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viernes, 23 de agosto de 2013

LA DIOSA MADRE EN LAS ISLAS CANARIAS





(Libro inédito)


CAPITULO-XIII-I

LA LUCHA DE YAHWEH CONTRA LA DIOSA-MADRE

“La mujer y el concepto de dios han sido fundamentales para el progreso de la sociedad humana, pero la historia de ambos difiere mucho de los que nos han contado.

Los conocimientos arqueológicos, históricos y etnográficos actuales indican que la mujer prehistórica no estuvo sometida al varón sino que, por el contrario, las comunidades de nuestros antepasados dependieron de su triple función como procreadoras, organizadoras y productoras. Desde que comenzamos a evolucionar como homínidos hasta el inicio de la era agrícola, el desarrollo de las estructuras psicosociales y adelantos técnicos que posibilitaron la civilización fue obra mujeres.

¿Y que decir de Dios? Hace unos 30.000 años aún no existía, pero su concepto tomó vida y forma al tiempo que los humanos desarrollamos el pensamiento lógico-verbal; de hecho, bajo el proceso de maduración del uso del lenguaje en los niños puede verse todavía el sustrato básico del concepto de Dios. En cualquier caso, las pruebas arqueológicas muestran que el primer “Dios” generador/controlador fue concebido y reconocido como mujer durante más de 20.000 años y que no hubo más divinidad que la Gran Diosa hasta que, el VI y III milenios a.C., por necesidades socioeconomicas, apareció el concepto de Dios varón. La agricultura excedentaria provocó la derrota de la mujer y de la Diosa; y la sumisión se impuso así en la tierra como en el cielo.” (Pepe Rodríguez, 1999).

Eduardo Pedro García Rodríguez


Todas las religiones arcaicas cimentan las bases de su credo en la memoria colectiva de los pueblos, en ocasiones se confunden los mitos religiosos o primarios con las prácticas más o menos avanzadas o interesadas en el momento en que el clero y los poderes políticos con cierto grado de  instrucción toman las riendas del gobierno de las masas. Cuando estos dirigentes les interesan introducir cambios en los asuntos religiosos de la comunidad, no dudan en confundir a los creyentes manipulando los principios que originaron los cultos a los dioses ancestrales relegándolos al plano de la mitología, quizás sin valorar en ocasiones que es precisamente la mitología la base de la memoria genética ancestral que trasmite la historia colectiva de la comunidad y de todo el entorno  donde ha venido desarrollando su ciclo histórico. Bien es verdad que esta trasmisión al ser generalmente recogida mediante la tradición oral la cual se ha trasmitido verbalmente de generación en generación y especialmente en los tiempos anteriores al uso de la escritura, los sucesos narrados suelen llegar al recopilador bastante deformados o exagerados, pero conservado siempre y a pesar de los siglos trascurridos desde que tuviera lugar el hecho, un trasfondo real del suceso que dio base a la narración. Esta realidad es aprovechada por los dirigentes sociales de cada momento, especialmente por el clero para introducir en las religiones las reformas o cambios que les interesen para alcanzar mayores cotas de poder y dominio de la sociedad, así como mayores beneficios para sus cultos, y por consiguiente para quienes se benefician de ellos aún cuando esto suponga desvirtuar o falsear los principios o bases en que fueron creados. Esta situación que hemos comentado. Indudablemente se dio con el pueblo israelita al igual que con otras culturas, pero no ha sido suficientemente divulgada ya que las religiones judeo-cristianas han basado su credo en la historia cívico-religiosa del pueblo israelita, especialmente en las narraciones recogidas después del exilio en el desierto y que denominan “La Biblia”.

Las religiones que finalmente se impusieron en el mundo global surgieron en le Medio Oriente hace muchos siglos: las “religiones del desierto”. Se trata de dogmas abstractos, monoteístas y proselitistas, frecuentemente intolerantes y discriminatorios, basados en “verdades reveladas” que los mensajeros de la divinidad debían comunicar al resto de la humanidad, aún contra su voluntad.

El sistema espiritual que sirvió de base a estos sistemas de creencias fue el sistema monoteísta del pueblo judío. Este se originó como una actitud del pueblo de Judea como repuesta a la agresión y esclavización de que fue victima por los imperios vecinos de Egipto y Babilonia. La nación judía fue conquistada y sus habitantes muertos o esclavizados en los centros imperiales mesopotámicos y egipcios. La religión fue la gran defensa que les permitió sobrevivir en las condiciones adversas. Debido a su origen nacional, el judaísmo no se desarrolló como religión proselitista, sino más bien como un sistema de defensa de defensa de una cultura e identidad. Más tarde, del tronco judío inicial se desprendieron otros movimientos religiosos basados en mensajes divinos y profetas de Dios, algunos de los cuales tuvieron características expansionistas. Los que más se desarrollaron en ese sentido fueron el cristianismo y el Islam. (Danilo Antón, 2002)

En el capítulo 24 de del libro de Josué, se narra que éste jefe convocó a una asamblea a las distintas tribus que se encontraban desde hacía muchas generaciones en las montañas de Canaan (bandas de hebreos en el desierto que no son Israel) ante la presencia de Dios, (delante del objeto sagrado que contiene las tablas de la ley). Narra a la asamblea las hazañas de su Dios para con los hebreos que habían salido de Egipto y llegaban al desierto de Sinaí. Presenta las demandas de este Dios para que el pueblo le aceptara como tal y termina retando a las tribus invitadas a entrar en una alianza jurada delante del objeto sagrado. Parece ser que el contenido de esta alianza era: el Aron, de la ley de Yahweh y las tradiciones sobre las hazañas de Yahweh a favor de los hebreos esclavizados.

