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sábado, 27 de junio de 2015

LOS ESPÍRITUS, GENIOS O DIOSES TUTELARES BENÉFICOS O MALÉFICOS EN LAS DIFERENTES ISLAS CANARIAS:





A igual que la iglesia católica y otras religiones universales, cuentan con una serie de dioses menores, protectores personales o de corporaciones los cuales ejercen funciones de patronos o protectores, como p. ej. San Benito, protector de las cosechas y los campesinos, Santa Cecilia protectora de la música y los músicos,  Santa Lucía, protectora de los ciegos, etc., la Iglesia del pueblo Guanche también recoge en su teogonía a una serie de espíritus o dioses intermediarios entre la Diosa-Madre y los hombres. Estos espíritus, como hemos dicho extienden su acción benéfica o maléfica, no sólo entre los seres humanos y los elementos de la vida cotidiana, sino que la hacen extensivas a todos los aspectos de la naturaleza. Estos espíritus o maxios son conocidos por diferentes denominaciones  en cada  isla.


TITOREYGATRA (LANZAROTE): Uno de los primeros historiadores de nuestras islas, Frai J. De Abreu Galindo, no recoge para la isla de Lanzarote la existencia de dioses tutelares limitándose a reseñar que: “Adoraban a un Dios levantando las manos al cielo. Hacíanle sacrificios en las montañas, derramando leche de cabras con vasos que llamaban gánigos, hechos de barro.” (Abreu Galindo, 1997:57)

“Adoraban un ídolo de forma humana, pero no se sabe quien era. Lo tenían en una casa como templo, donde hacían congregación, la cual estaba rodeada por dos paredes, que entre sí formaban un pasillo, con dos pequeñas puertas, una fuera y la otra en medio; y allí, como en un laberinto, entraban a sacrificar leche y manteca. Algunos pretenden que entre estos bárbaros hubo otras clases de idolatría, de las cuales la verdad es que no se tiene ninguna seguridad.” (Leonardo Torriani, 1959:41)

Esta isla y la de Fuerteventura, fueron las primeras en recibir de manera masiva el impacto catequizador del catolicismo, lo que indudablemente contribuyó a la temprana erradicación de la  ancestral religión del pueblo, además del brutal despoblamiento llevado a cabo por los piratas normandos y castellanos de Bethencourt, mediante la saca de esclavos. Es por ello que la documentación llegada hasta nuestros días es escasa, no obstante la epigrafía recogida en los grabados rupestres nos habla de una cosmogonía riquísima, pero tendremos que esperar a que las investigaciones de los especialistas consigan descifrar los mensajes que encierran, de los que solamente conocemos ligeros fragmentos aportados por   Bethencourt Alfonso y Rafael Muñoz.

ERBANIA (FUERTEVENTURA):

Había en isla dos mujeres que hablaban con el demonio (designación que los católicos aplicaban a los espíritus mediadores “paganos”); la una se decía Tibiabin y la otra Tamonante. ( la que deletrea, la que divulga, Ignacio Reyes García, 200:126-7) Y quiere decir que eran madre e hija, y la una servía de apaciguar las disensiones y cuestiones que sucedían entre los reyes y capitanes, a la cual tenían mucho respeto, y la otra era por quien se regían en sus ceremonias. Éstas les decían muchas cosas que les sucedían. Fray J. Abreu Galindo, 1977:59-60)

La isla de Fuerteventura, cuando fue conquistada, era dominada por muchos duques y por dos mujeres principales, las cuales eran sumamente respetadas por todos. La una se decía Tamonante, la cual regía las cosas de la justicia y decidía las controversias y disensiones que corrían entre los duques y los principales de la isla, y en todas las cosas era superior en su gobierno. La otra era Tibiabin, mujer fatídica y de mucho saber, quien, quien por revelación de los demonios o por juicio natural, profetizaba varias cosas que después resultaban verdaderas, por lo cual era considerada por todos como diosa y venerada; y ésta gobernaba las cosas de las cosas de las ceremonias y los ritos como sacerdotisa. (Leonardo Torriani, 1959:75)

Son rudísimos, pertinaces en su secta, tienen templos donde hacen sacrificios con humo de cosas que queman, como no sea carne, sino cebada, dátiles, asisten hombres y mujeres.

La isla de Fuerteventura fue dividida al través con una Pared de más de  cuatro leguas de mar a [mar], término de dos Reyes, el de hacía Canaria llaman Ayose y el de hacía el Norte Guise; cada uno se gobernaba por una mujer, que ambas hablaban con el demonio, llamadas Tamonante y Tibiabin, éstas apaciguaban las discordias, maestras de ritos y ceremonias, avisaban de casos contingentes.(Marín de Cubas, 1993:104-5)

De estos textos de se desprende que en la isla de Fuerteventura, tanto el poder político como el religioso eran ejercidos por mujeres siendo además hereditario, es plausible que similar sistema de gobierno tanto laico como religioso debió existir en Lanzarote. Imperando al igual que en el resto de las islas el matriarcado. A pesar de que Marín de Cubas, nos dice que “eran pertinaces en su secta” y que tanto Tamonante como Tibiabin, “eran maestras de ritos y ceremonias,”  no nos dice nada sobre los nombres de las deidades ni sobre sus ritos, posiblemente no porque no los supieran, sino por temor a la Inquisición española la cual mostraba un celo excesivo en cuanto a la divulgación de los contenidos de la religión de los antiguos Canarios. 

