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miércoles, 4 de septiembre de 2013

LA DIOSA MADRE EN LAS ISLAS CANARIAS-XXI-I








(Libro inédito)


CAPITULO-XXI-I

           
Eduardo Pedro García Rodríguez

 

LA DIOSA MADRE  TERRENAL SEGÚN JESUS DE NAZARETH

 


El Evangelio Esenio 

Debido a las múltiples sectas surgidas en torno al primitivo movimiento cristiano, fueron diversos los evangelios escritos que circulaban, tantos como tendencias cristianas existían, ello motivo a la iglesia católica de Roma en su afán homogenizador a realizar una selección de aquellos textos que más se adaptaban a sus planteamientos doctrinales declarándolos como los únicos auténticos, mientras que el resto fueron declarados espurios.

ESCRIBAS


Como transportada sobre el camello de una historia narrada y escrita mucho tiempo después del origen del cristianismo, los llamados evangelios apócrifos sustentaron el mismo, y consolidaron muchas de sus creencias, y aunque luego estos fuesen considerados imposibles, recogen la mítica realidad del cristianismo inicial.
Ya sabemos que los evangelios actuales son una confirmación tardía llevada a cabo por el Concilio de Trento (1545), reunión eclesiástica que en el siglo XVI llegó a decisiones finales sobre el uso y originalidad de los mismos.
Pero vale la pena señalar que la tradición oral cristiana se inicia ya en el año 30, y que la misma se asienta en diversas historias que fueron creándose en torno a la figura de Cristo o Jesús, historias que resultaron enriquecidas por la imaginación de las sectas cristianas que aceptaron las mismas como la realidad, como el verdadero dato, como el dato único.
La recopilación de los llamados evangelios apócrifos es una muestra de estas visiones, ricas muchas de ellas, llenas de aliento poético. Claro que con el paso de los tiempos y con el crecimiento de las ideas desde el siglo I al II, las sectas cristianas, muchas de ellas judaizantes, crearon una historia que se aferraba más que nada a la imaginación
El arte medieval cristiano acoge tradiciones varias sobre Cristo y su vida. Hasta ese momento no se ha estabilizado la imagen de los cuatro evangelios oficiales y por tales razones historias que provienen de los llamados “apócrifos” enriquecen la paleta y la imaginería medieval, dejando rastros importantes en lo que fuera luego la iglesia consolidada. El caso el nacimiento de Jesús y otros, se trata muchas veces tomando en cuenta no los evangelios oficiales, sino los apócrifos, aunque inverosímiles a veces, más ricos en detalle y pormenores que los aceptados por la iglesia católica. Las obras pictóricas de Fray Angélico y Massaccio son buenas muestras de nuestra afirmación. Viejas influencias judaicas, oriundas de los años iniciales del cristianismo confluyente con ideas mosaicas, desaparecen dentro de la nueva religión cuando ella alcanza, hacia el siglo III, su propia autonomía. Esa unidad se inicia con la aceptación de la misma luego del llamado movimiento gnóstico, acaecido en el siglo II, y que crea una profunda crisis entre los cristianos.
Como es habitual en la iglesia de Roma, para justificar el rechazo de aquellos textos que no se ajustaban a sus intereses, crearon una patraña sabiendo de antemano que la mayoría de los fanatizados seguidores del romanismo aceptarían a pie juntilla sin cuestionar las decisiones del obispo de Roma. Así, dieron nacimiento al bulo de que colocados todos los libros denominados sagrados sobre una mesa e  invocado el espíritu santo, éste bajo de los cielos y de un manotazo arrojó al suelo los libros que según Roma no habían sido inspirados por dios. A partir de ese momento los obispos de Roma se erigieron en únicos intérpretes del mensaje del Maestro Jesús, mensaje que naturalmente interpretaron y continúan interpretando

conforme a sus intereses terrenales, sin que les preocupe en lo más mínimo el verdadero mensaje que proclamó el fundador del  movimiento cristiano.

