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martes, 17 de septiembre de 2013

LA DIOSA MADRE EN LAS ISLAS CANARIAS-XVIII-I





VOLUMEN III

CAPITULO XVIII-I

Eduardo Pedro García Rodríguez


ALGUNOS TEMPLOS CATOLICOS DEDICADOS A LA DIOSA MADRE CHAXIRAXI EN SU ASPECTO COMO VIRGEN DE CANDELARIA


La Virgen del Socorro, otro aspecto de la Diosa Madre Chaxiraxi

ERMITA DE EL SOCORRO:



Es indudable que en la época precolonial, en la isla  existían dos zonas de influencia perfectamente delimitadas, la del Menceyato de Taoro en el norte que ejercía la supremacía política y militar, y la del Valle de Güimar en el sur que era el centro espiritual, no en vano ha sido siempre considerado como Valle
Sagrado, en él residía? y reside - la Deidad Suprema del pueblo guanche, la Sagrada Diosa Chaxiraxi, el Guadameñe, la más alta dignidad del clero guanche, el rebaño sagrado de la Diosa cuya zona de pastoreo abarcaba todo el término de Igueste de Candelaria, lugar en el que además existían diversas congregaciones de sacerdotes Kankus y Samarines, y sacerdotisas Maguadas, además del hospital guanche de Chacorche donde eran tratados aquellos que padecían de un saxo arrimado por los sacerdotes exorcistas Iboibos, los cuales mediante determinados ritos conseguían que el saxo atormentado retornara a
Chinechi.

Estos dos centros de influencia en la isla no estaban exentos de fricciones, así las crónicas recogen enfrentamientos armados entre taorinos y guimareros, entre ellos una batalla en las proximidades de Igueste de Candelaria a partir de la cual el Menceyato de Güimar perdió su independencia política pasando a ser
feudatario del de  Taoro.

La Playa de Chimisay [Chimisay.= ruegos, suplicas, demandas. Ignacio Reyes], en el Menceyato de Gúímar fue el escenario elegido por el tantas veces citado dominico Fray Alonso de Espinosa para desarrollar su trama en torno a la supuesta aparición de la imagen de la Diosa Madre Chaxiraxi posteriormente asumida por el catolicismo como Nuestra Señora de Candelaria.