Según la leyenda, Moisés, líder de los hebreos esclavizados en Egipto, tuvo que huir al desierto de los medianitas por haber matado a un egipcio que asaltaba a un hebreo. En el desierto Moisés se casa con la hija de un sacerdote (Jetró, Jobab o Reuel) de esa región. Mientras su estadía en el desierto se le aparece el dios Yahweh a Moisés (Exodo 3:13,15). Este texto revela lo siguiente: que antes de Moisés el dios de los hebreos no era Yahweh; fue después de Moisés cuando los hebreos identifican a este Yahweh con los dioses que habían adorado anteriormente. Ahora bien ¿de donde aprendió Moisés el nombre de Yahweh y cual era la religión de los Patriarcas? La Biblia afirma que fue iniciativa de Yahweh, pero esta es una repuesta teológica que no satisface al estudioso de las religiones. Las fuentes extrablibicas no dan repuesta sastifáctoria sobre el origen del nombre de Yahweh. Las fuentes bíblicas dan cuenta de que este nombre fue usado antes de Moisés por grupos del desierto (los Madianitas y los Quenitas-Caín fue padre de los quenitas-). El relato bíblico del encuentro entre Moisés fugitivo de la justicia y su suegro en el desierto puede darnos una clave (Ex. 18:7-12). Encontramos que este sacerdote de Madián ofrece sacrificio a Yahweh a favor de Moisés. Por otra parte, Caín padre de los quenitas, aparece en la mitología israelita como adorador de Yahweh. La mayoría de los investigadores concuerdan en reconocer que la historia pre-israelita del dios Yahweh se pierde entre los quenitas, quienes a su ves eran un clan de la tribu mayor conocida como Madián.

Ni Moisés ni Josué presentaron a Yahweh como un dios nuevo y desconocido para los hebreos de su época. Todo da a entender que Yahweh era el mismo dios que el dios de Abraham, como también el dios de Isaac, y el dios de Jacob, el dios al que habían adorado los hebreos primitivos. Lo nuevo sería que ese dios tiene ahora un nombre: Yahweh.

Es esta digamos refundación, la que precisaban los dirigentes hebreos para crear en torno a la misma el concepto de nación entre las dispersas tribus hebreas, frente a los “Dioses de los Patriarcas” los cuales eran dioses de la tribu, de la raza, y no la de un dios de un lugar (de un monte, de los mares...) En  el Génesis podría detectarse algunos elementos de lo que serían las religiones de las tribus pre-israelitas (antes de la alianza anfictiónica o agrupación de las mismas por Moisés). Génesis 31:51-54, Jacob jura por el Pajad Yisjad (Pariente o Temor de Isaac, su padre). También se menciona al Dios de Abraam, el abuelo de Jacob, y el Dios de Najor, padre de Labán... Los documentos israelitas nos tramisten otros nombres divinos que seguramente provienen de las religiones tribales: Abir Yaacov (el fuerte o el Toro de Jacob). Fuera Yahweh o no distinto a dioses de los patriarcas, lo importante es que para el narrador israelita y para los maestros religiosos que formularon y trasmitieron las tradiciones y leyendas de esa época los identifican de tal forma que los diferentes dioses sobreentendidos con el nombre de “Dios de los Patriarcas” se van a interpretar como manifestaciones de Yahweh.

La vida sedentaria trajo como consecuencia una confrontación entre el dios de los hebreos y el dios de los cananeos, entre Yahweh y Baal. Esta confrontación generó dos movimientos incesantes: uno de incorporación del culto de Baal a la estructura del yawismo, identificando a ambos dioses) ambos eran celestiales y guerreros, sólo que Baal lucha con otros dioses y Yahweh con los enemigos de los hebreos), y otro de exclusividad de sólo Yahweh. La mayoría del pueblo israelita anterior al exilio babilónico identificó a Baal con Yahweh, atribuyendo a Yahweh la virilidad del toro (representación de Baal) y creía que ambos dioses eran manifestaciones distintas de una misma deidad. Hubo intentos de construir un panteón con los dioses cananeos teniendo a Yahweh como Dios supremo. Jeroboam, fundador del reino del norte con las principales tribus de la alianza, separándolas de la dinastía jerusalemita de los davididas, construyó dos templos oficiales, uno en Betel y otro en Dan, donde el culto era sincretista ( I Reyes 12:26-33). A falta del arca que fue llevada a Jerusalen por los dadividas, Jeroboam entroniza en los lugares sagrados imágenes de becerros, manifestaciones del dios viril. La intención no era sustituir a Yahweh por Baal, sino representar a un Yahweh viril a la manera de Baal. “Este es tu Dios, Israel, el que te hizo subir de la tierra de Egipto”, decía Jeroboam al pueblo apuntando a los becerros.

