HISTORIA DE UNA USURPACIÓN
CAPITULO VII
Eduardo Pedro García Rodríguez
LA ADORACION A LA DIVINIDAD EN EL
PUEBLO GUANCHE
Desde que el
género humano adquirió conciencia de su diferencia con otros animales no
dotados de intelecto, el ser humano mortal ha venerado todas las
manifestaciones de poder; veneraba todo fenómeno natural que no podía
comprender. La observación de las poderosas fuerzas de la naturaleza, tales
como tormentas, inundaciones, terremotos, avalanchas, volcanes, fuego, calor y
frío, impresionaban grandemente la mente humana en expansión.
Las nubes,
la lluvia y el granizo han sido temidos y venerados por numerosas culturas
antiguas y por muchos cultos primitivos de la naturaleza. Las tormentas de
viento con truenos y relámpagos asustaban al hombre primitivo. La adoración del
fuego y el temor al relámpago estaban correlacionados y muy difundidos entre
muchos grupos humanos en la antigüedad.
En el pueblo
guanche estas acciones de la naturaleza eran tenidas por manifestaciones de la Divinidad y su cohorte
de dioses paredros.
La
verdadera adoración religiosa no es un fútil monólogo de autodecepción. La
adoración es comunión personal con la Diosa Madre Chaxiraxi –uno de sus mil nombres-que
es divinamente real, con lo que es la
fuente misma de la realidad, que se manifiesta en la naturaleza, así son objeto
de veneración los árboles, determinados lugares en las montañas, los montes, barrancos,
fuentes y nacientes de agua, eres, etc.
Anhelamos el
concepto del Infinito, pero adoramos la experiencia-idea de La Diosa Madre Chaxiraxi,
nuestra capacidad de percibir en cualquier momento y lugar los factores de
personalidad y divinidad de nuestro concepto más elevado de la Deidad.
De una
expedición al archipiélago en el año 1341 nos han llegado algunos detalles algo
más precisos: dos naves, fletadas por el rey de Portugal y con tripulación
florentina, genovesa y española, alcanzaron las islas en el mes de julio del
citado año bajo el mando del genovés Niccoloso da Recco y del florentino
Angiolino del Teggihia de Corbizzi; Permanecieron en las islas durante cinco
meses y, a su regreso a Lisboa, contaron tantas cosas interesantes que nada
menos que el propio Boccaccio tomó la pluma para escribir un retrato de los
guanches, basándose en los datos que, por carta, le había proporcionado da
Recco.
Según nos
dice Boccaccio, en Gran Canaria tenían reyes y sacerdotes y adoraban a una
Diosa.
Angiolino,
en su célebre viaje, nos refiere que había encontrado sobre la costa norte de
Gran Canaria una capilla o templo, en el cual no había pintura alguna ni ningún
otro ornamento, sino una estatua esculpida en piedra representando un hombre
con una bola en la mano. Este “ídolo” se hallaba desnudo, excepto un delantal
de hojas de palma que le cubría por delante. Estatua que robaron y llevaron a
Lisboa. Después de reventar la puerta del templo con una piedra se apoderaron
de la estatua y se la llevaron a Lisboa, siendo este execrable acto la primera
profanación documentada de un templo de la religión guanche por unos católicos.
También el
cronista español Andrés Bernáldes, el “Cura de los Palacios” uno de los
historiadores mejor documentado de su época, en su Crónica de los Reyes Católicos nos dice que en Gran Canaria había
una casa de oración llamada Toriña,[1][1] y que allí “tenían una imagen de palo tan luenga como media lanza, entallada,
con todos sus nervios de mujer desnuda, con sus miembros fuera, y delante de
ella una cabra de un madero entallada, con sus figuras de hembra, que quería
concebir, y tras ella un cabrón entallado de otro madero, puesto como que
quería subir a engendrar sobre la cabra.”
