Una de las celebraciones más
importantes en el calendario de las festividades de los antiguos es, sin lugar
a dudas, el Beñesmer. De marcado carácter festivo, eran realizadas para
celebrar la recogida de la cosecha y dar gracias a Magec por la fertilidad de
los campos y el ganado en general. Comenzaban a partir de día 7 de agosto con
la “renovación de los fuegos” y culminaba el día 15 del mismo mes y se
celebraban en todas las comarcas de la isla.
En esos 9 días, en la isla se
podía pasar de una comarca a otra sin que esto fuera motivo de conflicto. En
esta festividad se organizaban famosas competiciones de carácter deportivo y
que en el fondo subyacía la intencionalidad de ganar los favores de la
divinidad para la comunidad, representada por el participante de turno.
También se realizaban las
entregas de ganigos en las guácaras, a las parejas que solicitaban unirse y el
reparto por auchones de las semillas consagradas que debían ser plantadas a
partir del 21 de marzo.
Los días álgidos de esta
celebración, eran el día 8 y 15.
En el anochecer del día 7 de
agosto se apagaban todos los fuegos, tanto los que permanecían en los espacios
sagrados como los que estaban en los auchones, pues el fuego se consideraba sagrado
aunque estuvieran en los hogares, por ser una representación de Magec.
En todos los lugares sagrados se
entonaban cánticos y plegarias a la divinidad pues se creía que si los fuegos
no volvían a encender, el mundo habría llegado a su fin. En el amanecer del 8
de agosto con gran ceremoniocidad se volvían a prender todos los fuegos, dando
grandes muestras de júbilo. La culminación de la festividad se celebraba el 15
de agosto con la peregrinación a los santuarios donde se celebraban cultos a la
fertilidad. Curiosamente, la iglesia católica incorporó esta tradición en la
tradicional caminata hasta la villa de Candelaria en un intento de captar la fe
de los nativos hacia el nuevo culto. Esta superposición de cultos trajo más de
un quebradero de cabeza a la autoridades eclesiásticas hasta épocas
relativamente recientes, pues los peregrinos y peregrinas que acudían a estos
antiguos lugares de culto siguieron realizando rituales a la fertilidad, como
la de hacer el amor en las cercanías de la cueva de Achibinico (cueva de San Blas) en Candelaria o en la
antigua ermita de la virgen del Socorro
en el barranco de Chinguaro en
Güimar en la madrugada del 15 de Agosto o en el caso de las mujeres que tenían
la menstruación dejar un pañuelo con la sangre de la misma a manera de
ofrenda y que motivó la prohibición de tales prácticas por la iglesia
tachándola de paganas y pecaminosas.
Fernando
Hernández González*
Autor de 'Taucho, la memoria
de los antiguos'.
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