También en el sur encontramos una convivencia con la cultura baalizada. El Rey David nombró administradores del templo de Jerusalem a los sacerdotes de Baal. Saúl tenía un hijo llamado Isbaal y un jijo de David de llamó Baalyadá. E incluso tan tarde como después del exilio de Babilonia se encontró en un colonia de Elefantina un templo erigido a Yahweh y a Anat (hermana y esposa de Baal).

En la época legendaria de Moisés (s. XIII a.d.n.e.) se inicia el culto a Yahweh. La mayoría de los investigadores concuerdan en que a Moisés le fue ajena la idea de una exclusividad de Yahweh. Es decir, al mismo tiempo que se rendía culto a su dios, no se excluía la existencia de otros dioses. Es lo que se conoce como henoteismo. Tanto Moisés como sus sucesores viven en las sombras de la leyenda no en la luz de la historia.

En fin, recordemos también la confrontación que se originò en el siglo IX en el reino del Norte entre el movimiento que preconizaba la exclusividad de Yahweh y un grupo de adoradores del dios Baal. El culto a Baal fue combatido por el profeta Elías, refrendado por el rey Jorán (832-834) y, finalmente abolido por Jehú (841-813).  Esta abolición no debió conseguir los efectos deseados, pues posteriormente continuaron  las luchas por conseguir la exclusividad de Yahaweh como dios único, (El profeta Oseas, hacía el 750 a.d.n.e. El rey Ezequias, 722). Pero después de la muerte Josías (609), se vuelve a venerar a Baal, y se ofrenda a Baal, al Sol, a la Luna a imágenes de animales y a todo un ejercito celestial. Es a partir de este momento cuando los profetas Jeremías y Ezequiel, descendientes de castas sacerdotales retoman la lucha en pro de la exclusividad de Yahweh como dios único del pueblo israelita.

En general los mitos de los pueblos orientales coinciden en afirmar que el orden (justicia) y la vida surge del desorden (injusticia) y del caos. Así pues, la creación del mundo es una acción contra la nada, contra el caos, más que de la nada.

EL MITO DE  EVA Y ADAN



Yahweh, es celebrado y experimentado originalmente por los israelitas como creador del pueblo de Israel y no como creador del mundo. Los hebreos tardaron varios siglos en elaborar una mitología cósmica e incluirla en sus ritos. La doctrina de la creación del mundo no figura en la obra histórica de los deuteronomistas (Deuteronomio, Josué, Jueces, Samuel y Reyes, compuesta durante el exilio), ni en los dichos de los profetas pre-exilicos, a excepción de expresiones esporádicas en Amós.

Según apunta Robert Graves, en Gén.III, 20 “Adán llama a Eva “la madre de todos los vivientes”(...) título de esa misma esa misma Diosa del Amor, Aruru o Ishtar” (Los mitos Hebreos, p.72). Resulta evidente que la tradición israelita no tuvo siempre como dios al Yahweh-El Elohim que habita en las montañas de Parán, en Sinaí, en Tabor, en Horeb y en otras cumbres sagradas,  sino que Eva no es más que una de las múltiples imágenes que en el entorno mediterráneo del neolítico representaban a la gran Diosa-Madre, y esto resulta evidente en el hecho de que madre de todos los vivientes era un atributo de Ishtar o Ninanna, la  Diosa del Cielo sumerio-babilónica que era a la vez Diosa del amor y la reproducción y Diosa guerrera, y que así mismo fue y es considerada como la Madre Tierra en sus aspectos tanto creador como destructor, igual que Shiva para el induismo. (José Alfredo Celdrán, 2002: 6)

“...No vamos a entrar en la cuestión semántica de que Elohin es una palabra que se refiere en realidad a los dioses (plural de Elohah, en hebreo), pues ya es sobradamente conocido. Si nos referimos, en cambio, a la creación del o, mejor dicho, a la doble creación del ser humano por parte de los Elohin, aspecto este que a muchos lectores les puede haber pasado desapercibido. No hay que acudir a interpretaciones esotéricas o simbólicas para darnos cuenta de eso. Todos los lectores de la Biblia saben que la creación del mundo y de los seres vivos que lo habitan fue obra de siete laboriosos días, (en realidad seis, pues el séptimo fue de descanso) empezando por un “haya luz” y hubo luz, viendo Elohin que la luz era buena. Así continua hasta en el sexto día... dijo Elohin “Hagamos al hombre a imagen nuestra, a nuestra semejanza, para que domine en los peces del mar y en las aves del cielo y en los ganados y en todas las bestias salvajes y en todos los reptiles que reptan sobre la tierra”. Y acto seguido prosigue el texto: “Creó pues Elohin al hombre a imagen  suya, a imagen de Elohin creóle, macho y hembra los creó” (Génesis 1, 27). Luego llega el día séptimo en que Elohin descansó “de toda obra hecha” y se concluye diciendo: “Esta es la historia de los cielos y la tierra en su creación” (Génesis 2, 4). Es decir, se nos está indicando que toda la creación ha llegado a su fin y que a partir de ese momento se va hablar de otra cosa.

Hasta aquí sin problemas. Es el relato que con mayor o menor detalle conoce tanto quien ha leído la Biblia como quien lo ha escuchado de labios de un sacerdote en plena homilía. Pero quien haga un poco de memoria se dará cuenta de que falta algo. ¿No ha leído en alguna parte eso de que Adán fue hecho del polvo de la tierra...? ¿...y Eva?

