Los intermediarios:
Los espíritus.
Entre el hombre y la Diosa
Madre no debe existir ningún vacío. Entre el cielo y la tierra existe un
universo poblado de seres. Existen unos seres que hacen de puente. A estos
intermediarios se les llama: mediadores, enviados, mensajeros.
La mediación es un concepto
básico en todas las culturas africanas. El africano tiene la costumbre de
dirigirse a alguien superior a él, por medio de algún intermediario.
Cuando ha de dirigirse a
una persona que él considera superior, tiene que ser presentado por otro que
está ya en relación con esa persona de grado superior. Este principio aún hoy
es válido en lo que atañe a toda relación política, social y religiosa.
Los Espíritus Vitales son
de naturaleza espiritual, son invisibles, (Maxios),
pero pueden tomar cualquier forma visible para poder manifestarse a los
hombres. Su inmaterialidad les sitúa fuera de las condiciones del espacio y del
tiempo. Se pueden desplazar instantáneamente y tienen toda clase de facilidades
para metamorfosearse.
Con estas cualidades los
Espíritus Vitales son mucho más fuertes y mucho más hábiles que los humanos en
su estado terrestre. Estos Espíritus Vitales son muchedumbre, aunque algunos
sean más relevantes que otros, por su presencia y su acción. Entre ellos
mencionemos a alguno de ellos tal como los concebimos los guanches.
Entre las potencias
espirituales he de hacer mención especial a la categoría de los Yenus.
Son seres míticos que se
distinguen de los espíritus corrientes. Estos espíritus son los grandes
iniciadores que ayudan al individuo a integrarse en la sociedad. En su caminar
por esta tierra, el niño se encuentra envuelto en una especie de alianza
misteriosa con estos espíritus que le hacen pasar progresivamente del mundo
prenatal al mundo de los habitantes de la tierra. Estos espíritus se encargarán
de guiar a ese niño en su caminar por la vida. Vienen a ser como un alter ego,
aún más identificado que lo que las religiones monoteístas atribuyen al ángel
de la guarda.
La presencia y el actuar de
estos Yenus son indispensables para aquellos que han de participar en los ritos
"iniciáticos", sobre todo cuando llega el momento de la
"muerte-resurrección" de los candidatos. Nadie puede participar en la
iniciación si no ha sido confiado, consagrado a los Yenus.
Los espíritus están
rodeados de un cierto misterio. Su invisibilidad y su poder les hacen
superiores: terribles y
temibles. El hombre mortal se siente desprovisto e impotente ante ellos.
Conscientes de esta
superioridad, los espíritus se comportan con los hombres de manera descarada e
impertinente. La arbitrariedad y el despotismo caracterizan las intervenciones
de los espíritus. Se podría afirmar a veces que hasta se burlan de los hombres.
Estos espíritus tienen el nombre fatídico de (Tibicenas): aquel a quien es
imposible satisfacer. (tibicena (*tibizzănah, ‘color negro’, fig. ‘malvado, peligroso’. Ignacio Reyes) Estos son legión.
Intentando dar una
explicación filosófica diré que los espíritus son la esencia misma de los seres
naturales, son la realidad ontológica de las cosas de la naturaleza, una
realidad personificada.
La gente sencilla concibe
los espíritus como esos seres a quienes la Diosa les ha concedido la
salvaguarda de la creación. Se les llama los pastores de la Diosa. Son los
agentes inmediatos de la providencia divina sobre el universo entero.
Gracias a todas sus
prerrogativas, los espíritus están situados más cerca de los humanos
que de la Diosa. No pueden compartir
la perfección y la auto-suficiencia de la Diosa, al contrario, por su
susceptibilidad y por su temperamento sombrío, se asemejan más a los humanos.
Se les atribuye la mayor parte de los defectos humanos, en particular una
susceptibilidad exacerbada y primaria.
Se les atribuye también
gran parte de las necesidades de los mortales: hambre, sed, sueño, cansancio…
Por si acaso, más vale tener muchos amigos entre ellos. (Eugenio Bacaicoa Artazcoz)
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