Espinosa con su prodigiosa imaginación nos narra el motivo de la fundacion de la primera ermita católica en la Playa Chimisay: “[…] Casi lo propio sucedió al rey de Güímar de quien vamos hablando, que, habiendo visto el brazo yerto y dedos corta­dos de los pastores, no osó él ni sus grandes (aunque lo te­nían determinado y lo deseaban) llegarse a la imagen, ni alargar las manos para tocarla, temiendo no les aconteciese lo que a esotros. Pero desque vio que no sólo se dejaba la imagen tocar y tratar, más que les había restituido su brazo y dedos, perdiendo el miedo y cobrando respeto, no consiente que otro que él y sus privados a ella se lleguen, ni que otros gocen del suave peso ni del trabajo alegre de llevarla. Y así con la más decencia que pudieron y con la mayor reverencia que supieron la llevan en brazos su camino. Mas permitién­dolo Dios así, para que todos gozasen de la piadosa carga, y la honra y trabajo fuesen común, habiendo andado espacio de un tiro de escopeta, poco más, con ser la imagen liviana y ellos hombres de muchas fuerzas, fue tanto el peso y carga que los que la llevaban sintieron, que les fue forzoso parar y pedir ayuda y socorro: y por aquesta razón, en este propio lu­gar, después que la isla fue de cristianos, habiendo sabido este caso, fundaron una pequeña ermita, que llamaron del Socorro, que siempre ha sido muy venerada y frecuentada, aunque no reparada, porque hoy está caída. Tan poca es la devoción de los presentes.” (Espinosa, [1594]1980: 56-58).
Según el colono y boticario extremeño establecido en Los Realejos e historiador conjuntamente con su esposa, Cipriano de Arribas y Sánchez, en su obra A través de las Islas Canarias, recoge:  “la ermita de El Socorro se construyó en 1510, pues al hablar de la Virgen de Candelaria señala: "En Tenerife se hallan monumentos antiguos que prueban el culto perpétuo á la dicha santa imagen, no solo en su templo sino en otros varios, como se vé en la ermita del Socorro, sita muy cerca del lugar de su invención, construida en los tiempos inmediatos á la conquista, mandada fabricar por el primer Adelantado y vecinos de la isla en 1510”.  De lo que no cabe duda es que dicho templo ya existía en 1539 cuando el beneficiado de Güímar y Candelaria, Licenciado Gozón, reclamara como de su jurisdicción a los frailes dominicos la cueva de Achbinico (San Blas,) como ayuda de parroquia. Y ya hay noticias de culto en El Socorro en 1559, año en el que estaba el cuidado de la casa y ermita a cargo del ermitaño de origen castellano Alejos Pérez, quien vivió en ella y murió en Icod, dejándola como heredera en su testamento, en el que nombró albacea a Alonso Rodríguez, vecino de Güímar. (Cipriano de Arribas y Sánchez, 1993).
Para recordar la “aparición” de la Virgen en la playa de Chimisay, se construyó una ermita en el primer tercio del siglo XVI, en el mismo lugar donde según la leyenda el mencey Acaymo y los guanches que con él cargaban la imagen sintieron tanto peso que les fue forzoso parar y pedir ayuda. Estos argumentos los sostenía también el Padre Fray Alonso de Espinosa en 1594: "por memoria deste aparecimiento, pusieron después los cristianos una cruz que hoy está en pie, y un poco adelante fundaron una pequeña ermita, que llamaron del Socorro".
En 1662, la ermita fue restaurada, haciéndose dos llaves de ella, una para los vecinos de Candelaria y otra para los de Güímar, ejemplo de devoción común, que se vería gravemente alterado a lo largo del siglo XIX. También en ese mismo año se colocó una nueva cruz de tea en el lugar de la aparición, que todavía se conserva en la playa de Chimisay, pues la primera, de que hacía mención Fray Alonso de Espinosa, probablemente se había deteriorado demasiado con el paso del tiempo. En 1676, según Núñez de la Peña, la ermita continuaba en pie, pero en la primera década del siglo XVIII se tuvo que  reedificar, pues fue dañada por los temblores de tierra previos a la erupción del 2 de febrero de 1705. A mediados de dicha centuria, en 1765, se le construyeron unos poyos pegados a la pared, que se ven actualmente. 
ampliación de la ermita de el socorro
Tal como recoge el investigador Octavio Rodríguez Delgado: “Desde su toma de posesión, don Agustín se preocupó por mantener en buen estado la ermita de El Socorro, de cuya imagen era muy devoto, como ya hemos dicho. Así, en 1830 se procedió durante tres días al tras­tejo y albeo del templo por un oficial y dos peones.

Hacia 1839 comenzó la reforma definitiva del emblemático templo de la costa güimarera por iniciativa del párroco y mayordomo de fábrica de San Pedro, que nos ocupa. Para dichas obras se le entregaron en 1840 al mayordomo de Ntra. Sra. del Socorro, don Nicolás Rodríguez Torres, la cantidad de 94 pesos, a cuenta del legado de don Francisco Luis Gómez; la construcción fue dirigida por el maestro albañil u "oficial de pedrero " don Tomás Román, quien realizó el frontis y las paredes laterales; don Bernardo Rodríguez García fue responsable de la construcción del espal­dar de la ermita, gradas, tarima, piso y vidriera de su capilla; mientras que la puerta y el artesonado se hicieron por el maestro carpintero de Candelaria don Manuel Llarena.

Mientras se construía la nueva nave se realizaron otras obras en el entor­no de la ermita. En 1839 se hizo un horno. En 1840 don Tomás Román construyó un estanque junto al templo, para depositar el agua que se preci­saba para los dos días de fiesta, que era transportada desde Güímar en came­llos. En 1842 don Domingo Rodríguez construyó cinco chozas “por cuenta de la cofradía”,  para alojar a los romeros.

