(Libro inédito)
CAPITULO-XII-II
LA DIOSA
MADRE EN ÁFRICA
Eduardo Pedro García
Rodríguez
Hogon.
Sacerdote del culto a la vida y, con el tiempo, cabeza religiosa de los dogón.
Los intereses cotidianos son decididos por el más anciano del linaje
patriarcal; pero por otra parte, cada poblado (o bien un grupo de poblados)
está subordinado a un hogon, el cual ayuda a las personas atribuladas con
diversos rituales y funciones profanas. Existe un “hogon supremo”, pero su
autoridad es poca y mal determinada. Como líder religioso, el hogon es
básicamente responsable de la buena marcha general de las cosas, principalmente
de la fertilidad del suelo y, como sacerdote de la lluvia, de que ésta sea
suficiente. En Sanga es elegido entre los más ancianos, en otros pueblos se
nombra un hombre más joven lleno de energía vital”, pero que debe pertenecer a
un determinado linaje. El origen del hogon se encuentra en la mitología: el
Urahn de la tierra de los mande tuvo dos hijos. El mayor tuvo tres hijos con
mujeres diferentes, que fueron los fundadores de los dyon, dono y oro, grupos
secundarios de los dogon; mientras que el hijo menor de Urahn se convirtió en
el primer antepasado de los arti. Cuando éste murió como el primero de los
antepasados, los dogón llevaron tierra de su tumba hasta su nuevo
emplazamiento, donde levantaron un altar en el que se instalaron a vivir.
DIOSA DOGON DE LA FERTILIDAD
Iniciación
(del latín initiare, comenzar, emprender, o bien initiato,
celebración festiva del culto secreto a los dioses). Celebraciones, en parte de
carácter profano y en parte religioso, realizadas en muchas sociedades
tradicionales al iniciarse la pubertad, con el fin de que el adolescente se
convierta en adulto. Este nuevo estatus implica la madurez sexual y moral, y
responsabilidades sociales, como una fase cuantitativamente nueva de la vida.
Desde el punto de vista formal puede diferenciarse entre las iniciaciones
individuales (típicas para las niñas y más raras para los varones) y las
iniciaciones colectivas (habituales para los jóvenes y menos frecuentes entre
las niñas). Sin embargo, la estructura es básicamente la misma en todos los
casos: los que van a ser iniciados son separados de sus familias y llevados a
un “campamento de aislamiento” separado del poblado (en las ceremonias
individuales una cabaña separada). Allí, los ancianos (o bien las ancianas) les
someten a determinadas torturas corporales (palizas, vejaciones, privación de
alimentos y de sueño, pruebas repugnantes) para fortalecer su fuerza de
resistencia física y moral, al tiempo que les enseñan importantes conocimientos
de su cultura, como la moral social y sexual, y la tradición religiosa. Dado
que se trata de un decisivo cambio de existencia, en el núcleo de la iniciación
se produce un renacimiento: la separación de la familia equivale a su “muerte”.
En el campamento de aislamiento, que equivale al reino de los muertos, son
“matados” por los antepasados -y como “muertos”- durante un periodo no pueden
comer ni hablar, ni tan siquiera moverse; suprimen la higiene personal y
reciben una pintura blanca. Durante esta fase central tiene lugar su
transformación: se les practicará la ablación y se les distinguirá con la
característica de su grupo (mutilaciones en labios, orejas y nariz, deformaciones
dentales, un tatuaje específico). A continuación se produce la relajación
progresiva de todas las limitaciones; en ese momento los iniciados reciben una
pintura roja, un nuevo nombre y el estatus de adulto. Devueltos a la vida,
dejan el campamento, que es destruido tras ellos, y vuelven triunfantes al
poblado donde les espera una gran fiesta. A partir de entonces tienen derecho a
casarse. Las ceremonias individuales para las niñas tienen lugar en casi todas
partes, las iniciaciones colectivas para ambos sexos sólo en las culturas
agrícolas tropicales de Suramérica, Melanesia e Indonesia, así como en África.
Por el contrario, las iniciaciones individuales para muchachos sólo eran
habituales antiguamente como ceremonia de caza en algunas culturas recolectoras
y cazadoras.