Por ello, entre nuestros ancestros
la adoración a la Divinidad
era netamente intelectual y espiritual,
se la representaba mediante símbolos y no con formas humanizadas como
veremos mas adelante, este aspecto idolátrico en la adoración fue inducido por
los primeros frailes predicadores que contactaron con nuestros ancestros,
dichos frailes se esforzaron por asimilar el panteón guanche adaptándolo al
catecismo judeo-cristiano.
El primer
establecimiento de estos frailes en la isla Chinech (Tenerife), tal como rcoge
el historiador Antonio Rumeu de Armas: “En cuanto al núcleo misional de Tenerife,
radicado asimismo en el sur de la isla, y más concretamente en Candelaria
(menceyato de Güímar), contó desde un principio con poderosos valedores
que contribuyeron a dar al mismo inusitado auge.
El ministro general de la Orden franciscana fray Jaime
de Zarzuela (elegido el 20 de mayo de 1458)
acogió bajo su tutela el eremitorio de Tenerife, sometiéndolo a directa jurisdicción. El principal
apóstol de esta misión fue fray
Alfonso de Bolaños, quien había conseguido catequizar buen número de infieles. Sabemos por expresa declaración
pontificia que el núcleo tiner-feño
lo componían tres misioneros, y hasta es dable identificar a otro de ellos, fray Masedo. Acaso fuese el tercero fray
Diego de Belmariua. De los tres hay
constancia de que vivieron entre los guanches y que predicaban en la lengua de éstos.” (A. Rumeu de Armas: 1975).
Así pues es lógico suponer que las primeras
pretensiones de los frailes fuese el asimilar de manera no traumática las
deidades del panteón guanche dotándolas de atributos cristianos y aplicándoles
nombres que no interrumpiendo la tradición guanche, significara los conceptos
ideológicos del cristianismo o mejor dicho, del catolicismo.
Así, La Diosa Madre
posiblemente adorada como Tanit, Abora, Moneiba, Tara, Diosa de La Luz, etc., pasó a denominarse
Chaxiraxi, por obra y gracia del celo evangelizador de la secta de los
franciscanos que como apunta Rumeu de Armas: “vivieron entre los guanches y que
predicaban en la lengua de éstos.”
La historia de esta advocación está
unida íntimamente a la historia de las Islas Canarias, especialmente de la isla
de su “aparición”, Chinech (Tenerife. No hay acuerdo sobre el año de la
supuesta aparición, pero la opinión mayoritaria es que apareció en la
desembocadura del barranco de Chimisay, en el municipio Menceyato de
Güímar, años antes de la invasión y
ocupación militar de la isla, es decir “aparecería” del 1392 al 1401. Es por
tanto la primera “aparición” mariana de Canarias.
Nuestro ancestros fueron
inducidos por los frayles predicadores a asumirla como La Chaxiraxi, que en lengua, Insuloamaziq, quiere decir La Madre de la Sol o Axmayex Guayaxerach
Achoron Achaman o Madre del que Carga o Sustenta el Mundo, y así la llamamos,
pues recoge los fundamentos del panteón guanche aunque ya con profundos
conceptos cristianos en su enunciado introduciendo además el concepto de un
dios masculino en sustitución de la Diosa Magek otro aspecto de Chaxiraxi, con el
objeto de ir cristianizando los cultos guanches
mazigios relacionados con la estrella Canopo, una estrella de primera
magnitud, la segunda más brillante en el cielo, la cual es de especial
adoración para nosotros, pues es la estrella principal, la más antigua, la
madre de todas las demás estrellas y la teníamos como referente para la
organización del calendario estelar, por
lo que la Estrella
del Sur era el eje cosmológico de la cultura ancestral guanche, a la que sutilmente los católicos convierten en la “madre del
sustentador”.