La parte antigua también precisaba la reparación de sus paredes y tejado, por lo que el 12 de diciembre de 1844 don Agustín solicitó licencia al prelado nivarience para efectuarlas:


El propio Dr. díaz núñez nos decía en 1850, que:
Corresponde a su Iglesia matriz, como sucedió desde el principio, una Ermita de mucha antigüedad, que se conserva en buen estado, a tres cuartos de legua hacia el Naciente del Pueblo en la playa que se nom­braba Chimisay, pero que después se llamó y llama todavía del Socorro, por la Imagen de este título que en ella sigue venerándose, en memoria de haberse hallado en dicha playa por los Guanches (todavía gentiles) la mencionada Imagen de la Virgen que posteriormente (según está refe­rido) se tituló de la Candelaria; igualmente la de haber pedido socorro el Rey Guanche de Güimar cerca de aquel punto, como es tradición, para que los suyos le ayudasen cuando conducía á sus hombros aquel simulacro de la Madre de Dios, hacia su cueva Palacio de Chinguaro, donde la conservó con veneración, y fue visitada de los demás Reyes; hasta que algunos años después la depositó en la memorable cueva de Achbinico, donde queda dicho se hallaba al terminar la Conquista.
Curiosamente, a mediados del siglo XIX la ermita del Socorro conti­nuaba siendo el único edificio que existía en este tramo costero de Güimar, tal como se desprende del Nomenclátor de población de 1860, en el que se especificaba: "El Socorro: ermita a 7 km del casco de Güi­mar, constituida por 1 edificio de una planta inhabitado". El mismo Dr. diaz núñez escribía en 1865 que entre las ermitas que existían en Güímar, "bien conservadas y con función anual", destacaba:
(...) otra de dos naves sobre la playa del Socorro, de particular devo­ción y concurso en su festividad del 8 de setiembre, en cuya cercanía se dice fue hallada por los naturales gentiles la espresada imagen, y pedido por el Mencey auxilio a los suyos cuando caminaba con ella para custodiarla en su corte de Chinguaro.

No obstante, hacia 1882 otro párroco preocupado por la Virgen, don Fidel Parré Pujol, al hacer inventario de la parroquia hablaba de la ermi­ta del Socorro, describiéndola como "de una sola nave y otra a medio construir, con sacristía y cuarto de despojos". La ermita continuó en obras durante los siguientes años, hasta que el 30 de marzo de 1894 el obispo don Ramón Torrijos y Gómez autorizó al cura ecónomo de San Pedro, don Jerónimo Padilla Morales, para que bendijese la nueva obra que se había realizado en ella, y celebrar la solemne función religiosa que te­nían proyectada sus feligreses sacando en procesión a la Sagrada Imagen.” (Octavio Rodríguez Delgado, 1996).
En la tristemente célebre epidemia de fiebre amarilla que azotó a Tenerife en 1810 y 1811, la ermita del Socorro fue utilizada por su aislamiento como lazareto, con el fin de albergar en ella a los enfermos de la localidad  y a los procedentes de otros pueblos de la isla; los que fallecieron del rigor de la enfermedad fueron sepultados en el campo santo habilitado frente a dicho templo, entre los que figuró un vecino de Candelaria y algunas personas notables, como el Licenciado Víctor Tomás Monjui, natural de Santa Cruz, abogado y alcalde de la entonces "villa y puerto'. En 1814, nuevos temblores obligaron a reconstruir la ermita; y en 1830 se procedió durante tres días al dicho trastejo y albeo del templo por un oficial y dos peones.
La ermita continuó en obras durante años, hasta que el 30 de marzo de 1894 el obispo católico Ramón Torrijos autorizó al cura ecónomo de San Pedro, Jerónimo Padilla, para que bendijese la nueva obra que se había realizado en ella, y poder celebrar la solemne función religiosa que tenían proyectada sus feligreses sacando en procesión a la Sagrada Imagen. Desde esa época adquirió el aspecto que, con pequeñas reformas, se mantiene en la actualidad.

