Hasta donde sabemos, y conforme a
la estrategia constitutiva practicada por las comunidades antiguas, las
poblaciones isleñas también armaron un discurso comprensivo e integrador de su
realidad natural, social e histórica. Guía necesaria para la aplicación de los
principios de solidaridad y represión que habían de garantizar la cohesión,
subsistencia y reproducción del grupo, su cosmovisión contenía por supuesto
ingredientes míticos de inspiración religiosa:
Tenian los naturales para si, que Dios los auia criado del agua y dela tierra, tantos
hombres como mugeres, y dado les ganado para su sustento: y despues crio mas
hombres, y como no les dio ganados, pidiendoselos
a Dios les dijo, serui[d] a esotros y daros an de comer y de alli vinieron los
villanos que siruen y se llaman Achicaxna [Espinosa (1594: 25r) 1980: 42].
Por descontado, cabe pensar en cierta
influencia cristiana en esa formulación, bien en la redacción de la crónica o
bien en unas creencias insulares que habían convivido durante bastante tiempo
con los misioneros europeos. Pero, en realidad, esa imagen creacionista es
mucho más antigua en la historia mitológica de la humanidad que la religión de
la cruz.
Con todo, un lugar no menos importante
ocuparon así mismo los anclajes más mundanos, también confiados a una tradición
oral que, con mayores o menores distorsiones, alienta todavía en la memoria, la
percepción y los comportamientos de una parte –con seguridad, menguante– de los
isleños actuales:
[...] ilos maestros eran mujeres para niñas, íhombres para enseñar muchachos; no conocíeron
letras ní caracteres (aunque se Valían depinturatosca). La doctrínaeran historias como
corridos i jacaras deValientes, desusReíes i hombres señalados, linajes, iotras
cosas decampo de plantar, sembrar, illuuias, íseñales delostiempos Como
pronosticos en refrançitos [Cedeño (ca. 1490: 15r) 1993: 373].
Ni la ideología ni el propósito de los
conquistadores les dejó mucho margen para ponderar y comprender la complejidad
de la visión ínsuloamazighe del mundo, donde la realidad material,
espiritual y divina se concebía en una existencia común que compartían los
habitantes y elementos de la naturaleza, imbuidos todos de sensibilidad,
voluntad y consciencia. Un conocimiento asumido como estratégico y, en
consecuencia, sometido a una circulación restringida:
Esto es lo que de las costumbres de los
naturales he podido, con mucha dificultad y trabajo, acaudalar y entender,
porque son tan cortos y encogidos los guanches viejos que, si las saben, no las
quieren decir, pensando que divulgarlas es menoscabo de su nación [Espinosa (1594: 27v) 1980: 45].
De ahí que, junto a esas confusas
lecturas europeas, tampoco abunden las revelaciones expresadas en la lengua
insular, perspectiva principal de nuestro análisis como ya adelantamos en su
día. Queda quizá la excepción de esa mitología más ligada a la organización
social y política de las comunidades isleñas, mejor representada en las fuentes
documentales, cuyos contenidos y alcance requerirán un tratamiento específico.
Ahora, como ejemplo de las instancias etnolingüísticas que se movilizaron en la
factura y fertilización de esos mitos, repasaremos el único caso donde la
propia voz nativa habla de la fundación de un primer asentamiento insular:
Los naturales Guanches viejos dizen que tienen noticia de inmemorable tiempo, que vinieron a esta Isla sesenta
personas, mas no saben de donde, y se juntaron y hizieron su habitacion junto a
Icode que es vn lugar desta Isla, y el lugar de su morada llamauan en su lengua.
Alzanxiquian abcanahac xerax, que quiere dezir, Lugar del ayuntamiento del hijo del grande [Espinosa (1594: 15v-16r) 1980: 33].
Admisible en términos generales, la
traducción del dominico alcalaíno no vierte la riqueza de matices que contiene
el enunciado insular. Pero su exquisita versión de este mito fundacional, que
presenta como un topónimo sin duda peculiar, nos permite apreciar una de las
articulaciones más relevantes tejidas en la concepción cosmogónica de las
Islas.
En notación moderna, la proposición
revela que als-ângh ikiyan
abz´ a-nn ahaz´ Ahgheragh, es
decir, ‘recomienza para nosotros el origen (del) ayuntamiento que es allí donde
está el vínculo con el Grande’. Toda una declaración colectiva que convoca dos
aspectos medulares para su comprensión de la existencia: el nuevo trayecto
vital (als) del grupo ‘fecunda sus raíces’ (ikiyan abz´),
genera un origen, en una estrecha ‘cercanía o conexión con la divinidad’ (ahaz´
Ahgheragh). Por tanto, inauguran el tiempo identitario de la memoria.
Glosario
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corrido: composición poética popular en
la que se canta alguna aventura, hecho o historia.
jácara: cuento o historia que se solía cantar y bailar. |
FUENTES
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CEDEÑO, Antonio. (ca. 1490). Conquista de la isla de Gran
Canaria vna de las 7, en F.
Morales Padrón (1993: 343-381).
ESPINOSA, Alonso de. 1594. Del Origen y milagros de la Santa Imagen de nuestra Señora de Candelaria, que aparecio en la Isla de Tenerife, con la descripcion de esta Isla. Compuesto por el Padre Fray Alonso de Espinosa de la Orden de Predicadores, y Predicador de ella. Sevilla: Juan de León. [Hay ed. moderna de A. Cioranescu, publicada en S/C de Tenerife por Goya en 1980]. |
BIBLIOGRAFÍA
|
MORALES PADRÓN, Francisco
(ed.). 1993 (1978). Canarias:
crónicas de su conquista. Las
Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular (Ínsulas de la Fortuna, 2), 2ª ed.
REYES GARCÍA, Ignacio. 2004. Cosmogonía y lengua en Canarias. S/C de Tenerife. Foro de
Investigaciones Sociales.
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