Desde luego el Génesis no es cronológico, porque unos cuantos versículos más adelante retoma la creación del hombre: “Entonces formó Yahvé Elohin al hombre (Adan) del polvo del suelo (adamah) e, insuflando en sus narices aliento de vida, quedó constituido el hombre como alma viviente” (Génesis 2,7). Y luego plantó un “vergel en el Edén al oriente” y allí le colocó, en un paraíso donde también están situados dos árboles emblemáticos: el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. Pero por lo visto, Yahvé Elohin no las tenía todas consigo y dijo: “no es bueno que el hombre esté sólo; voy a hacerle una ayuda similar a él” (Génesis 2, 18) y tras mostrarle todos los animales del campo todas las aves de los cielos (momento que aprovechó para ponerles nombres) decidió que no eran una ayuda similar a él y “así, pues Yahvé Elohin infundió un sopor sobre el hombre, que se durmió;  entonces le tomó una de sus costillas, cerrando con carne su espacio. Luego Yahvé Elohin transformó en mujer la costilla que había tomado del hombre y la condujo al hombre. El hombre exclamó entonces: “Esta (si que) es esta vez hueso de mis huesos y carne de mi carne. A ésta se la  llamará varona, porque de varón ha sido tomada”. (Génesis 2, 21-23). ¿No habíamos quedado que Yahvé (no Yahvé Elohin) creó al hombre macho y hembra a la vez? ¿Que interpretación puede tener estos dos enimágticos pasajes? O bien se está hablando de dos creaciones distintas que se han intercalado en el texto en un lamentable descuido del cronista, o por el contrario, partiendo de la base de que nada de los que hay en el Génesis obedece a despiste, hay que suponer que nos está trasmitiendo alguna clase de mensaje profundo y oculto. (Jesús Callejo, 1998: 18-19).

¨No tendrás dioses ajenos delante de mí. Ni te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que este arriba en el cielo; ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás porque yo soy Yahweh tu Dios…¨ Éx.20.3-5.

Esta fue la base impuesta por los seguidores de un dios monoteísta para conseguir el predominio de ésta deidad sobre la gran Diosa-Madre. El pueblo judío había estado sometido durante centurias por los egipcios y, una vez arrancada la libertad las no muy bien conectadas entre sí tribus israelitas precisaban de un elemento unificador, y para ello nada mejor que un dios único y guerrero. Como único habría de ser el pueblo supuestamente elegido por dios. A sí los dirigentes del pueblo judío se vieron obligados a mantener una lucha constante con las deidades de origen sirio base religiosa del pueblo, además de las que tenían profundamente  arraigadas por su obligada y prolongada estancia en Egipto. Entre estas deidades la más poderosa y temida por los dirigentes judíos era la Gran Diosa-Madre, la importancia que esta deidad tenía entre el pueblo israelita, causaba un gran temor entre los dirigentes políticos y religiosos, quedando este temor reflejado en las durísimas diatribas dirigidas contra ella en nombre del belicoso, terrible y vengativo nuevo dios de los hebreos, “dios de los Ejércitos”.

Según esta política unificadora diseñada por los dirigentes, éstos se afanaban en inculcar en el pueblo el concepto de que uno de los pecados que más rechaza el dios pos-exilico, es la adoración a la Gran Diosa-Madre y a cualquier otra deidad que no fuese la impuesta por los dirigentes del pueblo judío. La razón esgrimida es que éste pecado en particular trae por parte del iracundo Yahvéh maldiciones sobre los individuos, ciudades y naciones de una forma tan terrible que aun sus efectos se prolongarían en las generaciones venideras. La Biblia es clara en que la veneración a otra deidad que no sea Yahvéh es el pecado que Dios más aborrece. Por ello no es casual que los primeros dos mandamientos dados a Moisés hable de esto y sus consecuencias sobre el pueblo. “Entonces les dije, cada uno eche de sí las abominaciones de delante de sus ojos, y no os contaminéis con los ídolos de Egipto. Yo soy Yahweh vuestro Dios. Más ellos se rebelaron contra mí, y no quisieron obedecerme; no echó de sí cada uno las abominaciones de delante de sus ojos, ni dejaron los ídolos de Egipto; y dije que derramaría mi ira sobre ellos, para cumplir mi enojo en ellos  en medio de la tierra de Egipto. Antes dije en el desierto a sus hijos: No andéis en los estatutos de vuestros padres, ni guardéis sus leyes, no os contaminéis con sus ídolos.” Ez. 20.7-8:18

Tal como expone las ciencias como la Arqueología y la Antropología, y tal como anotamos en otro lugar, se ha podido verificar que desde los tiempos más primitivos los hombres desarrollaron modelos religiosos. Los usos funerarios ponen de manifiesto la creencia en la continuidad de la vida después de la muerte. Desde los tiempos primitivos aparecen las figuras de la Diosa denominadas Venus esculpidas en diferentes materiales, madera, marfil, hueso, piedra y modeladas en terracota, especialmente en el periodo gravetiense, 25.000 a.e.a. Estas figuras se encuentran en todo el mundo, en Europa, como hemos apuntado las más conocidas de ellas son Venus de Willendorf en Austria y de Lemogne en Francia. Todas ellas tienen rasgos característicos parecidos y distorsionados: las partes corporales de las funciones sexuales y de gestación están excesivamente ampliados, por el contrario, se presta poca atención a la cara, a los brazos y a las piernas. Esta Diosa-Madre es la precursora de la Diosa mesopotámica  Isthar y luego Astarté la que daría paso a los posteriores aspectos de la misma como Tanit, Tinnit,  Isis, Tara, Chaxiraxi, Atenea, Diana, Moneiba, Diosa Tajao, Abora, Abona, Pachamama etc., y en definitiva a la Diosa-Madre Universal.