ESERO (EL HIERRO): Adoraban los herreños dos ídolos fingidos en la mente devotos de hombre y ganados machos, Orajan de mujeres y hombres; Mon, a quién pedían agua y buenos temporales y hacían juramento; no les hacían sacrificios ni otra ofrenda, ideábanlos en dos riscos o peñascos, cercano uno del otro, muy altos delgados y peinados como torreones, en el término de Bentaiga y hoy llaman Los Santillos de los Antiguos: la rogativa para la lluvia era juntarse alrededor de ellos así hombres como sus ganados repartidos a cada uno, los machos a uno,  las hembras a otro, acorralados, ayunando por tres días, unos dando voces y gritos, bailando alrededor del peñasco, otros balando y gruñendo,  y con dar vueltas en torno lloraban a gritos; y si no llovía enviaban un adivino  a la cueva Artheita en el término Tacuitanta, y entrando invocaba a los ídolos, y le salía un cochinito llamado Orafaibo, que significaba medianero, y venía con él bajo el tamarco, a los demás, y era recibido con fiesta y baile; y lo tenía hasta que llovía lo bastante, y este animalito era el medianero de las lluvias, y suelto a la vista de todos volvía a la cueva. (Tomás Marín de Cubas, 1993:108) 

Los hombres adoraban a un ídolo macho, y las mujeres a una hembra. Al macho llamaban Eraoranhan, y a la hembra Moneiba; les hacía oraciones, sin sacrificio, y creían que vivían en los altísimos peñascos. Además de estas cosas, tenían en gran veneración el cerdo, y el demonio, a quien llamaba Aranfaibo, se les aparecía en esta figura. Cuando tardaban las lluvias, ayunaban tres días seguidos y gritaban al cielo, llamando el agua, estando en un lugar reservado para ello, llamado Tacuitunta, que estaba cerca de una cueva, llamada Abstenehita; y de esta cueva a sus gritos salía fuera el demonio en figura de cerdo, y les daba la lluvia. (Leonardo Torriani, 1959:214) 

Adoraban los naturales de esta isla del Hierro dos dioses ídolos, que los fingían macho y hembra. Al macho llamaban Eraoranzan y a la hembra Moneiba. Los hombres eran devotos del varón, y las mujeres de  la hembra; y esta devoción se entendía por los juramientos, ruegos y peticiones que hacía. No les sacrificaban más de rogarles por los temporales, para yerbaje a sus ganados. Y a estos sus ídolos o dioses no los tenían hechos de alguna materia, sino solamente eran intelectuales, fingiendo que su habitación y lugar para hacerles bien era en dos peñascos cumplidos a manera de mojones que está en un término que llamaban Bentayca, que hoy llaman los Santillos de los Antiguos; y que, después de oídos y cumplido el ruego, se subían al cielo.

Y, como no tenían otra noticia sino esta falsa opinión, después de ganada la isla por los cristianos y doctrinados y instruidos en la fe, aplicaron a Dios Nuestro Señor el nombre de Eraorazan y a la Virgen María el nombre de Moneyba.  Y, como estos isleños eran gentiles idolatras y les faltaba la lumbre de la fe, y el demonio es padre de la idolatría, por la actitud que había en ellos, había el demonio ganado crédito con ellos y hacían que lo adorasen. Y, como el principal sustento de los herreños era el ganado, ya que por las sementeras no les pusiese cuidado la falta del agua, poníanles por los yerbajes y pastos para el ganado. Y así, cuando veían tardar las aguas en el invierno, juntábanse en Bentayca, donde fingían estar sus ídolos, y alrededor de aquellos peñascos estaban sin comer tres días, los cuales con el hambre lloraban y el ganado balaba, y ellos daban voces a los dioses ídolos, que les mandasen agua. Y, sí con esta diligencia no llovía, uno de los naturales, a quien ellos tenían por santo, iba al término y lugar que llamaban Tacuytunta, donde está una cueva que decían Asteheyta, y, metiéndose dentro e invocando los dioses ídolos, salía, de dentro un animal en forma de cochino, que llamaban Aranfaybo, que quiere decir <<medianero>>; porque, como aquellos gentiles veían que por sus ruegos no alcanzaban lo que pedían, buscaban medianero para ello. Y a este Aranfaybo, que era el demonio, tenían ellos en lugar de santo, y era amigo de Eraorazan. Y, como salía, lo tomaba y lo llevaba debajo del tamarco a donde estaban los demás esperando con sus ganados, alrededor de aquellos peñascos; y andaban todos dando gritos y voces en procesión , a la redonda de aquellos dos riscos, y llevando el cochino debajo del tamarco. Y, como el demonio es grande artífice de cosas naturales, hacía llover, porque fuesen ciegos tras su adoración. Y, si vía el que llevaba el cochino que era menester más agua, teníase consigo este demonio y, cuando le parecía que había llovido lo necesario, largábalo y volvíase a su cueva, a vista de todos. (FR. J. de Abreu Galindo, 1977:90-91)