Esta concepción
de la Diosa Madre
Creadora Universal por parte de nuestros antepasados viene a ser corroborada
por modernos estudios lingüísticos, entre ellos, los del científico canario,
Doctor en Filología
y Licenciado en Historia don Ignacio Reyes García,
quien en un estudio en torno a la denominación Chaxiraxi no dice lo siguiente:
“Chaxiraxi. f. Tf. ant. desús. Rel. Divinidad femenina, cuyo nombre
parece haber sido aplicado también a la Virgen de Candelaria. Err.: Chaciraxi, Chijoragi,
Chijoraji, Chirijoraji.
§ «[...] y adoraban á Dios, á q//en
llamaban Guaraxíraxí. y á Sata Maria después que les apareció la llamaban Chaxiraxi. Y es de
notar, que Guayaxíraxí, quiere decir, el que tiene al mundo. Y Chaxiraxi, quiere decir, la que carga al que tiene al mundo.
Y pcf otro nombr* llamaron a Santa Mar/a
Atmayceguayaxíraxí, que quiere decir, La madre del
que carga al mu/do Abreu (ca. 1590, III,
13)
d. 1676:90r].
§ «[...]
il nomauano Achuhuran Achahucanac, cioé il grande, il sublime; et alia Nra. //
Donna Chaxiraxi, et anco la chiamauano
Armaxes guaiaxiraxi, che uuol diré la madre di colui che sostenía il mondo»
[Torriani (1590, Ll: 70v-71r) 1940: 166].
§
«[...] adoraban por cosa Celestial, y suprema Deidad ala Virgen de
Candelaria, y a el Niño en su mano derecha
llamaban Chijoragi hasta el t/émpo déla Conquista contaban haver cien años
solares q¿/e tenían á esta Señora en su tierra, mui
pocos mas ó menos y hacia en ellos admirables prodigios en medio de ser paganos, y ydolatras» [Marín 1694, II, 20: 82r].
§
Cf. «[...] Sabido esto por los moradores de las dichas islas, la comenzaron a
tener en muy grandísima veneración,
llamándola Madre del Sol, la cual devoción ha quedado y está viva el día de
hoy entre todos los naturales [...]» [González de Mendoza (ca. 1585) 1944:
301].
§
Cf. «[...] y es tanta, la que los naturales con esta santa reliquia tienen; que
si la Fe no les
enseñara la Candelaria
ser madre de Dios, y no Dios: la confessaran a ella y tuuieran por tal, según la Fe que con ella tienen» [Espinosa 1594, II, 1: 31 v].
§
Cf. «Otros demás deuotos coragones, / Dezian que las bozes y armonía / Mulicas,
cantos, lumbres procelsiones, / Con aplaufo y acorde melodía, / Eran a caufa
fuya, y los varones / En quien mas parte de
prudencia auia, / Dixeron fer del cielo alguna eftrella / En traxe de muger
hermofa y bella» [Viana 1604, VI: 124v].
— [T4 + H-f-R + l2] 'ta-ahYdr-ahdY(i)
> cayirayi, f. 'la que carga o sostiene el firmamento'. Fonética. *t- /t/ > c- /ts, por palatalización.
N.
B. La ausencia
de una preceptiva marca personal en el lexema [I], único que podía asumir una
función verbal, mueve a considerar la expresión ayicomo una forma
deverbativa. Esto nos deja con una versión literal del sintagma semejante a:
'ésta es el soporte (o sostén) del universo', la madre cósmica de ese Guayaxerax o Wayya-ayir-ayi, 'el espíritu que es
sustento del universo', conocido más
allá de eventuales influencias cristianas, tanto en Tenerife como en Gran
Canaria, por el adjetivo Acoran o Aqqoran, 'el Celestial'.
Esta “sustentadora del firmamento” revela
la mejor descripción para una estrella de primera magnitud, Canopo (Alfa Carinae -0.8), la más importante del
hemisferio austral y una de las mayores del cielo, base de la organización calendárica de las comunidades
afrosiáticas. Según la antigua cosmogonía norteafricana, el universo habría nacido de la explosión de esa estrella
(Barrios 1997, Reyes García 2007). [T]4
cha; [HT-R] axir; [T] ax.” (Ignacio Reyes García, 2011:157-158).
