(Libro inédito)
CAPITULO-XIII-I
LA LUCHA DE YAHWEH CONTRA LA DIOSA-MADRE
“La mujer y el concepto de dios
han sido fundamentales para el progreso de la sociedad humana, pero la historia
de ambos difiere mucho de los que nos han contado.
Los conocimientos
arqueológicos, históricos y etnográficos actuales indican que la mujer
prehistórica no estuvo sometida al varón sino que, por el contrario, las
comunidades de nuestros antepasados dependieron de su triple función como
procreadoras, organizadoras y productoras. Desde que comenzamos a evolucionar
como homínidos hasta el inicio de la era agrícola, el desarrollo de las
estructuras psicosociales y adelantos técnicos que posibilitaron la
civilización fue obra mujeres.
¿Y que decir de Dios? Hace unos
30.000 años aún no existía, pero su concepto tomó vida y forma al tiempo que
los humanos desarrollamos el pensamiento lógico-verbal; de hecho, bajo el
proceso de maduración del uso del lenguaje en los niños puede verse todavía el
sustrato básico del concepto de Dios. En cualquier caso, las pruebas
arqueológicas muestran que el primer “Dios” generador/controlador fue concebido
y reconocido como mujer durante más de 20.000 años y que no hubo más divinidad
que la Gran Diosa
hasta que, el VI y III milenios a.C., por necesidades socioeconomicas, apareció
el concepto de Dios varón. La agricultura excedentaria provocó la derrota de la
mujer y de la Diosa;
y la sumisión se impuso así en la tierra como en el cielo.” (Pepe Rodríguez,
1999).
Eduardo Pedro García
Rodríguez
Todas las religiones arcaicas cimentan las bases de su
credo en la memoria colectiva de los pueblos, en ocasiones se confunden los
mitos religiosos o primarios con las prácticas más o menos avanzadas o
interesadas en el momento en que el clero y los poderes políticos con cierto
grado de instrucción toman las riendas
del gobierno de las masas. Cuando estos dirigentes les interesan introducir
cambios en los asuntos religiosos de la comunidad, no dudan en confundir a los
creyentes manipulando los principios que originaron los cultos a los dioses
ancestrales relegándolos al plano de la mitología, quizás sin valorar en
ocasiones que es precisamente la mitología la base de la memoria genética
ancestral que trasmite la historia colectiva de la comunidad y de todo el
entorno donde ha venido desarrollando su
ciclo histórico. Bien es verdad que esta trasmisión al ser generalmente
recogida mediante la tradición oral la cual se ha trasmitido verbalmente de
generación en generación y especialmente en los tiempos anteriores al uso de la
escritura, los sucesos narrados suelen llegar al recopilador bastante
deformados o exagerados, pero conservado siempre y a pesar de los siglos
trascurridos desde que tuviera lugar el hecho, un trasfondo real del suceso que
dio base a la narración. Esta realidad es aprovechada por los dirigentes
sociales de cada momento, especialmente por el clero para introducir en las
religiones las reformas o cambios que les interesen para alcanzar mayores cotas
de poder y dominio de la sociedad, así como mayores beneficios para sus cultos,
y por consiguiente para quienes se benefician de ellos aún cuando esto suponga
desvirtuar o falsear los principios o bases en que fueron creados. Esta
situación que hemos comentado. Indudablemente se dio con el pueblo israelita al
igual que con otras culturas, pero no ha sido suficientemente divulgada ya que
las religiones judeo-cristianas han basado su credo en la historia
cívico-religiosa del pueblo israelita, especialmente en las narraciones
recogidas después del exilio en el desierto y que denominan “La Biblia”.
Las religiones que finalmente se impusieron en el
mundo global surgieron en le Medio Oriente hace muchos siglos: las “religiones
del desierto”. Se trata de dogmas abstractos, monoteístas y proselitistas,
frecuentemente intolerantes y discriminatorios, basados en “verdades reveladas”
que los mensajeros de la divinidad debían comunicar al resto de la humanidad,
aún contra su voluntad.
El sistema espiritual que sirvió de base a estos
sistemas de creencias fue el sistema monoteísta del pueblo judío. Este se
originó como una actitud del pueblo de Judea como repuesta a la agresión y
esclavización de que fue victima por los imperios vecinos de Egipto y
Babilonia. La nación judía fue conquistada y sus habitantes muertos o
esclavizados en los centros imperiales mesopotámicos y egipcios. La religión
fue la gran defensa que les permitió sobrevivir en las condiciones adversas.
Debido a su origen nacional, el judaísmo no se desarrolló como religión
proselitista, sino más bien como un sistema de defensa de defensa de una
cultura e identidad. Más tarde, del tronco judío inicial se desprendieron otros
movimientos religiosos basados en mensajes divinos y profetas de Dios, algunos
de los cuales tuvieron características expansionistas. Los que más se
desarrollaron en ese sentido fueron el cristianismo y el Islam. (Danilo Antón,
2002)
En el capítulo 24 de del libro de Josué, se narra que
éste jefe convocó a una asamblea a las distintas tribus que se encontraban
desde hacía muchas generaciones en las montañas de Canaan (bandas de hebreos en
el desierto que no son Israel) ante la presencia de Dios, (delante del objeto
sagrado que contiene las tablas de la ley). Narra a la asamblea las hazañas de su
Dios para con los hebreos que habían salido de Egipto y llegaban al desierto de
Sinaí. Presenta las demandas de este Dios para que el pueblo le aceptara como
tal y termina retando a las tribus invitadas a entrar en una alianza jurada
delante del objeto sagrado. Parece ser que el contenido de esta alianza era: el
Aron, de la ley de Yahweh y las tradiciones sobre las hazañas de Yahweh
a favor de los hebreos esclavizados.