“Son diversos los Evangelios escritos en los primeros tiempos del cristianismo, que a pesar de la feroz destrucción a que posteriormente fueron condenados por el clero romano al quedar fuera de la selección llevada a cabo escaparon de las llamas, los cuales han sido calificados por la iglesia católica como apócrifos, algunos de ellos han sido recuperados recientemente, entre ellos el Evangelio Esenio. En este texto, se nos muestra a un Jesús que hoy en día sería considerado como un animista y defensor a ultranza de la naturaleza en su estado más puro, siendo quizás uno de los primeros ecologistas. En el Evangelio Esenio enseña que la Madre Tierra o lo que es lo mismo, la Diosa-Madre debe ser venerada como la verdadera madre del genero humano y que sus hijos deben vivir en completa armonía con ella para poder integrarnos en su esencia una vez concluido nuestro ciclo vital. Estos planteamientos de espiritualidad en armonía con la naturaleza no debieron ser del agrado del clero romano y por tanto declararon apócrifo dicho evangelio.

Evangelios Canónicos y evangelios apócrifos

Dentro del canon: Estos cuatro evangelios representan dos tradiciones. Los tres primeros (Mateo, Marcos y Lucas) tienen muchas cosas en común, porque dependen de una misma tradición, como veremos más adelante. Se les llama “sinópticos”, porque pueden ser leídos en paralelo: “syn” = juntamente; “oasis” = visión. El evangelio de Juan es notablemente diferente a los tres sinópticos. Tanto el trazado como los contenidos y el estilo reflejan un clima y una tradición distintos. No obstante, a pesar de las diferencias, todos ellos narran los comienzos del ministerio de Jesús relacionado con Juan el Bautista, recogen sus enseñanzas y acciones, y terminan con el relato de su muerte y resurrección.

            El único evangelista dio un nombre a su obra fue Lucas. Lo llamó “relato”, y explicó que se había informado minuciosamente antes de escribirlo, y que había procurado hacer una exposición ordenada (véase Lc 1,1-4).

La clasificación de estos relatos como “evangelios” es, como hemos visto, tardía, pero aporta un dato interesante: a los cristianos de la segunda mitad del siglo II d.e.a., les resultaba difícil clasificar los relatos que contenían los recuerdos sobre Jesús con los términos que solían utilizarse para obras similares, porque los evangelios no se ajustaban exactamente a su estilo y contenido; por eso decidieron darles un nombre nuevo, y los llamaron evangelios.

            Es evidente que los evangelios tienen una intencionalidad biográfica, pues el propósito de sus autores fue componer un relato sobre Jesús, contando fielmente lo sucedido (Lc 1,1-4).

Pero el criterio que siguieron los evangelistas al componer sus obras fue claramente pastoral.

Lucas confiesa que su propósito fue fortalecer la fe de sus lectores (Lc 1,4), y Juan escribió el suyo, “para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo, y gracias a él, tengáis vida eterna” (Jn 20,31). Esta finalidad pastoral hace de los evangelios unos relatos muy particulares. En ellos se mezcla la fidelidad a la historia y a la tradición sobre Jesús con las necesidades de las comunidades cristianas, cuya fe intentan fortalecer.

            Su contenido está organizado según un esquema común, cuyas raíces se encuentran en la predicación cristiana (Hch 10,37-40): comienzos relacionados con Juan Bautista, ministerio público, pasión y resurrección. Este trazado común sirve para situar dentro de un marco narrativo los dichos y acciones de Jesús, que habían sido transmitidos y conservados en las comunidades cristianas. La combinación de todos estos elementos sólo se encuentra en los evangelios canónicos, y es uno de los elementos que los distinguen de los evangelios apócrifos, como veremos más adelante.

“Los evangelios apócrifos: Además de los cuatro evangelios incluidos en el canon del Nuevo Testamento, en los primeros siglos de la iglesia católica surgieron otros escritos que también recibieron este nombre. Son los evangelios "apócrifos", palabra que en griego significa “oculto” o “escondido”.

¿Un mensaje oculto?: Algunos grupos cristianos les dieron este nombre porque, según ellos, contenían enseñanzas ocultas de Jesús, que estaban reservadas sólo a los iniciados. Este carácter esotérico de algunos de ellos ha hecho surgir un gran interés por los evangelios apócrifos. La realidad, sin embargo, es que el término “apócrifo” se utiliza para designar a los escritos cristianos de los primeros siglos que tenían alguna semejanza en su forma o en su contenido con los escritos contenidos en el canon del N.T. Los evangelios apócrifos son, pues, escritos relacionados con la vida o enseñanzas de Jesús compuestos durante los primeros siglos del cristianismo, pero que no fueron admitidos por la iglesia católica dentro del canon.