No deja de ser loable la ingenua credulidad de estos autores, no sólo afirman que el pobre cochino es el demonio, sino que además sostienen que éste proporcionaba la lluvia solicitada por los herreños. No cabe duda de que los sacerdotes herreños como los de cualquier otra religión, eran perfectos conocedores de la climatología de la isla y maestros de las cabañuelas, por tanto, sabían con bastante aproximación cuando iban a producirse las lluvias, convocando al pueblo a las rogativas en fechas próximas a que estas se produjeran, con lo cual era difícil que fallara la petición de lluvias, y, si estas no se producían en el tiempo estimado, siempre le quedaba al zahorí el recurso de alargar el tiempo de la rogativa haciendo uso del intermediario. Lo que queda claro, según se desprende de estos textos es que tras la rogativas en un tiempo más o menos razonable siempre se producía la lluvia aunque esta fuese provocada por el demonio. Y, considerado seguro el método de los Canarios para obtener las tan necesarias lluvias, la iglesia católica no dudó en apropiárselo, y así, en lugar de sacar al Aranfayfo en las rogativas, se sacaba –y se saca – en procesión a las vírgenes y cristos católicos con el mismo fin. Naturalmente, tuvo que pasar un determinado tiempo para que el clero cristiano fuese conociendo las peculiaridades climáticas de las islas,  así una vez conocidas éstas, o bien asesorados por prácticos del país, atendían las solicitudes de los feligreses de sacar las imágenes en rogativa de lluvias, si las condiciones metereológicas eran favorables, o bien las posponían con cualquier pretexto hasta que estas fueran idóneas, así casi siempre conseguían que la procesión tuviera el excito deseado, con gran felicidad por parte de los feligreses. Como podemos ver, la iglesia no ha hecho otra cosa que cambiar el intermediario de que se vale el pueblo para solicitar a la deidad la ansiada lluvia “arrimando el ascua a su sardina”.

BENAHUARE (LA PALMA): Eran idolatras, porque adoraban al demonio en forma de perro, a quien llamaban Haguanran; y decían ellos que éste moraba en el cielo, al que decían Tigotan, y en tierra, en la cumbre de las montañas llamadas Tedote; y  encima de ésta hacían sus sacrificios de leche y de mantequilla.

Eran estos palmero idolatras; y cada capitán tenia en su término a donde iban adorar, cuya adoración era en esta forma: Juntaban muchas piedras en un montó en pirámide, tan alto cuanto se pudiese tener la piedra suelta; y en los días que tenían situados para semejantes devociones suyas, venían todos ellos allí, alrededor de aquel montón de piedra, y allí bailaban y cantaban endechas, y luchaban y hacían los demás ejercicios de holgura que usaban; y estas eran sus fiestas de devoción. Pero no dejaban de entender que en el cielo había a quien se le debía reverencia; y al que ellos entendían que estaba en el cielo, y lo llamaban Abora. Pero el capitán o señor de Acero, que es  la Caldera, no tenía estos montones de piedra, a causa de que entre el naciente de las dos aguas que nacen en éste término está un roque o peñasco muy delgado, y de altura de más de cien brazas, donde veneraban a Idafe, por cuya contemplación al presente se llama el roque de Idafe. Y tenían tanto temor no cayese y los matase que no obstante aunque cayera, no les podía dañar por estar las moradas de ellos muy apartadas, por sólo el temor acordaron que de todos los animales que matasen para comer, diesen a Idafe, la asadura. Y así, muerto el animal y sacada la asadura, se iban con ella dos personas; y llegados junto al roque, decía cantando, el que llevaba la asadura: Y iguida y iguan Idafe; que quiere decir: “dice que caerá Idafe”. Y respondía el otro, cantan – Que guerte yguan taro; que quiere decir: “dale lo que traes, y no caerá”. Dicho esto, la arrojaba, y daba con la asadura, y se iban; la cual quedaba por pasto para los cuervos y quebrantahuesos, que en esta isla llamaban guirres.

Tenían gran cuenta con los días, por las lunas, a quien tenían en gran veneración, y con el sol.

A estos palmeros se les aparecía el demonio, en figura de perro lanudo, y llamábanlo Iruene.(Fr. Abreu Galindo, 1977:270)

Eran grandemente idolatras ó devotos,  en cada término de los referidos había gran montón de piedras solas, y en ciertos días disputados de la luna, venían a él todos los vecinos de la comarca a bailar y cantar endechas y corridos y a luchar, y comían allí carnes medias crudas y asadas, y leche y otras cosas de su uso. Entienden que en lo alto hay un Señor todopoderoso que gobierna todo lo criado, a quien llaman Abora; los del territorio de Eccero en lugar del montón de piedras tiene un roque muy alto y delgado de más de cien brazas, muy venerado y de tanta estimación como ídolo llamado Aidafe, a éste iban a pedir en sus necesidades les socorriese, y porque siempre estuviese enhiesto y no cayese le rogativas y ofrecían las asaduras de todos los animales que mataban en aquella rogativa; todos los vecinos y cofrades llevaban las asaduras entre dos cantando y respondiendo, muy poco a poco, y el uno decía: “Iguida iguan Aidafe”, que significa “dice Aidafe que se ha de caer”, y respondía el otro: “Quegueire iguantaro”, “pues dale lo que llevas y no caerá”, y llegando al pie del risco las arrojaban y las comían las aves, cuervos, milanos, guirres o quebrantahuesos. Contaban los días por lunas y los años por el sol, y tenían a estos planetas grande veneración. El demonio se les aparecía muchas y frecuentes veces en figura de perro lanudo; llámanle Iruene. (Tomás Marín de Cubas, 1993: 217-8)