Según el libro sagrado de las religiones judeo-cristiana (La Biblia) poco después del Diluvio, el hombre empezó a emigrar desde el oriente. “Y aconteció que al ir viajando al oriente hallaron una llanura en la tierra de Shinar y quedáronse a morar allí” (Gn. 11:2). Fue en la tierra de Shinar donde la ciudad de Babilonia fue construida, y en esta tierra se llegó a conocer más tarde como Babilonia y posteriormente como Mesopotámia. El imperio babilónico, gozó sin lugar a dudas, como hemos dicho, de una de las más destacadas presencias culturales de las que tenemos conocimiento en el mundo antiguo, y que indudablemente influyó de manera notable en otras civilizaciones contemporáneas más perdurables a través del tiempo y los cambios constantes que esta trae consigo, adquirieron tradiciones culturales, religiosas y antropológicas que, bien por ósmosis natural, bien por haber sido inducidas a través de las numerosas incursiones militares que los babilonios llevaron a cabo, acabaron siendo parte integrante de las culturas que paralelas o posteriormente se desarrollaron en ese área.

Babi-dingir (Babilonia), fue construida de forma fastuosa en las márgenes del río Eúfrates, en la región que comprendía toda la baja Mesopotámia (lo que hoy comprende Irak) y la parte noroeste de lo que es Asiria. La fundación estuvo a cargo de la dinastía Acadia en los comienzos del siglo XXI a.e.a., alcanzando un gran desarrollo cultural con importantes aportaciones en las artes y en la arquitectura. Con la llegada de los Caldeos, el florecimiento de la dinastía de los Medas y la caída de Asiria, comenzó el llamado Imperio Neobabilónico, que después de obligadas y reiteradas reconstrucciones arquitectónicas, debidas a los constantes enfrentamientos bélicos, consiguió alcanzar su máximo esplendor imperial con el reinado de Nabucodonosor (605-562 a.d.n.e), el cual logró consolidar el imperio y extenderlo.

Es en este estadio histórico que hace su puesta en escena un hombre grande y poderoso, cuyo nombre era Nimrod. Alcanzó fama con un excelente cazador de fieras salvajes. La Biblia se refiere al mismo en los siguientes términos: “Y Cush engendró a Nimrod: éste comenzó a ser poderoso en la tierra. Fue un vigoroso cazador delante de Yahweh; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de Yahweh” (Gn. 10:8-9).

Estos versos contienen un significado muy importante Nimrod fue un “poderoso cazador”, lo cual lo hizo famoso entre aquellas gentes primitivas. Como recogen las escrituras bíblicas se volvió poderoso en la tierra, era un líder famoso en su país, “Nimrod era tan poderoso y era tan grande la impresión que causó en la mente de los hombres, que el oriente está lleno actualmente de tradiciones de sus extraordinarias proezas.”

Aprovechando el prestigio ganado entre sus gentes, Nimrod hizo construir un sistema defensivo para obtener mejor protección frente a los ataques de las bestias salvajes y de posibles enemigos. En lugar de enfrentarse continuamente a las fieras, Nimrod hizo construir murallas alrededor de las ciudades, naciendo así las ciudades amuralladas las cuales crearon un gran impacto entre los hombres de su época, en la cual se concebía el territorio como un gran espacio abierto. Así una vez creadas las ciudades amuralladas se imponía la necesidad de gobernarlas, y por consiguiente, organizarlas en un reino, lo que conlleva la elección de un Rey que asuma el gobierno sobre ellas. Este reinado naturalmente fue asumido por Nimrod, tal como nos lo expone la Biblia “Y fue la cabecera de su reino Babel y Erech y Accad y Calneb, en la tierra de Shinar” (Gn. 10:10). Este reino de Nimrod es el primero recogido en la Biblia.

El sabio gobierno de Nimrod supuso un considerable avance cultural y científico para la sociedad de su época, por ello, no dejo de despertar los recelos y envidias de los dirigentes de otras comunidades más conservadoras, los cuales comenzaron a sentir temor ante el creciente poderío de las ciudades reino, no dudando por ello en arremeter contra estas con el sentimiento de despecho que siempre fue constante en el antiguo pueblo judío, así la Biblia recoge este resentimiento en los siguientes pasajes: “ Nimrod, fue un hombre sin temor de dios”, (o quizás sin temor al dios hebreo), también dice que “era poderoso” lo que indica que no sólo era poderoso políticamente, sino que la expresión también tiene un significado hostil. Esta expresión viene del hebreo Gibor, que significa “tirano”, mientras que el nombre Nimrod significa rebeldía. La Enciclopedia judía dice: “Nimrod fue aquél quien hizo a las gentes rebelarse en contra de Dios”.