El adjetivo “apócrifo” se aplica a escritos muy variados, tanto por su contenido y su forma, como por su procedencia y fecha de composición. Algunos son muy antiguos, otros son más tardíos; unos fueron escritos para comunidades judeocristianas, otros fueron reelaborados o compuestos por grupos gnósticos. De algunos sólo nos han llegado las citas recogidas por otros escritores cristianos; otros se han conservado en traducciones a otras lenguas antiguas. Un grupo importante de ellos, compuestos o reelaborados en el seno de grupos gnósticos, fueron hallados en 1945 en Nag Hammadi (Egipto) en los restos de un monasterio copto.

¿Qué interés tienen los evangelios denominados apócrifos?: Algunos de ellos son interesantes para el estudio de los dichos de Jesús, y para conocer cómo pensaban y vivían algunos grupos cristianos de los primeros siglos.

Para el estudio de los dichos de Jesús, el más interesante de todos es el Evangelio de Tomás. Contiene ciento catorce dichos, de los cuales setenta y nueve tienen paralelos en los sinópticos. Según algunos, esta colección de dichos es muy antigua, y es independiente de los evangelios sinópticos y de sus fuentes. En ella, por ejemplo, la mayor parte de las parábolas aparecen sin interpretación, lo cual confirma la hipótesis de que las interpretaciones que encontramos en los evangelios canónicos de las parábolas de Jesús son obra de la iglesia (véase introducción a Mt 13,1-52 y comentario a Mt 13,47-50). Parte del original griego se ha conservado en un papiro del siglo II d. e.a. El texto completo, con añadidos gnósticos, es accesible a través de una traducción al copto datada en el siglo IV d. e.a., que se encontró en Nag Hammadi.

Los evangelios apócrifos son también interesantes para conocer la visión de Jesús y de la iglesia que tenían algunos grupos cristianos en los primeros siglos. Lo más interesantes en ellos, muchas veces, no es lo que dicen sobre Jesús, sino lo que dicen sobre las comunidades y grupos en los que fueron compuestos, que revelan el rostro de un cristianismo más plural. Son pues, de gran importancia para la reconstruir la historia de los orígenes del cristianismo.


El Evangelio de Tomás: Desde que en 1945 fue descubierta la Biblioteca de Nag Hammadi, el Evangelio de Tomás (EvTom) no ha dejado de suscitar el interés de los estudiosos de los evangelios, algunos de los cuales ven en él vestigios de un “eslabón perdido” en el proceso de formación de los evangelios. De todos los apócrifos es, sin duda, el más interesante para el estudio de los evangelios sinópticos.

En su forma actual EvTom  es una agrupación de ciento catorce logia (dichos) introducidos con la fórmula “Jesús dijo”. La mayoría de las veces estos dichos son independientes entre sí, pero en algunos casos pueden descubrirse enlaces verbales que relacionan a varios de ellos. La designación de logia es convencional, porque en realidad la fórmula sirve para introducir dichos breves, parábolas, y pequeños diálogos con una punta ingeniosa, a los que solemos denominar “apotegmas”.

El descubrimiento de esta colección de dichos de Jesús sirvió para reforzar, en cierto modo, una hipótesis que los estudiosos de los evangelios habían planteado casi un siglo antes: la existencia de una fuente de dichos que habría sido utilizada por Mateo y Lucas. Antes de que se descubriera el EvTom se tenía constancia de la existencia del género literario “Dichos de los sabios” tanto en la literatura judía como en la griega. La Misná contiene un tratado que se titula precisamente así (Pirque Abot), en el cual se encuentran reunidos dichos famosos de los antiguos rabinos. En la literatura helenística se conocían las Sentencias de Epicteto, que Diógenes Laercio incluyó al final de su biografía. Se sospechaba que en el Cristianismo antiguo podían haber circulado también colecciones con los dichos de Jesús, y este descubrimiento vino a reforzar esa idea.

