(Libro inédito)
CAPITULO-XIII-II
LA LUCHA DE YAHWEH CONTRA LA DIOSA-MADRE
LA REINA DEL CIELO
20 Y habló Jeremías a todo el pueblo, a los hombres, a
las mujeres y a todo el pueblo que le había respondido esto, diciendo: 21 ¿No
se ha acordado Yahweh, y no ha venido a su memoria el incienso que ofrecieron
en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, ustedes y sus padres, sus
reyes y sus príncipes y el pueblo de la tierra? 22 Y no pudo sufrirlos más
Yahweh, a causa de la maldad de sus obras, a causa de las abominaciones que
habían hecho; por tanto su tierra fue puesta en asolamiento, en espanto y en
maldición, hasta quedar sin morador, como está hoy. 23 Porque ofrecieron
incienso y pecaron contra Yahweh, ni estuvieron en su ley ni en sus estatutos
ni en sus testimonios; por tanto, ha venido sobre vosotros este mal, como hasta
hoy. 24 Y dijo Jeremías a todo el pueblo, y a todas las mujeres: oigan la
palabra de Yahweh, todos los de Judá que estan en tierra de Egipto. 25 Así ha
hablado Yahweh de los ejércitos, Dios de Israel, diciendo: Ustedes y sus
mujeres han hablado con sus bocas, y con sus manos ejecutaron diciendo:
Cumpliremos efectivamente nuestros votos que hicimos, de ofrecer incienso a la reina
del cielo y derramarle libaciones; confirmáis a la verdad sus votos, ponen
el voto de ustedes por obra. 26 Por tanto, escuchen la palabra de Yahweh, todo
Judá que habitan en tierra de Egipto: He aquí he jurado por mi grande nombre,
dice Yahweh, que mi nombre no será invocado más en toda la tierra de Egipto por
boca de ningún hombre de Judá, diciendo: Vive Yahweh el Señor. 27 He aquí que
yo velo sobre ellos para mal, y no para bien; y todos los hombres de Judá que
están en tierra de Egipto serán consumidos a espada y de hambre, hasta que
perezcan del todo. 28 Y los que escapen de la espada volverán de la tierra de
Egipto a la tierra de Judá, pocos hombres; sabrá, pues, todo el resto de Judá
que ha entrado en Egipto a morar allí, la palabra de quien ha de permanecer: Sí
la mía, o la suya. 29 Y esto
tendrán por señal, dice Yahweh, de que
en este lugar les castigo, para que sepan que de cierto permanecerán mis
palabras para mal sobre vosotros.”
Como hemos anotado una de las ciudades importantes
donde se rendía culto a la
Gran Diosa-Madre era Éfeso, en esta ciudad estaba uno de los
templos más importantes dedicado a la
Diosa en su aspecto de Diana, templo que por su grandiosidad
y por los enormes tesoros que acumulaba despertó las apetencias y codicia de la
antigua iglesia cristiana. A partir del siglo III, a.e.a.., la primitiva
iglesia cristiana llevó a cabo intentos de mezclar los cultos de la Diosa-Diana con los
ritos cristianos (Hech. 19). Pero no sería hasta la celebración del concilio de
Éfeso, cuando el cristianismo optó abiertamente por la anexión de la Diosa-Madre
asimilándola a la madre de Jesús, declarando la divinidad de María en un claro
plagio de los mitos de Semiramis e Isis. En Éfeso, la Diosa-Madre era
venerada como la Diosa
de la virginidad y la maternidad, y ella representaba los poderes generadores
de la naturaleza, por lo cual se la exponía con muchos senos. Una torre de
Babel adornaba su cabeza, como Isis en Egipto, que porta un trono en su cabeza.
En los tiempos del apóstol Pablo la Diosa era conocida como
Diana de los Efesios. Nombre latino de la divinidad más celebrada de Asia
Menor. Conocida también como Artemisa, es una deidad lunar y encarna varios
aspectos como Diosa oriental la cual asumía varios aspectos dependiendo de las
regiones donde era adorada.
Las tortas de ofrenda de las que hace mención Jeremías, eran similares a
las que los griegos ofrecían a Artemisa, tenían la forma de una luna creciente
o de la luna llena y eran ofrecidas durante el mes de “Munychion” un mes
dedicado a la veneración de la luna. En la actualidad estas tortas son
consumidas a diario en el mundo occidental, naturalmente desprovistas de su
sentido de ofrendas sagradas y, son conocidas como “Croiasan”.
