Les ofrecemos la medulosa
declaración del Instituto de Filosofía Práctica, reproducido por nuestros
colegas de Foro de Cuyo.
“A mi pecho de indio se ha ganado la Cruz”.
Rafael Jijena Sánchez
I.- El sábado 2 de agosto “La
Nación” (diario) nos trae una crónica escrita desde Humahuaca por Amalia
Eizayaga. En ese lugar se congregaron una serie de políticos “opositores”,
entre quienes sobresalían Hermes Binner, Ernesto Sanz, Julio Cobos, Gerardo
Morales, Ricardo Alfonsín, Ricardo Gil Lavedra, Ángel Rozas, Humberto Tumini y
Juan Carlos Zabalza. El motivo fue rendir “culto a la Pachamama, en un rito
tan ancestral como sagrado en esta zona del país. Le pidieron trabajo, salud,
prosperidad, producción, paz y le agradecieron su generosidad”.
Al comenzar con el rito, dijo en voz alta una
mujer: “pónganse en presencia de la Madre Tierra”. El intendente local
Aldo Herrera, su mujer y los políticos, “todos se arrodillaron, con el
cuerpo orientado hacia el sol, y con las manos entregaron a la Pachamama los
bienes que las comunidades habían preparado”.
Ernesto Sanz, presidente de la UCR,
destacó que “había sido una celebración de valores, el de la gratitud, de
reconocimiento a la tierra, de la cultura del trabajo”. También por la
nota nos enteramos que impulsada por el senador Morales, el año pasado, la ley
26.891, declaró a Jujuy capital nacional de la Pachamama.
II.- Pachamama significa
Pacha: espacio-tiempo, Mama: madre tierra. Ella es virgen, hacedora de todo y
cultivarla, es visto como un atropello a algo sagrado, como sostiene el docente
aymará Wencelao Villanueva, a quien podría leer Sanz si quiere ser coherente.
Por eso sostiene que el indígena le pide su consenso “para iniciar las
actividades de preparación y siembra de sus tierras de cultivo… los ritos de
agradecimiento son dedicados a la madre naturaleza… se rinde culto al sol, a la
tierra y a las divinidades encarnadas en las montañas” (Metro,
Buenos Aires, 12/10/2000).
Rocco Cotroneo se refiere a una ceremonia en la
cual Toledo, presidente del Perú en el 2001, evoca a la Pachamana para pedirle
su ayuda y recuerda que “los Incas hacían la ofrenda propiciatoria a la
divinidad. En caso de extrema necesidad, como carestía, pestes o toma de
posesión de un nuevo Inca, se llegaba a inmolar animales y hasta niños, hasta
doscientos en una vez. Toledo se ha debido contentar con algunas hierbas,
que ardiendo han liberado humo hacia el cielo donde habitan los dioses” (Corriere
della Sera, Milán, 30/7/2001).
III.- El culto a Dios se encuentra
regido por una virtud que es la religión, término medio virtuoso al cual
se oponen dos extremos viciosos, uno por exceso y otro por defecto. Dentro del
primero, y en el marco de la superstición, se incluye a la idolatría,
pecado gravísimo, que consiste en introducir otro dios o dioses, lo cual altera
todo el orden del mundo.
Un caso típico fue el de los antiguos paganos,
aludidos por el Libro de la Sabiduría: “por la consideración de las obras
ni siquiera alcanzaron a conocer al artífice. Por el contrario, al fuego, al
viento, al aire ligero o al círculo de los astros, al agua impetuosa o a las
lumbreras del cielo, tomaron por dioses rectores del universo” (13, 1 y
2).
Esta era la situación de los indígenas a la
llegada de Colón; muchos de ellos vivían en un estado primitivo de
civilización, en el cual, según algunos confundidos contemporáneos, eran
felices hasta que fueron perturbados por la invasión hispánica. Es lo que
piensa la periodista Mercedes González: “el indio pudo llegar a fundar una
sociedad más justa, porque su contenido espiritual estuvo en sincretismo con el
mundo material de la naturaleza que lo rodeaba y eso lo hacía armónico y lógico
en lo social, económico e ideológico. Los frutos de la madre tierra eran
repartidos equitativamente: no se conocen datos sobre casos de muerte o
enfermedad por desnutrición basados en la injusticia del reparto de bienes”
(La Nación, Buenos Aires, 14/11/2000).
Así también piensa el Equipo Nacional de Pastoral
Aborigen, para el cual, como explica la religiosa María Bassa, su tarea no es
convertirlos: “partimos desde el respeto profundo de la realidad de la
persona, sin interferir en sus valores. Buscamos establecer un diálogo,
ayudarlos” (Metro, Buenos Aires, 19/4/2001).
