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miércoles, 16 de abril de 2014

LA DESPOSESIÓN EN CANARIAS DE LA DIOSA MADRE CHAXIRAXI-IV






Guayre Adarguma Anez’ Ram n Yghasen

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El núcleo de este simbolismo lo constituirían los tres dragos encerrando entre sus raíces la piedra con el grabado podomorfo. Precisamente, un árbol  encerrando entre sus raíces una piedra simboliza en el pensamiento norteafricano tradicional la unión de los dos espíritus que constituyen la personalidad humana: nefs y rruh, constituyendo a menudo lo esencial de un santuario. Normalmente, estas prácticas religiosas  de los primitivos canarios han sido interpretadas interesadamente por la secta católica como “apariciones de la virgen” a los gentiles, anunciando la llegada del cristianismo.

Tal como nos expone el investigador José Carlos Cabrera Pérez: “Documentados en los agrestes oratorios del Norte de África, en los templos fenopúnicos del ecumene cananeo e, incluso, en los santuarios de ese gran crisol de credos que fue la religión romana, la esencia pagana de los podomorfos sería reinterpretada con el paso de los siglos, al compás del avance de las oleadas islámicas y cristianas en ambas orillas del Mediterráneo. Su asimilación a la huella del pie de Fátima, de la Virgen o de diversos santos y morabitos se repite en nuestro Archipiélago, cuando la religiosidad popular y la tradición oral mencionan el “Pie de la Virgen” en Barranco Azul o el “Pie de fray Juan de San Torcaz” en Río Palmas, ambos en Fuerteventura. La advocación mariana desarrollada a partir de los viejos cultos a la fuente y al árbol en el santuario de Teror es, quizá, el ejemplo más concluyente de su carácter mágico-religioso entre las primitivas culturas canarias y de los esfuerzos de cristianización acometidos por los misioneros que llegan a las islas a raíz de la conquista.”

Y continua el autor: “Pero la lectura de los podomorfos ha de realizarse desde una perspectiva más amplia y, sobre todo, inherente a lo que significan por sí mismos, debiendo entroncarlos con los viejos cultos y creencias mediterráneos. La veneración hacia divinidades, espíritus o genios inmateriales –los “Invisibles”-, que escogen como lugar de fijación la cima de determinadas montañas, las fuentes naturales o determinados árboles, que quedan consagrados como santuarios donde se les rinde culto, justifican la aparición de este tipo de inscripciones. Las huellas de pie constituirían la forma de representar iconográficamente a aquellas entidades sobrenaturales de naturaleza benéfica, con frecuencia los espíritus de sus antepasados, distinguidas por el don de la invisibilidad y actuando como intermediarios ante los dioses supremos en la solicitud de lluvias abundantes y de la munificencia de la tierra y del ganado.” (José Carlos Cabrera Pérez. 2000.)

Estos ritos sagrados canario-mazigios fueron sometidos a un intenso proceso transculturador con la llegada castellana, dando lugar al actual culto a la Virgen del Pino de Teror.

Es indudable que durante mucho tiempo después de la ocupación de la isla la adoración a Nuestra Diosa Chaxiraxi en su aspecto que luego sería conocido como virgen del Pino, fue exclusiva de los antiguos canarios, sin que intervinieran en sus ritos y romerías los invasores, según testimonio de Marín de  Cubas, los canarios aborígenes, en tiempos precoloniales, hacían a la “Madre de Dios” sus fiestas y regocijos de luces y hogueras.