Magia. Término de
origen griego (mageia) que designaba a los sacerdotes zoroástricos (magoi)
de la antigua Persia, los cuales tenían fama de ser grandes magos. Los romanos
lo latinizaron y le dieron las connotaciones esotéricas. La magia se utiliza
sin excepción en situaciones críticas (enfermedad, necesidad, antes de
actuaciones de riesgo), las cuales debido a su problemática excepcional se cree
que sólo es posible solucionarlas con medios también excepcionales. Al
contrario que la brujería, no consiste en ningún tipo de don hereditario, sino
en una “técnica” que puede aprenderse. Cuanto mayores son los conocimientos, la
experiencia y destreza que alguien posee respecto a los medios y métodos
necesarios, tanto más seguro es su éxito. Pero sólo con esto no se consigue
nada. La base principal de la magia es la creencia en la fuerza; ya que para
poder influir sobre algo, es decir para moverlo, moldearlo, cambiarlo o
alterarlo, se precisan necesariamente una o más fuerzas que el mago debe conocer
y ser capaz de dominar. Según el punto de vista tradicional se puede
diferenciar entre tres “fuerzas básicas”: la fuerza vital orgánica (que
corresponde al alma vital); las fuerzas naturales (concentradas principalmente
en el fluir del agua, el fuego, el viento, la roca dura, etc.); y las fuerzas
espirituales, que corresponden a las cosas espirituales, es decir, el alma
libre, los antepasados, los espíritus y los dioses. Los actos mágicos consisten
en que, con la ayuda de la concentración mental (“el deseo”), determinadas
fórmulas y fuerzas rituales son conducidas a su objetivo a través de las de las
sustancias conductoras adecuadas, para realizar allí lo que se espera de ellas.
Esto puede suceder por regla general de tres maneras distintas: por transferencia
directa, es decir, “magia de contacto”, en la cual alguien entra en contacto
con tina sustancia cargada de fuerza (una raíz, una pomada o una reliquia) o
toma una sustancia reforzante o curativa; mediante una “radiación” dirigida a
través de distancias medias (la fuerza vital se transfiere con palabras,
cantos, gritos, la mirada o determinados gestos direccionales); o por acción a
distancia. En este último método, el objetivo (una persona ausente, un
antepasado, un espíritu) se encuentra fuera del entorno de percepción, de
manera que no puede observarse su reacción. En este caso la transferencia sólo
puede utilizar fuerzas espirituales, el alma libre (concentración mental,
fuerza de voluntad) o un poder espiritual puesto a nuestro servicio. Para dejar
claro lo que se pretende se utiliza un lenguaje similar al de los signos: el
terapeuta se expresa análogamente (magia por analogía), hace una pantomima de
la persona que tiene en mente o la muestra en una imagen (magia por imágenes).
Por ejemplo, el terapeuta pincha con una aguja un muñeco de cera en la zona del
corazón, para eliminar de esta manera a un rival odiado. La magia es un
concepto antropológico universal. En todas las culturas conocidas, incluso en
las prehistóricas, se conocía y practicaba. Dado que los éxitos son comentados
y los fracasos pueden atribuirse a errores en la preparación y práctica del
encantamiento, parece irrefutable e incluso sobrevive, aunque de forma más
clandestina, en las “modernas” civilizaciones industriales: en el amor, deporte,
juegos de azar, enfermedades y tribulaciones, guerras, publicidad y en la
propaganda política.
Magia negra.
Voluntad de causar daño a una persona, ya sea física o psíquicamente, en sus
propiedades (la cerámica estalla al ponerla al fuego), los frutos del campo, el
ganado o la reputación social (sembrar desconfianza, crear envidias), con los
medios y las técnicas de la magia. Un ejemplo típico es la mundialmente
difundida “ligadura”, que consiste en atar pajas, correas o cuerdas, con el fin
de disminuir la potencia, es decir, la libre movilidad del miembro viril de un
hombre al que se quiere mal. El grado máximo de la magia negra está
representado por la magia de la muerte. Como en toda magia existe un gran
número de posibilidades para elegir. Así por ejemplo, se empuja o se lanza una
vara en la dirección en la que se sabe se encuentra la víctima; se dice su
nombre y se expresa el correspondiente deseo, algo así como “quisiera
arrancarte el corazón”. También se puede obtener algún objeto propiedad personal
del afectado y colocarlo en el féretro de un muerto, tal y como hasta hace 100
años se hacía en ciertas zonas de Europa. Con este mismo objetivo se
confecciona con frecuencia un muñeco que se pincha con una aguja en la zona del
corazón o se golpea. Es importante nombrar a la persona en que se piensa y
formular claramente la intención. Los casos documentados se refieren a personas
que supieron de la magia efectuada contra ellos, de manera que el efecto podría
deberse a la autosugestión. Las autopsias demostraron que la causa de la muerte
se debía a un estado de shock; se produjo un colapso, que llevó a una rápida
disminución de la sangre circulante y la consecuente disminución de la presión
sanguínea, que como consecuencia produjo la muerte por fallo de las funciones
orgánicas.