Durante milenios la veneración a la Diosa-Madre en su
encarnación de luna (en ocasiones referida como “el Dios luna” masculino). Esta
veneración estaba muy extendida en los pueblos de Oriente Medio. Los poderes
espirituales que se mueven tras la adoración, bien sea que estén personificados
como masculinos o femeninos (no se ha contrastado si las distinciones humanas
de género tienen paralelos entre los seres angélicos), han estado más
profundamente implantados en muchas culturas de Oriente Medio, así como en
África, de lo que pensábamos. El símbolo de este aspecto de la Diosa es la luna creciente.
El papel de la Diosa-luna está relacionado en la historia
bíblica. Tanto en Ur de los caldeos, de donde provenía la familia de Abraham,
como Harán, donde Abraham vivió hasta que murió su padre, fueron ciudades
gobernadas por la Diosa-Madre
Luna, Sin. La familia de Abraham adoró a la Diosa-Madre en su
aspecto de Diosa luna, así no sería una
exageración suponer que Abraham mismo se convirtió de adorador de la
Diosa luna a Yahweh.
Fue el recaudador de impuestos Pablo quien inició la
confrontación contra este principado. El libro de los hechos relata que “Pablo,
predicó el reino de Dios” por espacio de dos años, de manera que todos los que
habitan en Asia, judíos y griegos oyeron la palabra del señor Jesús (Hch.
19:10); Y mientras Pablo estuvo allí, prevalecía poderosamente la palabra del
señor” (Hch. 19:20).
En el santuario de Diosa-Diana se practicaba el
ocultismo según se desprende de la narración de las escrituras
judéo-cristianas. Éfeso, era considerada además como un importante centro de
práctica de la magia siendo poderoso en este aspecto, esta era una actividad
para la que posiblemente no estaba preparada la primitiva iglesia cristiana y
ante el temor que infundía su práctica decidieron combatirla antes que tratar
de entenderla. En hechos 19:19 se narra que “muchos de los que habían
practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante todos; y hechas
las cuentas de su valor, hallaron que era de cincuenta mil piezas de plata.”
Siendo éste quizás el primer antecedente en la religión judéo-cristiana de la
obra sistemática de exterminio cultural llevada a cabo por la iglesia católica,
la cual alcanzaría su mayor apogeo con la institución de la Inquisición.
La batalla de Yahweh contra la Gran Diosa-Madre,
iniciada en Éfeso por Pablo, para la toma del poder y prestigio que la ciudad
representaba, sería continuada por Juan, apóstol. La historia que no el libro
de los hechos, nos relata que unos cuantos años después de abandonar Pablo la ciudad de Éfeso, Juan se trasladó a
la misma y terminó allí su carrera.
Ramsay MacMullen, un reconocido historiador y profesor
de la universidad de Yale, quien es especialista en historia del Imperio
Romano, en su trabajo “La cristianización del Imperio Romano años 100-400 a.
C.” (Yale Universit Press). En el citado
trabajo nos cuenta que el principal factor que intervino en la cristianización
del Imperio romano fue el debilitamiento del culto a la Diosa-Diana. Un
hecho que este historiador nos narra corresponde a una leyenda sobre el enfrentamiento
del apóstol Juan y su enfrentamiento cara a cara con la estatua de la Diosa-Diana de los
efesios. MacMullen, citando otras fuentes, recoge que Juan en cierta ocasión
fue al templo de Diana y oró, “Oh Dios... ante cuyo nombre todo ídolo, todo
demonio y poder inmundo huyen: haz ahora que el poder que esta aquí (en el
templo) huya ante tu nombre”...Y según el mito mientras Juan decía esto, el
altar de Diana se partió en muchos pedazos y la mitad del templo se cayó”
(pág.26).
Unos cincuenta años después del supuesto milagro de
Juan, debido a las persecuciones cristianas el culto a la Diosa quedó bastante
menguado, por fin el cristianismo se había convertido en dominador del Imperio
romano, y la iglesia cristiana primitiva se había posesionado del tan ansiado
templo de Diana. La ciudad de Éfeso se convirtió en el centro mundial del
cristianismo durante los siguientes doscientos años. Y desde esta misma ciudad la Diosa retomaría su poder y
predominio sobre las demás deidades incluidas las cristianas, aunque en esta
ocasión bajo el sincretismo de un nuevo aspecto
creado por los cristianos, y pasaría a llamarse María madre de dios.
