida y protege a sus criaturas.

Porta el Yacameztli y los símbolos de su falda plenamente identificados como luna y oscuridad.

La vinculación seguramente estaba en la naturaleza cíclica de la luna. Los mexicas reconocían los ritmos que la hacían renacer y morir.

“Cuando la luna nuevamente nace parece como un arquito de alumbre delgado, y después de sus ritmos muere la luna”. Esto es entonces podemos hablar de una regeneración en el plano cósmico.

Tlazolteotl entre sus múltiples desdoblamientos correspondientes a arquetipos de la mujer mesoamericana dentro de la mitología de la Diosa, es mujer guerrera, además en otros contextos tardíos se la vincula con la mujer anciana como Toci, “Nuestra Abuela”, “Corazón de la Tierra”, se identificaba con la mujer anciana y sabia. Además de las atribuciones que tiene como avatar de Tlazolteotl-patrona de las médicas y sacerdotisas parteras-es además inventora del baño de temazcal y a ella se la hacía responsable de los temblores de tierra. ( M.A. Ojeda, 2002)

Xochiquetzal, “Flor de Queztzal, Flor Preciosa” es otro numen de la Diosa Tlazolteotl, que representa al arquetipo de la mujer joven en plena potencial sexual, es la amante divinizada; Diosa eminentemente femenina, su ámbito: el amor, la voluptuosidad, la sensualidad, el deseo sexual y el placer en general. Ampara también está asociada a otras actividades como el juego, la danza, el canto, la alegría, las flores y en general, de todo lo que es hermoso. Era patrona de pintores, bordadoras, tejedoras, escultores y orfebres. Así como de las mujeres pintoras-escribanos, denominadas Tracuilo. Por su actividad amorosa, Xochiquetzal es considerada el prototipo y la protectora de las ahuianime “alegradoras” o prostitutas libres y de las maqui, prostitutas rituales, sacerdotisas compañeras de los jóvenes guerreros.



              Xochiquetzal en numen que representa a las mujeres que morían en la guerra, ofrece una cromosidad extraordinaria en su vestimenta de guerrera. Se representa con un atavío diagnostico izquixochitl “guirnalda hecha con flores de maíz tostado”, chimalli o escudo, bandera flechas y banda multicolor anudada a la cintura. Estos atavíos son los atribuidos a la Diosa conforme el mito que atribuye a Xochiquezaltl ser la primera mujer muerta en la guerra “y la más esforzada de cuantas murieron en ella”.

Mayahuel, “la de la planta del Maguey” en su domo como Ayopechtli que quiere decir “la que está sobre la tortuga”, manifiesta a la mujer que está plena de vitalidad, resalta y amplifica la vida humana y agrícola. Según la mitología mexicana esta Diosa tenía 400 pechos con lo que simbolizaba su poder nutricio por lo cual los dioses la transformaron en maguey a causa de su fertilidad y del poder que tenía para reproducir la vida y aumentarla.

Mayahuel, para subrayar el carácter prolífico de esta Diosa, se la representaba amamantado a un pez como signo de fecundidad y de abundancia, invocando la fertilidad multiplicada.
Los peces tienen la connotación de ser prolíficos en su reproducción. En este caso nos muestra los pechos plenos y los pliegues en el vientre, lo cual indica su reciente parto. Así queda plenamente identificada la Gran Diosa-Madre nutricia y fecunda.

Mayahuel, como Ayopechtli se presenta bajo su aspecto de madre bienhechora. La planta de maguey símbolo que la identifica, el cual de hecho es ella misma como se indica en el mito. Se decía que puesto que Mayahuel es la fuerza que está en el maguey, las mujeres que nacían en el signo que presidía, tochtli, “conejo”, en el día ome tochtli “dos conejos” serían afectadas por el líquido fermentado del  maguey, el pulque.

Mayahuel, arquetipo de la mujer nutricia, entendemos la simbología selénica de Mayahuel, que nos remite –como en el caso de Tlazolteotl- a la idea del ritmo en la fisiología de la mujer y en la fertilidad de la vegetación cuya fuerza o poder emana de la divinidad solidarizada con la luna.

Chalchiuhtlicue, “la de la falda de Jade” modelo de la madre nutricia es un numen estrechamente vinculado a Mayahuel, en cuanto a analogías iconográficas y sobre todo de conceptos que hablan de fertilidad y la gran madre nutricia. Era Diosa de las aguas terrestres, de las aguas vivas (que fluyen) y señora de los mantenimientos, nutría al hombre para que pudiese vivir y multiplicarse. De nuevo la Gran Madre Nutricia.

