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viernes, 23 de agosto de 2013

LA DIOSA MADRE EN LAS ISLAS CANARIAS






(Libro inédito)


CAPITULO-XII-II


LA DIOSA MADRE  EN ÁFRICA


Eduardo Pedro García Rodríguez
Hogon. Sacerdote del culto a la vida y, con el tiempo, cabeza religiosa de los dogón. Los intereses cotidianos son decididos por el más anciano del linaje patriarcal; pero por otra parte, cada poblado (o bien un grupo de poblados) está subordinado a un hogon, el cual ayuda a las personas atribuladas con diversos rituales y funciones profanas. Existe un “hogon supremo”, pero su autoridad es poca y mal determinada. Como líder religioso, el hogon es básicamente responsable de la buena marcha general de las cosas, principalmente de la fertilidad del suelo y, como sacerdote de la lluvia, de que ésta sea suficiente. En Sanga es elegido entre los más ancianos, en otros pueblos se nombra un hombre más joven lleno de energía vital”, pero que debe pertenecer a un determinado linaje. El origen del hogon se encuentra en la mitología: el Urahn de la tierra de los mande tuvo dos hijos. El mayor tuvo tres hijos con mujeres diferentes, que fueron los fundadores de los dyon, dono y oro, grupos secundarios de los dogon; mientras que el hijo menor de Urahn se convirtió en el primer antepasado de los arti. Cuando éste murió como el pri­mero de los antepasados, los dogón llevaron tierra de su tumba hasta su nuevo emplazamiento, donde levantaron un altar en el que se instalaron a vivir.
DIOSA DOGON DE LA FERTILIDAD