Pero toda ambición satisfecha debe pagar un precio por
su consecución. No habían pasado muchos años cuando comenzaron a proclamarse
algunos dirigentes como Señores sobre el pueblo cristiano, tomando el puesto
del Espíritu Santo; en vez de conquistar por medios espirituales y
verdaderos-como lo habían hecho en los primeros días- éstos empezaron a
suplantar las antiguas deidades e implantar sus propias ideas y métodos
sincretizando el antiguo panteón de Éfeso. Los seguidores de la Diosa-Madre se vieron
obligados a asumir ciertos preceptos del cristianismo por el desmesurado poder
que éste había adquirido amparado por el Imperio romano. El desmesurado interés
que ya por esas fechas mostraba la iglesia cristiana por los bienes terrenales,
fue debidamente captado por los fieles, y por consiguiente, aprovecharon las
circunstancias para ir ocupando parcelas de poder dentro de la nueva estructuración
que la iglesia cristiana iba creando, basada más en las estructuras
políticas-civiles que en la hermandad espiritual que en un principio, había
sido uno de los planteamientos más seductores para las masas.
A partir del concilio de Éfeso, se comenzó el proceso
por parte de los cristianos de la asimilación de la Diosa-Madre, hecho que
no pasó desapercibido para los conservadores de la cristiandad, uno de los que
dieron la voz de alerta fue Pablo, quien en los días que se estaba escribiendo
el nuevo testamento hace una velada alusión al tema, dice que: “el misterio de
la iniquidad ya está obrando” (II Tes. 2:7).
Posteriormente continúa sobre la cuestión y con
espíritu profético dice: “ha de venir una apostasía y muchos apostatarán de la
fe (cristiana), escuchando a espíritus de error y a doctrinas de demonios” (II
Tim.4:1).
DIOSAS ISIS Y MARIA
Para el tiempo que Judá escribió el libro que lleva su
nombre, tuvo que amonestar al pueblo para que “luchen tenazmente por la fe que
ha sido una vez dada a los santos, porque algunos hombres se habían metido
disimuladamente y estaban tratando de cambiar la verdad que había sido dada por
Cristo y los apóstoles, por falsedades” (Jud. 1:34). El cristianismo se
encontró una vez más frente a frente con los seguidores del culto a la Diosa-Madre,
establecidos en diversas formas en el Imperio romano. Aquellos nuevos
cristianos comenzaron aparentemente a renegar de sus antiguos ritos, costumbres
y creencias.
Estos neófitos sufrieron muchas persecuciones. Muchos
de ellos fueron acusados, arrojados a los leones, quemados en estacas y
torturados de muchas formas (métodos que la iglesia católica asimiló y llevó a
la práctica aplicándolos a los “herejes” en siglos posteriores, especialmente
por la inquisición). A raíz de la conversión del Emperador romano al
cristianismo, las persecuciones contra el cristianismo cesaron, cursándose
órdenes por todo el Imperio en este sentido. A partir de ese momento se dieron
grandes honores a los Obispos, la iglesia católica comenzó a recibir aceptación
y sobre todo poder. Pero como hemos apuntado ¡tuvo que pagar un precio
justo! por todo esto. A partir de esta etapa la iglesia católica tuvo que hacer
concesiones a las otras religiones que hasta aquel momento habían sido las
oficiales en el Imperio, por lo cual en vez de separarse la iglesia católica de
éstas, pasó a formar parte de las mismas. El emperador romano demandó del cristianismo el lugar preeminente que le
correspondía, puesto que en el sistema religioso del Imperio, el emperador era
el jefe supremo y era considerado como dios. De ahí en adelante comenzaron a
surgir mezclas de los antiguos credos con la cristiandad, lo que formaría el
substrato de la moderna iglesia católica que en nada guarda los primitivos
preceptos del cristianismo primario.
La religión ancestral de la Diosa-Madre que por
primera vez fue reglada por los sacerdotes babilónicos, ya había esparcido durante milenios su
mensaje por todas las naciones, fue simplemente mezclada con el
cristianismo-especialmente en Roma-. Esta mezcla fue hábilmente dirigida por
los seguidores de la
Diosa-Madre, y como consecuencia de ello todo el primitivo
culto, y ritos del cristianismo primitivo fue paulatinamente sustituido por los
ritos y cultos de la
Diosa-Madre. Durante el tercer y cuarto siglo, el
cristianismo originario ya había perdido su contenido tal como habían anunciado
Pablo y Judá. Cuando se había producido esta ascensión dentro del cristianismo
de los seguidores de la
Diosa-Madre, la iglesia llegó incluso a aceptar en sus
cuadros a dirigentes que no profesan el cristianismo y se les permitía
continuar prácticado sus antiguos ritos,
cultos y costumbres, sin restricción alguna (práctica que después asumió
el papado).