TAMARANT (GRAN CANARIA): Entre las mujeres canarias habían muchas como religiosas, que vivían con recogimiento y se mantenían y sustentaban de lo que los nobles les daban, cuyas casas y moradas tenían grandes preeminencias; y diferenciábanse de las demás mujeres en que traían las pieles largas que les arrastraban, y eran blancas: llamábanlas magadas, los  malhechores que se acogían a sus casas no eran castigados. A las casas llamaban Tamonante en Acoran, que es decir <<casa de Dios>>. Tenían casas donde se encomendaban al Dios que estaba en lo alto, que decía Almogaren, que es <<casa santa>>; las cuales rociaban todos los días con leche, y para ello tenían cabras diputadas, y no le quitaban los garañones en todo el año, porque no les faltase la leche. Decían que en lo alto había una cosa que gobernaba las cosas de la tierra, que llamaban Acoran, que es Dios.

Tenían dos riscos muy altos, donde iban con procesiones en sus necesidades: el un risco se llamaba Tirmac, el término de Galdar, y el otro risco se llamaba Umiaya, en Tirajana que dicen los Riscos Blancos, término de Telde; y quien juraba por Tirmac o por Umiaya, se había de cumplir por ser juramento grave. Adoraban a Dios alzando las manos juntas al cielo. Cuando faltaban los temporales, iban procesión, con varas en las manos, y las maguadas con vasos de leche y manteca y ramos de palmas. Iban a estas montañas, y allí derramaban la manteca y leche, y hacían danzas y bailes y cantaban endechas en torno de un peñasco; y de allí iban a la mar y daban con las varas en la mar, en el agua, dando todos juntos gran grita. No tenían distinción en los días del año, ni meses, más que con las lunas. (Fr. Abreu Galindo, 1977:156-7)

...En efecto, entre ellos no hubo idolatría ni predicación evangélica, sólo que, al igual que los atenienses adoraban un Dios desconocido e invisible, y le hacía sacrificios. Lo consideraban inmenso y lo crían en todas las cosas; pero no como hombre, ni como alma del mundo, como lo comprendía Varrón, sino como mente divina que gobierna los cielos y las estrellas y los elementos, según lo confesaban los platónicos, los esotéricos y los pitagóricos.

Tenían los canarios un sacerdote llamado Faicag, a quien cumplía hacer oración y los sacrificios. También tuvieron casas de vírgenes a modo de convento, que llamaban Tamonante en Acoran, es decir “templo de Dios”. Fueron los canarios  verídicos y nobles. (Leonardo Torriani, 1959: 94-5) 

Decían que Acoran Dios sólo, eterno omnipotente, y le adoraban idea; juraban por Majec, que es el sol, decían ser un solo demonio, que él sólo padecía tormentos y fuego eterno en las entrañas de la tierra llamado Gaviot, al alma tenían por inmortal hija de Majec, que padece afanes, congojas, angustias, sed y hambre, y llévanles de comer a las sepulturas los maridos a las mujeres y ellas a ellos; a los fantasmas llaman Majios o hijos de Majec; llaman Tibicenas a las apariciones del demonio, que muchas y frecuentes veces al día y de noche se aparecían en forma de perros lanudos y otras de aves como pava, gallina con pollos, becerro, etc. Adorábanles en muchos sitios sagrados y venerados, así montes, cuevas, bosques, casas, riscos, y juraban por, muy solemnemente; el mayor adoratorio donde hacía romerías era Almogaren de Umiaya, que es una casa de piedra sobre un alto risco en Tirajana, llamado Risco Blanco, que fueron de Antón de la Santidad, conquistador aún allí hay tres braceros cantos grandes, donde quemaban todos frutos menos carne, y por el humo si iba derecho o ladeado, hacían su agüero, puestos sobre un paredón a modo de altar de grandes piedras y enlosado en lo alto del monte, y ha quedado una capilla y sacarrones, dentro todo de una gran cerca de piedras muy grandes, y es el risco el más descollado de todos aquellos sitios. Estas casas o sitios de adoración las regaban con leche de cabra, que todo el año reservaban un ganado para estos señalado, habían hombres que vivían en clausura a modo de religión; vestían de pieles, largo el ropón hasta el suelo; barruntaban el porvenir y eran Faisajes; observaban algunas moralidades y en corrido sabían de memoria la historia de sus antepasados, que entre ellos se quedaban consejas de los Montes Claros de Atlante en África en metáforas de palomas, águilas; éstos eran maestros que iban a enseñar muchachos a los  lugares; había nobles, y villanos para enseñar lo que conviniese a los villanos, y sí había niños hábiles los enviaban a Umiaya como a mayor Universidad, sí no es que fuesen de fuerza y ánimo para la guerra, porque éste era su primer instituto; eran para maestros los pusilánimes y débiles para el trabajo. 

Otro adoratorio hay en el término de Gáldar, que dura el nombre, que el risco de Tirma, lleno de caseríos, y grandes cuevas; a este iban las Maguas en romería llevando vasos de leche para regar y ramos en las manos, y de allí bajaban al mar, que está cerca y daban con ellas golpes en el agua pidiendo a Dios socorro en sus necesidades y ellos tenían fe en ser remediados; más de dos leguas alrededor tenía este risco de sagrado para los delincuentes, así para ellos como para sus ganados, y así era muy habitado este sitio.

