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jueves, 8 de octubre de 2015

LA DIOSA MADRE EN LA ISLA DE MALTA




 

Entre los años 5000 y 2500 a. C. floreció en las islas de Malta y Gozo una civilización extraordinaria y todavía poco conocida, fundada en el culto de la Diosa Madre.

 

 

En el Neolítico, la espiritualidad estaba centrada en la diosa del nacimiento, de la vida, de la muerte y de la regeneración, venerada en toda la antigua Europa: una Diosa que representaba un ciclo completo y eterno, que se experimentaba como una totalidad.
Todos estos aspectos no eran opuestos: la Diosa que daba la vida era también quien encarnaba la muerte. Por tanto, la muerte no era el final de todo, sino que inmediatamente se sucedía la regeneración, en un ciclo inspirado en la observación de la naturaleza, en el que el invierno comporta una aparente muerte, seguido luego de un despertar primaveral y de la cosecha veraniega.
En la Diosa se reflejaba un equilibrio entre la vida y la muerte, una energía que honraba la vida y no le temía a la muerte.
En estas antiquísimas sociedades agrícolas, la fertilidad de la tierra y la de las mujeres se convirtieron en una sola cosa. La unión sagrada entre el principio masculino y el femenino se relacionaba con los ciclos estacionales de la vegetación, con la tierra que cada año nace, muere y resurge.


En Malta y en Gozo no se han encontrado armas de guerra, muros fortificados y defensivos ni signos de conflicto, señal de que los primeros habitantes formaban comunidades unidas y pacíficas, organizadas en torno a un grupo de sacerdotes que planificaba y conducía la construcción de los templos, dirigiendo la vida espiritual del lugar.

Los templos de Malta

En Malta y en Gozo todavía existen unos veinte a treinta edificios sacros, siete de los cuales fueron declarados en 1980 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco –los templos de Ta ‘Hagrat, Skorba, Ggantija, Tarxien, Mndajdra y Hagar Qin y el subterráneo de Hal Saflieni –, en estado de discreta conservación, además de estatuas, piedras esculpidas, vasos y otras magníficas obras de arte.
Todos los templos maltenses presentan la misma forma, un esquema que se repite con algunas variantes, pero permanece sustancialmente igual en el transcurso de más de mil años: vista desde lo alto, en realidad, la disposición de las piedras recuerda a la figura sinuosa y abundante de la Diosa Madre, que acoge a los fieles en su seno para los ritos relacionados con la fertilidad y la regeneración.
Los lugares sagrados maltenses eran construidos a menudo mediante varios templos cercanos (cuatro en el caso de Tarxien, tres en el caso de Mnajdra y dos en Ggantjia), a veces circundados por muros altos. Los techos pendientes se basan en lo que queda del modelo de templo encontrado en Ta ‘Hagrat y se puede hipotetizar que fueran cupulares.

 Algunos elementos comunes entre los distintos templos son: un corredor central, a cuyos lados se abren habitaciones semi-circulares y simétricas en un número variable (tres en Ta ‘Hagrat, cuatro en Mnajdra, seis en Tarxien), y un portal de entrada monumental, constituido por dos grandes piedras erectas y una horizontal colocada sobre ellas, a modo de arquitrave, que da hacia un espacio abierto al que se accede subiendo varios peldaños.
La dimensión monumental de los templos lleva a pensar en una civilización en la que la espiritualidad tenía un rol central. Una civilización dotada de una gran maestría arquitectónica, una tecnología avanzada en el trabajo de la piedra (no se encontraron rastros de la presencia de metales) y capaz de mantener proyectos en el tiempo, a través de diversas generaciones. Esto implicaba la participación de un gran número de personas, desde quienes escavaban, desplazaban y erigían las grandes masas que constituían los templos y las imponentes murallas que los circundaban, hasta los artistas capaces de crear esculturas sublimes y armoniosos grabados.
Las motivaciones de la mano de obra eran probablemente el fervor religioso y, de hecho, los templos maltenses hacen pensar en las catedrales medioevales europeas.
El motivo del fin de esta civilización, cerca del 2500 a.C., sigue siendo un misterio. Es posible que se hayan producido cambios climáticos y períodos de sequía, u otros eventos relacionados con la crisis y el abandono del tipo de espiritualidad que había dado origen a los magníficos templos megalíticos. En todo caso se verificó una declinación en las islas maltenses, con un vacío que se colmó hacia el 1500 a. C. con la llegada de nuevas poblaciones que llevaron a Malta los metales y la costumbre de cremar a los muertos.
Dada la falta de documentos escritos sobre esta antigua civilización (o al menos, escritos en el sentido que atribuimos a los alfabetos, los ideogramas, los geroglíficos, a la escritura cuneiforme, etc, dado que, como veremos, en Malta existía un especie de lenguage simbólico), tenemos pocas informaciones claras sobre la organización social y doméstica y sobre los ritos que se realizaban en los templos maltenses. Esta aparente desventaja resulta compensada por la posibilidad de avanzar en la hipótesis e interpretación, obviamente tratando de fundamentarlas, sin que ninguna pueda prevalecer sobre las otras o ser rechazada como imposible.
Las hipótesis aquí expuestas no pretenden ser la verdad, la única interpretación posible de la misteriosa civilización maltense, sino más bien apuntan a contribuir en algo a la reconstrucción del proceso humano estudiando una de sus manifestaciones particulares y valiéndose de una gama de instrumentos más vasta que aquella utilizada por los historiadores y los arqueólogos tradicionales: además de las lecturas y las conversaciones con expertos, fue fundamental el aporte de las experiencias energéticas y espirituales realizadas antes, durante y después de los viajes a Malta en septiembre del 2010 y marzo del 2011, consideradas de igual importancia respecto a los procedimientos de investigación más convencionales.