En otra interpretación del sincretismos
cristiano conducente a la transformación de la Deidad guanche en el dios
masculino católico, el citado autor recoge e interpreta;
Achmayex
guayaxerax. Tf. ant.
desús. Reí. Diosa
madre ínsuloamaziq (Chaxiraxi) identificada
con la Virgen María
del cristianismo.
§ «[...]
il nomauano Achuhuran Achahucanac, cioé il grande, il sublime; et alia Nra. //
Donna Chaxiraxi, et anco la chiamauano
Armaxes guaiaxiraxi, che uuol diré la madre di colui che sostenta il mondo» [Torriani
(1590, Ll: 70v-71r) 1940: 166].
§
«[...] y adoraban á Dios, á quien llamaban Guaraxíraxí. y á
Santa María después que les apareció la llamaban Chaxiraxi. Y es de notar, que Guayaxíraxí, quiere decir, el que
tiene al mundo. Y Chaxiraxi, quiere
decir, la que carga al que tiene al mundo. Y po' otro nombr* llamaron
a Sa/ta Mar/ia Atmayceguayaxíraxí, que quiere
decir, La madre del que carga al mí;/do» [Abreu (ca. 1590, III,
13) d. 1676: 90r].
§
«[...] porque elta es (diziendolo en fu propio lenguaje) Achmayex, guayaxerax,
achoron, achaman. La madre del fuftentador del cielo y tierra y por tanto es
Reyna de uno y otro» [Espinosa (1594, II, 7: 42v]. §
Cf. «Pero éste [la personificación deísta en ídolos o estatuas] no fue
obstáculo para que el espíritu piadoso de los conquistadores, viera en el
fervoroso culto que rendían con todas las apariencias del paganismo clásico a algunas de sus estatuas,
singularmente la diosa Chaxiraxi, no a la divinidad gentílica sino a la imagen de María Santísima
transportada por los ángeles entre infieles por inescrutables designios de la Providencia; máxime sosteniendo un niño en los
brazos por lo que también era
llamada, según fray Alonso de Espinosa y fray Abreu Galindo, la Achmayex
guayaxerac achoron o Atmayceguayaxiraxi. «la madre del
sustentador de cielo y tierra».
Tal creencia dio ocasión al extraordinario y
feliz acontecimiento de que los españoles en medio del delirante entusiasmo de
los guanches, condujeran la efigie con la mayor veneración a los altares
católicos, fundiéndose en dicho símbolo no ya el alma de los dos pueblos sino
los ritos de ambas religiones, como aún perduran» [Bethencourt Alfonso (1911)
1994b: 260-261].— At may-as
Wayya-ahyar-aY(i) > ac mayes wayyaYiray(i), prop.
= lit. He aquí su madre (de él), el espíritu que (es) sustento del universo
Fonética. *t /t/ > c /tf/, por palatalización.
N.
B. El sentido
de la frase permite salvar las dudas que inspira la confusa representación
gráfica del sufijo pronominal: may-es se
refiere a la 'madre de él', es decir, de esa divinidad masculina que se
prefigura como el 'espíritu sustentador del mundo', connotada por Alonso de
Espinosa con otros dos de sus títulos
principales, Achoron (Aqqoran, 'el Celestial') y Achaman (Assaman, 'Relampagueante'
o 'Centelleante').
[T]7 at; [M]8
ma; [S]2 es; [Y]2 guaya; [HT-RJ axir; [X]2 ax.
fúñenla, no tenían
ritos algunos, ni ceremonias, ni palabras con que lo veneraíTen» [Espinosa
(1594, I,4:17r].
§ «En vna caufa todos concurrían / Creyendo y
adorando en vn Dios folo, / Suyo fer infinito Omnipotente // lufto, clemente, y pió
confelTanan [sic], / Llamadole eu [sic] fu lengua Hucanech./Guayaxerax Acucanac Menceyto / Acoran, Acaman,
Acuhurajan / Que fon fublimes y altos epítetos / Que fignifican todo poderofo/ Suftentador y autor de lo criado, / Sin
principio, y fin fin, caufa de caufas» [Viana
1604,1: 9r-9v].