Por otra parte, en los primeros documentos que hacen referencia a la imagen no se le menciona por un nombre determinado citándola simplemente como “Nuestra Señora”. La primera imagen pudo ser la descrita en el inventario de la visita del Obispo católico Diego Deza, en 12 de marzo de 1558: “ay en el dicho altar otra imagen de Nuestra Señora de bulto con una coronita de estaño” pero ni los clérigos   José García Ortega,   Ignacio Quintana o  Santiago Cazorla explican la existencia de esta talla, que creemos fue la primera que existió en Teror, y debió sobrevivir hasta 1590, año en que, por disposición del Obispo  católico Fernando Suárez de Figueroa, probablemente fue enterrada a causa de su hechura no acorde con los parámetros católicos. Esta circunstancia posiblemente despertó el secular celo de la Inquisición española en Canarias tal como recoge el historiador Agustín Millares Torres: “en el archivo del extinguido Tribunal de la Inquisición existía un expediente formado en averiguación de las circunstancias milagrosas que acompañaron a la aparición o hallazgo de la Virgen del Pino, y en él resultaba implicado un Juan Pérez de Villanueva, vecino de Teror en la época de la conquista”

Por otra parte, el coronel de los ejércitos imperiales de su Majestad Británica, y gran conocedor de La India y de las islas, A.B. Ellis nos dejó  un curioso testimonio tardío (1820) en relación con la imagen de la virgen del Pino la cual debió ser muy singular: “Entre otras imágenes extraordinarias de esta isla, una de las más extrañas es la que existe en la iglesia de Teror, una pequeña pero pintoresca aldea situada a unas once millas de Las Palmas. Es de madera, está cubierta de joyas y provista de cuatro brazos, y lo que para alguien que conozca las deidades de La India supondría que intenta representar al dios hindú Visnú, aquí, sin embargo, es la Virgen, y la tradición asegura que hace algunos siglos se la encontró milagrosamente clavada en un pino de un bosque cercano. No obstante, el motivo por el que tiene cuatro brazos es un misterio que dudo que incluso un sacerdote pueda resolver satisfactoriamente.

  “El culto a la Virgen del Pino no tuvo en el siglo XVI la popularidad que alcanzó en los siglos posteriores. En lo que respecta a la vida religiosa, el Cabildo Catedral acordó, el 7 de octubre de 1521, ayudar con cinco doblas al clérigo que debía celebrar todos los domingos; y también acordó, el 3 de abril de 1528, que dicho clérigo había de ser obligado a decir Misa todos los días de las fiestas de Nuestra Señora y todos los días de los Apóstoles 40; en este acuerdo se consigna “el Clérigo que subiera y dijera las dichas misas”, de lo que se deduce que por esa época de 1528 no había aún un cura residente. Parece evidente que, antes de 1558, se realizaran procesiones en Teror con la imagen de la Virgen. En el acta de la visita del Obispo Deza en dicho año, se consigna: “...Item unas andicas de madera en que suelen llevar a Nuestra Señora en procesión...”; la procesión se haría por los caminos existentes y sin un itinerario prefijado, como parece desprenderse de una disposición del Obispo de La Cámara y Murga: “porque la procesión de Nuestra Señora de la Natividad se hacía por muchos caminos con grande incomodidad por ser malos dichos caminos y no a propósito y lo mismo la procesión del día del Corpus, mandamos que de aquí adelante las dichas procesiones se hagan saliendo de la Iglesia la plaza adelante”.(Vicente Hernández Jiménez)

Existen fundamentos para creer que la primitiva imagen de  Teror representaba a la Diosa Chaxiraxi sincrietizada como virgen de Candelaria, en los tiempos de la primera ermita del Pino. Si nos preguntamos si existió un culto a la virgen de Candelaria antes que a la del Pino. La contestación es afirmativa; la advocación tinerfeña estuvo extendida por todo el Archipiélago, y, por tanto, en Gran Canaria. En este sentido de generalización hay que entender la leyenda, recogida por Viera y Clavijo, de que Sancho de Herrera robó la Virgen de Candelaria y la colocó en Fuerteventura, así como la intercalación de Marín y Cubas, en el capítulo dedicado a la Virgen del Pino, “…continuose la devoción a Nuestra Señora; en que se dixo que luego que salió de Canaria Nuestra Señora de Candelaria, la Virgen en este lugar, todos los años por el tiempo de su Fiesta y los Canarios no olvidaban de celebrar su memoria”

El culto de La Candelaria en Teror no se materializó en imágenes católicas, aunque en el templo Parroquial inaugurado en 1600 existió un Altar dedicado a dicha advocación

En el siglo XVI la Virgen de la Candelaria era tenida por Patrona General de Las Islas; el Papa Clemente VIII, el 26 de marzo de 1608, concedió con Octava el Oficio de la Purificación en todo el Obispado.