Esta misma naturaleza rebelde de Nimrod frente al dios de los hebreos puede verse en la expresión de que era un poderoso cazador “ante Yahweh”. La palabra “ante” en este caso, también denota un significado hostil. En otras palabras, Nimrod se estableció “ante Yahweh”, la palabra “ante” como traducción de la palabra en hebreo, que significa “contra” Yahweh. Pero no sólo estaba Nimrod contra el dios judío, sino que también según las escrituras era un sacerdote que visto desde la óptica del implacable y vengativo dios de los hebreos, “era un sacerdote de idolatría diabólica y de atrocidades de la peor clase”. Finalmente, Nimrod, el rey-sacerdote de Babilonia, murió.

A partir de ese momento la leyenda nos trasmite una narración que posteriormente tuvo su réplica en  el  Osiris egipcio. De acuerdo con la narración el cuerpo de Nimrod fue cortado en pedazos y quemado, los pedazos fueron enviados a varias áreas. Babilonia lloró profundamente la muerte de Nimrod, pero con su muerte, la religión babilónica en la cual Nimrod tuvo una participación preeminente, continuó y se desarrolló aún más bajo el liderazgo de su esposa.

Después de la muerte de Nimrod, su esposa, la reina Semiramis, lo proclamó como el dios Solar. Más tarde, la reina Semiramis dio a luz a un hijo, proclamó que su hijo, Tammuz no era más que el mismo Nimrod renacido. Ahora la reina madre de Tammuz, Semiramis proclamó que su hijo fue concebido de una forma sobrenatural y que él era la semilla prometida, el salvador del mundo (el paralelismo con la concepción de Jesucristo es evidente). Pero no solamente era el pequeño adorado, sino que también la reina Semiramis, la madre lo era también igual o más que el hijo. Como la verdadera llenó el mundo de la época. Ella proclamó que el niño era un dios-hijo; que era Nimrod mismo, que había renacido y que tanto ella como su hijo eran divinos. Este planteamiento de los hombres-dioses era ampliamente conocido y aceptado en Babilonia y se desarrolló en un culto bien establecido sincretizandolo en la ancestral Diosa-Madre, representado en la reina Semiramis con su hijo Tammuz en brazos, (tal como siglos después hicieran los católicos con Jesús y su madre María).

Analizando los antecedentes religiosos de la  región podemos comprobar algunos detalles sumamente interesantes; Isthar es la Diosa asiro-babilónica en su aspecto de “Diosa de la mañana y del atardecer”, a la vez que es la Diosa del amor y de la fecundidad. Según la tradición se la considera virgen,  tiene mucho paredros, destacando Tammuz. Como Inana, su homóloga sumeria, tiene al lado de su aspecto fertilizador, funciones guerreras y astrológicas. También se convirtió en Asiria en la Diosa de la guerra. Esta Diosa, con mayor o menor intensidad en Babilonia y Asiria logró tener y mantener estos dos caracteres conjuntamente. A Isthar en determinadas zonas se la consideraba como dios masculino, llamándole Atthar, otras como femenina y otras de los dos sexos. Dependiendo de la genealogía  los atributos de la Diosa varían, Isthar es la Diosa asiro-babilónica. Ella se es como hemos dicho “Diosa de la mañana y del atardecer”. A la vez que es la Diosa del amor y de la fertilidad.

DIOSA ISTHAR



Isthar está representada como hija del dios Sin, a su vez hijo de Aun; después fue presentada por los sacerdotes como hija del mismo Aun; por ultimo, Isthar ganó espacios interesantes, y en Uruk el propio Aun la tomó por esposa, antes que ella retomara el espacio que le había sido sustraído por el sacerdocio masculino. El ascenso de Isthar fue extraordinario en Mesopotamia y su presencia acabó por recuperar su ancestral posición pasando a ser sinónimo de Diosa y su plural Istharata de “Diosas”. Como hija de Sin, se le da culto como Diosa de la guerra. Ocupó el escalafón más alto en el panteón asirio   donde se le adjudicó al dios Ashur como paredro, pasando a ocupar en el panteón asirio el puesto de Diosa de la guerra y tomó parte en las batallas junto a su paredro “cubierta de lucha y revestida de espanto”, así la Isthar guerrera es la “Señora de las batallas”. En este aspecto se la representa de pie sobre un carro tirado por siete leones y empuñando un arco; otras representaciones la muestran con un león cogido con un lazo, en otras cabalga sobre él, o bien lo unce a su carro y al que a veces se la compara. La compañía de este animal sagrado muestra simplemente que sobrepasa un valor simbólico o metafórico. Pero cuando se ve en ella la hija de Aun, se la considera la función como Diosa del amor y de la fertilidad animal y especialmente femenina. Aunque se la considera virgen, en la tradición esta asociada a muchos amantes en los aspectos productivos de la madre tierra, destacando Tammuz, dios de la cosecha, cuya muerte llora Isthar es una madre buena y tierna con los que ama. Como Inana, tiene, al lado de su aspecto guerrero y el de la función astral, Isthar es la personificación del planeta Venus como estrella de la mañana, y en las fronteras de Babilonia se la representa mediante una estrella de ocho puntas. En Canarias, este aspecto de la Diosa esta profusamente representado en grabados existentes en las cuevas adoratorios, en los yacimientos de grabados rupestres al aire libre así como en algunas pintaderas e incluso en el fondo de algunos platos de barro. Este tema lo trataremos con más amplitud en el capitulo correspondiente.