Esta “evolución” pastoral está
clara en dos documentos, uno emanado de la Constituyente que elabora la
Constitución de 1853, y otro, emanado de nuestro Episcopado en 1994.
En el primero, se aprueba una iniciativa del
Padre Lavaise, movido por un deber de caridad, de encomendar al Congreso ocuparse
de la conversión de los indios, junto con su pacificación.
El de 1994, sostiene que debe suprimirse de la
Constitución el inc. 15 del art. 67, “pues hoy resulta ofensivo para los
pueblos indígenas, para la Iglesia Católica y también para el Congreso
Nacional”.
Lo que el siglo XIX era caritativo, compasivo,
misericordioso, a fines del siglo XX, según el dictamen de una Comisión,
aprobada por el Episcopado, es afrentoso, agraviante, injurioso. ¿En qué
quedamos?
IV.- Un periodista curioso, uno
de esos que tiene un océano de conocimiento de un centímetro de
profundidad, andaba por el norte salteño en busca de un “indio puro” y se
encontró con Cornelio Segundo, cacique de La Curvita, indio wichí a quién le
preguntó por el brujo de la tribu y recibió esta magistral respuesta: “Brujo
no hay. Sólo hay que creer en Dios. Antes la gente pensaba que al padre del
pescao hay que hablarle para que nos dé pescao. Otros decían que el monte
también tiene su dueño. Cada pájaro tenía su jefe. Igual los árboles. Ahora que
estamos más dispiertos, se da que Dios es Padre de todas las cosas” (Clarín,
Buenos Aires, 9/1/2001).
Como vemos este indio, gracias a la
evangelización, está más despierto que ciertos pastores dormidos. Estos ciegos,
“guías de ciegos”, no advierten que las más ricas potencialidades indígenas se
actualizan con la recepción del cristianismo y de la cultura occidental.
El indiecito Juan Diego, en México,
puede exclamar lo mismo que nuestro telúrico poeta Rafael Jijena Sánchez, “A
mi pecho de indio se ha ganado la Cruz”; en el Perú, un gran
mestizo, el Inca Garcilaso de la Vega, se convierte en el primer
prosista hispanoamericano; en las Misiones Orientales, el caudillo Sepé
Tiarajú, muere en defensa de su tierra que había recibido de Dios y del
Arcángel San Miguel, de sus libertades concretas, de su persona, que no acepta
ser moneda de cambio del absolutismo borbónico, en nuestra Patagonia,
florece la santidad de Ceferino Namuncurá, quien pronuncia un discurso
ante San Pío X, palabras que el Papa santo escuchó de
pie “como si hubiera querido demostrar su respeto por esa raza que
él representaba, por ese joven que balbuceaba sus ideas en italiano, pero que
un día como él, iba a campear en la cumbre de los altares” (Entraigas,
Raúl, El capataz de la Patagonia, Don Bosco, Buenos Aires, 1964, p.
84).
Lo mismo sucede en otras latitudes y así en
África, un turista europeo, escéptico y relativista, al ver que un viejo bantú
leía las Sagradas Escrituras, le comentó: Así, ustedes nunca progresarán; en
Europa nadie ya cree en esos cuentos. La respuesta del hombre de color llegó
como un latigazo: “Señor, si aquí no hubiera llegado este libro hace
rato que lo habríamos comido”.
Por todo esto, es increíble que hoy existan
cristianos enemigos de la evangelización de los paganos de este tiempo, y
podríamos agregar, de los judíos, musulmanes, hinduistas, budistas, animistas,
etc.
V.- De las alturas de la
santidad, bajemos a las idolatrías de nuestro tiempo, una de las cuales muestra
una verdadera regresión de hombres, que habiendo recibido el bautismo, no
pueden ser paganos, sino que son herejes o apóstatas.
¿Habrá algún pastor que los amoneste, que
les enseñe que el hombre no debe arrodillarse sino ante Dios, que les
recuerde la gravedad suprema del pecado de idolatría? Que
les recuerde el primer mandamiento de la ley mosaica: Adorarás
al Señor tu Dios y le servirás; a Él solo darás culto; no habrá para ti otros
dioses delante de Mí.
Que les aclare que sólo a Dios se le rinde el
culto de latría y que cuando rezamos a la Virgen o algún santo, a quienes
rendimos culto de hiperdulía, en el primer caso y de dulía en el segundo, que
son cultos de respeto, no los adoramos, sino que les pedimos que intercedan por
nosotros delante de Dios.