Según la leyenda, Moisés, líder de los hebreos
esclavizados en Egipto, tuvo que huir al desierto de los medianitas por haber
matado a un egipcio que asaltaba a un hebreo. En el desierto Moisés se casa con
la hija de un sacerdote (Jetró, Jobab o Reuel) de esa región. Mientras su
estadía en el desierto se le aparece el dios Yahweh a Moisés (Exodo 3:13,15).
Este texto revela lo siguiente: que antes de Moisés el dios de los hebreos no
era Yahweh; fue después de Moisés cuando los hebreos identifican a este Yahweh
con los dioses que habían adorado anteriormente. Ahora bien ¿de donde aprendió
Moisés el nombre de Yahweh y cual era la religión de los Patriarcas? La Biblia afirma que fue
iniciativa de Yahweh, pero esta es una repuesta teológica que no satisface al
estudioso de las religiones. Las fuentes extrablibicas no dan repuesta
sastifáctoria sobre el origen del nombre de Yahweh. Las fuentes bíblicas dan
cuenta de que este nombre fue usado antes de Moisés por grupos del desierto
(los Madianitas y los Quenitas-Caín fue padre de los quenitas-). El relato
bíblico del encuentro entre Moisés fugitivo de la justicia y su suegro en el
desierto puede darnos una clave (Ex. 18:7-12). Encontramos que este sacerdote
de Madián ofrece sacrificio a Yahweh a favor de Moisés. Por otra parte, Caín
padre de los quenitas, aparece en la mitología israelita como adorador de
Yahweh. La mayoría de los investigadores concuerdan en reconocer que la
historia pre-israelita del dios Yahweh se pierde entre los quenitas, quienes a
su ves eran un clan de la tribu mayor conocida como Madián.
Ni Moisés ni Josué presentaron a Yahweh como un dios
nuevo y desconocido para los hebreos de su época. Todo da a entender que Yahweh
era el mismo dios que el dios de Abraham, como también el dios de Isaac, y el
dios de Jacob, el dios al que habían adorado los hebreos primitivos. Lo nuevo
sería que ese dios tiene ahora un nombre: Yahweh.
Es esta digamos refundación, la que precisaban los
dirigentes hebreos para crear en torno a la misma el concepto de nación entre
las dispersas tribus hebreas, frente a los “Dioses de los Patriarcas” los
cuales eran dioses de la tribu, de la raza, y no la de un dios de un lugar (de
un monte, de los mares...) En el Génesis
podría detectarse algunos elementos de lo que serían las religiones de las
tribus pre-israelitas (antes de la alianza anfictiónica o agrupación de las
mismas por Moisés). Génesis 31:51-54, Jacob jura por el Pajad Yisjad (Pariente
o Temor de Isaac, su padre). También se menciona al Dios de Abraam, el
abuelo de Jacob, y el Dios de Najor, padre de Labán... Los documentos
israelitas nos tramisten otros nombres divinos que seguramente provienen de las
religiones tribales: Abir Yaacov (el fuerte o el Toro de Jacob).
Fuera Yahweh o no distinto a dioses de los patriarcas, lo importante es que
para el narrador israelita y para los maestros religiosos que formularon y
trasmitieron las tradiciones y leyendas de esa época los identifican de tal
forma que los diferentes dioses sobreentendidos con el nombre de “Dios de los
Patriarcas” se van a interpretar como manifestaciones de Yahweh.
La vida sedentaria trajo como consecuencia una
confrontación entre el dios de los hebreos y el dios de los cananeos, entre
Yahweh y Baal. Esta confrontación generó dos movimientos incesantes: uno de
incorporación del culto de Baal a la estructura del yawismo, identificando a
ambos dioses) ambos eran celestiales y guerreros, sólo que Baal lucha con otros
dioses y Yahweh con los enemigos de los hebreos), y otro de exclusividad de
sólo Yahweh. La mayoría del pueblo israelita anterior al exilio babilónico
identificó a Baal con Yahweh, atribuyendo a Yahweh la virilidad del toro
(representación de Baal) y creía que ambos dioses eran manifestaciones
distintas de una misma deidad. Hubo intentos de construir un panteón con los
dioses cananeos teniendo a Yahweh como Dios supremo. Jeroboam, fundador del
reino del norte con las principales tribus de la alianza, separándolas de la
dinastía jerusalemita de los davididas, construyó dos templos oficiales, uno en
Betel y otro en Dan, donde el culto era sincretista ( I Reyes 12:26-33). A
falta del arca que fue llevada a Jerusalen por los dadividas, Jeroboam
entroniza en los lugares sagrados imágenes de becerros, manifestaciones del
dios viril. La intención no era sustituir a Yahweh por Baal, sino representar a
un Yahweh viril a la manera de Baal. “Este es tu Dios, Israel, el que te hizo
subir de la tierra de Egipto”, decía Jeroboam al pueblo apuntando a los
becerros.
También en el sur encontramos una convivencia con la
cultura baalizada. El Rey David nombró administradores del templo de Jerusalem
a los sacerdotes de Baal. Saúl tenía un hijo llamado Isbaal y un jijo de David
de llamó Baalyadá. E incluso tan tarde como después del exilio de Babilonia se
encontró en un colonia de Elefantina un templo erigido a Yahweh y a Anat
(hermana y esposa de Baal).