Retomando el tema de la Diosa-Madre diremos que en la época y región que nos ocupa le principal centro de culto estaba ubicado en Erek (Uruk), donde al igual que en otros centros se practicaba la prostitución sagrada al servicio de la Diosa. La misma Isthar ejerce este mismo menester con los dioses, llevando así a  efecto el rito de la fertilidad, (ritos de prostitución sagrada que de alguna manera retomó en tiempos posteriores la iglesia romana, ya que en algunos momentos históricos los prostibulos, mancebías o lupanares de Roma estaban administrados directamente por los Papas).

La mayoría de la iconografía babilónica es representada mediante símbolos-por eso es religión misterio-. El becerro de oro, por ejemplo, era un símbolo de Tammuz,  hijo del dios Solar. Como se consideraba que Nimrod era el dios-Solar o Baal, el fuego es considerado como su representante en la tierra. Por lo que se encienden Candelabros y fuegos ritualistas en su honor, como lo veremos más adelante. También se simbolizaba a Nimrod por medio de símbolos solares, peces, árboles, columnas y animales.

Siglos más adelante, cuando la primitiva iglesia cristiana retoma los ataques contra la Diosa-Madre, el propagador de la doctrina cristiana Pablo, siguiendo el ejemplo de Ezequiel arremete contra los seguidores de la Gran Diosa-Madre rescatando el discurso de la Biblia judéo-cristiana: “Porque  habiendo conocido a Dios, ( es decir, habiendo recibido las prédicas de los propagadores) no le glorificaron como a Dios ni dieron gracias; sino que se hicieron tontos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Diciéndose ser sabios, se hicieron necios y tornaron la gloria de Dios incorruptible, en algo semejante a la imagen del hombre corruptible y de aves y de animales cuadrúpedos y de serpientes..., los cuales cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y sirviendo a la creación en vez de al creador, el cual es bendito por los siglos. Amén... Por esto Dios los entregó a afectos vergonzosos” (Rom. 1:21-26).

Que lejos estaba el bueno de Pablo de sospechar que andando el tiempo serían los propios cristianos quienes asumirían la veneración de la Gran Diosa-Madre sincretizandola y divinizando a la madre de Jesucristo, a imitación de Semiramis y Tammuz.

Astarté es la Diosa fenicia que los sumerios veneraban como Inana. Es un aspecto de la Diosa asiro-babilónica Isthar. Es la Diosa semítica de la vegetación, que era adorada en todo el próximo oriente. En la actualidad se conservan grandes y pequeñas estatuas en todo el mundo y en las cuales se resaltan los atributos sexuales de la Diosa como signo de fertilidad, según tendremos oportunidad de ver, el hecho de que estas figuras se representen al natural y desnudas  ha motivado la persecución en este aspecto de la iglesia judéo-cristiana. Así los profetas hebreos persiguieron su culto porque era un desafío al de Yahweh y por el carácter abierto de su culto, llamándola Ashtoret, vocalizando  el nombre igual que la palabra bossheth (vergüenza). En el panteón egipcio se representó como una Diosa guerrera y sus atributos eran la lanza y el arco; también le correspondía el título de  reina de la estrella de la Mañana.

Como reina de la estrella del anochecer es la Diosa del amor apasionado. Este es un aspecto tardío de la Diosa. Astarté como una bella mujer en un carro tirado en este caso por seis leones (Cibeles) llevando una gran cantidad de hojas de mirto y acompañada de palomas.

Otra representación en el panteón griego de la Diosa en su aspecto de Isthar es Afrodita, reseñada por Herodoto en su libro de Historias. La etimología que se suele dar de la Diosa en el panteón griego de Afrodita suele ser de Afros (Afros) y duw (dio), emerger, nacida de la espuma. Pero los estudiosos no creen que la etimología sea de origen oriental, quizás fenicio, como lo es la propia divinidad. Afrodita es una Diosa adaptada a la cultura griega  por lo que es convertida en una divinidad bisexual:

Tenemos una Astarté y una Isthar con barba, un Isthar masculino (Atthar), al igual que tenemos una Afrodita barbada, esto es, un Afrodito.

Cuando el pueblo babilonio fue dispersado por varias áreas de la tierra, llevaron consigo el culto a la Gran Diosa-Madre y al dios hijo o paredro, en los diferentes pueblos donde se mantuvo este culto naturalmente evolucionado conforme a cada sociedad e incluso con cada religión, la divinidad y  su paredro son conocidos por diferentes nombres pero la historia básica sigue siendo la misma. En todos los países y en todas las religiones de la tierra es venerada la Diosa-Madre. Por ello podemos afirmar que Babilonia fue la cuna-la madre y precursora- de las modernas religiones que actualmente se practican en el orbe, como profetizaban las escrituras judéo-cristianas: “porque todas las religiones han bebido del vino” (Jer. 51:7 y Apoc. 18:13). Además de las pruebas escritas de que Babilonia fue la madre, el nido de religiones, también tenemos el testimonio de diversos historiadores; por ejemplo, Herodoto el gran historiador y viajero de la antigüedad, él presenció la religión-misterio y sus ritos en numerosos países y menciona como Babilonia fue el nido original del cual todo sistema de religión proviene.