Iniciación (del latín initiare, comenzar, emprender, o bien initiato, celebración festiva del culto secreto a los dioses). Celebraciones, en parte de carácter profano y en parte religioso, realizadas en muchas sociedades tradicionales al iniciarse la pubertad, con el fin de que el adolescente se convierta en adulto. Este nuevo estatus implica la madurez sexual y moral, y responsabilidades sociales, como una fase cuantitativamente nueva de la vida. Desde el punto de vista formal puede diferenciarse entre las iniciaciones individuales (típicas para las niñas y más raras para los varones) y las iniciaciones colectivas (habituales para los jóvenes y menos frecuentes entre las niñas). Sin embargo, la estructura es básicamente la misma en todos los casos: los que van a ser iniciados son separados de sus familias y llevados a un “campamento de aislamiento” separado del poblado (en las ceremonias individuales una cabaña separada). Allí, los ancianos (o bien las ancianas) les someten a determinadas torturas corporales (palizas, vejaciones, privación de alimentos y de sueño, pruebas repugnantes) para fortalecer su fuerza de resistencia física y moral, al tiempo que les enseñan importantes conocimientos de su cultura, como la moral social y sexual, y la tradición religiosa. Dado que se trata de un decisivo cambio de existencia, en el núcleo de la iniciación se produce un renacimiento: la separación de la familia equivale a su “muerte”. En el campamento de aislamiento, que equivale al reino de los muertos, son “matados” por los antepasados -y como “muertos”- durante un periodo no pueden comer ni hablar, ni tan siquiera moverse; suprimen la higiene personal y reciben una pintura blanca. Durante esta fase central tiene lugar su transformación: se les practicará la ablación y se les distinguirá con la característica de su grupo (mutilaciones en labios, orejas y nariz, deformaciones dentales, un tatuaje específico). A continuación se produce la relajación progresiva de todas las limitaciones; en ese momento los iniciados reciben una pintura roja, un nuevo nombre y el estatus de adulto. Devueltos a la vida, dejan el campamento, que es destruido tras ellos, y vuelven triunfantes al poblado donde les espera una gran fiesta. A partir de entonces tienen derecho a casarse. Las ceremonias individuales para las niñas tienen lugar en casi todas partes, las iniciaciones colectivas para ambos sexos sólo en las culturas agrícolas tropicales de Suramérica, Melanesia e Indonesia, así como en África. Por el contrario, las iniciaciones individuales para muchachos sólo eran habituales antiguamente como ceremonia de caza en algunas culturas recolectoras y cazadoras.
Magia. Término de origen griego (mageia) que designaba a los sacerdotes zoroástricos (magoi) de la antigua Persia, los cuales tenían fama de ser grandes magos. Los romanos lo latinizaron y le dieron las connotaciones esotéricas. La magia se utiliza sin excepción en situaciones críticas (enfermedad, necesidad, antes de actuaciones de riesgo), las cuales debido a su problemática excepcional se cree que sólo es posible solucionarlas con medios también excepcionales. Al contrario que la brujería, no consiste en ningún tipo de don hereditario, sino en una “técnica” que puede aprenderse. Cuanto mayores son los conocimientos, la experiencia y destreza que alguien posee respecto a los medios y métodos necesarios, tanto más seguro es su éxito. Pero sólo con esto no se consigue nada. La base principal de la magia es la creencia en la fuerza; ya que para poder influir sobre algo, es decir para moverlo, moldearlo, cambiarlo o alterarlo, se precisan necesariamente una o más fuerzas que el mago debe conocer y ser capaz de dominar. Según el punto de vista tradicional se puede diferenciar entre tres “fuerzas básicas”: la fuerza vital orgánica (que corresponde al alma vital); las fuerzas naturales (concentradas principalmente en el fluir del agua, el fuego, el viento, la roca dura, etc.); y las fuerzas espirituales, que corresponden a las cosas espirituales, es decir, el alma libre, los antepasados, los espíritus y los dioses. Los actos mágicos consisten en que, con la ayuda de la concentración mental (“el deseo”), determinadas fórmulas y fuerzas rituales son conducidas a su objetivo a través de las de las sustancias conductoras adecuadas, para realizar allí lo que se espera de ellas. Esto puede suceder por regla general de tres maneras distintas: por transferencia directa, es decir, “magia de contacto”, en la cual alguien entra en contacto con tina sustancia cargada de fuerza (una raíz, una pomada o una reliquia) o toma una sustancia reforzante o curativa; mediante una “radiación” dirigida a través de distancias medias (la fuerza vital se transfiere con palabras, cantos, gritos, la mirada o determinados gestos direccionales); o por acción a distancia. En este último método, el objetivo (una persona ausente, un antepasado, un espíritu) se encuentra fuera del entorno de percepción, de manera que no puede observarse su reacción. En este caso la transferencia sólo puede utilizar fuerzas espirituales, el alma libre (concentración mental, fuerza de voluntad) o un poder espiritual puesto a nuestro servicio. Para dejar claro lo que se pretende se utiliza un lenguaje similar al de los signos: el terapeuta se expresa análogamente (magia por analogía), hace una pantomima de la persona que tiene en mente o la muestra en una imagen (magia por imágenes). Por ejemplo, el terapeuta pincha con una aguja un muñeco de cera en la zona del corazón, para eliminar de esta manera a un rival odiado. La magia es un concepto antropológico universal. En todas las culturas conocidas, incluso en las prehistóricas, se conocía y practicaba. Dado que los éxitos son comentados y los fracasos pueden atribuirse a errores en la preparación y práctica del encantamiento, parece irrefutable e incluso sobrevive, aunque de forma más clandestina, en las “modernas” civilizaciones industriales: en el amor, deporte, juegos de azar, enfermedades y tribulaciones, guerras, publicidad y en la propaganda política.