Máscaras (del árabe mashara, bufón). Según
consideraciones muy antiguas y universales, las máscaras son formas de
representación de las fuerzas del más allá, tanto si ocultan sólo la cara
(careta) como si tapan todo el cuerpo (máscara-disfraz), tanto si representan
un aspecto de la naturaleza como si tienen una forma muy estilizada. Con
frecuencia se trata de la representación de los espíritus de los antepasados,
es decir, los espíritus de los muertos; aunque también puede tratarse de
espíritus naturales de todo tipo, como los demonios de la enfermedad en su
forma sobredimensionada o enana y muchas veces en forma de animales
monstruosos. El que llevaba la máscara no sólo “representaba” al espíritu sino
que se identificaba con él, sobre todo en los rituales, de tal manera que se
sentía poseído por él y se convertía completamente en el espíritu, prestándole
su cuerpo. Las máscaras se utilizaban en las etapas de transición, por la
noche, en los cambios de estación, con motivo de las fiestas de la cosecha,
durante las iniciaciones, los funerales y las fiestas para recordar a los
muertos. Los antepasados sobre todo conseguían con ello la oportunidad de
señalar y “censurar” pecados de tiempos pasados, y en caso necesario de
repartir justicia y castigos. La comunicación con el mundo de los espíritus,
entrando en contacto directo con las máscaras, era una de las prerrogativas de
los hombres, que en muchas comunidades se vinculaban a una sociedad de máscaras
o secreta y vigilaban las máscaras para evitar el contacto con los no
iniciados, sobre todo mujeres y niños. Para ellos existía generalmente pena de
muerte si llegaban a conocer qué hombre o danzarín se escondía bajo cada una de
las máscaras. No obstante, con frecuencia existen mitos que hablan de unos
tiempos, en los que las mujeres estaban en posesión del secreto de las
máscaras, hasta que los hombres se lo arrebataron.
Oráculo. Forma de
adivinación. En todos los pueblos y en todas las épocas, los oráculos
desempeñaron un importante papel en la valoración de problemas de los tipos más
variados. De forma diferente a los augurios y la mayoría de los sueños, el
oráculo no depende del significado de signos inesperados y aparentemente
casuales; el contacto con diversos poderes del otro mundo (antepasados,
espíritus, dioses) se busca de forma mucho más consciente. A través del oráculo
no sólo se descubre lo oculto, también ofrece ayuda para tomar decisiones en
casos de crisis. Los métodos y técnicas de los que se sirve son extremadamente
variados, pero siempre unidos al sistema de códigos o signos específicos de
cada cultura. Es especialmente conocido el oráculo Ifa de los yoruba, que con
una tirada de fichas (por ejemplo, semillas de palma) revela un número que se
corresponde a un texto ritual, el cual finalmente es recitado por el sacerdote
del oráculo (babalawo).
Portador de la fuerza vital o portador del alma. Secreciones y partes del cuerpo del hombre y de los
animales, así como partes de las plantas, con una elevada proporción de fuerza
vital. La mayoría de las culturas diferencian entre alma vital (o fuerza vital)
y alma libre. Ésta última proviene del más allá (es decir, el reino de los
muertos) y pertenece al tipo de los poderes espirituales. La primera se
manifiesta en el hombre (y de la misma forma en los animales y las plantas) en
forma de un alma vital, cuya función es mantener vivo el organismo. Las
principales sustancias que lo componen, según un punto de vista común en todo
el mundo, son la sangre, los huesos y los dientes, así como todas las
secreciones corporales (excepto las heces); es decir, el esperma, el moco, la
leche materna, el sudor, la saliva, las lágrimas y, aunque más raramente, la
orina. Otras partes que en sentido más amplio también presentan elevadas
concentraciones de fuerza vital son las uñas de pies y manos, el pelo, el
aliento, la palabra hablada o cantada, la mirada y la sombra. Todas las
sustancias citadas tienen que ver con el movimiento (= vida), o contener una
gran capacidad de resistencia: la sangre “fluye”, el aliento “sopla”, el
esperma y el sudor son excretados, la saliva aumenta su producción al masticar,
las lágrimas son consecuencia del “movimiento” de los sentimientos, las uñas y
el pelo siguen creciendo cuando el proceso de maduración del cuerpo ha finalizado,
y los dientes y los huesos perduran más que cualquier otra parte del organismo.
Posesiones. Alteración
del estado de conciencia, cuya manifestación somática suele ser el trance de la
posesión, en la que antepasados, espíritus o deidades toman temporalmente el
alma libre o la conciencia de una persona y se expresan a través de su boca,
con la voz característicamente alterada (con frecuencia también en lenguas
extranjeras o con vocablos incomprensibles para los profanos) y determinan a su
capricho su comportamiento y acciones. La posesión puede ser individual o
colectiva, voluntaria o involuntaria (algunos médiums mantienen una relación
“marital” o de amor durante toda la vida con su pareja espiritual). Si es un
estado deseado, precisa de cierta preparación previa como aislamiento, ayuno y
otros sacrificios, ejercicios de concentración, la ingesta de determinadas
drogas que alteran el estado de conciencia, (como los alucinógenos),
movimientos corporales rítmicos, música, danza, etc., con lo que el afectado
entra en trance y está en condiciones de entrar en contacto con el poder
espiritual.
Preanimismo (creencia en la fuerza). Cada movimiento, cada proceso de cambio tanto en la
vida como en la naturaleza está provocado por fuerzas, las cuales deben poder
ser conocidas y controladas por aquel que desea llevar con éxito su existencia.