El investigador Bunsen afirma que el sistema religioso del antiguo Egipto fue derivado de Asia y del antiguo Imperio mesopotámico, en su libro Nínive y sus ruinas, Layard declara que tenemos el testimonio unido de historia profana y sagrada, que la veneración a la Diosa “se originó en el área de Babilonia surgiendo el más antiguo sistema religioso reglado. También fue allí donde comenzó a surgir el monoteísmo masculino, pues fue donde el dios de los hebreos llamó a Abram a abandonar el culto a la Diosa de sus antepasados. (Gn. 11:31).

Como hemos visto cuando Roma alcanzó su apogeo como el mayor imperio del mundo conocido en la época, practicó la política de romanización de la cultura, y religión, así como los dioses y Diosas que veneraban los pueblos sometidos, asimilándolos a su sistema múltiple de dioses. Una vez que Isthar- Inana- Astharté y posteriormente a la Tinnit africana  fue asumida por el panteón romano, esta se alzó por encima del resto de las antiguas diosas convirtiendo la religión romana en una copia de la babilónica que se desarrolló de varias formas y bajo diferentes nombres en las naciones en las que se fue implantando el culto de la Diosa-Madre.

La expansión del culto es universal, así los griegos la denominaban Afrodita o Ceres, Inana por los sumerios, los romanos la conocían por Venus o Fortuna, y Crisma (Krishna) en las religiones indú, Tara en el Tibet, Irlanda y la Isla de Gran Canarias, Chaxiraxi en la de Tenerife, Tanit entre los fenicios y cartagineses, Tinnit entre los pueblos mazigios, Shingmoo o Santa Madre entre los chinos. Los germanos la veneran como la Virgen Hertha, los escandinavos como Disa. Los Etruscos la llamaban Nutria, en la India Idraní, Tara, los antiguos druidas la adoraban como Virgen Paritura, o como la Madre de dios. En América es la Pachamama, Tlazolteotl, etc.

En la India existieron  grandes templos dedicados a la Gran Diosa en su aspecto de Isis y su hijo Iswara. En Asia era venerada como Cibeles, y su hijo como Deoius.

Aquí se la veneraba sin tener en cuenta su nombre o lugar como la esposa de Baal, la reina virgen del cielo quien dio fruto sin haber concebido. (Mito que posteriormente, en el siglo IV, fue aplicado en Efeso, por la iglesia cristiana a la madre de Jesucristo).

Posiblemente el mayor templo dedicado a la Gran Diosa-Madre en la antigüedad  fue el erigido en Éfeso, bajo la advocación de Diana, Este templo es una de las siete maravillas del mundo antiguo. En época histórica en Inglaterra, hacía 1747 se encontró un monumento religioso en Oxford, de origen muy antiguo el que exhibe a una mujer alimentado a un niño.

Los hijos de Israel adoraron a la Diosa-Madre, y a pesar de los esfuerzos de los dirigentes por implantar al nuevo dios, el pueblo era reacio a abandonar el culto de la Diosa según se puede leer en la Biblia: “Y dejaron a Yahweh y adoraron a Baal y a Astaroth”. (Jueces 2:13). Astaroth es como hemos dicho uno de los nombres bajo los cuales la Diosa era conocida por los hijos de Israel, aún aquellos que conocían al supuesto dios verdadero se alejaban de él y adoraban a la Diosa-Madre. Otro de los aspectos bajo el cual era conocida la Diosa-Madre por el pueblo de Israel era el de “Reina del Cielo”, como nos lo describe Jeremías 44:17-19, en su agria reprensión al díscolo pueblo judío, pero ellos continuaron  rindiendo culto a la Diosa a pesar de sus diatribas, y fue así al decir del profeta como trajeron sobre sí mismos una plena destrucción por la mano del terrible y vengativo dios de Israel Yahweh.

Veamos en los siguientes pasajes de la Biblia, la obsesión que embargaba a Jeremías en la defensa de su dios ante la Diosa-Madre a la que continua denominado reina del cielo: 7.16-18: “Tú, pues no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor, ni oración, ni me ruegues; porque no te oiré. 17 ¿no ves lo que estos hacen en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? 18 Los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego, y las mujeres amasan la masa, para hacer tortas a la reina del cielo y para hacer ofrendas a dioses ajenos, para provocarme a ira.”

44.16-29: “La palabra que nos ha hablado en nombre de Yahweh, no la oiremos de ti; 17 sino que ciertamente pondremos por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca, para ofrecer incienso a la reina del cielo, derramándole libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y  nuestros príncipes, en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén, y tuvimos abundancia de pan, y estuvimos alegres, y no vimos mal alguno. 18 Mas desde que dejamos de ofrecer incienso a la reina del cielo y de derramarle libaciones, nos falta todo, y a espada de hambre somos consumidos. 19 Y cuando ofrecieron incienso a la reina del cielo, y le derramamos libaciones ¿acaso le hicimos nosotras tortas para tributarle culto, y le derramamos libaciones, sin consentimiento de nuestros maridos?


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