Uno de los mejores ejemplos del sincretismo o mixturaje
practicado por la iglesia profesante lo podemos ver en la forma en que ésta
aceptó y propulsó el culto a la
Diosa-Madre, solamente con pocas diferencias y con otro
nombre. Habian muchos fieles de la Diosa-Madre que se sentían atraídos por algunos aspectos
del cristianismo pero que no estaban dispuestos a abandonar sus ritos, cultos y
costumbres de su religión ancestral. Entonces los líderes de la iglesia
católica buscaron una similitud en la cristiandad con los cultos de la Diosa-Madre para poder
atraerlos en gran número y así poder asimilarlos. ¿Pero a quien podrían usar
para tratar de reemplazar a la
Diosa-Madre primigenia? Pues claro que a María, la madre de
Jesús; era la persona más lógica que podían escoger. ¿Por qué, entonces, no
permitir que los fieles de la
Diosa-Madre continuasen sus oraciones y devociones a su
Diosa, llamándola con el nombre de María en lugar de los nombres anteriores con
los cuales era conocida? Esto le daba al culto la apariencia de cristianismo y
de esta forma, ambos bandos podían estar satisfechos e incorporarse así a la
iglesia romana.
Y esto es exactamente lo que sucedió. Paulatinamente
el culto y doctrinas de la
Diosa-Madre dedicados a la Madre primigenia vinieron a ser aplicados a la
nueva Diosa cristiana María.
Así el culto a la Diosa-Madre continuó
dispersándose dentro de la iglesia profesante. Es obvio que este culto a María
no era sólo la veneración que merece según los cristianos la más bendita de las
mujeres entre las mujeres, la madre humana del
divino Salvador cristiano, sino
al contrario, no era más que una continuación del ancestral culto a la Diosa-Madre. Porque
a pesar de que María, la madre de Jesús, era una buena mujer, delicada y
temerosa de Yahweh, a la que casaron con un hombre bastante mayor que ella, y
que era bastante timorato, fue escogida según la doctrina católica
especialmente para engendrar el cuerpo de cristo (y de sus hermanos) no fue
nunca considerada como una persona divina o como diosa por la verdadera iglesia
primitiva. Ninguno de los apóstoles, ni Jesús mismo, dieron a entender que se
debía venerar a María. Como lo indica la “Enciclopedia Británica”, durante los
primeros siglos de la iglesia no fue puesto ningún énfasis en María. No fue
sino hasta la época de Constantino, en la primera parte del siglo IV, cuando
alguien empezó a ver a María como a una diosa. Pero aun durante ese periodo,
tal veneración era denunciada por la iglesia, lo cual es evidente en las
palabras de Epifanio, quien denunció a ciertas mujeres de Tiro, Arabia y otros sitios
por rendir culto a María como a una diosa verdadera y hacerle ofrendas en una
capilla. Pero unos años más tarde, el culto a María no solamente era permitido
por lo que es actualmente conocida como la Iglesia Católica,
sino que vino a ser una de sus doctrinas principales y lo continúa siendo hoy
en día.
Cuando se mantienen creencias durante milenios, por lo
general no suelen ser abandonadas espontáneamente por sus practicantes. De
manera que cuando los líderes de la iglesia de Éfeso, razonaron que si querían
copar el gran espacio religioso que ocupaba el culto a la Diosa-Madre debería
atraerlos a su iglesia. Así entonces, como hemos anotado, se incorporó al
cristianismo el culto de la
Diosa-Madre y se mimetimizó con el cristianismo. Se sustituyó
el nombre de Diana por el de María, y los fieles continuaron adorando a la Diosa-Madre. Conservaron
sus iconos con la imagen de la
Diosa y la iglesia profesante permitió que los adorasen junto
con cristo.