Magia negra. Voluntad de causar daño a una persona, ya sea física o psíquicamente, en sus propiedades (la cerámica estalla al ponerla al fuego), los frutos del campo, el ganado o la reputación social (sembrar desconfianza, crear envidias), con los medios y las técnicas de la magia. Un ejemplo típico es la mundialmente difundida “ligadura”, que consiste en atar pajas, correas o cuerdas, con el fin de disminuir la potencia, es decir, la libre movilidad del miembro viril de un hombre al que se quiere mal. El grado máximo de la magia negra está representado por la magia de la muerte. Como en toda magia existe un gran número de posibilidades para elegir. Así por ejemplo, se empuja o se lanza una vara en la dirección en la que se sabe se encuentra la víctima; se dice su nombre y se expresa el correspondiente deseo, algo así como “quisiera arrancarte el corazón”. También se puede obtener algún objeto propiedad personal del afectado y colocarlo en el féretro de un muerto, tal y como hasta hace 100 años se hacía en ciertas zonas de Europa. Con este mismo objetivo se confecciona con frecuencia un muñeco que se pincha con una aguja en la zona del corazón o se golpea. Es importante nombrar a la persona en que se piensa y formular claramente la intención. Los casos documentados se refieren a personas que supieron de la magia efectuada contra ellos, de manera que el efecto podría deberse a la autosugestión. Las autopsias demostraron que la causa de la muerte se debía a un estado de shock; se produjo un colapso, que llevó a una rápida disminución de la sangre circulante y la consecuente disminución de la presión sanguínea, que como consecuencia produjo la muerte por fallo de las funciones orgánicas.
Máscaras (del árabe mashara, bufón). Según consideraciones muy antiguas y universales, las máscaras son formas de representación de las fuerzas del más allá, tanto si ocultan sólo la cara (careta) como si tapan todo el cuerpo (máscara-disfraz), tanto si representan un aspecto de la naturaleza como si tienen una forma muy estilizada. Con frecuencia se trata de la representación de los espíritus de los antepasados, es decir, los espíritus de los muertos; aunque también puede tratarse de espíritus naturales de todo tipo, como los demonios de la enfermedad en su forma sobredimensionada o enana y muchas veces en forma de animales monstruosos. El que llevaba la máscara no sólo “representaba” al espíritu sino que se identificaba con él, sobre todo en los rituales, de tal manera que se sentía poseído por él y se convertía completamente en el espíritu, prestándole su cuerpo. Las máscaras se utilizaban en las etapas de transición, por la noche, en los cambios de estación, con motivo de las fiestas de la cosecha, durante las iniciaciones, los funerales y las fiestas para recordar a los muertos. Los antepasados sobre todo conseguían con ello la oportunidad de señalar y “censurar” pecados de tiempos pasados, y en caso necesario de repartir justicia y castigos. La comunicación con el mundo de los espíritus, entrando en contacto directo con las máscaras, era una de las prerrogativas de los hombres, que en muchas comunidades se vinculaban a una sociedad de máscaras o secreta y vigilaban las máscaras para evitar el contacto con los no iniciados, sobre todo mujeres y niños. Para ellos existía generalmente pena de muerte si llegaban a conocer qué hombre o danzarín se escondía bajo cada una de las máscaras. No obstante, con frecuencia existen mitos que hablan de unos tiempos, en los que las mujeres estaban en posesión del secreto de las máscaras, hasta que los hombres se lo arrebataron.
Oráculo. Forma de adivinación. En todos los pueblos y en todas las épocas, los oráculos desempeñaron un importante papel en la valoración de problemas de los tipos más variados. De forma diferente a los augurios y la mayoría de los sueños, el oráculo no depende del significado de signos inesperados y aparentemente casuales; el contacto con diversos poderes del otro mundo (antepasados, espíritus, dioses) se busca de forma mucho más consciente. A través del oráculo no sólo se descubre lo oculto, también ofrece ayuda para tomar decisiones en casos de crisis. Los métodos y técnicas de los que se sirve son extremadamente variados, pero siempre unidos al sistema de códigos o signos específicos de cada cultura. Es especialmente conocido el oráculo Ifa de los yoruba, que con una tirada de fichas (por ejemplo, semillas de palma) revela un número que se corresponde a un texto ritual, el cual finalmente es recitado por el sacerdote del oráculo (babalawo).