En la época legendaria de Moisés (s. XIII a.d.n.e.) se
inicia el culto a Yahweh. La mayoría de los investigadores concuerdan en que a
Moisés le fue ajena la idea de una exclusividad de Yahweh. Es decir, al mismo
tiempo que se rendía culto a su dios, no se excluía la existencia de otros
dioses. Es lo que se conoce como henoteismo. Tanto Moisés como sus
sucesores viven en las sombras de la leyenda no en la luz de la historia.
En fin, recordemos también la confrontación que se
originò en el siglo IX en el reino del Norte entre el movimiento que
preconizaba la exclusividad de Yahweh y un grupo de adoradores del dios Baal.
El culto a Baal fue combatido por el profeta Elías, refrendado por el rey Jorán
(832-834) y, finalmente abolido por Jehú (841-813). Esta abolición no debió conseguir los efectos
deseados, pues posteriormente continuaron
las luchas por conseguir la exclusividad de Yahaweh como dios único, (El
profeta Oseas, hacía el 750 a.d.n.e. El rey Ezequias, 722). Pero después de la
muerte Josías (609), se vuelve a venerar a Baal, y se ofrenda a Baal, al Sol, a
la Luna a
imágenes de animales y a todo un ejercito celestial. Es a partir de este
momento cuando los profetas Jeremías y Ezequiel, descendientes de castas
sacerdotales retoman la lucha en pro de la exclusividad de Yahweh como dios
único del pueblo israelita.
En general los mitos de los pueblos orientales
coinciden en afirmar que el orden (justicia) y la vida surge del desorden
(injusticia) y del caos. Así pues, la creación del mundo es una acción contra
la nada, contra el caos, más que de la nada.
EL MITO DE EVA
Y ADAN
Yahweh, es celebrado y experimentado originalmente por
los israelitas como creador del pueblo de Israel y no como creador del mundo.
Los hebreos tardaron varios siglos en elaborar una mitología cósmica e
incluirla en sus ritos. La doctrina de la creación del mundo no figura en la
obra histórica de los deuteronomistas (Deuteronomio, Josué, Jueces, Samuel y
Reyes, compuesta durante el exilio), ni en los dichos de los profetas pre-exilicos,
a excepción de expresiones esporádicas en Amós.
Según apunta Robert Graves, en
Gén.III, 20 “Adán llama a Eva “la madre de todos los vivientes”(...) título de
esa misma esa misma Diosa del Amor, Aruru o Ishtar” (Los mitos Hebreos, p.72).
Resulta evidente que la tradición israelita no tuvo siempre como dios al
Yahweh-El Elohim que habita en las montañas de Parán, en Sinaí, en Tabor, en
Horeb y en otras cumbres sagradas, sino
que Eva no es más que una de las múltiples imágenes que en el entorno
mediterráneo del neolítico representaban a la gran Diosa-Madre, y esto resulta
evidente en el hecho de que madre de todos los vivientes era un atributo de
Ishtar o Ninanna, la Diosa del Cielo
sumerio-babilónica que era a la vez Diosa del amor y la reproducción y Diosa
guerrera, y que así mismo fue y es considerada como la Madre Tierra en sus
aspectos tanto creador como destructor, igual que Shiva para el induismo. (José
Alfredo Celdrán, 2002: 6)
“...No vamos a entrar en la cuestión semántica de que Elohin
es una palabra que se refiere en realidad a los dioses (plural de Elohah,
en hebreo), pues ya es sobradamente conocido. Si nos referimos, en cambio, a la
creación del o, mejor dicho, a la doble creación del ser humano por parte de
los Elohin, aspecto este que a muchos lectores les puede haber pasado
desapercibido. No hay que acudir a interpretaciones esotéricas o simbólicas
para darnos cuenta de eso. Todos los lectores de la Biblia saben que la
creación del mundo y de los seres vivos que lo habitan fue obra de siete
laboriosos días, (en realidad seis, pues el séptimo fue de descanso) empezando
por un “haya luz” y hubo luz, viendo Elohin que la luz era buena. Así continua
hasta en el sexto día... dijo Elohin “Hagamos al hombre a imagen nuestra, a
nuestra semejanza, para que domine en los peces del mar y en las aves del cielo
y en los ganados y en todas las bestias salvajes y en todos los reptiles que
reptan sobre la tierra”. Y acto seguido prosigue el texto: “Creó pues
Elohin al hombre a imagen suya, a imagen
de Elohin creóle, macho y hembra los creó” (Génesis 1, 27). Luego llega el
día séptimo en que Elohin descansó “de toda obra hecha” y se concluye
diciendo: “Esta es la historia de los cielos y la tierra en su creación” (Génesis
2, 4). Es decir, se nos está indicando que toda la creación ha llegado a su fin
y que a partir de ese momento se va hablar de otra cosa.
Hasta aquí sin problemas. Es el relato que con mayor o
menor detalle conoce tanto quien ha leído la Biblia como quien lo ha escuchado de labios de un
sacerdote en plena homilía. Pero quien haga un poco de memoria se dará cuenta
de que falta algo. ¿No ha leído en alguna parte eso de que Adán fue
hecho del polvo de la tierra...? ¿...y Eva?