En tiempos de Pablo, cuando éste llegó a Éfeso, los
recién convertidos al cristianismo, eran gentes marginales que vieron en la
doctrina cristiana una posibilidad de liberación de su estatus social
miserable, al tiempo que se les ofrecía la oportunidad de la revancha. Así al
convertirse al cristianismo la denominada plebe animados por las prédicas de
los intolerantes cristianos, destruían las estatuas de la Diosa-Madre en sus
aspectos de Diana o Artemisa (Hech.19:24-27). Pero poco había de durar esta
euforia popular, pues la iglesia terminó por aceptar y aún adoptar la adoración
a la Diosa-Madre
disfrazándola bajo el hábito de la cristiandad, finalmente, cuando el culto a
María se hizo una doctrina oficial de la iglesia en el año 431 d.e.a., y fue precisamente en el concilio en Éfeso,
la ciudad donde Diana recuperó su supremacía y ancestral culto sincretizado en
María. Otro sitio donde el culto a la Diosa-Madre se fortaleció bajo el nombre de
María, fue en Alejandría (Egipto). Aquí la Diosa-Madre era
conocida bajo el nombre de Isis. Cuando el cristianismo se propagó hasta
Alejandría, se hicieron convenios similares a los que se habían adoptado en
Roma y Éfeso. El culto a la
Diosa-Madre fue cuidadosamente inyectado a la naciente
cristiandad por los teólogos de la iglesia en dicha ciudad. Ahora el hecho de
que haya sido en ciudades como Alejandría, Éfeso y Roma donde el culto a la Diosa-Madre se
mezclara primeramente con el primitivo cristianismo, muestra de manera
definitiva la continuación directa del ancestral culto a la Diosa-Madre.
Por ejemplo, María es frecuentemente llamada “la Madonna”, esta expresión
es la traducción de uno de los títulos por los cuales la Diosa babilónica era
conocida, y Nimrod vino a ser conocido como Baal. El título de su esposa, la
divinidad femenina, sería el equivalente a Baalti. En castellano esta palabra
equivale a “mi señora”; en latín, Mea Domina, y en italiano, en una forma bien
conocida, es Madonna.
Entre los fenicios la Diosa-Madre era
conocida entre otros nombres (de los cuales nos hemos ocupado en otro lugar de
este trabajo) como “Nuestra Señora de los Mares” y aún este título se aplica a
María a pesar de que no hay absolutamente ninguna conexión entre María y la mar
en los evangelios cristianos.
Las escrituras cristianas de los primeros tiempos
indican claramente que para éstos sólo hay un mediador entre Dios y los
hombres, Jesucristo hombre (I Tim. 2:5). A pesar de esto, el catolicismo romano
enseña que María también es “mediadora”, y es por esto que las oraciones a ella
forman una parte muy importante en el culto católico. ¿Pero cómo fue que María
vino a ser conocida como “mediadora”? Nuevamente tenemos la influencia de los
seguidores de la
Diosa-Madre que tenía nombre como “Milita”, que significa “la
mediadora”.
Otro título que proviene del
antiguo panteón de la
Diosa-Madre y que posteriormente le fue aplicado a María es
el de “Reina del Cielo”. Como vimos anteriormente este título lo poseía la Diosa-Madre (y por el
cual es mencionada por Jeremías) que era adorada milenios antes de que María
como es natural siquiera hubiera nacido. En este contexto, es interesante notar
que actualmente las mujeres de Paphos (Chipre), hacen ofrendas a la Virgen María, como
reina del cielo, en las ruinas del antiguo templo de Astarté.
Tal como hemos visto, el nombre de la Diosa-Madre en Egipto
era Isis y su hijo Horus (Osiris). Pues bien, uno de los títulos por los cuales
Isis era conocida también, era el de “Madre de Dios”. Más tarde este
título fue aplicado a María por los teólogos de Alejandría. Nuevamente este era
un intento obvio para hacer aparentar a la cristiandad semejante al antiguo
esplendor de la adoración de la Diosa-Madre. Bien sabemos que María era la madre
de Jesús, pero solamente en el sentido de su naturaleza humana. El título
católico y el significado original de éste trascendieron y pusieron la sencilla
y humilde madre del Señor en una posición exaltada ajena al nuevo testamento. Y
en la misma forma se sigue instruyendo a los católicos actualmente.