Portador de la fuerza vital o portador del alma. Secreciones y partes del cuerpo del hombre y de los animales, así como partes de las plantas, con una elevada proporción de fuerza vital. La mayoría de las culturas diferencian entre alma vital (o fuerza vital) y alma libre. Ésta última proviene del más allá (es decir, el reino de los muertos) y pertenece al tipo de los poderes espirituales. La primera se manifiesta en el hombre (y de la misma forma en los animales y las plantas) en forma de un alma vital, cuya función es mantener vivo el organismo. Las principales sustancias que lo componen, según un punto de vista común en todo el mundo, son la sangre, los huesos y los dientes, así como todas las secreciones corporales (excepto las heces); es decir, el esperma, el moco, la leche materna, el sudor, la saliva, las lágrimas y, aunque más raramente, la orina. Otras partes que en sentido más amplio también presentan elevadas concentraciones de fuerza vital son las uñas de pies y manos, el pelo, el aliento, la palabra hablada o cantada, la mirada y la sombra. Todas las sustancias citadas tienen que ver con el movimiento (= vida), o contener una gran capacidad de resistencia: la sangre “fluye”, el aliento “sopla”, el esperma y el sudor son excretados, la saliva aumenta su producción al masticar, las lágrimas son consecuencia del “movimiento” de los sentimientos, las uñas y el pelo siguen creciendo cuando el proceso de maduración del cuerpo ha finalizado, y los dientes y los huesos perduran más que cualquier otra parte del organismo.
Posesiones. Alteración del estado de conciencia, cuya manifestación somática suele ser el trance de la posesión, en la que antepasados, espíritus o deidades to­man temporalmente el alma libre o la conciencia de una persona y se expresan a través de su boca, con la voz característicamente alterada (con frecuencia también en lenguas extranjeras o con vocablos incomprensibles para los profanos) y determinan a su capricho su comportamiento y acciones. La posesión puede ser individual o colectiva, voluntaria o involuntaria (algunos médiums mantienen una relación “marital” o de amor durante toda la vida con su pareja espiritual). Si es un estado deseado, precisa de cierta preparación previa como aislamiento, ayuno y otros sacrificios, ejercicios de concentración, la ingesta de determinadas drogas que alteran el estado de conciencia, (como los alucinógenos), movimientos corporales rítmicos, música, danza, etc., con lo que el afectado entra en trance y es­tá en condiciones de entrar en contacto con el poder espiritual.
Preanimismo (creencia en la fuerza). Cada movimiento, cada proceso de cambio tanto en la vida como en la naturaleza está provocado por fuerzas, las cuales deben poder ser conocidas y controladas por aquel que desea llevar con éxito su existencia. Según la percepción tradicional, se puede diferenciar entre tres tipos de fuerzas: la fuerza vital, presente en las plantas, los animales y el hombre, activa también en la fertilidad y la fuerza germinadora (por lo que se llama principalmente en los órganos sexuales, las semillas, las frutas, los huevos, etc.); las fuerzas naturales, concentradas en los saltos de agua, el fuego, el viento y la dura roca; y las fuerzas espirituales, correspondientes a las cosas espirituales, es decir, el alma libre, los antepasados, los espíritus y los dioses. Las fuerzas vitales y naturales pueden transferirse directamente entre ellas: minerales que contienen fuerza, plantas y lugares (como la tumba de un antepasado) que aumentan la fuerza vital del hombre, la sangre, los huesos, el pelo, las uñas y otros soportes orgánicos de la fuerza que puedan ser utilizados como abono, es decir, para aumentar la capacidad de los campos. Las fuerzas actúan siguiendo un patrón. Desde la creación están unidas y, siempre y cuando no se inhiba su flujo mediante la magia o la acción de los espíritus o sea llevada a unos canales equivocados, mantienen el orden de la sociedad, la naturaleza y el cosmos. Mientras la fuerza vital (alma vital) mantiene las funciones del organismo (respiración, circulación sanguínea, etc.), y amanece y anochece, las almas libres rondan y vuelven a tomar forma corpórea y los dioses rigen el mundo. La transmisión de la fuerza tiene lugar a través del contacto directo (roce, caricia), radiación (olor, calor, la mirada y personas llenas de fuerza o achacosas), así como teleimpulsos espirituales, además de los poderes espirituales. Su utilización y control debe atender a la tradición, y su abuso se debe a una mala actuación. La magia representa un medio de hacer extremadamente útil las fuerzas vitales, naturales y espirituales.
Ritual de la anarquía. Forma extrema de los ritos de transición. Ninguna sociedad podría tener una existencia duradera in un orden legal y de convivencia estable. No obstante, existe un peligro constante de que mediante enemigos (internos o externos) y durante tinas épocas especificas (biográficas, sociales y cósmicas de transición), cuando dos partes del arco de un todo único se separan durante un instante (de manera que pueden irrumpir peligrosas influencias externas y, espíritus malignos) se provoca la desgracia, ocasionándose el caos. En las sociedades premodernas se consideran como cambios de fase de este tipo la muerte, la iniciación, los cambios de estación, el cambio de año (los “días entre los años”) y el espacio de tiempo entre la muerte del rey y la coronación del sucesor. Para prevenir sus peligros potenciales durante estas épocas, cuando el antiguo orden ha dejado de ser válido y todavía no ha entrado en vigor el nuevo, se utiliza la objetivación