Según la percepción tradicional, se puede diferenciar entre tres tipos de
fuerzas: la fuerza vital, presente en las plantas, los animales y el hombre,
activa también en la fertilidad y la fuerza germinadora (por lo que se llama
principalmente en los órganos sexuales, las semillas, las frutas, los huevos,
etc.); las fuerzas naturales, concentradas en los saltos de agua, el fuego, el
viento y la dura roca; y las fuerzas espirituales, correspondientes a las cosas
espirituales, es decir, el alma libre, los antepasados, los espíritus y los
dioses. Las fuerzas vitales y naturales pueden transferirse directamente entre
ellas: minerales que contienen fuerza, plantas y lugares (como la tumba de un
antepasado) que aumentan la fuerza vital del hombre, la sangre, los huesos, el
pelo, las uñas y otros soportes orgánicos de la fuerza que puedan ser
utilizados como abono, es decir, para aumentar la capacidad de los campos. Las
fuerzas actúan siguiendo un patrón. Desde la creación están unidas y, siempre y
cuando no se inhiba su flujo mediante la magia o la acción de los espíritus o
sea llevada a unos canales equivocados, mantienen el orden de la sociedad, la
naturaleza y el cosmos. Mientras la fuerza vital (alma vital) mantiene las
funciones del organismo (respiración, circulación sanguínea, etc.), y amanece y
anochece, las almas libres rondan y vuelven a tomar forma corpórea y los dioses
rigen el mundo. La transmisión de la fuerza tiene lugar a través del contacto
directo (roce, caricia), radiación (olor, calor, la mirada y personas llenas de
fuerza o achacosas), así como teleimpulsos espirituales, además de los poderes
espirituales. Su utilización y control debe atender a la tradición, y su abuso
se debe a una mala actuación. La magia representa un medio de hacer
extremadamente útil las fuerzas vitales, naturales y espirituales.
Ritual de la anarquía. Forma extrema de los ritos de transición. Ninguna
sociedad podría tener una existencia duradera in un orden legal y de
convivencia estable. No obstante, existe un peligro constante de que mediante
enemigos (internos o externos) y durante tinas épocas especificas (biográficas,
sociales y cósmicas de transición), cuando dos partes del arco de un todo único
se separan durante un instante (de manera que pueden irrumpir peligrosas
influencias externas y, espíritus malignos) se provoca la desgracia,
ocasionándose el caos. En las sociedades premodernas se consideran como cambios
de fase de este tipo la muerte, la iniciación, los cambios de estación, el
cambio de año (los “días entre los años”) y el espacio de tiempo entre la
muerte del rey y la coronación del sucesor. Para prevenir sus peligros
potenciales durante estas épocas, cuando el antiguo orden ha dejado de ser
válido y todavía no ha entrado en vigor el nuevo, se utiliza la objetivación
teatralizada del amenazante caos, para lo que prácticamente se “interpreta”
este caos de forma mágico-preventiva, con el fin de mantener los
acontecimientos bajo control. Según la cultura, de una, manera u otra se
invierte ritualmente el orden de las cosas, de manera que durante ese periodo
de transición imperan los comportamientos anárquicos. Los niños pueden insultar
a sus padres o las mujeres a sus maridos, cubrirlos de porquería, incluso
apalearlos. Se intercambian los sexos, de manera que las mujeres sevisten de
hombres y los hombres de mujeres (transvestismo ritual). Las personas de baja
posición social, como por ejemplo los mendigos, toman la posición de funcionarios
y dignatarios de alto rango. Los reyes deben ceder su lugar a un “rey bufón”
elegido entre las capas más bajas de la población. Las reglas que en
condiciones normales rigen la convivencia, dejan de ser válidas. Las puertas de
la cárcel se abren, el alcohol corre a mares; se permiten juegos prohibidos,
incluso perversiones sexuales hasta el incesto; todo ello hasta la finalización
de los “días locos”, cuando el antiguo orden vuelve a regir, e controla el
amenazante caos y a todo el mundo le queda claro que la existencia sin reglas y
orden sólo puede llevar a la destrucción.
