Las comunicaciones inteligentes entre los Espíritus y
los hombres pueden tener lugar por medio de signos, a través de la escritura y
por la palabra.
Los signos consisten en el
movimiento significativo de ciertos objetos y, más frecuentemente, en la producción
de ruidos o de golpes. Cuando esos fenómenos poseen un sentido, no permiten
dudar de la intervención de una inteligencia oculta, en razón de que si todo
efecto tiene una causa, todo efecto inteligente debe tener una causa inteligente.
Bajo la influencia de ciertas personas designadas con el nombre de médiums, y a
veces espontáneamente.
Daremos a este modo de
comunicación el nombre de sematología, palabra que da perfectamente la idea y que
abarca todas las variedades de comunicaciones por signos, movimiento de cuerpos
o golpes. Uno de nuestros corresponsales nos ha propuesto designar
especialmente este último medio el de los golpes con la palabra tiptología.
El segundo modo de
comunicación es la escritura; la designaremos con el nombre de psicografía,
igualmente empleado por un corresponsal.
Para comunicarse a través
de la escritura, los Espíritus emplean, como intermediarios, a ciertas personas
dotadas de la facultad de escribir bajo la influencia del poder oculto que
las dirige, las cuales
ceden a una fuerza que evidentemente está fuera de su control, puesto que ellas
no pueden detenerse, ni proseguir a voluntad y, a menudo, no tienen conciencia
de lo que escriben. Su mano es agitada por un movimiento involuntario y casi
febril; toman el lápiz aunque no quieran y lo dejan del mismo modo; ni la
voluntad, ni el deseo pueden hacerlas continuar sino deben hacerlo. Es la psicografía
directa.
La escritura también se
obtiene por la sola imposición de las manos sobre un objeto convenientemente
dispuesto y provisto de un lápiz o de cualquier otro instrumento apropiado para
escribir. Generalmente, los objetos más empleados son las tablitas o las
cestitas dispuestas a ese efecto. El poder oculto que actúa sobre la persona se
transmite al objeto, que de esta manera se vuelve un apéndice de la mano y le
imprime el movimiento necesario para trazar los caracteres. Es la psicografía
indirecta.
Las comunicaciones
transmitidas por la psicografía son más o menos extensas, según el grado de la
facultad medianímica. Algunos no obtienen más que palabras; en otros, la
facultad se desenvuelve con el ejercicio, escribiendo frases completas y, a
menudo, disertaciones desarrolladas sobre temas propuestos o espontáneamente
tratados por los
Espíritus, sin ser
provocados por ninguna pregunta.
La escritura es a veces
clara y muy legible; otras veces es solamente descifrable por el que la ha
escrito, y que entonces la lee por una especie de intuición o de doble vista.
En general, la escritura de
una misma persona cambia por completo con la inteligencia oculta que se
manifiesta, y el mismo carácter de escritura se reproduce cada vez que la misma
inteligencia se manifiesta nuevamente. Sin embargo, este hecho no tiene nada de
absoluto.
Algunas veces los Espíritus
transmiten ciertas comunicaciones escritas sin intermediario directo. En este caso,
los caracteres son trazados espontáneamente por un poder extrahumano, visible o
invisible. Como es útil que cada cosa tenga su nombre, a fin de que nos podamos
entender, daremos a este modo de comunicación escrita el de espiritografía,
para distinguirlo de la psicografía o escritura obtenida por un médium. La
diferencia entre esas dos palabras es fácil de establecer. En la psicografía,
el alma del médium desempeña necesariamente un cierto papel, al menos como intermediario,
mientras que en la espiritografía es el Espíritu quien obra directamente por sí
mismo.
El tercer modo de
comunicación es la palabra. Ciertas personas reciben en los órganos de la voz
la influencia del poder oculto, similarmente a lo que se hace sentir en la mano
de aquellos que escriben.
Ellos transmiten por la palabra, todo lo que los otros transmiten por la
escritura.
Las comunicaciones
verbales, así como las escritas, a veces tienen lugar sin intermediario
corporal. Las palabras y las frases pueden resonar en nuestros oídos o en
nuestro cerebro, sin causa física aparente. Los Espíritus pueden también
aparecérsenos en sueño o en estado de vigilia, y dirigirnos la palabra para
darnos advertencias o instrucciones.
Para seguir el mismo
sistema de nomenclatura que hemos adoptado para las comunicaciones escritas,
deberíamos llamar psicología a la palabra transmitida por el médium, y espiritología
a la que proviene directamente del Espíritu.
Pero como la palabra
psicología ya tiene una acepción conocida, no la podemos cambiar. Por lo tanto,
designaremos a todas las comunicaciones verbales con el nombre de espiritología,
aplicando a las primeras el de espiritología mediata y a las segundas el de
espiritología directa.
De los diferentes modos de
comunicación, la sematología es el más incompleto; es muy lento y sólo
difícilmente se presta a desarrollos de una cierta extensión. Los Espíritus
superiores no lo usan de
buen grado, ya sea a causa de la lentitud o porque las respuestas por sí o por
no son incompletas y sujetas a error. Para la enseñanza prefieren los más
rápidos: la escritura y la palabra.
En efecto, la escritura y
la palabra son los medios más completos para la transmisión del pensamiento de
los Espíritus, ya sea por la precisión de las respuestas o por la extensión de
los desarrollos que traen consigo. La escritura tiene la ventaja de dejar
huellas materiales y de ser uno de los medios más indicados para combatir la
duda. Además, no se está en la libertad de elegir; los Espíritus se comunican
por los medios que juzgan conveniente:y esto depende de las aptitudes.
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