CAPILLA DE EL SOCORRO:


La tradición oral recoge la existencia de una antigua ermita al final de la cuesta de El Socorro, teoría que apoyaba el profesor Alvarez Delgado, pero cuya existencia con anterioridad al siglo XX no ha podido ser constatada documentalmente.
Lo cierto y documentado es que hacia 1915 se levantó una pequeña capilla en el sitio donde anualmente se celebran las Fiestas de Ntra. Sra. del Socorro, con el fin de que sirviese de descanso a la Virgen en las procesiones que allí se hacían, por iniciativa de los hermanos mayordomos Pedro y Modesto Campos Díaz; el lugar elegido fue el punto donde, según la tradición, el Mencey Acaymo pidió ayuda a los suyos, agobiado por el peso de la Santa Imagen. El entonces párroco de Güímar, Vicente Ferrer de la Cruz, pidió al obispo Rey Redondo que le facultase para hacer la bendición de dicha capilla, pero no se llevó a efecto por haber sido trasladado aquél en febrero de 1917 y haber fallecido pocos meses después el mencionado obispo. Por dichascircunstancias, el 1 de septiembre de 1919 Domingo Pérez Cáceres, como coadjutor encargado de San Pedro, remitió un escrito al gobernador eclesiástico del Obispado, haciendo el historial de esta nueva capilla y solicitando se le facultase para bendecirla. La petición fue aceptada y el 7 de septiembre de dicho año, coincidiendo con la romería de bajada de la Virgen, se procedió a la solemne bendición. De ese modo, a partir de entonces, Ntra. Sra. del Socorro contaría con dos templos en el caserío costero, su tradicional y centenaria ermita y la pequeña capilla moderna.   
POTENCIACIÓN DE LA FESTIVIDAD DEL SOCORRO
LA MAYORDOMÍA DEL SOCORRO
El historiador Octavio Rodríguez Delgado en su monumental obra El Dr. D. Agustín Díaz Núñez, (1796-1866) su vida, su obra y su familia. Nos ilustra sobre las romerías del Socorro: “En la historia de la devoción güimarera a la Virgen del Socorro y en el cuidado de su ermita costera jugaron un papel destacado sus mayor­domos, que desde comienzos del siglo XIX salieron de las familias Rodríguez Adrián y Núñez. El presbítero güimarero don Nicolás Rodrí­guez Torres desempeñó dicho cargo durante 22 años, entre 1823 y 1845; en ese tiempo surgió un segundo aspirante al cargo, su sobrino don José Núñez Rodríguez, quien elevó una instancia al obispo el 30 de octubre de 1829, para solicitar el nombramiento de mayordomo de la antigua ima­gen y ermita del Socorro, donde se celebraba "una función anual con numerosa concurrencia el día 2- de Pascua de Navidad":
(...) Todos los predecesores del que representa han tenido la constante devoción de cuidar de la conservación, y aseo de la Ermita, del culto de la Imagen deN.S. y de fomentarlo para edificación de los fieles. Este cui­dado se ha trasmitido en la Familia del cf. expone de una á otra genera­ción, y hace cuatro as. que ha recaído en él y tiene la satisf". de asegu­rar á V.S.I. que ninguno le ha ecsedido en devoción, cuidado, y esmero procurando mantener el culto de la Imagen, con el auxilio de las limos­nas cf. recoje, única y esclusiva dotación, auncf. en extremo reducida, con tf. cuenta p". tan alto objeto p5. ningunos bienes posee la Ermita.

Mas como aun p". dedicarse á esta obra piadosa y poder recolec­tar las pocas limosnas con q". contribuyen los fieles, sea neces". la autorización de V.S.I. por cuyo medio podrá también conseguirse dar mayor impulso a la devoción Suplica a V.S.I. se digne, conferirle el tif. de mayordomo de la Ermita de N.S. del Socorro con las facultades necesario como lo espone.
Visto dicho escrito, el 5 de noviembre inmediato el prelado nivarien-se lo pasó a informe del beneficiado Díaz Núñez, quien lo emitió el 9 de diciembre de ese mismo año:
Al Párroco de Guimar le consta ser cierto lo contenido en esta esposiclon, y la necesidad de una persona, cf. pida alguna limosna rf. el culto de la Sta Imagen mencionada, como cf. no tiene dotación alguna, ni sobre cf. contar para la única función cf. se le hace anualm". Asi si V.S.I. lo tiene á bien puede encargarse rf. ver si se recoge alg°. limosna al D". JoséNuñez cf. lo solicita, p°. bajo la dirección y anuencia en todo de su tío el Presb°. D". Nicolás Rodríguez cf. también se intereza en el culto de la Stá Imagen, y por quien puede dirigirse, siendo del agrado de V.S.I. que no obstante esto dispondrá lo que juzge mas conveniente.
Aunque no tenemos la certeza, es probable que don José Núñez reci­biera algún título oficial que respaldara el trabajo que venía desempe­ñando en la ermita del Socorro, pues su hija doña Josefa Núñez Hernán­dez fue nombrada en 1896 camarera de la Sagrada Imagen, conjunta­mente con sus bisnietas doña Delfina y doña Lucrecia Pérez Rodríguez.