Ya hemos visto en paginas anteriores como el culto a
Isis no fue limitado a Egipto. Se introdujo en Roma en el año 80 a.e.a., cuando
Sulla fundó un colegio isiaco allí. Y para mostrar hasta que punto estaba
mezclado el culto a la
Diosa-Madre con la cristiandad romana, necesitamos solamente
mencionar el hecho de que Isis era adorada en un templo que estaba situado en
las colinas vaticanas, donde hoy está localizada la Basílica de San Pedro, el
centro de la iglesia que adora a la “madre de dios” en aquella forma.
Por consiguiente, de lo expuesto se deduce fácilmente
que los títulos “reina del cielo”, “nuestra señora de los mares”, “mediadora”,
“madonna”, “madre de dios”, Diosa Celeste” “la Señora” y otros más-que
antes se atribuían a la
Diosa-Madre- fueron poco a poco aplicados a María. Tales
títulos indican claramente que el supuesto culto a María de hoy es en realidad
una continuación del culto a la Diosa-Madre. Pero existen todavía más pruebas que
se pueden observar en la forma en que se representa a María bajo la iglesia
católica.
Tan bien fijada en la mente del pueblo estaba la imagen
de la Diosa-Madre
con el niño en los brazos, que cuando los días de la confrontación llegaron,
“la antigua estampa de Isis y de Horus fue finalmente aceptada, no solamente
entre la opinión popular, sino por sanción episcopal, como el retrato de la virgen
y su hijo”. Se adjuntaron representaciones de Isis y su hijo en un marco de
flores. Esta práctica también fue aplicada a María, quien casi siempre es
mostrada en la misma forma, como bien lo saben los estudiantes del arte
medieval.
Esto prueba más aún que el culto a María no es más
que el antiguo culto popular a la Diosa-Madre y se puede confirmar notando los
títulos que se le confieren a María así como la forma ritual de sus cultos. La Diosa egipcia Isis era
frecuentemente representada como parada en la “Luna Creciente” con “doce”
estrellas alrededor de su cabeza. Incluso esto fue adoptado para María, pues en
casi todos los templos católicos se pueden ver cuadros de María en la misma
forma.
Según el Doctor Torres “La idolatría a María es una
sutil adaptación receptiva bajo la cual permanece la adoración a la Reina del Cielo. Al perder
su poder después de las confrontaciones de los apóstoles Pablo y Juan, la Reina del Cielo necesitaba
otro disfraz. ¿Han observado alguna vez como las imágenes de la virgen María en
América del Sur y Central, especialmente la Virgen de Guadalupe, Nuestra Señora María Reina
de los ángeles, La Virgen
de Chiquinquira conocida en Venezuela como “La Chinita”, La Virgen de la Merced, La Virgen de la Caridad del Cobre, La Virgen de la Candelaria de Bolivia
(y en las Islas Canarias) y otras más”. Todas éstas, en su mayoría están de pie
sobre la luna creciente, el símbolo de la Diosa Lunar?. De
hecho, uno de los títulos que se le ha otorgado es el de “Reina del Cielo”. Es
interesante que en la puerta principal a la entrada del Vaticano se encuentra
una estatua de porte natural de “Diana de los efesios”, la Diosa de los muchos senos.”
El culto a la Diosa-Madre ha creado un curioso fenómeno en
todos los países y en especial en sudamérica, España y en las Islas Canarias.
Actualmente el Vaticano tiene registrado solamente a la advocación de María más
de 2.800 nombres.
Continua el Doctor Torres: “Vírgenes de todo color de
piel desde negras hasta rubias. Algunas pobres, otras suntuosamente vestidas en
regalías de oro y piedras preciosas. Nada similar a la verdadera madre de
Jesús, la cual era una joven sencilla y piadosa, probablemente con rasgos
mediterráneos. El Cristo-paganismo es fácilmente detestable pues por lo general
la imagen de la milagrosa o aparecida virgen es IDENTICA a la imagen venerada
por los indígenas o moradores de la región.” En Sur y Centro América así como
en las Islas Canarias, se ha producido una simbiosis muy particular ya que se
unieron tres elementos muy complejos tanto natural como espiritualmente:
a) El espíritu de “La Reina del Cielo.
b) La cosmogonía nativa pre-colonial.
c) Los
elementos paganos de la religión Católica Romana. En el caso de las Islas
Canarias, la llegada de los invasores y colonizadores españoles provoca cambios
dramáticos en las estructuras del pueblo guanche.