El descubrimiento del EvTom resultó aún más interesante por las relaciones de éstos con los dichos de los evangelios canónicos. Aproximadamente dos terceras partes de estos dichos (exactamente setenta y nueve de ellos) tienen paralelo en los sinópticos. Estas coincidencias son mucho mayores cuando se trata de los dichos que sólo Mateo y Lucas poseen en común, es decir en los dichos procedentes de la fuente común a ambos. Estas coincidencias han planteado preguntas apasionantes, y algunos autores han planteado la hipótesis de que el Documento Q, que habría servido de fuente a Mateo y a Lucas, y la versión más antigua del EvTom serían dos versiones de una antiquísima colección de dichos de Jesús.

También ha resultado extremadamente interesante la comparación entre los dichos de los evangelios sinópticos y los de EvTom. Las sorpresas en este campo han sido innumerables, lo mismo que las aportaciones para el estudio de la formación de los evangelios. El EvTom, por ejemplo vino a confirmar una hipótesis que los estudiosos venían proponiendo desde hacía tiempo acerca de las parábolas.

A través de un análisis de crítica interna habían llegado a la conclusión de que éstas no contenían en su origen ninguna interpretación alegórica. Pues bien, en EvTom encontramos sin ningún comentario alegórico algunas de las parábolas que en los sinópticos sí lo tienen (p.e. la parábola del sembrador de Mc 4,3-9).

Por último, la comparación entre los evangelios sinópticos y el EvTom ha planteado desde el principio la cuestión de su origen y de su propio proceso de formación. La única versión completa que ahora poseemos está escrita en copto y procede del siglo IV, pero sabemos que esta versión en copto es traducción de un original griego, del cual se han encontrado algunos fragmentos entre los pariros de Oxyrhinco (POxy 1, 645, 655). La tradición manuscrita nos lleva hasta finales del siglo II, que es la datación asignada a estos papiros, una fecha por otro lado muy similar a la de mayoría de los pariros que contienen los pasajes más antiguos de los evangelios canónicos.” (Santiago Guijarro Oporto, 2002)

Por otra parte, no deja de sorprender de los conocimientos que en torno a la medicina y prevención sanitaria en materia de alimentación hizo gala el Maestro, conocimientos probablemente adquiridos durante su estancia en Egipto. En una época en que se abusaba de la alimentación cuando se tenía acceso a la misma, y en que las condiciones sanitarias con que se elaboran los mismos estaban a años luz de ser las idóneas, las enfermedades hacían presa fácil en amplios sectores de la población.

Conceptos manejados en la actualidad como fruto de los avances de la medicina moderna, ya eran conocidos y tratados hace más de dos mil años.

 Según las creencias de la época, las enfermedades no eran causadas por trastornos en el organismo sino que eran producidas por diablos y espíritus malignos que atormentaban a los hombres por causa de sus pecados, creencia ésta que ha venido siendo hábilmente explotada por la iglesia católica hasta nuestros días. Si bien los métodos recomendados por el Maestro para expulsar a los demonios del cuerpo de los enfermos nos pueden parecer de lo más normal en la actualidad, no eran de uso frecuente en la época, así tenemos que la primera recomendación de Jesús es la del ayuno, para así librar al organismo durante un tiempo de la ingesta de las sustancias posiblemente tóxicas causa de la enfermedad, a continuación aplicación de unas elementales normas de higiene personal, seguido de una abundante ingesta de agua para purificar el organismo y una exposición del cuerpo a los agentes naturales, tales como el aire y la luz solar, todo ello bajo el patrocinio de los correspondientes ángeles.

Dos casos de los descritos en este evangelio llaman mi atención, el primero, es el del enfermo que habiendo ayunado y seguido los demás preceptos dictados por el Maestro, aún continuaba siendo víctima de los horribles dolores y le era imposible caminar sobre sus pies.

 A pesar de mi desconocimiento en temas de medicina, los síntomas expuestos por el doliente inducen a pensar que podía sufrir de Artritis, enfermedad que según una Enciclopedia es una: “Artritis reumatoide: es la artritis más frecuente, grave, dolorosa y potencialmente incapacitante. Se trata de una poliartritis (afecta habitualmente a múltiples articulaciones) crónica que evoluciona con brotes y remisiones. Afecta a todas las razas. Su presencia en la población varía entre un 1% y un 3%, siendo tres veces más frecuente en las mujeres.