Para concluir este apartado veamos un pasaje recogido por A. Millares, en él podemos apreciar como el clero católico y en especial su sanguinario Tribunal de la “Santa Inquisición” en Canarias, el cual aún en sus estertores de muerte en 1820 no dudó en aprovechar la devoción mostrada por el pueblo a la Diosa Chaxiraxi en su aspecto católico como virgen del Pino, para azuzarlos contra los criollos liberales canarios, los cuales a pesar de su supuesta ilustración no dudaron en masacrar al onobulado pueblo, el que siempre ha sido victima del sistema colonial al margen del color político o cultural de quienes ostenten el poder en la colonia.

“Sin embargo, el último año, una asonada, que excitando el celo fanático de las turbas ignorantes, se había preparado por el club absolutista, haciéndoles creer, que se les iba á robar la imagen de N. S. del Pino, y otras sandeces tan groseras y estúpidas como ésta, insurreccionó los campesinos, que bajaron armados con intención de atacar la Ciudad, foco de impiedad y liberalismo, desarmar la milicia urbana, y ahorcar los prohombres del bando constitucional.

Tan atrevido proyecto estaba en combinación con las noticias secretas recibidas de la Península, y tenían la seguridad, de que el ataque coincidiría con la caída del aborrecido sistema; pero la distancia, el mar, y los correos, fueron excusa de que las tropas liberales tuviesen tiempo de atacar á los sublevados, de derrotarlos en Tafira y Cendro, y  de fusilar, por los trámites sumarios de la ordenanza, al Jefe de los rebeldes, pobre y fanático anciano, llamado Matias Zurita, juguete de la Junta apostólica, cuyos individuos no tuvieron el valor de presentarse, ni la generosidad de salvar aquella triste
victima de nuestras discordias políticas.”

El actual pueblo canario continúa adorando-aún en muchos casos sin saberlo-, a Nuestra Diosa- Madre Chaxiraxi bajo la advocación católica como virgen María o cualquier otra de las múltiples denominaciones católicas.