teatralizada del amenazante caos, para lo que prácticamente se “interpreta” este caos de forma mágico-preventiva, con el fin de mantener los acontecimientos bajo control. Según la cultura, de una, manera u otra se invierte ritualmente el orden de las cosas, de manera que durante ese periodo de transición imperan los comportamientos anárquicos. Los niños pueden insultar a sus padres o las mujeres a sus maridos, cubrirlos de porquería, incluso apalearlos. Se intercambian los sexos, de manera que las mujeres sevisten de hombres y los hombres de mujeres (transvestismo ritual). Las personas de baja posición social, como por ejemplo los mendigos, toman la posición de funcionarios y dignatarios de alto rango. Los reyes deben ceder su lugar a un “rey bufón” elegido entre las capas más bajas de la población. Las reglas que en condiciones normales rigen la convivencia, dejan de ser válidas. Las puertas de la cárcel se abren, el alcohol corre a mares; se permiten juegos prohibidos, incluso perversiones sexuales hasta el incesto; todo ello hasta la finalización de los “días locos”, cuando el antiguo orden vuelve a regir, e controla el amenazante caos y a todo el mundo le queda claro que la existencia sin reglas y orden sólo puede llevar a la destrucción.
Ritual de renacimiento. Determinado, momentos de la vida, como el nacimiento, la pubertad, la boda, una adopción, la toma de posesión de un cargo, la noche y la mañana o el cambio de año, son considerado generalmente, pero especialmente en las culturas tradicionales, como “procesos de transición llenos de riesgo”. Representan breves estados en los que se está a la deriva entre dos etapas de la vida, en donde las reglas del pasado (por ejemplo, la infancia) y a han dejado de ser válidas y las de la “nueva vida” (la existencia como adulto) todavía no los son. Dos segmentos del arco de un ciclo se separan brevemente, de forma que se crea un agujero a través del cual pueden introducirse las influencias nocivas de los espíritus malignos. Oscuro y claro, caos y orden se siguen el uno al otro como la noche y el día durante el ocaso, de manera que reina la inestabilidad y los impulsos negativos pueden desencadenar fácilmente reacciones Para evitarlo se realizan los correspondientes ritos de transición. Dado que estos procesos de transición siempre son sufridos por personas que se transforman en otras (por ejemplo, una mujer joven se transforma en madre, un hombre adulto en miembro del consejo, un visitante en huésped, una persona viva en una persona muerta, una persona atareada durante el día en una persona que descansa por la noche), los rituales siguen el modelo de la vida. Las tres fases de separación, transformación y readmisión son valoradas en el sentido de muerte, transformación como preparación para el renacimiento y el propio renacimiento. La transformación ritual tiene lugar de forma manifiesta; los afectados “mueren”, siendo expulsados de la sociedad, en ocasiones con violencia, y en ocasiones son “muertos” ritualmente. En su reclusión, que representa su estancia en el reino de los ante­pasados, se comportan como muertos, es decir, al con­trario que los vivos. No llevan o llevan ropas diferentes a las habituales, comen y hablan muy poco, utilizan la mano izquierda en lugar de la derecha, llevan pinturas blancas para parecer almas de los muertos, y tiene contacto con sus antepasados fallecidos. Pasado un cierto tiempo, frecuentemente de tres días, son “resucitados” y regresan a la sociedad, al principio como recién nacidos todavía incapaces de comer y andar correctamente, sin poder hablar. De esta manera, los críticos procesos de cambio de estado son “ligados” al circuito natural de la vida y así se evita un desarrollo incorrecto.
Ritual de transición. Según el concepto rites de passage introducido por el etnólogo francés Arnold van Gennep (1873-1957), significa asegurar los procesos de cambio de estado y de sistema, espaciales, temporales, biográficos, sociales y cósmicos. Este tipo de transiciones (cambio de límites, nacimientos, iniciaciones, bodas, cambio de estatus y de estación, la muerte) son consideradas como de riesgo y peligro, ya que representan zonas de ruptura entre dos fases de la vida, en las que el orden antiguo ya no es válido y todavía no ha entrado en vigor el nuevo. La ritualización acompaña este modelo intuitivo y lo divide en tres partes: la separación del estado anterior (del “antiguo Adam”), marcado por rituales de despedida o de muerte (ritos de separación); la verdadera fase de transición en una zona intermedia, caracterizada por la expulsión de la sociedad y de la vida cotidiana y transformación como preparación para la fase de la vida que está por venir (ritos de transformación); y la entrada en la nueva existencia, puesta en escena mediante rituales de resucitación, felicitación y aceptación en la sociedad (ritos de ingreso). El núcleo de todo lo constituye la etapa intermedia en la que tiene lugar la metamorfosis. Según la circunstancia (iniciación, boda, muerte) en este caso cambian las formas y uso de los rituales. No obstante, habitualmente todo va dirigido a la dramatización del estado de exclusión o limitación y a la necesaria transformación. Así por ejemplo, los que deben iniciarse, los novios o los príncipes antes de la entronación se ocultan, no pueden ser vistos.