§
«Los de la Isla
de Thenerife, llamauan á Dios con diferentes nombres, Achuhurahan, Achahucanac,
Achguayaxerax, Hucanech, menceito, Acoran, Acaman [...]» [Núñez de la Peña (1676) 1994: 26].
§
«Aahuhucana» [Glas 1764:148].
§
«[Algunas Dicciones de la Lengua Guanchinesa] Ahicanac. Dios
excelso» [Viera 1772, I: 131].
§ «Achaxucanac(Sublime)» [Viera 1772,1: 165].
§
«fjénériffe.] Achicanac, Dieu trés-grand» [Bory 1803: 50].
§
«Achicanac [Berthelot 1842,1: 183].
§
«Achucana» [Berthelot 1842,1: 183].
§
«Hucanec» [Berthelot 1842,1: 183]. (Ignacio Reyes Garcia, 2011).
Por su parte
el Catedratico José Barrios nos dice: “La tradición de La Diosa Chaxiraxi
(Virgen de Candelaria) en Tenerife se basa en el culto guanche a la estrella
Canopo, la segunda más brillante del cielo, según el profesor de Análisis
Matemático de la
Universidad de La Laguna José Barrios.
Cuando el
profesor José Barrios comenzó a investigar la astronomía guanche a través de
las fuentes escritas se vio rápidamente en la necesidad de estudiar los orígenes
del culto católico a La
Candelaria.
El culto a
Canopo está bien documentado en la etnografía norteafricana del siglo pasado y
su presencia en Canarias prueba la considerable antigüedad de este sistema
religioso norteafricano, además de proporcionar una importante información
sobre los primeros habitantes de las islas.
Explica José
Barrios que “el orto helíaco de Canopo, es decir, la primera aparición por el
horizonte de la estrella tras su período de invisibilidad, se produce a
mediados de agosto y habría servido a los guanches para marcar la primera luna
del calendario y sincronizar el calendario lunar con el ciclo de las
estaciones.”
Las fiestas
guanches de comienzos del año canopial perviven en las actuales fiestas de
agosto en honor de la Virgen
de Candelaria,
La
festividad de San Blas se celebra el 3 de febrero, al día siguiente del culto
católico a Candelaria, y también estaría relacionada con la aparición de Canopo
tras la puesta del Sol, lo que sucede a finales de enero y principios de
febrero.
Hay pruebas
de que en Tenerife los guanches hacían celebraciones en febrero en el actual
municipio de Candelaria, según recoge la historia del padre Espinosa al relatar
que en 1497 los conquistadores asentados en La Laguna tuvieron que dirigirse
a la citada localidad sureña para buscar los esclavos guanches que se habían
ausentado de la ciudad. (José Barrios, 2013)
La
cuestión es que como queda demostrado
fueron los mercenarios invasores católicos quienes, al sincretizar los
conceptos cosmológicos del panteón guanche, personalizaron a la Divinidad creando la
imagen de Nuestra Diosa Chaxiraxi, a la que después le cambiaron el nombre
original por el de nuestra Señora de Candelaria, Santa María de Candelaria y
posteriormente acabaron imponiendo el de Virgen de Candelaria.
Posteriormente
el dominico Fray Aloso de Espinosa, crea una “piadosa” leyenda e torno a una
supuesta “aparición” de la Diosa Chaxiraxi en
las playas de Chimisay, pero ya convertida en “Nuestra Señora de Candelaria”,
leyenda que los historiadores posteriores asumieron al pie de la letra sin
cuestionarse en absoluto como buenos fanáticos católicos la veracidad las
infantiles e ingenuas afirmaciones del
fraile dominico, ingenuidad-por no emplear otro termino-que queda de manifiesto
no solo en la extensa lista de los supuestos “milagros” de la virgen de
Candelaria.