Desde luego el Génesis no es cronológico, porque unos
cuantos versículos más adelante retoma la creación del hombre: “Entonces
formó Yahvé Elohin al hombre (Adan) del polvo del suelo (adamah) e, insuflando
en sus narices aliento de vida, quedó constituido el hombre como alma viviente”
(Génesis 2,7). Y luego plantó un “vergel en el Edén al oriente” y
allí le colocó, en un paraíso donde también están situados dos árboles
emblemáticos: el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal.
Pero por lo visto, Yahvé Elohin no las tenía todas consigo y dijo: “no es
bueno que el hombre esté sólo; voy a hacerle una ayuda similar a él” (Génesis
2, 18) y tras mostrarle todos los animales del campo todas las aves de los
cielos (momento que aprovechó para ponerles nombres) decidió que no eran una
ayuda similar a él y “así, pues Yahvé Elohin infundió un sopor sobre el
hombre, que se durmió; entonces le tomó
una de sus costillas, cerrando con carne su espacio. Luego Yahvé Elohin
transformó en mujer la costilla que había tomado del hombre y la condujo al
hombre. El hombre exclamó entonces: “Esta (si que) es esta vez hueso de mis
huesos y carne de mi carne. A ésta se la
llamará varona, porque de varón ha sido tomada”. (Génesis 2, 21-23). ¿No
habíamos quedado que Yahvé (no Yahvé Elohin) creó al hombre macho y hembra a la
vez? ¿Que interpretación puede tener estos dos enimágticos pasajes? O bien se
está hablando de dos creaciones distintas que se han intercalado en el texto en
un lamentable descuido del cronista, o por el contrario, partiendo de la base
de que nada de los que hay en el Génesis obedece a despiste, hay que suponer
que nos está trasmitiendo alguna clase de mensaje profundo y oculto. (Jesús
Callejo, 1998: 18-19).
¨No tendrás dioses ajenos delante de mí. Ni te harás
imagen, ni ninguna semejanza de lo que este arriba en el cielo; ni abajo en la
tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las
honrarás porque yo soy Yahweh tu Dios…¨ Éx.20.3-5.
Esta fue la base impuesta por los seguidores de un
dios monoteísta para conseguir el predominio de ésta deidad sobre la gran
Diosa-Madre. El pueblo judío había estado sometido durante centurias por los
egipcios y, una vez arrancada la libertad las no muy bien conectadas entre sí
tribus israelitas precisaban de un elemento unificador, y para ello nada mejor
que un dios único y guerrero. Como único habría de ser el pueblo supuestamente
elegido por dios. A sí los dirigentes del pueblo judío se vieron obligados a
mantener una lucha constante con las deidades de origen sirio base religiosa
del pueblo, además de las que tenían profundamente arraigadas por su obligada y prolongada
estancia en Egipto. Entre estas deidades la más poderosa y temida por los
dirigentes judíos era la
Gran Diosa-Madre, la importancia que esta deidad tenía entre
el pueblo israelita, causaba un gran temor entre los dirigentes políticos y
religiosos, quedando este temor reflejado en las durísimas diatribas dirigidas
contra ella en nombre del belicoso, terrible y vengativo nuevo dios de los
hebreos, “dios de los Ejércitos”.
Según esta política unificadora diseñada por los
dirigentes, éstos se afanaban en inculcar en el pueblo el concepto de que uno
de los pecados que más rechaza el dios pos-exilico, es la adoración a la Gran Diosa-Madre
y a cualquier otra deidad que no fuese la impuesta por los dirigentes del
pueblo judío. La razón esgrimida es que éste pecado en particular trae por
parte del iracundo Yahvéh maldiciones sobre los individuos, ciudades y naciones
de una forma tan terrible que aun sus efectos se prolongarían en las
generaciones venideras. La
Biblia es clara en que la veneración a otra deidad que no sea
Yahvéh es el pecado que Dios más aborrece. Por ello no es casual que los
primeros dos mandamientos dados a Moisés hable de esto y sus consecuencias
sobre el pueblo. “Entonces les dije, cada uno eche de sí las abominaciones de
delante de sus ojos, y no os contaminéis con los ídolos de Egipto. Yo soy
Yahweh vuestro Dios. Más ellos se rebelaron contra mí, y no quisieron
obedecerme; no echó de sí cada uno las abominaciones de delante de sus ojos, ni
dejaron los ídolos de Egipto; y dije que derramaría mi ira sobre ellos, para
cumplir mi enojo en ellos en medio de la
tierra de Egipto. Antes dije en el desierto a sus hijos: No andéis en los
estatutos de vuestros padres, ni guardéis sus leyes, no os contaminéis con sus
ídolos.” Ez. 20.7-8:18
Tal como expone las ciencias como la Arqueología y la Antropología, y tal
como anotamos en otro lugar, se ha podido verificar que desde los tiempos más
primitivos los hombres desarrollaron modelos religiosos. Los usos funerarios
ponen de manifiesto la creencia en la continuidad de la vida después de la
muerte. Desde los tiempos primitivos aparecen las figuras de la Diosa denominadas Venus
esculpidas en diferentes materiales, madera, marfil, hueso, piedra y modeladas
en terracota, especialmente en el periodo gravetiense, 25.000 a.e.a. Estas
figuras se encuentran en todo el mundo, en Europa, como hemos apuntado las más
conocidas de ellas son Venus de Willendorf en Austria y de Lemogne en Francia.