Eran sagradas también las casas de las maguas que los españoles llamaban Marimaguadas; era una cerca de pared, casa y cueva habitación de muchas doncellas desde catorce a treinta años, porque después si querían casarse podían salir; que allí nadie, pena de vida, les podía hablar, y solamente cuando había falta de agua y de hambre salían en procesión a rogar a Tirma les socorriese; iban mirando al cielo, haciendo visajes y meneos con los ojos, cabeza y cuerpo, ya cruzando los brazos, ya abriéndolos, decían: “Almene Coran”, que significa: “Válgame Dios”; después de haber rodeado el risco caminaban hacía el mar. Salían fuera de sus monasterios las Maguas para bañarse en el mar, y para ello había días diputados que todos debían saber, y si algún hombre por descuido se hallase con ellas o se las encontrase en el camino perdía la vida; solamente cuando iban a adorar a Tirma en la casa Tamogante, podían desde lejos mirarlas. (Tomás Marín de Cubas, 1993:204-5)

Nos hemos extendido un poco con esta cita de Marín de Cubas, por considerar que este texto reproducido, nos aporta una serie de datos sobre la religiosidad de nuestros antepasados que no está recogidos por otros cronistas, indudablemente, ello nos ayudará a comprender más profundamente el mundo cultual de nuestros ancestros, del que iremos descubriendo facetas de una riqueza espiritual insospechadas y que, se han venido hurtando sistemáticamente al conocimiento de nuestro pueblo.

CHINECH (TENERIFE): Esta isla de Tenerife se llamaba, en su común hablar, Chinechi, y a los naturales llamaban Bincheni. Y adoraban a Dios, a quien llamaban Guayaxiraxi; y a Santa María, después de que les apareció, la llamaban Chaxiraxi. Y es de notar que Guayaxiraxi quiere decir “El que tiene al mundo” y Chaxiraxi quiere decir “La que carga al que tiene el mundo”. Y por otro nombre, llamaron a Santa María Atmayceguayaxiraxi, que quiere decir “La Madre del que carga al mundo”. Y no adoraban ídolos, ni tenían otra cosa quien adorar, sino a Dios y a su Madre,  aunque no tenían otra inteligencia de la cosas de Dios. Llamaban también a Dios por otro nombre Atguaychafanataman, que quiere decir “El que tiene al cielo”, porque ataman quiere decir “cielo”. (FR. J. Abreu Galindo, 1977:300-1)

...Y aunque conocían haber Dios, el cual nombraban por diversos nombres y apellidos, como son Achuhurahan, Achahucanac, Achguayaxerax, que quiere decir el grande, el sublime, el que todo lo sustenta, no tenían rito alguno, ni ceremonias, ni palabras con que lo venerasen. Más cuando los temporales no acudían, y por falta de agua no había yerba para los ganados, juntaban las ovejas en ciertos lugares que para esto estaba indicados, que llamaban baladeros de las ovejas, e incando una vara o lanza en el suelo, apartaban las crías de las ovejas y hacían estar las madres alrededor de la lanza, dando balidos; y con esta ceremonia entendían los naturales que Dios se aplacaba y oía el balido de las ovejas y les proveía de temporales. (Fray Alonso de Espinosa, 1980:34)

Confesaban al verdadero Dios con este nombre, Achguayaxerax y Ochoron Achaman, es decir, “sustentador del cielo y de la tierra”.

También lo llamaban Achuhuran Achahucanac, es decir, “el grande, el sublime”; y a Nuestra Señora, Chaxiraxi, y también la llamaban Armaxes Guaiaxiraxi, que significa “la Madre de aquél que sustenta el mundo”. Dicen también que a Dios lo llamaban Arguaicha fan ataman, que significa “Dios del cielo”, porque al cielo llamaban ataman; y que celebraban algunos días de fiesta. Contaban el tiempo de la luna con nombres diferentes; y el mes de agosto se llamaba Begnesmet. Tenían bautismo con agua, que administraba una mujer venerable, la cual por esta razón, contraía parentesco con todos. Decían que había infierno en el Pico de Teide (porque Eheyda quiere decir “infierno”, y el demonio se dice guaita, y que Dios había hecho al primer hombre y a la primera mujer de la tierra.(Leonardo Torriani, 1959:180-1)

En esta isla de Tenerife unos afirmaban que no había en el cuerpo alma racional, o que en muriendo el cuerpo todo se acababa, otros confesaban haber un Dios universal, y llamaban Jucancha; juraban solemnemente por el sol llamado Acaman y que había otro Señor que gobernaba el mundo, y las cosas sublunares llaman Iguaya hiraji, compuesto de guaya que significa espíritu, y hiraji cielo. Conocen haber demonio y llaman Guayote, y que él sólo tiene la pena en la tierra y en los sitios en que hay volcanes, fuego y azufre, y en particular en el monte de Teyde, Adoraban por cosas celestial y suprema deidad a La Virgen de Candelaria y al niño en su mano derecha llamaban Chijoraji; hasta el tiempo de la conquista, contaban haber cien años solares que tenían a esta Señora en su tierra, muy poco más o menos, y hacía en ellos admirables prodigios en medio de ser paganos e idolatras; hacían largas romerías a visitar los huesos de sus sepulcros en todo semejantes a los canarios y en particular había los mas frecuentes en el pico del Teide  y también juraban por los huesos de sus antepasados a modo de venganza o pleito homenaje; en sus sacrificios se les aparecía el demonio en varias apariencias, y de ordinario en la de perro grande y lleno todo de lana, llamaban cancha guacancha; otros ponían el cuerpo boca abajo hablando algunas palabras dentro de un hoyo, y así llamaban al ausente aunque fuese de muy larga distancia. (Tomás Marín de Cubas, 1993:220-1)