Islas sagradas

Dado que las dimensiones reducidas de Malta y Gozo no justifican la cantidad de templos monumentales que las caracterizan, se puede hipotetizar que fueran islas sagradas para una parte del Mediterráneo, frecuentadas y conocidas más allá de sus límites. Un lugar de culto, de estudio e iniciación, ubicado en una suerte de cruce de caminos entre Africa, Sicilia y las islas menores circundantes.
En el templo subterráneo de Hal Saflieni se encontraron los restos mezclados de 7.000 personas, sepultadas en forma colectiva durante un milenio. Esto equivaldría a unos siete muertos al año, bastante pocos si se considera la posibilidad de que fuera un lugar de sepultura para los miembros de las comunidades circundantes. Se podría entonces conjeturar que allí fueron sepultadas sólo algunas personas “especiales”, como iniciados, sacerdotes, etc.

Las espirales

Desde los tiempos más remotos la humanidad ha buscado contacto con los espacios sagrados y profundos. Tal contacto puede suceder a través de formas diversas, una de las cuales está constituída por las prácticas que usan la energía psicofísica como forma de conexión con lo Divino, lo Sagrado y lo Profundo.

 La presencia de espirales, símbolo antiquísimo relacionado con el flujo de la energía vital, grabadas en la piedra y pintadas con ocre rojo en numerosos templos neolíticos de Malta y Gozo, puede avalar la hipótesis de que en aquellos antiguos templos se practicara un trabajo energético, cuyos rastros quedaron esculpidos en la piedra y pintados sobre las paredes durante milenios.

En Malta y Gozo las espirales están presentes en los templos de Hal Saflieni, Ggantija, Mnajdra, Hagar Qim y sobretodo en Tarxien, y en general tienen trazos figurativos: se subraya la simetría y la armonía con dos o cuatro espirales dispuestas una al lado de la otra o en grupos de dos, mientras también se resalta la fuerza vital de la naturaleza con una sucesión de espirales grabadas en grandes piedras rectangulares, que hacen pensar en plantas o en olas de mar. En ambos casos, resulta evidente la relación con el flujo continuo de la energía vital.
Las estelas y las piedras grabadas con las espirales no están dispuestas de modo casual, sino que siempre indican umbrales, delimitan ámbitos dotados todavía hoy de gran energía y acompañan un recorrido de elevación hacia un altar, de modo de concentrar y elevar la energía para llegar al contacto con lo Sagrado y lo Profundo.
El ejemplo más iluminante de tal función y significado de las espirales nos lo aportan las dos estelas colocadas una frente a la otra en Tarxien, como una especie de respaldo alto para la banca de piedra que le está próxima. Sentándose allí resulta evidente que ellas representaban un momento de pausa, de espera, de recogimiento de la energía antes de acceder al altar cercano y, por lo tanto, al paso siguiente en la búsqueda espiritual.
Las dos piedras contienen además un mensaje expresado en forma simbólica, que se podría considerar instrucciones para un estilo de vida coherente y elevado e incluso una indicación respecto de las condiciones necesarias para la entrada a los espacios sacros: la esfera central alude a la necesidad de crear, mantener y reforzar un centro de gravedad interno; la posición simétrica de las espirales alude a la importancia de la armonía y la proporción en la propia vida; el vínculo con lo alto y lo bajo muestra la importancia de la acción en el mundo, del contacto con el plano de la vida cotidiana y con el de los espacios altos, en una perenne conexión entre el “cielo” y la “tierra”, y los puntitos, presentes también en tantos otros templos, indican las prácticas energéticas como canal para realizar todo ello.

Puente entre pasado y presente

El descubrimiento del grado avanzado de espiritualidad logrado por esta civilización o al menos por el grupo de sacerdotes, estudiosos, curanderos e iniciados que utilizaba los templos, puede cambiar la imagen convencional y difusa que se tiene de la evolución del ser humano y de períodos muy lejanos en el tiempo pero muy cercanos al presente por su sensibilidad.
La recuperación e interpretación del patrimonio de conocimientos y experiencias dejado en herencia por esta antigua civilización a las generaciones sucesivas puede estimular y enseñar a los interesados en obtener inspiración desde los más profundos descubrimientos del pasado para alimentar el propio recorrido actual y futuro.
(Anna Polo, en: file:///C:/Documents%20and%20Settings/Edu/Escritorio/Templos%20y%20diosas%20del%20Neol%C3%ADtico%20en%20Malta%20%20Una%20espiritualidad%20antiqu%C3%ADsima,%20una%20b%C3%BAsqueda%20actual%20_%20Revista%20Somos.htm
Imágenes:
Dama durmiente, ubicada en el Museo Arqueológico Nacional de Malta
Diosa Sedente, Isla de Malta

Espiral, Isla Benahuare (La Palma)

Templo, Isla de Malta

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