Se recluyen en un lugar apartado lejos del asentamiento, encontrándose allí en un estado de muerte, ayunan o comen sólo alimentos crudos, hablan y se mueven poco, renuncian a los adornos y a la higiene, y llevan pinturas blancas. Durante el ritual de transición también deben superarse pruebas de valor y aprensión, de la misma manera que la sociedad al completo lleva a cabo en casos extremos (el nuevo año, tras la muerte de un rey) un estado declarado de anarquía, como los muertos en el submundo, una existencia “invertida”. Hacia el final de esta fase se produce la readmisión: el bebé, el iniciado, los novios o el futuro rey son purificados, alimentados con alimentos ricos en energía vital (por ejemplo, granos o harina de cereales), se les pinta de rojo, reciben ropas nuevas, también con frecuencia un nuevo nombre y regresan resucitados a la sociedad. Al inicio se muestran todavía un poco inseguros, no saben caminar recto ni hablar correctamente y les cuesta reconocer a sus propios parientes. Esto finaliza mediante los ritos de aceptación en la tercera y última etapa, durante la cual el resucitado toma nuevamente confianza con todos, y con lo que había olvidado durante su “muerte”. Al final. la coronación constituye una gran fiesta comunitaria. Los ritos de transición deben asegurar que la inestabilidad durante la segunda fase se mantenga siempre bajo control y que no provoque sucesos indeseados ni para el afectado ni para su entorno. Para ello el proceso debe realizarse ritualmente mantenerlo bajo control mediante la representación teatralizada.
Santuarios. Lugares reservados para los actos religiosos, en ocasiones prohibidos, dentro o fuera de un poblado. En el segundo caso, con frecuencia se trata de los así llamados “santuarios naturales”, como por ejemplo una determinada colina, calveros y “bosques sagrados”, también fuentes, piedras, grupos de rocas, árboles (que con frecuencia son grandes o viejos) y cuevas. En el caso de los santuarios dentro de un poblado, se trata de localizaciones y construcciones consideradas como lugares sagrados, como un hogar, la tumba de un antepasado, una determinada casa, generalmente en el centro del poblado, casas de culto, etc. Con frecuencia relacionados con el origen o la historia de una familia, un poblado, una alianza o un reino, a su alrededor puede sentirse la presencia de las fuerzas espirituales, por ejemplo en el movimiento de las hojas de los árboles, en el murmullo del agua o en el crepitar del fuego. Los santuarios sirven exclusivamente para el culto con objetivos positivos (no para la magia negra); en ellos se recitan oraciones, se realizan ofrendas, se llevan a cabo ritos de fertilidad, bodas, iniciaciones y otras importantes celebraciones. En el caso de construcciones (antiguamente también en los bosques sagrados) se guarda la parafernalia necesaria para el culto (instrumentos musicales, máscaras, medicinas, etc.) así como las figuras de grandes antepasados, animales totémicos, espíritus protectores y dioses, y el “tesoro del templo” (votos y reliquias como cráneos y huesos de los antepasados, los jefes y determinados animales, antiguas armas, piedras y objetos raros, así como trofeos de guerra). Esto eleva su sacralidad todavía más y hace posible su protección activa frente a lo maligno. Por lo general se hallan rodeados de fosas, montículos o empalizadas, pero principalmente por una especie de zona de protección; los no iniciados, las mujeres, aquellos en estado impuro y los extraños no pueden acercarse, por no hablar de hollar el lugar. Por otra parte, en esos lugares existe la obligación de paz, de manera que con frecuencia las personas necesitadas de protección, incluso los condenados a muerte reciben un asilo seguro.
Señor de la tierra. Concepto traducido al castellano según la correspondiente expresión nativa e inglesa (carth-chief, también master of the carth) o francesa (chef de terre), que aparece en numerosas sociedades agrícolas de todo el mundo, pero especialmente en Indonesia y en África oriental, referido al jefe, el “más anciano”, el más antiguo de la estirpe del fundador. Dado que, como dice la tradición, sus antepasados fueron los primeros en hollar la tierra y cultivarla, le corresponde a él -ya que mantiene la relación más prolongada e íntima con ellos- junto a sus antepasados y los diversos espíritus naturales y dioses de la tierra. Así pues corresponden al jefe de la estirpe fundadora, el señor de la tierra, las funciones sacerdotales principales en el culto a los antepasados y el culto a la tierra. Se preocupa del mantenimiento correcto de las buenas relaciones entre el hombre y la tierra, lo que garantiza la fertilidad, la salud y el bienestar; dirige los rituales agrarios centrales de siembra y cosecha; preserita los sacrificios; y ostenta el poder legal en la repartición de la tierra y en las disputas sobre la tierra.
Sociedades de mujeres. Asociaciones institucionalizadas sólo para determinadas mujeres de una sociedad. En las culturas tradicionales aparecen con mucha mayor frecuencia como sociedades de hombres, dado que la exogamia (como cuando ocurre en la mayoría de los casos impera una línea de sucesión patriarcal; es decir, las mujeres se trasladan al lugar donde vive el marido después de la boda) divide a las mujeres en dos grupos de intereses distintos, de forma que sólo existen limitadas posibilidades de solidaridad. Por un lado se encuentran las madres y las hermanas, y en el lado contrario las esposas. Las sociedades de mujeres, adquieren por ello un marcado carácter secreto; es decir, adquieren un conocimiento esotérico específico (como de tipo mágico) y asumen los correspondientes deberes ligados a éste: ofrecerse para determinadas tareas pedagógicas y económicas, promover los derechos de las mujeres, en caso necesario defenderlos también de palabra y de hecho, y gozar del privilegio de realizar rituales especiales, habitualmente rituales mágicos de fertilidad y agricultura. Las uniones de mujeres presentan una estructura jerárquica. El ingreso tiene lugar mediante el pago de una cuota o tras superar una iniciación, que más adelante puede seguir otras dependiendo del rango.