Además de las articulaciones puede afectar a otros tejidos conectivos del organismo. Su síntoma principal es el dolor e inflamación articular, pero puede ocasionar también fiebre, debilidad y otras alteraciones constitucionales. Se considera una enfermedad autoinmune: el organismo desarrolla una respuesta inmune contra sus propios tejidos articulares. No se conocen las causas de esta enfermedad, aunque se sospecha que existe una predisposición hereditaria que puede estar provocada por posibles infecciones virales. No se ha descubierto un tratamiento curativo. La enfermedad se controla mediante fármacos antiinflamatorios y antirreumatoides, programas de fisioterapia y rehabilitación, termoterapia y dispositivos ortopédicos para mantener la movilidad y función articular.

Los casos avanzados llegan a presentar deformidades y rigideces articulares graves que precisan de técnicas correctoras de cirugía ortopédica.
Las artritis más frecuentes después de la reumatoide son las causadas por la gota, la fiebre reumática y la espondilitis anquilosante (ésta afecta de forma primaria a la columna vertebral).”
A este torturado por el demonio, el Maestro le recomienda como tratamiento final el sumergir los pies en el barro, tratamiento que se continúa empleando con éxito en nuestros días e incluso afamados profesionales de la medicina recomiendan a sus pacientes como tratamiento de alta fiabilidad la cura mediante la inmersión del cuerpo en el barro, especialmente del existente en  determinados lugares situados a orillas del mar muerto.
Otro de los pasajes que no pueden dejar de llamar la atención, es el referido al enfermo que tiene alojado en su cuerpo al demonio, no deja de ser interesante el método empleado por el Maestro para obligar a dicho demonio a abandonar el cuerpo del enfermo.
Desde mi punto de vista y con la salvedad anteriormente expuesta el demonio que ocupaba el cuerpo del paciente podía muy bien tratarse de una Tenia, que como apunta la Enciclopedia mencionada es el: nombre común de un parásito intestinal de los vertebrados. Las tenias son gusanos planos cuya longitud puede ser desde unos 13 mm hasta unos 9 m. La tenia adulta se caracteriza por la presencia de una cabeza, o escólex, dotada de una corona de garfios que le permiten anclarse sobre la pared intestinal de su huésped. En el extremo trasero del escólex hay un cuello delgado en el que se generan asexualmente los segmentos del cuerpo, o proglótides (también proglótidos). Cada uno de ellos contiene órganos para la reproducción sexual, tanto testículos como ovarios; los segmentos más alejados de la cabeza son los que maduran con más rapidez y, una vez maduros, se separan del cuerpo del gusano y salen al exterior con las heces del huésped.
Estas proglótides recién desprendidas contienen multitud de huevos y cada uno contiene una tenia embrionaria.
Cuando el segmento viviente es ingerido por otro huésped primario, la proglótide regenera un nuevo escólex, que se ancla a la pared intestinal, y la tenia reinicia su crecimiento por gemación asexual. Cuando los huevos son ingeridos, éstos se abren en el tracto intestinal y liberan formas larvarias que penetran en los tejidos del huésped y forman quistes. Las formas enquistadas reciben el nombre de cisticercos. El huésped que alberga esta fase recibe el nombre de huésped intermediario, por contraste con el huésped primario, en el que la tenia busca el canal alimentario y se desarrolla en él. Las larvas muestran, a menudo, selectividad respecto a los tejidos en los que se enquistan; por ejemplo, una especie ataca el hígado humano y al perro, mientras que otra ataca el cerebro de las ovejas, produciendo la enfermedad conocida como modorra. Cuando las larvas son ingeridas por un huésped primario, los jugos gástricos de éste las estimulan y se desarrollan, convirtiéndose en tenias adultas. Los adultos se anclan sobre las paredes intestinales y absorben los alimentos en parte digeridos a través de la superficie de su cuerpo; las tenias carecen de boca y de canales digestivos.”[1]
De tratarse de una Tenia, no cabe la menor duda de que el Maestro sabía perfectamente lo que hacer, ya que su primera medida en cuanto el demonio asomó la cabeza fue aplastársela con dos lajas, lo que no queda muy claro es como la supuesta Tenia pudo ascender desde los intestinos hasta el estomago para desde éste ascender por el esófago saliendo por la boca en busca de los vapores de la leche de oveja.