Desde antes de la invasión y ocupación europea, el Archipiélago Canario era visitado por europeos de la península ibérica e islas baleares  en expediciones de reconocimiento y para efectuar razias de esclavos, pero también fueron visitadas por religiosos de la secta judeo-cristiana que pretendían llevar a cabo una labor de penetración evangelizadora antes de que se produjera la conquista y anexión territorial y política de las islas; de este modo en el siglo XIV se formó un obispado en Telde, Tamaránt (Gran Canaria). La imagen de la Virgen de Candelaria sería traída a Chinet (Tenerife) por frailes mallorquines, los cuales probablemente se habrían establecido por un tiempo en la isla en un eremitario y casa de contratación en el meceyato de Güímar introduciendo conceptos de la religión judeo-cristiana en las creencias religiosas de  nuestros antepasados guanches, produciéndose así un sincretismo religioso que con ligeras variantes ha perdurado hasta nuestros días. El motivo de la “aparición” de la imagen en la que nuestros ancestros representaron a Nuestra Diosa Chaxiraxi es algo sobre lo que se ha especulado mucho. Algunas teorías hablan de un abandono intencionado con el fin de preparar el terreno para la Conquista.
De todas formas el culto a la imagen se había extendido a todas las Islas al ser asumida como una representación de la Diosa Chaxiraxi, por nuestros antepasados y como la virgen María por los invasores.
Espinosa  menciona la existencia de una orden religiosa guanche encargada de su cuidado y culto, el clero guanche de Kankus y Maguadas que fueron masacrados por el invasor Alonso Fernández de Lugo. Inmediatamente después de acordada las denominadas “paces de Los Realejos.” Una vez acordada dicha “paces”, la  acción inmediata del invasor consistió en subir  por las cumbres con parte de su ejército de mercenarios y bajar a Achbinico (Candelaria) y tomar posesión por las fuerzas de la imagen de Nuestra Señora Chaxiraxi, ordenando cortar el cuello de los Kankus y Maguadas que cuidaban de la misma, con este acto, los invasores dieron por sometida la isla, pues la Diosa Chaxiraxi era en elemento unificador y cohecionador de todos los meneceyatos de Chinet (Tenerife).
Hay también constancias documentales de la celebración de fiestas de redistribución alrededor del panteón de la Diosa-Madre Chaxiraxi, fiestas que se celebraban por la luna de agosto o Beñesmer, donde nuestros ancestros guanches hacían competencias de habilidad y fuerza, se celebraban bodas, y donde los menceyes de la Isla acordaban una tregua en sus disputas  cuando las había para compartir la carne del ganado sagrado en comidas rituales de hermandad.
La Virgen de Candelaria fue identificada con Chaxiraxi como la madre de la  Sol, Magek, trasmutando esta Deidad solar  femenina en la figura de Cristo como Cristo Sol invicto.

Dentro de las múltiples representaciones de la Gran Diosa-Madre Cahaxiraxi, son innumerables y universales las de la estrella de ocho puntas que en algunos casos, también pueden tener doce o dieciséis, las cuales están ampliamente difundidas en  paneles de grabados rupestres en todas las islas. En este apartado también podemos incluir las denominados “Rosetas” ”Rosetones”, (éstos también sincretizados por la iglesia católicas como “Crismones y Estelas discoidales”) representaciones de algunos de sus atributos que, como otros muchos aspectos de la Diosa han sido usurpados por la iglesia romana atribuyéndolos a la Virgen María y por extensión al resto de las advocaciones marianas.