A don Nicolás sucedió como mayordomo del Socorro don Modesto Díaz Núñez, hermano de nuestro biografiado, teniente coronel graduado de Milicias y alcalde de Güímar, que lo desempeñó desde 1846 hasta su muerte en 1851. Tanto éste como su predecesor tuvieron mucho que decir en la reedificación de la ermita, para lo que contaron con la colaboración del párroco que nos ocupa.

No sabemos con certeza quien fue nombrado mayordomo del Socorro tras la muerte de don Modesto Díaz Núñez, aunque no nos extrañaría que fuese el propio don Agustín, hermano del anterior, dada la veneración que sentía por esta Imagen, los esfuerzos que hizo por potenciar su festi­vidad y el cuidado que siempre prestó a su ermita. En este sentido, con
cambio de fecha de la festividad
La festividad del Socorro se vio favorecida por la desaparición de la que se celebraba en honor de la Virgen de los Remedios, compatrona de la parroquia de San Pedro Apóstol. Esta imagen de Nuestra Señora ya acompañaba al Patrono San Pedro en su templo hacia 1633 y, según el in­ventario de la época, era "de bulto, que está en medio del altar mayor, vestida con un vestido de tafetán negro". El 26 de marzo de 1638 se fundó en la citada iglesia parroquial la "Cofradía de la Santísima Virgen María Señora Nuestra de Los Remedios", siendo beneficiado don Juan Díaz de Lugo, quien formó sus Constituciones para los hermanos y cofra­des; a partir de entonces la Virgen de los Remedios pasó a ser compatro­na de la parroquia de San Pedro Apóstol. ^La devoción a esta imagen decayó notablemente a partir de la segunda mitad del siglo XVII, hasta que en 1729 se obtuvo autorización para reorganizarla, volviendo a adquirir un importante auge hasta 1794, en que se cerró el libro de la misma con el mayordomo don Antonio Mauricio de Fleitas. No obstan­te, la fiesta que en honor de esta Virgen se celebraba anualmente el 8 de septiembre continuó celebrándose algunos años, e incluso en 1827 se lle­varon a cabo obras en la Capilla de los Remedios de la iglesia parroquial, que supusieron su reconstrucción; sin embargo, pronto dejó de realizarse por no contar con arbitrios que la mantuviesen.

También la romería y fiesta del Socorro se vio favorecida en 1835 por dos graves sucesos: el primero la desamortización del convento domini­co de Candelaria, con el consiguiente despojo del santuario, que culmi­naba así la decadencia de este centro mariano iniciada con la desapari­ción de la primitiva imagen en el aluvión de 1826; el segundo fue el incendio de la ermita de las Mercedes de Abona, que también rivalizaba todos los medios suplirla por la copia que se guardaba en la iglesia parro­quial de Adeje y, al no lograrlo, por la que se veneraba en El Socorro; e incluso pervive la idea de que se intentó robar la pequeña imagen güi-marera, lo que no se logró por la intervención vecinal, con su párroco al frente, que estaba advertida de tal posibilidad.