Como enseña el Catecismo de la Iglesia Católica, “el
mandamiento de adorar al único Señor, da unidad al hombre y lo salva de una
dispersión infinita. La idolatría es una perversión del sentido religioso
innato del hombre” (2114).
Cuando rezamos debemos comenzar nuestra plegaria
poniéndonos en presencia de Dios y la oración “la elevación de nuestra
mente” a Él, es el modo correcto de dirigirnos a nuestro Dios, Uno y Trino,
para alabarle, pedirle, darle gracias. Ningún cristiano se pone en
presencia de la Pachamama para alabarla, pedirle, darle gracias: sólo lo hacen
algunos politiqueros.
Al orar el hombre se recoge, se orienta hacia su
interioridad, se asienta en ella. Como escribe Romano Guardini, “la
auténtica oración incluye también la humildad, la cual no es debilidad, sino
verdad. La mera vitalidad y fuerza, sin respeto a la majestad
del Dios santo y sin humildad ante Él, es radicalmente infecunda” (Introducción
a la vida de oración, San Pablo, Buenos Aires, 1976, p. 25).
VI.- El día que el matutino
citado describió la idolatría en Jujuy, la Liturgia de las
Horas trae en este año que es par, una lectura del libro de Job, pero para
los años impares la primera lectura es del primer libro de los Reyes, que
relata el encuentro del profeta Elías con cuatrocientos cincuenta
profetas de un ídolo Baal. Y ante la duda del pueblo a quien creer, Elías,
preparó el desafío: dos novillos sobre la leña en dos altares sin prender el
fuego: “Invocaréis el nombre de vuestro dios; yo invocaré el nombre del
Señor. Y el dios que responda por el fuego, ese es Dios”.
Gritaban y danzaban los sacerdotes de Baal y
Elías se burlaba de ellos: “Gritad más alto, porque es un dios; tendrá
algún negocio, le habrá ocurrido algo, estará de viaje; tal vez esté dormido y
se despertará!”. Pero como la Pachamama, nadie respondió.
Elías preparó su ofrenda y dijo: “Señor, Dios
de Abraham, de Isaac y de Israel, que se sepa hoy que tú eres Dios y que yo soy
tu servidor… Respóndeme Señor, respóndeme y que todo este pueblo sepa que eres
el Dios verdadero, que conviertes sus corazones”.
“Cayó el fuego del Señor que devoró el
holocausto… Temió todo el pueblo y dijeron: el Señor es Dios”. Elías les
dijo: ‘Echad mano a los profetas de Baal, que no escape ninguno de ellos”. Y en
el torrente de Quisón, los hizo degollar. (Liturgia de las Horas según el
rito romano, Conferencia Episcopal Argentina, Buenos Aires, 1997, T. III,
ps. 641/2).
Otro es el estilo del Evangelio, pero Cristo es
también señal de contradicción: “El que no está conmigo
está contra mí, y el que no junta conmigo,
desparrama” (Mateo, 12, 29).
O rendimos culto a la Trinidad, o lo rendimos a
la Pachamama, o a tantos ídolos que pululan en nuestro tiempo: el Dinero, el
Placer, el Sexo, el Poder, el Estado, el Diálogo, Satanás, etc.
Elevemos nuestra plegaria a Dios para que ilumine
con un rayo de su claridad la inteligencia, y mueva el duro corazón de estos
politicastros irresponsables, para que vuelvan arrepentidos al redil cristiano,
y que si nunca pertenecieron a ese aprisco se acerquen a él, porque tienen
mucho que ganar y nada que perder.
Buenos Aires, agosto 6 de 2014.
Fuente: Foro de Cuyo
Nuestra Opinión
Seguramente Hermes Binner, Ernesto Sanz,
Julio Cobos, Gerardo Morales, Ricardo Alfonsín, Ricardo Gil Lavedra, Ángel
Rozas, Humberto Tumini y Juan Carlos Zabalza; se adhieren gustosos a
cualquier iniciativa que signifique sacar a Dios de los edificios públicos y
escuelas.
Es decir, persiguen a un Dios que no oyen ni ven,
pero existe plenamente por que es Creador de todo lo visible e invisible; pero
se arrodillan ante la 'madre tierra' que representa una ideología inmanente y
acotada. ¡Pobres ellos y pobres nosotros!
La única ventaja es que ahora los conocemos y los
que seguimos la Verdad, ahora sabemos que NO los tenemos que votar nunca más,
pues no podemos tener políticos ingenuos que crean en pavadas. Que los vote el
presidente de Bolivia.
Por: Ferreyra Viramonte Luis Fernando
lffv@yahoo.com.ar
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