Creemos que la afirmación de Abreu Galindo en cuanto a que los guanches no adoraban ídolos, fue fruto de la desinformación. Evidentemente, en la rica cosmogonía guache, tenían y adoraban a determinados “ídolos” no menos de nueve según indica Sedeño como tendremos oportunidad  de ver.

El único de los historiadores canarios que supo ver el origen Oriental de la Religión de nuestros antepasados, (a pesar de su profundo catolicismo) fue el guanche de ascendencia mahorera D. Tomás Marín de Cubas. El espíritu de aguda observación mostrado en su obra por D. Tomás, no fue del agrado de los poderes coloniales de la época como tampoco lo ha sido para las posteriores, quizás por ello fue considerada “obra maldita” por los detentadores de la Historia Oficial y oficialista, siendo postergada y condenada al ostracismo como lo fue también otra de las obras cumbres de la historiografía canaria, nos referimos a la Historia del Pueblo Guanche del insigne amusnau tinerfeño D. Juan Bethencourt Alfonso. Estas dos obras básicas para el acercamiento a un conocimiento de la Historia de Canarias, no mediatizada ni falseada por la visión triunfalista y etnocentrista que nos han venido trasmitiendo durante centurias, en las que se han venido sosteniendo toda una serie de falsedades y falacias en torno al pueblo dominado, capaces de hacer sonrojar a cualquiera que no esté de una manera u otra captado por los intereses coloniales-culturales de la Metrópolis en Canarias. Estas dos obras fundamentales para entender y comprender nuestro pasado, han venido siendo citadas profusamente por los autores españolistas, pero al mismo tiempo han sido ignoradas tanto por organismos públicos como por los entes académicos, quizás por ser considerado su contenido demasiado peligroso, para el endeble andamiaje histórico que sobre nuestras islas han venido construyendo los guerreros de antifaz con patentes de corso en la cultura canaria. Llegados a este punto, quiero hacer una digresión, es digno de destacar que el hecho de que estas dos obras cumbres hayan visto la luz pública, es debido al entusiasmo de dos honestos investigadores canarios a quienes deseo rendir mi modesto homenaje: D. Manuel A. Fariña González, en el caso de la obra de D. Juan Bethencourt, y a D. Francisco Ossorio Acevedo en la de D. Tomás Marín. Así mismo, no puedo dejar de reconocer el esfuerzo económico que fue necesario para la publicación de las mismas, asumidos también por dos canarios de pro: D. Francisco Lemus, quien asumió el riego de la publicación de la obra de D. Juan Bethencourt y la del Director de Ediciones Globo para la de D. Tomás.

Veamos algunas de las notas que sobre el origen Oriental de la Religión Guanche nos trasmite D. Tomás, o como él dice: “Sectas gentilicias, y costumbres persianas” (mesopotámicas e egipcias. Debemos tener en cuenta que D. Tomás escribió su obra sobre 1694).

...Mirlaban los canarios sus difuntos, fue uso de Sirios y Egipcios dice Alejand. En Alejandro lib. 3 cap. 2 Divrum Génesis, donde dice que ponían dentro del cadáver resina de pino, y polvo de cedro, sal y mirra: Muchas naciones los Agrigentinos, Tártaros y Hebreos, los primeros tenían sus difuntos en sus moradas haciéndoles sacrificios con luces, fuegos y comidas, o los tenían presentes mirlados, o pintados en tablas o pared escritos con loores de vencedor, a el Capitán o Rey, y a éstos llamaban Lares; los Tártaros hacían debajo de tierra aposentos a sus embalsamados, los Hebreos en sepulcros arcas de piedra, y los romanos lo mismo en mármoles, y alabastro; en los canarios se hallaron estos modos de mirlados y sepulcros entre pedregales, el cual tienen los Árabes. (Tomás Marín de Cubas, 1993:379)

Genios.

Los Egipcios fueron lo que adoraron Idolos primeros que otros, en forma de animales, o en aquella en que al Demonio le era más convenible, no tuvieron esto los canarios, aunque el Demonio se les aparecía en forma de perros, de gallina con pollos o caballo y pava. (Ibidem: 380)

Diezmos.

Fue costumbre de muchas naciones el cierta limosna de las cosechas de sus frutos a modo de diezmos; en la Ley Vieja daban de 40 partes una, y otros de 70, y otros daban ofrendas según su voluntad, y en ellos hubo según costumbre; tuvo principio desde Adán dando Caín a Dios lo peor, y poco, y Abel lo más y mejor, el primero que pagó el diezmo fue Abraám a Melquisedec de la presa que quitó a los Reyes que llevaban cautivo a su sobrino Lot: usaron de cierta porción ofrecida de sus frutos los canarios, que algunos juzgaron fuesen Diezmos como ya hemos dicho.