Todas ellas tienen rasgos característicos parecidos y distorsionados: las
partes corporales de las funciones sexuales y de gestación están excesivamente
ampliados, por el contrario, se presta poca atención a la cara, a los brazos y
a las piernas. Esta Diosa-Madre es la precursora de la Diosa mesopotámica Isthar y luego Astarté la que daría paso a
los posteriores aspectos de la misma como Tanit, Tinnit, Isis, Tara, Chaxiraxi, Atenea, Diana,
Moneiba, Diosa Tajao, Abora, Abona, Pachamama etc., y en definitiva a la Diosa-Madre Universal.
Según el libro sagrado de las religiones
judeo-cristiana (La Biblia)
poco después del Diluvio, el hombre empezó a emigrar desde el oriente. “Y
aconteció que al ir viajando al oriente hallaron una llanura en la tierra de
Shinar y quedáronse a morar allí” (Gn. 11:2). Fue en la tierra de Shinar donde
la ciudad de Babilonia fue construida, y en esta tierra se llegó a conocer más
tarde como Babilonia y posteriormente como Mesopotámia. El imperio babilónico,
gozó sin lugar a dudas, como hemos dicho, de una de las más destacadas
presencias culturales de las que tenemos conocimiento en el mundo antiguo, y
que indudablemente influyó de manera notable en otras civilizaciones
contemporáneas más perdurables a través del tiempo y los cambios constantes que
esta trae consigo, adquirieron tradiciones culturales, religiosas y
antropológicas que, bien por ósmosis natural, bien por haber sido inducidas a
través de las numerosas incursiones militares que los babilonios llevaron a
cabo, acabaron siendo parte integrante de las culturas que paralelas o
posteriormente se desarrollaron en ese área.
Babi-dingir (Babilonia), fue construida de forma
fastuosa en las márgenes del río Eúfrates, en la región que comprendía toda la
baja Mesopotámia (lo que hoy comprende Irak) y la parte noroeste de lo que es
Asiria. La fundación estuvo a cargo de la dinastía Acadia en los comienzos del
siglo XXI a.e.a., alcanzando un gran desarrollo cultural con importantes
aportaciones en las artes y en la arquitectura. Con la llegada de los Caldeos,
el florecimiento de la dinastía de los Medas y la caída de Asiria, comenzó el
llamado Imperio Neobabilónico, que después de obligadas y reiteradas
reconstrucciones arquitectónicas, debidas a los constantes enfrentamientos
bélicos, consiguió alcanzar su máximo esplendor imperial con el reinado de
Nabucodonosor (605-562 a.d.n.e), el cual logró consolidar el imperio y
extenderlo.
Es en este estadio histórico que hace su puesta en
escena un hombre grande y poderoso, cuyo nombre era Nimrod. Alcanzó fama con un
excelente cazador de fieras salvajes. La Biblia se refiere al mismo en los siguientes
términos: “Y Cush engendró a Nimrod: éste comenzó a ser poderoso en la tierra.
Fue un vigoroso cazador delante de Yahweh; por lo cual se dice: Así como Nimrod,
vigoroso cazador delante de Yahweh” (Gn. 10:8-9).
Estos versos contienen un significado muy importante
Nimrod fue un “poderoso cazador”, lo cual lo hizo famoso entre aquellas gentes
primitivas. Como recogen las escrituras bíblicas se volvió poderoso en la
tierra, era un líder famoso en su país, “Nimrod era tan poderoso y era tan
grande la impresión que causó en la mente de los hombres, que el oriente está
lleno actualmente de tradiciones de sus extraordinarias proezas.”
Aprovechando el prestigio ganado entre sus gentes,
Nimrod hizo construir un sistema defensivo para obtener mejor protección frente
a los ataques de las bestias salvajes y de posibles enemigos. En lugar de
enfrentarse continuamente a las fieras, Nimrod hizo construir murallas alrededor
de las ciudades, naciendo así las ciudades amuralladas las cuales crearon un
gran impacto entre los hombres de su época, en la cual se concebía el
territorio como un gran espacio abierto. Así una vez creadas las ciudades
amuralladas se imponía la necesidad de gobernarlas, y por consiguiente,
organizarlas en un reino, lo que conlleva la elección de un Rey que asuma el
gobierno sobre ellas. Este reinado naturalmente fue asumido por Nimrod, tal
como nos lo expone la Biblia
“Y fue la cabecera de su reino Babel y Erech y Accad y Calneb, en la tierra de
Shinar” (Gn. 10:10). Este reino de Nimrod es el primero recogido en la Biblia.
El sabio gobierno de Nimrod supuso un considerable
avance cultural y científico para la sociedad de su época, por ello, no dejo de
despertar los recelos y envidias de los dirigentes de otras comunidades más
conservadoras, los cuales comenzaron a sentir temor ante el creciente poderío
de las ciudades reino, no dudando por ello en arremeter contra estas con el
sentimiento de despecho que siempre fue constante en el antiguo pueblo judío,
así la Biblia
recoge este resentimiento en los siguientes pasajes: “ Nimrod, fue un hombre
sin temor de dios”, (o quizás sin temor al dios hebreo), también dice que “era
poderoso” lo que indica que no sólo era poderoso políticamente, sino que la
expresión también tiene un significado hostil. Esta expresión viene del hebreo
Gibor, que significa “tirano”, mientras que el nombre Nimrod significa
rebeldía. La Enciclopedia
judía dice: “Nimrod fue aquél quien hizo a las gentes rebelarse en contra de
Dios”.