a) Características Sociales:
En
primer lugar, en el ámbito social, se provoca una brecha entre dos clases
sociales iniciales; los guanches y los españoles. Ambos grupos sentían
desagrado por el otro y esta actitud seguiría hasta el día de hoy. En segundo
lugar, se forma una clase intermedia de la relación de españoles y los guanches
asimilados. Este último grupo no logra encajar con ninguno de los otros grupos
sociales. Por último hace su aparición los hijos de colonos, grupo social
conformado por hijos de españoles y portugueses nacidos en Canarias, que
tampoco consiguen encajar en los grupos anteriores, surgiendo así el denominado
síndrome del colonizador.
b) Características
Espirituales:
Al hablar de la cosmovisión del hombre guanche
actual, hablamos de la vivencia de un pueblo que desde hace más de cinco siglos se llama cristiano y
que ha incorporado muchos elementos simbólicos y éticos de origen occidental. Sin
embargo, en medio de esta impresionante innovación, hasta el día de hoy
persiste una visión particularmente guanche del orden natural y social. Cinco
siglos de represión ciertamente han logrado hacer desaparecer bastante de los
elementos de la antigua cosmovisión; pero muchos otros persisten de forma más o
menos clandestina y los nuevos elementos se han ido reacomodando dentro de una
lógica esencialmente diferente de la lógica occidental.
Por ejemplo, los guanches de Chinech (Tenerife)
llamaban a la Gran
Diosa-Madre, “Chaxiraxi” “La Señora” “La Madre” y también “La Diosa Celeste”, en
Tamarán (Gran Canaria) “Tara” y en la isla de Hero (Hierro) “Moneiba” “Abora”
en Benahuare (La Palma),
posiblemente en La Gomera
era denominada”Aruru” (Diosa de amor).
El símbolo de la Gran Diosa-Madre
en sus aspectos de la Tanit
cartaginesa está ampliamente representada en los yacimientos arqueológicos
rupestres de las islas.
VARIOS
ASPETOS DE LA
SINCRETIZACION DE LA DIOSA MADRE
Para el auge universal de la Gran Diosa-Madre,
los próximos años son sumamente expectantes por las siguientes razones: Cuando
hablamos de la “Reina del Cielo” de ninguna manera nos referimos a la virgen
María, sino al espíritu de la Gran Diosa-Madre. Hoy día la iglesia católica
está recuperando a través de la intercepción estratégica. -Los movimientos de
intercepción son cada vez más frecuentes a niveles de confrontación que ante no
habían. -La recuperación del ministerio Apostólico y Profético está entregando
la cobertura necesaria para enfrentar los principados más elevados. –El
discernimiento y la investigación territorial está siendo desarrollada por
intercesores especializados que están proyectando las cargas y objetivos de
oración en todo el mundo. –Dado que el Gobierno de la Reina del Cielo será
implantado en el transcurso del presente milenio, está saliendo a la luz como
nunca antes. –La Reina
del Cielo no es otra que la
Gran Diosa-Madre, la que está sentada sobre muchas aguas. –El
tiempo de recuperar el espacio perdido ha llegado para los Canarios, estamos en
el Kairo o Kronos más maravilloso de la Diosa-Madre para nuestra generación.
La iglesia católica de los primeros tiempos, era
consciente de que tenía que idear fórmulas para contentar y atraer a su seno a
la miríada de los adeptos de la Diosa-Madre. Como hemos apuntado éstos veían con
simpatía ciertos aspectos de la doctrina cristiana pero no eran proclives a
abandonar su tradicional culto a la Diosa-Madre. Entre
estos simpatizantes se encontraban un buen numero de riquísimos e influyentes
patricios incluido el emperador romano, ante la perspectiva que se le
presentaba a los dirigentes de la iglesia católica, de aumentar el poder
económico y político y aún el prestigio social del clero, optaron por dejarse
seducir por los intereses mundanos. Así las cosas la primitiva iglesia católica
entendió que debía asumir en su culto, la religión y rituales de los seguidores
de la Diosa-Madre,
aunque ello supusiera exponerse a provocar un cisma en su seno.