Los Romanos ofrecían al genio que adoraban, asaduras de animales sacrificados envueltos en harina de centeno. Según Plutarco, y Pausianas lib. 3, hacían sacrificios de perros al genio, Pan y Lycro, y a los genios de los Campos Elíseos era de Cabras y Cabrones blancos; y así los Romanos como los Sirios hacían sacrificios a la estrella de los Caniculares  matando en sus fiestas gran cantidad de perros; y Plutarco dice que este sacrificio era también a Gessia; y al genio Rubigo sacrifican perrillos pequeños como los Argivos a Proserpina en el mes de Abril para limpiar el pulgón, y los comían por regalo, y los Boecios sacrificaban a Diana perros, y los hombres forasteros a modo de los Indios Mexicanos; los Romanos al templo de la Fortuna regaban con leche de cabras; y sus pastores eran devotos de Poles, a quien de noche festejaban con bailes, fuegos y comidas, luchas, carreras y gritos cantando endechas tristes de lástima y pesar, y después todos comían carnes asadas de cabra, y cabrón blanco bebiendo mucha leche; ofrecían leche también a Flora, Vesta y Agria, que es a los genios de la tierra, campo y flores; Rómulo siempre a todo genio otra cosa, que leche no sacrificó, y este oficio fue de la Vírgenes Vestales llamadas Harimaguadas. San Agustín lib. 2 De Civitate Dei, y lib. 4 cap. 11, y Marco Varrón lib. De Rerum Etica.

Los Griegos y muchas naciones rodeaban el campo, templo o riscos, pidiendo a voces el remedio para los campos, y ganados, y lo mismo hacían los Romanos cantando himnos o canciones a su genio, sacrificaban una puerca parida o una vaca; luchaban y bailaban, comían carne asada, haciendo lo mismo en sus casamientos sacrificaban a los Lares un cochino; ofrecían para hacer rebaño de cabras pintadas las fiestas de Pan, y Minerva, y también leche, miel, vino, y un castrado, cabrito o cabrón pintado de blanco.

Los paganos que adoraban a la Sol, luna o estrella de Júpiter no tenían templo, y en su lugar montones de grandes piedras, y en los altos riscos hacían corrales, que les servían de templo.

Los Mauritanos según Lucano lib. De Farsalias, y Plutarco Lib. 5 Inita Cosaris tuvieron en adoración a su Rey Juba como los Romanos a Rómulo, y fue costumbre de muchas naciones: En Canaria hacían los Canarios juramento por Tirma en cierto risco llamado de este nombre, Silio Itálico refiere muchas veces en las Guerras Púnicas, a Agua Tirma y parece que fue Gigante como fue Jucancha, o Junicaso en Thenerife; y los majoreros tuvieron a Magot, y todos lo referían a la Sol.

Los Árabes sacrificaban al dios No Conocido llamado de otros mismos Hado fatal, y de los griegos y romanos Forti Fortuna, y de los filósofos la voluntad de un solo Dios todopoderoso, Causa de todas las causas; por medio de ciertas Vírgenes que tenían en clausura en forma de comunidad hasta tiempo de casarse, engordaban cuanto fuese posible a un camello nuevo que les sacrificaban, y estas también solían pedir buenos temporales: y de esto usaron los Canarios, menos el no tener camellos. (Tomás Marín de Cubas, 1993:380-1)

Como podemos apreciar, existe un amplio especio dentro de las religiones orientales y greco-latinas en que se alojan infinidad de figuras de seres intermedios que tienen sus respectivos exponentes en la Religión Guanche, básicamente porque todas estas religiones proceden de un tronco común. En la religión católica, la Diosa fue suplantada por el dios único de un pueblo, que después hicieron extensivo al mundo pagano a la vez que tomaba de éste toda su comosgonía y ritos, simplemente cambiándoles el  nombre y sustituyendo a los espíritus y genios por ángeles y santos, aplicando a éstos las atribuciones  de seres intermediarios con la divinidad. En todo caso, en todas estas concepciones religiosas forman parte indisoluble de las mismas los seres intermedios que aproximan la figura de la divinidad al mundo de los hombres, que le sirven de “mensajeros”, que la hacen visible y que protegen el curso de su vida, que habitan en su mundo, que cargan con la responsabilidad de sus lados

oscuros, figuras a las que se le atribuyen los males que el hombre no puede explicar o cuya responsabilidad no se atreve a cargar. Es el mundo de los espíritus, los genios benignos y malignos, de los ángeles de los demonios. Un mundo reconocido en todas las religiones y tanto más complejo y abigarrado cuanto más cerca estamos de la religión olvidada por el pueblo, de la religiosidad popular, aunque no falta tampoco en las representaciones religiosas de las teologías y los cultos paganos oficiales. Recordemos que la iglesia católica aún continua achacando a castigos divinos las epidemias y catástrofes naturales, rogando públicamente a sus deidades el remedio de las mismas.