Chalchiuhtlicue, arquetipo de la madre protectora y bienhechora. Preside el signo del día coatl, “una serpiente” el cual era benéfico para las mujeres nacidas en él, toda vez que serían ricas y honradas. Otro aspecto de Chalchiuhtlicue es la Diosa fecundante y germinativa, fuente de vida por excelencia. Pero era igualmente importante como factor de pureza, en el que estaban implicadas ceremonias rituales de lavar el cuerpo con agua. Porque las abluciones purifican, regeneran y permiten el renacimiento. Lo que es sumergido en ellas ritualmente “muere” y al volver a salir de las aguas se torna semejante a un niño que sin “pecados” y sin historia está en posibilidad de empezar una nueva vida, en un proceso ritual de muerte y renacimiento. Las oblaciones purificadoras rituales y los rituales de baños sagrados eran practicados habitualmente en el culto de las grandes Diosas de la fecundidad y la agricultura.

Por otra parte, cuando la partera lavaba al recién nacido, se invocaba al numen para ofrecerle a la criatura como encargada de su destino: “llegáis a Nuestra Madre y Padre la Señora Chalchiuhtlicue... toméis ella, porque ella os ha de llevar a cuestas y en los brazos en este mundo. (María de los Ángeles Ojeda Díaz)

Las Cihuapiltin, la concepción de la maternidad en el pueblo mexica tenía profundas  connotaciones mágicos-religiosas, hasta el extremo de deificar a las mujeres que morían al dar a luz en el primer parto. Así las Cihuapiltin “mujeres nobles” o Cihuatete  o “mujeres divinas” genéricamente denominadas  mocihuaquetzque eran adoradas con amplia faceta de índole mágica; de tal manera que parte de su cuerpo – se consideraba sobrenatural – y constituían preciados objetos de culto para gurreros y magos que veían ellos instrumentos mágicos. Estas mujeres por su jerarquía eran enterradas en el patio del templo de las Cihuapiltin, y pasaban a formar parte, junto con los guerreros muertos en batalla, del séquito del Sol.

Ellas se dirigían hacia el poniente, cihuatlampa –rumbo de las mujeres -, para luego allí acompañar al Sol en su diario recorrido; dejándolo cerca de donde se pone para después bajar a su ámbito: la Tierra. Generalmente estas mujeres se representan desnudas de torso recién paridas, con senos llenos y pesados pliegues en el vientre y con faldillas.

En otras representaciones las vemos con sus aspectos mortuorios resaltados, con ojos peciolados (ojos fuera de la orbitas) y faldilla adornada con huesos de fémures. En realidad a las Mujeres-Diosas muertas como consecuencia del parto se les consideraba como seres temibles y peligrosos que se manifestaban en las cinco fechas en que descendían a la tierra: cecalli, ce ehecatl, ce quiahuitl, ce mazatl y ce ozomatl, que corresponden a “uno casa, uno viento, uno lluvia, uno venado, y uno mono”. En dos de estas fechas quedaban totalmente libres estas Diosas  que practicaban terribles actos de magia y estaban libres por los aires.

Especialmente las que habían nacido en el día ce ehecatl, -y sólo las mujeres- tendrían el poder de hechizar; para ello desarticulaban la parte inferior de sus piernas y luego las cambiaban por patas de ave, lo que les daba la posibilidad de volar por los aires. A estas Diosas se las designaba como mometzcopinqui, “se quita las piernas”. Otras magas las que habían nacido el día de ce quiahuitl se quitaban sólo una pierna. Las denominadas mometzcopinqui eran magas poderosas  conocidas como tlacateolotl “hombre búho” caracterizadas por su enorme capacidad para dañar con gran variedad de sortilegios.

Un estrecho vínculo une las Cihuateteo, de hecho es una de ellas, encontramos a la Madre Tierra en sus aspectos mortuorios y de sacrificio; se trata de Itzpapalotl “mariposa de obsidiana”. Numen asociado a los chichimecas de Mixcoatl, el cual en el Tonalamatl rige la trecena que empieza con el día ece calli “uno casa”; una de las fechas en que descendían a la tierra las Cihuateteo, para rondar las encrucijadas de los senderos con el fin de introducirse –su fuerza- en los cuerpos humanos y hacer daño a los niños con enfermedades, acechando a los mortales en los cruces de caminos y descampados.