Como podemos ver, en el Evangelio Esenio Jesús predica la exaltación de la Diosa-Madre tierra como verdad incuestionable y a la que todos los seres humanos nos debemos.

Desde un punto de vista sanitario, estamos convencidos de que si éste evangelio hubiese sido predicado en los primeros tiempos de la alta edad media, muchas de las terribles epidemias que afligieron a la humanidad, tales como la terrible peste negra y otras similares no se hubiesen producido, pues como es bien sabido estos azotes de la humanidad fueron producidos por la falta de las más elementales normas higiénicas, a las que indudablemente contribuyó de manera decisiva las creencias impartidas por los cristianos que creían que el fin del mundo era eminente, los cuales además tenían asumido que la higiene personal y colectiva era cosa de los gentiles, y por tanto, el practicarlas suponía el contaminarse. Las mediadas para haber evitado aquellos desastres están perfectamente recogidas en dicho evangelio y que de haberse llevado a cabo se hubiese evitado tan terribles plagas, cuestiones que tenemos que añadir a las cuentas negativas que el cristianismo tiene pendiente con la humanidad.

Veamos el Evangelio Esenio según la traducción del investigador Bordeaux-Szekelly:

“Y entonces muchos enfermos y tullidos fueron a Jesús, preguntándole: “Si todo lo sabes, dinos ¿por qué sufrimos estas penosas llagas? ¿Por qué no estamos enteros como los demás hombres? Maestro, cúranos, para que nos hagamos fuertes y no tengamos que vivir por más tiempo en nuestro sufrimiento. Sabemos que en tu poder está curar todo tipo de enfermedad. Líbranos de Satán y de todos sus grandes males. Maestro, ten compasión de nosotros”.

Y Jesús respondió: “Felices ustedes que tienen hambre de la verdad, pues se les satisfará con el pan de la sabiduría. Felices ustedes que llaman pues se les abrirá la puerta de la vida. Felices ustedes que rechazan el poder de Satán, pues les conducirán al reino de los ángeles de nuestra Madre, donde el poder de Satán no puede penetrar.”

Y ellos le preguntaron con desconcierto: “¿Quién es nuestra Madre y cuáles son sus ángeles? ¿Y donde se halla su reino?”.

“Vuestra Madre está en ustedes y ustedes en ella. Ella les alumbró y ella les da vida. Fue ella quien dio el cuerpo de ustedes, y a ella se lo devolverán de nuevo algún día. Felices ustedes cuando lleguen a conocerla, así como a su reino; si reciben a los ángeles de la Madre de ustedes y cumplen sus leyes. En verdad les digo que quien haga esto nunca conocerá la enfermedad. Pues el poder de nuestra Madre está por encima de todo. Y destruye a Satán y a su reino, y tiene gobierno sobre todos sus cuerpos y sobre todas las cosas vivas.”

“La sangre que en nosotros corre ha nacido de la sangre de nuestra Madre Terrenal. Su sangre cae de las nubes, brota del seno de la tierra, murmura en los arroyos de las montañas, fluye espaciosamente en los ríos de las llanuras, duerme en los lagos y se enfurece poderosa en los mares tempestuosos”.

“El aire que respiramos ha nacido del aliento de nuestra Madre Terrenal. Su respiración es azul celeste en las alturas de los cielos, silba en las cumbres de las montañas, susurra entre las hojas del bosque, ondea sobre los trigales, dormita en los valles profundos y abraza en el desierto.”

            “La dureza de nuestros huesos ha nacido de los huesos de nuestra Madre Terrenal, de las rocas y de las piedras. Se yerguen desnudas a los cielos en lo alto de las montañas, son como ídolos levantados en el desierto, y están ocultos en las profundidades de la tierra.”

            “La delicadeza de nuestra carne ha nacido de la carne de nuestra Madre Terrenal; carne que madura amarilla y roja en los frutos de los árboles, y nos alimenta en los surcos de los campos.”