Según la leyenda relatada por Fray Alonso de
Espinosa: “iban dos pastores guanches a encerrar su ganado a las cuevas cuando
notaron que el ganado se remolinaba y no quería entrar. Buscando la causa
miraron hacia la desembocadura del Barranco de Chimisay y vieron sobre una
peña, casi a la orilla del mar, la figura de una mujer que creyeron animada.
Como estaba prohibido a los hombres hablar o acercarse a las mujeres en
despoblado, le hicieron señas para que se retirase a fin de que pasase el
ganado. Pero al querer ejecutar la acción, el brazo se le quedó yerto y sin
movimiento. El otro pastor quiso herirla con su cuchillo…” (Alonso de Espinosa
1980).
Mas inverosímil resulta lo que reafirma
en otra leyenda relativa a unas
procesiones de ángeles por las costas de Candelaria: “Aunque,
estando la santa imagen de Candelaria en Chinguaro en la casa del rey de Güímar, o en la cuevecita junto a ella, donde muchos años estuvo, habían los
naturales guanches oído muchas veces
armonía del cielo y músicas celestiales,
y visto muchas lumbres encendidas a modo de procesión, no eran tan ordinarias como lo fueron
después que pasaron la santa
reliquia a la cueva de San Blas.
Que como ya los guanches tenían más opinión
y conocimiento de quién ella era, así ella
obraba más a menudo cosas, con que los confirmaba en su opinión y los
atraía a su devoción.
Eran las procesiones que los ángeles hacían
así por la playa, donde la santa imagen estaba, como por la del Socorro, donde apareció, muy ordinarias, así de noche
como de día, con mucha solemnidad,
gran armonía y música de voces suavísimas,
con muchedumbre de compañía que, con velas encendidas, puestas en orden
y concierto, hacían su procesión, desde la
ermita que llaman de Santiago hasta la cueva de San Blas, por toda la playa, que es larga; y esto era tan ordinario,
que ya no lo extrañaban los naturales.
En la playa
que dicen de Abona, que será cuatro leguas désta de Candelaria, hacia la Montaña Roja, se
veían también ordinariamente
estas procesiones, principalmente por la fiesta de la Asunción de Nuestra
Señora; y esto es tanta verdad, que ahora,
en estos tiempos, personas que las han visto se van a la dicha playa y
hallan velas de cera acabadas de apagar, y
algunos las han hallado encendidas y pegadas a los riscos y me enseñaron el lugar y yo lo vide. Y así
en esta playa, como en la de Candelaria, se halla por la orilla de la
mar gran cantidad de gotas de cera que de las
procesiones que los ángeles hacen en honra de la Candelaria gotean, y yo
doy fe que las he hallado y visto, y las
tengo en mi poder, y oído a otros muchos lo propio.
Las
candelas o velas que en éstas playas se hallan, no son muy blancas, mas el pabilo no se deja
entender de qué sea, porque ni es estopa ni
algodón, antes en alguna manera
parece de seda blanca torcida. Lo que toca a estas procesiones, que
después acá que la isla es de cristianos, se han visto, adelante, cuando
tratemos de los milagros, se hará mención dellas más particular.