Esta misma naturaleza rebelde de Nimrod frente al dios
de los hebreos puede verse en la expresión de que era un poderoso cazador “ante
Yahweh”. La palabra “ante” en este caso, también denota un significado hostil.
En otras palabras, Nimrod se estableció “ante Yahweh”, la palabra “ante” como
traducción de la palabra en hebreo, que significa “contra” Yahweh. Pero no sólo
estaba Nimrod contra el dios judío, sino que también según las escrituras era
un sacerdote que visto desde la óptica del implacable y vengativo dios de los
hebreos, “era un sacerdote de idolatría diabólica y de atrocidades de la peor
clase”. Finalmente, Nimrod, el rey-sacerdote de Babilonia, murió.
A partir de ese momento la leyenda nos trasmite una
narración que posteriormente tuvo su réplica en
el Osiris egipcio. De acuerdo con
la narración el cuerpo de Nimrod fue cortado en pedazos y quemado, los pedazos
fueron enviados a varias áreas. Babilonia lloró profundamente la muerte de
Nimrod, pero con su muerte, la religión babilónica en la cual Nimrod tuvo una
participación preeminente, continuó y se desarrolló aún más bajo el liderazgo
de su esposa.
Después de la muerte de Nimrod, su esposa, la reina
Semiramis, lo proclamó como el dios Solar. Más tarde, la reina Semiramis dio a
luz a un hijo, proclamó que su hijo, Tammuz no era más que el mismo Nimrod
renacido. Ahora la reina madre de Tammuz, Semiramis proclamó que su hijo fue
concebido de una forma sobrenatural y que él era la semilla prometida, el salvador
del mundo (el paralelismo con la concepción de Jesucristo es evidente). Pero no
solamente era el pequeño adorado, sino que también la reina Semiramis, la madre
lo era también igual o más que el hijo. Como la verdadera llenó el mundo de la
época. Ella proclamó que el niño era un dios-hijo; que era Nimrod mismo, que
había renacido y que tanto ella como su hijo eran divinos. Este planteamiento
de los hombres-dioses era ampliamente conocido y aceptado en Babilonia y se
desarrolló en un culto bien establecido sincretizandolo en la ancestral
Diosa-Madre, representado en la reina Semiramis con su hijo Tammuz en brazos,
(tal como siglos después hicieran los católicos con Jesús y su madre María).
Analizando los antecedentes religiosos de la región podemos comprobar algunos detalles
sumamente interesantes; Isthar es la
Diosa asiro-babilónica en su aspecto de “Diosa de la
mañana y del atardecer”, a la vez que es la Diosa del amor y de la
fecundidad. Según la tradición se la considera virgen, tiene mucho paredros, destacando Tammuz. Como
Inana, su homóloga sumeria, tiene al lado de su aspecto fertilizador, funciones
guerreras y astrológicas. También se convirtió en Asiria en la Diosa de la guerra. Esta
Diosa, con mayor o menor intensidad en Babilonia y Asiria logró tener y
mantener estos dos caracteres conjuntamente. A Isthar en determinadas zonas se
la consideraba como dios masculino, llamándole Atthar, otras como femenina y
otras de los dos sexos. Dependiendo de la genealogía los atributos de la Diosa varían, Isthar es la Diosa asiro-babilónica. Ella
se es como hemos dicho “Diosa de la mañana y del atardecer”. A la vez que es la Diosa del amor y de la
fertilidad.
DIOSA ISTHAR
Isthar está representada como hija del dios Sin, a su
vez hijo de Aun; después fue presentada por los sacerdotes como hija del mismo
Aun; por ultimo, Isthar ganó espacios interesantes, y en Uruk el propio Aun la
tomó por esposa, antes que ella retomara el espacio que le había sido sustraído
por el sacerdocio masculino. El ascenso de Isthar fue extraordinario en
Mesopotamia y su presencia acabó por recuperar su ancestral posición pasando a
ser sinónimo de Diosa y su plural Istharata de “Diosas”. Como hija de Sin, se
le da culto como Diosa de la guerra. Ocupó el escalafón más alto en el panteón
asirio donde se le adjudicó al dios
Ashur como paredro, pasando a ocupar en el panteón asirio el puesto de Diosa de
la guerra y tomó parte en las batallas junto a su paredro “cubierta de lucha y
revestida de espanto”, así la
Isthar guerrera es la “Señora de las batallas”. En este
aspecto se la representa de pie sobre un carro tirado por siete leones y
empuñando un arco; otras representaciones la muestran con un león cogido con un
lazo, en otras cabalga sobre él, o bien lo unce a su carro y al que a veces se
la compara. La compañía de este animal sagrado muestra simplemente que
sobrepasa un valor simbólico o metafórico. Pero cuando se ve en ella la hija de
Aun, se la considera la función como Diosa del amor y de la fertilidad animal y
especialmente femenina. Aunque se la considera virgen, en la tradición esta
asociada a muchos amantes en los aspectos productivos de la madre tierra,
destacando Tammuz, dios de la cosecha, cuya muerte llora Isthar es una madre
buena y tierna con los que ama. Como Inana, tiene, al lado de su aspecto
guerrero y el de la función astral, Isthar es la personificación del planeta
Venus como estrella de la mañana, y en las fronteras de Babilonia se
la representa mediante una estrella de ocho puntas. En Canarias, este
aspecto de la Diosa
esta profusamente representado en grabados existentes en las cuevas
adoratorios, en los yacimientos de grabados rupestres al aire libre así como en
algunas pintaderas e incluso en el fondo de algunos platos de barro. Este tema
lo trataremos con más amplitud en el capitulo correspondiente.