A comienzos del siglo XIX la fiesta del Socorro había cambiado de día, pasando a celebrarse el 26 de diciembre y la romería el día anterior, salvo los años en que las lluvias obligaban a retrasarla para los meses siguientes. Esta circunstancia fue la que movió al Dr. Díaz Núñez, que sentía una verdadera veneración por la Virgen del Socorro, a solicitar el cambio de fecha de la festividad para el mes de septiembre, con el fin de conseguir una mayor participación popular y garantizar el que la cele­bración tuviese lugar el día fijado. El contenido de la instancia suscrita por don Agustín y dirigida al obispo don Luis Folgueras y Sión, que se conserva en el archivo parroquial de San Pedro Apóstol de Güímar, lo transcribimos a continuación dado su interés:
Iltmo. Sr.:

El infrascrito Beneficiado de Güímar a V.S.I. expone respetuo­samente: Que en esta feligresía hay fuera de poblado una hermita dedicada a Ntra. Sra. bajo el título del Socorro, y se ha celebrado anualmente su festividad el veinte y seis de Diciembre a excepción de los muchos años que por lluvias ha sido preciso transferirla a los meses siguientes. En el último año hubo que hacerlo primera y segun­da vez por el expresado motivo, teniendo que sufrir no pocas inco­modidades los fieles a quienes un tiempo malo permitió concurrir; y desde entonces manifestaron deseos de que se fijase en lo adelante para esta festividad el ocho de Septiembre. Debía verificarse en este día la de Ntra. Sra. de Remedios, Patraña de esta Parroquia, mas hay años que no se hace su función por carecer de arbitrios para ella; y en esta Virtud
A V.S.I. Suplica, que atendida la mayor comodidad de los fieles, se sirva señalar por ahora el ocho de Septiembre para celebrar la mendonada festividad de Ntra. Sra. bajo el título del Socorro; reservándo­se para el Domingo infraoctavo, cuando llegue el caso de poder cele­brarse la de la Patraña en el día ocho; siempre que sea de la aproba­ción de V.S.I. Güímar 30 de Agosto de 1837.
Don Agustín argumentaba en otros escritos que, al haberse quemado el Santuario de Abona y decaído la fiesta de la Natividad que se celebra­ba ese mismo día en el de Candelaria, con la traslación solicitada no se ocasionaba ningún perjuicio. Los argumentos y el prestigio de del Sr. Díaz Núñez lograron su objetivo, por lo que al día siguiente de la solici­tud el Dr. Deza Goyri, secretario de Cámara y Gobierno, añadía en el mismo impreso el decreto de aprobación emitido por el Iltmo. Pulgueras, quien la ratificó con su firma:
Laguna y Agosto, treinta y uno de 1837.
Por presentado; y por las razones expuestas, se señala para la Festividad de N. S. del Socorro en su Ermita de este nombre situada en término de Güímar el día ocho de Setiembre de cada año; y para la misma el Domingo infraoctavo, en los casos en que en el ocho cita­do hubiese de celebrarse la de los Remedios, Patraña de la Parroquia del expresado Pueblo; Lo decretó y firmó S.S.I. el Obispo mi Sr. y lo certifico.

De esta manera, el Dr. don Agustín Díaz Núñez consiguió su objeti­vo de una mejor fecha para la celebración de la Festividad del Socorro, que se fijó definitivamente en el día 8 de septiembre, como continúa en la actualidad; la romería, de la que fue el auténtico impulsor, pasó así del 25 de diciembre al 7 de septiembre; se lograba de este modo el afianzamiento de la fiesta y una mayor participación popular. Este ilus­tre sacerdote la continuó potenciando el resto de su vida.

No obstante, esta medida dio margen a las reclamaciones del cura de Candelaria, don Juan Núñez del Castillo, que la creyó perjudicial a los derechos del Santuario, pero que no fueron estimadas. (Octavio Rodríguez Delgado, 1996).

La ermita del Socorro fue declarada Bien de Interés Cultural (B.I.C.) con categoría de monumento por Acuerdo del Gobierno de Canarias de 19-11-1990 (BOC, 16-7-1993) A esta declaración se unirá con probabilidad, también en El Socorro, la del Llano de la Virgen, que hoy figura ya incoado como B.I.C. (BOC, 8-9-1999. Este conjunto engloba el denominado Campo de la Ceremonia (Cruz de Tea, Pozo de la Virgen), las cuevas excavadas en la toba, el Aljibe de la Virgen, etc. La consideración especial que tienen estas ermitas para los güimareros, sobre todo la de arriba, hay que entenderla, en el contexto de la Romería de Nuestra Señora del Socorro

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