Itzpapalotl, es el arquetipo de la mujer sabia y anciana y de las magas poderosas. Presenta alas de mariposa nocturna con pedernales; “ser en el que se transforma” el numen, indica que el poder o fuerza que representa está en la magia. En su vestimenta las alas le cubren todo el torso pero permiten mostrar su doble falda de Cihuateotl. Se distingue la negra adornada con un pedernal de grandes tamaños y la faldilla de papel que va encima con motivos rojos y amarillos y una cenefa de cuchillos de sacrificio. Su adorno del dorso está elaborado con diversas plumas rematadas con tres pequeños pedernales. Sustituyen sus manos y de garra de jaguar, que la definen directamente como tzitzimitl “ser terrible mítico”

Itzpapalotl, arquetipo de las magas. Se manifiesta como la fuerza del numen, debido a que modela la vida de las mujeres de edad avanzada, toda vez que era signo benéfico y de los “viejos”. Las que nacían de él tendrían larga y dichosa vida. La fuerza y el poder de Itzpapalotl va hacía la mujer sabia y anciana, pero además incluye las características  propiciatorias de índole mágica que ostenta. Así pues, se presenta como el arquetipo divino de la maga que ha llegado a través del aprendizaje y experiencia adquirida en el transcurso de su larga existencia, a equipararse con la deidad en su carácter de hechicera.

ARGENTINA: La Pachamama es una de las representaciones de la gran Diosa-Madre más citadas, no sólo en los Andes sino  incluso en las ciudades. Pero también es una de las más difíciles de definir. Su nombre suele traducirse como “Madre-Tierra” pero en realidad su personalidad es mucho más compleja. Actualmente en las comunidades –Markas- recibe con frecuencia otros nombres de origen castellano como Santa tira (tierra) y además Wirgina (virgen), estos denominativos son producto de la evangelización excesiva que vienen enfrentando las culturas originarias, y así gradualmente toda la sabiduría del hombre andino va cambiando o quizás en algunos sitios desapareciendo. Podemos señalar lingüísticamente que Pachamama viene del dualismo existente en el mundo Andino.



        -PACHA: Etimológicamente significa una cosa o fenómeno, donde hay dos elementos, doble en sí mismo y la proyección en el otro, el otro es ajeno a sí mismo, a su pensamiento a su medio; es la expresión del todo, es el espacio y el tiempo simultáneo, expresado en la diversidad de la vida; como saber totalizador y generador. Es el espacio territorial –PACHAMAMA – y el espacio celestial cósmico. Es la expresión del espacio y tiempo conocido y desconocido. La Pacha en cosmos es vida y fuente de vida, es sabiduría e ignorancia, “sagrado y profano” afirma M. Eliade (1964). La Pacha es el territorio habitado y el espacio desconocido (no habitado), cuyo conjunto de elementos afines están en función siempre de esta parcialidad.

-MAMA/TAYKA: Etimológicamente viene de la lengua Aymara que significa madre. Es el espacio territorial que comprende los recursos naturales y sobre todo el ecosistema de la producción, que implica a su vez el medio ambiente natural. Donde lo abiótico se vuelve biótico, allí no hay distinción entre lo profano y lo sagrado. Es protectora y fuente de sabiduría y de la vida.

PACHATAYCA o Madre de la fertilidad. Es también el principio fundamental de la generación de la vida como la de los humanos, las plantas, animales y todo cuanto existen en el tiempo y el espacio todo.

LA PACHAMAMA  se la asocia constantemente con la fertilidad agrícola. Desde  esta perspectiva tiene relación con los otros espíritus multiplicadores de los animales (illa) y de las plantas (ispalla) e inclusive del mineral (mama). Además se la consectúa como un espíritu tutelar.

En la Pachamama todo es sagrado, por eso se dice que cada comunidad, cada sayaña y hasta cada chacra y cada casa determinada tiene posee su pachamama protectora; pero al mismo tiempo la Pachamama es también universal y está en cualquier parte.

Por todo lo dicho hasta aquí se comprende que muchos consideren que ella es el principal espíritu de “este mundo”.   