Retomando el tema de la Diosa-Madre diremos
que en la época y región que nos ocupa le principal centro de culto estaba
ubicado en Erek (Uruk), donde al igual que en otros centros se practicaba la
prostitución sagrada al servicio de la Diosa. La misma Isthar ejerce este mismo menester
con los dioses, llevando así a efecto el
rito de la fertilidad, (ritos de prostitución sagrada que de alguna manera
retomó en tiempos posteriores la iglesia romana, ya que en algunos momentos
históricos los prostibulos, mancebías o lupanares de Roma estaban administrados
directamente por los Papas).
La mayoría de la iconografía babilónica es
representada mediante símbolos-por eso es religión misterio-. El becerro de
oro, por ejemplo, era un símbolo de Tammuz,
hijo del dios Solar. Como se consideraba que Nimrod era el dios-Solar o
Baal, el fuego es considerado como su representante en la tierra. Por lo
que se encienden Candelabros y fuegos ritualistas en su honor, como lo
veremos más adelante. También se simbolizaba a Nimrod por medio de símbolos solares,
peces, árboles, columnas y animales.
Siglos más adelante, cuando la primitiva iglesia
cristiana retoma los ataques contra la Diosa-Madre, el propagador de la doctrina
cristiana Pablo, siguiendo el ejemplo de Ezequiel arremete contra los
seguidores de la Gran
Diosa-Madre rescatando el discurso de la Biblia judéo-cristiana:
“Porque habiendo conocido a Dios, ( es
decir, habiendo recibido las prédicas de los propagadores) no le glorificaron
como a Dios ni dieron gracias; sino que se hicieron tontos en sus razonamientos
y su necio corazón fue entenebrecido. Diciéndose ser sabios, se hicieron necios
y tornaron la gloria de Dios incorruptible, en algo semejante a la imagen del
hombre corruptible y de aves y de animales cuadrúpedos y de serpientes..., los
cuales cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y sirviendo a la
creación en vez de al creador, el cual es bendito por los siglos. Amén... Por
esto Dios los entregó a afectos vergonzosos” (Rom. 1:21-26).
Que lejos estaba el bueno de Pablo de sospechar que
andando el tiempo serían los propios cristianos quienes asumirían la veneración
de la Gran
Diosa-Madre sincretizandola y divinizando a la madre de
Jesucristo, a imitación de Semiramis y Tammuz.
Astarté es la
Diosa fenicia que los sumerios veneraban como Inana. Es un
aspecto de la Diosa
asiro-babilónica Isthar. Es la
Diosa semítica de la vegetación, que era adorada en todo el
próximo oriente. En la actualidad se conservan grandes y pequeñas estatuas en
todo el mundo y en las cuales se resaltan los atributos sexuales de la Diosa como signo de
fertilidad, según tendremos oportunidad de ver, el hecho de que estas figuras
se representen al natural y desnudas ha
motivado la persecución en este aspecto de la iglesia judéo-cristiana. Así los
profetas hebreos persiguieron su culto porque era un desafío al de Yahweh
y por el carácter abierto de su culto, llamándola Ashtoret, vocalizando el nombre igual que la palabra bossheth
(vergüenza). En el panteón egipcio se representó como una Diosa guerrera y sus
atributos eran la lanza y el arco; también le correspondía el título de reina de la estrella de la Mañana.
Como reina de la estrella del anochecer es la Diosa del amor apasionado.
Este es un aspecto tardío de la Diosa. Astarté como una bella mujer en un carro
tirado en este caso por seis leones (Cibeles) llevando una gran cantidad de
hojas de mirto y acompañada de palomas.
Otra representación en el panteón griego de la Diosa en su aspecto de
Isthar es Afrodita, reseñada por Herodoto en su libro de Historias. La
etimología que se suele dar de la
Diosa en el panteón griego de Afrodita suele ser de Afros
(Afros) y duw (dio), emerger, nacida de la espuma. Pero los estudiosos no creen
que la etimología sea de origen oriental, quizás fenicio, como lo es la propia
divinidad. Afrodita es una Diosa adaptada a la cultura griega por lo que es convertida en una divinidad
bisexual:
Tenemos una Astarté y una Isthar con barba, un Isthar
masculino (Atthar), al igual que tenemos una Afrodita barbada, esto es, un
Afrodito.
Cuando el pueblo babilonio fue dispersado por varias
áreas de la tierra, llevaron consigo el culto a la Gran Diosa-Madre
y al dios hijo o paredro, en los diferentes pueblos donde se mantuvo este culto
naturalmente evolucionado conforme a cada sociedad e incluso con cada religión,
la divinidad y su paredro son conocidos
por diferentes nombres pero la historia básica sigue siendo la misma. En todos
los países y en todas las religiones de la tierra es venerada la Diosa-Madre. Por
ello podemos afirmar que Babilonia fue la cuna-la madre y precursora- de las
modernas religiones que actualmente se practican en el orbe, como profetizaban
las escrituras judéo-cristianas: “porque todas las religiones han bebido del
vino” (Jer. 51:7 y Apoc. 18:13). Además de las pruebas escritas de que
Babilonia fue la madre, el nido de religiones, también tenemos el testimonio de
diversos historiadores; por ejemplo, Herodoto el gran historiador y viajero de
la antigüedad, él presenció la religión-misterio y sus ritos en numerosos
países y menciona como Babilonia fue el nido original del cual todo sistema de
religión proviene.