Como hemos dicho, la ciudad de Éfeso, (Turquía) que
siempre fue el centro de poder del culto a la Diosa-Madre en
Oriente, y que, en esos momentos se había convertido en el centro más poderoso
de la iglesia católica de Oriente, sería una vez más el lugar donde la Diosa-Madre impondría
aunque de manera indirecta su supremacía sobre las otras deidades. En el 431 d.e.a.,
el emperador Teodosio II, de Oriente y el emperador Valentiniano III, de
Occidente (en esta época los gobernantes continuaban siendo los máximos
representantes de las religiones), para poner fin a las disputas surgidas en el
seno del cristianismo en torno al reconocimiento o no de la madre de Jesús como
Diosa, convocan el tercer concilio ecuménico en Éfeso. Uno de los más firmes
defensores de la humanidad de la madre de Jesús fue Nestorio, patriarca de
Constantinopla, fallecido hacia el año 451. Nestorio rechazó categóricamente
otorgar el título de “madre de dios” a María, madre de Jesucristo, los
defensores de esta idea mantenían la separación de lo humano de lo divino en
cristo, afirmando que en realidad eran dos personas distintas, una divina y
otra humana, pero ambas actuaban de común acuerdo. Por tanto, María era
considerada la madre de Jesús hombre, no de Jesús divino. De lo que se deduce
que ya que Jesús nació como hombre derivando su divina naturaleza no de ella
sino de su Padre, por consiguiente, María no podía ser llamada madre de dios.
Naturalmente, esto se oponía a la doctrina aceptada por la iglesia de Éfeso de
que Jesús era una sola persona a la vez dios y hombre.
Bajo el mandato de San Cirilo, patriarca de
Alejandría, el concilio depuso a Nestorio, y condenó su doctrina. Declaró que
Jesucristo es dios verdadero y hombre verdadero, que tiene dos naturalezas
(humana y divina) fundidas en una sola persona.
Como extensión lógica de esta idea el concilio aprobó
el título de “madre de dios” (en griego theotocos, “portadora de dios”)
para María.
Automáticamente, comenzaron las persecuciones contra
Nestorio y los seguidores de su doctrina. La historia nos demuestra que los
ciclos en la humanidad-en cualquiera de sus facetas- se repiten periódicamente,
así los cristianos que hasta poco tiempo antes habían sido perseguidos como
paganos, a poco que tomaron ciertas cota de poder económico y político, se
convirtieron en perseguidores y exterminadores de sus propios hermanos de
credo, ¡precisamente desde el Imperio romano! simplemente por no compartir los
planteamientos interesados de un grupo de dirigentes clericales inculcadores de
claras herejías en el cristianismo primitivo.
Los nestorianos se establecieron como entidad
religiosa separada cuando un amplio grupo emigró a Persia, India, China y
Mongolia en el año 489, para escapar de las persecuciones que se llevaban a
cabo contra ellos en el Imperio romano. Su centro intelectual fue la escuela
que fundaron en Nisibis, creando además
obispados en Arabia y la India
bajo la dirección de los patriarcas de Seleucia-Ctesifonte. Perseguidos de vez
en cuando por los persas seguidores del zoroatrismo, obtuvieron la protección
legal de los musulmanes en el año 637 tras la conquista árabe de Persia.
Para concluir estas líneas digamos que los nestorianos
entre los siglos VII y XIV, gracias a un gran esfuerzo misionero, se
instauraron comunidades nestorianas en Asia central, Mongolia y China, que en su
mayoría serían absorbidas más tarde por el Islam. En la India, tras la ocupación
portuguesa (siglo XVI), la mayor parte de los nestorianos abrazaron la fe
católica y adoptaron el nombre de caldeos, al igual que hicieron muchos
nestorianos en Mesopotamia. Algunos optaron por prestar lealtad y obediencia al
patriarca jacobita (monofisita) de Antioquia
y otros, en Irán, pasaron a formar parte de la iglesia ortodoxa rusa (1912).
Durante la I Guerra
Mundial un tercio aproximado de los nestorianos restantes murieron de hambre o
fueron masacrados por los turcos y los
kurdos.
CHAXIRAXI Y GUANCHES
Estatua
de la “Diosa Celeste” , imagen de bulto de la virgen de Candelaria copia de la
primitiva a la que posiblemente le fue añadido el niño con la paloma en las
manos después de cristianizada (algunos autores sostienen que esta imagen es
realmente la original que estaba en posesión del pueblo guanche). El niño porta
en sus manos una paloma símbolo de la Diosa Tanit-Tara.
Obsérvese que las vestiduras de la imagen están repletas de estrellas de ocho puntas, tanto en el
frente del manto como en la espalda, las estrellas son el símbolo de la Diosa Chaxiraxi en su aspecto
como “Diosa-Celeste” Astarte, o Venus, título asimilado por el catolicismo a la
virgen María.
ISIS CON NIÑO AL LADO DERECHO
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