Ritual de renacimiento. Determinado, momentos de la vida, como el
nacimiento, la pubertad, la boda, una adopción, la toma de posesión de un
cargo, la noche y la mañana o el cambio de año, son considerado generalmente,
pero especialmente en las culturas tradicionales, como “procesos de transición
llenos de riesgo”. Representan breves estados en los que se está a la deriva
entre dos etapas de la vida, en donde las reglas del pasado (por ejemplo, la
infancia) y a han dejado de ser válidas y las de la “nueva vida” (la existencia
como adulto) todavía no los son. Dos segmentos del arco de un ciclo se separan
brevemente, de forma que se crea un agujero a través del cual pueden
introducirse las influencias nocivas de los espíritus malignos. Oscuro y claro,
caos y orden se siguen el uno al otro como la noche y el día durante el ocaso,
de manera que reina la inestabilidad y los impulsos negativos pueden
desencadenar fácilmente reacciones Para evitarlo se realizan los
correspondientes ritos de transición. Dado que estos procesos de transición
siempre son sufridos por personas que se transforman en otras (por ejemplo, una
mujer joven se transforma en madre, un hombre adulto en miembro del consejo, un
visitante en huésped, una persona viva en una persona muerta, una persona
atareada durante el día en una persona que descansa por la noche), los rituales
siguen el modelo de la vida. Las tres fases de separación, transformación y
readmisión son valoradas en el sentido de muerte, transformación como
preparación para el renacimiento y el propio renacimiento. La transformación
ritual tiene lugar de forma manifiesta; los afectados “mueren”, siendo
expulsados de la sociedad, en ocasiones con violencia, y en ocasiones son
“muertos” ritualmente. En su reclusión, que representa su estancia en el reino
de los antepasados, se comportan como muertos, es decir, al contrario que los
vivos. No llevan o llevan ropas diferentes a las habituales, comen y hablan muy
poco, utilizan la mano izquierda en lugar de la derecha, llevan pinturas
blancas para parecer almas de los muertos, y tiene contacto con sus antepasados
fallecidos. Pasado un cierto tiempo, frecuentemente de tres días, son
“resucitados” y regresan a la sociedad, al principio como recién nacidos
todavía incapaces de comer y andar correctamente, sin poder hablar. De esta
manera, los críticos procesos de cambio de estado son “ligados” al circuito
natural de la vida y así se evita un desarrollo incorrecto.
Ritual de transición. Según el concepto rites de passage
introducido por el etnólogo francés Arnold van Gennep (1873-1957), significa
asegurar los procesos de cambio de estado y de sistema, espaciales, temporales,
biográficos, sociales y cósmicos. Este tipo de transiciones (cambio de límites,
nacimientos, iniciaciones, bodas, cambio de estatus y de estación, la muerte)
son consideradas como de riesgo y peligro, ya que representan zonas de ruptura
entre dos fases de la vida, en las que el orden antiguo ya no es válido y
todavía no ha entrado en vigor el nuevo. La ritualización acompaña este modelo
intuitivo y lo divide en tres partes: la separación del estado anterior (del
“antiguo Adam”), marcado por rituales de despedida o de muerte (ritos de
separación); la verdadera fase de transición en una zona intermedia,
caracterizada por la expulsión de la sociedad y de la vida cotidiana y
transformación como preparación para la fase de la vida que está por venir
(ritos de transformación); y la entrada en la nueva existencia, puesta en
escena mediante rituales de resucitación, felicitación y aceptación en la
sociedad (ritos de ingreso). El núcleo de todo lo constituye la etapa
intermedia en la que tiene lugar la metamorfosis. Según la circunstancia
(iniciación, boda, muerte) en este caso cambian las formas y uso de los
rituales. No obstante, habitualmente todo va dirigido a la dramatización del
estado de exclusión o limitación y a la necesaria transformación. Así por
ejemplo, los que deben iniciarse, los novios o los príncipes antes de la
entronación se ocultan, no pueden ser vistos.
Se recluyen en un lugar apartado lejos del
asentamiento, encontrándose allí en un estado de muerte, ayunan o comen sólo
alimentos crudos, hablan y se mueven poco, renuncian a los adornos y a la higiene,
y llevan pinturas blancas. Durante el ritual de transición también deben
superarse pruebas de valor y aprensión, de la misma manera que la sociedad al
completo lleva a cabo en casos extremos (el nuevo año, tras la muerte de un
rey) un estado declarado de anarquía, como los muertos en el submundo, una
existencia “invertida”. Hacia el final de esta fase se produce la readmisión:
el bebé, el iniciado, los novios o el futuro rey son purificados, alimentados
con alimentos ricos en energía vital (por ejemplo, granos o harina de
cereales), se les pinta de rojo, reciben ropas nuevas, también con frecuencia
un nuevo nombre y regresan resucitados a la sociedad. Al inicio se muestran
todavía un poco inseguros, no saben caminar recto ni hablar correctamente y les
cuesta reconocer a sus propios parientes. Esto finaliza mediante los ritos de
aceptación en la tercera y última etapa, durante la cual el resucitado toma
nuevamente confianza con todos, y con lo que había olvidado durante su
“muerte”. Al final. la coronación constituye una gran fiesta comunitaria. Los
ritos de transición deben asegurar que la inestabilidad durante la segunda fase
se mantenga siempre bajo control y que no provoque sucesos indeseados ni para
el afectado ni para su entorno. Para ello el proceso debe realizarse
ritualmente mantenerlo bajo control mediante la representación teatralizada.