            “La luz de nuestros ojos y el oír de nuestros oídos nacen ambos de los colores y de los sonidos de nuestra Madre Terrenal, que nos envuelve como las olas del mar al pez, o como el aire arremolinado al ave”.

            “En verdad les digo que el hombre es hijo de la Madre Terrenal, y de ella recibió el Hijo del Hombre todo su cuerpo, del mismo modo que el cuerpo recién nacido nace del seno de su madre. En verdad les digo que son uno con la Madre Terrenal; ella está en ustedes y ustedes en ella. De ella nacieron, en ella viven y a ella de nuevo retornarán. Guarden por tanto Sus leyes, pues nadie puede vivir mucho ni ser feliz sino aquél que honra a su Madre Terrenal y cumple Sus leyes. Pues la respiración de ustedes es Su respiración; la sangre de ustedes Su sangre; los huesos de ustedes Sus huesos; la carne de ustedes Su carne. Los intestinos de ustedes Sus intestinos; los ojos de ustedes y sus oídos son Sus ojos y Sus oídos”.

En verdad les digo que si dejasen de cumplir una sola de todas estas leyes, si dañasen uno sólo de los miembros de todo el cuerpo de ustedes, se perderían irremisiblemente en la dolorosa enfermedad de ustedes y sería el llorar y rechinar de dientes. Yo les digo que, a menos que sigan las leyes de su Madre, no podrán en ningún modo escapar a la muerte. Y quien abraza a las leyes de su Madre, a él abrazará su Madre también. Ella curará todas sus plagas y él nunca enfermará. Ella le dará larga vida y le protegerá de todo mal; del fuego, del agua, de la mordedura de las serpientes venenosas. Pues ya que la madre de ustedes les alumbró, conserva la vida en ustedes. Ella les ha dado Su cuerpo, y nadie sino Ella les cura.

Feliz es quien ama a su Madre y yace sosegadamente en Su regazo. Porque la Madre de ustedes les ama, incluso cuando le dan la espalda. Y ¿Cuánto más les amará si regresan de nuevo a Ella? En verdad les digo que muy grande es Su amor, más grande que la mayor de las montañas y más profundo que el más hondo de los mares. Y aquellos quienes aman a su Madre, Ella nunca les abandona. Así como la gallina protege a sus polluelos, como la leona a sus cachorros, como la madre a su recién nacido, así protege la Madre Terrenal al Hijo del Hombre de todo peligro y de todo mal”.

“Pues en verdad les digo que males y peligros innumerables esperan a los Hijos de los Hombres. Belcebú, el príncipe de todos los demonios, la fuente de todo mal, acecha en el cuerpo en el cuerpo de todos los Hijos de los Hombres. Él es la muerte, el señor de toda plaga  y, poniéndose una vestimenta agradable tienta y seduce a los Hijos de los Hombres. Promete riqueza y poder, y espléndidos palacios, y adornos de oro y plata, y numerosos sirvientes. Promete gloria y renombre, sensualidad y fornicación, borrachera y atracón. Vida desenfrenada, holgazanería y ocio. Y tienta a cada cual según aquello por lo que más se inclina su corazón. Y el día en que los Hijos de los Hombres ya se han vuelto esclavos de todas estas vanidades y abominaciones, entonces él, en pago de ello, les arrebata todas aquellas cosas que la Madre Terrenal tan abundante les dio. Les arrebata su respiración, su sangre, sus huesos, su carne, sus intestinos, sus ojos y sus oídos. Y la respiración del Hijo del Hombre se vuelve corta y sofocada, trabajosa y maloliente como la de las bestias inmundas. Y su sangre se vuelve espesa y fétida, como el agua de las ciénagas; se coagula y ennegrece como la noche de la muerte. Y sus huesos se vuelven duros y nudosos; se deshacen por dentro y por fuera se resquebrajan, como una piedra cayendo sobre una roca. Y su carne se vuelve grasienta y acuosa; se corrompe y se pudre con costras y forúnculos que son una abominación. Y sus intestinos se llenan de inmundicia detestable rezumando corrientes en putrefacción; y en ellos habitan numerosos gusanos abominables. Y sus ojos se enturbian, hasta que la noche oscura los envuelve; y sus oídos se tapan, como el silencio de la tumba. Y por último, el Hijo del Hombre perderá la vida. Pues no guardó las leyes de su Madre, sino que sumó un pecado a otro. Por ello le son arrebatados todos los dones de la Madre Terrenal: la respiración, la sangre, los huesos, la carne, los intestinos, los ojos, los y los oídos y, por último, la vida con la que coronó su cuerpo la Madre Terrenal.