Sociedades masculinas. Al contrario que las exclusivas sociedades masculinas secretas, en este caso se trata de asociaciones institucionalizadas para “todos” los hombres adultos iniciados de un grupo. Así pues, el ingreso se produce automáticamente una vez se ha superado la iniciación. Algunas sociedades, como por ejemplo en Melanesia, presentan una estructura jerárquica. En estos casos se compra (por ejemplo, con cerdos) el paso a un rango más elevado o haciéndose cargo de los gastos de una celebración generosa. A todos los integrantes se les hace responsable de una posesión y la vigilancia de conocimientos esotéricos, que afectan a la transmisión religiosa, así como instrumentos musicales sagrados (bombos, flautas, trompetas de hueso), cuyo sonido recuerda las voces del más allá. Nada de esto puede llegar a oídos de las mujeres o de los muchachos no iniciados. Antiguamente, a la mujer que entraba en posesión de alguno de estos conocimientos secretos sólo le cabía esperar la muerte o la violación. El centro de reunión es la casa de los hombres o bien una casa propia para el “club”, en la cual junto a los instrumentos musicales mencionados se guardan otros utensilios de culto, máscaras, trajes de fiesta y reliquias (por ejemplo, huesos de antepasados). La sociedad masculina de Melanesia está bastante difundida, tanto en el resto de Oceanía, como en el centro y el este de África.
Sociedades secretas. Asociaciones institucionalizadas de determinados hombres (pocas veces mujeres) de una sociedad, que poseen unos conocimientos especiales, los cuales bajo ningún concepto pueden ser transmitidos a personas ajenas a la asociación, por lo que cumplen con unas determinadas obligaciones. Con frecuencia puede comprarse la pertenencia a la sociedad, aunque casi siempre debe ganarse con gran esfuerzo y es válida para toda la vida. Para ingresar, el candidato debe someterse a cierto número de penosas iniciaciones, las cuales, en caso de superarlas, le abren el paso a rangos más elevados. Según la asociación, los conocimientos secretos comprenden diferentes disciplinas y competencias, como la fitoterapia, métodos terapéuticos específicos, la transmisión y custodia de tradiciones sagradas (mitos, fórmulas mágicas, danzas) y técnicas artísticas especiales. No es raro que todo ello otorgue a las asociaciones una importante influencia y poder, del cual en ocasiones abusan, pero que en la mayoría de las ocasiones utilizan para la mediación, de forma que las fuerzas judiciales y policíacas no les molestan. Las asociaciones secretas aparecen todavía en las culturas tradicionales entre los indios del norte y el sur de América, en el sureste de Australia, en amplias zonas de Oceanía y en África (tanto en el Sudán occidental como en el África Central, desde la costa de Guinea hasta Tanzania).
Tatuaje (del samoano tatau, conveniente, apropiado). Adorno de la piel humana con líneas de puntos, ondas, círculos, estrellas, espirales y algunas veces figuras. Para ello cabe distinguir cuatro técnicas. En el tatuaje por “puntos” o “pinchazos” el dibujo se realiza mediante numerosos pequeños pinchazos con los que se introduce el color (Oceanía). El “tatuaje por corte” se realiza mediante pequeños cortes y la aplicación posterior del tinte (Oceanía). En el “tatuaje con aguja” se aplica una aguja ennegrecida al fuego bajo la piel (Siberia, noroeste de Norteamérica). El “tatuaje por cicatriz”, frecuente sobre todo entre los pueblos de piel oscura (África, Melanesia), se realiza nuevamente mediante cortes seriados, ornamentales o formando una figura, en la piel, sobre los que se echan polvos medicinales con un objetivo mágico de refuerzo o colorantes (como mezclas de índigo, ceniza y carbón). Con frecuencia se altera el proceso de cicatrización, con el fin de que se formen cicatrices estéticas. El negro (hollín con salvia vegetal) que bajo la piel toma una coloración azulada) se utiliza con frecuencia en todo el mundo para la coloración de las heridas. Frecuentemente los tatuajes se practican con fines mágicos de protección sólo en las aberturas corporales (ojos, boca, ombligo, vagina), en la mano y en las mujeres en el pecho; y como adorno o distintivo de la posición o la pertenencia a un grupo étnico, puede ir en todo el cuerpo o en las partes visibles. Los pueblos de Oceanía eran verdaderos maestros, sobre todo los isleños de las Marquesas, los samoanos y los japoneses. El tipo y la composición del dibujo dependen de las tradiciones de cada uno de los clanes o tribus. Con frecuencia también se cree que los tatuajes sirven para que al morir y llegar al reino de los muertos, los antepasados le reconozcan sin lugar a dudas como uno de los suyos. (Klaus E. Müller y Ute Ritz-Müller: Corazón de África. Ed. Könemann .Colonia, 2000. Págs.481-499).

