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viernes, 7 de agosto de 2015

LA CRUZ CON 4 PUNTOS, SÍMBOLO DE LA RELIGIÓN PRIMIGENIA


De Valeria Putzu y Federico Melis

En mis investigaciones sobre prehistoria a menudo he encontrado un símbolo representado en diferentes culturas, desde la Península Ibérica, hasta el África, la Cerdeña, la Rumanía/Bulgaria, que con unas variaciones ha perdurado por milenios. Lo encontramos también en área celta, desde Alemania hasta Islandia, incluso después del fenómeno del cristianismo. Cómo ya habíamos visto en el caso de la escritura ogham, también por las simbologías religiosas y las festividades, los celtas han absorbido culturas anteriores, trasmitiendo importantes informaciones sobre ellas. Por casualidad en España he encontrado el símbolo en dos de los sitos (Sierra de la Demanda y la zona de Alcántara de Cáceres) en los que hay estelas con textos en ogham, lo cual confirma que ésta era la religión de una población que tenía en común sistemas de escritura, formas edilicias, conocimientos astronómicos (que explicaré mejor en los futuros artículos), costumbres y posiblemente idioma.


He investigado bastante sobre el significado de este símbolo, en esto me han ayudado comprender las representaciones celtas más tardas y las relaciones (analizadas por Federico, coautor de este texto) entre los calendarios celtas y el ciclo de las antiguas festividades sardas, relacionándolas a la simbología de algunas pintaderas y he llegado a la conclusión que la cruz con 4 puntos es un símbolo religioso/calendarial, en el sentido que representaba sea el conjunto de los dioses de esta antigua religión, sea un sistema de representación del tiempo, que incluía año y estaciones, pero también semana y puntos cardinales, y ponía todo esto en relación simbólica con la vida humana.
Las líneas que constituyen los brazos de la cruz representarían las posiciones importantes del sol: solsticio de invierno, equinoccio de primavera, solsticio de verano, equinoccio de otoño. Los puntos representarían las posiciones importantes de la luna: luna creciente, luna llena, luna menguante y luna nueva (por este motivo a veces el último punto, el de arriba a la izquierda, que indica la dirección norte-oeste, es representado más desdibujado o está ausente).
A cada uno de estos puntos o líneas se le asocia una divinidad con su festividad específica y un animal totémico relacionado al respectivo dios o diosa. Estas ocho divinidades formaban las 8 parejas primigenias.
Analizamos cuales eran estas festividades, divinidades y animales.
A la barra vertical de la cruz, la que indicaba en norte, le correspondía la fecha del 21 de Diciembre, el Solsticio de Invierno, el nacimiento, o mejor dicho el re-nacimiento del sol, el alba. Era presidida por un dios solar, cuyo animal totémico era el león (en las religiones mediterráneas más antiguas este dios correspondía a Hercules/Melquart). Se le asociaba también el primer día de la semana (Sunday en inglés, el día del sol).
La festividad siguiente, el punto entre el solsticio de invierno y el equinoccio de primavera, no estaba asociado a una fecha precisa, era la semana de luna creciente en el periodo intermedio entre las dos fechas solares simbolizaba la infancia, presidida por una divinidad virgen y lunar, cuyo animal totémico era el ciervo. También hoy en día se celebra esta festividad de la infancia hacia el mes de Febrero, el carnaval, al que todavía hoy no se le asocia una fecha determinada, sino que la fecha varia cada año en función de las alineaciones de la luna. El día correspondiente de la semana era el lunes, día de la luna.
La barra horizontal que apuntaba al este correspondía al equinoccio de primavera (en los equinoccios el sol surge exactamente al este), corresponde a la mañana, a la adolescencia, periodo en que los jóvenes son particularmente combativos. El dios que presidía esta festividad era una especie de dios-montaña que gobernaba los terremotos y también unos aspectos de la guerra, su animal totémico era el jabalí (en las religiones mediterráneas más antiguas se trataba del dios Atlante, luego substituido en parte por dioses diferentes, responsables cada uno de un único aspecto de la divinidad inicial: Hefestos por la metalurgia, Poseidón como divinidad marina, Ares por el tema de la guerra), el día de la semana asociado a este dios era el martes.
La pareja del dios montaña era la diosa madre, la madre tierra, la diosa de la fertilidad. En su honor se celebraban rituales de fertilidad, con apareamientos rituales, sobrevividos hasta las fiesta celticas del Belthane medioeval, que se celebraban a primeros de Mayo con la luna llena. Estas fiestas se han traslado con el Cristianismo en la Pentecostés, periodo en el que se usaba celebrar las bodas. El animal totémico asociado a esta divinidad era en origen la osa, luego substituida por la vaca/toro (explicaré la razón en futuro). No había un día de la semana asociado porqué los días hacían referencia a los planetas externos a la tierra, mientras el planeta asociado a esta divinidad era la propia Tierra.