Santuarios. Lugares
reservados para los actos religiosos, en ocasiones prohibidos, dentro o fuera
de un poblado. En el segundo caso, con frecuencia se trata de los así llamados
“santuarios naturales”, como por ejemplo una determinada colina, calveros y
“bosques sagrados”, también fuentes, piedras, grupos de rocas, árboles (que con
frecuencia son grandes o viejos) y cuevas. En el caso de los santuarios dentro
de un poblado, se trata de localizaciones y construcciones consideradas como
lugares sagrados, como un hogar, la tumba de un antepasado, una determinada
casa, generalmente en el centro del poblado, casas de culto, etc. Con
frecuencia relacionados con el origen o la historia de una familia, un poblado,
una alianza o un reino, a su alrededor puede sentirse la presencia de las
fuerzas espirituales, por ejemplo en el movimiento de las hojas de los árboles,
en el murmullo del agua o en el crepitar del fuego. Los santuarios sirven
exclusivamente para el culto con objetivos positivos (no para la magia negra);
en ellos se recitan oraciones, se realizan ofrendas, se llevan a cabo ritos de
fertilidad, bodas, iniciaciones y otras importantes celebraciones. En el caso
de construcciones (antiguamente también en los bosques sagrados) se guarda la
parafernalia necesaria para el culto (instrumentos musicales, máscaras,
medicinas, etc.) así como las figuras de grandes antepasados, animales
totémicos, espíritus protectores y dioses, y el “tesoro del templo” (votos y
reliquias como cráneos y huesos de los antepasados, los jefes y determinados
animales, antiguas armas, piedras y objetos raros, así como trofeos de guerra).
Esto eleva su sacralidad todavía más y hace posible su protección activa frente
a lo maligno. Por lo general se hallan rodeados de fosas, montículos o
empalizadas, pero principalmente por una especie de zona de protección; los no
iniciados, las mujeres, aquellos en estado impuro y los extraños no pueden
acercarse, por no hablar de hollar el lugar. Por otra parte, en esos lugares
existe la obligación de paz, de manera que con frecuencia las personas
necesitadas de protección, incluso los condenados a muerte reciben un asilo
seguro.
Señor de la tierra. Concepto traducido al castellano según la
correspondiente expresión nativa e inglesa (carth-chief, también master of the
carth) o francesa (chef de terre), que aparece en numerosas sociedades
agrícolas de todo el mundo, pero especialmente en Indonesia y en África oriental,
referido al jefe, el “más anciano”, el más antiguo de la estirpe del fundador.
Dado que, como dice la tradición, sus antepasados fueron los primeros en hollar
la tierra y cultivarla, le corresponde a él -ya que mantiene la relación más
prolongada e íntima con ellos- junto a sus antepasados y los diversos espíritus
naturales y dioses de la tierra. Así pues corresponden al jefe de la estirpe
fundadora, el señor de la tierra, las funciones sacerdotales principales en el
culto a los antepasados y el culto a la tierra. Se preocupa del mantenimiento
correcto de las buenas relaciones entre el hombre y la tierra, lo que garantiza
la fertilidad, la salud y el bienestar; dirige los rituales agrarios centrales
de siembra y cosecha; preserita los sacrificios; y ostenta el poder legal en la
repartición de la tierra y en las disputas sobre la tierra.
Sociedades de mujeres. Asociaciones institucionalizadas sólo para
determinadas mujeres de una sociedad. En las culturas tradicionales aparecen
con mucha mayor frecuencia como sociedades de hombres, dado que la exogamia
(como cuando ocurre en la mayoría de los casos impera una línea de sucesión
patriarcal; es decir, las mujeres se trasladan al lugar donde vive el marido
después de la boda) divide a las mujeres en dos grupos de intereses distintos,
de forma que sólo existen limitadas posibilidades de solidaridad. Por un lado
se encuentran las madres y las hermanas, y en el lado contrario las esposas.
Las sociedades de mujeres, adquieren por ello un marcado carácter secreto; es
decir, adquieren un conocimiento esotérico específico (como de tipo mágico) y
asumen los correspondientes deberes ligados a éste: ofrecerse para determinadas
tareas pedagógicas y económicas, promover los derechos de las mujeres, en caso
necesario defenderlos también de palabra y de hecho, y gozar del privilegio de
realizar rituales especiales, habitualmente rituales mágicos de fertilidad y
agricultura. Las uniones de mujeres presentan una estructura jerárquica. El
ingreso tiene lugar mediante el pago de una cuota o tras superar una
iniciación, que más adelante puede seguir otras dependiendo del rango.
Sociedades masculinas. Al contrario que las exclusivas sociedades
masculinas secretas, en este caso se trata de asociaciones institucionalizadas
para “todos” los hombres adultos iniciados de un grupo. Así pues, el ingreso se
produce automáticamente una vez se ha superado la iniciación. Algunas
sociedades, como por ejemplo en Melanesia, presentan una estructura jerárquica.