También
aparecía en estos tiempos, veinte años antes que la Isla se conquistase, gran cantidad de cera blanca
en panes, en un puerto cerca de aquí, que por esto le llaman el Puerto de la Cera. Y para certificación desto pondré aquí de verbo ad verbum un testimonio fidedigno, que en
aquellos tiempos se tomó, que entiendo dará gusto a todos.”(Ver, Acta
de la cera, pág. 70) (Alonso de Espinosa 1980:64-66)
En cuanto a los pabilos de los cirios que
llamó especialmente la atención de del frayle dominico, estos estaban
confeccionados con la fina corteza de la una planta autóctona conocida como
Chajora, la cual debidamente trenzada adquiere una textura sedosa y de fácil
combustión, así mismo, la cera empleada en la fabricación de los cirios
procedía de la producida por la abejeras salvajes las cuales abundaban en la
isla, siendo las del termino de Igueste de Candelaria reservadas para uso
exclusivo de La Diosa
Chaxiraxi, así como sus pastos lo estaban para los rebaños y
carnero sagrado de La Diosa,
estando penado con la muerte la introducción en
dicho termino de otros rebaños. La riqueza cerera producida por las
abejas negras africanas era tal, que el Cabildo colonial la asumió para
propios, viéndose los kanku (sacerdotes) cuidadores del santuario guanche de
Achbinico, a arrendar dichas abejeras para disponer de la cera necesaria para
el culto, como queda recogido en algunos documentos de la época,sobre el
particular hecho publico por el investigador Lorenzo Santana Rodríguez: “Del
ermitaño podemos aportar algunas noticias, que además nos ilustran sobre uno de
los aspectos de su actividad. Así sabemos que el 28 de mayo de 1517 García de
Morales, “ermitaño de Nuestra Señora de la Candelaria”, se
obligaba a pagar a Antón Martín, arrendador de las abejeras salvajes de la isla
de Tenerife: “tres doblas y media de oro.
Las cuales
son por razón que me arrendasteis todas las abejeras salvajes que hubiere media
legua a la redonda de la Casa
de Nuestra Señora la
Candelaria por dos años”.
La
producción de estas abejeras salvajes debía ser bastante crecida en atención a
otro documento, fechado el 22 de agosto de 1519, en el que García de Morales,
“santero de Nuestra Señora la
Candelaria”, para abonar el pago de una ropa se comprometía a
entregar cincuenta libras de cera.” (Lorenzo Santana Rodríguez).
Los Santuarios guanches en el Menceyato de
Güímar: Chinguaro y Achbinico,
“Convento” de maguadas y hospital de
Chacorche.-
Son muy numerosas las cuevas
naturales o artificiales en Canarias dedicadas por nuestros ancestros al culto
de Nuestra Diosa Madre Chaxiraxi en sus varios aspectos y advocaciones, así
como a sus paredros, en las líneas que siguen vamos a dar un somero repaso a
algunos de estos santuarios así como a otros denominados de superficie
localizados en el Menceyato de Güímar en
la isla Chinech (Tenerife) algunos de los cuales han sido sincretizados
y reutilizados por la religión católica.
Chinguaro.-
Tal como
recoge para este topónimo el tantas veces citado Doctor Ignacio Reyes:
“Chinguaro. m. Tf. Top. Cueva en el municipio de Güímar. Expr. t.: Chingara, Tinguaro. § «[...] hasta llegar a las moradas del rey de
Güímar, que eran como media legua, de donde la santa imagen apareció en un barranco; y el lugar de su
habitación llamaban Chinguaro» [Espinosa (1594, II, 5) 1980: 58 y 1907: 53]. [T-Ni + G-R-Wi] 'ti-n-agraw> cing"aro, conj.
det. f. lit. 'la(s) (cueva) de reunión'.
Fonética, "t /t/ > c fíjl, por palatalización. || *g > gw, por labialización. || *-aw > -o, por contracción. B[T N]i chin; [G R W]i guaro. (Ignacio Reyes García, 2011).
Fonética, "t /t/ > c fíjl, por palatalización. || *g > gw, por labialización. || *-aw > -o, por contracción. B[T N]i chin; [G R W]i guaro. (Ignacio Reyes García, 2011).
Una de la cuevas-santuarios más
significativas por haber servido como templo natural a Nuestra Diosa-Madre
Chaxiraxi cuando su imagen estaba en poder de nuestros ancestros antes de su
traslado a la Cueva
de Achbinicó y posterior usurpación por parte de los invasores y especialmente
por el clero católico, es sin duda la
Cueva de Chinguaro, situada a unos tres kilómetros de
Chimisay (El Socorro), en dirección a Güímar, en la isla Chinech
(Tenerife), en el barranco de idéntico nombre.
Continua.
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