DIOSA MAGEK

En la teogonía guanche como es bien sabido el culto universal está dedicado Chaxiraxi y a su representación solar, ésta representada en Magek. “Como la más poderoso y benéfica de las diosas mediadoras, cuyo emblema en la tierra es “el fuego nacido de su seno”, tenido por sagrado. Autor de la vida del hombre, tributabánle los epítetos más cariñosos llamándole “madre”, siendo para los moribundos  un consuelo supremo exhalar el último suspiro con los ojos fijos en el divino astro. Todas las mañanas y antes de la amanecida los Kankus  o sacerdotes de la Sol adornados con guirnaldas de hojas de viñático, dirigiéndose en comunidad tocando  chácaras, flautas y tambores a determinados lugares, para impetrar del dios su presencia en la tierra y saludarle con himnos y danzas. Cuando aparecía sobre el horizonte, desde el rey al último vasallo postrábanse de rodillas con las manos en alto para venerarlo,  otros saltaban, bailaban, silbaban o lanzaban gritos de entusiasmo.” (Juan Bethencourt Alfonso, 1994, t. II: 269)

La tamusni, nos ha trasmitido la ubicación de varios de los lugares donde los kankus llevaban a efecto estas ceremonias matinales de la bienvenida al Sol, especialmente en la parte sur de la isla de Tenerife, zona que permaneció durante mucho tiempo alejada de culturización católica, debido a que los conquistadores no osaron adentrarse masivamente por estas tierras durante los dos primeros siglos inmediatamente posteriores a la conquista, lo que facilitó que se conservasen las costumbres y tradiciones durante mucho más tiempo así tenemos que: “Era sagrado el fuego que procedía de Magek, como el rayo, relámpago, el obtenido por frotamiento de dos maderos, el doméstico y en una palabra el que no tuviera su origen en Chinechi o infierno. Y hoy como antes, sigue siendo sagrado. No hay campesino que se atreva a injuriarlo, ni escupirlo. Aunque hacen hogueras en San Juan, San Pedro y otros días del año, para muchos la fecha y el santo es el pretexto, como en las famosas hogueras de Chirche y Aripe de Guía, por que en el fondo están dedicadas a Magek.” (Juan Bethencourt Alfonso, 1994, t. II: 279)

“En todos los reinos tenían señalados estos diferentes lugares para las diferentes épocas del año, que nos hacen pensar se estarían en relación con los  cambios del Sol. En el reino de Güímar, uno de los puntos era la montaña de Archaco, y para el clero de Arafo unas veces el roque de Chiguergue, otras el de Jóaquina, ya al de Iserse o a montaña de “Arguama o Montaña Santa” en Igueste.(Ibíden)

En el reino de Abona, hacía Fasnia: a la “Montaña de Santa” o de Fasnia,  ya a la “Montaña de la Gloria” en Icor, o al “Llano Santo” al E. de Chajaña de Arico; y por la parte de Granadilla, a la “Montaña Santa”. (Ibíden)

Por el reino de Adeje, al “Roque de Jama” etc. Aún en los pueblos del Sur (isla de Tenerife) se oyen las frases, aunque ya con sentido irónico: “¡vete a buscar el Sol”; y todavía es bastante conocida la broma que gastan con los de Arafo llamándolos “cancos” y diciéndoles que vayan a buscar el sol. (Juan Bethencourt Alfonso, 1994, t, II: 279)

Todos estos lugares cultuales mencionados por Bethencourt Alfonso, así como otros muchos existentes en toda la orografía de las islas, reafirman su condición de lugares sacros por el hecho de que han sido sincretizados por la iglesia católica, por ello, vemos en las cimas de las montañas o en los llanos pequeñas ermitas o cruces implantadas con el ánimo de “santificar” desde el punto de vista del ritual católico, estos lugares sacros de nuestros ancestros.

 Es tradición y esta recogida por la tamusni, que cada mañana antes de amanecer, los Kankus de Arafo, se desplazaban tocando el Tajaraste hasta el lugar del pino santo, donde al presente se encuentra una pequeña capilla dedicada a un “Cristo del Pino”, para dar la bienvenida al Sol, recitando entre otras, la siguiente oración:


¡¡Uh!! Magné Mastáy   Achen tumba Manéy.
¡Uh! Ma gdnná, Mastay   ase-n tunwa, Maney.
Tanemir uhana gek magék  Enehana benijime
barba  Enaguapa acha abezan.
Tansmmirt uyan ajeq Mayeq n eyenna benn iyimme
Hansa n wafa ass abezzan.

TRADUCCION AL CASTELLANO
¡¡Oh!! Madre del cielo  Madre de la tierra.
¡Oh! Madre del cielo, Madre del   crecimiento  de la  herman­dad,
Madre de lo nuevo.
Gracias poderosa Sol por salir un día más  para alumbrar la noche.
Gracias, joya que eres fulgor, Sol del comienzo del alba,
que tiñe siempre de luz toda la oscuridad (o maldad).
(Traducción al castellano del Dr. Ignacio Reyes García.)


Esta oración que encierra en sí todo un tratado de filosofía religiosa, es una de las básicas en todos los templos guanches de la isla de Tenerife, y es presumible que lo fuese en el resto del Archipiélago con igual o similar contenido. Posiblemente la traducción no se ajuste totalmente al sentido de la oración en lengua guanche debido a la corrupción recibida al ser vertida al castellano, aun así, en el presente es una de las oraciones de acción de gracias que dirigimos  la Diosa-Madre en su representación como Magek, es decir, la Sagrada Sol, pues como hemos dicho anteriormente, en la cultura guanche-mazigia tanto La Sol como El Luna.

Guayre Adarguma Anez’ Ram n Yghasen



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