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jueves, 15 de octubre de 2015

LA DIOSA: EL PRINCIPIO FEMENINO



             LA DIOSA: EL PRINCIPIO FEMENINO

Partimos nuevamente de los evangelios apócrifos que tienen el poder echar luz sobre lo oculto, sobre lo silenciado por la iglesia católica.

 Un fragmento de los manuscritos de Naj Hammadi conocido con el nombre de “El Trueno, intelecto perfecto” habla de la Diosa, que aparece en términos de un poder femenino que revela:
“Yo soy la primera y la última. Yo soy la honrada y la encarnecida. Soy…y la santa. Soy la esposa y la virgen. Soy la madre y la hija… soy aquella cuya boda es grande y no ha tomado esposo. Soy conocimiento e ignorancia. Soy fuerza y soy temor. Soy necia y sabia. Yo no tengo dios y soy una cuyo dios es grande. En el libro secreto se revela que la madre, llamada también barbelo, era el principio femenino del padre, su contrapartida, su complemento. En el evangelio según Felipe y en el evangelio según Tomás aparece la imagen de la madre divina, que sería Sophía, la sabiduría, primera creadora universal de la que surgieron las criaturas.
En el Hipostas de los Arcóntes, Dios se encuentra con una deidad femenina sumamente poderosa y se produce el siguiente diálogo: “… él se volvió arrogante, diciendo: soy yo quien es Dios y no hay ningún otro aparte de mí… “. Una voz surgió de encima del reino del poder absoluto diciendo: “estás equivocado, Samael (Dios de los ciegos). Y él dijo: si alguna otra cosa existe antes que yo, ¡que se me aparezca! E inmediatamente Sophía extendió un dedo e introdujo la luz en la materia y bajó tras ella a la región del caos… y el de nuevos dijo a sus vástagos: soy yo quien es Dios de todo. Y Vida, la hija de la sabiduría, clamó; le dijo a él: estás equivocado, Saclas.
Según el gnóstico Ptolomeo en su carta a Fiora, Sophía es la intermediaria entre el alma del mundo (de mi urgo) y las ideas (pleroma) o plenitud; es parte del hombre primordial y lo abandonó, por lo que no puede existir salvación sin volver a encontrarlo.
¿Qué significa esta preferencia de los femenino vinculado a lo divino que aparece en los textos gnósticos? El primitivo cristianismo tuvo una presencia de lo sagrado femenino, que luego fue suprimido por iglesia. Tal como lo expresa el Código da Vinci nadie ha hecho más por erradicar la historia de la diosa que la iglesia católica.
¿Qué es la historia de la diosa, el culto a la diosa?
Vamos a ello: en todas las culturas prehistóricas (y en muchas otras posteriores), la figura cosmogónica central, la potencia o fuerza pro creadora del universo, fue personalizada en una figura de mujer, y su poder generador y protector era simbolizado mediante atributos femeninos -nalgas, senos, vientre gravido y vulva-bien marcados. Ésa diosa, útero divino del que todo nace y al que todo regresa, para ser regenerado y proseguir el ciclo de la naturaleza, denominada gran diosa o gran madre, presidió de manera exclusiva la expresión religiosa humana desde, aproximadamente, el 30,000 a.C..
Esas primeras sociedades se regían bajo designios femeninos y consideraban la tierra como madre y la muerte e inhumación como regreso a su vientre. Esas culturas pre-agrícolas y agrícolas primitivas, desarrollaron una suerte de religión cósmica que implicaba la renovación constante y periódica de la vida, cuyo objeto de culto era la diosa madre. Según esta concepción, en tanto la tierra era la madre, tanto plantas como animales y seres humanos eran considerados hijos de esa madre y, por lo tanto, estaban sujetos a sus leyes y designios. La importancia de la Diosa Madre quedó reflejada desde el paleolítico a través de la famosa Venus de Willendorf, escultura en piedra calcárea que data del año 26,000 a.C. y de otras culturas, aún anteriores pero menos famosas, como una serie de estatuillas femeninas que datan del año 30,000 a.C.. Esas figuras son de pequeño tamaño -entre 3 y 22 centímetros- y están esculpidas en piedra, hueso y marfil y representan mujeres, especialmente en su función materna. En ellas, las vulvas, los senos, las nalgas y los vientres de embarazadas destacan, lo que genera un fuerte contraste con la cabeza y las extremidades, que aparece notablemente menos definidas.

En estas mitologías de la Diosa Madre son motivos fundamentales: el misterio de la sexualidad femenina, el enigma de la concepción y el parto, la asociación del ciclo femenino con el ritmo de la luna y la idea de tierra entendida como vientre. Esta diosa primordial era única e incluía en su figura todas las fuerzas de la vida: nacimiento, vida, muerte y renacimiento. Todas las mujeres eran sus sacerdotisas y, por lo tanto, servidoras de su voluntad y manifestaciones terrenales de su poder.
Pero, tal como lo señalamos, la importancia de la diosa no fue sólo prerrogativa de los tiempos prehistóricos, ya que de maneras diferentes y con distintos atributos aparece en diversas culturas.
Para los egipcios, la diosa Isis tiene poderes tanto divinos como humanos y es la inventora de la agricultura. En la Mesopotamia aparece la diosa Ninli, reverenciada por enseñar a cultivar la tierra. En Sumeria, se consideraba que la diosa Nidaba fue la inventora de las tablillas de arcilla y del arte de escribir. En la mitología india, la vida femenina Sarasvati es a quien se le atribuye la invención del alfabeto. En Grecia y en Catal Huyuk, las ofrendas de granos se realizaban en los santuarios de las diosas. También podríamos mencionar a Ishtar (de Babilonia), a Freya (de Escandinavia), a Anath (de Canaán) y a Astarte (de fenicios), entre muchísimas otras deidades femeninas que dominaron en tiempos antiguos.
Pero lo verdaderamente importante no es tanto la idea de una divinidad femenina en sí, sino la concepción del mundo y del ser humano (y de sus relaciones entre sí) que esto encierra. En tanto Diosa Madre, posee las características de esta última: es quien da la vida, quien ampara, quien ama a sus hijos de manera incondicional y a todos ellos por igual.

Con el paso del tiempo y por diversas circunstancias, ésa suerte de matriarcado, donde el principio femenino es fundamental, va desapareciendo y toma su lugar el dios masculino a través de un largo proceso de transformación, que desposeyó a la mujer de su ancestral poder y lo depositó en manos de los varones y de una deidad masculina que los representase. Con ello, el proceso de creación dejó de entenderse mediante un símil con la fisiología reproductora femenina y pasó a ser descripto como el resultado de instrumentos de poder masculinos.
Nuevamente, en el paso de la deidad femenina a la masculina, lo que verdaderamente importa es la concepción de fondo que esto implica. Con el omnipotente (y hasta autoritario) dios masculino, ya no se está en presencia de esa madre nutricia que ama a todos sus hijos de manera incondicional, sino de un padre en cierta manera terrible que tiene y ejerce el poder de castigar y de preferir a unos hijos por sobre otros. Por ello, con el surgimiento y el posterior fortalecimiento del Dios masculino y todopoderoso, aparició un clero con una estructura de poder claramente piramidal y emergió la sociedad de clases y la monarquía, mientras que el poder de la diosa decrecía (al tiempo que sucedía otro tanto con los poderes de las mujeres terrenales).
Pero, vinculado al poder de la diosa, existe otra concepción sumamente importante que también es abordada por el Código da Vinci: la del sexo y el matrimonio sagrado.

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Bibliografía:
Chandelle, René;” Más Alla del Código Da Vinci”



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