El investigador Bunsen afirma que el sistema religioso
del antiguo Egipto fue derivado de Asia y del antiguo Imperio mesopotámico, en
su libro Nínive y sus ruinas, Layard declara que tenemos el testimonio
unido de historia profana y sagrada, que la veneración a la Diosa “se originó en el área
de Babilonia surgiendo el más antiguo sistema religioso reglado. También fue
allí donde comenzó a surgir el monoteísmo masculino, pues fue donde el dios de
los hebreos llamó a Abram a abandonar el culto a la Diosa de sus antepasados.
(Gn. 11:31).
Como hemos visto cuando Roma alcanzó su apogeo como el
mayor imperio del mundo conocido en la época, practicó la política de
romanización de la cultura, y religión, así como los dioses y Diosas que
veneraban los pueblos sometidos, asimilándolos a su sistema múltiple de dioses.
Una vez que Isthar- Inana- Astharté y posteriormente a la Tinnit africana fue asumida por el panteón romano, esta se
alzó por encima del resto de las antiguas diosas convirtiendo la religión
romana en una copia de la babilónica que se desarrolló de varias formas y bajo
diferentes nombres en las naciones en las que se fue implantando el culto de la Diosa-Madre.
La expansión del culto es universal, así los griegos
la denominaban Afrodita o Ceres, Inana por los sumerios, los romanos la
conocían por Venus o Fortuna, y Crisma (Krishna) en las religiones indú, Tara
en el Tibet, Irlanda y la Isla
de Gran Canarias, Chaxiraxi en la de Tenerife, Tanit entre los fenicios y
cartagineses, Tinnit entre los pueblos mazigios, Shingmoo o Santa Madre entre
los chinos. Los germanos la veneran como la Virgen Hertha, los
escandinavos como Disa. Los Etruscos la llamaban Nutria, en la India Idraní, Tara,
los antiguos druidas la adoraban como Virgen Paritura, o como la Madre de dios. En América es
la Pachamama,
Tlazolteotl, etc.
En la
India existieron
grandes templos dedicados a la Gran Diosa en su aspecto de Isis y su hijo
Iswara. En Asia era venerada como Cibeles, y su hijo como Deoius.
Aquí se la veneraba sin tener en cuenta su nombre o
lugar como la esposa de Baal, la reina virgen del cielo quien dio fruto sin
haber concebido. (Mito que posteriormente, en el siglo IV, fue aplicado en
Efeso, por la iglesia cristiana a la madre de Jesucristo).
Posiblemente el mayor templo dedicado a la Gran Diosa-Madre
en la antigüedad fue el erigido en
Éfeso, bajo la advocación de Diana, Este templo es una de las siete maravillas
del mundo antiguo. En época histórica en Inglaterra, hacía 1747 se encontró un
monumento religioso en Oxford, de origen muy antiguo el que exhibe a una mujer
alimentado a un niño.
Los hijos de Israel adoraron a la Diosa-Madre, y a pesar
de los esfuerzos de los dirigentes por implantar al nuevo dios, el pueblo era
reacio a abandonar el culto de la
Diosa según se puede leer en la Biblia: “Y dejaron a Yahweh
y adoraron a Baal y a Astaroth”. (Jueces 2:13). Astaroth es como hemos dicho
uno de los nombres bajo los cuales la
Diosa era conocida por los hijos de Israel, aún aquellos que
conocían al supuesto dios verdadero se alejaban de él y adoraban a la Diosa-Madre. Otro
de los aspectos bajo el cual era conocida la Diosa-Madre por el
pueblo de Israel era el de “Reina del Cielo”, como nos lo describe
Jeremías 44:17-19, en su agria reprensión al díscolo pueblo judío, pero ellos
continuaron rindiendo culto a la Diosa a pesar de sus
diatribas, y fue así al decir del profeta como trajeron sobre sí mismos una
plena destrucción por la mano del terrible y vengativo dios de Israel Yahweh.
Veamos en los siguientes pasajes de la Biblia, la obsesión que
embargaba a Jeremías en la defensa de su dios ante la Diosa-Madre a la que
continua denominado reina del cielo: 7.16-18: “Tú, pues no ores
por este pueblo, ni levantes por ellos clamor, ni oración, ni me ruegues;
porque no te oiré. 17 ¿no ves lo que estos hacen en las ciudades de Judá y en
las calles de Jerusalén? 18 Los hijos recogen la leña, los padres encienden el
fuego, y las mujeres amasan la masa, para hacer tortas a la reina del cielo
y para hacer ofrendas a dioses ajenos, para provocarme a ira.”
44.16-29: “La palabra que nos ha hablado en nombre de
Yahweh, no la oiremos de ti; 17 sino que ciertamente pondremos por obra toda
palabra que ha salido de nuestra boca, para ofrecer incienso a la reina del
cielo, derramándole libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres,
nuestros reyes y nuestros príncipes, en las
ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén, y tuvimos abundancia de pan, y
estuvimos alegres, y no vimos mal alguno. 18 Mas desde que dejamos de ofrecer
incienso a la reina del cielo y de derramarle libaciones, nos falta todo, y a
espada de hambre somos consumidos. 19 Y cuando ofrecieron incienso a la reina
del cielo, y le derramamos libaciones ¿acaso le hicimos nosotras tortas para
tributarle culto, y le derramamos libaciones, sin consentimiento de nuestros
maridos?
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