Entre las múltiples tradiciones populares    que actualmente se practican en el noroeste de Argentina dedicadas a la Pachamama, en Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja, Tucumán y Santiago del Estero donde es conocida como Allpa Mamay o Ashpa Mamay, son los las coincidentes con los carnavales  litúrgicos. Estos rituales están relacionados con la preparación de la tierra, las lluvias, la fertilidad de la primera cosecha y otros acontecimientos que tiene que ver con la ofrenda a la Pachamama con bailes el rociado de la tierra con chicha, el enharinado de los participantes, las ramas de albahaca y papel picado confetis.  

Uno de los rituales se denomina topamiento, donde todos, hombres y mujeres se tiran almidón y confetis para luego intercambiar coronas de albahaca y así convertirse en compadres  o comadres, una relación que se mantendrá durante  toda la vida.

Otro momento especial es la señalada o marcado del ganado que es un homenaje a la Pachamama y propiciatoria del multiplico o reproducción fructífera del ganado. Todo comienza con un paseo ritual por los corrales acompañados de los padrinos al tiempo que se  desparrama chicha o sangre para purificar el ambiente. El dueño del lugar rezará unas oraciones en el centro de su majada, mientras elige las hojas de coca que se ofrendarán. Los visitantes hacen lo mismo y ofrecen hojas de coca al dueño de la casa para propiciar el aumento de la majada.

La señalada en sí consiste en realizar cortes en las orejas de los animales nuevos de acuerdo a la marca que el dueño tiene registrada. Luego se les cuelgan hilos o vellones de lanas coloreadas en las orejas, predominando el color rojo por ser el preferido de la Pachamama.

Luego se realiza el casamiento de los animales preferidos o “mascotas” para después abrir el corral y efectuarse la despachada para que los animales vayan a los cerros y se reproduzcan.     

Al lado de los corrales en la apacheta, se agregan piedras que no hayan sido pisadas por el ganado y allí se colocan los acullicos (hojas de coca succionadas) y sahumerios de khoa. En el centro del corral se abre un pozo donde se entierra en una chuspa, los cortes de las orejas de los animales, los vellones de lana, hojas de coca, todo ello rociado con chicha, como ofrenda o devolución a la tierra se saluda a la Pachamama: Pachamama, santa tierra, hoy es tu día. ¿Cómo no te he de ofrendar chicha y coca por la buena parición que me has dado?

Mientras esto ocurre en los corrales, en el pueblo en medio de bailes y alegría se elige a la mujer más anciana para nombrarla por un año Pachamama y se la pasea en un carro tirado por un burro y adornado con flores y frutos del lugar. La acompaña el Lljtaj, padre de las bestias, el Pujllay diablo y señor de las fiestas y la Alhajita o Ñusta, una joven que simboliza los frutos bendecidos por la Madre Tierra.

Se conmemora el día de la Gran Madre Tierra. La veneración varía de acuerdo a los distintos lugares y costumbres. Es la más antigua de la religión andina, hasta el punto  de que algunos autores la consideran anterior al culto a Inti, el dios Sol de los incas.

El 1 de agosto, Día de la Pachamama, se impone agasajar con manjares a la Gran Madre Tierra, dueña de las cosechas y del ganado, rectora de las estaciones y proveedora de vida, el hombre  no puede menos que reverenciarla una vez al año, tal como a ella le gusta, porque los enojos de la Pachamama son de temer: terremoto, sequía, inundación, helada, incendio, granizo, huracán, hambre, enfermedad y muerte.

Con la conquista española, Inti fue reemplazado por el Dios cristiano y con el tiempo se extinguió; pero a falta de otra Diosa femenina, el culto a la Pachamama, en cambio, adquirió fuerza.

Las comunidades ancestrales del noroeste argentino, Chile, Bolivia y Perú le rinden culto a la Pachamama durante un mes. Para los atacameños de la Puna chilena, el Día de la Pachamama es también su Año Nuevo: ese día comienza la Primavera, que para el calendario oficial nacerá recién en septiembre.

Según una tradición, la Diosa habita en el macizo del Nevado de Cachi (Salta) a 6.380 metros sobre el nivel del mar, en una de cuyas ocho cumbres habría un lago y una isla, donde un toro de astas doradas la custodia y emite nubes de tormenta al bramar.

Se la identifica con la Tierra, pero Pacha, en kolla, Significa “tiempo". Rigoberto “Paredes, estudioso de la tradición indígena, dice que “el rito debió referirse primitivamente al tiempo, vinculado en alguna forma con la Tierra: el tiempo que cura los dolores, el tiempo que distribuye las estaciones”.



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