Las primeras referencias a la Diosa-Chaxiraxi entre los cronistas europeos cuando ya había sido asumida por el catolicismo, es obra del fraile de la secta católica de los dominicos fray Alonso de Espinosa, quien escribió su Historia de la Virgen de Candelaria en el año 1594. Este había estado en las colonias castellano-aragonesas de América antes de ser destinado a la isla de Chinet (Tenerife). Durante unos ochos años estuvo prestando su cometido en diversos territorios de América, durante los cuales indudablemente asimiló los métodos empleados por su orden para simular las apariciones marianas y tejer las leyendas infantiles con que acostumbraban rodear dichas supuestas apariciones teatrales para impresionar a aquellos pueblos autóctonos.
Según la consabida leyenda relatada por Fray Alonso de Espinosa, “iban dos pastores guanches a encerrar su ganado a las cuevas cuando notaron que el ganado se remolinaba y no quería entrar. Buscando la causa miraron hacia la desembocadura del Barranco de Chimisay y vieron sobre una peña, casi a la orilla del mar, la santa imagen la cual creyeron estar animada. Como estaba prohibido a los hombres hablar o acercarse a las mujeres en despoblado, le hicieron señas para que se retirase a fin de que pasase el ganado. Pero al querer ejecutar la acción, el brazo se le quedó yerto y sin movimiento. El otro pastor quiso herirla con su cuchillo. Pero en lugar de herirla, quedó herido el mismo. Asustados, huyeron los dos pastores a Chinguaro, a la cueva-palacio del mencey Acaymo, para referirle lo acontecido. El mencey fue a ver con sus consejeros. Ella nada respondía pero nadie se atrevía a tocarla. El mencey decidió que fuesen los mismos dos pastores ya heridos quienes la recogieran para llevarla al palacio. Ellos, al contacto con la imagen, quedaron sanados. El mencey comprendió que aquella mujer con el niño en brazos era cosa sobrenatural. El mismo rey entonces quiso llevarla en sus brazos, pero después de un trecho, por el peso, necesitó pedir socorro. Es así que en lugar de la aparición hay hoy día una gran cruz y en el lugar donde el mencey pidió socorro, un santuario a Nra. Señora del Socorro.”
Este absurdo relato ideado por el frayle supone una más de las tantas ofensas infligidas por los invasores a la inteligencia natural de nuestros antepasados, al hacer suponer que no sabían distinguir entre una estatuilla y una persona real, cuando está suficientemente demostrado que tenían una capacidad intelectual en muchos aspectos superior a la de los europeos, prueba evidente de ello es que, ya en la primera generación después de la invasión,  habían abogados, clérigos y militares guanches formando parte de  la organización social foránea.
En cuanto al pasaje en que trata del supuesto excesivo peso de la imagen, no merece más credibilidad que la del relato del mismo fraile en torno a las “procesiónes de ángeles celestiales por la playa de Chimisay portado luminarias”.
Esta imagen según los datos más fiables “apareció” entre 1390 y 1400 en las playas de Chimisay (Tymsay, ‘Súplicas’), en el menceyato de Güimar (Wemmar, ‘El Paso’). La llevaron a una cueva cerca del Auchón del mencey (rey) hoy convertida en ermita, y conocida como Chinguaro (Ti-n-gwar, (lugar) de residencia o reunión’).