En estos casos se compra (por ejemplo, con cerdos) el paso a un rango más
elevado o haciéndose cargo de los gastos de una celebración generosa. A todos
los integrantes se les hace responsable de una posesión y la vigilancia de
conocimientos esotéricos, que afectan a la transmisión religiosa, así como
instrumentos musicales sagrados (bombos, flautas, trompetas de hueso), cuyo
sonido recuerda las voces del más allá. Nada de esto puede llegar a oídos de
las mujeres o de los muchachos no iniciados. Antiguamente, a la mujer que
entraba en posesión de alguno de estos conocimientos secretos sólo le cabía
esperar la muerte o la violación. El centro de reunión es la casa de los
hombres o bien una casa propia para el “club”, en la cual junto a los
instrumentos musicales mencionados se guardan otros utensilios de culto,
máscaras, trajes de fiesta y reliquias (por ejemplo, huesos de antepasados). La
sociedad masculina de Melanesia está bastante difundida, tanto en el resto de
Oceanía, como en el centro y el este de África.
Sociedades secretas. Asociaciones institucionalizadas de determinados
hombres (pocas veces mujeres) de una sociedad, que poseen unos conocimientos
especiales, los cuales bajo ningún concepto pueden ser transmitidos a personas
ajenas a la asociación, por lo que cumplen con unas determinadas obligaciones.
Con frecuencia puede comprarse la pertenencia a la sociedad, aunque casi
siempre debe ganarse con gran esfuerzo y es válida para toda la vida. Para
ingresar, el candidato debe someterse a cierto número de penosas iniciaciones,
las cuales, en caso de superarlas, le abren el paso a rangos más elevados.
Según la asociación, los conocimientos secretos comprenden diferentes
disciplinas y competencias, como la fitoterapia, métodos terapéuticos
específicos, la transmisión y custodia de tradiciones sagradas (mitos, fórmulas
mágicas, danzas) y técnicas artísticas especiales. No es raro que todo ello
otorgue a las asociaciones una importante influencia y poder, del cual en
ocasiones abusan, pero que en la mayoría de las ocasiones utilizan para la mediación,
de forma que las fuerzas judiciales y policíacas no les molestan. Las
asociaciones secretas aparecen todavía en las culturas tradicionales entre los
indios del norte y el sur de América, en el sureste de Australia, en amplias
zonas de Oceanía y en África (tanto en el Sudán occidental como en el África
Central, desde la costa de Guinea hasta Tanzania).
Tatuaje (del samoano
tatau, conveniente, apropiado). Adorno de la piel humana con líneas de
puntos, ondas, círculos, estrellas, espirales y algunas veces figuras. Para
ello cabe distinguir cuatro técnicas. En el tatuaje por “puntos” o “pinchazos”
el dibujo se realiza mediante numerosos pequeños pinchazos con los que se
introduce el color (Oceanía). El “tatuaje por corte” se realiza mediante
pequeños cortes y la aplicación posterior del tinte (Oceanía). En el “tatuaje
con aguja” se aplica una aguja ennegrecida al fuego bajo la piel (Siberia,
noroeste de Norteamérica). El “tatuaje por cicatriz”, frecuente sobre todo
entre los pueblos de piel oscura (África, Melanesia), se realiza nuevamente
mediante cortes seriados, ornamentales o formando una figura, en la piel, sobre
los que se echan polvos medicinales con un objetivo mágico de refuerzo o
colorantes (como mezclas de índigo, ceniza y carbón). Con frecuencia se altera
el proceso de cicatrización, con el fin de que se formen cicatrices estéticas.
El negro (hollín con salvia vegetal) que bajo la piel toma una coloración
azulada) se utiliza con frecuencia en todo el mundo para la coloración de las
heridas. Frecuentemente los tatuajes se practican con fines mágicos de
protección sólo en las aberturas corporales (ojos, boca, ombligo, vagina), en
la mano y en las mujeres en el pecho; y como adorno o distintivo de la posición
o la pertenencia a un grupo étnico, puede ir en todo el cuerpo o en las partes
visibles. Los pueblos de Oceanía eran verdaderos maestros, sobre todo los
isleños de las Marquesas, los samoanos y los japoneses. El tipo y la
composición del dibujo dependen de las tradiciones de cada uno de los clanes o
tribus. Con frecuencia también se cree que los tatuajes sirven para que al
morir y llegar al reino de los muertos, los antepasados le reconozcan sin lugar
a dudas como uno de los suyos. (Klaus E. Müller y Ute Ritz-Müller: Corazón
de África. Ed. Könemann .Colonia, 2000. Págs.481-499).
ESTRELLA DE OCHO PUNTAS
Los cronistas de la invasión y conquista
castellana de nuestro archipiélago dejaron constancia de esta practica del
tatuaje entre nuestros ancestros especialmente entre los canarii, al efecto el
conmatriota investigador y economista Jorge Dorta “Ancor” recoge estos aspectos
del tatuaje entre nuestros antepasados en un interesante y documentado trabajo
del cual reproducimos los siguientes párrafos: […] La tradición oral también
recoge que los antiguos canarios utilizaban símbolos para proteger los
distintos ámbitos de su sociedad, aunque la simbolizaría es más arcaica que la
utilizada en el continente. Es decir, aquí se puede rastrear el origen de los
motivos que se utilizan en el continente. En el papel de determinadas piedras,
o el de determinadas aves, también encuentran una correlación con la
espiritualidad del continente y el significado otorgado a esos símbolos.