“Pero si el pecador Hijo del Hombre se arrepiente de sus culpas y las repara, y regresa de nuevo a su Madre Terrenal y se libera de las garras de Satán resistiendo sus tentaciones, entonces la Madre Terrenal recibe de nuevo a su Hijo pecador con amor y le envía sus ángeles para que le sirvan. En verdad les digo que cuando el Hijo del Hombre resiste al Satán que habita en él y no hace su voluntad, en esa misma hora se hallan ahí los ángeles de la Madre para servirles con todo su poder y liberarle por entero del poder de Satán.

“Pues ningún hombre puede servir a dos señores. Porque o bien sirve a Belcebú y sus demonios o sirve a nuestra Madre Terrenal y a sus ángeles. O sirve a la muerte o sirve a la vida. En verdad les digo qué felices son aquellos que cumplen las leyes de la vida y no vagan por los caminos y no vagan por los caminos de la muerte.

Y cuantos le rodeaban escuchaban sus palabras con asombro pues sus palabras tenían poder y enseñaba de manera bien distinta a la de los sacerdotes y escribas.

Y aunque el sol ya se había puesto, no se fueron a sus casas. Se sentaron alrededor de Jesús y le preguntaron: “Maestro ¿cuáles son esas leyes de la vida? Quédate con nosotros un rato más y enséñanos. Queremos escuchar tu enseñanza para que podamos curarnos y volvernos rectos.

Y el propio Jesús se sentó en medio de ellos y dijo: “En verdad les digo que nadie ser feliz, excepto quien cumple la Ley”

Y los demás respondieron: “Todos cumplimos las leyes de Moisés, nuestro legislador, tal como están escritas en las sagradas escrituras

Y Jesús les respondió: “No busquéis la Ley en esas escrituras pues la Ley es la vida es la Vida, mientras que lo escrito está muerto. En verdad les digo que Moisés no recibió de Dios sus leyes por escrito, sino a través de la palabra viva. La Ley es la palabra Viva del Dios  Vivo, dada a los profetas vivos para los hombres vivos. En dondequiera que haya vida está escrita la ley. Pueden hallarla en la hierba, en el árbol, en el río, en las montañas, en los pájaros del cielo, en los peces del mar; pero búsquenla principalmente en ustedes mismos.

Pues en verdad les digo que todas las cosas vivas se encuentran más cerca de Dios que las escritura que está desprovista de vida. Dios hizo la vida y todas las cosas vivas de tal modo que enseñasen a los hombres, por medio de la palabra siempre viva, las leyes del Dios verdadero. Dios no escribió las leyes en las páginas de los libros, sino en el corazón de ustedes y el espíritu de ustedes. Se encuentra en la respiración de ustedes, en la sangre de ustedes, en los huesos de ustedes, en sus ojos y en sus oídos y en cada pequeña parte del cuerpo de ustedes. Están presenten el aire, en el agua, en la tierra, en las plantas, en los rayos del sol, en las profundidades y en las alturas. Todas les hablan para que entiendan la lengua y la voluntad del Dios Vivo. Pero ustedes cierran sus ojos para no ver, y tapan sus oídos para no oír. En verdad les digo que la escritura es la obra del hombre, pero la Vida y todas sus huestes son la obra de nuestro Dios. ¿Porqué no escuchan las palabras de Dios que están escritas en Sus obras? ¿Porqué estudian las escrituras muertas, que son la obra de las manos del hombre?”

“Cómo podemos leer las leyes de Dios en algún lugar, de no ser en las Escrituras?

¿Dónde se hallan escritas? Léesnoslas de ahí donde tú las ves, pues nosotros no conocemos más que las escrituras que hemos heredado de nuestros antepasados. Dinos las leyes de las que hablas, para que oyéndolas seamos sanados y justificados”.



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