[...] y adoraban â Díos, â quien llamaban Guaraxíraxí. y â Santa Maria despues que les aparecío la llamaban Chaxíraxí. [...] Y Chaxíraxí, quiere decír, la que carga al que tíene al mundo [Abreu (ca. 1590, III, 13) 1977: 300-301].
Sabido ésto por los moradores de las dichas Islas, la comenzaron a tener en grandísima veneración [a la Virgen de Candelaria], llamándola ‘Madre del Sol’ (González de Mendoza 1585).
Así –continua Espinosa- “llegaron a conocer a la Virgen María como "La Madre del sustentador del cielo y tierra" (Guanche: Axmayex Guayaxerach Achoron Achaman o Chaxiraxi) y la trasladaron a la Cueva de Achbinico para veneración pública.” 


En cuanto al significado dado por Espinosa -y otros autores que le siguieron-, a las frases en guanche por él anotadas, difiere en mucho del sentido real de las mismas, veamos un resumen de lo que al respecto no dice el Doctor D. Ignacio Reyes: […] En el plano ideológico, la causa del sencillo sincretismo entre el panteón isleño y el cristiano parece residir en esa identidad original (más allá de la ductilidad manifestada en todas partes por la religión de la cruz para asimilar cualquier elemento que sirviera a su despliegue terrenal). Incluso, las fuentes coloniales llegan a presentar la terminología ínsuloamazighe como una mera traducción de los conceptos cristianos, pues tal era el grado de correspondencia entre ambos enunciados míticos:
[...] y adoraban â Díos, â quien llamaban Guaraxíraxí. y â Santa Maria despues que les aparecío la llamaban Chaxíraxí. Y es de notar, que Guayaxíraxí, quiere decír, el que tíene al mundo; Y Chaxíraxí, quiere decír, la que carga al que tíene al mundo. Y por otro nombre llamaron a Santa María Atmayceguayaxíraxí, que quíere decír, La madre del que carga al mundo, y no adoraban Ydolos, ní tenían otra cosa â quíen adorar, síno a Dios, y â su madre, aunque no tenían otra ínteligencia de las Cosas de Díos [Abreu (d. 1676, III, 13: 90r) 1977: 300-301].
Así, la tentación de considerar mestizas estas expresiones nativas y su sentido siempre ha estado presente en los estudios históricos. Sin embargo, Chaxiraxi (o Ta-ghir_agh, ‘la que carga el firmamento’) y Atmayceguayaxiraxi (At_may-ès wayya_aghir_agh, ‘he aquí la madre del espíritu que sostiene el mundo’) revelan con claridad esa ‘estrella matriz’ que habría generado el universo, la bóveda celeste o su representación divina, Aqqoran (o A-hghur-an, ‘el Celestial’).
Una noción de maternidad astral que, por cierto, parece haber alcanzado también a los seres humanos. La estrella solar, es decir, Magec (o magheq o magegh, ‘se ilumina, prende, alumbra o aparece’) comparte trama lexemática con los entes espirituales, almas, ‘encantados’, ‘aparecidos’ o maxios y con su manifestación mortal o personal, el mago (‘persona’). Así lo advirtió ya el doctor Marín de Cubas [(1694, II, 18: 74r) 1986: 255], cuando señaló que «â el alma tenian por immortal hija de Magec, que padece afanes, congojas, angustias, sed, y hambre, y llevanles de comer a las Sepulturas los maridos a las mugeres, y ellas â ellos a las fantasmas llaman Magios ò hijos de Magec» (Marín 1694: 74). Aunque, en honor a la verdad, pesan aún algunas incertidumbres sobre las categorías gramaticales que vierten los análisis morfológicos.”
El abogado e investigador Antonio Cubillo Ferreira (1985) sostiene la teoría que relaciona el culto a la Virgen de Candelaria con ritos actuales de los tuareg continentales. Dicha teoría es confirmada por el profesor José Barrios García (1996, 1997) en su tesis doctoral, donde relaciona la adoración a la Virgen de Candelaria con un culto relacionado con la estrella Canopo, estrella que sirve como una referencia para la organización de su calendario estelar. Este profesor señala que existen fuentes bien documentadas sobre la importancia de «la estrella del Sur» en el eje cosmológico de la cultura imazighen  continental, señalando la creencia de que Canopo es la estrella principal del cielo, la más antigua, la madre de todas las estrellas.*
La punta de lanza de la invasión judeo-cristiana en la isla Chinet (Tenerife) fue un joven de unos 16 años llamado al ser bautizado por el rito católico Antón guanche, que había sido apresado como esclavo por los colonos castellanos establecido en la isla Titeroygatra (Lanzarote) y que una vez debidamente instruido en la fe judeo-cristiana fue devuelto a su isla natal con el compromiso de propagar la fe católica e influir en sus compatriotas  para que asumieran la representación de la Diosa Chaxiraxi como virgen María, de hecho consiguió no sólo que se le confiara la custodia de la estatua, sino también la del cuidado de los pastos sagrados de Igueste, lugar destinado para el pastoreo exclusivo del rebaño de la Diosa, compuestos de más 600 cabras y del Carnero Sagrado.
Es más que probable que la insistencia de Antón Guanche en trasladar la imagen a la cueva de Achbinico situada en la playa desierta del mismo nombre y alejada más de diez kilómetros del Auchón del mencey, tuviese por objeto el facilitar el robo de la imagen por parte de los piratas del colono Sancho de Herrera, para así forzar a los guanches de Güimar  -guardianes juramentados de la misma-, a aceptar determinados pactos con los invasores a cambio de la devolución de dicha imagen, según se desprende de ciertos acontecimientos posteriores.
La talla original medía aproximadamente un metro de altura. Su posición era de pie, con la cabeza recta y mirando al frente. En su brazo derecho portaba a Jesús niño desnudo (posiblemente añadido tras la apropiación de la imagen por el clero católico), con una paloma en las manos (la paloma es otro de los símbolos de la Diosa). Sostenía con la mano izquierda un trozo de vela verde, que servía de soporte para otra vela natural, siendo este detalle el que incitó a los católicos a darle el nombre de Virgen de Candelaria (de la candela). Su cabeza estaba desnuda de paños, teniendo un pelo rubio que caía suelto sobre sus hombros.

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