En la segunda parte del año las relaciones se invierten: las diosas tienen connotaciones solares, mientras los dioses asumen la parte lunar, una paridad de género tan radical es difícil de alcanzar incluso en tiempos modernos.

El solsticio del verano estaba dominado por una diosa protectora de la familia, de las mujeres embarazadas (probablemente porqué en este periodo se hacían evidentes los efectos de las ceremonias de Mayo), a la cual eran consagradas las aguas y las fuentes, inventora de la medicina, cuyo animal sagrado era la serpiente. Esta diosa en las religiones más patriarcales de las épocas siguientes ha sido a veces sustituida por divinidades masculinas, Mercurio o Asclepio, en cuyo cetro se puede notar la serpiente. El día de la semana asociado era el Miercoles.

Su esposo era el dios de las aguas atmosféricas, de los rayos y de las tempestades, cuya festividad caía en Agosto, cuando probablemente se pedían lluvias por los campos sedientos. Esta pareja divina se vuelve cada vez más importante con el paso de los siglos y en algunas religiones sucesivas se vuelven los dioses principales. El animal totémico es el águila, que según griegos y romanos no podía ser alcanzada por los rayos, el día de la semana era el Jueves.
Llegamos al fin a la última pareja con la divinidad solar femenina protectora de la cosecha, del trigo, de la vendimia, una especie de Demetra/Proserpina en la que con la recolección de los frutos incumbe la muerte de la planta la preparación de la naturaleza para el invierno. Comenzando con el equinoccio de otoño (representado por la barra de la cruz vuelta hacia el oeste, la dirección en la que se pone el sol en este periodo), los días se vuelven más cortos y la naturaleza se prepara para el descanso invernal, las hojas se vuelven amarillas, metáfora también de la viejez humana. El animal consagrado a esta divinidad no está totalmente claro, probablemente en origen era una especie de pájaro, más adelante evoluciona en ser alado, una especie de ángel. El día de la semana asociado era el viernes.
Por acabar, la última festividad se celebraba en los primeros días de Noviembre, como se puede fácilmente entender por la divinidad femenina anterior, esposa del dios que la presidía, se trataba de la fiesta de los muertos, la ausencia de vida incluso en la representación de la fase lunar correspondiente, la luna nueva. El animal sagrado era el perro o el lobo, que en muchas religiones custodia el inframundo (Cerbero) y el día de la semana asociado era el sábado, saturday en inglés, del planeta/dios Saturno.

Las fotografías que se incluyen son:
– de Eliseo López de la Sierra de la Demanda, Burgos,
– de Alberto Durán Sánchez de Charca de Cueto, Cáceres,
– de Lina Scarpa y Marcello Cabriolu de Fordongianus,
– el sillar del Nuraghe de Nurdole (foto encontrada en Internet, ignoro el autor, así que no puedo citarlo),
– de Cristina Antonovici: la parte posterior de la esfinge de Bucegi, Romania.
– cultura protoBactriana (entre los actuales Turkmenistán, Uzbequistán y Afganistán), 2300 A.C. foto encontrada en Internet.
– calendario Celta.

Quién quiera más información sobre el tema del calendario/pintadera sardo, puede remitirse al libro de Leonardo Melis: “I custodi del tempo”, P.T.M Editrice, 2008

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