ESTRELLA DE OCHO PUNTAS


Los cronistas de la invasión y conquista castellana de nuestro archipiélago dejaron constancia de esta practica del tatuaje entre nuestros ancestros especialmente entre los canarii, al efecto el conmatriota investigador y economista Jorge Dorta “Ancor” recoge estos aspectos del tatuaje entre nuestros antepasados en un interesante y documentado trabajo del cual reproducimos los siguientes párrafos: […] La tradición oral también recoge que los antiguos canarios utilizaban símbolos para proteger los distintos ámbitos de su sociedad, aunque la simbolizaría es más arcaica que la utilizada en el continente. Es decir, aquí se puede rastrear el origen de los motivos que se utilizan en el continente. En el papel de determinadas piedras, o el de determinadas aves, también encuentran una correlación con la espiritualidad del continente y el significado otorgado a esos símbolos. 
Algunos cronistas hablan de como los antiguos canarios se decoraban la piel y se pintaban. La abundancia de pintaderas y su potencial interpretación como representación decorada de signos del alfabeto líbico-bereber (tifinagh) fue recientemente apuntada por algunos Tuareg y podemos relacionarla también con el uso mágico-decorativo de estas pintaderas que concuerda con los tatuajes continentales “literales” que hemos mencionado.

Al igual que el tatuaje, la escarificación también es una forma de “marcar” el cuerpo con sentido mágico-espiritual. Esta práctica que también esta documentada en el continente, por ejemplo entre los kabiles. El cronista Marin y Cubas en 1694 apunta al uso de la escarificación entre los antiguos canarios “labranle los brazos y pecho con pedernal sajando la carne, y tal vez el rostro”.

Además ciertos símbolos tienen conceptualmente un paralelismo con las pintaderas canarias, por ejemplo la abeja no se representaría por el insecto sino como el panal, la mosca, la serpiente, la flecha y la golondrina, entre otras, se encuentran representadas en las pintaderas canarias. Otras pintaderas son claramente un “chisne” es decir una vulva o aparato genital femenino. El triangulo representa lo masculino y hay pintaderas que conceptualmente son iguales al símbolo del carnero del continente. El triangulo invertido representa lo femenino, en clara referencia a la matriz. (Jorge Dorta “Ancor”, 2013)

MUJER TATUADA




En el continente, especialmente en Marruecos el tatuaje está presente entre las mujeres imazighen (bereberes) y la gente reconoce a éstas por llevar tatuadas manos, mentón y frente, además de que algunas pueden tener tatuadas las piernas y el cuello. Lo que resulta muy particular ya que en el Corán se prohíbe la práctica del tatuaje, y sin embargo, en la comunidad imazighen (bereber) se justifica la práctica de tatuarse en base a que Fátima, hija de Mahoma, llevaba tatuajes en su mentón.

Esto, además del uso que el tatuaje tiene dentro de este grupo étnico. En este entender místicamente la realidad, existe un tatuaje mágico protector curativo, que se practica en la zona del Rif en Marruecos, se realiza después de haber visitado tres días consecutivos el santuario de Sidi Abd al-Noor, donde se sacrifica una res para los guardianes y otra para el tatuador. Cuando es en la piel donde está el problema de salud, se visita el santuario de Sidi el Hach Amarani, donde previamente se baña el enfermo con aguas de una fuente milagrosa que ahí se encuentra, para proceder después al tatuaje que se hace en el muslo, donde se tatúan puntos y rayas.

Los tatuajes en la piel realizados con henna, sobre todo en las mujeres del sur del país, son otra de las costumbres más arraigadas de los imazighen (beréberes) nómadas. Cada pueblo posee sus propios diseños y se realizan principalmente en la frente, mejillas, mentón, pecho, cara interna y externa de los brazos, muñecas, manos, dedos y cerca de los tobillos
La henna es una parte esencial de los trucos de belleza de las mujeres simazighen. Viene de la planta con el mismo nombre y las mujeres la usan para teñirse el pelo, de manera natural, de color rojizo, para pasársela por el cuerpo y darle un color bonito (ambas cosas las hacen las mujeres en África del Norte cuando van al hammam), para simplemente pintarse las uñas o para hacerse los famosos tatuajes.
Su historia se remonta a más de 5000 años, por lo que es muy difícil determinar donde se originó. Sin embargo fue en la India en donde ganó mayor importancia, tras de haber sido llevado allí desde Egipto, aunque muchos sostienen que fue llevada desde el sur de China mucho antes de la invasión de los Moghuls de Turquía en el siglo XII.
Los tatuajes realizados con Henna no requieren agujas, no penetra la epidermis, y por lo tanto no son peligrosos, son temporales y totalmente indoloros. Los diseños realizados en la piel duran 2 ó 3 semanas, dependiendo del contacto del agua, que jabón que se utilice.
En Marruecos es muy típico ver a mujeres con tatuajes de henna en manos y pies. Las que lo llevan sólo en las manos es que aún son solteras, mientras que las ya casadas también pueden ponérselo en los pies.
Estos tatuajes se ponen en eventos especiales, como bodas, las embarazadas que van a tener algún bebé, cuando algún familiar vuelve de La Meca… Y también se ve que cuando tienes invitados en casa.
En las bodas, por ejemplo la esposa, espera a su futuro marido con la cara tapada y las manos en alto mientras se seca la henna. Además, es tradición que la esposa llore mientras le hacen el tatuaje, de emoción, lo que se traduce a felicidad al futuro matrimonio.


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