Algunos cronistas hablan de como los antiguos canarios
se decoraban la piel y se pintaban. La abundancia de pintaderas y su potencial
interpretación como representación decorada de signos del alfabeto
líbico-bereber (tifinagh) fue recientemente apuntada por algunos Tuareg y
podemos relacionarla también con el uso mágico-decorativo de estas pintaderas
que concuerda con los tatuajes continentales “literales” que hemos mencionado.
Al igual que el tatuaje, la escarificación también es
una forma de “marcar” el cuerpo con sentido mágico-espiritual. Esta práctica
que también esta documentada en el continente, por ejemplo entre los kabiles.
El cronista Marin y Cubas en 1694 apunta al uso de la escarificación entre los
antiguos canarios “labranle los brazos y pecho con pedernal sajando la carne, y
tal vez el rostro”.
Además ciertos símbolos tienen conceptualmente un
paralelismo con las pintaderas canarias, por ejemplo la abeja no se
representaría por el insecto sino como el panal, la mosca, la serpiente, la
flecha y la golondrina, entre otras, se encuentran representadas en las
pintaderas canarias. Otras pintaderas son claramente un “chisne” es decir una
vulva o aparato genital femenino. El triangulo representa lo masculino y hay
pintaderas que conceptualmente son iguales al símbolo del carnero del
continente. El triangulo invertido representa lo femenino, en clara referencia
a la matriz. (Jorge Dorta “Ancor”, 2013)
MUJER TATUADA
En el continente, especialmente en Marruecos el
tatuaje está presente entre las mujeres imazighen
(bereberes) y la gente reconoce a éstas por llevar tatuadas manos, mentón y
frente, además de que algunas pueden tener tatuadas las piernas y el cuello. Lo
que resulta muy particular ya que en el Corán se prohíbe la práctica del
tatuaje, y sin embargo, en la comunidad imazighen
(bereber) se justifica la práctica de tatuarse en base a que Fátima, hija de
Mahoma, llevaba tatuajes en su mentón.
Esto, además del uso que el tatuaje tiene dentro de
este grupo étnico. En este entender místicamente la realidad, existe un tatuaje
mágico protector curativo, que se practica en la zona del Rif en Marruecos, se
realiza después de haber visitado tres días consecutivos el santuario de Sidi
Abd al-Noor, donde se sacrifica una res para los guardianes y otra para el
tatuador. Cuando es en la piel donde está el problema de salud, se visita el santuario
de Sidi el Hach Amarani, donde previamente se baña el enfermo con aguas de una
fuente milagrosa que ahí se encuentra, para proceder después al tatuaje que se
hace en el muslo, donde se tatúan puntos y rayas.
Los tatuajes en la piel realizados con henna, sobre
todo en las mujeres del sur del país, son otra de las costumbres más arraigadas
de los imazighen (beréberes)
nómadas. Cada pueblo posee sus propios diseños y se realizan principalmente en
la frente, mejillas, mentón, pecho, cara interna y externa de los brazos,
muñecas, manos, dedos y cerca de los tobillos
La henna es una parte
esencial de los trucos de belleza de las mujeres simazighen. Viene de la planta con el
mismo nombre y las mujeres la usan para teñirse el pelo,
de manera natural, de color rojizo, para pasársela por el cuerpo y darle un color bonito
(ambas cosas las hacen las mujeres en África del Norte cuando van al hammam), para simplemente pintarse
las uñas o para hacerse los famosos tatuajes.
Su historia se remonta a
más de 5000 años, por lo que es muy difícil determinar donde se originó. Sin
embargo fue en la India en donde ganó mayor importancia, tras de haber sido
llevado allí desde Egipto, aunque muchos sostienen que fue llevada desde el sur
de China mucho antes de la invasión de los Moghuls de Turquía en el siglo XII.
Los tatuajes realizados
con Henna no requieren agujas, no penetra la epidermis, y por lo tanto no son
peligrosos, son temporales y totalmente indoloros. Los diseños realizados en la
piel duran 2 ó 3 semanas, dependiendo del contacto del agua, que jabón que se
utilice.
En
Marruecos es muy típico ver a mujeres con tatuajes de henna en manos y pies.
Las que lo llevan sólo en las manos es que aún son solteras, mientras que las
ya casadas también pueden ponérselo en los pies.
Estos
tatuajes se ponen en eventos especiales, como bodas, las embarazadas que van a
tener algún bebé, cuando algún familiar vuelve de La Meca… Y también se ve que
cuando tienes invitados en casa.
En las
bodas, por ejemplo la esposa, espera a su futuro marido con la cara tapada y
las manos en alto mientras se seca la henna. Además, es tradición que la esposa
llore mientras le hacen el tatuaje, de emoción, lo que se traduce a felicidad al
futuro matrimonio.
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