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martes, 18 de agosto de 2015

La conciencia espiritual del siglo XXI






Tenemos necesidad de expandir nuestra conciencia, lo cual es una legítima búsqueda de espiritualidad que significa conocer más acerca de nosotros mismos. Buscar la espiritualidad es elevar la conciencia hasta niveles que nos aporten la comprensión definitiva de que nada se crea, todo se transforma. No como una ley que aprendemos en la escuela, sino entendiéndolo sólidamente, sintiéndolo con todas las células de nuestro ser. Es preciso comprender de una vez por todas, que a toda acción se opone una reacción de la misma intensidad. Que no existe un Dios que castiga y pune, sino que nuestros actos pueden volverse contra nosotros mismos. Hemos de comprender que la ley de la atracción sintoniza los acontecimientos con los pensamientos que coinciden con su mismo patrón.

No podemos negarlo. Basta mirar la historia de la humanidad y ver que, aun estando todavía en mantillas en ese crecimiento, la humanidad está evolucionando. Y esto ha de ser mirado desde una perspectiva optimista, para darnos cuenta de que, pese a tantos desvaríos humanos, aun así estamos evolucionando, desarrollándonos naturalmente.

Es fácil percibir ese progreso. Basta asistir a una película que retrate historias de épocas remotas para percibir esa evidencia y sentir cuánto evoluciona también nuestro planeta, aun en medio de tantos desastres. Pero no se puede pasar por alto el hecho de que nuestro Planeta también está muy enfermo, debilitado, herido a consecuencia de tanto maltrato.

Es importante hablar de esto para enfatizar que la búsqueda de la espiritualidad en el siglo XXI se produce en una condición muy distinta a la que había en el siglo XV, por ejemplo. Lo mejor es que nadie es condenado y muerto en la hoguera por hablar de espiritualidad. ¡Si aquella conducta aún se produjese, yo mismo, ciertamente, ya me habría convertido en churrasco!

Ese universo de posibilidades, aliado a la necesidad emergente de curar el planeta, así como a la tecnología de información accesible, lo vuelve todo más fácil y especial. Por ello, buscar la espiritualidad en el siglo XXI es tarea de máxima prioridad, si bien mucho más sencilla ahora que en los siglos anteriores. La gran dádiva divina para este momento es que podemos, de manera inédita, unir ciencia, tecnología y espiritualidad para, mediante esa exitosa comunión, crear posibilidades de resolver los problemas del mundo. Véanse los equipos electrónicos avanzadísimos, las computadoras, los teléfonos móviles, la medicina tan bien equipada, medicamentos increíbles, los medios de comunicación globalizados, la información en tiempo real, la radio, la televisión, los medios de comunicación social en general, los modernos medios de transporte, las nuevas fuentes de energía ecológicamente correctas y mucho más.

Por tener la oportunidad de ver y ayudar a esa unión fantástica entre ciencia y espiritualidad, en favor de una causa noble, este momento histórico puede ser considerado un regalo de la Divinidad a la humanidad.


Lo que más motiva en esa búsqueda de la espiritualidad es que, cuanto más elevemos nuestras conciencias a niveles más angelicales, más libres nos haremos, abandonando el sufrimiento y curando la miopía que no nos permite comprender los mecanismos naturales de evolución universal.

Solo sienten odio, ira, celos, envidia, miedo, inseguridad, resentimiento, quienes no comprenden esos mecanismos universales (la mayoría de la población mundial). Quienes buscan y encuentran la espiritualidad dentro de sí hasta pueden sentir esas emociones negativas periódicamente, incluso en función del inconsciente colectivo en que vivimos. Pero con esta nueva forma de ver el mundo, será posible ya no dar alimento a esas inferioridades, y que la cura de esos aspectos se convierta en algo real.

Me refiero a la capacidad de no hacernos terreno abonado para esos aspectos inferiores que son ilusiones del ego. Quienes buscan esa espiritualidad dentro de sí mismos se topan con momentos mágicos, repletos de alegría y plenitud, que consiguientemente suscitan motivación para ayudar al prójimo. Naturalmente, brotará un fuerte empeño en mostrar las ‘buenas nuevas’ a las demás personas. Podemos convertirnos en generadores de energía positiva, la cual, producida abundantemente por una persona en su equilibrio espiritual, puede tranquilamente ser emanada hacia más personas en su entorno, hacia los ambientes y hacia el planeta en general.

En este momento se hace necesaria mucha tolerancia, compasión, paciencia, y principalmente respeto, para comprender que cada persona tiene su tiempo de despertar, que no necesariamente será el mismo nuestro.

Hemos vivido la vida dejando el mando al piloto automático durante muchos años, concentrados solamente en los intereses del ego, que honradamente son ínfimos, si nos basamos en las verdaderas necesidades esenciales que tiene el espíritu. Por un motivo cualquiera, de un momento para otro, buscamos esa espiritualidad y podemos encontrarla. Cuando llega a suceder esto, la impresión transmitida es como si una bomba de luz hiciese saltar por los aires conceptos y perspectivas antiguas de tu vida. Entonces te das cuenta de cuánto tiempo has perdido dormitando, de cuánto has llegado a sufrir, y de que esa nueva consciencia podía haber sido un poderoso instrumento para resolver las adversidades del pasado con mucha más levedad y eficiencia.
Cuando cualquier persona se abre y expande su conciencia, es como si pudiese tener una visión periférica (como la de las águilas) que le permite mirar a lo lejos y ampliamente. Fruto de ese proceso sobreviene un vivo encantamiento, tan grande e intenso que a veces puede llegar a desequilibrar a la persona, produciéndole cierta fascinación. Ese fenómeno es incomprendido por aquellos que aún no han despertado para esa espiritualidad, pudiendo ser interpretado como fanatismo.
Cuando esa apertura sobreviene, el individuo quiere a toda costa que las personas cercanas a él también vivan la experiencia de esas dádivas, que es esa conciencia más espiritualizada. Sin embargo, como queda dicho, cada cual tiene su tiempo, y esto ha de ser respetado, a fin de que la persona no haga el papel de loca y desequilibrada ante aquellos que todavía no están maduros para descubrir los beneficios de ese nuevo estado de conciencia.
Ser espiritualizado es conocer más acerca de nosotros mismos y saber respetar los momentos de cada cual.

(Bruno J. Gimenes - sintonia@luzdaserra.com.br

Traducción de Teresa - teresa_0001@hotmail.com

Todos Somos Uno.El sitio del autoconocimiento)





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